No acercarse a Darek

By MonstruaMayor01

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Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Adelanto
Capítulo 8
Capítulo 10
Carta recibida por Darek
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Adelanto
Conociendo a Darek
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
¿Crees en los monstruos?
Adelanto
Capítulo 24
Capítulo 25
Adelanto
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Dae
Capítulo 30
La chica
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Piano, sangre y amor
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Adelanto
Capítulo 38
Un pasado marcado
Capítulo 39
Ese «te quiero»
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
NOTA
El cerezo
Capítulo 43
Capítulo 44
Ajedrecista
El villano
Capítulo 45
Antes de todo
Capítulo 46
Capítulo 47
Ella
Capítulo 48

Capítulo 9

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By MonstruaMayor01

Siento como los ojos de todos se posan en mí, llenos de sorpresa, envidia o curiosidad. Y es que no es para menos, ya que, el chico que jamás quiere hacer pareja con nadie de repente me escoge como su pareja de estudio. 

—Perfecto. Entonces, Darek trabajará con Meredith.

Lo que dice el profesor llega a mi oído, sin embargo, estoy tan consternada que su voz se oye lejana, distante y fuera de mi atención. La garganta me ha quedado seca, mis ojos siguen clavados en el chico que me dirige una sonrisa torcida y el corazón está por salir disparado de mi boca.

—Yo... no —digo antes de ladear la cabeza y mirar al profesor.

El hombre sigue preguntándole a los estudiantes quienes serán sus parejas de estudio, No obstante, en cuanto mis palabras alcanzan su oído, posa sus ojos grises en mi rostro.

—¿Sí, Meredith?

Trago grueso y siento como me arde la garganta por lo deshumedecida que se encuentra. Hincho el pecho y suelto justo lo que pasa por mi cabeza:

—Yo no quiero trabajar con Darek.

A mis espaldas puedo sentir el peso de su mirada, los intensos ojos, color ámbar del chico al final de la clase me traspasan como lo haría una bala en la piel.

Uriel Steiner no tarda en arrugar su ceño.

—¿Por qué no quiere trabajar con él?

Mi mente queda en un blanco tan opaco que para buscar alguna respuesta a su pregunta volteo a ver a Abril que está a unas cuantas mesas de mí, verla a ella es lo que me hace darle una respuesta al hombre que espera por una explicación.

—Ya había escogido una pareja. Quiero trabajar con Abril Lehmann —mi voz sale nítida, segura y confiada, pero el temblor de mis manos me delata de una forma tan evidente que el profesor baja su vista hasta ellas.

—¿Tiene algún problema con el estudiante Darek Steiner? —se interesa él.

Niego de inmediato.

—No, la verdad es que no, pero... —Me encojo de hombros —quiero trabajar con Abril.

El hombre con libreta y bolígrafo en mano parece reflexionar mi petición. Pero cuando estoy segura de que aceptará mi propuesta, la seriedad que le impregna a su semblante provoca que toda esa seguridad se esfume.

—Si usted y el estudiante Darek tienen alguna diferencia, la solucionarán trabajando juntos —dice con contundencia y agrega: —y no pienso discutir más sobre el tema.

A la mierda. A la puta mierda todo.

Mi respuesta no es otra que hundir los hombros por la derrota y forzar una sonrisa. El hombre encargado de la clase continúa apuntando los nombres de las parejas de trabajo. La presión que siento en la nuca me hace entender que él me sigue observando, que Darek mantiene sus ojos enterrados en mí, ser consciente de ello me lanza a voltear y es cuando lo hago que me topo con su afilada mirada. Sostengo mi interés en él, incluso al estar al borde de un colapso mental. Entonces, sus labios se alzan a un lado en una sonrisa sádica.

«¿Qué carajo le sucede?» «¿Por qué rayos sigue confundiéndome con su comportamiento?»

El nudo que se va formando en mi garganta ante su extraña reacción provoca que me falte el aire. Quiero apartar mi mirada de él, pero hay algo que me insta a seguir observándolo, como si estuviera bajo el efecto de un hechizo. Es el sonido del timbre que da por terminada la clase es el que hace que nuestro contacto visual termine. Él se levanta, recoge su bolso, para luego dirigirse a la puerta y sale del salón sin pasar ni una sola palabra con nadie a su alrededor. Yo me quedo sentada en el sitio, sin moverme.

Conozco a Darek desde que somos niños, pero aun así no consigo descifrar nada de él. Y no creo poder hacerlo en lo que me reste de vida.

—¿Qué ha sido eso? ¿Cómo que Darek te ha escogido como su pareja?

Éber se planta frente a mi mesa y Abril no tarda en unirse. Apenas mis ojos se deslizan por sus expresiones, noto que ellos están tan sorprendidos como yo.

Sin saber muy bien que contestar a las preguntas que mi amigo ha dejado suspendidas en el aire, vacilo antes de contestar.

—No lo sé. Yo tampoco entiendo por qué ha hecho eso.

Logro a atisbar que Abril aprieta la tira de su bolso con la mano a la par que sus ojos se encienden con una alarma palpable.

—Mer, Darek quiere acercarse a ti.

Éber asiente.

—Y eso no es común en él. Darek nunca quiere acercarse a nadie.

Las alertas de mi cerebro se disparan con las palabras que sueltan mis amigos. Una parte de mí quiere responder con un gesto de desinterés para así no tener que darle mucha importancia al asunto, pero lo que acaba de suceder es algo que no puedo dejar pasar por debajo de la mesa. Saber que mis amigos tienen razón, hiela la sangre en mis venas.

—¿Qué debo hacer? —dicha pregunta emerge de mis labios en blando susurro.

—Descubrir qué es lo que quiere —suelta Éber

—Alejarte de él —contradice Abril.

Con sus respuestas sobre la mesa comprendo que solo tengo dos caminos:

1) Acercarme a él.

2) Alejarme de él

Si me lo preguntas ahorita, claro que elegiría la segunda opción, pese a esto hay algo en mi interior que me advierte que ya no es posible, hay algo entre mi mente y corazón que me hace creer que ya será imposible alejarme de Darek Steiner y eso me asusta de una manera sobrenatural.

◇◆◇

Al terminar la clase del profesor Uriel se ha hecho casi imposible poner mi atención a las clases que continuaron. Saber que en cada hora de clase estaba compartiendo salón con el chico que por años han tildado de "peligroso", y que además, se ha comportado extraño conmigo, es algo que me ha sacado de la burbuja donde parecía que tenía todo bajo control.

Por suerte ya el día de clase está por terminar. Solo diez minutos más y podré irme a mi casa, al único lugar de este pueblo en el que me siento en paz.

El profesor Augusto explica alguna fórmula de física, se halla concentrado en el pizarrón entre intervalos en los que dirige su vista a la clase y hace una que otra pregunta. Sin embargo, la marcha de su marcador es interrumpida en el segundo que la puerta es tocada. De inmediato avanza hasta el objeto que es tocado y tira de la manecilla.

—Buenas tardes, profesor Sorní.

—Buenas tardes, directora Pussett.

El profesor abre la puerta y podemos apreciar claramente que la directora Beatriz es la persona del otro lado. La mujer va tan impecable como siempre y tan formal como siempre.

—Profesor, le pido una disculpa por haber interrumpido su clase, pero necesito darle una información a los estudiantes.

El hombre frente a ella no espera ni siquiera que termine la oración para hacerse a un lado y con la mano señala hacia adentro.

—Tranquila, pase, por favor.

Antes de poner un pie dentro del aula, le dedica un ligero asentimiento de cabeza al profesor. Entonces, escuchamos el sonido de los tacones de la mujer impactando sobre el piso. Es un sonido metálico, que choca contra las paredes y que pone a todos a admirar a la dama. Finalmente, se para delante de la clase y nos mira a todos con una mirada fría y penetrante.

—Buenas tardes, jóvenes.

—Buenos días, directora Pussett —respondemos algunos y otros no hacen esfuerzo por saludar.

—Estoy aquí para darles una información bastante importante con respecto a la estudiante Rachel y su desaparición —continúa con voz clara. El interés de todos se vuelca hacia la mujer, expectantes por lo próximo que dirá. Toma aire y prosigue: —Mañana en la tarde, luego de clase se hará una reunión en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, allí se pedirá por el pronto regreso de la estudiante, y luego, se dispondrá a recorrer los últimos lugares en los que ella fue vista. Todos ustedes están cordialmente invitados para que así puedan ayudar en la búsqueda de su compañera. Cabe aclarar que esto no es obligatorio, sin embargo, sería bueno que cada uno de ustedes asista a dicha reunión.

Nohemí, la chica que se veía más cercana a Rachel sube su mano y la directora no tarda en darle la palabra.

—¿Podría hablar con usted? —Ella echa un corto vistazo a su alrededor y regresa a enfrascar sus ojos en la directora. —A solas —agrega.

No lo había notado, pero desde que Rachel desapareció, Nohemí no ha estado tan participada en clase, se entiende que es porque su amiga ha desaparecido, pero aparte de eso ella se ha visto temerosa, sin hablar con nadie y sin estar demasiado presente en su entorno.

—Claro que sí. Vamos a mi oficina, allí podremos hablar —dice la encargada de la preparatoria y tras responder a Nohemí, extiende la mirada por todos los estudiantes presentes. —Con esto dicho, espero que cada uno de ustedes pueda participar en la búsqueda de su compañera. Hasta luego, estudiantes, tengan una bonita tarde. Gracias, profesor.

La mujer se da media vuelta y con la elegancia que la caracteriza atraviesa la puerta. Nohemí se guinda el bolso en el hombro y le sigue los pasos.

«¿Nohemí sabrá algo sobre la desaparición de Rachel?», no puedo evitar que esa pregunta se formule en mi cabeza, mientras hago círculos en el papel debajo del lápiz que sostengo entre mis dedos.

El último timbrazo del día llega a mis oídos y el profesor despide su clase.

Los estudiantes del curso se apresuran a salir de las cuatro paredes del salón. Algunos van solos, otros en grupo, charlando. Hay uno que otro que se quedan en los pasillos para así esperar a sus amigos, pero la mayoría apresura el paso con la finalidad de llegar lo antes posible a la parada del bus.

Éber, Abril y yo cruzamos la puerta y nos mezclamos con la multitud que emprenden la caminata a la salida.

—¿Van a ir a la reunión de la que habló la directora? —inquiere Abril en cuanto el viento de exterior nos azota la cara y los pocos rayos de sol que quedan nos penetran la piel.

—Yo sí voy a ir —responde Éber.

No me sorprende, a él le encanta curiosear y saber más sobre la desaparición de Rachel es algo que llena su alma.

—Yo creo que también iré

Abril se une a la decisión de Éber, eso sí acaba por sorprenderme.

—¿Por qué vas a ir? —investigo.

Se encoge de hombros sin darle demasiadas vueltas al asunto.

—Rachel no es mi persona favorita en el mundo, pero en cierto modo espero que esté bien. Además, mamá seguro querrá ir a la iglesia.

Me uno al pensar de ella. Al final del día nadie se merece estar desaparecido y su familia necesita apoyo en este momento tan difícil.

—También voy a ir.

Una risa victoriosa brota de los labios de Éber.

—Por fin se están atreviendo a hacer cosas —comenta. Abril se vuelve para mirarlo y le saca el dedo del medio como respuesta. Él ríe aún más fuerte. —Eso, Cuatro, me encanta que seas atrevida.

Tomamos asiento en una banca de las que están a la salida de la preparatoria, aquí esperaremos por el autobús.

—El sábado tenemos una fiesta pendiente —nos recuerda el rubio sentado en medio de las dos.

—No aceptamos ir —riñe Abril a la vez que esconde un mecho de cabello detrás de su oreja.

—Ustedes van a ir a esa fiesta o yo dejo de llamarme Éber Alfonso... —al estar por pronunciar su apellido se queda en silencio.

Yo aprovecho para sacarle la piedra.

—Keller.

—Tenías que decirlo, ¿cierto? —dice al lanzarme una ojeada regañina.

Abril y yo reímos a la par.

—Es que tu apellido es lo que te da el toque —bromeo sin disimular que disfruto fastidiarlo.

De repente, vemos venir al bus escolar, pronto se detiene en la parada en la que muchos estudiantes esperan para subirse. Me levanto y acto seguido me despido de mis amigos al alzar mi mano y moverla.

—Nos vemos mañana, querido y querida.

—Adiós, Mer, hablamos por mensaje más tarde —contesta Abril.

—Adiós, cara de papa —dice el resentido de Éber.

Pongo en marcha mi andar hacia el autobús teniendo bien claro que hoy es otro día que tengo que viajar al lado de Darek. Ya para este punto me he resignado, hoy voy a optar por ni siquiera rozarlo, ni mirarlo, ni pasar una sola palabra con él.

Una vez dentro del transporte, busco meterme al rincón del asiento, bien pagada a la ventana, para que así cuando Darek se siente no tenga pretexto para hablarme. Eso no tarda en pasar. Darek se hunde en su asiento y yo hago mi mayor esfuerzo por no voltear a mirarlo.

Tras certificar que todos los estudiantes han subido, el chofer arranca, poniendo el autobús en marcha.

—¿En tu casa o en la mía?

Darek habla y aunque busco no prestarle atención, con el rabillo del ojo, noto que tiene mirada ensartada en mi nuca.

Me aclaro la garganta, sin ser capaz de enfrentarlo con la mirada, respondo:

—¿Qué?

—Hay que hacer un trabajo de filosofía juntos —me recuerda.

Por su culpa, por su culpa ahora tenemos que reunirnos para realizar ese trabajo, que cabe agregar, va unido a una exposición.

¡Dios no!

Inflo los pulmones y me giro hacia él. Su expresión es indescifrable y sus ojos tan intensos, pero no le presto atención a ello y voy al grano.

—¿Por qué? —Suelto el aire y puedo jurar que en mi mirada se refleja la molestia que crece en mi interior. —¿Por qué estás haciendo todo esto?

No se inmuta ante mi pregunta, en realidad no lo hace por nada, ni nadie.

—¿De qué hablas?

Ahora quiere hacerme pasar por loca.

—No te hagas el que no sabe —el tono de mi voz se alza y él no me pierde de vista —. Estás intentando acercarte a mí y... no sé para qué. Dime, ¿qué es lo que quieres?

Sus ojos se tornan oscuros en el instante exacto que concluyo mis palabras, ellos se cargan con un aire cauteloso, como si escondieran secretos que no deben ser revelados. Durante un segundo, el silencio entre los dos se vuelve abrumador y solo consigo oír la sangre que bombea mi corazón a todo lo que da.

—Aquí la única que ha buscado acercarse a mí eres tú —escupe, su voz grave y llena de matices misteriosos me corta la respiración por un instante. —Meredith, tú empezaste todo esto.

Sus palabras me dejan con los nervios a flor de piel. ¿Qué dice? ¿Cómo que he sido yo la que me he acercado a él? ¿Qué he empezado?

—Eso no es cierto. Yo no he empezado nada.

Hablo, tratando de mantener mi tono firme, mi esfuerzo es en vano, ya que cierto temor se cuela en mi voz.

El chico teñido y seguro de sí mismo sonríe, revelando una hilera de dientes afilados que de pronto despierta un hormigueo en mi estómago. Pero justo en este mismo instante, comprendo que el flaqueo de mi voz ha respondido a una pregunta que llevaba en su interior.

—Será en mi casa entonces.

Tras soltar esto se pone de pie, agarra su bolso y se desplaza por el autobús hasta desaparecer de mi vista.

Estaba tan enfrascada en sus ojos, su sonrisa y su voz que no me he dado cuenta de que ya el vehículo ha llegado a su parada. Pero al agachar la mirada hacia el asiento que ha quedado libre a mi lado, me percato de que yo no he sido la única en perder la noción del tiempo. Darek ha dejado su teléfono olvidado.

Mierda.

Un impulso que nace en mi pecho me hace estirar la mano hacia el celular y antes de que pueda procesarlo estoy de pie.

—¡Deténgase, por favor! —pido al conductor.

El hombre detrás del volante pisa y freno y no tarda en asomar su rostro por el pasillo.

—¿Qué sucede?

Mis piernas comienzan a andar hasta la puerta.

—Tengo que bajarme —digo al pasar a su lado.

De un salto bajo del bus, ya parada en el asfalto, empujo a mis piernas a andar hacia la parada donde se ha quedado Darek. El vehículo a mis espaldas sigue su curso y yo entiendo que he tomado una decisión bastante estúpida.

Después de tender la vista consigo capturar a mi objetivo, pero para mi sorpresa el chico no va caminando a la mansión de sus abuelos, él ha cogido un camino completamente diferente al que debería tomar para llegar a su vivienda.

De pronto, algo en mí hace clic, y sin pensarlo dos veces, decido seguirlo desde una distancia prudente.

Las calles se hallan desiertas y el ambiente se torna más sombrío a medida que nos adentramos en la zona menos concurrida del pueblo. La calle que él sigue queda en la esquina que da a la mansión y la única casa que se encuentra ubicada en este vecindario se encuentra abandonada. Por ende freno mis pasos y de inmediato un temor se filtra en mi cuerpo.

¿Qué rayos estoy haciendo?, me cuestiono a mí misma sabiendo que si continuo avanzado estaré adentrándome a algo de lo que podría arrepentirme.

Entonces, las palabras que nos dijo Éber esta mañana resuenan en mi cabeza:

«Si quieren vivir, asegúrense de estar viviendo al máximo»

No tengo idea si haciendo esto esté viviendo al máximo, lo cierto es que mi corazón nunca había estado tan vivo como ahora, así que, avanzo sin retroceder.

Mis pasos se convierten más silenciosos al acercarnos a la vieja vivienda abandonada del pueblo. Antes no había logrado estar tan cerca de esta casa, por ello, me quedo boquiabierta ante la enorme casa que se alza frente a mí, la cual parece haber sido sacada de una película de terror. Es una mansión de dos piso, construida con ladrillos rojos, con un techo puntiagudo e inclinado. Una torrecilla se eleva a la izquierda, ella se asemeja a la de los cuentos de hadas que solía leer cuando era pequeña. Aunque no hay nada de mágico en este lugar. Sus muros descascarados y ventanas rotas, tapiadas con tablones de madera, da la sensación de que alguien ha querido ocultar los horrores que deben haberse cometido dentro. El jardín se compone por resecos árboles de lo que ya no cuelga ni una sola hoja y maleza que oculta la entrada principal. Además de que hay una niebla brumosa en el fondo que termina por darle ese ambiente siniestro y desolado. No se oye nada, salvo el crujir de las ramas que pisa Darek al escabullirse a la cercanía de la casa

Un frío húmedo me envuelve y un escalofrío me recorre la espalda.

¿Qué hago aquí?

Me escondo detrás de un árbol cuando veo que Darek se detiene justo a lado de la puerta principal y desde su bolsillo extrae un cigarrillo que mete en su boca. Luego saca un encendedor y prende la punta del cigarro. El humo no tarda en elevarse en el aire, formando espirales grises.

Él fuma con calma, sin prisa. Incluso parece ajeno a todo lo que lo rodea. A la casa, a los autos, a la vida y a mí. Solo tiene ojos para el cigarrillo, que se consume entre sus dedos. Lo observo con la respiración contenida y oculta tras el tronco de un árbol.

Una vez termina de dar la última calada al cigarrillo, lo tira al piso y se toca el bolsillo izquierdo de su pantalón, lo palmea varias veces y desesperado se toca el otro bolsillo. Se ha dado cuenta de que perdió su teléfono, el mismo que yo aprieto en mi mano.

Resignado, se pasa una mano por el rostro y niega con la cabeza en un gesto despreocupado. Entonces, se acerca a la puerta y aparta una tabla que parece estar obstaculizando la entrada, sin mirar atrás se mete dentro de la casa. Mis latidos se aceleran mientras con cuidado salgo de mi escondite para seguir sus pasos, con el corazón a mil por segundo me las arreglo para abrir la puerta y traspaso el umbral. El interior está desgastado por el tiempo y las inclemencias del clima. La luz escasa y tenue apenas alcanza a iluminar el polvoriento piso, creando sombras danzantes en las paredes. Sin embargo, voy detrás del chico que sigue ajeno a mi presencia, él camina hasta el final de lo que parece ser la sala principal y aquí se detiene, yo voy escabulléndome en cada paso.

Al presenciar el escenario que se da ante mis ojos, la intriga se doblega en mi pecho. Darek levanta una sabana que oculta un hermoso piano debajo y al dejarlo expuesto sonríe de oreja a oreja, acto seguido tira el bolso al piso y se saca lentamente el suéter que lo viste. Mis ojos no pierden tiempo al recorrer su escultural figura mientras la prenda se desliza por su brazo y cae en el suelo. Pero lo que captura mi atención de inmediato es la cicatriz que se extiende desde su pecho hasta su antebrazo izquierdo.

Es una cicatriz impresionante, como una serpiente de piel oscura que se retuerce sobre su piel blanca. Hermanas más pequeñas se ramifican desde la cicatriz principal, creando una red intrincada de una historia escrita en su carne. La gran cicatriz refleja que lleva consigo una historia mucho más perturbadora de lo que puedo llegar a imaginarme. Observo fijamente, hipnotizada por la marca que ha quedado grabada en su piel.

La falta de luz solo realza más la magnitud de su definido abdomen. Mientras que la penumbra que nos rodea casi honra su historia, enrollando su figura en un halo misterioso y hasta seductor.

Mis manos tiemblan de forma involuntaria al vislumbrar como él se arregla delante del teclado del piano y cierra sus ojos al comenzar a tocar. Los músculos de su espalda se delinean bajo la luz débil de la estancia, en el segundo que sus dedos rozan las teclas con gracia y maestría.

No puedo evitar asombrarme por la manera en la que funde con el instrumento, como si ambos fueran uno solo, dándole vida a una melodía que me atraviesa el pecho.

Cada nota que brota desde el piano toca algo muy profundo en mi interior. La melodía es suave y melancólica. Tiene vida propia, una que cuenta una historia desgarradora. Inconscientemente, cierro los ojos y siento cada vibración que inunda la sala, entregando mi alma a las notas que emergen del instrumento. Me conmuevo de tal forma que un nudo se va apretando en mi garganta y las lágrimas amenazan con salir.

Entonces, el teléfono en mi mano empieza a sonar, mis ojos se abren de par en par y Darek detiene sus movimientos con brusquedad.

Mierda. Estoy jodida.

◇◆◇◆◇◆

NOTA DE AUTORA:

BUENO, GENTE, ESTO SE PRENDIOOOO.

SI VOTAN Y COMENTAN MUCHO ACTUALIZO RÁPIDO, ASÍ QUE, ¡A DARLE! 

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