Ariadna siempre había amado el cine. Sin embargo, su condición neurodiversa, en particular su hipersensibilidad auditiva, convirtió las salas de cine en lugares abrumadores. Los sonidos amplificados la asustaban, haciendo que cada visita fuera un desafío. Su pasión por las películas chocaba constantemente con la angustia de los ruidos excesivos.
Un día, descubrió un programa llamado "Salidas Inclusivas". Esta asociación ofrecía funciones de cine adaptadas para personas como ella. Las luces eran más tenues, el sonido era más suave y había espacios de silencio donde uno podía retirarse si necesitaba un respiro.
El primer día que Ariadna asistió a una de estas funciones, sintió que había encontrado un refugio. Por primera vez en mucho tiempo, pudo sumergirse en la trama de una película sin sentirse abrumada. Fue una experiencia reveladora, y Ariadna decidió involucrarse más. Se convirtió en voluntaria de "Salidas Inclusivas", trabajando para crear más espacios inclusivos en su ciudad.
A medida que avanzaba la historia, Ariadna conoció a otras personas con desafíos similares y juntos, con el apoyo de la asociación, lucharon para que otros espacios recreativos, como parques, teatros y centros comerciales, se adaptaran también. Esta aventura no solo transformó los espacios públicos de la ciudad sino también la vida de Ariadna, quien encontró su propósito y una comunidad que entendía sus desafíos y celebraba sus logros.