HISTORY | Sebastian Vettel

By vettelsvee

86.7K 10.2K 20.5K

˚ ༘✶ ⋆。˚ 𝐇𝐈𝐒𝐓𝐎𝐑𝐘 𝘄𝗵𝗲𝗿𝗲 𝘄𝗲 𝗮𝗿𝗲 𝘂𝗻𝗶𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲 𝘃𝗼𝗹. 𝗶 El cuatro veces... More

HISTORY
sebastianvettel just made a post
000. i hereby announce my retirement
TEMPORADA 1
001. childhood
002. meeting
003.1. first victory (part 1)
003.2. first victory (part 2)
004. do you really want us to try?
005.1. i wanna be there, with you
005.2. you'll find me in the stars
006. this is the least i could do
007.1. she's not hanna
007.2. happy birthday, di!
008. so... you're going
009. why have you lied to me?
010. rosberg, is this a date?
011. i forgive you, seb
012. i never hid i was dating nico
014. i wish you left
015. you're on your own, kid
016. you're not hanna, and never will be her
017. this is why no one loves you
018. talent or just a nice face?
019. leave
020. oops, he did it again
021. how you get the girl
especial. i already have a wife, sally
022. everything is a thousand times better with you
023. hold on to hope
024. this feels like family
025. this is much better than driving, seb
026. is history repeating itself?
027. the sunshine of my life
028. kimi: you're our only hope
029. let's make birthday sex a tradition
030. alonso, don't say anything

013. stop talking shit about her

1.7K 225 460
By vettelsvee

✷        ·
  ˚ * .

HISTORY
CAPÍTULO 13 — STOP TALKING SHIT ABOUT HER




2010

Sepang
Gran Premio de Malasia

Sebastian

Hoy no me apetecía participar en la carrera y no sabía por qué. Supongo que el ver a Nico restregándose con Diana como si fuera un conejo en celo era una de las causas; el que Hanna me hubiera llamado diciéndome que me echaba de menos, y yo sentirme indiferente ante eso, también.

Ahora que me encontraba a punto de subir al autobús que nos llevaría a hacer el driver's parade, tratando de aguantar el calor asfixiante que hacía ese día en Malasia mientras olía a neumático quemado y gasolina, procedente de los garajes, sin dejar de pensar en que era un mala persona.

Britta se acercó a mí con prisa, pero a la vez pausa, perfectamente uniformada con la vestimenta de RedBull y con un aire de seriedad en su rostro. Sabía lo que venía a decirme, y una vez más yo cedería ante sus consejos sin saber qué es lo que acabaría haciendo finalmente, salvo una cosa: cagarla estrepitosamente.

—¿Podemos hablar un momento, Seb? —me dijo la mujer en nuestra lengua materna.

Con un leve asentimiento de cabeza, retrocedí unos pasos para evitar que el resto de pilotos nos escucharan y me posicioné frente a ella, de brazos cruzados, para aparentar atención cuando lo único que cruzaba por mi mente en esos instantes era Di dándose el lote con el que parecía ser mi clon. Bueno, yo sería el clon en este caso porque Rosberg me sacaba dos años.

—Escúchame, Vettel —empezó a decir con calma, llamándome por mi apellido para llamar aún más mi atención—: sabes perfectamente que, durante la vueltecita esta ridícula que os dais saludando como si fuerais el Papa, te van a hacer preguntas.

Volví a mover mi cabeza para aprobar sus palabras. Eso ya era una rutina y llevaba haciéndolo desde 2007. No podía haber nada nuevo, ¿no?

—Lo que quiero recordarte es que tienes que gastar cuidado con qué respondes y cómo lo haces —continuó Roeske—. Tienes que acordarte de lo que tantísimas veces hemos hablado sobre evitar ciertos temas para mantener neutra tu imagen ante los medios.

Odiaba que Di y ella se hubieran hecho tan amigas porque no había día, hora y minuto que no me hablara de ella. Dios, parecía que la quería más que yo, y eso ya era decir.

Volteé mis ojos a modo de respuesta, y sabía que ese gesto le hacía enfadar lo más grande.

—Ya sabes de lo que hablo, Sebastian Vettel —me miró con firmeza, elevando su tono de voz y haciéndolo sonar más enfadado—. Tienes que mantenerte lo más relajado posible porque, por si no lo recuerdas, tienes más miradas de las que crees puestas en ti por todo este jaleo de futuro campeón mundial que te traes —me hizo saber—. Limítate a decir , no, no lo sé, algún que otro a lo mejor, y a mantener el contacto visual con quien te haga la entrevista.

Mis nervios acrecentaron porque sabía que mi relaciones públicas cada vez desconfiaba más de mí y que, por mi culpa y algún que otro desliz, había tenido que trabajar horas extra que, posiblemente, no le habían sido remuneradas. Dios, eso había sonado a explotador laboral. Había incluso llegado a pensar que más pronto que tarde acabaría dejándome plantado, y no me lo podía permitir.

Cuando vi una cámara acercarse a nosotros y enfocar directamente a mí, mis nervios empezaron a aumentar aún más. Llevaba ya cerca de los cuatro años aquí y todavía no me había acostumbrado a ser el centro de atención, por mucho que la gente se empeñara en pensar lo contrario. Mi PR, al notar mi incomodidad, se puso delante mía para taparme.

—No comentes nada sobre Diana, por favor —mencionó ahora en un susurro casi inaudibe—. Sé que soy muy pesada con el tema, pero de verdad que creo que no solo os estáis haciendo daño entre vosotros, sino también a vuestras respectivas parejas.

—Sí, claro, llevas razón —le dije con sinceridad—. Intentaré no cagarla más antes de abrir la boca para que no causen líos innecesarios. Te lo juro.

La rubia asintió, contenta en apariencia ante mi respuesta porque parecía haber aprendido algo de los errores que había estado cometiendo, y que se habían convertido un peso cada vez mayor en la mochila de problemas que llevaba cargada en mi espalda.

—Eres un chico increíble, Seb, y te quiero como a un hijo: por eso me comporto así contigo —me sonrió—. Simplemente, necesitas un poco más de autocontrol y mostrar tu verdadera personalidad. Sé que es cuestión de tiempo de que les muestres como eres realmente.

Yo también le dediqué una sonrisa, agradecido en el fondo de tener a una persona como ella a mi lado en momentos como este. Sin ella, yo no sería nada, por mucho mérito que me llevara públicamente.

Tras ello, me subí al vehículo que nos daría la vuelta alrededor del circuito y me posicioné junto a Kimi, quien parecía estar en su mundo. No quería molestarle ya que realmente parecía estar adentrado en sus pensamientos, así que comencé a fijarme en mis compañeros de equipo y, más concretamente, a la entrevistadora que parecía haber iniciado una especie de charla totalmente improvisada, a pesar de estar siendo retransmitida, junto a los chicos de McLaren, Jenson y Lewis, y, cómo no, el golden boy de Mercedes.

¿El tema principal sin venir a cuento antes de una carrera? Diana Wagner.

—¿Pasa algo, Seb? —preguntó Fernando con su característico acento español—. Te noto extraño.

Y lo estaba, solo que no le dije nada porque estaba demasiado enfrascado en la voz de Nico Rosberg, que cada vez sonaba con más confianza y, para mi desgracia, llamaba más mi atención.

—Mi novia, Diana, es maravillosa —dijo el alemán con una sonrisa—. Nuestra relación va cada vez a mejor. Estoy seguro de que es la mujer de mi vida —recalcó, apoyándose en los hombros del moreno—. No puedo pedir nada más.

Los vítores no solo de Hamilton y Button, sino también de los que se encontraban alrededor, como Massa o Grosjean, formaron un gran estruendo en el autobús. Sin embargo, había tres de ellas que no estaban puesta en aquella escena: la de Mark, que me estaba mirando completamente flipando; la de Fernando, que no la veía, pero sabía que estaba posada sobre mí cuando noté sus manos caer en mis hombros, y la de Michael, quien negó con su cabeza en repetidas ocasiones para acabar resoplando y desviando su mirada hacia el público.

Schumacher y Di se habían hecho bastantes cercanos desde que comenzó a pasar la mayoría de su tiempo libre —y el no tanto— en el garaje de la escudería alemana, pero eso sabía que era más que posible que él supiera y hubiera visto algo que yo, definitivamente, no.

—¿Cómo os conocisteis, Nico? —insistió la periodista, sabiendo de sobra que tenía al rubio comiendo de su mano—. ¿Fue amor a primera vista?

—Para mí, sí, pero para ella no lo sé porque creo que, cuando empezamos a salir, justo acababa de tener algún lío con un tío o yo qué sé —titubeó Rosberg, sabiendo claramente que el protagonista de esa historia inventada, yo, le estaba escuchando—. Es una chica interesante, supongo... aunque también muy complicada.

Su respuesta me sorprendió, y eso, sumado a los aires de superioridad que sus muecas daban a entender, me hizo apretar los puños con tanta fuerza al punto de que empecé a notar un poco de sangre saliendo de las palmas de mis manos.

¿Complicada? Di podía ser muchas cosas, pero complicada no era una de ellas. Era justo todo lo contrario.

—¿Y qué es lo que más te atrae de ella? —continuó inmiscuyendo aquella chica que tan nervioso me estaba poniendo.

—Más de lo que te imaginas, pero lo que me ronda ahora por la cabeza no se puede decir en horario infantil.

Tenía que estar de coña. Si no hubiera sido por las miradas, a lo lejos, del heptacampeón mundial, le habría reventado ya la boca.

—Diana es conocida, sobre todo, por su relación tan controvertida con Sebastian Vettel. ¿Cómo lidiaste con ello al principio?

No sé cuántos ojos se posaron en mí, pero sabía que eran los suficientes como para hacerme sentir pequeño, desprotegido y con ganas de tirarme al suelo y querer desaparecer de la faz de la Tierra. No me había comportado bien aquel día con la austriaca, sí, pero había pasado el tiempo suficiente como para dejarlo pasar e ir a otro tema de mayor importancia.

Incluso Nico parecía visiblemente incómodo, como si no supiera qué contestar. Después de pensar un poco, respondió:

—Como si nada: Diana se merece a alguien mucho mejor que una persona que lo único que haga es pegarle voces, desprestigiarla y, sobre todo, mentirla —tras ello, comenzó a mirarme fijamente de tal manera que no sabía qué hacer—. No te lo tomes a mal, Sebastian: ahora, tu Di está mucho mejor.

La charla continuó, pero aquello último me había parecido tan rastrero y, en el fondo, me había dejado tan mal, que no podía seguir escuchando. La joven, aparentemente llamada Sophia, no dejaba de hacer preguntas cada vez más comprometidas, donde las respuestas eran cada vez más cuestionables porque incluso relataba detalles íntimos que debían quedarse en la pareja, y que a mí me estaban haciéndome sentir asqueado.

Eso hizo saltar mis alarmas internas porque sabía que había algo mal, y bastante, en la relación que tenían estos dos.

—¿Qué coño os pasa a vosotros tres?

Cuando me di la vuelta para ignorar lo máximo que podía aquello, vi como Kimi estaba enfrascado en una conversación animada con Michael y Fernando, donde me estaban señalando y mirándome con burla, además de soltando alguna que otra risa.

—¿Ahora te interesa la vida amorosa de tus compañeros? —inquirió Alonso, quien recibió un golpe de Michael.

—Solo estaba escuchando lo que estaba diciendo Rosberg —respondí incómodo e intranquilo—, no sé por qué os tomáis esta mierda tan en serio.

No pude decir nada más porque esa morena despampanante, con curvas marcadas y un vestido demasiado ajustado a ellas, se acercó a mí, aparentemente preparada para hacerme las preguntas correspondientes a las que tan habituado estaba. Mi humor no era el mejor después de sentir como algunas de las personas en las que más confiaba hablaban de mí a la espalda, pero intenté fingirlo lo mejor que pude.

Entre cuestiones sobre cómo me sentía antes de la carrera, mi preparación física para el fin de semana, el estado del coche y otras cuestiones técnicas, mi cabeza no dejaba de pensar en los rubios; cuando noté como Rosberg volvía a mirarme con una sonrisa maliciosa, fue cuando todo se fue a pique porque comencé a responder de manera bastante... sugerente.

Me enojé tanto con aquel maldito rubio que me ponía de los nervios que acabé flirteando con la chica, que se estaba acercando cada vez más a mí y yo no opuse resistencia. Incluso insinué que podríamos acostarnos aquella noche aunque no tenía la intención de aquello.

Ya no solo me iba a matar Britta y Di, supongo; también lo haría Hanna, quien posiblemente habría visto eso en directo con mi familia y sus padres.

En cuanto puse un pie fuera de aquel autobús del demonio, traté de volver al box de RedBull lo más rápido posible, pero Schumacher, quien fue más rápido que yo, me interceptó antes de que pudiera irme de allí para relajarme un poco y no dejar que los nervios me consumieran.

—¿Estás bien? —preguntó el hombre, notando mi inquietud—. Te he visto muy nervioso con lo de Nico, y no quería hablarte de ello antes pero ahora que ya...

Antes de que pudiera continuar con su revelación, y de que yo pudiera responderle, Britta vino corriendo, ahogada.

—¿¡Se puede saber qué se te ha pasado por la cabeza, Sebastian Vettel?! —me gritó la alemana mientras movía sus manos—. Soy perfectamente consciente de que eres bipolar porque no sabes gestionar ciertas cosas, ¿pero tanto? ¿A esto hemos llegado hoy? Y yo pensaba que no podía ir la cosa a más, Sebastian Vettel.

Michael y yo la miramos, completamente sorprendidos por su brusquedad. Era raro que Britta actuara así, pero siguió hablando, sin esperar una respuesta y no teniendo en cuenta las caras de póker que teníamos ahora mismo puestas.

—Estás todo el día distante, tratándonos o bien o mal según te plazca, y ni siquiera parece que te interesa lo que pasa a tu alrededor, que te recuerdo que es tú trabajo —trató de relajarse conforme hablaba—. Encima ahora, durante la entrevista, empiezas a soltar tus bromistas sobre acostarte con esa pobre chica cuando sabes que tienes novia.

No sabía qué responderle a eso porque sabía, una vez más, que llevaba razón. Todo esto tenía que ver con mi vida personal, y no con la profesional, y aunque Britta parecía tomarse su trabajo demasiado en serio, entendía que lo hacía porque sabía que me iba a acabar afectando en mi rendimiento.

—No sé de qué estás hablando —traté de defenderme.

Ella solamente se dedicó a mirarme con incredulidad, e incluso frustración. Michael, por su parte, seguía inepto ante la escena que estaba presenciando.

—Sebastian, has estado como un zombi durante todo el driver's parade por tú ya sabes qué, ¡y luego tienes la audacia de decirle a una entrevistadora que está ahí para hacer su trabajo que quieres acostarte con ella! —me reprimió—. Tienes que aprender a controlar tu cabeza, o tu cabeza acabará controlándote a ti.

Ante esas palabras mi mente voló de inmediato hacia Di. A este punto de la película, todo el que me conocía y convivía conmigo, especialmente en todo esto de Fórmula 1, sabía que ella era la razón de ese comportamiento que, claramente, tenía que cambiar más pronto que tarde.

Me costaba admitirlo, pero todo esto estaba afectando a mi relación con Hanna, con mi familia, e incluso con mi equipo; a la larga, acabaría causando estragos en mi rendimiento, y todo acabaría convirtiéndose en un bucle que afectaría a mi salud mental más de lo que ya lo estaba haciendo.

Mis ataques de ansiedad habían acrecentado, alternándose con alguno que otro de pánico. No había dicho nada, pero mi mirada y mi condición física lo decían todo. Britta me había aconsejado incluso comenzar a ir a terapia,

—Ya sabes lo que es Britta —le solté al fin, después de mucho pensar qué decir—. No te preocupes por ello, en serio, ya lo solucionaré.

Ella me miró con lástima en sus ojos y asintió. Roeske sabía más que nadie que era terco cuando se trataba de mis problemas personales, pero su preocupación no disminuyó conforme caminábamos por el paddock y las miradas de preocupación miranban de arriba abajo mi cuerpo.

Su brazo derecho rodeó mi hombro y, aunque no dijo nada, sabía que se sentía un poco mal y que quería ayudarme más de lo que, tal vez, demostraba. El tratar de ocultarme el rostro para que no se hicieran públicas mis lágrimas, cayendo estrepitosamente por mi rostro, acompañados de un llanto silencioso, además de su voz, calmada, dándome indicaciones para controlar mi respiración, lo demostraba al completo.

Diana

Traté de no darle importancia al sermón que Britta le acababa a dar a Sebastian; simplemente, cuando la que ya podía considerar mi amiga le rodeó con sus brazos, me sentí un poco incómoda.

No era plato de buen gusto ver a alguien que está sufriendo tanto como tú y que es exactamente como tú: poniendo una sonrisa para tratar de no preocupar a los demás.

Mientras sentía el bullicio a mi alrededor acrecentar, y yo me dirigía a mi puesto frente a las pantallas junto a Rocky, vi como Michael se dirigía hacia mí con la alegría con la que siempre lo hacía. Desde que comencé a salir con Nico, el heptacampeón del mundo y yo habíamos creado una especie de relación que no podía explicar, ni tampoco quería hacerme ilusiones ante ello; simplemente, desde que me convertí en invisible tras la pelea con Sebastian, y el inicio de mi relación con mi novio.

—¿Cómo vas, pequeña? —preguntó, dándome un abrazo.

Cuando nos separamos nuestros ojos se encontraron, y sentí la necesidad no solo de compartir lo que no había comentado con nadie por miedo, sino también de derrumbarme allí mismo porque sentía que no podía más; me sentía más abrumada que nunca.

Me encogí de hombros y le respondí, parcialmente, con sinceridad:

—Estoy tratando de que el tema de Sebastian me afecte más de lo que ya lo está haciendo. Estoy harta de que se comporte tan... así.

Él asintió, sabiendo perfectamente a lo que me estaba refiriendo. Posiblemente, y según lo había podido sacar de la conversación que habían tenido el piloto y representante, Britta le había dicho lo mismo.

—¿Así, cómo, Diana?

—¡Como un completo idiota! —exclamé, acallándome al momento—. ¿Has escuchado la entrevista que ha dado? ¿Has visto

—Tienes que darle tiempo, pequeña —me dijo cariñosamente a pesar de las voces que le había estado dando—. Las tensiones que se crean por aquí sin motivo a veces acaban afectando nuestras relaciones con los demás —explicó con atención—, especialmente cuando lo único que nos rodea es presión y el ansia de ser el mejor.

—¿Qué tiempo, Michael? —volví a exclamar frustrada—. No hemos tenido tiempo para nada. Desde la pelea que tuvimos cuando me enteré que estaba saliendo con Hanna, solamente se ha dedicado a tratarme como tanto me había defendido ante los demás cuando le consideraba un amigo —le comenté como si fuera la primera vez que escuchaba lo sucedido—. Ha habido días en los que si me ha hablado, lo hacía con repugnancia; otros, ni siquiera lo hacía.

—¿Te gusta Sebastian, Diana?

Mis ojos se abrieron de par en par ante su pregunta. No sabía cómo responder aunque mi respuesta estaba clara. En esos instantes, mi persona pertenecía a Nico, y tenía intención de que fuera así lo máximo que pudiera; mi mente y mi corazón, sin embargo, tenían una respuesta diferente.

Antes de que pudiera responderle con una de las mentiras más grandes que había dicho en mi vida, Schumacher prosiguió:

—Diana, tus ojos hablan diferente a lo que lo hacen tus acciones —comentó—. Cada vez que te veo cuando alguien habla de Seb, tus ojos se iluminan como no lo hacen cuando estás con Nico. ¿Y sabes qué? Tu mirada es la misma que la de Corinna cuando empezamos a salir; y a día de hoy, también —reveló sinceramente—. Podrás engañar a tu novio y a una gran mayoría de nosotros; podrás omitir, de momento, la verdad a Sebastian, pero nunca te vas a poder mentir a ti misma.

No supe qué decir ante eso. Mis emociones eran confusas; mejor dicho, toda mi mente era una bola de nieve que acrecentaba conforme el tiempo pasaba. Amaba a Nico, pero lo cierto es que Sebastian había hecho más por mí, y se había comportado mucho mejor siendo solo un amigo, que mi pareja, pero él ya formaba parte de un pasado no tan lejano por más que tratara de que no fuera así.

Bajé mi mirada, pero sentí la de Michael sobre mí.

—Solo quiero que sepas que a veces las cosas se complican, pero que tienes que seguir lo que dicte tu corazón y, también, un poquito tu mente —siguió diciendo—. No tomes decisiones precipitadas y, sobre todo, no te infravalores: tú, más que nadie, sabes que mereces más de lo que tienes ahora.

Me quedé pensando en lo último en lo que había dicho, sobre todo en la última parte. Mereces más de lo que tienes ahora. No, tenía justo lo que merecía, aunque no fuera lo mejor del mundo, e iba a seguir siendo así hasta que tratara de poner mi vida en orden, tal y como trataba de hacer justamente ahora.

Traté de desviar todas aquellas distracciones de mi mente en cuanto llegué a lo que consideraba mi puesto de trabajo y me puse a hablar con Rocky y con Christian, quienes parecían ser los únicos que me valoraban, dentro de lo que cabía, en la escudería azul.

Sebastian

Seb, mantén ese ritmo. No tenemos que preocuparnos por nada, todo va como la seda. Vas por buen camino para ganar victoria más.

Me concentré en cada curva y recta que aparecía ante mi en cuestión de segundos mientras la voz de mi ingeniero sonaba constantemente dentro de mi casco, dándome la información que necesitaba en cada momento, e incluso algún mensaje de ánimo.

—Me veo demasiado presionado por Mark ahora mismo y el hijo de puta me está poniendo demasiado nervioso. ¿No sabe trabajar en equipo, o qué?

Pude escuchar a Di riéndose al fondo y, aunque escuché como el ingeniero la regañaba al momento, eso no me quitó de que se formara una sonrisa en mi rostro.

Seb, cálmate, por favor —respondió el francés tratando de mantener tranquilidad—. Creo que está perdiendo un poco de ritmo, pero tu mantente tal y como estás, no podemos arriesgarnos a que sea una estrategia para conservar neumáticos.

—¿Y qué hago con Hamilton? —quise saber, sabiendo que se avecinaba—. Y Rosberg, ¿está cerca?

El silencio se hizo presente y no tuve más respuesta que un silencio que sentí demasiado incómodo. No esperaba que la radio se hubiera roto; mis suposiciones se hicieron ciertas cuando comencé a escuchar, susurrando, una conversación que parecían estar teniendo el ingeniero y su mano derecha.

Diana, podrías intentar hablar directamente con Sebastian —escuché a través de la radio—. Sabes que confío plenamente en tu toma de decisiones, ¡lo que me comentaste anoche estaba genial!

¿Hablar con él? Ni de broma; lo único que hace es ignorarme. No voy a hablar con alguien que me ignora.

Mierda. Así es como la estaba haciendo sentir: como una mierda.

Subestimas tu trabajo, y el apoyo y el aprecio de Sebastian —escuché a mi ingeniero decir—. Si no hubiera sido por él, sabes que no estarías aquí. Confía en ti más que nadie.

Eso era antes, Rocky, cuando éramos lo que yo consideraba amigos. Yo qué sé... no sé ni por qué sigo aquí —expresó en un tono aún más bajo—, esto es un desastre.

Empecé a alterarme cuando escuché los bufidos de Di a través de la radio. Sabía que teníamos problemas personales por mi culpa, pero eso no tenía que interferir en nuestro trabajo y es lo que le quise dar a entender desde el primer momento con mi frialdad. Ahora, mientras trato de no perder el control de mi monoplaza, pienso que, tal vez, esa no era la mejor forma de gestionar el problema.

—Diana —la llamé a través de la radio—, ¿cómo crees que están mis neumáticos? ¿Mejor, o peor que los de Webber?

Escuché como la rubia comenzaba a titubear, posiblemente sin saber qué responder. Le di su espacio puesto que no quería insistir, así que seguí enfocado en las trazadas porque cada vez quedaba menos para acabar aquel interminable Gran Premio que tan cuesta arriba se me estaba haciendo.

Estás frenando demasiado tarde en las curvas y lo que estás consiguiendo es que los neumáticos se desgasten cada vez más rápido por la frenada —habló ella al fin.

Odiaba la adrenalina que me causaba el conducir porque ahora mismo quería gritarle de todo porque, al parecer, mi estilo de conducción no era lo suficientemente bueno para su exquisito gusto. Y si Rosberg llevaba razón y...

No. El ansia de ganar no podía apoderarse de mí.

—Estoy haciéndolo lo mejor posible para no mandar el coche a tomar por culo —le respondí lo más calmado que pude. Tal vez llevaba razón y yo solo era un soberbio—. Llevas razón, a lo mejor...

Espera —interrumpió la chica—, estamos evaluando la estrategia actual de neumáticos para ver si podemos hacer algo al respecto —comentó con voz firme ahora, como si no fuera la Di insegura.

Pude oírla comentando varias cosas con Rocky, como cuántas paradas podíamos hacer, qué podría pasar si parábamos ahora, y mil teorías más que mi cabeza no quería procesar porque lo único que tenía en mente era ganar.

Vale, Sebastian, para en esta vuelta —comunicó mi ingeniero—. Si ganas hoy con lo que hemos pensado, le debes a Diana la vida.

Y se la tuve que deber. Habíamos luchado bastante duro, especialmente con mi compañero de equipo y el alemán innombrable, durante las 56 vueltas que duraba la carrera que cuando escuché a Rocky gritarme por la radio, vi a los miembros de mi equipo asomarse a la valla para celebrarlo, y aparqué mi coche en parc fermé en la primera posición, me parecía imposible.

Tras salir del monoplaza, realizar mi famosa celebración encima de este, y bajarme de un salto, no pude evitar pensar en Hanna. ¿Estaría orgullosa de mí? El pensamiento se desvaneció cuando, todavía con mi casco puesto, el frenético ruido del pit lane acrecentó, formándome una sonrisa entre mis labios que se desvaneció tan pronto como vi a Nico aparcar en la tercera posición.

Sin darle importancia a su presencia, me dirigí hacia los miembros de mi equipo para agradecerles, una vez más, el gran trabajo que habían hecho para que esto fuera posible. Divisé a Britta con una mirada orgullosa, y no hice más que mover mi cabeza ya que mi rostro estaba completamente cubierto. Para mi sorpresa, Diana también estaba allí, y no pude evitar acercarme a ella.

—Felicidades por ser de nuevo el número 1, Sebastian.

Aunque el casco me cubriera, sabía que estaba sonrojado, al igual que ella. Su sonrisa, una mezcla entre tímida y sincera, me había lanzado un mensaje de esperanza. Estaba bien conmigo, al menos de momento, así que tenía que evitar lo máximo posible para no cagarla una vez más.

Con rapidez a pesar de haberme quedado prendado de esa rubia, me aparté del grupo porque escuché, a lo lejos, mi nombre seguido de indicaciones de que era el momento de dirigirme hacia la cooldown room, y eso hice.

Mis manos comenzaron a temblar ligeramente mientras me quitaba el casco y las respectivas protecciones. A continuación, agarre una botella de agua fría y comencé a bebérmela como si no lo hubiera hecho ya con el litro y medio del líquido que había en mi monoplaza.

Nico había conseguido un merecido tercer lugar, y su humor ante eso era notorio: no dejaba de moverse de un lado a otro, y de frotar su cara con sus manos, ante la duda de que aquel podio fuera real.

—Hoy voy a tener un día maravilloso, no me lo creo —dijo mientras empezó a abrazarme de sopetón.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Webber, quien se estaba secando con una toalla el sudor de su frente.

—Porque me espera una noche de sexo completamente merecida. Dios, no puedo esperar a tener a la perra de Diana de rodillas chupándomela hasta que me corra en su cara o decida tragárselo.

El shock invadió la sala, incluso a él mismo. Era evidente que no solamente estábamos rodeados de demasiadas personas como para soltar un comentario de esas características, sino que también las cámaras nos estaban grabando y todo se estaba retransmitiendo en directo, mundialmente.

Mis puños se apretaron con rabia por segunda vez ese día, y por una provocación de la misma persona. Estuve a nada de saltar sobre él y pegarle como nunca lo había hecho con nadie; Mark, sin embargo, tuvo la rapidez suficiente como para tomarme con fuerza del brazo y lanzarme una mirada de súplica porque no armara un espectáculo.

—Ahora no es el momento de nada, Seb —me señaló el australiano—. Disfruta de tu victoria y si quieres, cuando salgamos de aquí y no haya cámaras, le dices lo que quieras. Si yo estuve a punto de darle un puñetazo, no quiero ni pensar qué es lo que se te ha pasado así cuando le has escuchado decir esas cosas de tu chica del paddock.

—Ya no es mi chica del paddock, Mark, ya es solo Diana.

—Bueno, para mí solo Diana es, y va a seguir siendo siempre, tu chica del paddock —aclamó—. Dale tiempo y quiérela como solo tú sabes hacerlo.

Dicho eso, salió fuera e, inmediatamente después, fui yo. Traté de dar mi mejor actuación y darle al público lo que quería; cuando me subí a mi posición, en lo más alto del podio, no pude evitar sentirme triunfante al ver no solo a mi equipo, sino el himno de mi país, acompañado de la bandera detrás mía, resonar con fuerza.

Conforme lo cantaba silenciosamente, y daba paso el de Austria, me fijé en Di. Se la veía completamente emocionada, y su mirada estaba enfocada completamente en Nico, posiblemente orgullosa del logro que había conseguido hoy. El problema venía cuando me fijé en él, y su mirada no era correspondida. No sabía si se debía a alguna de las barbaridades que había dicho a lo largo del día de hoy, o alguna pelea que hayan tenido, pero la actitud tan posesiva y, especialmente, despectiva, me había dejado bastantes dudas rondando por mi cabeza.

Mientras la multitud codeaba nuestros nombres y apellidos, aplaudían y vitoreaban, a la par que nos daban nuestros respectivos trofeos y celebrábamos los logros como de costumbre, con champán, por mi cabeza no dejaba de rondar en que, en cuanto saliera de allí, mi único objetivo era, a partir de este momento, descubrir qué, además de mi persona, había llevado a que el brillo de los ojos de mi persona favorita se hubiera perdido.

Huí, prácticamente, de la celebración, y cuando vi que no había ni cámaras ni espectadores, y que Rosberg había entrado de nuevo a la cooldown room antes de hacer la entrevista que acostumbrábamos a hacer después de carrera, supe que era el momento perfecto para encararme con él:

—¿Pasa algo, Vettel? —inquirió cuando me vio acercarme a él.

—¿Qué coño te pasa? —le espeté, con firmeza en mi voz—. Estás actuando como un puto gilipollas en todo a lo que a Di conlleva. La entrevista, el podio... ¿a qué estás jugando?

El rubio se limitó a encogerse de hombros y seguir con lo que estaba haciendo, ignorándome por completo.

—¿Vas a responder, o qué? —insistí.

Se dio la vuelta y, con el ceño fruncido y sus ojos centelleando de ira, se encaró conmigo:

—No entiendo por qué coño te preocupas tanto por una buscafamas, Sebastian —gruñó—. Después de todo, ¿tú no tienes a tu Hanna esperándote en casa? ¿Ella no te da lo que te gusta, o es que simplemente te gusta acaparar toda la atención femenina? ¿Huelo ahora una orgía con la periodista de esta mañana?

Su actitud me estaba haciendo enfadar aún más. No podía aguantarlo más, ni aunque me dieran todos los mundiales habidos y por haber.

—Diana es importante para mí, Nico —le solté, tratando de controlarme—, como amiga y como alguien que forma parte de mi equipo. Escucharte hablar de ella, sobre todo públicamente, como si fuera un objeto, me es incomprensible.

—¡No eres quien para decirme lo que tengo que hacer en mi relación con Diana, Sebastian! —me gritó. Mark había aparecido, y parecía querer meterse en medio de nosotros—. Ella es mi novia, y yo decido cómo tratarla o qué decir de ella.

Mi paciencia había llegado a un punto en que se había agotado, y ya no me importaban las represalias que pudieran tomar sobre mí por enfadarme, y con motivos, con un neandertal como el que tenía enfrente:

—¡No se trata solamente de Diana! Joder, Nico, ¿te has escuchado hablar de ella? ¿Tengo que grabarte para que lo hagas, o qué? Lo mínimo que merece es que la respetes, bastante...

—No sabes nada de su puta mierda de vida y de lo que tengo que aguantar a diario porque es una niñata malcriada y consentida, que se cree el centro de atención —continuó Rosberg, haciéndome querer vomitar en esos instantes con su tono tan desesperante—. ¿No quiere atención? Pues ahí la lleva.

Yo estaba completamente sorprendido. Ahora había mucha más gente en la habitación, pero la situación no parecía querer calmarse. Incluso Michael, que había tenido que retirarse, estaba allí. Vi a Britta de reojo, y no noté más que súplica porque me comportara: y eso haría.

—¿Por qué te importa tanto, eh, Sebastian? —siguió tratando de hacerme saltar, pero no lo haría—. Tienes a Hanna, ¿no puedes seguir con tu asquerosa vida y dejar la mía en paz?

Aunque mi enfado estaba desbordándose, mi limité a separarme de él y, antes de irme, le dediqué las siguientes palabras:

—Diana es importante para mí, Nico. No soy el mejor ejemplo del mundo ni me he comportado maravillosamente bien con ella —revelé—, pero eso no quita que, a partir de ahora, cada vez que la trates como una mierda que te encuentres en la calle, no vayas a tener problemas conmigo.

No le di tiempo para hablar más conmigo porque, tras dar la media vuelta, me fui tan rápido, y sin mirar por dónde iba, que me di de bruces contra el suelo, haciéndome daño en mi pierna izquierda.

Me daba igual las veces que nos enfrentáramos a partir de ese momento y cómo esto pudiera afectar a mi reputación, ya quemada por todas las mentiras que habían comenzado a decirse de mí. En última instancia, lo que se había convertido en la cumbre de mi vida era el bienestar de la mujer que amaba, y a la que iba a recuperar, fuera como fuese, independientemente de que la volviera a cagar mil veces más.

Porque así era yo, Sebastian Vettel, en cuanto se trataba de no hacer daño a la gente: hiciera lo que hiciese, alguien salía dañado por querer proteger, al mismo tiempo, a todo el mundo.

✷        ·
  ˚ * .

¡Hola!

Feliz viernes y nuevo capítulo de History que, como siempre, espero que os haya gustado :)
Adelanto que mañana hay capítulo también (para compensar aquel día que dije que habría capítulo, pero no lo hubo porque había carrera jeje)

¿Qué os ha parecido el capítulo de hoy?

A mí no me ha gustado nada, y si os soy sincera, cada vez tengo más ganas de mandar History a borradores porque siento que me esfuerzo para nada cuando, sinceramente y sin ánimo de alardear, me parece lo mejor que he escrito en mi vida.
Pero bueno, it is what it is! Espero que la lea más gente porque ya no doy para más y me menosprecio cada vez más 🕯️

¿Qué me decís de la pelea Seb-Nico?
¿Quién de los dos es más gilipollas?

Y lo más importante...
¿A QUIÉN VA EL PREMIO DE FUNADO DEL CAPÍTULO?
Para mí es para Nico y creo que no tengo que dar motivos para ello (Britta ya se porta bien, y Seb ha sido hoy un caballero aunque la ha cagado un poco).

Os recuerdo que se agradecen mucho los votos y los comentarios.
Muchas gracias también por los 26,5k de leídos y a todas las que seguís leyéndome a día de hoy y decidís darle una oportunidad a lo que escribo.

¡Nos vemos pronto!
💜

MIS REDES SOCIALES

instagram: vettelsvee
tiktok: vettelsveex

Continue Reading

You'll Also Like

608K 81.4K 46
Una sola noche. Dos mujeres lesbianas. ¿Un embarazo? ¡Imposible!
889K 132K 101
Toda su vida fue visto de menos y tratado mal por las personas que decían ser su familia, estaba cansado de que todas las noches llorara por aunque s...
94.7K 9.4K 58
☆ y me pueden decir diez mil cosa' de ti pero yo pongo mi alma en el fuego por ti nadie sabe, lo que yo haría no saben que ni con cien mencione' van...