ERA UN DÍA COMO CUALQUIER OTRO, me encontraba recostada en el sofá viendo Netflix mientras Cuchillo boludeaba en Instagram, de vez en cuando dándose media vuelta para mostrarme algún reel dr memes, gatos o cuidado de cabello curly, no le gustaba que me alisara el pelo.
La puerta del setup de mi novio se abrió de par en par y el salió de aquél lugar con las manos entrelazadas, Mierdón medio somnoliento pasó por detrás de él, haciendo ruido por sus uñitas.
— Cariño.— Me llamó, levanté la vista mientras me agachaba para recoger en brazos al perro que le pesaba el culo para poder subir.— Tengo algo que decirte.—
— Estás embarazado.— Su sobrino rió pero se calló la boca cuando Mihail lo miró.
— ¿Recuerdas que yo hace unas semanas te hablé de un amigo mío?— Le hice un ademán con la mano para que continuara.— Que ese amigo iba a pelear en la velada.—
— Ah, si.— Asentí con la cabeza mientras amasaba a Mierdón.— ¿Viruzz, no?— El hizo que si mientras daba vueltas frente a mi, estaba nervioso.
— Bueno pues resulta que no va a poder pelear.—
— Ay amor, que garrón.— Me agaché a darle un besito a Mierdón pero la voz de mi pareja me hizo volver a prestarle atención. Se frotaba las manos con insistencia.
— Me ofrecí para pelear por él.—
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Y allí estaba yo, como todos los días a la mañana siendo despertada por el ruido que hacía Mihail antes de irse a entrenar para la Velada, hacía una semana y media que había dado el sí, tenía solo un mes para prepararse por lo que se levantaba temprano.
Llevábamos peleados desde ese día, no me gustaba pelear con él pero no había nada que pudiese hacer para que se me fuera lo ofuscada, me daba igual que peleara, me daba igual que entrara, me molestaba que no me tomara en cuenta ni para una decisión tan estúpida como aceptar formar parte de un evento.
Su sobrino estaba haciendo de mediador entre nosotros, si bien no estaba de acuerdo con ninguno de los dos.
Abrí los ojos con desgana para ver a mi novio sentado frente a mi.— Me gustaría que me acompañaras a entrenar hoy.— Suspiré, se me estaban pegando las sábanas.— ¿Sigues enojada?— Él siempre metiendo el dedo en la llaga, si ya sabe como soy para que me sigue el cuento.
Me di medía vuelta para darle la espalda.— Cortala.—
— Pero yo que te he hecho.— Se me tiró encima, me estaba aplastando pero no iba a ceder
— Me haces sentir como que no tengo cabida en tu vida.— Le recordé.
— No pensé que te iba a molestar tanto que tome una decisión sin consultarte.— Me dijo antes de darme un besito en el cachete.
— Es que si fuese solo una vez que lo hubieras hecho.— Empecé, hizo el amago de corregirme el habla, me acomodé debajo de él.— No me molestaría porque es tu vida...— Me dió un pico, quería que me callara y yo quería seguir.— Pero lo haces con todo, después estoy yo, la pelotuda, que te pido permiso hasta it a cagar.—
Se sonrió antes de empezar a dejarme besitos en el cuello y las mejillas.— Lo siento.— Le pegué en el pecho con la mano abierta, el me atrajo en un abrazo.— Lo siento mucho, prometo que cuando quiera cagar voy a pedirte permiso.—
No me podía concentrar teniéndolo encima.— No te burles de mi.— Me escondí en su cuello, apretando los labios contra su piel tibia, olía riquísimo.
— Jamás podría.— Me susurró en el cuello.
— ¿Y si mejor nos quedamos acá por hoy?— Le propuse, pasando mis manos a lo largo de su espalda.
— Tentador, pero tengo que ir a entrenar si quiero dedicarte la victoria.— Me dejó un último beso en el pulso antes de levantarse, me hice una bolita en la cama.— ¿Vas a acompañarme?—
— En un minuto.—
Si mis nervios eran notorios cuando supe la noticia ahora lo eran más al ver la clase de entrenamiento que llevaba a cabo mi Mihail.
Sentadita en una de las máquinas y con la ropa de deporte puesta, subía y bajaba una pesa de poco número que se suponía iba a fortificar mis brazos fofos, quizá esta era la oportunidad perfecta para tonificar un poco mis glúteos también pero me daba vergüenza pedir ayuda.
No entendía bien lo que veía, solo sabía que tenía una mezcla de calentura y miedo de ver a mi novio pegarle a cosas todo sudado, con estos ejercicios y gracias a algo que me explicó del pesaje había bajado los kilitos de más que tanto me gustaban, cada vez tenía más musculatura.
Me llevé las manos a las orejas para enfriarlas.
estaba asustichonda
Dejé de lado las pesas y me acerqué a él cuando terminó mi entretenimiento, digo..., su entrenamiento.
Le rodeé el cuello con los brazos y el no perdió la oportunidad de apretarme el culo, con la mano bien abierta le pegué pero ni se inmutó.
— Te quedan muy bien los shorts.— Me sonrió antes de darme un piquito.— Voy a traerte todos los días aquí apenas termine esto de la velada.—
—¿Cuando termine?—
— Me distraes, no puedo esperar a llegar a casa.— Le volví a pegar, esta vez más fuerte, un chico jovencito de volteó a vernos algo escandalizado, hundí la cara en el pecho del búlgaro.
— Hijo de puta.—
— Sueles decírmelo con otra voz.—
Esta vez el golpe en seco resonó en todo el gimnasio.
NOTA DE LA AUTORA:
La actualización masiva de hoy es culpa de mi hija DWitchEs que me convence de hacer cosas.
mi esposa ariiii_03 por su parte no estuvo tan de acuerdo
pray para que no muera ni se acueste a la una.