Frey (Darks #2)

By Ariana_Godoy

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Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio. More

0 Intro
I. E I N S
II. ZWEI
III. DREI
IV. VIER
V. FÜNF
VI. SECHS
VII. SIEBEN
VIII. ACHT
IX. NEUN
X. ZEHN
XI. ELF
XII. Zwölf
XIII. DREIZEHN
XIV. VIERZEHN
XVI. SECHZEHN
17. SIEBZEHN
XVIII. ACHTZEHN
XIX. NEUNZEHN

XV. Fünfzehn

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By Ariana_Godoy


XV


—¿Aún eres capaz de sentir dolor?

La pregunta no sorprendió a Frey. Luna era curiosa y sabía que, al verlo con tantos moretones, esto pasaría. Él se tomó su tiempo dándole vueltas al asunto. Objetivamente hablando, él dolor estaba ahí, sin embargo, con el pasar del tiempo, su tolerancia había crecido, eso era obvio y ya ni siquiera hacía muecas cuando se tocaba alguna herida o tejido inflamado.

—No mucho —admitió.

Luna observó sus heridas con descaro como si no le creyera. Estaban en la cafetería, era la hora de la merienda, donde les servían bebidas calientes y panes rellenos de dulce. Era el único postre que ofrecía PREY.

—¿Te han herido muchas veces?

—Sí.

Ella asintió y suspiró.

—Yo no puedo llorar. —Soltó mientras tomaba la cuchara y comenzaba a echarle azúcar a su café—. Cuando mamá se colgó, lloré tanto que me desmayé varias veces y luego no volví a llorar. Han pasado años y sin importar lo que vea o lo que me pase, no puedo llorar.

Frey la escuchó mientras se enfocaba en la cantidad de azúcar que Luna ponía en su café.

—Es demasiada azúcar, dos cucharadas, ocho gramos —comentó y siguió—: La muerte de tu madre fue traumática, tu subconsciente asocia lágrimas con ello así que probablemente por eso bloquea tu capacidad de llorar.

—¿Ahora eres psicólogo?

—No, uno de mis padres es psiquiatra —respondió Frey, observando su taza de café sin endulzante alguno y volvió a mirar la de Luna, ella ahora le echaba leche y mezclaba—. Siempre había libros sobre psicología en casa, y hubo un tiempo en el que tuve una hiperfijación con eso.

—¿Uno de tus padres? —Luna tomó un sorbo.

Frey no sabía porque se le hacía tan fácil charlar con ella, le pasaba lo mismo con Balkan. Quizás era el hecho de que eran personas que había tenido una vida difícil o tal vez lo mucho que le recordaba a Kaia. Él extrañaba a su melliza todos los días, pero no se permitía pensar mucho en ella, porque no podría permanecer aquí si lo hacía.

—Tengo tres padres —aclaró y Luna sacudió la cabeza.

—Nunca conocí al mío y tú tienes tres, eres muy afortunado.

Él no dijo nada y en la distancia, vio entrar a Maren y dirigirse a ellos como si nada, el enfermero que era su sombra siguiéndola.

—¿Qué tenemos por aquí? —Maren se sentó a un lado de Luna quien se tensó visiblemente.

—¿Qué quieres? —preguntó Frey directamente. No había razón para que ella se le acercara. Ya no había nada que él necesitara de Maren, la chica sonrió.

—Qué hostil, Frey, pensé que éramos amigos.

—¿De qué me he perdido? —Rai se les unió, sentándose al lado de Frey. Las cuatro sillas de la mesa ahora ocupadas y la incomodidad en el aire.

—No lo sé, Frey no quiere presentarnos a su amiga —dijo Maren.

Frey observó las manos de Luna y como las retractaba de la mesa para bajarlas a su regazo. Les tenía miedo.

—¿Cómo te has hecho amiga de Frey? —preguntó Rai, burlón—. Eres afortunada, no es un chico de muchos amigos.

Luna tragó y apretó sus labios sin decir nada.

—¿Tampoco hablas? —insistió Maren, poniendo su brazo alrededor de Luna de lado y Frey no dudó, en un segundo se inclinó y abofeteó el brazo de Maren, despegándolo de Luna.

—No la toques. —Su tono era helado y directo, la amenaza clara. La sonrisa de Maren se esfumó.

—¿Por qué no? —Ella ladeó la cabeza.

Rai bufó.

—No sabía que te gustaban menores, Frey.

Y el chico Stein explotó.

De una forma rápida, Frey se giró hacia Rai a su lado y le dio un puñetazo tan fuerte que Rai cayó hacia atrás, su silla estrellándose a un lado. El enfermero de Maren intentó acercarse y Frey lo pateó en el estómago con tanta fuerza que se dobló hacia adelante sosteniendo su barriga. Frey se subió las mangas largas del uniforme de P.R.E.Y hasta los codos y se paró sobre Rai.

—Luna, mira hacia otro lado —pidió y la chica obedeció.

Él se sentó sobre Rai y comenzó a golpearlo, un puñetazo tras otro hasta que el rostro de Rai se convirtió en un desastre sangriento. Maren pareció reaccionar y empujó a Frey, apartándolo de Rai.

—¡Suficiente! ¡Maldición! —gritó, arrodillándose al lado de Rai. Pero Frey volvió acercarse y agarró a Rai del cabello y mientras miraba a Maren, lo dijo:

—Conmigo pueden hacer lo que quieran, pero si vuelven a molestar a Luna, los mataré.

Él soltó a Rai y se puso de pie, justo cuando los enfermeros lo rodearon para agarrarlo. Frey ojeó a Luna y le tranquilizó encontrarla con los ojos cerrados con fuerza.

—Luna. —Frey suavizó su tono y ella abrió sus grandes ojos café y lo miró—. Vuelve a tu habitación.

Ella asintió y se fue, sin ni siquiera mirar a Rai. Quizás no quería ver lo que Frey había hecho y él no la culpaba. El chico Stein se dejó llevar por los enfermeros sin lucha alguna, pudo sentir la mirada intensa de Maren sobre él, pero no le dio el placer de notarla.

Pocas cosas lo detonaron con tanta facilidad, pero una de ellas era esta: el acoso. Frey Stein no soportaba las personas que acosaban a los más débiles, a aquellos que no tenían la fuerza de enfrentarlos, los que les fallaba la voz cuando le respondían a los acosadores. Y él sabía por qué: las veces que intentó asistir a la escuela, el acoso escolar formaba parte de su día a día, porque él era diferente y la gente no parecía comprenderlo.

Fue víctima muchas veces, pero ya no lo era. Ahora era el chico que dejaba a tipos como Rai con la cara destrozada. Porque aunque Luna tuviera una visión un poco cínica de la vida, y pudiera hablar de cosas dolorosas sin inmutarse, en el fondo, Frey sabía que seguía siendo una chica obligada a madurar por los golpes de la vida, una niña que le temía a personas como Maren y Rai y que agachaba la cabeza y escondía sus manos cuando tenía miedo.

Frey aceptaría su castigo sin problema. Era un precio justo por defender a Luna.

#

El cuarto de aislamiento no era muy diferente a los demás, lo único que Frey notaba era la falta de ventanas. El chico estaba sentado en el piso en una esquina, con las piernas enrolladas y sus manos sobre sus rodillas. La oscuridad era constante en la habitación, iluminada por una precaria luz amarillenta.

La puerta se abrió y su terapeuta entró:

—¿Qué voy a hacer contigo, Frey? —preguntó, y se quedó de pie al lado de la puerta, metiendo las manos en los bolsillos de su bata blanca—. Ya no sé como justificar tus tendencias violentas.

—Nunca ataco a nadie sin razón —explicó, porqué lo menos que quería era que terminaran expulsándolo de P.R.E.Y y no había pasado mucho desde que volvió del paseo al festival todo golpeado con Maren. Sabía que su estadía aquí pendía de un hilo, pero no pudo evitar explotar, había valido la pena cada golpe.

—¿Y ahora qué pasó esta vez? Rai parece ser experto en encontrar tus detonantes, ¿por qué le das el placer? El que termina en problemas eres tú.

—Ellos se estaban metiendo con Luna.

—¿Luna? —La terapeuta se tomó un segundo en recordar—. ¿Luna Priest?

Él asintió.

—Frey. —Ella suspiró—. No tienes que recurrir a la violencia cada vez que algo así pasa, hay otras opciones.

—Rai no entiende otra cosa, la violencia es la única forma de hacerle entender.

—Eso es lo que tú crees, no has intentado otra forma.

—¿Usted sabe por qué Rai está aquí? —Ella dudó en responder y Frey supo que no lo sabía—. Si lo supiera, entendería que la violencia es el único idioma que él conoce.

—Eso no quiere decir que debas usar su idioma, Frey. —Ella caminó y se sentó en el suelo al otro lado de la habitación. Frey sabía lo que estaba haciendo, intentar estar a su nivel, parecer amigable y accesible. Lo había leído en otro de los libros de su padre—. Mi objetivo eres tú, Frey, evitar este ciclo impulsivo y violento. ¿Qué ha sido esta vez? ¿La necesidad de proteger a alguien más pequeño? ¿De dónde viene eso?

Frey se permitió recordar su corta vida escolar, los golpes, las burlas que él a veces no entendía, las veces que encontró cosas desagradables en su casillero.

—Le ahorraré tiempo, fui acosado cuando estaba en la escuela y haré lo que sea para evitar que alguien como Luna pase por lo mismo. Nadie debería sentir ese miedo, nadie debería tener que bajar la cabeza y recibir odio por simplemente existir o ser diferente —dijo con claridad.

—Te entiendo y tienes toda la razón. —Ella suspiró—. Sin embargo, la violencia tiende a generar más violencia. Rai no va a cambiar porque lo hayas dejado golpeado, va a querer vengarse de alguna forma.

—Y puede intentarlo, no me importa. Lo único que importa es que se mantenga alejado de Luna.

—Luna no es Kaia. —La terapeuta soltó y Frey se tensó—. ¿Así es como lo percibes, no? Sientes que es tu hermanita menor a la que tienes que proteger.

—No, si Luna fuera Kaia, no tendría que hacer nada. —Frey sonrió al recordar como Kaia entrenaba con Heist y a veces le ganaba—. Ella puede defenderse sola.

—¿Y Luna no puede?

Frey recordó como la chica se estremecía y escondía sus manos, la tensión en todo su pequeño cuerpo.

—Aún no.

La terapeuta estuvo un rato más y luego se rindió. Frey se quedó solo con sus puños palpitando después de esa golpiza que le dio a Rai, y con el pecho apretado porque toda esta situación le hacía extrañar a su hermana.

#

Frey despertó con el ruido de la puerta en la madrugada. Alerta, se sentó, ojeando a la figura que se adentraba con cuidado en su habitación. La luz amarillenta se reflejó en su largo cabello, esta vez no iba en una cola, era libre a los lados de su cara.

—Señor problemas debería ser tu nombre —murmuró Balkan, ofreciéndole una botella de agua y un sándwich.

Frey se relajó y recibió la comida, tenía hambre, no le alimentaban cuando estaba en aislamiento, apenas y traían agua.

—¿Cómo has entrado? —preguntó Frey, dándole un mordisco al sándwich.

—De algo me tiene que servir ser el hijo del dueño. —Balkan se encogió de hombros mientras se sentaba a un cuerpo de distancia de Frey—. Causaste toda una escena. —Frey no dijo nada y siguió comiendo—. Rai está furioso.

Frey bajó el sándwich y observó a Balkan, la luz no era mucha, pero el chupón que tenía en el cuello era muy obvio.

—¿Sigues viendo a Rai? —Frey apretó el sándwich, Rai era peligroso y Balkan era muy tonto si creía que podía sacarle información.

Balkan se cubrió el cuello con la mano de forma instintiva.

—Sí, y aunque no me tenías fe, he conseguido algo de información.

—No la quiero —dijo Frey de golpe.

—¿Qué? —Balkan lucía confundido—. ¿Cómo que no quieres la información? ¿Sabes lo que tuve que hacer para obtenerla?

—Por eso mismo, no la quiero.

—¿Qué te pasa? —reclamó Balkan.

—No quiero que mi único amigo esté haciendo cosas como esta para ayudarme —respondió con honestidad—. Me hace sentir... —Frey buscó las palabras—. Como que te estuviera usando y no quiero eso. Hace tiempo... —Frey recordó a Raella en el cementerio—. Prometí que nunca volvería a usar a las personas que me importan.

Balkan se quedó en silencio. Una sonrisa curvó sus labios.

—Baja la velocidad, Frey, ¿único amigo? ¿Personas que te importan? ¿En qué momento pase de ser el intenso que te hablaba sin obtener respuesta a esto? —preguntó, su tono se había relajado.

—No lo sé —admitió el chico Stein y volvió a su sándwich.

—Y no me estás asustando, yo tomé la decisión de ayudarte, no me obligaste a nada, ¿de acuerdo? —Cuando Balkan no obtuvo respuestas, repitió—. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —replicó Frey de la mala gana.

—Bien, prepárate, porque la información está jugosa —Balkan se frotó ambas manos—. Rai no está enamorado de Maren, me contó que a él lo enviaron aquí para protegerla. —Frey ya sospechaba eso, pero le dejó continuar—. Y él no está aquí solo, su hermano también está en P.R.E.Y.

—¿Su hermano?

—Sí, su hermano está en el sótano —Balkan empezó a susurrar—. Al parecer hay habitaciones en el sótano y es donde mantienen a los pacientes más peligrosos.

Frey ató cabos, ahí abajo era donde probablemente habían escondido a Jaeda todo este tiempo y por eso a él le había tomado tanto tiempo encontrarla. ¿Quién más podría estar allá abajo? Balkan siguió:

—Todos los pacientes del sótano están bajo supervisión de un psiquiatra que Rai describió como un loco de mirada asesina y ojos de colores diferentes.

Frey se congeló por completo. No, no era posible, era coincidencia, eso era todo.

—¿Sabes el nombre de ese doctor? —preguntó Frey completamente helado.

—No, solo su apellido: Stevens. 


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Nota de la autora: Hello darkies, oficialmente estamos en otoño, empezamos la estación con la que siempre todo se va a la Mier... en la saga darks JAJAJA

¿Estamos preparados para octubre? El mejor mes ;)

Also, ¿qué pensamos de lo que hay en el sótano de P.R.E.Y?

Also, Stevens... sospechoso.

Nos vemos en mis redes: Tiktok: ariana_godoyc Twitter: Arix05, Insta: Ari_godoy por cierto tengo un canal de insta donde subo adelantos etc. :)

Muakatela,

Ariana G. 

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