Todo lo que sube tiene que ba...

By Hubrism

2.4K 650 75

Valeria y Salomón son vecinos de toda la vida que no se soportan... hasta que se quedan atrapados en un ascen... More

Resumen + Nota de la autora
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24

Capítulo 15

85 24 2
By Hubrism

PASADO 14

4:05pm

—Mamá por favor, necesitamos es salir de aquí. No hacer pipí en una ponchera —reclamo ahora con más seriedad ante la necesidad de apretar mis piernas.

—¿Y desde cuándo están aquí? —me devuelve ella de lo más tranquila, como si no se hubiera dado cuenta de que no aparecía hasta hace poco.

—Guao, ya veo lo mucho que te preocupaste.

—Estamos aquí desde las diez de la mañana —refunfuña Salomón con la misma voz de alguien que está intentando levantar el doble de su peso corporal.

—Ah, con razón. —La mamá de Salomón alarga la última sílaba como con lástima.

—¿De verdad no se preocuparon? ¡Y nosotros aquí sufriendo mientras pensábamos que a lo mejor estaban en pánico!

—La verdad pensé que te quedaste en la universidad estudiando —comenta mi mamá con la cara fruncida de vergüenza.

—Y como Salomón siempre va y viene como si su casa fuera un hotel, la verdad no le di gran importancia —aprovecha la señora Gabriela para decir con sarcasmo.

—Pues pa' que sepáis que, primero, tu compra de supermercado debe estar pudriéndose aquí como tu hijo —reclama el aludido—, y segundo, si alguien no nos saca de esta lata pronto te vais a quedar sin primogénito.

—Deja el drama que ya los que reparan ascensores están por llegar —refuta su mamá.

—¡Aleluya! —exclamo yo.

—¡Alabado Dios! —Salomón.

—Así que paciencia —remata mi mamá—. Ya traemos la botella y el embudo. Quédense aquí.

—No me gustó el chiste, mami.

Las dos se alejan entre risillas sin vestigio de compasión hacia sus pobres hijos que tanto han sufrido en esta calamidad.

Con dificultad me regreso a mi puesto en el suelo sobre el periódico y Salomón bufa.

—Ya veo que también te estáis meando. Eso te sale por burlarte mío.

—Lo merezco —concedo y aprieto mis piernas lo más posible. Por el momento es manejable, solo que no es buena idea reírme ni una sola vez más.

—¿Qué le dijo la uva verde a la morada? —Le lanzo una mirada amenazadora pero Salomón termina el chiste—: Respira, pajúa.

Aprieto cada fibra de mi ser. Mi quijada. Mi esfínter. Mi puño. Este último se lo meto en el brazo.

—Desgraciado.

—¿Sabéis cuánta leche da una vaca en su vida? —Salomón respira con cada vez más rapidez—. La misma que en bajada.

—¿Pero sois suicida? —chillo y aprieto un puño contra la boca para no reírme.

—No se llama suicidio sino justicia —masculla entre dientes rechinantes—. ¿Qué dijo la cereza cuándo se miró al espejo?

—Salomón, para por favor. Te lo ruego.

—¿Cereza yo?

—¡Noooo!

Me río. Me río y me duele en el alma. Veo estrellas de tanto hacer esfuerzo. Pierdo la capacidad de mantenerme equilibrada y colapso contra Salomón, quien se sacude no sé si de la risa o si también de tanto tensar cada músculo de su cuerpo.

—¿Cómo se despiden los químicos? —La pregunta le sale como un gemido—. Ácido un gusto.

—Te odio, te odio.

Oigo golpes sordos y a duras penas logro levantar la cabeza. Salomón golpea su cabeza suavemente contra la pared. Ya debe estar en el límite.

—Ya. Deja la venganza pa' otro día.

—No siento como que va a haber otro día —gime—. Aquí muero. Sino de vergüenza, del esfuerzo.

Se acercan pasos y los dos nos sentamos más derechos.

Junto con los pasos vienen risas. Y estas suenan más agudas que las de nuestras mamás.

—Buenas tardes. —La cara de Dayana, hermana menor de Salomón, aparece entre el agujero seguida de la de Bárbara, prima de Salomón, y mi hermanita Valentina—. Venimos al rescate de los náufragos.

—Como te burléis... —advierte su hermano.

Aún peor que una burla, mi hermana lanza el embudo y botellas plásticas por el agujero sin ningún tino. La botella aterriza sobre las piernas de Salomón y yo no tengo suficientes reflejos para esquivar el embudo, que se estrella contra mi cabeza.

—¡Valentina Lucía Machado González! Cuando te agarre...

Y por si eso no fuera suficiente, Dayana saca algo del bolsillo de su pantalón. En un instante nos toma una foto.

Con todo el poder que nos inviste ser hermanos mayores, Salomón y yo volvemos a la vida y con agilidad olímpica nos abalanzamos hacia el agujero. Pero las tres pillas son igual de rápidas. Las manos de Salomón se hacen solo con aire y a la última que vemos es a Bárbara sacándonos la lengua. Las tres se alejan entre carcajadas y planes para sobornarnos con esa foto.

Lamento haber pensado en la misma idea hace rato. Ahora pago las consecuencias de mi propia villanería.

Lento, a pasos diminutos, Salomón se da la vuelta hasta quedar con la espalda contra el concreto del edificio. Observa los tres implementos como si fueran los causantes de todos nuestros problemas.

—Te propongo un trato —empiezo—, yo me voy a la esquina opuesta, clavo la cara contra las paredes y me tapo los oídos. Y yo sé que esto hiere tu orgullo profesional, pero que no se te olvide que el papel periódico es absorbente.

Un músculo salta en su quijada pero Salomón sacude la cabeza.

—No, pase lo que pase no puedo orinar frente a tí.

—Como dijo tu mamá, sería de espalda.

—Valeria, por favor. —Gime de dolor físico o en el alma, o los dos—. Si yo meo aquí, jamás te podré ver a los ojos otra vez.

—¿Y si te hacéis en los pantalones sería mejor?

Horror. Desolación. Angustia. Todo se refleja en su cara en menos de un segundo.

—Me hubiera gustado bajarme los pantalones en frente tuyo en otras circunstancias.

—Ya, no me hagáis reír otra vez que tampoco me quiero bajar los pantalones frente tuyo en estas circunstancias —le devuelvo con voz ahogada y lágrimas formándose en mis ojos.

—¿Y en otras circunstancias? —Jadea.

—¡Salomón! —Solo tengo fuerzas para encajarle el codo en el costado de piedra—. ¿Te vais a aliviar o no?

—Vos primero. —Frunce toda la cara—. Yo soy un caballero.

Una risa se escapa de mi boca antes de que pueda contenerla y me doblo a la cintura para apretar mi esfínter con más fuerza.

—Sí, claro. Si queréis que me baje los pantalones al menos sácame a cenar primero.

—Sí va —responde con firmeza—. Si salimos de aquí con nuestra dignidad intacta te paso a buscar mañana.

Boqueo. Una lágrima rueda por mi mejilla con lo difícil que es incorporarme de nuevo para poder ver si está bromeando.

Se ve mucho más serio que nuestra situación. Si no fuera porque los dos parecemos fisicoculturistas en plena competición, sería el momento más bonito de mi vida.

—Si es un chiste, este sí que no da risa.

Su pecho sube y baja con una respiración rápida. Abre su boca y en vez de salir su voz, sale otra arriba de nosotros.

—Buenas tardes, somos de la compañía del ascensor. Mi compañero está bajando sobre la cabina para ver cuál es el problema así que no se alarmen si sienten unos golpes.

Ahora sí salen lágrimas a cántaros por mis ojos, porque el alivio que siento no es nada comparado a la frustración de que estos señores se dignaran a llegar justo en el momento que he esperado como por diez años, cuando Salomón Aquiles Rodríguez Rincón estaba a punto de invitarme a salir a una cita con él.

NOTA DE LA AUTORA:

¡Feliz navidad, mi gente linda! Aquí les traigo esta actualización de regalo pa' que se rían un poquito.

Continue Reading

You'll Also Like

480K 27.7K 91
Número uno. Dos palabras muy importantes para todos. La mejor mafiosa de América con identidad secreta se enfrentará a uno de sus mayores problemas c...
388K 25.3K 28
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
966 207 12
Adéntrate en el turbulento mundo emocional de Vanesa, una joven marcada por el dolor de su pasado. Maltratada por su ex, traicionada por su propio pa...
318K 26.4K 51
"Hay probabilidad de que ocurran cosas inesperadas en cada segundo de nuestra frágil existencia" Alba Siles no es una chica dada a creer en algo tan...