HISTORY | Sebastian Vettel

By vettelsvee

86.7K 10.2K 20.5K

˚ ༘✶ ⋆。˚ 𝐇𝐈𝐒𝐓𝐎𝐑𝐘 𝘄𝗵𝗲𝗿𝗲 𝘄𝗲 𝗮𝗿𝗲 𝘂𝗻𝗶𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲 𝘃𝗼𝗹. 𝗶 El cuatro veces... More

HISTORY
sebastianvettel just made a post
000. i hereby announce my retirement
TEMPORADA 1
001. childhood
002. meeting
003.1. first victory (part 1)
003.2. first victory (part 2)
004. do you really want us to try?
005.1. i wanna be there, with you
005.2. you'll find me in the stars
006. this is the least i could do
007.1. she's not hanna
007.2. happy birthday, di!
008. so... you're going
009. why have you lied to me?
010. rosberg, is this a date?
012. i never hid i was dating nico
013. stop talking shit about her
014. i wish you left
015. you're on your own, kid
016. you're not hanna, and never will be her
017. this is why no one loves you
018. talent or just a nice face?
019. leave
020. oops, he did it again
021. how you get the girl
especial. i already have a wife, sally
022. everything is a thousand times better with you
023. hold on to hope
024. this feels like family
025. this is much better than driving, seb
026. is history repeating itself?
027. the sunshine of my life
028. kimi: you're our only hope
029. let's make birthday sex a tradition
030. alonso, don't say anything

011. i forgive you, seb

1.9K 243 533
By vettelsvee

✷        ·
  ˚ * .

HISTORY
CAPÍTULO 11 — I FORGIVE YOU, SEB


2009
Heppenheim, Alemania

Sebastian

—He hablado con Di y vamos a quedar.

La cara de Britta fue todo un poema cuando le dije aquello y, en el fondo, la mía también aunque tratara de demostrar todo lo contrario: seguridad.

Tras mis palabras, me posicioné frente a la mujer, que estaba con su mirada perdida entre las páginas de una revista, absorta, posiblemente leyendo sobre cómo Jenson Button había ganado la temporada 2009 de Fórmula 1, de manera completamente merecida, a un servidor, Sebastian Vettel, y también en las posibilidades tan altas que tenía el recién incorporado a Ferrari, Fernando Alonso, de ganar la siguiente.

"Sebastian Vettel no es más que un niño mimado, consentido, al cual se le está dando todo lo que, definitivamente, no se merece, por ser una falsa joven promesa dentro del mundo del motor. Lo que mejor se le da al alemán es montar espectáculos y ser el centro de atención, tal y como ocurrió con Diana Wagner el pasado Gran Premio de Alemania. La chica, una austriaca residente en Barcelona y, para qué negarlo, bastante guapa, ahora se encuentra embarazada felizmente de Nico Rosberg, con quien empezó su relación..."

No podía seguir leyendo esas tonterías de las que tanto hablaban los medios de comunicación últimamente desde que se vio a Rosberg con esa rubia que, si bien no sabían que era Di, yo lo supe a la perfección en cuanto vi su rostro por encima porque, por suerte o por desgracia, la conocía como la palma de mi mano. Mis nervios se fueron a pique y fue por eso que, como si de un acto reflejo se tratara, no hice más que quitarle a mi PR el entresijo de fotos y habladurías y lo revoleé por ahí, sin mirar hacia donde había caído, pero olvidándome de su existencia al poco tiempo.

—¿Por qué has hecho eso? —me gritó con un todo realmente enfadado y apuntándome con su dedo índice—. ¿Cómo que vas a hablar con Diana?

¿No entendía el alemán o yo estaba explicándome mal?

—He hablado con Di y vamos a quedar —repetí, un poco más alto esta vez—. Vamos a vernos en una cafetería cercana. Creo que tenemos que aclarar todo lo que ha pasado desde...

—Desde que descubrió que estabas saliendo con Hanna porque no gastaste cuidado ni pusiste el suficiente empeño por ocultarlo más —siguió por mi.

Exactamente.

—Sabes tanto como yo que, a la larga, eso iba a pasar —le contrarié a pesar de que llevaba la razón por el simple hecho de que, como siempre, no quería dársela.

—No se te ocurra llevarme la contraria, Sebastian Vettel —me replicó, poniéndose ahora en pie y acercándose con paso airado hacia mi—, y mucho menos en esto. Gran parte de lo que ha pasado, por no decir todo, ha sido culpa tuya.

Eso era mentira. La culpa había sido de únicamente Hanna por haberse portado tan mal con Diana aquel día, o de mi hermana, que parece estúpida a veces y no sabe callarse en los momentos menos indicados.

Yo no sabía que Prater me estaba besando adrede para que mi chica del paddock lo viera y le molestase; o eso, o fingí tan bien por no hacerle daño a mi chica, al amor de mi vida, por no tenerla antes en un Gran Premio.

Sea lo que fuere, todo fue de mal en peor, y acabó haciéndome más daño del esperado porque no solo tuve que soportar días de malhumor por parte de mi novia, sino desesperos y quebraderos de cabeza por no recibir respuesta al mensaje de voz que le envié a Di.

Y aquí estamos ahora.

—Antes de que me repliques de que la culpa es de Hanna, que solamente estaba feliz por, al fin, compartir tiempo con su novio —comenzó a soltarme—, o de tu hermana, que es una niña que solo lo hizo por disfrutar tiempo con su familia —¿me acababa de leer la mente o estaba soñando?—, sabes que es tuya y solamente tuya.

Sí, sabía que todo eso era cierto; sin embargo, me era más fácil lidiar con la culpa y el cargo de conciencia si culpaba a otros por haber pedido que, si bien en un principio pensé que sería algo más rutinario en mi vida, acabó convirtiéndose en algo imprescindible que nunca pensé que iba a perder.

Mejor que algo, alguien.

—Has ignorado a Diana completamente desde que le gritaste todas esas cosas en Nürburgring —continuó mi relaciones públicas— y se fuera corriendo. ¿Y Hanna? No quiero hablar mal de ella —aclaró antes de decir nada más— pero has consentido que se interpusiera en tu amistad con Diana y no solo eso: que te manipule.

—Britta, no fue así —traté de defender a mi... ¿novia?—. Yo fui el que se empezó a comer la cabeza sobre si quería a Hanna o a Di, y me obsesioné de manera casi enfermiza con la segunda a tal punto que hice sentir a Hanna mal. La culpa es mía por mucho que quiera hacerme el ciego la mayoría de las veces —reconocí.

—¿Y ella no hizo sentir mal a Diana por sus celos? ¿Por no soportar que había una remota posibilidad de que acabaras sustituyéndola por tu compañera?

No la hizo sentir mal, no: la hizo sentir como la mierda que te encuentras tirada por el suelo y todo el mundo la pisotea menos tú, porque no quieres ensuciarte. Ya tuvo bastante el año anterior con Alex y compañía, y fue por eso mismo que traté de hablarlo con mi novia; todo intento de hacerla recapacitar, para mi desgracia y, sobre todo, la de Di, fue en vano: según ella, Diana simplemente era un estorbo en su camino, y por eso acabó chocando varias veces con ella; y si me besó en mitad del garaje fue porque le apetecía, no porque quisiera hacerla sentir mal. Eso era lo que menos pretendía.

¿Sería eso, la posible manipulación de Hanna, lo que estaría causando mi confusión? ¿O era que estaba...?

Daba igual. A fin de cuentas, no tenía importancia comerse la cabeza por una persona que no estaba ya en mi vida; al menos, no tanto como antes ni como me gustaría.

—No es tu confusión, Sebastian —no entendía cómo la mujer que tenía frente a mi estaba adivinando todos y cada uno de los pensamientos que estaba teniendo—. Simplemente, no te esforzaste lo suficiente para cuidar esa amistad, y eso fue lo que hizo que Hanna, al final, acabara saliéndose con la suya.

—Di tendría que haber entendido de primera hora que estábamos juntos —ignoré su pequeño discurso. Estaba cansado de escuchar cosas que, desde mi punto de vista, no eran ciertas.

Ella volvió a sentarse ahora sobre el sofá, invitándome a sentarme a su lado. En cuanto lo hice, pude fijarme que su semblante era completamente diferente a como solía serlo normalmente: si bien Britta solía estar sonriendo la mayoría del tiempo, ahora la veía más seria, y eso no era para nada común en ella.

—Escúchame atento, Sebastian —tomó mi cara con sus manos e hizo que nuestros rostros se acercaran lo máximo posible—: ni tú tienes la culpa de haberte enamorado de Diana, ni ella tiene culpa de que te estés comportando así con ella.

¿Así como? ¿Ignorándola, como tendría que haber hecho desde un primer momento, y anteponiendo a mi novia antes que a ella?

Britta estaba loca, y cada vez decía más locuras que me hacían a mi estar cada vez más loco.

¿O era yo el que tenía el problema, y ella solo me estaba haciendo ver la realidad?

—¿No crees que Hanna tiene miedo? —inmiscuyó Roeske después de un silencio incómodo de apenas unos segundos.

—¿Miedo a qué? —le pregunté sin saber a qué se refería.

—A ser reemplazada —me espetó—. A ser reemplazada por Di.

Mi cabeza comenzó a acumular una serie de pensamientos que no sabía describir. Tenía seguro que Hanna había sido el amor de mi vida durante bastante tiempo; a la par conocía, de primera mano, que todos los ataques de celos y habladurías que soltaba sobre la que se estaba convirtiendo en mi rubia favorita eran simplemente eso: palabras sin sentido sobre alguien a quien no conoces realmente.

Tendemos a prejuzgar y a hacer daño cuando no conocemos la verdadera identidad de alguien, y eso es lo más triste de este mundo: que nunca solemos llegar a conocer la verdadera cara de la gente porque no les damos la oportunidad de ello. ¿Y de quién es la culpa? Nuestra, por hablar antes de saber.

Sé que, si Di y Hanna no estuvieran enfrascadas en todo este revuelo por culpa mía, serían buenas amigas. Tengo la suerte —o la desgracia, según se mire— de decir que mis chicas son demasiado iguales y diferentes al mismo tiempo; y no solo me refiero a lo físico.

—A lo mejor Hanna se sentía amenazada por el vínculo que Di y yo creamos desde el año pasado —reconocí.

—¿Hanna sabe que vas a quedar con Diana?

Ni de broma.

—¿Qué? ¡No! —le grité—. Si Hanna entra en pánico, yo entro en pánico; y si yo entro en pánico, los medios de comunicación entran en pánico y ya empiezan a hablar sin saber —expliqué mientras me movía con rapidez por el salón—. Tampoco quiero ponerte trabajo extra durante las vacaciones, Britta: ya sabes cómo soy.

—Exactamente por eso, como sé como eres, es lo que más miedo me da —objetó ella—. ¿Has pensado ya sobre cómo vas a comunicarle a los medios que has acabado con tu relación?

¿Cómo? ¿Yo, acabado con Hanna?

—Pero...

—Me dijiste que para eso querías hablar con Wagner, Sebastian.

Me soltó aquello sin escrúpulo alguno y, lo que más me chocó, sin ser cierto. Si no recuerdo mal, no le había dicho nada relativo a mi ruptura en esta corta conversación que estábamos manteniendo porque no había nada que decir: Hanna y yo no habíamos roto, seguíamos juntos y lo seguiríamos estando. Aunque ojalá no.

¿Qué estaba diciendo?

Dios, sentirme confuso ahora mismo era decir poco. La cabeza me estaba dando vueltas y no sabía por qué; tal vez, hubiera consumido algo de maría y estaba así, porque no era normal que cada vez me sintiera más confuso, como si me encontrara en una realidad alterna donde no podía fiarme de nada ni de nadie.

—Me voy, no soporto estar hablando más de esto —mentí lo mejor que pude.

Me di cuenta que estuve hablando solo cuando me di la vuelta porque Britta ya no estaba allí.

Salí lo más rápido que pude de mi casa y un siento de ansiedad comenzó a acrecentarse en mi interior. Me sentía muy extraño, y no tenía la más remota idea de por qué era. En cuanto puse un pie en la calle, completamente cubierta de nieve, noté que si bien todo lo que me rodeaba parecía mi pueblo, en cierta parte no lo era. Con mis manos guardadas en los bolsillos de mi chaqueta de RedBull, que no solía llevar casi nunca fuera de temporada, me estuve fijando en todo lo que me rodeaba porque nunca había sentido Heppenheim tan diferente.

Los niños no estaban correteando por las aceras para ir a los parques que solían frecuentar Lara y Fabian, y que Melanie, Stephanie y yo visitábamos hace ya algunos años; lo mismo pasaba con los coches, que parecían haber desaparecido sin dejar rastro. Por no hablar del bullicio en las pequeñas tiendas de barrio y el único centro comercial... no había rastro de nadie.

Incluso el soplo del viento era demasiado suave, y parecía simular a los suspiros de una persona durmiendo.

Pero me centré en lo que me llevaba rondando la cabeza desde aquella estúpida pelea —por mi parte, obviamente— que tuve con Diana.

Hanna y ella eran dos personas que, con el paso de más o menos tiempo, se habían convertido en fundamentales para mi vida. Si bien Hanna era la persona con la que estaba compartiendo mi vida personal y creando un futuro, con Di ocurría exactamente lo mismo: pasaba, literalmente, horas junto a ella, sobre todo desde que la interina se había unido, al mismo tiempo, conmigo a RedBull.

Eran demasiadas cuestiones para gestionarlas yo solo, y por eso mismo era que no me había enfrentado a ellas: de ahí que mi ansiedad hubiera acrecentado, ataques incluídos. Y, si a eso le sumamos las críticas de los periodistas del mundo del motor y del corazón...

¿Por qué tuve la necesidad de ocultar mi amistad con Di a Hanna? ¿Y de ocultar mi relación con Hanna a Di?

Y los celos de Hanna, ¿eran porque tenía miedo a perder lo que llevábamos construido desde hace tiempo atrás, y teníamos pensado construir en años venideros? Sabía que mi novia tenía inseguridades, al igual que yo, ¿pero eran tan profundas como para llegar a hacer daño a Diana?

¿Había perdido a Di por el miedo a lo desconocido?

El torbellino seguía ahí cuando, de repente, choqué con alguien. Levanté mi vista y allí estaba, tan preciosa como siempre. Su melena rubia le caía por los hombros, y su flequillo le tapaba sus ojos, mi parte física favorita de ella, más de lo normal. A pesar de parecer igual de sorprendida que yo por habernos encontrado tan repentinamente fue, para mi sorpresa, la primera que habló:

—Hola, Seb.

—Hola, Di.

No sabía por dónde empezar ni qué decirle. Había tanto que hablar y, especialmente, aclarar, que las palabras comenzaron a atascarse en mi garganta, como si no quisieran salir. Ella también parecía muy nerviosa, y eso no hizo más que hacerme perderme aún más en ella.

—Sé que tal vez no ha sido una buena idea presentarme aquí, pero creo que te lo debía de cierta manera.

No, no me lo debía, pero Diana era demasiado buena para este mundo. Al final fue ella la primera en articular palabra, sus manos señalando el espacio que nos rodeaba, que ya no parecía ser mi localidad natal, sino el pit lane de Nürburgring, justo donde conversamos por última vez. Mi confusión se hizo notoria: al menos, fue lo que la mirada tan extraña que me lanzó Wagner me demostró.

—¿Qué es lo que te pasa? —quiso saber la chica, que seguía estática en el sitio, como si no pudiera moverse—. ¿Es sobre lo que pasó aquí hace unos meses?

—Estoy confundido, Di —tuve el valor de reconocer—; confundido contigo y con Hanna, y bastante más de lo que me gustaría.

La rubia asintió comprensiva, como si fuera una máquina.

—Lo entiendo completamente, Seb: me pasa lo mismo con Nico y contigo —me contestó. ¿Era por eso por lo que estaba saliendo con Rosberg? Su vientre, bastante más notorio de lo normal, parecía demostrar lo contrario—. Hanna y yo... digamos que no nos llevamos bien desde un principio —volvió al tema anterior.

—¿Pero, por qué? —insistí con casi desesperación—. ¿Qué es lo que te molesta de ella?

—No lo sé, lo último deberías preguntárselo a ella —respondió con sinceridad—. Tú eres el único que puede tener una respuesta a eso. Lo único que se —prosiguió— es que tu novia no fue buena conmigo; además, después de todo lo que me dijiste, aquí —señaló el asfalto—, nos convertimos en unos desconocidos el uno para el otro.

—Eso es lo que no entiendo, Di —su mirada me hizo corregirme inmediatamente—, digo, Diana... Tú y yo somos amigos, ¿no?

Ella negó con su cabeza; inmediatamente, empezó a asentir. Comenzó a aferrarse a su vientre fuertemente, algo que consideré como una especie de mecanismo de defensa para sentirse más cómoda y, en parte, más tranquila.

—Sí, solo amigos —aclaró con una sonrisa forzada—. ¿Crees que podríamos tener algo más en algún momento?

Sí. Claro que quería tener algo más con ella en algún momento; pero no podía decírselo porque sé que ella ya estaba haciendo su vida con Rosberg según decían los medios de comunicación.

Quería decirle que quería dejar a Hanna e iniciar una relación con ella; quería que se convirtiera en Diana Vettel, mi mujer, y hacerla la persona más feliz del mundo, a ella y a nuestros hijos. Decir que quería compartir una vida con ella durante el resto de mi vida era lo que más deseaba, pero no solo mi voz, sino también mi orgullo y, en parte, mi reputación y mi sentido común, me hicieron ocultar todos aquellos sentimientos.

Deseaba llamarme Nico Rosberg en esos momentos. Lo único que me consolaba era saber que, conociéndome, la estaría tratando como se merecía. Di merecía que la trataran como una reina, y eso era poco.

—No —traté de ocultar la verdad lo máximo posible—. Siempre seremos amigos tú y yo, Diana Wagner.

Mientras Diana seguía hablándome sobre su embarazo y su noviazgo con mi compañero, comencé a escuchar susurros que, poco a poco, se volvían más intensos, justo como si alguien, gritándome al oído, se estuviera metiendo en la charla.

—Lo sé, Sebastian. Tú y yo siempre vamos a ser uno, por mucho que la gente se interponga entre nosotros —me contestó la austriaca, aún sin moverse del sitio.

—¿Crees que podemos intentarlo de nuevo? —dije, tratando de no mostrarle la emoción que realmente sentía cuando vi una sonrisa tímida formarse en su rostro—. ¿Crees que me puedes perdonar?

Ella me miró y no pudo hacer otra cosa que asentir de forma repetida, como si estuviera marcando una especie de ritmo. Sus labios se curvaron aún más, y el alivio comenzó a invadirme.

—Te perdono, Seb.

Mis ojos se abrieron de golpe y mi despertar fue recibido por un poco de luz sobresaliendo de entre las cortinas. Mi corazón latía de manera desbocada y el sudor empapaba mi frente muchísimo más que después de una carrera. Por un momento no sabía dónde me encontraba, por lo que me tomé un tiempo, aunque de manera desesperada, para reconocerlo todo.

Era mi habitación. Estaba sobre mi cama, con Hanna a mi lado, zarandeándome como si su vida dependiera de ello.

Todo había sido un sueño y no sabía cómo sentirme al respecto, si aliviado o preocupado de que nada hubiera sido real: lo primero porque, tal vez, existía la remota posibilidad de que Di no estuviera salido con Nico y, lo segundo, simplemente por el hecho de que lo hablado había sido en vano.

—¿Qué te pasa, cielo?

Mis ojos recorrieron a mi novia, que se echó sobre mi y empezó a dejarme besos por todo el rostro. Pude ver sus pechos al descubierto, y yo también sentí mi desnudez bajo las sábanas. Poco a poco, fui recordando los eventos de anoche y como, después de beber unas copas de champán de más con nuestras familias por el Año Nuevo, Hanna y yo acabamos rogándonos el uno al otro por más placer.

—Ay, Seb... deja de ser tan tonto —me dijo ella, recolocándose y apoyándose sobre el cabecero, sin dejar de mirarme—. Todo ha sido un sueño, pero no tienes que preocuparte por nada ni por nadie, ¡y muchísimo menos por las personas que no responden a los mensajes de voz que tan bien tratas de ocultar! —su tono irónico hizo que mi enfado creciera un poco, pero lo dejé pasar. No era el día ni el momento más adecuado para soltarle, por fin, cuatro cosas a la rubia—. Confío en ti —me besó—, y sé que 2010 va a ser un gran año para ti —sentenció.

Sus palabras me tranquilizaron y me hicieron recordar todo lo que había hecho hasta ahora, y que seguiría haciendo hasta nuevo aviso porque no me podía permitir hacer daño a nadie; era demasiado bueno incluso para eso, por mucho que la prensa tratara de vender lo contrario.

Tenía que seguir ignorando a Diana Wagner, actuar como si ella no existiera o, al menos, como si nunca hubiera aparecido en mi vida y la hubiera puesto patas arriba. Hacer oídos sordos a que me había enamorado de ella, y olvidar el reconocer que tenía demasiado miedo de dejar a Hanna porque lo desconocido me aterraba más de lo jamás pensado. Estaba acostumbrado a la rutina y no quería hacer más daño del que, aparentemente, le había hecho a mi mejor amiga, Hanna Prater, por mucho que ella me lo estuviera haciendo a mí comportándose y hablando de tales maneras sobre la chica con la que, en parte, podía haber sido yo mismo.

Si Di, mi Di, era la persona correcta, éramos la persona correcta el uno del otro, acabaríamos volviendo a encontrarnos de alguna manera u otra.

[...]

2009
31 de diciembre

Gland, Suiza
Residencia Schumacher

Diana

Un vestido negro, de lentejuelas, perfectamente ajustado a mis curvas, con un escote bastante prometedor que dejaba ver incluso más de la cuenta era lo que había elegido Nico Rosberg, nuevo piloto de Mercedes, y mi novio, para nuestra primera cena juntos. Mi pelo rubio caía sobre mis hombros, aunque un poco desenmarañado; lo mismo pasaba con mi maquillaje, un poco corrido. Todo había sido el alemán, quien había decidido tener una sesión rápida de sexo —principalmente, una mamada que a él se le había antojado como regalo atrasado de Navidad— antes de bajar al salón principal de la residencia Schumacher.

La noche antes del Año Nuevo iba de maravilla. En cuanto mi novio me dijo que la familia y, más concretamente, Michael, su nuevo compañero, nos habían invitado a pasar la Nochevieja en su casa, no puede contener mi emoción. Obviamente, Nico se enfadó y me gritó que dejara ya de hacer el tonto, que no tenía cinco años para reaccionar así. Me molestó en un principio, pero acabé dándole la razón: no era ocasión de comportarme como una fan al ir a casa de mi ídolo.

La cena fue mejor de lo que esperaba, al igual que la cálida bienvenida que me dio Corinna, junto a la amabilidad y el cariño que les pillé tan rápido a Gina y Mick mientras los hombres conversaban, hicieron que me sintiera por primera vez como en casa. La relajación fue tal que no me forcé a buscar mi teléfono móvil, escondido por algún lugar entre las pertenencias de Nico, para responder a las llamadas que posiblemente me habría hecho mi hermana, que estaba con mi padre y su hermana, mi tía, en el hospital. Si algo bueno había traído que mi padre se estuviera muriendo cada vez más rápido era que, en parte, la familia se había unido de nuevo.

La cuenta atrás dio comienzo mientras hablábamos animadamente sobre cosas triviales, como anécdotas y algún que otro chiste. Las luces se apagaron de repente, y vi como el heptacampeón venía con unas bengalas en sus manos, tratando de no quemarse, que repartió a cada uno de nosotros.

—Diez, nueve, ocho...

2010 si sería mi año, estaba segura de eso.

—Siete, seis, cinco...

Recordarle me venía como flashbacks y, por mucho que me dijera a mí misma que era hora de superarlo, era imposible, especialmente si todo lo veía tan lúcido en mi cabeza.

—Cuatro, tres dos...

Tenía que hacer lo posible por dejar atrás a Sebastian por mucho que olvidarlo fuera como conocer a alguien que nunca antes había visto.

Él era mi pasado, y Nico, mi futuro.

—¡Feliz Año Nuevo!

Nico, pillándome por sorpresa e ignorando el danzar de los niños y el cariñoso beso del matrimonio, se dedicó a tomar mi mentón con firmeza, fuerza, y a besarme con desesperación, como si fuera a irme en algún momento. Su lengua se deslizó en mi boca aun cuando yo no lo había dado paso; como siempre, acabé correspondiendo a regañadientes. Sus manos estaban recorriendo mi cuerpo, y pude sentir como su deseo se había despertado con los leves roces que nuestra intimidades parecían estar haciendo.

Él sabía perfectamente cómo hacerme sentir válida, querida, deseada; yo tenía claro que, si él me trataba así, era porque lo merecía.

Si yo era un juego para Nico Rosberg, estaba más que dispuesta a aceptar todos sus tratos por sentirme querida por alguien alguna vez en mi vida porque sabía que nunca, nadie, iba a acabar queriéndome.

Como había comenzado a decir la prensa rosa tras las fotos filtradas en Mónaco, ¿quién querría estar con una chica como yo?

¿Quién querría a la puta, aprovechada, y millones de insultos más, Diana Wagner?

✷        ·
  ˚ * .

¡Hola!

Feliz viernes y nuevo capítulo de History que, como siempre, espero que os haya gustado :)

Quería hacer que este capítulo fuese un poco más sobre pensamientos de Seb y todo lo que su cabecita juega con él.
Así que con esto confirmo: sí, Seb está "enamorado" de Di, pero es tan cabezón que no quiere hacer daño a nadie y por eso se comporta como el idiota que es.

¿A quién funamos hoy?
Contadme (a Nico, no hay otra respuesta correcta).

También deciros que...
1) el domingo se publica capítulo.
2) ¡empezamos la temporada 2010!
Van a ser 8 capítulos muy intensos donde vamos a ver a Seb muy celoso, peleas, y alguna que otra cosita más (Seb "intentando" que Nico y Di corten, pero dejémoslo ahí).

También deciros que, si en algún momento sentís que no queréis seguir leyendo la historia porque no os guste, no tengáis la obligación de hacerlo: yo intento trabajar de la mejor manera posible, para daros lo mejor, y hay veces en los que veo a gente que siente compromiso en prometerme que va a leer esta historia.
Por favor, sinceridad ante todo 🫶🏻

Os recuerdo que se agradecen mucho los votos y los comentarios.

¡Nos vemos pronto!
💜

MIS REDES SOCIALES

instagram: vettelsvee
tiktok: vettelsveex

Continue Reading

You'll Also Like

74.2K 7.6K 22
━━━━━━━━━━ ‹𝟹 ━━━ ⠀⠀⠀⠀𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪, 𝘵𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘳 𝘦𝘴 𝘭𝘪𝘯𝘥𝘢.. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀﹫𝘈𝘬𝘢𝘳𝘪 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪| 2023
112K 4.5K 32
𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭, +16, 𝐜𝐮𝐭𝐞 todos los personajes son mayores de edad todos los personajes le pertenecen a Haruichi Furudate <3
177K 4.8K 31
la tipica historia de universos viendo otros universos atraves de pantallas flotantes que aparecerán en sus mundos aunque también agregare otras cosa...
49.1K 9.1K 40
Cassiopeia Polaris, melliza de Draco y princesa de la familia Malfoy - Black, vuelve a Inglaterra luego de estudiar dos años en Durmstrang, pero.. po...