The Black Orbe

By foxys02

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Nara es una bruja, que despues de perderlo todo, quiere dejar su naturaleza de lado y casarse con un alfa de... More

Nota de la autora
El INICIO DEL FIN
1. LA VALENTÍA DE UNA BRUJA
2. LA AMBICIÓN DE UNA OMEGA
3. AMOR DE HERMANAS
4. LA PALABRA DE LA ALFA
6. LOS CELOS ECKVAN, PARTE 1
LOS CELOS ECKVAN, PARTE 2
7. EN LA LUNA LLENA
EN LA LUNA LLENA, PARTE 2
8. LA CAPITAL
9. LA PRIMERA VEZ
10. SALVAJES
11. LA PEOR BRUJA DE LA HISTORIA
12. LO PROHIBIDO
13. ENEMIGOS CRECIENTES
14. ALMAS GEMELAS
15. QUERER. DESEAR. ODIAR

5. EL OTRO MUNDO

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By foxys02


KAHNARA CAVALIER

Observo un rincón de la habitación, sumergida en los sucesos de la noche de ayer, repito una y otra vez la risa de mi hermana en la mente, haciéndome esbozar una sonrisa.

—Entonces, ¿Un híbrido borracho te atacó en el jardín?— Cuestiona Denisse, mientras me limpia la herida de la daga en mi mano con agua y un perfume que arde. Solo asiento. — Eso te pasa por huir.

Suspiro e ignoro los comentarios de la pelinegra y me dedico a observar la habitación nuevamente, hay varias “camas” vacías porque las chicas y chicos elegidos para pasar la noche con los alfas todavía no volvían.

Pero gracias a la Diosa que aún era de día, y hay un leve destello de esperanza de que todos vuelven sanos y salvos. Dalma no se ha asomado por aquí, y todavía no sabe que seré la doncella de Diana. Me da terror el pensar como me hará pagar por haberme escapado.

Giro mi rostro a nuestra cama, y un dolor en mi corazón me hace abrir la boca por primera vez en el día.

—¿Crees que la haya matado?— Pregunte, con un nudo en la garganta. Me mira, confundida.—¿A Anne?

En sus ojos negros se forma una gruesa capa de lágrimas, que intenta ocultar bajando la mirada a mi herida.

Relamí mis secos labios, el estómago se me revuelve de suponer lo que ese loco de Ignis Eckvan le habrá hecho, con lo enojado que parecía, no me quiero imaginar lo que la joven sufriría.

—Espero que no—Fue lo único que pudo modular.

Termina de curarme la herida, se levanta cuidadosamente y saca una tela larga de seda azul. Con los labios apretados me la entrega, eso me sorprende de sobre manera que Denisse rueda los ojos

—Cúbretela—Dice toscamente, aparentando que no le importa.— Dalma dijo que te molería a golpes porque escapaste. Si ve la herida, creerá que ya no eres pura y te puede matar.

Le sonreí, pero la pelinegra solo se encogió de hombros.

—Gracias— No pude evitar sentirme culpable, aunque no me hubiera acostado con Rhea, considero que frustre un poco su sueño de ser Luna consorte, la reina. Doy un largo suspiro. —Denisse, debo contarte algo… pero no te enojes, por favor.

Me callo cuando unas voces detrás de la puerta se oyen, ambas nos levantamos al oír la inigualable risa de Anne. Denisse y yo compartimos una mirada rebosante de esperanza y corrimos hacia las enormes puertas de madera cuando estas se abren despacio.

Denisse comienza a dar saltos, contagiándome su emoción.

Anne cruza por ella, cubierta por una manta de piel, y nos abalanzamos sobre ella para abrazarla. Le doy un beso en la mejilla, conteniendo lágrimas de alegría y alivio. Al mirar detrás de ella, veo al príncipe Ignis, que tenía puesto su capa negra para cubrirse de los escasos rayos de sol de la tarde.

Él me da una mirada muy analítica, como si supiera lo que hice ayer, pero me saluda con un leve movimiento de cabeza.

Denisse chilla.

—¿Estás desnuda? —Cuestiona escandalizada.

La rubia enrojece por completo, y se cubre más con la gruesa manta.

— Nos vemos en la comida, Anne— Anuncia él, ella lo voltea a ver y asiente con una sonrisa.

Los guardias cierran las puertas. Anne se apresura a ir a nuestra cama para caer rendida, sin soltar la manta.

—Les traje esto— Saca su mano con cautela y nos extiende dos círculos dorados. —Es dulce, lo juro, se llaman galletas.

Alzo una ceja, desconfiada, pero sinceramente no me podía negar a algo que Anne me pida, así que lo pruebo. Casi puedo ver mis pupilas dilatarse por el sabor, había probado pocas cosas dulces en mi vida que no fueran frutas y esta le ganaba por mucho a todas ellas.

Guardo la mitad entre medio de mi ropa.

—Ahora, cuéntanos donde está nuestro vestido—Ordena Denisse.

Eso provoco que el sonrojo de la pobre omega se volviera algo preocupante.

—Él lo rompió.

Denisse contrajo su rostro de la rabia y enrojezca, era casi como si le hubieran arrebatado a un familiar querido.

—¿Por qué?— Exclamo confundida. —¿Tenías algún insecto?

Ella niega, dejándome más que intrigada.

—¿Y él qué se cree? ¿No sabe como funciona un vestido o qué? Como si estuviéramos en la posición de desperdiciar vestidos, pero claro, como él tiene una prenda para cada hora de la noche—Escupe Denisse, con indignación. —¿Y ahora qué me pongo? Dalma me dijo que vería la manera de que la Alfa Rhea me pida estar con ella hoy.

—Pero me dijo que me daría cuatro más, hoy después de la comida los elegiré— Anne trata de calmarla.

La pelinegra cambia de humor tan rápido que me marea, esboza una sonrisa grande y radiante, y sus ojos brillan de un deseo perverso.

—Elige una de color azul—Ordena. —Me veo sensual de ese color.

Ruedo los ojos, y me remuevo para darle la espalda y tomar las manos de la rubia.

—¿Y como te sientes?—Pregunto.

Nos pide que nos acerquemos a ella para que las omegas que iban despertando no escucharan.

—Me gustó—Susurra. Abrí mis ojos a más no poder ¿Cómo podría gustarle que un Eckvan la toque? —Fue suave y calmado. Claro, primero tuve que explicarle que entre Íker y yo no hay ni habrá nada. Yo soy de su propiedad, y nadie más que él puede tocar un centímetro de mi piel.

Fruncí el ceño, no me puede imaginar como algo así le guste con alguien que no conoce. Yo estuve 10 años junto Gabriel Favre y apenas soportaba que me tomara la mano.

—¿Y te mordió?—Pregunta Denisse, conteniendo la emoción. Anne asiente, mostrando la marca de los colmillos en su cuello—Oí que los híbridos les gusta morder cuando están el celo y te dejan su olor para que a otros nocturnos les quede claro que eres suya y ellos a diferencia de los licántropos, pueden identificar al dueño del olor con nombre y apellido. E incluso, si le gustas mucho a un alfa, aunque no te haya mordido, puede dejarte su olor rozando tu piel.

Eso me recuerda el suceso de anoche con Rhea por alguna razón, y me remuevo incómoda entre las sabanas. Y ellas la notaron.

—Nara, enrojeciste—Se burla Denisse. —Tranquila, esos son casos muy particulares, debes de gustarle mucho y el híbrido no te tocó.

Anne me da una mirada de auténtico asombro.

—¿El Alfa Stephen no te hizo nada?

—No, se escapó de Dalma y por tonta la interceptó un híbrido cualquiera.—Intervino Denisse.

Anne toma mi mano.

—¿Recuerdas como era?—Pregunta. —Le diré a Ignis que intento propasarse conmigo y lo castigará con sus propias manos.

—Anne, por la Diosa, dime que hiciste para que el príncipe te trate así—Ruega Denisse.

Las puertas se abren, y entra Dalma. Somos las primeras en levantarse, los ojos marrones de la híbrida saben donde ir perfectamente, hacia mí.

—¡Ya levántense!—Grita mientras camina hacia nosotras.

Al estar frente a mí, su mueca cambia a una de confusión, comienza a olfatear como un perro a mi dirección. Nerviosa, maldigo a Rhea en mi pensamiento. No pudo dejarme su olor, según ella, soy una vulgar. No corté el contacto visual con ella, mientras me preparó para evitar que me golpee.

—Anne, prepárate para comer con la familia real. Ve a los baños y quiero que quedes reluciente—Ordena, la rubia asiente. Ahora, la mujer me mira— Tú, vienes conmigo.

—Como ordene—Suelto, con pizcas de sarcasmo. Un por favor no la mataría.

—¡Las demás las quiero listas cuando regrese, hoy muchas de ustedes se irán a Estalem!— Grita antes de salir.

Me despido de las chicas para seguir a la híbrida malhumorada. Efectivamente, el sol ya no estaba y antorchas de todos los tamaños estaban encendidas para que no se notara su ausencia.

—No sé qué clase de hechizo le hiciste a la Alfa Rhea para que me ordenara que te prepare como doncella para la princesa Diana—Comienza hablar. —Pero no me harás quedar mal, así que, no vuelvas a tratar de escapar o te dejaré morada de tantos golpes.

—Haré todo lo posible.— Trato de llevarle el paso, pero da grandes zancadas con enojo.

—Harás hasta lo imposible, porque esto podría costarme la confianza que la reina tiene conmigo— Masculla entre dientes. — La Alfa Rhea quiere que hagas tu famoso estofado para la comida, lo harás y será perfecto.

Me detengo en seco, y Dalma me mira, al segundo, con sus ojos claros bien abiertos.

—¿Mi famoso qué?—Dije.

—Dime que no mentiste— Gruñe, ahora con los ojos amarillos por sus instintos híbridos — ¡Responde, niña!

Relamí mis labios, y suelto una sonrisa.

—Perdón.

Dalma palidece por completo, en un arrebato de ira, me toma del brazo para llevarme a jalones a la cocina.

—Vi a mi madre hacerlo muchas veces—Explico, nerviosa. — Además, el estofado es comida de manadas pobres ¿Cómo diablos iba a saber que el paladar refinado de su majestad querría probarlo?

—Oh, ahora necesitarás darle más que tu cuello para salvarte— Insinúa, molesta.

Llegamos a la gigantesca cocina, nos acercamos a un sector de ollas grandes. En la mesa, cerca de la estufa, estaba Dominik, el jefe de tropa que me trajo aquella noche, comiéndose una manzana.

—¿Qué te pasa?—Le cuestiona él a Dalma, dando una mordida a su manzana.

La castaña suelta un suspiro digno de una obra de teatro.

—El maldito lastre que trajiste causando problemas otra vez, lleva una semana aquí y siento que he envejecido siglos— Escupe enrabiada. Dominik me da una mirada, pidiendo explicaciones y yo solo me encogí de hombros. —¿Qué lleva tu estofado? ¿Gallina, cerdo, cordero?

Bufe.

—Papas, apio y zanahoria— Respondí. Ambos me miraron con incredulidad. —¿No tienen idea de como comen las manadas de licántropos? Ustedes se llevan toda la comida y a los animales.

—Haz el tuyo, no lo notarán—Sugiere Dominik.

—La Alfa Rhea lleva comiendo mi estofado desde los dos años, claro que lo notara.—Responde Dalma.

—Pues que haga el suyo y que después se la coma a ella—Se burla el pelinegro

Finjo una risa, para posteriormente mirarlo con seriedad. Él baja de la mesa de un salto y sacude su armadura y capa de plumas negras.

—Como quisiera quedarme a verla, hacer el ridículo, pero debo ir a entrenar con los príncipes. —Dice. Dalma lo despide sacudiendo su mano.

Él se acerca a mí más de lo debido y comienza a olfatearme como un sabueso de montaña. Yo, lo intenté alejar de mí cuando nuestros cuerpos se tocaron, pero el mismo retrocedió varios pasos, para mirar a Dalma, con los ojos llenos de sorpresa.

—¿Por qué crees que no está ahora mismo en un barco rumbo a Norvan?—Cuestiona Dalma con resentimiento.

Ahoga un grito falso, y me mira con desaprobación.

—Corriste a los brazos de la Alfa Rhea a la primera oportunidad— Masculla el pelinegro en mi cara, con una media sonrisa.—Eres una arpía.

—Y tu asesino canalla.—Espete con rabia.

Se encoge de hombros, reconociéndolo. Ruedo los ojos, y cuando agita su mano despidiéndose de mí, hago una mueca de asco que le provoca una carcajada.

—Lo harás con conejo, la Alfa Rhea y el rey los cazaron en la tarde, además es el favorito de la reina—Dice. —Y ruega para que les guste.

No me consideró una experta en la cocina, con Marcela solo ayudaba a picar las verduras, pero tengo claro que aquí debo hacer mi mayor esfuerzo.

Dalma me deja sola para darle órdenes a las reposteras. Por momentos, me quedo hipnotizada viendo como decoran los pasteles o por el olor de las galletas en los hornos.

Mi pecho se llena de alegría por solo pensar que mis hermanas crecieron comiendo esos manjares y que nunca pasaron hambre como yo lo hice. Hoy era otra oportunidad para ver a Kassia y apenas vea a Diana, le preguntaré por la hermosa de Kiara y su paradero ¿Seguirá con sus delirios de ser una princesa?

Por un milagro de la Diosa Luna, quede completamente sola en la cocina, así que deje el estofado en la estufa y me acerco con cautela a la mesa de postres, como un ratón. Robe una galleta con descaro y la como despacio para disfrutarla, luego desenvuelvo una servilleta y guardo dos para llevársela a Denisse.
 
—De verdad no tienes respeto por nada aquí.—Me sobresalto al oír esa voz.

Volteo para verla cruzada de brazos y apoyada en el marco de puerta, se había quitado el bendito uniforme de su tropa y lo cambió por completamente de negro y con el cuello rojo vino, al parecer no le gustaban los vestidos.

—Perdone— Murmuré.

Abro la servilleta en la mesa con las manos temblorosas y tomo las galletas para devolverlas a su lugar.

—Quédatelas—Ordena fríamente.

Sorprendida, no pierdo la oportunidad de añadir una más y guardarlas en el bolsillo de mi mandil. Rápidamente, me dirijo hacia ella. Mi corazón da un vuelco cuando observa la olla del estofado.

—Todavía no está listo—Exclamo.

— Esperaba algo más rústico para una licántropa omega—Confiesa mirando hervir la comida, rodé los ojos. — ¿Estás consciente que puedo ver cada movimiento tuyo, aun si estoy de espalda?

—Creo que eso es imposible, a menos que tenga otro par de ojos como una araña—Me apresure a contradecirla, ella me da una mirada de advertencia. — Con todo respeto, Alfa Rhea.

Hago una reverencia fugaz, ella niega con la cabeza, pero no me regaña. Le echa el último vistazo a la comida antes de dirigirse a la puerta. Yo me mantengo quieta, esperando que se vaya rápido, no soportó verle el rostro por el solo hecho de ser una Eckvan y una asesina.

—Espero que no me defraudes, porque el barco de Stephen parte mañana a Norvan. Aún hay tiempo—Advierte a secas. Pongo mis ojos en blanco, harta de las amenazas— Te vi.

Fruncí mi ceño y la volteo a ver, pero ya había desaparecido. Después de un corto tiempo, el momento había llegado. Dalma me obligo a estar ahí, en el comedor, este era de uso exclusivo para los Eckvan y uno que otro invitado especial, en este caso eran Anne, la chica de cabello dorado y sonrisa dulce, que me saluda disimuladamente.

A la derecha de Rhea se encontraba mi hermana, ella no siente mi mirada, solo está ahí, escuchando a Ignis hablar sobre una misión en el norte. Realmente, había crecido para ponerse más hermosa, con cada detalle que encontraba, más se parecía a nuestra madre. Pero sus ojos azules, esos son de mi padre.

Mi valiente Kassia.

Mi fantasía se corta bruscamente con la llegada de los reyes, Diana venía detrás de ellos, su rostro estaba rojo y traía una mueca de furia con la nariz levemente arrugada, se sienta haciendo el mayor ruido posible en la silla de madera para evidenciar su descontento por algo.

—No cabe duda que será una hermosa velada.—Insinúa Ignis con sarcasmo, mirando a su hermana pequeña para después beber un poco de hybre en su copa de oro.

Nunca estuve frente al rey Hayes, solo lo he visto en retratos. Estaba totalmente sorprendida de que no fuera el monstruo de mis pesadillas, como solía pensar de niña.

Pero no cabe duda que los cinco hermanos eran de un único padre, fue él quien les heredó el cabello pelirrojo, rojo como el infierno que nos hace pasar a los seres diferentes a él. Ojos miel como uno de los dos de Rhea, rostro frío y una presencia que lograba tensar el ambiente de una manera insoportable.

—Comienza a servir— Me susurra Dalma, entregándome un plato de estofado—Primero al rey y la Alfa Rhea.

Lo hago.

—¿Puedo decir otra cosa, padre?—Salta Diana.

—Ya no molestes a tu padre con tus caprichos, Diana—Ordena la Reina Ayline, tensa. —Esta es nuestra primera cena con tu padre y tu hermana en varios meses, sé agradecida de que volvieron con vida y guarda silencio.

—No. Me parece injusto que todos tengan un castillo y propiedades, hasta el burro de Ignis y yo no— Exclama, el híbrido bufo, ofendido—Ahora a Yris, tu princesa dorada, le mandaste a construir un palacio, más grande y lujoso que el anterior, cuando yo te llevo pidiendo una miserable mansión desde los 10 años.

Hayes prueba el estofado fugazmente provocando una oleada de nervios en mi cuerpo. Pero Dalma, era la más afectada, al borde del colapso, me sostiene del brazo.

—Las propiedades se ganan—Vocifera él, no sabría decir si calmado o enojado, porque no mostraba ni una sola emoción. —Cada uno de tus hermanos ha ganado más de una batalla y han construido ahí sus castillos, mientras que tú te la pasas en tu habitación o vagando de día.

—¿Qué batallas ha ganado Yris?

—La influencia y el encanto de tu hermana nos ha dado aliados muy poderosos—Dice él.

—¡Entonces dame tropas! —Exige la menor con ferocidad. —Te aseguro que ganaré territorio al sur y derrotaré al Alfa de los híbridos salvajes.

Kaiat e Ignis se ríen y eso aumenta la furia de Diana, que les manda una mirada de advertencia.

—¿Y es que acaso nadie va a probar el estofado?—Le susurro a Dalma, ganándome un golpe en la nuca, perfectamente disimulado para que nadie la vea hacerlo.

—Cabeza agachada y oídos sordos— me ordena.

Lo hago, pero no puedo evitar darle una mira a la hermana mayor para ver su reacción, ella mantiene una expresión de aburrimiento, mientras balance su copa.

Cuando ella alza sus ojos disparejos, bajo la mirada a mis zapatos.

—No le daré tropas a una humana solo para deshonrar el apellido— Afirma con la misma ferocidad que su hija. — En este castillo hay suficiente espacio para ti y tus delirios infantiles de grandeza.

Diana se levanta de la mesa bruscamente y se va sin despedirse, sorprendiendo a las sirvientas y a Anne, que su quijada casi cae al suelo. Juro escuchar su grito en las escaleras. Dalma le hace una seña para que cambie la mueca y casi se le escapa una amenaza.

—Yo digo que hay que casarla cuanto antes y que se ponga a parir hijos—Suelta Kaiat, con una risa.

Rhea relame sus colmillos visiblemente molesta por las palabras de su hermano menor y solo basta que ella levante su mirada para que el hombre baje la mirada arrepentida.

—Ya me estoy encargando de eso— Anuncia Hayes, de repente.

Kassia voltea a mirar a Rhea a una velocidad sorprendente y ella niega, sin tener la menor idea a lo que el Rey trama.

—Creí que el mar y el viaje te harían entrar en razón...— Le reclama la Reina, veo como por debajo de la mesa, aprieta su vestido —Hayes, es muy pequeña aún para ese híbrido alfa, no lo soportaría a un salvaje como él...

La mujer se calla al ver la mirada de su esposo. El rey vuelve a alzar la cuchara y esta vez, saborea la comida con el ceño fruncido. Dalma se abraza a mi brazo cuando Hayes siente nuestros corazones acelerados, y voltea el rostro hacia nosotras.

—¿Quién cocinó esto, Dalma?—Pregunta en un tono escalofriantemente serio. Dalma me delata sin pensarlo. —¿Y de quién fue la maravillosa idea?

Voltea a ver a su familia.

—De tu heredera — Salta la reina. — La única que no respeta mis órdenes como la insolente que es, esa chica ahora debería estar con Stephen rumbo a Norvan. Pero al parecer ahora será la nueva doncella de Diana.

Hayes gira su rostro a Rhea y de la híbrida se escapa una risa que enfurece a su madre. El rey niega con la cabeza, y con ingenuidad veo su expresión divertida con la que se dirige a mí.

—Ve con ella y dile que más le vale no comer ni siquiera una migaja de pan en lo queda de la noche o le arrancaré la lengua.

La boca se me seca y solo puedo mirar a Rhea, ella asiente.

—Como ordene, Rey.

Me encaminé a su habitación, creí que escucharía gritos, llanto y un escándalo, pero al abrir la puerta, porque ni siquiera tenía guardias que la cuidaran, todo estaba en perfecto estado.

La encuentro sentada en el suelo de su balcón dándome la espalda, una fría y helada brisa me hace abrazarme a mí misma. Ella estaba mirando algo que escondía entre las palmas de su mano.

La rodeo con cautela, mi corazón está confundido al ver la falta de sentimientos, como podía no sentir dolor por las palabras de su padre. Después de todo solo era una niña, quizás la más joven en este castillo.

Quisiera esa fuerza, sin duda.

Me arrodillo ante ella, tratando de lograr que mire. Del mandil que traía, saca la servilleta que ocultaba las galletas.

—Escúchame, tengo galletas, pero debemos comerlas rápido…—Me interrumpe.

—¿Te han hablado del inframundo?— Pregunta, sin mirarme.

—Soy una bruja cuyo más grande hechizo fue curar el ala de un cuervo— Suelto con ironía. —Todavía no soy digna de aprender de ese mundo.

—Yo tampoco sé mucho, Rhea solo me permite leer cuentos, no quiere que sepa las guerras y las cosas malas de nuestra historia… pero yo oigo conversaciones cuando voy a las ciudades — Confiesa—Y estoy segura de que esto no pertenece a nuestro mundo.

Abre las palmas, mostrándome otra vez esa criatura extraña, una serpiente negra que volaba entre sus manos como un ave, hasta que, con la brisa, se esfuma en un humo negro.

Mi cabeza reacciona por sí sola y levanto la mirada a adentro de la habitación, esa pequeña serpiente se había convertido en una mesa negra que apenas cabe en el lugar. Me sentía observada por eso, pero el asombro superó por mucho al miedo y no aparte la mirada.

Me pongo de pie junto a Diana.

—Una bruja infame los encerró aquí por órdenes de mi padre—Dice. — Si ellos pudieran salir conmigo, ni él ni nadie podría levantarme la voz. Sácalos, y yo misma te entregaré a mis padres y mis hermanos para lograr tu venganza.

****

Holisss.

🔮 Perdonenmé por no actualizarrr Sword Onyx me consume por completo pero gracias por leerme y seguir aquí.

Byeee.

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