El combate

Edificio estilo londinense, pasillos estrechos, paredes blancas y suelo de moqueta granate. Estamos Chezz, la amiga de Manu y yo, con patines de línea, los cuales manejamos con mucha soltura.
Bajamos varias escaleras con facilidad, recorremos varios pasillos hasta que llegamos a unas especialmente largas y estrechas, las cuales desembocan en una sala amplia, decorada con mobiliario de madera antigua, sillones granate, igual que la moqueta, lámparas estilo veneciano en las paredes y mesas elegantes de madera oscura donde se sirve vino y otras bebidas alcohólicas.
Desconozco los temas por los que Chezz está conmigo en ese lugar, yo estoy ahí por una deuda que tengo que solventar; Gente elegante, vestida de traje y una mujer mayor con un vestido largo y negro. Me ofrecen un combate, boxeo con guantes, victoria por K.O., sin pensarlo mucho, lo acepto.
En principio no ganaré dinero alguno, me dará lo necesario para eliminar mi deuda; cerrado el trato, Chezz y yo nos vamos a la habitación, proporcionada por esta gente, la cual compartimos.
Se ve que tenemos una amistad con bastante confianza, por un momento voy hacia el baño a comentarla una inquietud y la encuentro desnuda, saliendo de la ducha, vergonzoso pido disculpas mientras me retiro, dándola intimidad, pero ella insiste en que no hay problema, que me quede y le cuente lo que le iba a decir.
Apoyado en el marco de la puerta del baño, le expreso mis dudas ante el combate, ya que no sé quien será mi adversario y llevo tiempo sin pelear, además, tomo conciencia de un gran golpe que tengo en las costillas, el cual sucedió en la realidad, que me duele al moverme y me impide estar al cien por cien . Aún con mis dudas, siento que estoy muy capacitado para ganar el combate, mas bien dudo de mi decisión y cuestiono la impetuosidad con la que fue tomada.
No recuerdo la respuesta de ella, nos vamos a dormir.

Despierto mas tarde dentro del sueño, preguntándome si no habría sido un sueño toda esa experiencia y después de pensarlo durante un rato en la cama, recuerdo la deuda y asumo que es real, y que no queda otra opción que prepararse para ese combate de la mejor manera, puesto que iba a suceder.
Finalmente me despierto, esta vez "del todo" una hora antes de que me suene el despertador, debido al dolor por el golpe del costado y aún con dudas de si lo que había sucedido era real o no.