El atardecer que nunca vimos...

By Uvita_412

1.9K 530 962

Una bailarina muy despistada, Un autor muy pervertido, Un choque muy repentino, Que una historia de amor emp... More

Dedicatoria
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1: Un desconocido muy conocido
Capítulo 2: El Festival
Capítulo 3: Peleas y avances.
Capítulo 4: Mi Casa, Tu Casa.
Capítulo 5: Despistada
Capítulo 6: La Librería
Capítulo 7: Dos Cervezas Y Un Pervertido
Capítulo 8: Problemas
Capítulo 9: Un Beso En El Baño
Capítulo 10: Un Secreto Descubierto
Capítulo 11: Reconciliación
Capítulo 12: Peleas De Familia
Capítulo 13: Bajo La Lluvia
Capítulo 15: Cena De Familia
Capítulo 16: Conociendo A Los Suegros
Capítulo 17: Mejores Amigos

Capítulo 14: Solo Una

48 9 26
By Uvita_412

Me cuesta un montón abrir los ojos, es como si no quisiera moverme ni despertarme. Me remuevo un poco en la cama, aunque tampoco es que consiga desplazarme porque el brazo de Aike sigue sobre mi cintura. Lo aparto con cuidado, mas no sirve de nada porque murmura algo inentendible y abre los ojos.

—Buenos días —musita con voz pastosa.

—Buenos días —contesto levantándome de la cama.

—¿Tanta prisa tienes por irte? —pregunta divertido.

—No es eso, solo estoy buscando mi móvil —aclaro levantando mis pantalones del suelo y revisando los bolsillos, al final termino encontrándolo en el bolsillo trasero.

Aike sigue sin moverse de la cama, ahora está con la cabeza apoyada en su mano y el codo sobre el colchón mientras no aparta sus ojos azules de mi cuerpo. Mis mejillas se tornan de un color rojo y aparto la cara lo más rápido posible, aunque la risita de Aike me indica que no he sido lo suficientemente veloz.

—¿Por qué te ríes? —pregunto indignada.

—No entiendo por qué te has puesto roja, si anoche vi todo —responde quedándose sentado al borde de la cama.

—Anoche no era consciente —refunfuño recogiendo los pantalones del suelo.

—Puede que tú no fueras consciente, pero yo sí, y lo repetiría mil y una veces más.

—¿Quién ha dicho que no lo vayamos a hacer una y mil veces más?

Mierda, ¿eso lo he dicho yo?, tierra trágame y no me escupas.

Te acabas de levantar, es comprensible.

Aike esboza una sonrisa traviesa y puedo apreciar el brillo en sus ojos. Si ya tenía las mejillas rojas estas se me calientan un poco más, haciendo que tenga que esconder la cara mientras me pongo los pantalones. Me quito la camiseta de Aike y se la lanzo, él la atrapa al vuelo y la deja tirada en la cama.

Aike se levanta de la cama por fin, y se acerca a mí por detrás mientras me termino de abrochar el sujetador. Sus brazos rodean mi cintura, haciendo que mi corazón se acelere por el repentino contacto, Aike apoya la barbilla en mi hombro y me susurra al oído:

—No te avergüences por estas cosas, despistada, me encanta que las digas.

Mi cuerpo entero está tenso, no soy capaz de mover ni un musculo, y creo que si no fuera porque Aike me tiene sujeta me caería al suelo. Poco a poco Aike aparta los brazos de mi cintura, provocando que mi cuerpo anhele su contacto de inmediato, me giro a mirarlo y lo veo recogiendo sus pantalones del suelo, aprovecho el momento para pasarme mi camiseta por la cabeza.

Mientras espero a que Aike se termine de vestir —porque no voy a salir de la habitación yo sola —me pongo a mirar el móvil, y descubro que tengo más de cinco llamadas perdidas de Erik, le escribo un mensaje aclarándole que estoy bien y que luego nos vemos.

—¿Has terminado? —pregunta Aike. Levanto la cabeza del móvil y me fijo en que ya está vestido.

—¿Eso no debería preguntártelo yo? —rebato levantándome de la cama.

Aike me ignora completamente y quita el pestillo de la puerta para poder abrirla, me deja pasar a mí primero y él sale detrás, cerrando tras de sí. Hasta ahora no había sido consciente de que sus compañeros de piso existían, por lo que no había pensado en qué hacer cuando me los encontrara. Cuando Aike se gira hacia mí se percata de mi cara de preocupación e inmediatamente la expresión de su rostro cambia a un menos divertida.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—¿Qué van a pensar tus compañeros de piso? —respondo en un susurro, de repente estoy muy nerviosa.

—No creo que les importe mucho, la verdad —asegura sin entender mi repentina preocupación.

—Ya, ¿pero, y si preguntan?, yo no… —tartamudeo con las manos a punto de empezar a temblarme.

Aike se acerca a mí y me sujeta la cara por las mejillas para que lo mire.

—Daira escúchame bien, no te debe de importar lo que los demás piensen sobre ti.

—Yo no he dicho en ningún momento que me importe —miento, tal vez no lo haya dicho en alto, sin embargo, es exactamente ese pensamiento el que ronda por mi cabeza.

—Puede que no lo hayas dicho, pero es obvio que le das demasiada importancia a los demás.

No puedo negarle eso, tiene toda la razón, por lo que simplemente bajo la mirada al suelo y me aparto de él, sintiéndome repentinamente avergonzada. Siento la mirada de Aike clavada en mí, y me quiero alejar, sin embrago no sé dónde está la cocina, por lo que me quedo donde estoy.

—Oye, no quería que te sintieras mal —asegura Aike acercándose, yo niego con la cabeza y le devuelvo la mirada, ver el arrepentimiento en sus ojos hace que me den más ganas de llorar, él no tiene la culpa de que no pueda escuchar mis verdades sin sentirme mal.

—No pasa nada —aclaro tragándome las lágrimas, tengo que ser fuerte, no puedo llorar.

Aike no parece del todo convencido, pero aun así se aleja de mí y camina hacia lo que supongo que será la cocina, no sin antes dirigirme una mirada de reojo cargada de preocupación. Le sigo a paso lento, y cuando llegamos a la cocina hago como si nada hubiera pasado y finjo mi mejor sonrisa.

—¡Mira quién se ha despertado! —exclaman en la cocina justo antes de que yo llegue. Cuando entro todas las miradas recaen en mí, la de Aike sigue destilando preocupación, mientras que las de los gemelos sólo muestran sorpresa, trato de que la vergüenza no se apodere de mi ser, y con toda la confianza del mundo me hago hueco hasta sentarme en uno de los taburetes que están al lado de la isla de la cocina.

—¿Qué pasa, nunca habéis visto a una chica? —pregunto con sarcasmo, Aike sonríe con mi comentario, al parecer ha visto que me las puedo apañar yo sola, mientras que Dylan y Byron parpadean a la par, sinceramente dan un poco de miedo.

—Claro que hemos visto a chicas —asegura el que creo que es Byron cuando consigue salir del estado de shock —. Sólo que normalmente las suele traer Dylan.

Dylan mira a su hermano con cara de pocos amigos y luego se gira hacia mí, intento mantener una expresión indiferente, mas todo mi cuerpo se ha tensado.

—Tú eres la amiga de Aroa, ¿verdad? —me dice Dylan, y yo asiento con la cabeza —. ¿Le puedes decir que quiero hablar con ella?

—¿Por qué no lo haces tú? —pregunto, no me gusta que me tomen como mensajera.

—Borré su número por accidente —aclara, sin duda los hombres son todos unos inútiles.

—¿Y qué se supone que le tengo que decir? —contesto y Dylan esboza una pequeña sonrisa al ver que empiezo a ceder.

—Tú solo dile que me llame —responde y sale de la cocina, sinceramente me da miedo lo que le tenga que decir a Aroa.

Byron también sale de la cocina, dejándonos a Aike y a mí solos. La verdad no tengo nada de hambre, estoy segura de que como coma algo ahora mismo lo vomitaría. Aike se acerca a mí, y se sienta en el taburete de al lado.

—¿Quieres algo de desayunar? —pregunta mirándome y yo niego con la cabeza sin devolverle la mirada —¿Estás segura de que estás bien? —insiste con un tono de preocupación en la voz.

—Sí, no pasa nada, ¿puedes llevarme a casa? —contesto girándome hacia él fingiendo la mejor sonrisa.

—Claro, déjame que busque las llaves —asegura y se levanta del taburete dejándome sola en la cocina.

Abandono la cocina para ir a recoger mi bolso y chaqueta al cuarto de Aike, cuando los tengo me dirijo al salón y me lo encuentro esperándome con las llaves en la mano mientras habla por teléfono. Intento no escuchar lo que está diciendo, sin embargo, es inevitable que no escuche lo último que dice antes de colgar:

—Nos vemos en Navidad, mamá.

Aike cuelga la llamada y se guarda el teléfono en el bolsillo antes de levantar la mirada y encontrarse con la mía, esboza una pequeña sonrisa al verme, yo pierdo la vista en sus ojos, y entonces es como si el mundo entero entrara en pausa, nos quedamos mirándonos fijamente sin necesidad alguna de romper el silencio que nos rodea, pierdo la noción del tiempo, y no sé si han pasado minutos o segundos antes de que Aike parpadee rompiendo la burbuja en la que estábamos metidos.

—¿Nos vamos? —pregunta al ver que ninguno de los tiene intención de moverse.

Me aclaro la garganta antes de responder.

—Vale.

En cuanto Aike empieza a caminar le sigo hasta que llegamos al coche, donde cada uno se sienta en su asiento correspondiente.

El viaje a mi casa se me hace más largo de lo habitual, probablemente sea por el silencio que nos acompaña durante todo el viaje, es un silencio pesado, como si los dos tuviéramos algo que decir, pero ninguno sabe el que. Evito mirarlo a toda costa, sin embargo, siento su mirada clavada en mí un par de veces, aunque lo ignoro lo mejor que puedo.

—¿Hoy trabajas? —pregunta Aike cuándo paramos delante de mí portal.

—Sí —respondo intentando que no sé note mucho lo nerviosa que estoy.

—¿Y mañana? —contesta algo decepcionado por la respuesta anterior.

—Mañana estoy libre —aseguro con curiosidad de saber a dónde quiere llegar.

—Te vendré a recoger sobre las ocho —afirma sin dejarme opción a negarme, aunque tampoco es que pensara hacerlo.

—¿Qué vamos a hacer? —digo mirándolo.

—Digamos que es una especie de sorpresa —aclara con una sonrisa.

Esto de las sorpresas está empezando a ser muy constante, pero la verdad es que no tengo ninguna queja sobre ello.

—Bueno, entonces supongo que nos vemos mañana —me despido cuando veo que no hay nada más que añadir.

—Hasta mañana, despistada.

Sonrío al escuchar el apodo, antes lo odiaba, sin embrago ahora me está empezando a gustar. Justo cuando voy a abrir la puerta Aike me sujeta por la muñeca haciendo que vuelva a mirarlo.

—Me alegro de que te hayas podido mostrar como eres con Dylan y Byron —comenta con un tono de voz que no logro identificar.

Yo asiento con la cabeza, si supiera que lo que ha visto en esa cocina no ha sido más que una simple actuación no pensaría lo mismo.

Aike me suelta la muñeca y salgo del coche con un nudo en la garganta y un dolor en el pecho con el que, por desgracia, ya estoy bastante familiarizada.

                                                          ***

Esa misma noche cuando ya estoy tumbada en mi cama, sin hacer nada espacial, recibo una llamada de Aroa. Le había escrito un mensaje esta mañana, nada más llegar a casa, para decirle que Dylan quería hablar con ella, y justo antes de tener que explicarle a Erik con todo tipo de detalles que es lo que había estado haciendo anoche.

—¿Diga? —Respondo al teléfono con expectación de ver que me dice Aroa.

—¡Odio a todos los hombres! ¡Son todos unos hijos de puta! —grita Aroa al otro lado de la línea, con solo eso algo me dice que, sea lo que sea que Dylan le tuviera que decir, no ha sido muy bueno.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto.

—¡Que me ha dejado por llamada, eso ha pasado! —espeta furiosa.

—¿Pero estabais juntos? —cuestiono algo perdida, pues no estaba al tanto de que fueran pareja, solo sabía que se veían de vez en cuando.

—¡Sí!, bueno no, no oficialmente —titubea.

—¿Y por qué te ha dejado? —aventuro, quiero saber el chisme completo.

—Porque ha encontrado a otra, ¿te lo puedes creer? —comenta con sarna.

—Que hijo de puta —concuerdo en un tono algo más bajo.

—¡A que sí! ¡Te aseguro que me voy a vengar!

Ay no, cuando Aroa dice la palabra venganza el mundo entero tiembla, es una persona bastante competitiva y lo de perder no se le da muy bien, se ha mostrado siempre muy vengativa, por esa razón la gente le solía tener miedo, y ella parecía conforme con eso. Dylan no tiene ni idea de donde se acaba de meter.

—¿Y qué piensas hacer? —Pregunto con miedo y curiosidad al mismo tiempo.

—Tiene un hermano gemelo, ¿no?

No me gustan por dónde van los tiros.

—Sí.

—Ya tengo un plan —asegura con mucha confianza en la voz.

—¿Y no me lo vas a contar? —cuestiono con indignación.

—Solo te digo que Dylan va a replantearse lo que ha hecho. Ahora te dejo, tengo una venganza que cumplir —se despide y cuelga el teléfono.

Me alejo del teléfono de la oreja y me dejo caer en la cama soltando un suspiro pesado, mejor no meterme en los asuntos de Aroa o puedo terminar muy mal. Así que decido no pensar en los planes de Aroa e intentar dormirme, al final lo consigo en unos pocos minutos.

                                                            ***

No me despierto hasta las doce de la mañana, hacía tiempo que no dormía tanto, y sinceramente sienta muy bien. Me levanto despacio, pues no quiero marearme. Finalmente consigo levantarme sin incidentes de por medio y salir de mi habitación.

Erik está sentado en el sofá viendo la televisión, aunque dudo bastante que le esté prestando atención. Me dejo caer a su lado con el móvil en la mano, pero no aparta la mirada de la pantalla. Erik no suele ser una persona que esté muy alegre por las mañanas, —como casi todo el mundo —, sin embargo, tampoco suele estar tan distraído como lo está ahora.

—Buenos días —le saludo.

Erik gira la cabeza hacia mí, y por un momento parece desorientado de verme ahí, como si no supiera perfectamente que vivo con él, luego parece caer en la cuenta de que compartimos piso, la verdad es que está empezando a preocuparme.

—No te había oído llegar —asegura algo avergonzado.

—¿Te pasa algo? —pregunto preocupada.

—¿A mí? —responde con cara extrañada.

—¿A quién va a ser? —le contesto levantando las cejas.

Erik parece dudar, lo que me hace confirmar que sí que le pasa algo. Espero que confíe en mí tanto como yo confío en él, y que pueda contarme lo que sea que le ronda por la cabeza.

—Yo… no sé Daira, me siento raro —comenta mirando a la nada —Nunca me he sentido así.

—¿Raro? ¿De qué forma? —cuestiono mirándole intentando descifrar algo en su expresión, sin embargo, no encuentro nada, carece de sentimientos, al igual que sus ojos.

—No sé, por primera vez tengo miedo a fallar.

—A fallar, ¿de qué forma?

A lo mejor le estoy presionando mucho, pero sé de primera mano lo bien que sienta poder sacar todos los sentimientos que se acumulan dentro.

—Daira… creo que me he enamorado.

Me quedo mirándolo sorprendida, esto era lo último que esperaba escuchar. Erik me devuelve la mirada y ahora sí consigo leer algo en sus ojos, miedo, tiene miedo a no ser suficiente, tiene miedo a ser remplazado, tiene miedo a perder. Puedo entender perfectamente cómo se siente, porque yo me siento igual.

Esbozo una pequeña sonrisa reconfortante para intentar darle ánimos.

—¿Y quién es la afortunada? —pregunto.

La expresión de Erik cambia radicalmente.

—N-no es una chica, es un chico —aclara. Le miro sorprendida, y de repente a mí cabeza vuelve la conversación que escuché el otro día, ahora todas las piezas empiezan a encajar, pero falta la última, la que complete el puzle.

—¿Y quién es el afortunado? —vuelvo a preguntar, y Erik parece relajarse al ver que no lo he tomado mal.

—Dijimos que lo íbamos a mantener en secreto —asegura, aunque sé que se muere de ganas de decirlo, pero decido no insistir.

Seguimos hablando durante un rato más sobre temas bastante más triviales, me alegra ver que ya no parece estar tan mal como antes. Creo que hace tiempo que Erik y yo no hablamos por tanto rato, últimamente casi nunca está en casa, y cuando él está yo estoy fuera, así que me alegro de poder hablar con mi mejor amigo.

Cuando me quiero dar cuenta de la hora ya son casi las seis de la tarde, solo quedan dos horas para que Aike venga a por mí, y yo no sé qué coño ponerme. Me levanto de un salto del sofá y Erik me mira con una expresión confundida.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—¡Que he quedado con Aike en dos horas y no tengo ropa!

—Pero si la ropa no te cabe en el armario —se queja Erik.

Decido ignorarlo y dirigirme a mi habitación, cuando abro el armario me doy cuenta de que Erik tiene razón, la ropa casi no me cabe. Empiezo a probarme todo tipo de modelos y conjuntos, si por lo menos supiera donde vamos a ir lo tendría más fácil, el problema es que no sé dónde narices me va a llevar.

Después de casi tres cuartos de hora me decido por un vestido que está justo en la mitad entre informal y formal, es de un color verde lima y de tirantes finos, y no es por fardar, pero me queda genial, se ajusta en las zonas necesarias y me hace muy buen cuerpo. Decido combinarlo con un cárdigan blanco, pues no soy tan tonta como para ir en tirantes en pleno diciembre. Me pongo mis converse blancas y me maquillo un poco.

A las ocho menos diez estoy lista y con los nervios a flor de piel, no recuerdo nunca haber estado tan nerviosa por salir con un chico. No es la primera vez que Aike y yo quedamos, ni mucho menos, sin embargo, ahora ya estamos los dos al tanto de los sentimientos del otro, y tengo miedo de que eso cambie la relación que tenemos. Me gusta pasar tiempo con él y disfrutar de momentos juntos, no quiero que eso acabe.

Doy un salto cuando llaman al timbre, estaba tan metida en mis pensamientos que he desconectado del mundo. Me levanto del sofá y voy hacia la puerta, al abrir me encuentro a Aike con su típica sudadera y chaqueta de cuero, lo que me hace pensar que quizá me haya arreglado demasiado. Su mirada me recorre de arriba abajo, y puedo notar el calor en cada parte de mi cuerpo a la que sus ojos miran, cuando termina de darme un repaso esboza una sonrisa que le ocupa toda la cara.

—Estás preciosa, despistada —me asegura.

—Gracias —murmuro bajito.

—¿Nos vamos o tienes que hacer algo más? —pregunta.

—No, nos podemos ir.

Erik está en su cuarto hablando por teléfono, así que no me despido de él, sabía que iba a salir con Aike, por lo que supongo que no sé extrañará al no verme. El coche de Aike está aparcado justo delante del portal, lo que agradezco bastante, porque al parecer sí soy tan tonta como para salir sin medias.

En cuanto nos subimos al coche Aike enciende la calefacción y yo le miro agradecida. Me froto las piernas con las palmas de las manos para que entren en calor más rápido, Aike parece darse cuenta y suelta una risita divertida.

—No sé de qué te ríes, a mí no me hace gracia —refunfuño mirándole, al oír mi tono enfadado se ríe aún más.

—¿En serio no te has puesto medias o algo? —pregunta intentando no reírse aún más.

—Se me ha olvidado —murmuro.

—Por eso eres mi despistada.

Mi corazón se salta un par de latidos al oír el posesivo que ha utilizado antes de la palabra despistada.

—¿Dónde vamos? —pregunto curiosa, las calles que estamos recorriendo me suenan de algo, pero no logro ubicarlas del todo.

—¿Te acuerdas el día de la librería?

—Sí.

No sé a dónde quiere llegar.

—Me hablaste del libro que te estabas leyendo.

—No entiendo por dónde vas —aseguro, sin embargo, el hecho de que se acuerde que le hablé sobre un libro me hace demasiado feliz, yo pensaba que ni siquiera me había escuchado.

—Me hablaste sobre que los protagonistas tenían su primera cita en un restaurante —aclara, y mi cabeza empieza a encargar todo —. Resulta que luego lo busqué por Internet y descubrí que el restaurante en concreto estaba cerca, y he decidido llevarte.

Quiero gritar, quiero llorar, sinceramente no sé lo que quiero, pero ahora no puedo dejar de mirar por la ventana con una sonrisa de oreja a oreja, es increíble que se haya acordado. Cuando paramos me bajo del coche de un salto, y Aike se ríe detrás de mí.

—Me alegro de que te haga ilusión la idea, despistada —sonríe —al principio tenía mis dudas.

—Me encanta Aike, gracias —le agradezco y me acerco para abrazarlo, Aike me rodea con los brazos y yo apoyo la cabeza en su pecho, ojalá el mundo pudiera ponerse en pausa, porque me quedaría en este instante toda la vida.

—Vamos —dice Aike rompiendo el abrazo y me toma de la mano para que caminemos juntos, siempre he soñado con este tipo de momentos.

Al llegar a la puerta no puedo evitar fijarme en el nombre, es exactamente el mismo que el del libro. Aike abre la puerta para que pueda pasar y yo entro recorriendo el lugar con la mirada. Las mesas son redondas y están cubiertas por manteles blancos, las lámparas que cuelgan del techo son de todo menos simples, no sería el tipo de restaurante al que iría de diario, pero he de admitir que me encanta.

Un camarero nos guía hasta nuestra mesa, que está situada al lado de la ventana, y nos deja la carta antes de irse. Cuando la cojo para leerla mis ojos se clavan en una mesa al fondo del local, la ocupan unas cinco chicas y todas ellas están mirando a Aike. Al principio no entiendo el por qué, pero luego recuerdo que Aike es un autor bastante conocido.

Aike parece un poco descolocado al mirarme, supongo que mi expresión ha cambiado, por lo que intento olvidarme de las chicas. Sin embargo, éstas se levantan y se acercan a nuestra mesa, por lo que no puedo evitar que mi expresión deje de mostrar parte de la felicidad que hasta hace unos momentos reflejaba. Aike no parece entender que pasa hasta que las chicas se plantan justo delante de nuestra mesa.

—¿E-eres Aike Lenbo? —le pregunta una de ellas a Aike.

Yo bajo la mirada hacia mis manos, prefiero estar al margen de este asunto. No escucho ni la mitad de las preguntas que las chicas le hacen, sinceramente ahora mismo prefiero hundirme en la silla y no salir hasta que se hayan marchado. Pero no puedo evitar prestar atención a una de las preguntas.

—¿Es tu novia? —pregunta otra señalándome. Aike fija la mirada en mí y yo me obligo a levantar la cabeza, de repente me siento muy observada.

—No —Aike contesta bastante seco, no sé porque me decepciona que lo niegue, aunque sea la verdad, no somos novios, no tendría por qué molestarme.

Después de eso las chicas se despiden y nos volvemos a quedar solos, el silencio reina en la mesa, no sé ni quiénes eran esas chicas, pero las odio. Me obligo a romper el silencio levantando la mirada hacia Aike.

—Eran… un poco pesadas —comentó bajito, y Aike esboza una pequeña sonrisa.

—Eran muy pesadas —asegura Aike y ambos nos sonreímos.

La cena transcurre sin más incidentes y con un ambiente bastante cómodo. Al salir del restaurante hace más frío todavía y mis piernas lo notan bastante, por lo que camino lo más rápido posible hasta el coche. El viaje a mi casa nos la pasamos cantando las canciones de la radio, la verdad es bastante divertido.

Cuando Aike para el coche delante de mi casa me doy cuenta de que no quiero despedirme, no todavía, por lo que cojo aire y me giro hacia él.

—¿Quieres subir? —le pregunto y Aike sonríe.

—¿Para qué? —responde con una sonrisa pervertida.

—Para hablar —aclaro asesinándolo con la mirada.

—Vale.

Bajamos los dos del coche y subimos a mi piso. Erik iba a salir esta noche, así que me ahorraré explicaciones. Cuando abro la puerta Aike entra y yo cierro tras de mí. Nos vamos los dos a mi cuarto y cierro la puerta con pestillo, solo por si acaso.

Aike inspecciona mi cuarto, no es la primera vez que viene, sin embargo, esta vez es diferente, o por lo menos lo es para mí, estoy nerviosa y no sé por qué. Aike se sienta en la cama, pero cuando yo voy a hacer lo mismo me sujeta por la muñeca y me sienta encima de sus rodillas, sujetando me por la cintura.

Al principio mi primer impulso es apartarme, aunque luego lo pienso mejor y decido colocarme mejor, apoyando la cabeza en su hombro. No puedo evitar que a la cabeza me venga el incidente con las chicas en el restaurante.

—Tienes muchas fans —comento, Aike me mira.

—Puede ser.

—¿Y te gusta?

Aike parece algo descolocado con la pregunta.

—¿El qué?

—Los fans —aclaro y en su rostro aparece una pequeña sonrisa.

—Solo me gusta una.

Me quedo un momento procesando lo que acaba de decir, cuando  termino de procesarlo levanto la cabeza de su hombro y le miro curiosa, no es la primera vez que me dice que le gusto, de hecho, no es ni siquiera la más directa, pero esta vez es como si fuera diferente, como si la frase tuviera un significado oculto. Y esto lo confirmo cuando Aike me toma de las mejillas y me mira de una forma tan intensa que no logro distinguir.

—Daira, sé que no nos conocemos desde hace mucho, y que tal vez sea un poco pronto, pero desde que llegaste a mi vida siento que todo tiene sentido, lo que siento por ti no lo he sentido jamás por nadie, nunca me ha interesado tanto conocer a una persona, y a lo mejor no es la forma más romántica ni original de pedírtelo, pero quiero que estemos juntos de una forma más oficial, quiero que puedas ser mi despistada, y que podamos ver todos los atardeceres del mundo, quiero que seas mi novia.

                                      ***
Después de mes y medio por  fin he actualizado, la verdad es que he tenido un pequeño bloqueo, pero he conseguido salir.

¿Qué tal el capítulo?
¿Teorías sobre quien es el interés amoroso de Erik?
¿Qué creéis que pasará en el siguiente capítulo? ¿Aike y Daira serán novios oficialmente?

Nos vemos pronto (espero).
Sí te ha gustado recuerda que tu voto  comentario me ayuda mil.

Besos, despistados.

Continue Reading

You'll Also Like

1.7M 89.9K 45
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
1.1M 82.9K 40
¿Cuánto esta bien entregarle al otro? ¿Con cuanto alguien se siente satisfecho? Dinero, fama, éxito.. O tal vez... ¿nuestra propia vida? Fiorella se...
199K 16.8K 50
Freen es una famosa guitarrista de rock sin nada serio, Becky es una chica rica insoportable. Ambas desde su primer encuentro se detestan, hacen cual...
255K 8.9K 70
holiii, está es una historia obviamente de rivari la cual cuenta con partes +18 así que si no te gusta mucho la idea puedes cambiar capitulo, por si...