El padre Ángel se incorporó con un esfuerzo solemne. Se frotó los párpados con los huesos de las manos, aparte del mosquitero de punto y permaneció sentado en la estera pelada, pensativo un instante, el tiempo indispensable para darse cuenta de que estaba vivo, y para recordar la fecha y su correspondencia en el santoral. < martes cuatro de octubre>, pensó; y dijo en voz baja: <San Francisco de Asís>.