EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSI...

By MariaRose95

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Park JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta un día de que acaba de llegar un nuevo v... More

INTRO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO ONCE

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By MariaRose95

JiMin no suele soñar mucho. Considerando el cansancio que carga la mayoría del tiempo y de las pocas horas que tiene para dormir, pareciera que su cuerpo no consigue la paz suficiente como para caer en el reino de los sueños tan fácilmente, sin embargo, hay pequeños momentos en donde algunas imagenes se cuelan en su subconsciente y se transforman en una pequeña película.

El sueño en cuestión comienza en un prado verde brillante que se extiende por todos lados bajo el azul y brillante cielo despejado. Un escenario de película tan perfecto que se siente incómodo. JiMin está caminando en soledad, no hay árboles cerca, sólo el basto cielo y el sonido de la maleza chocando entre sí. A pesar de la vista, él se siente incompleto y está buscando algo, pero no está seguro de qué es, sólo sabe que lo ha olvidado y de que está desesperado por encontrarlo. Mientras más camina, más se da cuenta de que hay cosas que no están bien, que el pasto en realidad no es tan verde, de hecho está seco y es marrón. El cielo azul no es tan azul, en realidad es una mezcla de rojo y morado. El aire se siente pesado y el escenario perfecto desaparece.

De repente, JiMin escucha una voz a lo lejos llamando por él, es una voz pequeña. Un niño. JungKook. Recuerda la existencia de JungKook y él corre, no sabe dónde está, pero corre en su búsqueda. No hay árboles ni montañas ni rocas donde JungKook pueda esconderse, sólo un infinito horizonte de pasto verde que en realidad no es verde y de cielo azul que en realidad no es azul.

Entonces, lo ve.

JungKook está de espaldas a él, completamente quieto, pero su llamado sigue oyéndose desesperado. JiMin comienza a llorar y corre en su dirección, pero se siente cada vez más alejado de él, no avanza, no se mueve. JiMin se desespera, su corazón se acelera con terror y comienza a llamar a JungKook para que vaya hacia él, pero JungKook no se mueve.

JiMin cae de rodillas, llorando con desespero, sus lágrimas nublan su visión y empapan el pasto verde que en realidad es marrón. No. Ahora es negro y está quemado. Hierve. El bosque está en llamas.

Cuando JiMin levanta la mirada, JungKook está enfrente a él. Sigue de espaldas, pero está cerca. Él jadea en alivio y extiende su mano para tocarlo, pero cuando toma su brazo, JungKook se transforma en ceniza.

JiMin despertó de un brinco, abriendo los ojos de golpe y llevando su mano a su corazón acelerado. Se da cuenta rápido de que fue solo fue una pesadilla y de que todo está bien, pero le toma un momento recobrar la compostura.

—Mierda... —murmuró, sobando su rostro con su mano.

Otra pesadilla.

Tomó una bocanada de aire antes de suspirar y parpadeó con cansancio, mirando los alrededores de una habitación que no reconoció como suya.

Oh, seguía en casa de YoonGi.

Estaba seguro de que la noche anterior pensó en que debería volver pronto a casa y no recordaba mucho más. Sonrojado y plenamente consciente de los eventos que los llevaron a estar en esa cama en primer lugar, JiMin se sintió todavía más abochornado al darse cuenta de que estaba llevando la camisa blanca que YoonGi tenía la otra noche y en sus piernas seguían metidas en el pantalón de su uniforme.

Había dormido en la cama de YoonGi, pero no había señales de él por ningún lado.

De repente, el aroma a comida hizo rugir su estómago y él se deslizó fuera de la cama, luego dio un par de pasos hacia la salida de la habitación. Para su gran sorpresa, en la mesa, se encontraba JungKook tomando un largo trago de jugo de naranja mientras YoonGi removía un par de huevos revueltos en la sartén.

—¡Buenos días, papi! —saludó su hijo con una enorme sonrisa, arrodillado sobre la silla para verse más alto sobre la mesa.

YoonGi giró su cabeza para mirar a JiMin y le dedicó una sonrisa amorosa. Está vistiendo sus pantalones de pijama y una camiseta negra que se nota que usa de pijama porque tiene una manchada de cloro en la espalda.

—Ah, ¿despertaste? Buenos días.

JiMin podía jurar que se había derretido ahí mismo.

—Buenos días, mi amor —le respondió a su hijo—. Buenos días para ti también, Yoon —El alfa le hizo su típico gesto con la nariz—. ¿Hace mucho que están despiertos? —se acercó a JungKook primero para darle un beso en la frente que hizo reír al niño.

—Creo que solo media hora. Fui a buscar a JungKook para que comiéramos el desayuno aquí, y como te veías tan cómodo durmiendo no quise despertarte hasta que todo estuviera listo —le explicó mientras JiMin caminaba hacia la cocina para de cerca lo que el alfa estaba cocinando—, pero creo que él tenía mucha hambre —hizo un gesto hacia el niño, quien no dejaba de meter porciones a su boca.

JiMin se rió de la imagen.

—No tenías que hacerlo —le dijo conmovido, YoonGi se encogió de hombros.

—Sólo me pareció lo correcto, no quería que JungKook despierte en casa solo y sabía que ibas a estar muy cansado, considéralo un favor —le dijo como si estuviera orgulloso de sus acciones y con razón. JiMin sólo podía pensar en que tendría que pagarle por todos esos favores y lo haría gustoso—. ¿Quieres más huevos revueltos, Kookie?

—¡Sí, por favor! —alzó su plato vacío.

JiMin sonrió por la manera en la que YoonGi fingía que la sartén era un avión y anunciaba la descarga de la mercancía en el plato de JungKook como todo un soldado. JungKook se colocó la mano en la frente en forma de un saludo militar y tomó otro trozo de pan para comerlo con el huevo.

—¿Alguna vez te han dicho que eres fabuloso con los niños? —preguntó JiMin una vez que YoonGi regresó a la cocina.

—Si, pero solo mi hermana —se rió, colocando la sartén sobre el fuego una vez más—. Tuve muchos primos pequeños que aprendí a cuidar y cuando nacieron mis sobrinos yo era el principal niñero de emergencia, así que es una habilidad que desarrollé con los años —contaba mientras reventaba un par de huevos sobre la sartén—. ¿Revueltos o fritos?

—Fritos, por favor —se cruzó de brazos y apoyó su cadera contra la encimera de la cocina mientras YoonGi se encargaba de su desayuno—. ¿Y alguna vez has pensando en tener hijos propios?

YoonGi quedó estático de golpe y JiMin se dio cuenta de que esa pudo haber sido una pregunta extraña.

—Sólo pregunto por curiosidad, nada más —se adelantó a decir, sintiendo el calor subir a su cara por lo malinterpretables que podían ser sus palabras—. Por la manera en cómo eres con los niños, cualquiera pensaría que te interesa ser padre, pero no tienes que contestar si no quieres, es una pregunta salida de la nada —trató de explicarse.

YoonGi, a pesar de que se notaba que había sido tomado por sorpresa, se rió para aligerar el ambiente.

—Uh... En realidad... nunca fue algo que estuviera en mis planes —comenzó, un poco titubeante—. No me emociona la idea de un bebé delicado que tenga que cuidar, me gusta pasar tiempo con niños, pero tener uno mío se siente demasiado para mi —parecía estar tratando de encontrar las palabras correctas frente a la mirada de JiMin—. A pesar de que los alfas siempre tienen la idea de "woof, embarazar, woof, bebés", yo no tengo mucho interés. Por eso me hice la vasectomía.

JiMin se quedó sin palabras un segundo, procesando no solo el hecho de que el alfa enfrente de él le acababa de lanzar tal información como si nada, sino también que dentro de su mente, muy recóndito en su cerebro, había un pedazo que se lamentaba de que el alfa no fuera a dejar nada de su existencia para la posteridad.

—Oh, no sabía eso —le dijo sin ocultar demasiado su sorpresa.

—No es algo que suelo decir así como si nada —se rió, mirando los huevos un momento—. Bueno, dijiste fritos, pero creo que van a quedar revueltos.

JiMin miró el interior de la sartén, divertido por cómo los huevos se habían destrozado bajo el intento de YoonGi de despegarlos para servirlos.

—No pasa nada, me gustan revueltos también.

—Perfecto —movió la espátula en círculos y terminó de cocinar el par de huevos en cuestión—. Sobre lo de la vasectomía, me la hice hace unos cuantos años, cuando tenía dieciocho pasé un susto de muerte y fue ahí que decidí hacerlo.

—Por la diosa, no me digas que... —a JiMin le pareció graciosa la escena, un poco muy cerca de su propia experiencia.

YoonGi sólo lo miró con una mueca que le confirmó lo que estaba pensando y JiMin rió, negando con la cabeza.

—¿Y si ese susto no hubiera quedado como uno? —esta vez quizá sí lo estaba poniendo a prueba, pero YoonGi no lo notó porque estaba muy ocupado sirviendo los huevos fritos-revueltos de JiMin.

—Pues mi padre me habría cortado la cabeza si no me hacía cargo, pero iba a ser realmente complicado. Los bebés no son lo mío, es algo que simplemente sé. Mi sobrino mayor casi se me cae cuando lo cargué por primera vez.

JiMin se carcajeó.

—No te rías, mi hermana casi me mata —se quejó con gracia.

—Creo que cualquier padre te habría matado.

—Sí, puedo imaginarte apuñalándome con el bisturí —molestó YoonGi.

Sin embargo, la imagen que se formó en la cabeza de JiMin fue totalmente diferente y en ella, YoonGi estaba cargando a JungKook con una sonrisa en su rostro.

Oh.

—¿Desayunamos? —la pregunta de YoonGi lo sacó un segundo de su burbuja.

El alfa se encontraba sirviendo los platos sobre la mesa mientras JungKook terminaba su segunda ronda de huevos.

JiMin asintió y se sentó en la mesa, tomando los cubiertos para comenzar a comer su desayuno. JungKook se encontraba sentado frente a él, distraído con su comida como si estuviera disfrutando el mejor de los manjares y JiMin se sintió extrañado porque era la primera vez que lo veía tan emocionado por el desayuno.

—¿Tienes mucha hambre?

—Sí —le respondió con la boca llena, tomando la última mordida de pan con huevo.

JiMin sonrió con ternura.

—Ten cuidado, no te vayas a atorar...

JungKook asintió, masticando con sus mejillas llenas de comida.

—Está comiendo mucho —comentó YoonGi, sentándose al lado de JiMin.

Inmediatamente después, el omega recordó lo que el alfa le había dicho la otra noche sobre el apetito de los alfas.

—Hm, tienes razón —comentó, apoyando su mejilla contra su mano mientras veía a su hijo tomar su jugo—. Quizás deberíamos ir a ver al doctor SungDeuk.

JungKook abrió los ojos con sorpresa y dejó su vaso sobre la mesa.

—¡No! ¿Tenemos que ir? ¡Ya no voy a comer! —negó con la cabeza.

—Ay bebé, solo será para revisarte, nadie te va a inyectar.

—¿No te gustan las inyecciones, Kookie? —preguntó YoonGi con un deje de gracia, el niño volvió a negar con una expresión aterrada en el rostro.

—¡No, papi! ¡Por favor! —se lamentó, transformándose en un ovillo sobre el borde de la mesa para esconderse.

—Es que la última vez que vimos al doctor SungDeuk fue para que lo inyectara contra la varicela —le explicó a YoonGi—, pero esta vez no iremos a eso, lo prometo —extendió su mano para tocar su cabeza y que JungKook lo mirara—. De verdad, mira —enseñó su meñique.

JungKook lo miró con desconfianza un momento, pero finalmente extendió su mano para estrechar ambos meñiques juntos. La última vez, JiMin lo había engañado para que no se preocupara con la visita al hospital, pero JungKook pensaba que el helado que su papá le iba a comprar era por buena voluntad, no como un premio luego de una inyección, el omega omitió ese importante detalle y el niño comenzó a desconfiar un poco de las visitas al doctor.

—Si no tuviera una motocicleta, te daba el aventón —le dijo YoonGi con una culpa palpable.

—No te preocupes, has hecho mucho por nosotros, pedirte un aventón sería aprovecharnos.

YoonGi negó con la cabeza.

—Jamás sentiría que se están aprovechando.

—¿Nos vamos a subir a la moto del señor YoonGi? —preguntó JungKook emocionado, apoyando sus codos sobre la mesa para acercarse más al par.

—Tú definitivamente no estarás cerca de una moto hasta que, como mínimo, cumplas dieciocho años —lo señaló y JungKook hizo un puchero, colocando el mentón sobre la mesa con cara de enojado.

—Yo creo que me subí a mi primera moto a los diez años —comentó YoonGi como si estuviera buscando un recuerdo más lejano en sus memorias.

—Perdón, pero tus padres son unos irresponsables —JiMin se oía ofendido.

YoonGi se carcajeó.

—¿Por qué tú si te subiste a la moto del señor YoonGi y yo no puedo? —preguntó JungKook con sus cejas fruncidas.

JiMin parpadeó.

—¿Cómo sabes que...? —miró a YoonGi, quien se había quedado quieto con la comida a medio llegar de su boca—. ¿Le dijiste?

YoonGi se metió la cuchara a la boca.

—Él preguntó —acusó a JungKook y JiMin levantó ambas cejas por lo infantil de la respuesta.

—¿Es en serio?

—Señor YoonGi, ¿puedo tener un casco del señor fantástico?

—Mira, JungKook... —comenzó JiMin, incrédulo por haber sido ignorado.

De repente, el celular de YoonGi comenzó a resonar sobre la encimera de la cocina, así que el alfa se excusó para levantarse y contestar. El silencio reinó cuando YoonGi comenzó a hablar con la persona al otro lado de la línea y JiMin continuó comiendo mientras le echaba una mirada a JungKook. El niño le sacó la lengua de manera juguetona y el omega se colocó una mano en el pecho, parpadeando ofendido, a lo que JungKook se rió bajito por la travesura, cubriendo su boca con sus manos hechas puños.

—¿De verdad? ¿Qué hora es? —YoonGi esperó la respuesta del otro lado—. Sí, es tarde, ya sé, pero no te vas a morir si no llego en cinco minutos, estoy muy seguro de que puedes encargarte de esa Harley en lo que yo llego —se quedó callado, escuchando—. Pero hazle entender al dueño que sí o sí la tiene que dejar un día, mínimo.

JiMin comió otro bocado de su comida y buscó algún reloj cerca para saber la hora. Había dejado su celular en alguna parte de la casa y ahora mismo no tenía mucho concepto del tiempo, pero sabía que no podía ser tan temprano por el calor y el brillo del sol.

—¿Está todo bien? —preguntó JiMin cuando YoonGi colgó.

—Sí, sí —YoonGi hizo un ademán con su mano, restándole importancia—. Era del trabajo.

—Oh, ¿estás llegando tarde? ¿Qué hora es?

—Las once —contestó, sentándose en su silla mientras JiMin agrandaba los ojos en sorpresa—. ¿Qué?

—Yoon, tienes que ir a trabajar —le dijo como si no lo supiera ya.

—Sí —respondió como si nada, comiendo con calma su propio desayuno—, pero soy el jefe, nadie puede decirle nada al jefe —lo miró como si estuviera presumiendo.

JiMin retuvo el impulso de virar los ojos. A veces olvidaba que YoonGi era un alfa.

—¿Cuándo es la hora de entrada?

—Nueve.

—¡Yoon! —se quejó—. ¿Por qué no nos dices nada? Estamos aquí sentados y tú deberías estar yendo a tu taller.

—Está bien, no pasa nada —le sonrió con calma, divertido por la situación—. Les avisé que iba a llegar tarde hoy de todos modos, es sólo que me llamaron porque llegó una Harley con un problema en el motor y no quieren arruinarlo, así que como yo soy el jefe me quieren echar la responsabilidad a mi.

—No estaría muy seguro de por qué una Harley sería un problema grave, sigue siendo una moto, ¿no? Se supone que saben de motos —JiMin dudó.

—Es una Harley-Davidson Street Glide, ¿sabes cuánto cuesta una de esas? —JiMin negó con la cabeza, inseguro de querer saber la respuesta—. Son entre veinte y treinta mil dólares —se veía un poco emocionado cuando lo dijo y JiMin lo comparó a la emoción de JungKook cuando hablaba sobre el Señor Fantástico—, ¿sabes cuánto es en wones?

—Ni idea, soy de humanidades, pero me imagino que es un monto que tendría a mi salario mínimo llorando por un año —resopló con gracia.

—Estoy de acuerdo —acompañó con una risa—. En fin, ellos no quieren meter la pata y yo tengo mucha más experiencia con las Harleys, así que me necesitan, pero que se esperen, estoy desayunando —frunció un poco sus cejas, su tono bromista encima como siempre mientras continuaba con su comida.

Esta vez JiMin sí viró los ojos y continuó comiendo, aunque aceleró un poco el paso para no quedarse demasiado tiempo en la casa. No quería retrasar a YoonGi.

—Señor YoonGi, ¿más tarde vamos a ver la película de BT21? —le preguntó JungKook de repente, quien se había bajado de la silla para jugar un poco con Holly. Se encontraba lo suficientemente distraído acariciando al cachorro como para notar la expresión de extrañeza que le dedicó JiMin.

—Uh... —el alfa miró a JiMin.

Bueno, él se tenía que encargar de eso.

—Kookie, hoy no te vas a quedar con YoonGi —le dijo con cuidado.

De inmediato, el niño levantó la cabeza y sus ojos se cargaron de una tristeza mortal.

—¿Qué? —preguntó decepcionado, intercalando su mirada entre los dos—. ¿Por qué no?

—Ay, bebé —se lamentó JiMin—. Lo de estos días era un favor porque la señora Hwang fue a visitar a sus nietos, YoonGi seguro tiene cosas que hacer en la semana, no se puede quedar contigo siempre —miró un segundo al alfa, esperando que este no quisiera refutar sus palabras, pero él se quedó callado, sólo dejando que JiMin hablara.

Bueno, YoonGi conocía su límite.

—Pero... pero íbamos a ver la película de BT21 —se acercó a YoonGi rápidamente, formando un puchero lleno de tristeza—. Usted dijo que la íbamos a ver...

YoonGi formó una mueca dolorida y colocó su mano sobre el cabello de JungKook para acariciarlo un poco. JiMin retuvo el aliento, mirando el intercambio con el corazón derretido. Sin embargo, estaba seguro de que JungKook estaba a punto de armar un berrinche y no quería que YoonGi presenciara eso.

—Lo siento, chiquitín. Podríamos verla el próximo fin de semana.

Lentamente, la mueca de tristeza en el rostro de JungKook se contorsionó y él abrió su boca, comenzando un llanto desolado que rompió el corazón de ambos adultos. Incluso de Holly, que se acercó a su costado para olfatear su cara, tratando de llamar su atención con pequeñas lamidas que JungKook apartó.

JiMin hizo amago de levantarse para consolar a JungKook, no queriendo incomodar de más a YoonGi, pero se quedó paralizado en su lugar cuando vio al alfa tomar el rostro de su hijo para limpiar sus lágrimas con sus pulgares, gentil en su tacto y cuidadoso con sus palabras.

—Lo siento Kookie, no te pongas triste —le pidió con voz dulce, pero el niño continuó llorando, sus manos aferradas al pantalón de YoonGi—. Nos vamos a ver el fin de semana, ¿sí? Podemos hacer algo los tres ahora que tu papá también estará libre y luego venimos a casa para ver la película, ¿qué te parece? ¿No es un mejor plan que verla nosotros solos?

JungKook sorbió su nariz, mirando a YoonGi como si estuviera pensando seriamente en ambas opciones. Seguro ya estaba convencido de que su vecino iba a ser su niñero a partir de ahora, y JiMin entendía la preferencia porque la señora Hwang era una abuela tranquila que mantenía distraído a JungKook con manualidades o haciendo cosas en la cocina, pero YoonGi tenía mucha más energía para jugar, saltar, y hacer el roleplay que hacen los niños. Claramente su hijo se había acostumbrado demasiado rápido a la diversión y no quería perderla.

—Papi —llamó a JiMin—. ¿Vamos...? —sorbió su nariz—. ¿Vamos a ver la película?

—Podemos fijarlo como un plan, claro —asintió—. No tenemos nada más que hacer el fin de semana.

JungKook volvió a mirar a YoonGi y levantó su mano, extendiendo su meñique hacia él para hacer una promesa. El alfa no dudó en corresponder, enroscando su dedo como JiMin había hecho momentos antes.

En ese momento, JiMin se dio cuenta de que JungKook definitivamente se había encariñado con su vecino y de que no había marcha atrás.

El calor abrasador del verano podría ser una bendición para muchos, pero una maldición para todos aquellos que no poseían los recursos suficientes como para disfrutarlo en piscinas privadas, públicas o en la playa, también para aquellos que no gozaban la suerte de tener aire acondicionado en el interior del auto, como Kim TaeHyung.

—Les prometo que con mi siguiente sueldo voy a arreglar esta porquería —le dijo al par que estaban con él mientras golpeaba suavemente el tablero de su auto, la luz roja del semáforo le daba un par de segundos para descargar su ira con el aparato roto—. No entiendo por qué se dañó.

—Yo tampoco tengo idea, pero ponerlo al máximo todo el tiempo y pegarle cuando no enciende puede tener algo que ver —JiMin peinó su castaño cabello hacía atrás, descansando la cabeza en el respaldo del asiento del copiloto.

—Perdón por no quererme morir de calor —se quejó como un niño y se acomodó en el asiento, mirando un segundo a JiMin—. ¿Crees que tu amigote me de un descuento si voy a su taller? —preguntó sólo para molestarlo, arrancando cuando la luz cambió.

JiMin lo miró de soslayo y TaeHyung se rió entredientes.

—Su taller está especializado en motos —colocó su codo encima del borde de la ventana abierta, su puño siendo soporte de su cabeza—, pero creo que hace poco comenzaron a arreglar autos también...

—Cualquier vistazo que le echen está bien, no me importa si saben más de motos —el viento que entraba por la ventana removía su cabellera con entusiasmo y él tenía que alzar un poco la voz para ser escuchado bajo el sonido de las ráfagas chocando contra sus orejas—. No puedo vivir sin aire acondicionado.

—Bienvenido a la pobreza, corazón.

TaeHyung chasqueó la lengua.

En los asientos de atrás, JungKook dormitaba con el viento golpeando su cara de manera refrescante. Era temprano, específicamente las diez y media de la mañana, y JiMin había conseguido una cita médica para ese día, jueves. La semana había pasado con calma, pero el omega comenzó a notar muchas cuestiones que lo estaban preocupando acerca de la presentación de JungKook y su cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina, así que debía ir a que un profesional lo viera más pronto que tarde.

TaeHyung se ofreció a llevarlos en el momento que JiMin le contó lo que sucedía, así que ahí estaban, estacionando en la entrada del hospital para la cita con el doctor SungDeuk, aquel que trajo a JungKook al mundo y quien era su pediatra de confianza.

—Gracias por traerme, Tae —JiMin le sonrió mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad—. Luego de salir de aquí tenemos que ir a almorzar pollo frito.

—Por la diosa, ¡sí! —celebró—. Y no hay de qué, Mimi. Avísame cuando salgas para pasar por aquí, iré a hacer unas compras y vuelvo, ¿sí?

—Sí, no debería tomarnos más de una hora —le dijo antes de abrir la puerta.

—Por cierto —JiMin se regresó, mirándolo con curiosidad—, te ves diferente.

—¿Eh?

—Es como si tu cara te brillara más o algo así.

JiMin se tocó la cara, dudoso de qué era exactamente lo que quería decir TaeHyung. Sin embargo, su amigo solo sonrió y tomó una de sus mejillas con cariño.

—Te ves feliz.

Entonces, el corazón del omega dio un vuelco y una sonrisa tímida apareció en su rostro. TaeHyung supo exactamente cuál era la persona en la que JiMin estaba pensando en ese momento y se rió, negando con la cabeza porque no podía creer que en serio estuviera viendo a su mejor amigo vivir una etapa de enamoramiento genuina. JiMin se quejó y lo golpeó en el hombro, no sin antes agradecerle una vez más por el aventón y bajar hacia la acera.

—Ven, Kookie. Ya llegamos.

El niño se dejó hacer, siendo cargado por su padre para salir del vehículo. Se quejaba bajito, recostándose en el hombro de JiMin para volver a dormir mientras el auto de TaeHyung se alejaba por la carretera.

Frente al joven padre se alzaba un hospital que conocía casi a la perfección y miró a JungKook con una sonrisa incentivadora, esperando que el niño no se sintiera intimidado por la enorme estructura. JungKook recordaba el lugar como el sitio en donde había sido inyectado varias veces en el pasado, en donde había sido nebulizado cuando le dio neumonía y como un lugar que siempre olía a limpio de una manera incómoda. JiMin tenía un par de recuerdos más lindos, como ese en donde el niño llegó al mundo.

—Bien, vamos —le dijo con ánimo.

Después de avisarle a la recepcionista que tenían una cita para esa hora, se sentaron en la sala de espera hasta que su turno llegara.

JungKook se bajó de su regazo momentos después y se entretuvo con los típicos juguetes que se podrían encontrar en una sala de pediatría: una mesa en el centro de la sala que tenía bloques, autos y estructuras para practicar la motricidad en los niños más pequeños. JiMin sólo se sentó de piernas cruzadas con su celular en mano, viajando por diferentes apps hasta que se topó con un mensaje de YoonGi que le deseaba mucha suerte en la cita médica.

Sonrió enternecido y le contestó que lo mantendría informado.

En ese momento, el nombre de JungKook se hizo oír de parte de la recepcionista y JiMin se levantó de su asiento, tomando la mano de JungKook para ir al consultorio.

—¡Hola, JiMin! —saludó el hombre del otro lado, quien sonreía con dulzura antes de levantarse de su asiento y darle un medio abrazo al omega—. Hola Kookie, ¿cómo has estado?

—Bien, gracias... —respondió con un poco de timidez y miró a su papá para confirmar si había contestado correctamente.

JiMin asintió.

—Por favor, tomen asiento —pidió del alfa con un claro tono carismático que invitaba a sonreír—. ¿Qué los trae por aquí? Estoy seguro que todavía no es la revisión anual de JungKookie.

JiMin se sentó en una de las sillas que había en el consultorio, JungKook sentado en sus piernas mientras miraba con curiosidad los alrededores del pequeño cuarto lleno de color y de animales pintados en las paredes.

—Bueno, verá, JungKook últimamente ha experimentado síntomas que me tienen un poco preocupado —comenzó, llamando la atención del pediatra—. Tiene mucha hambre, demasiada energía, más de lo normal. Se enoja muy rápido y, uh... me gruñe... —explicó con un poco de cautela.

Los días posteriores al desayuno en casa de YoonGi estuvieron llenos de escenas problemáticas con su hijo. JungKook desayunaba grandes platos de comida y pedía raciones dobles a la hora del almuerzo, también se enojaba y lloraba si no obtenía lo que quería. Se quejaba por cosas que jamás le habían molestado antes como la sensación que le producían las crocs en sus pies o que JiMin lo tomara de la mano. Toda esta frustración era descargada en JiMin, quien recibía cada grito, cada gruñido, cada manotazo y cada pataleta con toda la paciencia que no necesitó usar en años. Luego, JungKook actuaría como siempre y, por un momento, JiMin se preguntaría si acaso se había vuelto loco.

—Oh, bueno, tengo entendido que JungKook debe estar cerca de su etapa de presentación, ¿no es así?

JiMin asintió.

—Sí, lo sé, pero todavía no ha cumplido los siete años y él está a punto de empezar clases otra vez, entonces son varias cosas que se juntan y me gustaría salir de la duda para saber qué puedo hacer a partir de ahora... —se calló cuando el pediatra se levantó de su asiento.

—Bueno JiMinnie, ten en cuenta que los niños pueden tener adelantos o presentaciones prematuras, así que vamos a corroborar si ese es el caso para empezar a tratarlo, ¿bien? —el omega asintió—. Perfecto, ahora te voy a pedir que pongas a JungKook en la camilla, por favor.

JiMin hizo caso al pedido y ayudó a su hijo a subirse a la alta camilla. El hombre se acercó a él, pidiendo permiso para tocarlo un poco. Desde su asiento, JiMin veía al alfa revisar las orejas de su hijo, luego sus ojos y finalmente su boca, concentrado en su trabajo mientras el pobre padre se moría de nervios.

—¿Todavía no se le aflojan los dientes de leche? —preguntó el alfa, tomando el rostro de JungKook para abrir su boca con sus pulgares enguantados. El niño formó una mueca, pero no se movió.

—No, aún no —respondió el omega, mirando con curiosidad lo que el médico hacía—. Sé que debería comenzar en poco tiempo también, el odontólogo me dijo que se podía retrasar un poco.

—Sí... de todos modos, los colmillos son los primeros en caer —pasó sus pulgares por las encías del niño, haciendo círculos en la zona de los colmillos. JungKook frunció sus cejas y se quejó—. ¿Te duele aquí? —el niño asintió y SungDeuk lo soltó—. Creo que en cualquier momento van a comenzar a salir —se quitó los guantes y volvió a su escritorio para tomar su estetoscopio—. Ahora voy a revisar tus latidos, ¿sí?

JungKook asintió.

JiMin suspiró por lo bajo, mordisqueando la punta de su pulgar mientras el hombre hacía su trabajo. JungKook se dejaba hacer en cada revisión, sólo un poco tenso porque no era fan de los hospitales, pero ningún niño lo era realmente.

—Bien, sus latidos están bien, no hay arritmias y no tiene nada en los pulmones, todo perfecto —se colocó el estetoscopio en el cuello—. Déjame revisar tu ph.

JiMin se cruzó de brazos y se acomodó sobre el asiento. De entre los cajones de uno de sus estantes, SungDeuk sacó una pequeña cajita con lo que parecían pequeños marcapáginas, pero eran medidores de ph. Tomó una pequeña botella de agua y roció el cuello de JungKook, luego arrancó uno de los papeles y los frotó en el encuentro del cuello y los hombros del niño, haciendo lo mismo en ambos lados y en el centro de sus clavículas.

El papel rápidamente cambió a un tono mucho más oscuro que el original y JiMin tragó.

—Sí, puedo sentir el aroma a leche amarga, pero lo tenía que corroborar —dijo, mirando el papel y luego a JiMin, quien asintió—. Seguramente en los próximos días va a desarrollar su aroma, el color indica que sus glándulas ya están preparadas para exudar sus feromonas —tiró el par de papelitos a la basura.

El omega asintió frente a esa información, su estómago revuelto y su cabeza hecha un lío. Esperaba que fuera un aroma nuevo, que no tuviera que ver ni con su padre ni con él mismo, pero sabía que era complicado considerando la genética.

—También ha tenido fiebre y dice que le duele el cuerpo, siento que está más agresivo también porque... —mientras contaba, su hijo lo miró con enojo, chillando con la boca cerrada a modo de berrinche—. No hagas eso, JungKook. Le estoy contando al doctor para que nos diga qué hacer.

JungKook sólo continuó mirándolo de mala manera, fastidiado por estar siendo expuesto así. No le gustaba que dijeran las cosas malas que él hacía.

—No pasa nada, amiguito —le dijo SungDeuk, sacando un caramelo de la jarra en su escritorio—. Te has portado bien, toma esto.

El niño sonrió entusiasmado y tomó el caramelo entre sus manos, detallando en él para buscar por dónde abrirlo.

—Oh, espera, mejor te doy otro...

SungDeuk hizo amago de tomar el caramelo de las manos de JungKook y automáticamente después el pequeño niño lo miró con ojos asesinos, enseñando sus dientes y siseando enojado mientras apartaba el dulce lo más que podía de las manos del hombre. JiMin ni siquiera alcanzó a regañar a su hijo, demasiado sorprendido con su actitud como para siquiera hablar.

El médico se quedó con la mano extendida, observando con atención cómo la reacción del niño se calmaba para darle paso a una mirada amenazadora.

—Bien.

JiMin envidió la calma del médico.

—JiMin, voy a necesitar que salgas un segundo del consultorio.

Él lo miró con extrañeza, pero se levantó de la silla aun así. Sin embargo, ni siquiera llegó a abrir la puerta cuando un grito lo alertó y se encontró con JungKook saltando de la camilla para correr hacia él, murmurando una serie de "no, no" y "no te vayas" desesperados. Sus ojos de cachorro volvieron cuando miró hacia arriba en busca de su papá y alzó sus brazos queriendo que lo cargue. JiMin no se resistió y lo levantó contra su pecho, recibiendo el fuerte abrazo de su hijo.

SungDeuk observó todo con atención.

—Bueno, creo que tengo todo lo que necesito —asintió con calma, caminando hacia su escritorio por última vez para sentarse en su silla. JiMin miró todo el movimiento, dudoso sobre si sentarse de nuevo o no—. Verás JiMin, a pesar de que muchos de los síntomas de la presentación de los niños son iguales para ambos subgéneros, hay pequeñas cosas que caracterizan a los omegas y a los alfas. Siéntate, por favor.

El omega asintió, sentándose. JungKook se acomodó contra su cuerpo, su rostro metido en el cuello de JiMin y sus brazos aferrados a sus hombros como si tuviera miedo de que su padre desapareciera en la nada. JiMin solo acarició su espalda para arrullarlo y calmarlo lo mejor que podía.

—Ambos tipos de niños se vuelven explosivos y emocionales, pero los omegas tienden a las emociones de tristeza y al llanto, mientras que los alfas tienden al enojo y a la agresividad. Así mismo, los alfas se aferran a sus cosas, gruñen, muerden, rasguñan y tienden a tener fiebre mucho más seguido que la presentación de un omega —explicó tranquilamente, su tono de voz suave calmando un poco de la terrible ansiedad que JiMin estaba comenzando a sentir en la boca de el estómago—. Sabiendo todo esto me parece que es bastante claro que JungKook se va a presentar como un alfa.

Lo sabía. JiMin ya lo sabía. Lo supo desde el momento en el que nació, supo qué sería, y aún así estuvo hasta ese último segundo deseando estar equivocado.

Tuvo que tragar para pasar el nudo en su garganta y asintió.

—Ya veo...

—Como seguramente sabrás, la crianza de un alfa es complicada durante este momento. La presentación es delicada y se requiere mucho cuidado, así como un trato en específico que sólo alfas conocemos. Es por esto que te pregunto si consideras que existe algún alfa en tu vida que pueda ser de ayuda en esto.

Automáticamente, JiMin pensó en YoonGi.

—No lo sé —fue su respuesta.

SungDeuk asintió y abrió uno de los cajones.

—En caso de que tu red de apoyo no sea muy amplia, existen programas de acompañamiento como "Pequeños Alfas" que tiene a alfas graduados en psicología que te pueden dar una mano en este proceso —le entregó un folleto, el cual tenía la imagen de una niña y un niño sonriendo en primera plana—. Quiero que tengas en claro que no pretendo meterme con tus métodos de crianza, esto va mucho más allá, son cuestiones con el lobo que necesitan ser tratadas por un igual.

JiMin asintió, incapaz de decir palabra alguna. Estaba demasiado concentrado en el folleto y en los pocos dibujos que tenía. No alcanzó a leer ninguna palabra en realidad, ni siquiera sabía dónde estaba su cabeza.

—Entiendo —murmuró.

—JiMin, esto es muy importante —el omega lo miró, dándose cuenta de que su mirada se había perdido—. Ahora JungKook se aferra a ti, te cela, te gruñe y se comporta como si tuviera algún tipo de control sobre ti. Si no hay un alfa que detenga este comportamiento, él crecerá creyendo que es normal y podría ser un enorme problema a la hora de relacionarse con otros alfas y omegas en un futuro.

—Pero JungKook es un niño educado, es cuidadoso, se preocupa por todos. Él nunca sería el tipo de alfa que va por la vida comiéndose el mundo, no —le explicó con convicción, él lo había criado de esa manera, JungKook solo estaba pasando por este momento complicado de la niñez y ya—. Además, ¿quién dice que un omega no puede hacerlo? Es sólo enseñarle a que sepa que es un niño y no un dios.

—JiMin, escucha —SungDeuk insistió—, ten en cuenta que llegará un momento en el que no importa qué autoridad puedas tener como padre, su lobo le hará creer que como eres un omega, él es más poderoso que tú. Esta es una de esas cuestiones espirituales en donde los médicos no podemos hacer más que dar fármacos para que los síntomas somáticos sean mucho más llevaderos —le explicó con paciencia, sabiendo que debía ser complicado para un padre soltero entender que no podía hacerlo todo—. Un caso parecido aplica con los padres alfas con hijos omegas, se les pide que mantengan a una figura de omega cerca para que su hijo o hija no desarrolle ningún tipo de actitud sumisa patológica en el futuro.

Esto ya lo había escuchado en su carrera, ya había vivido este debate con sus compañeros y volvió a sentir el fastidio en el pecho que le produjeron las declaraciones de su profesor. Sabía que se lo estaba tomando demasiado personal, pero dentro de su pensamiento irracional, JiMin realmente creía que no podía ser tan complicado.

Los lobos eran espíritus salvajes sin absoluto raciocinio, sí, pero por algo la parte humana era la que lideraba.

—¿Está seguro de que no es suficiente todo el trabajo que he hecho hasta ahora?

—Hay casos excepcionales, JiMin, no te lo voy a negar, pero llevaron mucho tiempo y trabajo, muchas preocupaciones por detalles pequeños que todo el mundo pasa por alto, y los estudios son suficiente como para que sepamos qué es lo mejor para un niño en la etapa de presentación.

JiMin suspiró con agotamiento.

No podía creer que, espiritualmente, como sociedad seguían cayendo en el dogma de "necesitar" a un alfa que los rescate. Claro que tenía sentido todo lo que SungDeuk le había dicho, la espiritualidad de los lobos no es algo que se discuta porque es una realidad, pero eso no quita que JiMin se sienta impotente y enojado.

Si JungKook se presentara como omega...

No, no iba a "culpar" a su hijo, eso sería caer demasiado bajo, él lo amaba, que no fuera omega no le haría cambiar la visión que tenía de él.

Simplemente estaba mortalmente preocupado.

—Solo quiero que sepas lo que es mejor para JungKook —fue lo último que le dijo sobre el tema—. Por otro lado, me gustaría darte unos consejos para cuando JungKook comience a presentarse, también te voy a dar el nombre del medicamento que tendrás que usar cuando suceda porque se pondrá muy agresivo —anotó el nombre en el papel designado—. Es gratis, pero no te lo darán sin la orden médica, así que no la pierdas.

JiMin asintió.

—Bien...

Un rato más tarde, cuando JiMin salió del hospital, TaeHyung estaba esperando fuera del auto, lentes de sol sobre su nariz y una bolsa de papel en una mano. Estaba comiendo un pastel de arroz, distraído con los árboles que había alrededor de la zona.

—¡Hey! —saludó contento al par que caminaba hacia él—. ¿Qué tal? Compré pasteles de arroz.

JiMin saludó con una mueca, acomodando al niño en su cintura. Estaba pesado, ya le dolían los brazos, pero JungKook se encontraba de malhumor ahora y él no quería que se enojara.

—¿Qué les dijeron?

—Será alfa —soltó.

—Oh, esa es una noticia importante —dijo animado, esperando aligerar un poco el tenso ambiente—. Encontré un restaurante aquí cerca para comer pollo frito, tiene cuatro estrellas en Google Maps —JiMin asintió—. ¿No te inyectaron o sí? —le preguntó a JungKook.

El niño negó con la cabeza mientras JiMin lo sentaba en la parte trasera del auto, ajustado su cinturón con cuidado. TaeHyung miró el intercambio, masticando su pastel mientras el omega parecía poco interesado en hablar.

—¿Está todo bien? —le preguntó.

—Sí —JiMin se levantó, cerrando la puerta del auto—. Sólo estoy un poco aturdido, ¿sabías que existen programas para la crianza de alfas que no tienen padres alfas? —le enseñó el folleto, dejándolo sobre su pecho.

TaeHyung lo tomó, mirándolo con extrañeza mientras rodeaba el auto para entrar al asiento del piloto.

—Qué loco —abrió la puerta, mirando a JiMin por encima del auto, el omega tenía una expresión de exasperación en su cara mientras abría su propia puerta—. No sabía que era tan complicado criar alfas, pensé que los libros exageraban —se sentó antes de girarse hacia atrás para tenderle la bolsa de papel a JungKook—. ¿Quieres pastel de arroz?

El niño extendió sus manos para tomar la bolsa y la colocó sobre su regazo para rebuscar dentro por uno de los pasteles. TaeHyung se colocó el cinturón de seguridad y lanzó el folleto cerca de donde dejaba todos los papeles que había en el auto. JiMin resopló al sentarse, cerrando la puerta detrás de él antes de colocarse el cinturón igualmente.

—¿Te dijeron algo malo ahí? —preguntó el beta con un poco de preocupación.

—No, no —negó con la cabeza, cruzándose de brazos—. Es sólo que me molesta sentirme tan inútil en esto. ¿Qué sentido tiene que tenga un padre si acaso necesita de otro para que funcione la crianza? ¿Los padres solteros no podemos existir? —hizo un ademán con sus manos, demostrando exasperación.

—Bueno, los animales espirituales tienen mucha implicación en el desarrollo de los niños, así que por eso se necesita que haya un alfa para criar a otro alfa —razonó TaeHyung, moviendo el volante para salir del estacionamiento del hospital—. No es obligatorio que sea un padre biológico, JiMin. No te sientas tan atacado por esto, ¿sí? Los abuelos, hermanos, primos y tíos pueden desempeñar ese rol.

—No hay nadie, Tae.

—Bueno...

—No lo digas.

—Me callo.

JiMin resopló con estrés, tratando de relajar un poco la cabeza para pensar en frío. Sabía que estaba siendo irracional en cierta medida, pero sentía que estaban poniendo en duda su tipo de crianza y su capacidad de cuidar de su hijo, así que claro que iba a ponerse a la defensiva. Sin embargo, no podía hacer un berrinche, tenía que pensar en la parte lógica de lo que el médico le había dicho.

—Ya no quiero ser un alfa...

TaeHyung miró al niño a través del retrovisor y JiMin se giró preocupado, mirándolo con duda.

—¿A qué te refieres, bebé?

El niño sostenía su pastel de arroz con ambas manos, un pequeño puchero en su boca. Se veía arrepentido, como si hubiera acabado de hacer algo incorrecto.

—Ya no quiero ser un alfa si a papi le molesta... —murmuró con tristeza.

JiMin miró un segundo a TaeHyung y recibió una mirada que le decía exactamente lo que estaba pensando: "mierda".

—No me molesta que seas un alfa, Kookie —le dijo con toda la convicción que podía ponerle a sus palabras—. Te amaré sin importar lo que seas, ¿de acuerdo?

—¿Entonces por qué estás enojado?

—No estoy enojado —negó de inmediato—. Sólo estoy un poco estresado, lo siento si sueno enojado. No tiene nada que ver contigo, mi amor. De verdad lo siento mucho.

JungKook bajó la mirada.

—Está bien...

JiMin volvió a colocarse correctamente sobre el asiento de copiloto, totalmente mortificado por lo que acababa de suceder. TaeHyung volvió a echarle una mirada corta que probablemente le decía que era un idiota y JiMin sabía que lo tenía merecido, no podía dejar que sus emociones explotaran de esa manera otra vez.

Él podía con esto.

JiMin quizás no podía con esto.

Eran las diez de la noche, viernes, y JiMin acababa de llegar del trabajo. Claro que él no tenía que estar en casa a esa hora, pero la señora Hwang lo llamó para avisarle que JungKook de repente había comenzado a llorar y no encontraba manera alguna de pararlo. JiMin tuvo que pedir permiso en el trabajo a pesar de que se encontraba en la cuerda floja con su jefe y llegó a casa tan rápido como el transporte público se lo permitió. Cuando él abrió la puerta de la señora Hwang, el niño corrió a sus brazos y se aferró a él como si su vida dependiera de ello.

Por un momento, el omega pensó que algo había pasado en la casa de la mujer, pero ella se veía tan angustiada como él, preocupada por JungKook y visiblemente afectada por el estado del niño, así que JiMin descartó cualquier posibilidad.

JungKook ni siquiera se calmó cuando estuvo en los brazos de su padre, lo cual preocupó no solo al joven omega, sino a su lobo que corría en círculos sin saber qué hacer. Bajó los ocho pisos hasta su departamento y sacó a duras penas las llaves mientras los quejidos de su hijo resonaban estridentes contra el pequeño pasillo.

De repente, una puerta se abrió, pero no era la suya.

—¿JiMin? —la voz preocupada de su vecino casi no se oía bajo los llantos de JungKook, cuando JiMin lo miró parado en el marco de su propia puerta, YoonGi se veía consternado—. ¿Están bien? ¿Qué pasó? —se acercó a su encuentro.

JiMin dio un paso hacia atrás, fue automático, sólo un instinto protector que apareció más rápido de lo que él pudo registrar.

YoonGi se quedó en su lugar.

—Yo... yo no sé, no sé por qué llora tanto —respondió casi al borde de sus propias lágrimas.

—Bien, déjame ayudarte, dame la llave —YoonGi lo llamó con sus manos.

JiMin le hizo caso y dejó que YoonGi abriera la puerta, el alfa encendió las luces mientras el omega caminaba hacia el sofá para sentarse y continuar arrullando a JungKook, pero nada funcionaba, el niño simplemente lloriqueaba desolado y se aferraba sus hombros con toda la fuerza de sus brazos.

YoonGi se acercó a ellos y tocó la frente a JungKook con cuidado. El niño se apartó de su toque, cambiando de hombro para continuar con su llanto.

—Está hirviendo.

El padre lo miró asustado.

—Mierda, tengo que llevarlo al hospital —hizo amago de levantarse, pero YoonGi lo impidió—. ¿Qué haces?

El alfa se quedó callado un segundo, aspirando profundo. De repente, se veía ridículamente tenso.

—Se está presentando, JiMin.

El omega palideció.

—¿Qué? No —jadeó—. No he comprado sus medicinas todavía, aún no ha cumplido siete años, no puede... no, ¡ahg! —chilló adolorido, sintiendo como el pequeño niño encajaba sus dientes en el borde de su hombro—. ¡JungKook! —cerró sus ojos con fuerza, tratando inútilmente de apartarlo.

No era ni por asomo una mordida de marca y jamás podría serlo, pero el niño estaba presentándose como un alfa y lo único que podía pensar su primitivo lobo en ese momento era que quería morder algo, que quería descargar su desesperación en lo que sea que tuviera adelante, volviéndolo irracional y agresivo. Sus uñas rasguñaron a JiMin sobre la ropa, abriendo la boca solo para volver a morder mientras gruñía como un perro rabioso.

YoonGi se apresuró a tomar al niño por la cintura para apartarlo de JiMin, provocando que comenzara a gritar y soltara el hombro del omega para gruñirle al alfa más grande, pataleando en el aire cuando fue alejado de su papá.

JiMin se encontraba tan conmocionado que ni siquiera pudo emitir palabra alguna cuando vio a YoonGi forcejear con su hijo, abrazándolo desde atrás y manteniéndolo cerca de su cuerpo para que no volviera a lanzarse encima de JiMin. Los gritos seguían, mezclándose con gruñidos y quejidos desesperados como si le estuvieran haciendo daño, desesperadamente rasguñando los brazos de YoonGi para bajar al suelo y poder correr de vuelta a los brazos de su padre.

—¡Déjame, déjame! —gritaba en alto, lanzando patadas y codazos hacia YoonGi.

Inseguro, JiMin trató de decir algo, trató de pedirle a YoonGi que suelte a JungKook porque lo que estaba sucediendo era demasiado, pero fue interrumpido por un gruñido gutural que se abrió paso por la casa.

JungKook se congeló, sus ojos abiertos de par en par mientras Min YoonGi hacía retumbar la habitación.

En ese momento, JiMin se dio cuenta de que los ojos inocentes de su hijo habían cambiado de color a un gris plateado que brillaba con la esencia de un alfa recién presentado. Su cara de susto lo hacía lucir como un cachorro con la cola entre las patas y se encogió en su lugar mientras más fuerte sonaba el gruñido del alfa que lo sostenía.

Era un sonido de advertencia, un sonido que lo obligaba a bajar la cabeza y disculparse, a calmarse, a decirle que parara o habría consecuencias.

—Ya basta —siseó YoonGi en un tono que hizo que el lobo de JiMin bajara la cabeza y las orejas con cautela.

Entonces, JungKook comenzó a sollozar bajito.

JiMin se levantó de golpe y se apresuró a tomarlo en sus brazos. YoonGi no se lo negó y el niño se acurrucó contra él con delicadeza, igual que siempre, simplemente hipando por el llanto mientras abrazaba a su papá con cuidado.

Ahora, con el ambiente mucho más calmado que hace un momento, JiMin se permitió mirar a YoonGi de una manera acusadora y consternada. El alfa, por otro lado, lucía igual o más confundido que él.

—¿Qué hiciste? —le preguntó, abrazando a JungKook como si quisiera protegerlo. Otra vez estaba ahí ese instinto de cuidado salido de ningún lado, sabía que YoonGi no le haría daño, pero su lobo no estaba muy contento con las acciones del alfa.

YoonGi tragó, dando un paso hacia atrás con cuidado y levantando sus manos en modo de rendición. Eso fue suficiente para que el lobo de JiMin se relajara.

—Lo... Lo siento —fue la respuesta de YoonGi—. Lo siento mucho, mi lobo actuó solo —sus cejas se encontraban fruncidas con culpa—. Sólo quería ayudar...

JiMin estuvo a punto de decir algo, pero el hipido de JungKook lo detuvo.

—Perdón, papi, perdón, p-perdón —murmuraba entre sollozos cortos—. No quería hacerlo, perdón...

Ahora tenía a dos alfas disculpándose por las acciones de su lobo, la verdad no estaba seguro de qué más tendría que esperar para esa noche, pero suponía que sería jodidamente larga.

Para su desgracia, la intervención de YoonGi había funcionado y él se sintió ridículamente inútil.

—No lo vuelvas a hacer, pídeme permiso —comenzó JiMin, mirando a YoonGi con seriedad—. Entiendo que lo hiciste de buena fe y te lo agradezco, pero por favor, avísame y pide mi consentimiento. Te podría haber estrangulado por gruñirle así a mi hijo.

YoonGi asintió, totalmente de acuerdo.

—Lo haré, lo prometo.

—Me duele... —sollozó JungKook, quien se comenzó a retorcer incómodo en los brazos de su padre—. Me duele, m-me duele... —lloriqueó con desespero.

JiMin comenzó a sentir pánico.

—Dijiste que no tenías sus medicamentos —YoonGi llamó su atención—, ¿dónde está la orden médica?

—E-Está colgada en el refrigerador —respondió inseguro, viendo cómo el alfa se apresuraba a tomarla—. ¿Irás a comprarla ahora?

—Sí, ya regreso —tomó las llaves de JiMin y salió por la puerta.

De un momento a otro, JiMin se quedó solo en su departamento.

El lobo que en su pecho lloriqueaba preocupado tenía a JiMin al borde del mismísimo llanto, su hombro dolía, sus brazos punzaban y tenía a su hijo llorando sin control. Trató de acurrucarse con él en el sofá, lo mimó, lo arrulló, hizo todo lo que tenía a su alcance para que el dolor de la presentación se aminorara, pero nada parecía darle consuelo al pobre niño. JungKook hervía de fiebre y el aroma amargo de su futura esencia le avisaba al joven padre que en cualquier momento su bebé dejaría de ser un cachorro.

No muchos recordaban el momento de su presentación, JiMin era uno de ellos. Había olvidado cuán doloroso e incómodo podría ser para un niño totalmente inexperto. Él realmente pensó que se había preparado bien para ese momento, que había asegurado cada punto, pero el golpe de realidad que tuvo fue suficiente para hacerlo dar cuenta de que no había manera de que se hubiera preparado.

En realidad, él nunca se preparó para un alfa.

Sin embargo, en ningún libro se explicaba a detalle el dolor de un padre que carga con su pequeño sufriendo, la angustia cegadora y la desesperación que le quitaba el aliento. No podía pensar claramente, no había nada más en su mente que rezos a la diosa para que el dolor de su bebé se esfumara.

Cuando YoonGi llegó a la casa, se veía agitado. Seguramente había corrido las cinco cuadras de la farmacia más cercana de ida y vuelta. Tenía una bolsa en la mano de la cual sacó un cilindro no muy grande parecido a una pluma de insulina, pero este era un anestésico para que el cuerpo del pequeño pudiera descansar mientras su lobo despertaba.

—Va en la pierna —avisó YoonGi con apremio, quitando la tapa del producto.

JiMin asintió y rápidamente bajó el pantalón de pijama de JungKook para que el muslo quedara al descubierto. El niño miró hacia YoonGi de inmediato y se dio cuenta de lo que sucedía, por lo que comenzó a gritar asustado mientras pataleaba para alejarse tanto de su papá como de su vecino. El omega lo abrazó con más fuerza, sujetándolo firme contra él mientras JungKook volvía a morderlo para que lo soltara. YoonGi se agachó a la altura del muslo del niño y sujetó su pierna para no lastimarlo antes de colocar la pluma contra su piel.

—Aguanta un poco, son diez segundos —pidió YoonGi.

Mientras era mordido y escuchaba el llanto desesperado de su hijo, JiMin pensó que esos habían sido los diez segundos más largos de su vida.

Sin embargo, el anestésico hizo efecto rápido.

JungKook dejó de llorar en cuanto YoonGi le quitó la aguja y se quedó dormido a los pocos segundos siguientes, sus pesados ojos cerrándose y su cuerpo entero cayendo contra el de su papá con una paz que hizo suspirar de puro alivio al par de adultos. JiMin se tomó un momento para recuperar el aliento del forcejeo, quieto y estático sin mirar a ningún lugar en particular.

—Ya está —escuchó a YoonGi, pero el eco de su voz se sentía muy lejano en ese momento—. Ya pasó, ¿estás bien? —el alfa acarició su espalda, buscando su mirada—. JiMin —llamó.

Él lo miró.

—¿Quieres que lo lleve a la cama? —preguntó con cautela.

JiMin tomó aire y negó, murmurando algo sobre que él lo haría, e hizo amago de levantarse del sofá. Sin embargo, sus piernas sin fuerza lo hicieron caer de nuevo.

—JiMin —YoonGi insistió, pero el omega volvió a negar—. JiMin, no tienes que hacerlo todo tú solo.

El omega levantó la mirada, encontrando los ojos serios de YoonGi mirarlo con determinación. Con cuidado, el alfa acunó una de sus mejillas y su pulgar se deslizó por su cara, apartando una lágrima que JiMin ni siquiera notó que escapó.

Luego, YoonGi se llevó a JungKook a la habitación, lo arropó y encendió el ventilador en su dirección, cuando estuvo seguro de que se encontraba cómodo, regresó a la sala de estar en donde se encontraba JiMin en soledad, mirando un punto en la nada.

—¿JiMin? —YoonGi se sentó a su lado—. ¿Qué pasa?

JiMin tomó aire para calmarse, pero las lágrimas comenzaron a desparramarse por su rostro.

YoonGi se apresuró a apretarlo contra su cuerpo a modo de consuelo, no solo buscaba que el omega se sintiera acompañado, sino que también entendiera que esto no había sido su culpa. YoonGi lo contuvo, lo llenó de su aroma, le dedicó mimos suaves mientras él sollozaba sobre su hombro, avergonzado de sus lágrimas, pero incapaz de detenerse. Sin embargo, sabía que YoonGi no lo juzgaría, sabía que estaría bien en tanto el alfa siguiera abrazándolo de esa manera.

JiMin no estaba seguro de cuánto tiempo había llorado, pero se sintió liberador.

—Yo... yo no pensé que... —hipó, cubriendo su rostro con sus manos antes de que otra ronda de sollozos comenzara—. Esto no tenía que pasar, n-no así.

—JiMin, no hay manera de que alguien tuviera el control de esto.

—P-Pero... pero se supone que soy su papá —sorbió su nariz, apartando sus lágrimas con sus manos antes de que los espacios fueran reemplazados por otras—. Ni siquiera... —sollozó—, ni siquiera tenía su medicina...

—Eso no es tu culpa, la cita médica fue ayer, ¿cómo ibas a saber que se presentaría hoy?

—Es que... yo tenía que saberlo, tenía que...

—JiMin, ya pasó, ¿sí? —escuchó al otro hablar, tan calmado que él sintió envidia de su paz—. JungKook recibió su medicina, él está dormido, ya pasó.

JiMin levantó la cabeza para mirar a YoonGi con ojos nublados no solo por las lágrimas, sino por las cientos de dudas que atormentaban su cabeza. Se encontraba desolado por todo lo que se le estaba viniendo encima, y el alfa no encontró mejor manera de consolarlo que acunando su rostro para besar su frente, luego sus mejillas y finalmente sus ojos. Suave y dulce en su tacto, siendo delicado en cada beso mientras JiMin sostenía sus muñecas y se dejaba hacer con calma.

—Ya pasó —repitió casi en un susurro, mirando a JiMin fijamente a los ojos—. JungKook va a estar bien, tú vas a estar bien y yo voy a estar aquí para lo que necesites —prometió—, por favor, deja de culparte porque esto no es tu culpa.

Por un segundo, JiMin le creyó, realmente le creyó.

—Gracias... —y fue tan difícil decirlo, que sus sollozos comenzaron una vez más.

Hacía un par de meses, se habría reído en la cara de cualquiera que le dijera que un alfa iba a entrar a su vida no solo para hacerlo dudar de su cordura, sino también para consolarlo, ayudarlo, cuidarlo y mimarlo cuando lo necesitara, él habría hecho un discurso de lo poco que necesitaba a un estúpido alfa esparciendo sus hormonas por su casa y se habría ido a cuidar a su hijo como solo él sabía hacerlo. Sin embargo, en ese momento, acurrucado en el pecho de YoonGi sobre el sofá mientras recibía besos en su sien cada tanto, no se podía imaginar cómo era la vida antes de tener esto.

—JiMin —YoonGi lo llamó al cabo de un rato.

—¿Hm?

—Deberíamos revisar tu hombro —propuso—, también deberías ponerte el pijama.

JiMin se quejó, cerrando los ojos para acurrucarse un poco más sobre YoonGi. El suave aroma del café mezclado con la madera le traía paz, no quería despegarse de él.

—Cinco minutos más...

El alfa rió.

—Por favor —pidió con cariño.

JiMin suspiró con agotamiento, luego se pasó una mano por su rostro y se levantó del sofá para ir a su habitación. Se cambió con calma, sabiendo que no había necesidad de apresurarse, y tomó un par de cosas del cajón en su mesita de noche.

Salió de la habitación con las cosas y una camisa en su hombro, su abdomen desnudo para que el alfa pudiera revisarlo. YoonGi sólo lo miró acercarse, hipnotizado con el omega de una manera tan obvia que JiMin no pudo evitar sonreír por lo bajo.

—¿Cómo se ve? —se sentó de espaldas a él. No lograba ver todo el daño por sí mismo, más que la marca de un par de pequeñas mordidas en ambos hombros.

YoonGi tocó suavemente el borde de la herida.

—Podría estar peor —sacó un poco de algodón—, creo que se pondrá morado, pero sus dientes no rompieron la piel, sólo los rasguños —JiMin zumbó en entendimiento—. De igual manera voy a desinfectar y te pondré un par de parches.

JiMin asintió, suponiendo que el ardor del alcohol contra su piel debía significar que sí había algo roto, pero no lo suficiente como para provocar que sangrara. YoonGi fue cuidadoso y colocó los parches en las heridas que lucían más graves.

—Listo.

JiMin se colocó la camisa de pijama y se giró hacia el alfa otra vez para abrazarlo, acurrucándose en sus brazos como había estado antes.

—Linda camisa —le dijo YoonGi, sobando su espalda.

JiMin sonrió y cerró sus ojos un momento.

—Me la regalaron.

—Oh, quién sea que haya sido, tiene buen gusto musical.

—Ni idea, no me gusta Guns N' Roses.

—Voy a fingir que no dijiste esto.

Entonces, la suave risa del omega aflojó el tenso ambiente.

Ambos se quedaron callados otra vez, simplemente disfrutando de la presencia del otro y de la paz que les producía

—No cualquiera hace estas cosas —murmuró JiMin, haciendo círculos en el pecho de YoonGi como método de distracción—, gracias...

—No hay de qué.

—¿Por qué lo haces?

—¿Hm?

—¿Por qué me ayudas tanto? —levantó su cabeza, mirando a YoonGi con curiosidad. El alfa parecía haber sido tomado por sorpresa—. Dijiste que no querías ser padre, pero, sin querer sonar mal ni querer meter presión a esto, parece que te estás esforzando mucho por ser un buen partido.

El alfa zumbó, mirando hacia el techo para pensar un poco en su respuesta. JiMin no lo presionó, sólo descansó su cabeza en su hombro, mirándolo con ojos brillantes.

—Creo que cuando te gusta alguien no solo haces todo lo posible para impresionarlo —miró a JiMin, la punta de sus narices rozándose por la cercanía—, sino que también deseas que esté bien.

El omega apretó sus labios con timidez.

—¿Acabas de confesar que te gusto?

—Si hasta ahora no te habías dado cuenta dejame decirte que eres demasiado despistado, cielo —dijo con un deje de gracia en su voz.

JiMin rió y su nariz se arrugó.

—Sí, creo que sí —estuvo de acuerdo.

—Además, me encariñé mucho con JungKook —continuó sincerándose—. No pienses que sólo me llevo bien con él porque me gustas, él es como cualquier niño, los quieres, te encariñas, los quieres cuidar y tratarlos bien. A mis sobrinos los adoro porque son mi familia, por JungKook siento algo parecido.

JiMin sonrió suavemente, la calidez del enamoramiento calando fuertemente en su corazón.

—No muchos piensan como tú —le dijo con un deje de melancolía.

—Esas personas merecen que les metan un palo en el culo.

JiMin le dio un golpecito en el pecho por la vulgaridad y YoonGi rió entredientes, orgulloso de su estúpido chiste.

Ambos volvieron a quedarse callados y él suspiró, acurrucado otra vez sobre el pecho del alfa.

—JungKook también te quiere mucho.

YoonGi zumbó y levantó su mano para acariciar el pelo castaño de JiMin.

—¿Y qué me dice su papá? —preguntó juguetón.

JiMin viró los ojos y miró a YoonGi como si hubiera acabado de decir una tontería.

—¿No te parece obvio? ¿Cielito? —preguntó con ironía.

YoonGi se sacudió un poco, sonriendo feliz.

—Creo que me gustan los apodos cursis —confesó—. A ver, dime otro.

JiMin se rió cuando YoonGi lo sacudió para que lo hiciera, divertido por la inmadurez del alfa.

—Tonto.

—Ese no es un apodo cursi —hizo un puchero.

JiMin suspiró con desdicha y se acercó al alfa para plantar un corto beso en sus labios.

Cuando se separaron, el alfa parecía atontado.

—¿Eso cuenta? —preguntó JiMin en un susurro.

YoonGi se relamió los labios y asintió, entonces se inclinó hacia JiMin y comenzó un beso mucho más profundo, moviendo sus labios juntos al compás de una danza que solo ellos dos conocían. JiMin rodeó los hombros del hombre con sus brazos e inclinó un poco su cabeza hacia un lado antes de suspirar, el característico chasquido de labios resonando suave bajo la bruma de la noche.

Cuando se separaron un poco, YoonGi tenía a JiMin sujeto de la cintura, mirándolo con ojos brillantes llenos de amor.

—¿Te quieres quedar aquí hoy? —JiMin le preguntó repentinamente, en voz baja.

YoonGi sonrió y asintió.

—Claro que me voy a quedar, ¿qué pasa si JungKook despierta?

JiMin también sonrió.

—Entonces haré un poco de té.

—Te acompaño.

Lo siguiente que experimentó JiMin fueron los brazos de YoonGi rodeando su cintura durante todo el tiempo que se movió por la cocina, ocasionalmente dejando un par de besos en su espalda o en sus mejillas, también algunos murmullos que venían cargados de halagos amorosos.

JiMin supuso que ahora las cosas iban a cambiar un poco, los sentimientos de ambos eran mucho más claros que las simples suposiciones por las que se rigieron antes y había una gran diferencia entre tener salidas ocasionales y besos fugaces con alguien, a decirle abiertamente que te gusta y saber que algo serio está creándose entre los dos. ¿Sería más raro? Probablemente, pero él tenía tanta curiosidad, él quería seguir caminando hacia este lugar tan desconocido, hacia este lugar que tan feliz lo estaba haciendo sentir, con todo y las complicaciones que pudiera traer en el futuro.

Enamorarse es fácil, querer a alguien es fácil, desearlo también lo es, pero mantener una relación no es tan sencillo y él lo sabía, pero haría el esfuerzo y esperaba que YoonGi también lo hiciera.

Mientras JiMin tomaba su taza de té al lado de YoonGi y luego recibía los besos cortos del alfa, se dijo a sí mismo que iba a disfrutar de esto tanto como pudiera, durara lo que durara.

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