Heron Wolfrahan ©

By KenJelik

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[Quinto Libro] Heron, vampiro heredero al trono de Lontar. El vampiro más fuerte después de su padre. Su mis... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capitulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19

Capítulo 14

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By KenJelik


Clara y yo comenzamos a dirigirnos hacia la Villa Charman donde vivían sus padres, la cual sinceramente no estaba muy lejos de donde actualmente nos encontrábamos. 

En el pueblo, habíamos robado una que otra fruta para el camino como también algo de agua para Clara. Ninguno de los dos llevábamos dinero, por lo que el pedirle "prestado" a aquellos que tenían más que nosotros nos resultó una buena opción en estos momentos.

Mientras caminamos, miro a la chica, ésta ya notándose muy cansada, y no era para menos. Llevaba días caminando, pasando hambre y sed, sin mencionar el sol pegándole en el cuerpo. Además de la mala alimentación que tenía cuando era prisionera en el castillo.

—¿Estás bien? —Le pregunto. Ella asiente, pero yo no le creo.

—Estoy cansada, solo es eso. —Responde.

Noto como ya arrastra los pies, sus manos colgando y oscilando con cada paso que daba.

—Clara, ¿porqué mejor no descan...? —Antes de que pudiera terminar aquella oración, noto como el cuerpo de la chica se desploma; pero antes de que pudiera tocar el piso, corro muy rápido y la sostengo en mis brazos. —¡Clara! —Murmuran mis labios. Ella se sujeta de mi brazo y se pone en pie nuevamente.

—Estoy bien, lo estoy. Tengo que llegar a la Villa a ver a mis padres. Ya estamos tan cerca. —Levanta la vista y mira el horizonte.

Estimo que ya estábamos a tan solo unos 5 minutos del lugar.

—Ven, yo te llevo lo que resta de camino. Súbete a mi espalda. —Me coloco de espaldas a ella para que se suba. Miro por sobre mi hombro, ésta pensándolo. Pero al final accede.

Me inclino un poco y siento como Clara sube a mi espalda y se sujeta de mis hombros. Yo tomo sus piernas, las acomodo alrededor de de mi cintura y se las sostengo.

—Lo lamento, Heron. —Dice, mientras, yo procedo a caminar.

—No te disculpes, sé que tienes que estar cansada. Además de que no te has alimentado bien. Gastaste tus energías en este viaje. —Camino un poco rápido, para llegar lo más pronto posible a aquel lugar.

—Ya me siento mejor, en serio. Creo que solo fue un bajón de azúcar o algo parecido. —Dice, yo niego con la cabeza.

—Ya estamos llegando. Te bajaré cuando estemos en la Villa, no antes. —Sonrío mirando sobre mi hombro y viéndola parcialmente. La escucho bufar.

—Está bien señor cascarrabias. —Se burla. —Me bajaré cuando lleguemos a Charman entonces.

Sé que volteó los ojos, estoy seguro de ello.

—¿Quieres llegar más rápido? —Pregunto alzando una ceja. Ella se queda callada por un momento.

—Bueno yo... —La interrumpo y no la dejo terminar aquella oración.

—Agárrate fuerte entonces, porque llegaremos en un parpadeo de ojos. —Digo. Siento como Clara rodea sus brazos alrededor de mi cuello y se sujeta con fuerza. Yo la agarro fuerte de las piernas, sonrío de medio lado y comienzo a correr a toda prisa.

En menos de 5 segundos ya habíamos llegado a la entrada de pueblo Charman.

Procedo a bajar a Clara de mi espalda y la miro. Su cabello revuelto por el viento que le pegó en el rostro. En su cara una clara expresión de confusión.

—¿Estás bien? —Le pregunto, ella me mira sorprendida.

—¿Cómo es que...? —Me señala. Yo río por lo bajo.

—Cosas de vampiros, Clara. Cosas de vampiros. —Sonrío.

—Increíble, Heron. —Dice tomando una bocanada de aire y comenzando a caminar hacia dentro de la villa; yo le sigo.

Miro los alrededores, el lugar no estaba tan poblado como el pueblo anterior, solo se veían unas cuantas personas de edad avanzada caminando por las calles. Una que otra entrando y saliendo de las tiendas y panaderías de los alrededores.

Observo los edificios, en comparación con aquel pueblo en el que estábamos estos se veían algo viejos y descuidados, pero no tanto para que el lugar se viera mal. Las casas eran de madera, pintadas de colores llamativos. Flores de muchos colores frente a ellas, en los jardines.

—¿Dónde está la casa de tus padres? —Le pregunto a la chica. Ella señala con el rostro más adelante.

—Pasando esta área a la izquierda. —Veo como la calle se dividía adelante. —Ya casi llegamos. —Sonríe.

—¿ñNo crees que les estará raro que estemos todos llenos de lodo seco? —Bufo. Ella suelta una risita.

—Ya nos inventaremos algo, pero... —Alza su dedo índice al aire. —Hay que decirle todo menos la verdad. —Yo asiento.

Tras girar a la izquierda en el desvío, Clara y yo caminamos por unos dos minutos más hasta que noto como ésta se detiene frente a una casa pequeña de color rosado claro y un jardín de rosas blancas frente a ella.

—Es aquí, Heron. —Murmura viendo la vivienda. Percibo como sus ojos se cristalizan al estar frente a la casa de sus padres.

—Bueno, entonces adelante. —Extiendo mi mano y la incito a entrar. Ella me da una mirada que denota nerviosismo entretanto asiente y toma una bocanada de aire.

Me quedo en el mismo lugar viendo como la chica se adentraba a aquel pequeño balcón. Ésta claramente nerviosa. Esto era algo que ella debía hacer por sí sola, algo familiar, por lo que prefería darle su espacio y que viviera esa experiencia... ese encuentro, por ella misma.

Observo como Clara extiende su mano para tocar a la puerta, pero antes de que lo hiciera veo como ella me mira por sobre su hombro. Yo asiento con una sonrisa en los labios, como queriéndole decir que lo hiciera.

La mano de Clara toca la puerta y comienza a jugar nerviosamente con los dedos de sus manos. En menos de un minuto la puerta se abre y un hombre de edad avanzada sale tras de ella.

—Hola papá. —Dice la chica con la voz entrecortada. Los ojos del hombre se abren como dos lunas llenas; éste viéndola de arriba a abajo... sorprendido. Tras algunos instantes él se le abalanza encima y la braza.

—¡Clara, hija mía! ¿Dónde habías estado? —Pone sus manos en los hombros de la chica y la aleja de su cuerpo solo un poco. Sus ojos recorriéndola de arriba a abajo sin cesar.

—Creo que una larga historia, papá. —Clara posa su mano sobre la mejilla de su padre, él asiente.

—Entonces imagino que también la historia de porqué andas llena de lodo de pies a cabeza es una larga. —El anciano coloca su mano sobre la de su hija, la cual aún seguía en el rostro de éste. Clara suelta un risita.

—Sí papá, también es una larga. —Asiente. —Papá , quiero presentarte a alguien. —Clara se gira parcialmente y me mira; el padre me observa desde la lejanía.

Clara me llama con la mano. Por lo que yo, con mis manos metidas en los bolsillos delanteros de mi pantalón, comienzo a caminar en su dirección. Una vez cerca de ellos, me paro a un lado de Clara.

—Papá, él es Heron. Él me ayudó a venir. —Saco la mano del bolsillo y la extiendo hacia él.

—Un placer. —Digo, el hombre la extiende también y me saluda.

—Gregorio. —Sonríe mientras me agita la mano. —Gracias por ayudar. —Yo asiento. —Pero vengan adentro. —El hombre abre la puerta por completo y se adentra al hogar. Clara le sigue; yo por otro lado me quedo frente al marco de la puerta.

Al Clara ver que no le seguía, noto como se da la vuelta y me mira confundida. Acto seguido se acerca a mí.

—¿Qué pasa? ¿No vas a entrar? —Murmura, yo niego.

—No puedo. —Inmediatamente ella adopta una expresión de confusión.

—¿Por qué? ¿Qué sucede? —Se acerca aún más.

—Tienes que invitarme formalmente a pasar. —Laura abre los ojos en señal de asombro.

—Ya te dije que pasaras.

—No es así. Para yo poder entrar a una casa por primera vez tienes que decir mi nombre completo, Heron Grover, y luego invitarme a pasar. —La miro con una expresión cansada. Ella se me queda viendo seria.

—¿Cómo... Heron Grover te invito a pasar? —Me observa, esperando una respuesta de mi parte. Yo suelto una sonrisa de medio lado, y alzo una ceja para acto seguido dar un paso al frente y así cruzar el marco de la puerta.

Clara queda muy cerca de mí; tanto, que sus ropas y las mías comenzaban a rosar.

La miro, ella sube el rostro y se me queda viendo en silencio.

—Sí, lo hiciste perfecto. —Digo entre un murmuro. Ella no dice nada, solo clava sus ojos en mi persona de aquella manera. Haciendo que la sonrisa que tenía en los labios se desvanezca y comience a sentir aquella sensación extraña dentro de mi pecho.

—¡Clara! —La llama Gregorio y nos hace salir a ambos de aquel extraño trance en el que nos encontrábamos.

Clara da un paso hacia atrás.

—¡Sí papá, aquí vamos! —Contesta sin quitarme los ojos de encima. Luego da la vuelta y comienza a alejarse.

Yo suelto un suspiro.

Miro a mi alrededor, la vivienda se veía muy bonita y acogedora. Tenía ese aire familiar cálido que el castillo de Lontar carecía. Fotos familiares colgadas de las paredes y sobre el borde de aquella chimenea de ladrillos al final de la sala de estar. Dos sillas mecedoras frente a una televisión vieja. Algunos libros apilados en la esquina del lugar.

Camino y me adentro un poco más en la sala de estar, veo a Clara y a Gregorio en la cocina.

Clara está... ¿llorando?

Frunzo el ceño y me enfoco en observar, pero bloqueo mi audición para no escuchar lo que allá decían; por respeto.

El padre de la chica la hala hacia él, la abraza y ambos lloran.

Bajo la mirada y me quedo pensativo con un aire de tristeza en mi interior.

Esta era la primera vez que veía llorar a la chica, y puedo decir que me partia el alma en dos... bueno, eso si es que tengo una.

Me acerco a las fotos familiares y miro los retratos. No quería entrometerme en lo que fuera que estuviera pasando en la cocina; era algo personal, entre ellos.

Veo como en las fotos se ve Clara, Gregorio y una mujer. Al igual que en todas las otras fotografías.

Miro a mi alrededor, unas pantuflas rosadas polvorientas allá en la esquina del recibidor. Al igual que unos lentes llenos de polvo posados sobre una mesita de madera a un lado de una de las sillas mecedoras

Me fijo bien, aquella silla mecedora de la izquierda tenía alguna que otra tela de araña pegada desde su parte inferior hasta el suelo. Como si hace mucho que no la usaran. La otra no teniendo ninguna.

Veo con la esquina del ojo como Clara se aleja dos pasos de su padre y se limpia las lágrimas con la parte posterior de su mano mientras su padre le acaricia la mejilla.

Clara asiente, se da la vuelta y camina en esta dirección.

Yo solo entrelazo mis manos tras mi espalda y continúo observando el lugar, pero, muy adentro mi pecho se apretaba al saber que la chica se encontraba afligida.

—Heron, mi papá puede regalarte alguna de su ropa. Así te puedes dar una ducha y quitarte todo ese lodo duro que tienes en la piel. —Dice. Yo solo me limito a asentir. No le preguntaría qué sucedió, no quiero ser entrometido. Ella me lo contaría si deseaba cuando estuviera lista.

—Gracias. Se lo agradezco mucho.

—Iré a buscarte la ropa, yo también me daré un baño. —Señala un pasillo que hay a la derecha de la cocina. Yo solo asiento.

Clara se da la vuelta, camina hacia el pasillo y desaparece en el.

—¡Oye hijo, ven! ¡Acércate! —El padre de Clara me llama con la mano mientras le veo colocar algunas ollas sobre la estufa. Yo camino en su dirección. —¿Cómo dijiste que te llamabas?

—Heron, señor. Heron Grover. —Le veo comenzar a picar una especie de jamón, junto con unas hojas y demás cosas que desconozco. Luego las mete en aquella olla.

—Heron. —Asiente. —¿Y cómo es que conoces a Clarita? —Alza la mirada por un momento y me ve. Yo trago hondo.

¿Cómo le respondería esa pregunta?

¿La conocí porque mi padre la tuvo prisionera para alimentarse de su sangre y yo la rescaté y la traje aquí?

¡Obvio que no!

¿Qué mierdas le digo?

—En el colegio. —Digo. Él alza la vista y me mira con el ceño levemente fruncido. El olor de lo que estaba cocinando comenzando a impregnar el ambiente.

—¿Así que eso era lo que hacia Clarita? ¿Por eso desapareció tan repentinamente, por ir a estudiar? —Llena la olla hasta arriba de agua y mueve el contenido en su interior con un cucharón de madera.

—Eso creo.

—Ella siempre quizo ir a la universidad, pero nunca su madre y yo le pudimos pagar los estudios. Ella estaba luchando por una beca por sus honores académicos en la escuela, al parecer sí lo logró. Solo me pregunto porqué no nos dijo nada a María y a mi antes de irse. —Coloca la tapa de la olla semi-cerrada sobre esta. Luego se limpia las manos con un trapo y sale de la cocina hacia mi dirección. —Sé que a María le hubiera gustado saber que Clarita estaba estudiando. La incógnita de no saber su paradero no le hizo bien con su enfermedad. —La expresión en su rostro es de aflicción. —Pero sabes, en parte me alegra que Clarita no haya visto a su madre en esos últimos momentos... fue devastador. —Yo trago hondo, sin saber exactamente que decir en esta situación.

Creo que ya porqué estaban llorando los dos hace un rato.

—Lo lamento. —Es lo primero que se me viene a la mente, por lo que lo digo.

Gregorio alza la vista y me ve, una sonrisa leve de labios cerrados se le forma en el rostro. Éste extiende su mano y me da dos palmadas en el hombro.

En ese momento veo como Clara sale del pasillo con ropa en sus manos.

—Papá, ¿esta están bien? —Le muestra aquella ropa de hombre que cargaba. Él asiente.

—Sí hija, cualquiera estará bien. —La chica se acerca a mí y me las entrega.

—Ven Heron, te mostraré dónde está el baño. —Se da la vuelta y comenza a caminar nuevamente hacia el pasillo.

—Fue agradable hablar con usted, pero si me lo permite... —Doy un paso atrás. El hombre asiente.

—Ve hijo, quítate toda esa mugre que tienes encima. —Ríe por lo bajo. Yo sonrío.

Caminando hacia el pasillo, veo a Clara esperarme en medio de este. Ella abre una puerta de madera y se adentra al lugar, yo le sigo.

—Mira, las toallas están allí arriba. —Señala. —Y hay jabones nuevos bajo el lavabo. —Señala nuevamente. Yo observo. —Si quieres agua caliente tienes que moverla hacia este lado, ya que está un poco dañada, y si la mueves hacia el otro no va a funcionar. —Me muertra como hacerlo, yo la miro atento. —Si necesitas algo solo avísame, ¿sí? —Se me queda viendo, yo solo me limito a asentir.

Ambos nos quedamos callados por un momento y juro que siento como mi pecho tiene aquella sensación nuevamente.

El baño era muy pequeño, por lo que estabamos algo apretados y cerca el uno del otro.

Yo me le quedo viendo fijamente a los ojos; ella con los suyos clavados en mi alma.

Escucho como el palpitar del corazón de la chica se acelera, y por primera vez en mucho tiempo... siento como si mío también los hiciera. Aunque era solo algo mental ya que mi corazón no palpitaba dentro de mi pecho, no luego de infectarme.

Coloco la ropa que llevaba en las manos sobre el lavabo y por alguna extraña razón impulsiva doy un paso hacia al frente. La chica quedando justo frente a mí.

Veo como un mechón rebelde de su cabello está justo sobre su rostro, por lo que extiendo mi mano para acomodárselo. Noto como ella sostiene un suspiro y me permite acercarme. Pero, cuando ya estoy a punto de hacer contacto físico con ella, me detengo, retiro mi mano y bajo la mirada.

Clara traga hondo.

—Me avisas si necesitas algo, ¿sí? —Repite. Yo solo doy un paso hacia atrás, me recuesto del lavado tras de mí y asiento.

Clara sale del baño con prisas y cierra la puerta tras de ella al salir.

Yo me solo me quedo pensando lo idiota que fui.

•• ━━━━━ ••●•• ━━━━━ ••

Vamos conociendo un poco más de la vida de Clara.

También, ¿creen que los guardias reales los siguieron hasta allá?

¿Qué pasará luego?

Leo sus comentarios.

Besitos de mango. XOXO

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