Divorciados [Harco]

By Just_a_MultiFan_06

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Cuando Draco y Harry, protagonistas de una fogosa relación desde su adolescencia, uno de los matrimonios más... More

Resumen
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By Just_a_MultiFan_06

Nota: Sigo sin teclado. 

***

Draco presencia el juego del equipo de Potter cuando la catástrofe ocurre

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Al día siguiente, su hija Lily les cayó de sorpresa con Vincent, muy temprano. Los cuatro terminaron desayunando en la barra del hotel mientras conversaban educadamente.

—Anoche estuve por red flú con James —dijo Lily—, dijo que le enviaste entradas al partido, padre —Draco miró a Potter.

—Sí, a Scorpius y a Albus también. Y creo que a ustedes les di las suyas hace meses —Lily sonrió—. Antes de saber que te casabas.

—Sí, y ahí estaremos. Es parte de nuestra luna de miel. Estoy segura que mis hermanos también vendrán.

Draco frunció el ceño. Él también tenía una entrada, la recibió cuando se enteró que debería quedarse para extender la mentira un poco más por tener a su hija visitando el hotel o el estadio por sorpresa.

—También vendrán todos los Weasley —agregó Potter.

—Lo sé, tía Ginny es entrenadora también —Su hija entonces lo miró con un brillo especial en los ojos que a Draco no le pasó de ser percibido, pero él tenía mejores cosas que hacer. No estaba callado porque sí, no, estaba haciendo su mejor esfuerzo en no hacer ni una mueca al sentarse, ni al moverse. Tal vez los cuarenta que tenía estaba cobrándole la gracia del día anterior.

En cuanto su hija se fue, Draco huyó a la habitación y lo primero que hizo al llegar fue acostarse boca abajo sobre la cama de forma urgente.

—¿Draco?

—Cállate, esto es tu culpa —lloró.

Harry, héroe como siempre, salió corriendo a la primera farmacia muggle que encontró. O de nomagos como le decían por allí. Cuando llegó, le puso algo sobre la mano. Al ver una pastilla, Draco dudó muchísimo. ¿Por qué una farmacia muggle? Estaba seguro que en algún lugar de Seattle debía de haber algún Callejón Diagon. Miró a Harry. Al menos estaba preocupado por él, eso ya era mucho. Al final, se tomó la pastilla muggle.

La cosa hizo efecto dos horas después.

¡Una mentira total!

Cuando Draco intentó ponerse de pie, supo que la medicina muggle, o nomagica, era una porquería.

—¿Tú no tienes que irte? —preguntó malhumorado, aun boca abajo sobre la cama.

Harry negó.

—No, Ginny puede sola con el equipo, me quedaré en el hotel, contigo.

Draco no lo dejó pasar e intentó persuadirlo de que se fuera. Si quería compensar era un poco tarde.

—Ve, eres casi su jefe. El sponsor. Ese equipo es tu dinero.

Harry sacudió el rostro otra vez.

—Nunca lo hice por dinero, Draco.

Aquello pilló a Draco por sorpresa, Potter no tendía a admitir cosas, que lo hiciera le llevó a recordar la razón por la que Potter estaba en el Quidditch: Erróneamente, por él. Pero ya no estaban juntos, por lo que Draco se cuestionó la razón actual de estar en el Quidditch.

—Potter...

—Por ti —se apresuró a decir Harry—. Por más separados que estemos... tus equipos desaparecieron —si, las Arpías no existían más y su otro equipo tampoco—, y yo...

—Oh —Draco no sabía qué hacer, ¿le lanzaba un hechizo? ¿Lo llevaba a San Mungo para ver si podían curar su estupidez?—. Tal vez, con más razón deberías de ir —¿qué rayos estaba diciendo? En el fondo, deseaba se quedara, ya que durante años nunca fue su principal opción, serlo hoy sería lindo.

—No. Tú eres más importante, el Quidditch solo es un complemento.

Oh.

¿No estaba soñando, verdad?

—¡Mierda! —se quejó Draco—. Hoy solo puedo besarte. Ven aquí.

Fue todo lo que pudieron hacer, besos furtivos, abrazos tiernos y dulces, hasta que pasó la hora del entrenamiento y tuvieron un problema. Lily apareció hecha una fiera, gritándoles que había ido al entrenamiento y...

—Oh —al ver que seguían juntos, en la misma habitación, se quedó callada—. Lo siento, yo... —las mejillas de su hija se pusieron rojas.

Entonces, Draco se maldijo a sí mismo. Ya ni siquiera estaba teniendo sexo con Potter y se comportaba como si se arrastrase detrás de suyo ante cualquier muestra de cariño. No, no creía que la mentira se había transformado en una realidad, pero... sentía que no fingía.

Mierda.

—Potter —dijo cuando su hija se fue—. Esto... lo siento, pero... creo que Lily se está haciendo muchas ilusiones. No es justo para ella.

Potter hizo lo mejor que sabía hacer, besarlo.

—Lo sé. Sé que no es justo para ella, pero tampoco estamos haciendo algo mal si... si...

—¿Si seguimos con el sexo?

—Exacto. Somos adultos. Lily no necesita explicaciones de todo. Ya prometí que al momento en que su luna de miel termine, le diré a todos que fue mi culpa, mi mentira.

Draco lo pensó. Tampoco creía que estuviese haciendo algo precisamente malo, y era cierto que no tenía que reportar el cien por ciento de su vida.

—Y yo te dije que también estaría allí porque estoy siendo cómplice de esto... —Potter sólo asintió.

Era extraño no discutir, como también era extraño que Potter pasará todo el día con él.

La noche antes del partido del equipo de Potter volvieron a tener sexo.

Sí, solo se trataba de sexo.

***

La noche del partido, Draco se encontró con James, Scorpius y Albus en el estadio. Miró a su hijo mayor que le devolvía una mirada llena de curiosidad.

—Estoy bien —le dijo cuando lo abrazó. Sabía lo mucho que James se preocupaba por él—. Tu padre se está comportando —y no estaba mintiendo—. Dale algo de crédito, sabes que nunca me ha gustado que lo juzgues por lo que pasó entre él y yo —James notó su sinceridad, por supuesto. Detrás, Scorpius y Albus intercambiaron una mirada.

—Papá —dijo James, pero dudó y solo volvió a abrazarlo—. Te veo feliz, y eso es lo que importa.

Mierda.

Detrás de los mellizos aparecieron la mayoría de los Weasley, con quien Draco tenía una relación formal y de respeto. Fingió que nada le dolía y se sentó con toda la dignidad por delante en las gradas donde, casualmente, todos estaban organizados.

El partido estaba programado para empezar a las 20 horas, pero en cuanto todos estuvieron en su lugar, el clima hasta entonces cálido se fue a la mierda. De pronto, empezó a llover sin cesar. Junto a sus hijos, a quienes se les sumó Lily y Vincent, se refugiaron en carpas que la Dirección de Deporte Mágico se apresuró a expandir y a hechizar con hechizos de impermeabilidad.

Cuando el partido empezó, Draco se olvidó del dolor, de la incomodidad generada con los Weasley, excepto Hermione y Ron, con quien pronto se vieron embargados en presagios del partido.

—¡Carajo! —gritó Ron sobre la lluvia—. ¡No veo una mierda!

—¡Ron! —chistó Hermione.

—Hermione, somos todos grandes.

Scorpius, notó Draco, hechizó la capa de Rose y se acercaron más a la baranda. Albus, por su parte, tenía un hechizo en sus anteojos y aún así parecía tener dificultades. Vincent refugiaba a Lily. James estaba con él.

—Estoy de acuerdo con el tío Ron —le susurró. Draco enarcó una ceja, sin embargo, su hijo no lo vio ya que su vista no se despegaba del campo de juego—. Creo que el otro equipo está aprovechando la lluvia para cometer faltas —gritó James. Draco asintió.

—Sí, la verdad el equipo de tu padre debería de hacer lo mismo —dijo por lo bajo. Se preguntó si Harry había abandonado jugar 100% limpiamente un partido. Las faltas eran parte del deporte. Miró por encima del hombro hacia el campo de Quidditch en tierra, en la zona de reposo del entrenador. Ginevra en ese momento gritaba como loca a los jugadores y al árbitro. Harry, en cambio, lo miraba a él.

Mierda.

Empezaba a sentir lo que tanto había anhelado, ser casi el centro del universo de Potter, o al menos, como ahora, ser tenido en cuenta.

Entonces, llegó el desastre.

Hubo una exploción en la tribuna opuesta y la gente empezó a gritar y a correr. En el lado de ellos, la gente también empezó a entrar en pánico. Draco actuó de forma rápida, sacó su varita, tomó a James de la túnica y se acercó a Scorpius, Albus, Lily y Vincent. Insistió para arrastrarlos hacia la salida. Ron estaba empleando su experiencia de Auror y tratando de tranquilizar y organizar a las personas.

—Vamos —apremió Draco—. James, cuida a tus hermanos. Lily, vamos, apurate —empujó.

—Papá, ven con nosotros —pidió Albus a su lado. Draco negó.

—Ayudaré a Ron. Ustedes vayan —miró al otro mellizo—. Scorpius, ve con Rose y su madre. Vamos —apremió otra vez. Algo pasaba a su espalda. Lo supo cuando escuchó los gritos aumentar a su espalda. Escuchó a Ron acelerando la salida de las personas. Draco vio cómo se alejaban sus hijos, sanos y salvos, sólo entonces se dio vuelta. Para ese momento, el ambiente se sentía frío. Muy frío. Muy helado.

¿Dónde estaba el ambiente pesado del verano y la lluvia?

¡Oh, no! Pensó cuando reconoció la sensación. Más personas corrían alrededor, Draco los ayudó a irse. Ron se adelantó y Draco se quedó atrás, dando acceso a una pareja de ancianos.

—Corran —les dijo.

El frío recorrió su espalda y cuando volvió a mirar, notó el primer ser flotante cubierto por un manto negro. La varita en su mano sería inutil. Su única opción era alejarse de ahí, pero no podía, había gente que salvar.

Es solo un hechizo, se dijo, y todos podrían seguir saliendo.

Otra criatura, flotando con su capa negra ondeando en el aire se acercó. Draco no pudo mover ni un músculo. Tres más se acercaron a él. Sus manos putrefactas, dedos largos estaban allí, y miles de recuerdos, todos malos, todos tristes, empezaron a reproducirse en su cabeza.

—¿Papá? —escuchó.

¡No! ¿Albus? ¿Qué hacía allí?

Alcanzó a ver de repente una decena de dementores.

No.

¡Albus, vete!

—¡Albus! —la voz de Ron.

Sí, haz que se vaya. Ayúdalo.

—¿¡Papá!?

¿James?

—¡James! Maldición, cuidado —¿La voz de Potter? —Él podía salvarlos, Patronus podría ser el tercer nombre de Harry—. ¡Draco! —Pero su voz se oía muy lejos.

—¡Harry!

El corazón le dio un salto. ¿Su familia estaba en peligro? Tenía que hacer algo. Sólo necesitaba un recuerdo feliz, pero no tenía ninguno. Su mente se llenó de más recuerdos negativos, de sus miedos más profundos. Los gritos alrededor no ayudaban. Los Dementores le sacarían el alma a sus hijos, a Potter, a los Weasley, y a quién sabe cuántas personas más. Y a él también.

No.

Sintió dolor en sus rodillas. Había caído al suelo. Las manos de uno de los Dementores, logró entrever, llevó las manos al velo que le tapaba la cara. No podía dejar que se llevara a su alma. Tenía que ayudar a sus hijos. A todos.

Algo feliz, intentó recordar.

Estos días con Harry.

Draco movió los dedos, su varita aún firmes en ellos. El ser empezó a aspirar. Draco sintió mucho frío y estaba lleno de mucho dolor, pero allí estaba, su amor por Harry y por sus hijos. Por Lily.

—Expec... —intentó—. Expe... —Tu puedes, Draco—. Expecto Patronum —balbuceó.

Cayó en el suelo cuando algo plateado se alejaba de su varita.

¿Lo había logrado?

—¡Papá!

—¡Padre!

—¡Expecto Patronum! —La voz de Ginevra fue lo último que escuchó.

***

—Estoy bien —Draco no sabía qué decía. Tenía los ojos cerrados pero gritaban su nombre y su respuesta era un impulso, como cuando sus hijos lloraban o le preguntaban cómo estaba, especialmente James, y él les decía "Estoy bien." O cuando Hermione lo visitaba y después de una charla de las últimas novedades le miraba preocupada y le preguntaba por él y su respuesta era: "Estoy bien."

No lo estaba.

Y ahora sabía muy bien que no estaba bien. Draco sentía mucho frío, creía que su cuerpo estaba cayendo, quería llorar y ni siquiera tenía fuerzas para abrir los ojos.

—¿Estás seguro de que estás bien? —le había preguntado... ¿Harry?.

—Estoy estupendamente —había contestado apenas, con voz temblorosa en apenas un aliento.

—Padre, él no está bien —Por supuesto, James se daría cuenta.

—Lo sé, James.

—Padre... tú...

Harry susurró algo pero Draco no alcanzó a entenderlo. No sentía ni su cuerpo. Sólo sentía el frío que le calaba hasta lo más profundo de su ser. No estaba bien.

Tenía toda clase de malos recuerdos:

Cuarto año. Harry buscando la posesión más preciada en la segunda prueba del torneo en cuarto año. Él intentaba disimular, pero su corazón estaba en su garganta. Ellos aún no se habían dado su primer beso, ni salían oficialmente, ¡Y el maldito no salía del lago!

El dolor en el pecho cuando Harry apareció en el medio del campo durante la última prueba con su mirada perdida y el cuerpo de Cedric Diggory.

Quinto año. El miedo latente de que el innombrable encontrará a Harry y lo matara. Su padre feliz por el regreso de su señor, su maldito odio a los sangre sucia cuando su hijo se besaba con uno a escondidas en el colegio. El miedo a que lo descubrieran.

—¿Draco? Draco, cariño, por favor —lo escuchaba, pero el océano de recuerdos seguía flotando frente a sus ojos:

Harry llorando la muerte de su padrino. Su tía Bellatrix lo había asesinado. Su corazón estaba desgarrado.

Sexto año. El día que pensó que Harry lo odiaría por tomar la marca para proteger a su familia.

La felicidad se le iba, se escurría por sus dedos y lo abandonaba.

Algo se acercó a su boca.

—Come, mastica, Draco. Amor, vamos.

¿Amor?

¿Él tenía amor?

—¡Papá! —lloró Scorpius.

Sus hijos.

Se concentró en lo que tenía en la boca. Era amargo... y dulce... No quería, intentó escupir. Draco solo quería dormir, llorar, dejar de sentir la infelicidad.

—Papá, vamos, abre los ojos, por favor —apremió la voz llorosa de Scorpius.

—Papá, por favor —Albus.

La exploción amarga y dulce explotó en su boca contra su voluntad y sintió menos frío.

Sus hijos. Sus hijos estaban allí. Ellos lo amaban. Y él a ellos.

Harry. Harry también estaba ahí, pronunciando "amor".

Empezaba a sentirse feliz de nuevo.

¡Joder!

Sus hijos estaban bien. Y Harry estaba allí, con él.

Lo entendió. Chocolate.

Con más energía masticó un poco más y finalmente pudo abrir los ojos. Ahora sí sabía que temblaba de pies a cabeza, bajo los brazos, también temblorosos, de Harry.

—Harry —musitó.

Su ex marido lloró y lo abrazó.

—¡Qué susto me has dado, Draco! Pensé que te perdía, que te perdía para siempre.

La lluvia seguía cayendo, repiqueteando contra el suelo, contra ellos. Detrás, Draco fue notando a sus hijos, a Lily y Vincent. Veía una llama a lo lejos.

—Fuego —susurró.

—Ya lo tienen controlado, papá —James.

—El Ministerio ya mandó magos y brujas —Ron.

Draco cerró los ojos, cansado, pero feliz nuevamente. Sus hijos se veían bien, solo mojados, pero con sus almas en sus cuerpos.

***

Los Sanadores estaban locos si creían que él se iría al hotel y dejaría a Draco solo.

—Ya les he dicho que no me iré hasta saber cómo está y hasta no ver que abra los ojos —respondió. La mujer Sanadora lo miró con el ceño fruncido.

—Ya le he dicho que se encuentra estable, solo necesita descansar.

—Entonces, ¿por qué no me dejan verlo? Es mi... —se aclaró la garganta—. Es mi ex esposo, ¿puede dejar que entren nuestros hijos, al menos?

La mujer pareció sorprendida y miró a los chicos. James, Scorpius, Albus y Lily estaban con él.

—Puedo dejarlos entrar de a uno, en cuanto a usted, no es porque no sea exactamente su pareja, es porque también debería descansar.

—Estoy bien —no lo estaba. Su cuerpo no dejaba de temblar—. Me he enfrentado muchas veces a los Dementores —y muy pocas veces no era afectado. Esta no era la excepción. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Recordó lo que esos malditos seres le hicieron vivir.

Usualmente, recordó Harry, todo se debía a la falta de sus padres, a los días con sus tíos, y a la muerte de sus padres. Esta vez, sin embargo, todo giró en torno al dolor que su separación con Draco dejó. Un dolor que siempre ocultó. Un dolor que hoy, sabiendo que Draco había sentido el triple o más, fue peor.

Esta no es mi casa —dijo Draco refiriéndose al que Harry hasta entonces consideraba el hogar de su familia—. No es nada más que un montón de habitaciones y un montón de cosas de las que... —Lo recuerda respirando hondo—. Odio esta casa, Potter.

Pero el dolor esta vez llegó al saber que la razón por la que Draco la consideraba un montón de habitaciones era porque siempre estaba solo.Y eso, era su culpa.

La noche en la que se vio solo y al pasar los días Draco no regresó.

El primer fin de semana con sus hijos, cuando no fue Draco quien los llevó.

Esta vez el dolor fue peor porque sabía que Draco debió quedar en Malfoy Manor en su propio dolor, el que él le causó.

Entonces, el peor recuerdo llegó, la noche cuando Draco le confesó todo.

Lo que ahora sentía Harry no era nada. Miró a la Sanadora e ignoró el temblor en su cuerpo y se llevó otro pedazo de chocolate a la boca.

—Estoy bien —Finalmente, la sanadora se dio por vencida. Lily fue la primera en entrar a ver a Draco. James se detuvo a su lado. Harry huyó a la mirada inquisitiva—. Estoy bien —repitió.

—No lo estás. Padre... —James se mordió el labio—. No lograste...

Harry cerró los ojos. No había logrado conjurar su Patronus a la primera.

Mierda.

—Estoy bien.

—Basta, ya te pareces a papá al decir algo que no es cierto. ¿Qué pasa contigo? El ataque de esas... esas criaturas no ha sido culpa tuya.

James acababa de dar en el clavo ardiendo.

—Lo es —lloró.

—No.

—Sí, porque Draco nunca debió estar ahí —Llevó la mano a su boca.

Hermione lo había ayudado con los Dementores, y fue cuando vio a Draco de rodillas. Y fue cuando pudo ver que conjuró un Patronus. Draco fue capaz. Algo le llevó a tener un pensamiento feliz. Pero el corazón de Harry volvió a caer al suelo cuando otro ser se acercaba y Draco estaba en el suelo, inconsciente. Y no fue él quien lo salvó, porque no tenía un recuerdo feliz en ese momento. Fue Ginny.

Entonces, fue cuando se dio cuenta el nivel en el que era culpable. Draco podría haber recibido el Beso del Dementor cuando no debió estar ahí. Draco estaba allí porque él le mintió a su hija y lo arrastró a su mentira. Sino, Draco nunca hubiese venido al partido de su equipo.

—¿Qué quieres decir con que él no debió estar aquí? —preguntó su hijo.

Harry dejó descansar su espalda contra la pared.

—Eso, que no debió estar en el partido. Él... —miró a su hijo—. Mentí —confesó—. Él y yo... nunca... —su cuerpo temblaba y se llevó otro trozo de chocolate a la boca.

—Deja de comer eso, lo que necesitas es una Poción Chispeante. Y por supuesto que sé que mentías. Lo sospeché siempre, pero no soy idiota, y sé qué algo está pasando entre ustedes. Y si papá no dijo nada, sé que fue por Lily —James respiró hondo—. Escucha, sé que nunca hemos tenido la mejor relación, pero eres mi padre, y te quiero por eso. Lo que nunca me gustó fue otra cosa... No le diré a Lily la mentira, pero...

—Lo haré yo. Lo prometo, cuando su luna de miel termine y regresen a casa... le diré yo. Draco no cargará con algo que yo empecé.

—No era eso lo que iba a decir.

A Harry le costó mantener la mirada en su hijo.

—¿Qué es entonces?

—No le rompas el corazón otra vez.

—No, no haré... ¿el corazón? —Oh. Una sonrisa luchó por sobresalir, pero entonces...—. No lo merezco.

—No —su hijo fue honesto—, pero todo depende de ti.

—No lo dejaré solo, nunca más, eso sí lo prometo.

—Entonces, ve por esa Poción Chispeante, porque sino, no solo no lo dejarás solo, sino que le harás compañía en la habitación de este hospital. Y no me gusta ninguna de las opciones.

Bueno, su hijo tenía razón en algo, todo dependía de él. No quería perder a Draco, no quería lastimarlo. Quería estar con él. Respiró hondo y asintió. Si Draco decidiera apartarlo de su vida, viviría con eso.

***

Cuando Draco volvió a abrir los ojos, estaba en una sala demasiado luminosa.

—Draco —Miró en dirección de donde provenía la voz.

—Potter, ¿qué pasó? —los recuerdos fueron llegando poco a poco y se sentó—. Oh, dementores... ¡Los chicos! —se alteró y se sentó de inmediato.

—Tranquilo —Potter lo empujó otra vez—. Todos están bien. James, Albus, Scorpius, Lily y Vincent están bien.

—¿Lo están? —Y recordó haberlos visto. Se relajó.

—Lo están —le aseguró Harry.

—¿Los Weasley?

—También.

—Oh, el partido...

—Ese es otro tema, lo importante es que todos están bien. Draco... casi te pierdo —Sintió sus brazos rodearlo—. Draco, sé que tienes todo el derecho a odiarme, no perdonarme nunca, pero... pero de verdad me gustaría intentarlo otra vez. De verdad —Se le llenaron los ojos de lágrimas—. Puedo entenderte ahora, puedo verlo. Por favor, por favor, dime que no es demasiado tarde. Lo es, ¿verdad? Claro que sí, mucho más de diez años tarde...

Harry, maldita sea, deja de llorar —todos creían que era una persona dura, pero Draco no podía ver llorar a nadie—. Harry... —recordó lo preocupado que estuvo por él, lo preocupado que siempre estuvo por él—. Te quiero —confesó. Era la verdad.

Harry lo abrazó con fuerza.

—Draco Malfoy —susurró contra sus labios—. ¿Quieres casarte conmigo?

—¡Oh, no! —Draco hizo una mueca. ¿En serio Harry siempre tenía que arruinar todo?—. ¡ Más despacio, Potter! No cometeré ese error dos veces.

—Lo siento, tienes razón —Harry se limpió las lágrimas—. Pero lograré que me digas que sí, esta vez, de la forma correcta.

Draco en el fondo, o no tan en el fondo, esperaba que así fuera. O al menos, esperaba no ser lastimado otra vez.

***

Un ataque en contra de los británicos. Eso había sido. Los magos estadounidenses estaban un poco locos en opinión de Malfoy, pero no lo diría en voz alta. No iba a caer tan bajo. Y no iba a discutir con Hermione después de que se llevaban bien. Apoyó la espalda contra la hilera de almohadones que James había arreglado para él y suspiró, dejando el peridico que le ganaba en amarillismo, según su opinión, a El Profeta. Era su segundo día en aquel hospital, y por fin habían llamado a Harry para el papeleo de su alta.

—Aquí tienes ropa, papá —dijo Albus, dejando un bolso sobre la cama—. ¿En serio te sientes bien? Aún estás algo pálido.

Draco lo sabía, pero de verdad se sentía bien. Sus ganas de alejarse de este hospital insípido eran más grandes.

—El sanador dijo que era el shock de los dementores. Estoy bien —tomó la ropa y empezó a bajar de la cama cuando Scorpius quiso ayudarlo—. Puedo solo, en serio —su hijo apartó las manos, sin embargo, su hijo James lo siguió al cuarto de baño, atento. A su lado, Lily caminaba diciéndole que viera, que todo era verdad, sus padres se habían reconciliado.

—Va a usar la ropa de padre sin rechistar, James.

¿Qué?

Dentro del baño, Draco miró la ropa en sus manos. Efectivamente, unos jeans y una sudadera descolorida. Apretó los labios pero se visitó igual.

Él a Potter le pasó prendas nuevas, un poco viejas, pues las había comprado una vez, lamentablemente pensando en Potter, ¿y qué recibía él? Prendas que no daban más de gastadas, sin embargo, si quería salir de allí, podía hacerlo vestido así. Llevó la mano al pecho. Su corazón latía emocionado, aunque una parte de él estaba triste. No, no por la ropa. No era tan superficial como muchos seguían creyendo, sino por el partido del equipo de Harry que fue suspendido hasta nuevo aviso. Y Harry se había pasado todas las horas con él, delegando sus tareas a Ginevra.

Vaya.

Sonrió como idiota pese a la ropa muggle que vestía. Cuando salió del cuarto del baño, Harry tenía su alta en la mano y una caja en la otra. Sus hijos estaban detrás, todos con los ojos abiertos.

¿Qué rayos?

—Yo... traía ropa para ti, pero... esa... te queda bien —Harry estaba rojo.

—¿No le propondrás matrimonio? —preguntó Lily.

—Lily —reprochó James—, deja de manipularlos.

—No lo hago —dijo Lily.

—Le pedí matrimonio —interrumpió Harry—, dijo que no, que era muy rápido —confesó y Draco quiso matarlo—, pero me lo merezco —terminó.

James respiró sonoramente y puso los ojos en blanco.

—Como sea, hay cosas más importantes, papá ahora puede conjurar un Patronus —suspiró otra vez, relajando sus hombros—. Y ni hablar, no puedes sentirte tan mal, padre. Mira lo que está usando, y no se quejó ni una vez. Y tú no te has separado nunca —miró a su padre—. Y espero que siga así.

—Nunca más —prometió Harry.

Draco esperaba que cumpliera esa promesa.

***

Nunca le dijeron a Lily que todo fue una mentira. Draco al final no tuvo corazón. En realidad, se dio cuenta que su hija era una perfecta Slytherin.

—Siempre lo supo —le dijo a Potter una tarde en Malfoy Manor, sentado en los jardines de la mansión. Harry por supuesto que se puso pálido.

—¿Qué?

—Que nuestra hija nos manipuló. Apuesto a que supo que era una mentira en cuanto las palabras salieron de tu boca, pero como no dije nada al respecto... apuesto a que su plan salió mejor de lo que esperaba. Pobre Vincent —se encogió de hombros.

El único que lo sabía, por lo tanto, era James.

—James también siempre lo supo —dijo Potter.

—Un perfecto Gryffindor —susurró Draco.

—¿Qué piensas de Scorpius y Albus?

—No lo sé. A veces creo que Albus es más Slytherin y Scorpius un perfecto Gryffindor. Pero no estoy seguro.

Las cosas iban bien entre ellos, no eran perfectas, porque las peleas a veces explotaban. Pero Harry iba a Malfoy Manor, y Draco se atrevió a ir una vez a Grimmauld Place. Aunque había algo que no había pasado, y que tampoco habían aclarado. Una tarde Harry volvía a estar en Malfoy Manor, aunque se encontró con una sorpresa.

—Jack —saludó.

—Es Matt —Le corrigió el hombre.

Harry lo sabía pero no le importó.

—Lo siento.

—Potter —Casi cantó Draco. Harry hizo una mueca. Que lo llamara Potter significaba problemas.

Mierda.

—De verdad lo siento —se disculpó otra vez, intentando parecer honesto.

Matt sonrió nervioso.

—Yo... bueno... creo que es mejor irme. Nos vemos en otra ocasión, Draco.

—Sí, adiós, Matt. Y... —Draco titubeó—. Gracias por la invitación.

El estómago de Harry se cayó a los pies. Esperó a que Draco volviera para preguntarle.

—¿Jack te invitó a algún lado?

Matt —enfatizó Draco—, y sí, Matt tuvo el agrado de venir hasta mi casa para invitarme al Banquete que realizará el padre de Luna.

—Oh, ¿qué le has respondido?

—¿Te importa? —le preguntó Draco, casualmente metiendo sus manos a sus bolsillos.

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—No —respiró hondo—. Yo... venía a... ¡Mierda! Venía a lo mismo, ¿de acuerdo? Pero si le has dicho que sí... bueno... estás en tu derecho —Por mucho que le doliera admitirlo, Draco estaba en su derecho.

Draco enarcó una ceja y cambió el peso de su cuerpo, sus manos aun en sus bolsillos.

—Pensaba que no te gustaban los bailes.

Harry hizo una mueca. Era el tema que no habían aclarado.

—No lo hacen, pero a ti te gustan.

—Potter —Potter nuevamente. Mierda—. Hace semanas Ginevra habló conmigo —Oh. Él también había hablado con ella—. ¿Por qué nunca me lo dijiste?

—Por idiota. Bueno, esperaba lograr lo que quería y... darte una sorpresa, lo que nunca hubiera sido una sorpresa porque no era lo que querías, claro y... No quiero excusarme, Draco. Ahora que lo digo en voz alta, sé que fue una estupidez. Fui un idiota, ¿ok?

Sí, una muy grande estupidez. En aquel momento jamás pensó que podía herir tanto a Draco. Quería enterrarse por lo inmaduro de pensar así. Ginevra le dijo que sí quería conseguir lo que quería, la fiesta a la que fue era la oportunidad, y esa noche simplemente se dejó vestir en túnica, no anunció la fiesta a Draco y fue por la oportunidad. No sólo no obtuvo su oportunidad, sino que sumó a las causas de su divorcio. ¿Lo peor? Ginny le confesó que en parte fue a propósito, que pensó que en ese tiempo de verdad estaba segura que Malfoy no era para él.

Bien, las cosas con ella ya no estaban bien pese a que eso había quedado en el pasado, claro está, ya que Ginny hoy estaba felizmente casada, pero aun así...

¿Cómo es que llegó a ser tan estupido y no ver que ella solo quería conquistarlo?

Draco asintió a sus palabras.

—Sí, bien, que bueno que lo admites, de verdad fuiste un idiota.

—Gracias.

—Entonces, Potter, ¿de verdad me invitas a un baile porque a mi me gustan? ¿te sacrificarías de esa manera?

—Por supuesto —la respuesta fue automática y Draco se dio vuelta para esconder la risita que alcanzó a ver.

—Le dije que no, Potter.

—Por supuesto que le dijiste que sí. Ese Park tiene suerte —Un momento, se dijo, dándose cuenta que... Oh. Le dijo que no.

—Es Matt, Potter. Y te estoy diciendo que le dije que no. Pero a ti puedo decirte que sí, en caso de que preguntes correctamente.

—¿Quieres ir al baile del padre de Luna conmigo?

—Sí, sí quiero.

Wow.

—Quiero ver la cara de Patt cuando nos vea en el baile.

Draco puso los ojos en blanco. ¡Ya! Empezaba a pensar que Potter no lo hacía a propósito, de verdad no captaba el verdadero nombre del familiar de Luna. Sacudió la cabeza y se dio por vencido, no lo volvería a corregir, aunque intentaría cuidar al bueno de Matt del idiota de Potter.

—Bien —dijo finalmente, sacando las manos de sus bolsillos cuando Potter abrió los brazos y empujó en un abrazo.

***

James bebió un poco de su cerveza de manteca y dio otra ojeada a donde estaban sus padres, bailando. Ok, su padre solo intentaba bailar. Su papá era quien realmente bailaba. Los había visto discutir, pero no parecía nada serio.

—Se están llevando mejor de lo que alguna vez he presenciado, que no ha sido mucho —dijo a su lado su hermano Scorpius—. Estoy realmente sorprendido —se encogió de hombros—. Me gusta ver a papá feliz y a padre no haciendo algo estupido y engañandose a sí mismo de que se odian, ¿sabes? Aunque llegué a pensar de verdad que se odiaban.

James asintió.

—Sigo pensando que padre la tuvo fácil, pero... no había visto a papá tan feliz en años.

—¿Perdonarás a Lily?

—Argh, ya lo hice, ¿cómo estar enojada con ella cuando se la pasa haciendo mohín y llorando?

Scorpius asintió y bebió su propia cerveza.

—¿Crees que se casarán de nuevo? —preguntó a su hermano de repente, mirando a sus padres.

—Pues, no lo sé. Aunque me enteré que están viendo casas juntos.

—Sí, papá habló conmigo, quiere dejarme Malfoy Manor porque la rechazaste.

—¿La aceptaste?

—Sí, no sin antes hablar con Albus. Él aceptó Grimmauld Place.

***

Albus se bebió su cerveza de manteca. Frente suyo, Lily bebió la suya, tarareando alguna melodía de las Brujas de Manceb que sonaba en la fiesta, a su lado estaba su esposo, con la mirada embobada.

—Entonces... —dijo Albus.

—Entonces, mi plan salió perfecto —Lily rió—. Yo sabía que nuestros padres aún sentían algo muy fuerte el uno por el otro, pero eran demasiado jóvenes, y nos tuvieron demasiado jóvenes. Ahora, más maduros, estaba segura que podían hacer las paces y ser felices de una vez por todas.

Albus sacudió la cabeza y sonrió. Cuando Lily y Vincent llegaron a su piso, con esta idea tan loca y descabellada de fingir haber dejado a reciente marido porque el trauma de sus padres era demasiado grande, y obligarlos a acercarse, pensó que estaba loca y no iba a funcionar, pero Lily era insistente y tenía una mirada que hacía que después de unas palabras y unas lágrimas cedieras a sus planes.

—Aunque la verdad —dijo Lily—, no pensé que iba a salir tan bien. Es decir, en verdad quedé en shock cuando los vi besarse. Y ni qué decir cuando padre dijo que estaban intentando. Yo solo quería que pasaran más tiempo juntos —se encogió de hombros—, y se reencontraran.

—Bueno, no te dejaron estar separados mucho de Vincent —el muchacho respiró aliviado, interviniendo por primera vez:

—Eso fue buenísimo. Pudimos tener hasta una luna de miel.

—Albus —Lily lo llamó—. Recuerda, ni James ni Scorpius pueden enterarse de esto. Nunca.

Albus suspiró y asintió, aunque sospechaba que sus hermanos lo sabían perfectamente. Incluso sus padres.

***

Dos años después:

El Profeta: De pareja maldita a pareja de oro

Harry Potter y Draco Malfoy se casan por segunda vez a escondidas del mundo mágico. Todo parece indicar que el pasado fin de semana la pareja que ha sido vista en varios bailes y banquetes de la mano, evidentemente reavivando una relación que todo el mundo dio por inadecuada, finalmente ha vuelto a dar el sí.

A diferencia de la última vez, el mundo mágico parece considerarlos el uno para el otro. Son muchas las fotos de ambos en el Callejón Diagon, paseando con sus primeros nietos, las mismas que han llenado los ejemplares más vendidos de Corazón de Bruja. Draco Malfoy incluso ha ganado un premio al Mago más Elegante y su local junto a su socia ha abierto una sucursal fuera de Londres. Harry Potter, por otro lado, dejó de ser el entrenador de su equipo de Quidditch y está retirado. Se dice que viven juntos en un barrio muggle, pero nadie ha descubierto su dirección.

Finalmente, parece que podrán ser felices. 


-Fin-

Nota:

La verdad el epilogo era otro, pero lo descarté y cuando me arrepentí ya lo había eliminado y ya estaba... no tengo más ganas de seguir peleando el teclado inalambrico. 

Muchas gracias por leer :) 

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