MÁS QUE UN SUEÑO

By blackkangel_

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Cuando el verano finaliza y da paso al otoño, todo parece cambiar para Norah y sus amigos justo en el momento... More

Aclaraciones
Dedicatoria
PRÓLOGO
Capítulo 1: Comportamiento adecuado.
Capítulo 2: Parecéis niños pequeños.
Capítulo 3: ¡Y acuérdate de activar el internet!
Capítulo 4: ¡Qué corra el aire!
Capítulo 5: Batiendo récords, ¿eh?
Capítulo 6: Agente secreto de la CIA.
Capítulo 7: Dos flores cuestionables.
Capítulo 8: Es una tontería.
Capítulo 9: Mi pequeña investigación.
Capítulo 10: Esto es la realidad.
Capítulo 11: La fiesta.
Capítulo 12: El collar.
Capítulo 13: El destino nos ha juntado.
Capítulo 14: Lejía y amoniaco.
Capítulo 15: No es lo que parece.
Capítulo 16: Yo sí que flipo contigo, Norah.
Capítulo 17: Confianzas.
Capítulo 18: Vuelta a la normalidad.
Capítulo 19: La fiesta de Halloween.
Capítulo 20: Ha llegado el momento.
Capítulo 22: Las segundas oportunidades nunca son buenas.
Capítulo 23: De vuelta al punto de partida.
Capítulo 24: Los jóvenes prometedores.
Capítulo 25: Dulces sueños.
Capítulo 26: Ya es tarde para arrepentirse.
Capítulo 27: Recién casados.
Capítulo 28: Como en los viejos tiempos.
Capítulo 29: A veces hay que arriesgar para ganar.
Capítulo 30: Los ninjas del bosque de sangre.
Capítulo 31: Dos cuchillos, un machete y una katana.
Capítulo 32: Por si no nos volvemos a ver.
Capítulo 33: El principio del fin.
Capítulo 34: Las tornas han cambiado.
Capítulo 35: Cara a cara.
Capítulo 36: Sentimientos.
Capítulo 37: Respuestas.
Capítulo 38: Esperanza.
Capítulo 39: Choque de realidad.
Capítulo 40: Listos para dar un paso más.
Capítulo 41: Nuevo año, viejas compañías.
Capítulo 42: En ocasiones es inevitable retroceder para avanzar.
EPÍLOGO: Sueños frustrados.

Capítulo 21: Cuatro puñales contra uno.

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By blackkangel_

No sabía explicar qué tipo de conexión había entre nosotros. Aparentemente era una relación nula, inexistente. Nada distinto a lo que yo y mucha otra gente externa a nuestras vidas pensásemos. Pero, la verdad es que era algo más complicado que aquello.

No entendía por qué nuestras miradas se encontraban tanto. Era algo que llevaba ocurriendo desde que se cambió a nuestra clase, aunque al principio no le diera importancia. Era desviar la mirada de la pizarra o de mis apuntes y toparme con la suya. Mirar hacia la ventana y en el camino atascarme en sus ojos por milésimas de segundos. Él era una especie de imán para mis globos oculares. Incluso sin quererlo, mis ojos iban inconscientemente a los suyos.

Era como tener un sexto sentido y saber cuándo su mirada pasaba por encima de mí, para entonces retenerla un escaso tiempo y volver a dejarla ir. O más bien, como si nuestras miradas se encontraran a la vez, porque tenía la sensación de que a él le pasaba lo mismo. Y no entendía por qué pasaba eso.

Por supuesto, una vez más ocurrió cuando entramos en La Sede y lo vimos aparecer tras doblar una esquina de la sala.

Sentí como el tiempo se detuvo cuando nuestros ojos se volvieron a encontrar. No era buen momento para mirar las expresiones de mis amigos, pues mi cuerpo entero estaba completamente rígido a causa de las circunstancias.

Así que todo este tiempo había sido él.

El que se ocultaba tras la fidelidad de Dominic de no revelar su identidad. El mismo que hacía poco más de un año decidió marcharse tras haberle advertido sobre las tóxicas intenciones de, en aquel entonces, su novia. El chico que permitió que el tiempo nos desuniera. Al que Evie dio con todo su cariño una parte de su alma. El que antes de todo lo que nos separó considerábamos amigo y uno más del grupo.

«¿Cómo te atreves a volver?». Era lo único que quise preguntarle nada más verlo, pero nunca permití que esa pregunta escapara de mi boca.

Fue raro volver a estar tan cerca, pero a la vez tan lejos. Y había una razón por la que no llegué a pensar en Diego como posible copartícipe: a él ya no lo conocíamos.

¿Por qué quería volver a unirnos después de tanto tiempo?

Tenía sentimientos encontrados y estaban tan mezclados que no podía reconocerlos. Pero, ¿y qué pasaba con los sentimientos de mis amigos? ¿Qué estaba pasando por sus cabezas en este momento? ¿Sentirían lo mismo?

—Esto es demasiado. —Evie me devolvió la noción del tiempo con sus palabras y al parecer también la movilidad de mi cuerpo. Vi la manera en la que negó con la cabeza y como se fue del lugar con grandes zancadas.

—¡Evie! —exclamó Georgia antes de que diera el portazo. Sin embargo, Evie no echó la vista atrás.

—Te dije que esto no iba a salir bien. —Dominic se pinzó el puente de la nariz al recordárselo a Diego.

—Ahora no —le contestó Diego, obstinado.

Tal vez debí ir tras mi amiga y no dejar que se fuera sola, pero no podía echar a la mierda el momento que tanto tiempo llevaba esperando. En cuanto pudiera lidiar con esta situación me encargaría de Evie.

—No me jodas —murmuró Kai en voz baja, casi para sí mismo.

—Dominic, ¿por qué no nos lo dijiste? Lo tendrías que haber hecho —le reprochó Adriel en un tono molesto.

—Tal vez no sepa lo que pasó —objetó Georgia, ignorando su alrededor.

—No es su culpa. Le dije que no dijera nada porque os habríais negado rotundamente. Y sí lo sabe, Georgia. —Diego habló por primera vez. Era rara la sensación de que nos dirigiese la palabra después de tanto tiempo. Respecto a lo de lo, se refería a la riña que tuvimos el verano pasado. La misma que acabó con nuestra amistad—. Pero no hagáis como que no estoy aquí, ya lo habéis hecho durante mucho tiempo.

¿Había escuchado bien? Después de que él decidiera marcharse y posicionarnos a nosotros como los malos de la historia, ¿cómo tenía las agallas de decir eso?

—Diego. Recuerda lo que acordamos. Estás haciendo lo contrario de lo que deberías —le indicó Dominic. Pero pareció que sus palabras pasaron desapercibidas porque la pelea se desató.

—¿Perdona? —Georgia retomó la conversación que Diego había empezado.

—No vayas por ahí, porque sabes perfectamente que no es así —advirtió Kai a la vez que su rostro adquiría un semblante de hostilidad.

—¿Encima tienes cara dura de echarnos en cara que te hemos ignorado todo este tiempo cuando fuiste tú quién decidió irse? Eso sí que no lo voy a tolerar.

La mirada que le dirigió Adriel mientras sus palabras salieron disparadas, no cabía en el rango de frialdad y sus sinónimos. En cambio, encajaba a la perfección en lo alto del rango de letalidad. Cualquiera que no le conociese lo suficiente diría que esa faceta no encajaba con él, pero lo cierto era que cuando le tocaban la moral, Adriel era el primero en desenfundar el arma y apuntar sin importar hacia donde fuese dirigida la bala.

—Ya lo entiendo todo —asentí lentamente—. Como ya te dejó tu ex novia, ahora nos buscas, ¿no es así? —Pese a que no quería que las gotas de sangre me salpicasen en esta batalla, no pude evitar lanzar un puñal con mi afirmación disfrazada de pregunta—. Demasiado tarde, Diego.

—No quiero ni que la menciones, Norah. —Diego pronunció aquellas palabras con aspereza. No obstante me descolocó ver que no le guardaba ningún cariño, sino todo lo contrario: odio.

—¿Por qué? ¿No la querías tanto? ¿No la preferías a ella antes que a nosotros? —Adriel le hizo recordar todas aquellas decisiones que una vez tomó Diego, anteponiendo a su antigua novia por encima de todo.

—Cállate, Adriel —pidió este en un tono más elevado que de costumbre.

—¿O qué? ¿Vas a volver a irte? Eso ya lo hiciste, sé más original. —Adriel prosiguió, y no dudó en usar aquel sarcasmo que iba directo a una herida para abrirla, hurgarla y dejar un dolor casi permanente en ella.

Se formó una tensión demasiado palpable en el ambiente a raíz de un pasado en el que Dominic no tenía nada que ver. Pero ahí estaba, presente e incómodo. Espectador de cómo cuatro puñales salían lanzados contra uno. Y aún así, intentó mediar la situación.

—Diego —lo nombró en un aviso de que cesara la pelea.

—Déjanos a solas —exigió el nombrado.

—¿Y dejar que os tiréis de los pelos y os matéis con uñas y dientes? No me largo hasta que no vea que os hayáis calmado —contestó el rubio, con solidez.

Después de unos instantes sin que nadie pronunciara palabra y con la tensión más presente que nunca, Adriel habló.

—Mirad, yo me voy. Lista ha sido Evie al irse nada más poner un pie aquí y ahorrarse esto. Que les den a las dos realidades y que las salve otra persona —hizo ademán de largarse, pero las siguientes palabras de Diego le dejaron perplejo, cesando así sus pasos.

—Os debo una disculpa, por mucho que me cueste.

Nadie dijo nada durante otros segundos más.

¿Después de comportarse como lo había hecho? Este chico no dejaba de sorprenderme.

—No quiero, ni necesito, nada tuyo —aseguró Adriel al cruzarse de brazos y devolverle la mirada.

—A estas alturas no creo que una disculpa valga la pena —murmuró Georgia.

—No lo creo, no —apoyó Kai, con el mismo desdén de Georgia.

—Hace un rato nos estabas atacando y, ¿ahora quieres disculparte? Flipo —puntualicé. Lo cierto era que una parte de mí quería escuchar esa disculpa. Quería saber qué tenía que decirnos. Quería averiguar por qué nos había reunido. Pero la coraza que forjé contra él la última vez que hablamos en la playa había aprendido la lección.

—Dominic. ¿Puedes dejarnos a solas ya? —volvió a pedir Diego, ignorando nuestros comentarios.

—Estaré en la habitación de al lado por si acaso. —Se marchó y giró la esquina por la que apareció Diego nada más entramos a La Sede.

Vi las intenciones de Adriel de marcharse, pero mi mirada atrajo la suya y eso fue suficiente para que me entendiese. Decidió quedarse tras entender que mis ojos le decían que por escucharle no perdíamos nada.

Fueron otros segundos más los que Diego se tomó para coger una bocanada de aire, retenerla en sus pulmones y soltarla. Un tiempo muy limitado, a mi parecer, para escoger las palabras con las que encubrir una cagada de hacía más de un año.

—No sé cómo empezar esto —titubeó por un momento, pero le echó valor al asunto y escupió esas palabras que había pensado. O quizá fueran improvisadas—. No he debido reaccionar como lo he hecho porque ahora supongo que perderé credibilidad —suspiró breve y bruscamente en un intento de risa—. Así que para empezar, me disculpo por lo de antes.

»Sé que no es excusa pero... No os hacéis una idea de lo mucho que me he sentido solo durante todo este tiempo. Siempre que os veía, y os veo juntos, me recordaba a cómo era todo antes. Cuando éramos los seis. Los seis en el instituto, los seis en el descampado, los seis en el Angie's breakfast, los seis en bicicleta yendo a casa de mi abuela, los seis en las noches veraniegas en la playa. Los seis siempre.

Hizo hincapié en aquella última frase y todos los recuerdos pasaron por delante de mis ojos como una cinta de video. Como consecuencia, mi postura imponente se fue suavizando a medida que sus disculpas avanzaban.

—Y nunca pensé que lo diría, pero, lo echo en falta. Os echo en falta. Pero lo que más me jodió fue que tuvierais razón sobre Anya. Por eso no quiero que la volváis a mencionar —sus ojos color miel se clavaron en mí—. Porque os perdí por estar atontado con ella. La cagué. Sé que la cagué y que os traté fatal los últimos días de nuestra amistad, sobre todo aquel día en la playa. Sé que queríais ayudarme, pero no os hice caso y acabé dándome de bruces con la realidad demasiado tarde.

Durante la vida hay cosas para las que estas preparada, incluso sin ser avisada de que van a venir. Y durante mucho tiempo pensé que lo estaba para las posibles disculpas de Diego, pero esa disposición se fue desvaneciendo con el tiempo.

—También os debo disculpas por dejaros de lado tantas veces por ella. Aún recuerdo lo que me decía a mí mismo para quitarme el remordimiento cada vez que la elegía antes que a vosotros: Es el amor. El amor verdadero hacia una persona conlleva sacrificios —aprecié la burla con la que dijo aquellas palabras—. Y acabé creyéndomelo. Más cuando ella me reprochaba que estaba mal y me necesitaba. Si me iba con vosotros me sentía culpable y ella también me culpaba por haberme ido con vosotros.

Se pasó una mano por la cara y apartó la vista de nosotros.

—Debí de haberos dicho todo esto antes, en cuanto rompí con Anya, pero entonces me frustré más porque acabasteis teniendo razón. La razón de la toxicidad que había en esa relación. Y todo eso para que luego me pusiera los cuernos —volvió a emitir ese sonido, dejando escapar el aire por la nariz a modo de risa absurda—. Así que lo siento por cometer tantos errores.

Volvió la mirada hacia nosotros y entonces pude verla. Pude ver la sinceridad de sus palabras y de sus expresiones. Dejo leerse como un libro. Su mirada también lo decía todo y fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que la forma en la que me miraban sus ojos la reconocía. Fue la que no supe identificar aquel día en la fiesta de Halloween. Cuando me quitó de encima al degenerado disfrazado de policía que no me dejaba en paz. Ahora sí la entendía y lo tenía claro.

Se perdonó conmigo y era la hora de que yo lo perdonara a él.

Pero tal vez no era el momento para mí.

Se produjo un silencio el doble de incómodo que los anteriores, y a una ínfima parte de mi corazón le dio lástima la manera en la que Diego esperaba ser perdonado.

Y el mundo se le debió caer encima cuando nos dimos la vuelta en una fila, encabezada por Adriel y nos marchamos del lugar.



Nota: Sé que no ha sido el capítulo más largo hasta ahora, pero puede que sí el más intenso. y estoy deseando leer vuestras reacciones :)

Creo que es un buen momento para deciros que estamos justo a la mitad de esta historia. Que no cunda el pánico porque aún quedan muuuuchas cosas guays.

Intentaré subir algo de contenido mi Instagram (blackkaangel__) pero por aquí no nos veremos hasta el miércoles que viene.

B. A.

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