Templo. Luznhoa.

By Mawrr47

5.8K 461 84

"Si todavía aletea algún pájaro dulce entre tantas estatuas de sal... es porque existes" More

Acto 1.1
Acto 1.2
Acto 1.3
Acto 1.4
Acto 1.5

Acto 2.1

698 60 5
By Mawrr47

Es increíble como de un momento a otro una persona puede transformarse y pasar a ser otra totalmente diferente.

Y lo más extraño de esto es que, al final, todo depende de tu punto de vista y de nada más.

De tu punto de vista y de la información que tienes para construir este, claro. Porque en ese momento mi cabeza era una bomba de relojería de tantísimas cosas que tenía que gestionar, pero si había algo a lo que le dabas vueltas sin parar, era el motivo por el que me habían tratado como a una cría ocultándome toda la información, y no solo desde que conocí a Hugh, si no desde que era una niña.

En ese momento solo pensaba que si me lo hubiesen contado antes, no lo habría pasado tan mal esos tres años. Porque fue casi mágica la forma en la que esa bestia desapareció de mi corazón dónde, aún a riesgo de resultar bastante cursi, diría que estaba profundamente clavado.

Aquella tarde, tal y como había quedado con ella, esperé impaciente su llamada para dirigirme al teatro con algo de picoteo que había comprado antes en el bazar de al lado.

Y cuando llegué, allí arriba del escenario, sentada en el suelo y con las piernas cruzadas como una niña, vi a una Ainhoa que yo no conocía de nada. Una persona nueva para mí. Y me di cuenta que jamás me había detenido a mirarla a los ojos y ver todo lo que ellos gritaban. Cansancio, tristeza, bondad, y, entre todo eso, como podían, se hacían hueco las ganas... las ganas y la ilusión por dejar toda la mierda atrás y empezar una nueva vida.

Y no podía sentirme peor al saber que yo le había dificultado bastante durante toda su vida que en Llerena se sintiera plenamente en paz y en familia. Pero siempre había tiempo de remediarlo, supongo.

— Hola. — Dijo risueña. — ¿Qué me traes? Me muero de hambre.

— Pues mira. — Me senté a su lado y puse la bolsa en medio de las dos. — Yo es que soy una golosa y no puedo parar de comprar guarrerías. — Empecé a sacar paquetes de patatas y bolsitas de gominolas. — Y por supuesto, un par de cerves fresquitas.

— Dios mío. — Dijo indagando en la bolsa de gominolas. — Recuerdo desbloqueado. No había vuelto a ver esto desde... ni me acuerdo — Me enseñó una piruleta en forma de pitufo.­— Me encantaban.

— Lo sé. — Reí.

— ¿Lo sabes? — Me miró extrañada mientras lo abría.

— Sí — Agaché la cabeza. — Mi padre siempre tenía una bolsita llena de pitufos en el cajón del mueble bar para cuando su niña favorita llegara. — Lo último lo dije con un poco de sorna.

— Uy... ¿hay ahí un poco de pelusilla quizá? — Sonrió. — Qué recuerdos. — Dijo mirando a la nada y mordiendo sus labios.

— Si yo te contara...

— Pues cuéntame. Para eso estamos aquí ¿no? para que me digas todo lo que te inquieta.

— Antes me gustaría que cerráramos el tema de Hugh. — Vi como tragó saliva y soltó en el suelo la bolsa de gominolas. — Bueno, si te incomoda seguir hablando de esto, no te preocupes. Lo dejamos para otro día si quieres. Entiendo que para ti es difícil y hoy ya te estará removiendo demasiado.

— No te preocupes, compartirlo también me viene bien, aunque sea duro. No me he desahogado nunca con nadie ¿Sabes? Y además, estaría bien hablarlo hoy todo y no volver a mencionarlo nunca más.

— Me parece bien.

Me salió de dentro dedicarle una sonrisa y agarrarle su mano fuerte. De repente esa sensación de querer cuidarla un poquito se apoderó de mí y también me desconcertó.

— ¿Qué necesitas saber? — Dijo con la voz algo apagada. — Entiendo que haya cosas que te desconcierten de toda esta historia. Pero te prometo que todo lo que te he contado de él son verdades como templos, Luz.

— No tengo ninguna duda de que sea así. En realidad lo que más me desconcierta es otra cosa que no tiene nada que ver con él, pero prefiero dejar eso para el final. — Suspiré y solté la cerveza. — No siento decepción, ni rabia, ni tristeza. De repente me has contado esto y esa persona ha desaparecido de aquí — Me toqué el pecho. — No me alegro de nada de lo que has pasado, por supuesto... Pero siento alivio, paz.

— Pues a mí si me alegra que todo esto haya servido al menos para algo bueno.

— ¿Sabes? Después de todo lo mal que lo he pasado, ahora siento que en el fondo sabía que era un encantador de serpientes. Es como que no me ha sorprendido nada. Lo que sentía por él se desintegró cuando te vi las cicatrices de la espalda. — La miré y la pude ver derrotada, parecía que le daban un bofetón cada vez que hablábamos de lo que le hizo. Se hacía pequeñita. — La verdad que solo me preocupa una cosa.

— Dime.

— ¿Qué pasa ahora? quiero decir... ¿Te has ido de allí y él está conforme? ¿Crees que puede volver a buscarte? Lo digo para volver a las clases de Capoeira y prepararme...

Conseguí que sonriera levemente.

— Una vez cesó el contrato me animé a denunciarle. Pero las cosas allí son muy diferentes y no sé si la validez de la orden de alejamiento allí es la misma que aquí. Tengo que buscar un abogado que me informe, pero aún no me ha dado tiempo. — Cogió aire. — Si me entero de que puede estar cerca, me iría de aquí. No pienso volver a poneros en peligro.

— Nadie va a dejar que te vayas de aquí, Ainhoa. Ahora somos todos contra él, no estás sola.

— Gracias — Dijo emocionada. — Para mí significa mucho que me hables así, Luz. De verdad.

— Te prometo que a partir de ahora voy a devolverte todo lo bueno que debería haberte dado todos estos años. Tú siempre me lo pusiste fácil y yo me empeñé en hacerte la vida imposible. He sido una niñata celosa.

— No me debes nada, Luz. No se le puede caer bien a todo el mundo. — Se encogió de hombros. — No quiero que ahora te sientas mal y creas que estás en deuda conmigo, me basta con que me hayas perdonado y con que ahora seas capaz de mirarme sin fruncir el ceño.

— Te lo debo todo, Ainhoa. Aunque pueda sonar exagerado, te sacrificaste por mí. Yo podría haber sufrido lo que has sufrido tú.

— No te correspondía a ti.

— Ni a ti. Que de alguna forma fuera parte de tu vida por ser hijo del otro trozo de... — Me mordí los labios de la rabia. — Eso no te hace responsable de nada. La idiota que se enamoró de él y que se dejó engañar fui yo, Ainhoa. Si me llega a pasar a mí, habría sido solo culpa mía por creer a un monstruo disfrazado de príncipe azul.

— Bueno, da igual. Yo tenía claro que no podía dejar que te llevara con él. Y no me arrepiento.

Se hizo el silencio durante unos segundos que gastamos en terminar nuestras cervezas. A ella le costaba mantener la mirada al frente, casi siempre andaba cabizbaja supongo que de la mezcla de timidez y también de tanto dolor revivido todo en un mismo día. Yo no podía dejar de darle vueltas a la cabeza con mil cosas que necesitaba resolver cuanto antes para no volverme loca.

— Ainhoa — Suspiré. — ¿Tú sabes por qué me lo han ocultado tanto tiempo?

— No lo sé. Tú padre me pidió que no te dijera nada de momento. Supongo que tenía miedo a que te desmotivaras y pensaras que no te cogieron para la peli por tus méritos como actriz, digamos.

— Para mí eso es lo de menos. No tengo tanta sangre fría. Y yo sé que lo hice genial en aquella función, de ahí no me baja nadie.

Me miró con una sonrisa de orgullo que no me esperaba.

— Pues creo que tu padre piensa que sigues sin valorarte nada como actriz.

— A lo mejor necesito una charlita con él, a ver si deja de protegerme como si...

— ¿Como si fueses la niña de sus ojos? — Me interrumpió la frase. — Deja que te proteja, Luz. Hazme caso. Cuando no sientas esa protección vas a echarla de menos.

— Pero es que se pasa mucho... ya no soy una niña. Además... dime ¿por qué tampoco me contó nunca por lo que pasaste de pequeña? por el abuso de ese animal, lo de tu madre ¿por qué?

— Cuando yo me enteré de todo eso tú tenías 14 o 15 años, Luz.

— ¿Y?

— Que estabas en la edad de vivir sin tener miedo, y contarte eso era irrelevante para ti.

— A lo mejor si llego a saber entonces que lo estabas pasando tan mal, no te habría tratado con tanto desprecio.

— Bueno, el pasado, pasado está. — Dijo intentando evitar hablar de aquellos tiempos.

— Ya, pero yo no puedo evitar sentirme culpable. Podrías haber pasado al menos unos veranos felices aquí, y yo no te dejé. Te repito que ni siquiera sé como a día de hoy no me odias con todas tus fuerzas.

— Yo no podía, ni puedo a día de hoy con más odio en mi vida, Luz. Además, sabía de sobra que no eras una mala chica. Solo me convencí de que yo no te caía bien y ya está. — Suspiró y se le escapó una sonrisa mirando a su alrededor. — Igualmente... yo he pasado aquí veranos muy felices metida en este teatro.

— Sola.

— Sí, sola. Pero feliz, de verdad. — Volvió a mirarme. — Y de todas formas, no hay mal que por bien no venga ¿no? ahora si que podemos ser amigas, si tú quieres.

— Claro que sí. Siento como que hoy es el primer día de mi nueva vida y tengo una energía...

— Tienes una energía preciosa hoy.

— Gracias, y la quiero dedicar toda a desvivirme por la obra. Me toque el personaje que me toque.

— ¿Te toque? De eso nada, los personajes eligen a los actores, esto no es cuestión de suerte, es mérito, talento y actitud.

— Pues entonces, déjame decirte, señora directora... — Me puse de rodillas quedando muy cerca de ella. — Que estás delante de la protagonista de tu obra, que no te quepa ninguna duda.

— No he tenido nunca ninguna duda de eso, ni de tu talento, ni de tus méritos. Las dudas las has tenido tú.

— Porque antes te veía con diferentes ojos. Creía que vendrías aquí a vacilar de tu fama y de tu posición y qué jamás me darías una oportunidad. Y ahora te veo aquí hablando conmigo y ni siquiera puedo creerme que hayas sido la persona que va a protagonizar posiblemente la peli más taquillera del año. Es surrealista.

— Para ser famosa hay que valer, y yo no valgo. — Sonrió levemente. — Y menos sabiendo cual ha sido el motivo por el que se ha hablado tanto de mí. Yo quiero quedarme aquí y ganarme la vida en el teatro, la fama no me interesa nada. No he vuelto para dármelas de nada, solo quiero seguir aprendiendo y trabajar con gente en la que confío.

— Ahora lo sé, y siento haberte juzgado y haberte hablado tan mal estos días.

— Estos años, dirás. — Soltó una carcajada. — No pasa nada, de verdad.

Mi smartwatch no dejaba de vibrar y lo miré nerviosa después de un buen rato ignorándolo.

— Ay, madre.

— ¿Qué pasa? — Preguntó preocupada.

— ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? había quedado con un amigo y se me ha pasado la hora...

— Anda... ese amigo tan guapo ¿no? — Me punteó el costado con sus dedos haciéndome algo de cosquillas. — Ya me contarás mejor. ¿También es actor?

— No, es bailarín.

— Vaya, un partidazo. — Levantó una ceja y me hizo mucha gracia el gesto. — Perdón si me estoy pasando con la confianza,

— Ainhoa — La cogí de las manos. — Gracias por ponérmelo tan fácil y dedicarme este rato para que me quede más tranquila. Me ha hecho mucho bien, de verdad.

— ¿Sabes? creo que podríamos hacer esto más a menudo, cogerlo como ritual para terminar de reconciliarnos y contarnos cosas que nos inquieten ¿Qué te parece?

— Me parece maravilloso.

— A mi también me ha hecho mucho bien. — Apretó sus labios mientras me miraba con mucha serenidad. — ¿Puedo darte un abrazo?

Sin contestarle, me lancé a sus brazos y la apreté fuerte. Sabía que era lo que ella necesitaba y no dudé ni un momento en que a mí también me vendría muy bien.

— Gracias. — Susurró. — Pásalo bien.

— Luego nos vemos en casa.

Y lo cierto es que me fui de allí sin ganas de hacerlo. Me habría quedado horas sentada escuchándola y destripando su corazón para seguir corroborando lo que equivocada que estuve durante tanto tiempo.

Y es que era evidente que si mi familia la quería tanto, no podía ser ni siquiera parecida al personaje que yo le tenía asignado en mi cabeza. Estaba obsesionada con su maldad y con que todo lo que hacía era para fastidiarme, y aquel día se rompió de golpe todo y pude ver la realidad. Una realidad bonita, pero también triste al darme cuenta de que nadie podría devolverle ya los veranos sin un solo amigo en Llerena, ni a mí la energía que he gastado todo este tiempo en odiarla y en andar todo el tiempo con el ceño fruncido como ella bien me dijo.

Camino al Chelsea, me encontré con Paolo que venía en mi búsqueda.

— Está precioso eso de tenerme una hora tirado...

— Lo siento, bebé — Le besé. — Perdóname.

­— Pero ¿Dónde estabas?

— Vamos al Chelsea, que te tengo que contar muchas cosas.

— Miedo me das.

— Vas a flipar...

Continue Reading

You'll Also Like

119K 21.2K 58
Jimin es un humano común y corriente, un día va a una excursión en el bosque y al recostarse en un árbol es transportado a un mundo mágico, llamado f...
158K 22K 21
Viajar al Amazonas a pesar de su disgusto le abrió los ojos para darse cuenta que al final... Todavía no era verdaderamente libre. . . . No. 1 en #t...
182K 10.3K 25
Chiara se muda a Madrid en busca de nuevas oportunidades para lanzar su carrera como artista. Violeta se dedica al periodismo musical, trabajando en...
187K 15.8K 35
|𝐀𝐑𝐓𝐈𝐒𝐓𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄| «El amor es el arte de crear por la sensación misma, sin esperar nada a cambio,más allá del placer mismo del acto creativo...