CORAZONES MALDITOS|| Mattheo...

By Mar_Mesa

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Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Pa... More

Sinopsis
I
II
III
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
ALMAS MALDITAS
I
II
III
IV
V

IV

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By Mar_Mesa

Capitulo 4

"A ella le gustaba verlo mientras estaba distraído, a el le gustaba sentir su mirada y fingir que no se daba cuenta"

—Yo que tú le pegaba en los huevos.—Anuncia Fred.

—Una patada en la entrepierna nunca falla.—Me aconseja George mientras guiña el ojo.

Los consejos de Fred y George siempre son los mejores. Tal vez no muy utilizables en estos momentos, pero mejores que cualquier otro.

—Lo tendré en cuenta para la próxima.—Digo con una sonrisa en mi cara.

Los gemelos eran unos de mis mejores amigos en Hogwarts, y aunque los quiero a ambos, la verdad es que primero había conocido a Fred.

Estaba sentado solo en el gran comedor.—Lo que hasta el día de hoy me parece extremadamente raro, ya que siempre está pegado como una garrapata a George.— Sabía que era hermano de aquel chico pelirrojo que nos habíamos encontrado en el tren con Harry, también sabía que tenía un gemelo, puesto que Ron nos había contado anteriormente.

Me acerqué a él y me senté a su lado, al principio no dijimos ni una palabra. Es más, creo que él estaba nervioso por mi presencia. Pero luego como si nada empezamos a hablar y desde ahí nos volvimos muy buenos amigos.

E inevitablemente también me hice amiga de su gemelo.

—Pues no vas a tener una próxima a menos que quieras que te castiguen de vuelta.—Dice George.

Era verdad, tenía que dejar de mandarme cagadas. Y empezar a actuar con sentido común tal como me dijo McGonagall sobre mi madre. Tenía que empezar a sacar mi lado parecido a ella.

—No.—Agacho la cabeza algo triste.

—¡Hey, hey! No te pongas así Lulú, ese idiota se lo merecía y lo sabes.— Fred intenta animarme y me pasa el brazo por encima del hombro.

Y efectivamente lo hace puesto que levanto la cabeza mirándolo, con una sonrisa sin dientes en mi cara.

“Lulú” era el sobrenombre que Fred me había puesto. Solo él me decía así, bueno algunas veces George, pero más él.  No me encantaba ese apodo, pero Fred me empezó a nombrar así desde Primer año. Y me acostumbré a que lo hiciera.

—Freddy tiene razón, además ya te lo dijimos, no es tan malo estar castigado. Es algo aburrido, pero no es el fin del mundo.—Aclara George.

Sí, les conté lo de Malfoy y el castigo.

Pero tal vez omití el pequeñooo detallito de que mi castigo iba a ser con uno de los Riddle.

Nada importante claro.

Me sentía de alguna manera culpable por no habérselo dicho. Nunca hemos tenido secretos entre nosotros. Es solo que esta vez… sentí que debía guardámelo para mí.

Tampoco se lo comente a Hermione, Ron y menos a Harry.

Se molestó un poco con lo del castigo, al fin y acabo siempre termina teniendo un rol paterno sobre mí. Pero lo entiendo, sé que solo quiere protegerme.

Además, sé que él hubiera hecho lo mismo en mi lugar. O quizás algo peor.

***

Las clases se me hicieron extremadamente largas y algo aburridas. Por lo general la mañana siempre se me pasa volando pero esta
Aparentaba  ser interminable.

No vi a Malfoy en ninguna clase. Imagino que habrá faltado o algo así. La realidad es que no me importaba. 

—¡Suerte en el castigo, luego nos vemos!—Hermione me había tirado un beso antes de despedirse e irse.

Joder, había esperado toda la mañana para que esta termine, pero ahora, solo quería irme.

Y entonces lo vi.

Otra vez.

Parado, serio. Con un  cigarro en la mano derecha. Esperando en la puerta. 

Apenas llegue el profesor Snape se nos paró enfrente y nos explicó:

—Estarán aquí una hora todos los días después de clases. Pueden ordenar los libros, hacer alguna tarea pendiente o simplemente nada. Pero no pueden salir a menos que yo o algún profesor se los diga. ¿Entendieron?

Ambos asistimos con la cabeza.

Snape solo nos observó con seriedad, luego volvió a hablar:

—Sin fumar.—Ordena, extendiendo la mano.

Mattheo  lo observa también serio, sin ninguna expresión en su cara. Tira el cigarrillo al piso y lo aplasta, luego saca una cajetilla de cigarros de su bolsillo y se lo entrega  de mala gana.

Veo que Snape lo guarda en su bolsillo.

—Y sin varitas.—Vuelve a hablar otra vez extendiendo la mano.

Le entrego la mía, sin decir nada y él también hace lo mismo.

Luego de eso también guarda nuestras varitas y nos hace pasar a un cuartito algo chico lleno de libros. Como si fuera una parte de la biblioteca que no habían terminado. Además de libros también estaban como unas 4 mesas con un velador en cada una y un cuaderno para escribir. 

Jamás había venido a esta parte de la escuela.

—Bien, que se diviertan.—Dice al fin cerrando las puertas a nuestras espaldas.

Silencio.

Mucho silencio.

¡Joder que silencio tan incómodo!

Quiero hablar o entablar una conversación, pero no puedo. Es como si no supiera como dialogar.

Él tampoco da señales de querer hablar. Solo se sienta  en unas de las mesitas y empieza a escribir algo en unos de los cuadernos.

Por mi parte intenté hacer lo mismo que él, pero no funciono. No tenía ninguna tarea pendiente y tampoco no tenía nada para escribir. Hasta intenté dibujar algo, pero soy  un asco.

Luego de unos minutos pensando que dibujar, puse en marcha mi mano para llevar a cabo la obra.
Mire de costado mi cuaderno esperando ver mi maravillosa obra de arte.

Se suponía que era un perro.

Eso parece más un camello que un perro.

Claramente, el arte no es lo mío. 

Me rendí, y suspiré tirando el cuaderno arriba de la mesa, cansada de no poder tener dotes artísticos.

Una mirada.

Una mirada es lo que sentí. Solo fue un segundo, pero la sentí.

Recordé que Snape nos había dicho que podíamos ordenar los libros si quisiéramos. Me levanté y me dirigí a unos de los estantes y empecé a ver cada libro que había tirado.

La mayoría eran libros viejos, es más creo que esta era una biblioteca vieja. Una que se usaba antes de que hicieran la nueva mucho más grande. Y claro, luego la dejaron como un lugar de castigos o algo así.

Comencé a juntar cada libro, algunos tenían polvo, puesto que tenía que soplarlo o quitárselo con la mano. Luego de que todos estuvieron limpios los acomode algunos por género y otros por color. La verdad es que no importaba mucho como lo hiciera de todas maneras nadie los leería. 

Mientras lo hacía no podía evitar  mirar en dirección a Mattheo.

Seguía escribiendo, ahora con los pies arriba de la mesa y la silla inclinada. Me intrigaba saber que es lo que escribía. Quería preguntárselo, pero claramente no lo hice.

Tal vez solo estaba haciendo un deber y listo.

No, era algo más que una simple tarea. Se notaba en su rostro que escribía algo más.. Personal, profundo. ¿Pero qué era?

Al observarlo me percaté de su rostro lastimado. Tenía un  moretón algo azulado y violeta en su pómulo derecho. También  una pequeña lastimadura en el tabique de su nariz. Y los nudillos algo rojizos. Todo apuntaba a que había tenido una pelea o algo así.

Ohh.. Así que por eso lo castiga-

—¿Se te perdió algo?—Me pregunta sin dejar de mirar la hoja del cuaderno.

Se me cae el libro que tenía en la mano al piso y parpadeo algo asustada.

Me asustó que hable así de nada. Que rompiera el silencio tan… Así. Y a la vez me a vergonzoso que se diera cuenta de que lo estaba observando.

Ay Lulú eres tan estúpida.

—Mierda.—Susurro, levantado el libro del piso.

No respondí su pregunta. Tampoco sabía qué responder ¿okay? ¿Qué se supone que tenía que responder?

“Solo te estaba mirando como una loca Psicópata, nada personal. Sorry.”

“Uh lo siento, tengo un problema mental  que se llama  NO SE DISIMULAR”

"Sí, las ganas de vivir. ¿Y a ti?”

En lo que  mi mente inventaba “posibles repuestas” el volvió a hacer otra pregunta:

—¿Qué te paso en la mano?

Voltee a mirarlo. Y esta vez él hacía lo mismo. Pero su mirada estaba centrada en mi mano vendada. 

—Nada.—Respondo, escondiendo mi mano atrás de mi espalda.

—Para que eso sea un “nada”, no creo que necesitarías vendaje.—Dice él volviendo la vista a su cuaderno.

No iba a contarle mis problemas personales a un extraño que había conocido en la torre de astronomía. Y que si mal no recuerdo me había dicho niña pija.

¡El idota este me había dicho niña pija! ¡Debería estar enojada con él!

Cálmate Lu la última vez que te enojaste con alguien no termino bien ¿recuerdas?

Es verdad, no es momento de enojarse.

Bueno, por lo menos ya entablamos conversación creo que debería seguirla ¿no?

—¿Qué te paso en la cara?—Pregunto, algo intrigada.

¿10 segundos? ¿15 tal vez? Si creo que ese fue el tiempo en el que no dijo absolutamente nada. Solo siguió escribiendo sin ni siquiera mirarme. La verdad pensé que no iba a responder y que nuestra conversación iba a terminar ahí, pero luego de esos segundo que estuve esperando su respuesta, soltó un suspiro dejando el cuaderno cerrado arriba de la mesita.

—¿Conoces a... Un tal Cedric Diggory?—Me preguntó acomodándose en la silla y poniendo sus codos arriba de la mesa.

Diggory…

Si lo recuerdo, Cedric Diggory¡Era de Hufflepuff!

Ginny me había dicho que estaba buenísimo.  Recuerdo que una vez estábamos, ella, Harry y yo en el gran comedor y  de repente un chico alto y castaño vino a hablar con Harry. Entonces Ginny se dio cuenta de que era aquel que me había comentado antes.

Cuando termino de hablar con él nos miró a ambas, observándonos unos segundos, pensé que no diría nada, pero de sus labios salió uno:"hola" con un asentamiento de cabeza.(Casi nos morimos.)

Fue la única vez que entable una conversación con él. Bueno si es que se podría decir conversación a un “hola”

¿Pero qué tenía que ver el buenote de Cedric con él?

—Sí…Algo.

—Tuve un percance con él.—Dice señalando su rostro lastimado.—Por eso me castigaron.

—Oh…— Salió de mi boca, fue lo único, quería decir algo más, pero solo se me salió ese estúpido"oh"

¿Entonces se había peleado con Diggory? Pero ¿Por qué? Que yo sepa no se conocían, es más Mattheo había entrado en Hogwarts hace a penas una semana. Wow si yo soy buena para meterme en problemas este chico está peor.

La mirada de Mattheo ahora se centraba en mí.
Eso me incomodaba un poco.

Qué va, hacía que mi piel se ericé por completo.

—¿Y por qué te castigaron a ti?

—Mm…—Dude un momento de si contárselo o no— También tuve un percance con una persona.

No pregunto nada más.

No pregunto quién era la persona de la que estaba hablando, ni si mi mano tenía que ver con eso. Me sorprendió que no quisiera saber nada más. Pero bueno en realidad no había mucho más que contar. 

Asistió con la cabeza y sin decir o preguntar volvió su mirada al cuaderno y empezó a escribir de vuelta.

¿Qué tanto podría estar escribiendo? 

Voltee mi cabeza ahora si mirando a los libros y comencé  a organizarlos, tal como lo estaba haciendo antes de nuestra “conversación”.

Aunque Mattheo no pregunto nada más, yo me moría por seguir haciéndole preguntas a él.
¿Por qué se había peleado con Cedric? ¿Por qué lo castigaron a él y no Cedric? ¿Qué es lo que escribía tanto en ese maldito cuaderno?

Las preguntas se me venían a la cabeza cada vez que ponía un libro en el estante. Y de pronto, en cuestión de algunos minutos sin darme cuenta, terminé de acomodarlos a todos. Me fijé en reloj que estaba colgado en la pared y eran 5.

¡Apenas las 5! El castigo terminaba recién a las 5:30. ¡Joder faltaba todavía media hora más! Parecía que había estado toda una eternidad ahí adentro.

—Mierda.—Susurro mirando el reloj.

—Buen trabajo.—Una voz me susurra en el oído.

Me volteo  exaltada.

—¡Mierda!—Ahora lo grite.

Mattheo se había levantado y estaba justo enfrente mío. Por algún motivo mi nerviosismo le causo algo de gracia y una sonrisa sin dientes se formó en su cara.

¿En qué momento se levantó? ¿Cómo es que no me había dado cuenta?

—Joder, ¿quieres que me muera del susto?—Pregunto poniendo mi mano en el corazón, aun con la respiración algo agitada por el cagaso.

—Lo siento, no era mi intención asustarte.

Esos ojos cafés otra vez.

Me perdí en su mirada, como si no supiera en donde estaba. En todos los libros que he leído el chico siempre tiene los ojos azules, o verdes. Por esa razón las chicas se enamoran de él, es lo que las personas llaman “belleza en los ojos”. Por eso en todos los libros las primeras  miradas de los protagonistas son las importantes, porque sus ojos reflejan lo que desean, quieren, o tienen en mente.

La llamada ventana a la mente.

Pero Mattheo es… Distinto. Sus ojos son distintos. Como dije son cafés claros, y aunque hacen que te pierdas en ellos no reflejan nada…
Como si la ventana a su mente estuviera cerrada, como si no dejara que nadie entre.

Estar perdida en su mirada hizo que no me diera cuenta de que él estaba dando un paso adelante.

Pero en ese momento no me moví. No corri la mirada. Quería intentar ver algo más a través de esos ojos.

Y otro paso.

Quería intentar abrir la ventana que estaba cerrada. Su cicatriz en el rostro lo hacía ver todavía más, cerrado, centrado, misterioso, como si nadie supiera qué pasara en su cabeza.

Y otro paso.

Pero por más que intentara, su mirada me hizo entender que no reflejaba nada.

Y reaccione.

¡¡¡Alerta roja!!!

¡¡Alerta roja!!

¡¡Alerta roja!!

¡El individuo está a un centímetro de nosotros!

Y entonces a centímetros de mí. Al punto de sentir su respiración continua y calmada.(todo lo contrario a la mía) Con esa mirada serena y sería a la vez, su mano se acercó a mi cabello castaño y saco un invisible que tenía puesto en mi coleta para recoger algunos mechones caídos. 

—Ya me aburrí de estar aquí ¿y tú?—Me preguntó en un tono de voz bajo.

—¿Eh?

—Que sí quieres salir de aquí Lu. 





NOTA DE AUTORA:
Holaa, Otra vez perdón por no actualizar jeje. Pero que le vamos a hacer ¿no? Espero que les haya gustado este capitulo.


Hogwarst_m.m Ya saben mi tik tok por si me quieren seguir:D


¡Gracias por leer!

Mar.

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