RAYNARD
Miré a Davina interrogante, agaché la cabeza para tener más intimidad.
- No voy a entrar ahí con vosotros. – Fruncí el ceño confundido.
- ¿Por qué? – Esta suspiró mirando de reojo a Irina, quien nos miraba desde la entrada a la sala de reuniones. - ¿Te ha dicho algo? Mira hübsch... - Negó con la cabeza.
- Ella tiene razón, me llena el corazón que me quieras ahí contigo, pero si entro yo las demás mafias podrían quejarse y querer meter a más miembros. – Le miré durante unos segundos buscando algo mas en su mirada, pero solo había sinceridad.
- ¿Estas segura? – Asintió agarrando la solapa de mi americana.
- Se que me contaréis todo lo que suceda ahí dentro. – Dijo segura. – Confío en ti. – Mi pecho se estrujo con fuerza al escuchar esas tres últimas palabras.
- De eso no tengas duda. – Bese sus labios. – Tengo que ir allí dentro, luego nos vemos.
Asintió dándome un ultimo beso antes de entrar a la sala de reuniones con Irina a mi lado, aunque ella no me miraba a mí, su vista estaba fija aun en mi mujer. La aprobación, esa era la palabra que describían sus ojos.
(...)
La reunión fue marchando sin problemas, quizás más lento de lo que esperaba. Acababan de nombrar a la mafia de Kaito miembro del consejo, con sus debidas normas, conllevando con ello muchas cosas, como leyes intocables y protección.
Y, el punto más importante, ejecución o destierro por la traición.
- Bien. – Antoine, jefe de la mafia francesa y cabeza de mando del consejo de mafias, paso de tema. – Ahora que tenemos nuevos aliados, pasemos al ultimo punto de esta reunión.
Saco un mando apuntando al centro de la enorme mesa de madera, aparecieron proyectadas desde el techo un montón de imágenes, videos y documentos sobre Lynx y su mafia. Jakob a mi lado susurro un insulto en nuestro idioma.
- Lynx se esta convirtiendo un enorme grano en el culo. – Aeron abrió la boca por primera vez desde que estábamos sentados alrededor. – Quiere llevarse a la mujer de Infierno y esta atacando puntos de mercancía de varios de nosotros por todo el jodido mundo.
Me crují los nudillos al escuchar eso último, nuestra mercancía no había sufrido daños por el momento, pero nos pasaba algo bastante mas grave, y es que Lynx quería a Aria como su puto padre quiso a Sofie.
- Tiene una especie de venganza personal hacia las mujeres de los jefes de nuestra familia. – Hablé en tono tosco apoyando ambas manos sobre la mesa.
Aina se levanto del sitio. Pocas veces venia físicamente a las reuniones, pero curiosamente hoy no faltaba ninguna. Ella era la jefa de la mafia noruega, su nombre resonaba siempre entre mafias por lo cruel que podía llegar a ser.
- Creo que es momento para comentar que tenemos a un hombre de Lynx encadenado en una de mis casas en el bosque. – Abrí los ojos sorprendido.
- ¿Cómo? – Pregunto mi amigo. – Y, ¿Cuándo? – Su voz sonó demasiado agresiva, pero podía comprender su cabreo.
- Cálmate Infierno, han pillado a ese puto turco hoy, estaba intentando sabotear un barco con material de mi propiedad. – Apoye mi espalda sobre el respaldo. – Si todavía esta vivo es por ti.
Escupió con veneno.
¿Es buen momento para decir que ambos tuvieron una intensa pero breve historia? Una que Aina todavía no ha olvidado.
- Bien Aina, bien. – Antoine intento poner algo de paz. – Sácale toda la información que puedas y mantenlo con vida. Todo el que capturé a alguien relacionado con Lynx debe mantenerlo con vida y exprimir toda la información que sea posible, ¿de acuerdo?
Un cuchicheo se escucho entre los presentes, yo me dedicaba a observar la situación.
- ¿De acuerdo? – La amenazante voz del francés provocó la afirmación de todos.
- Antoine. – Emilio habló por primera vez. - ¿Qué hacemos mientras tanto? Tienen más espías y gente de lo que imaginábamos. ¡Incluso los alemanes tenían uno infiltrado! – Gruñí en su dirección como advertencia.
Podía ser mi amigo, pero no iba a permitir que desprestígiese nuestro puto mundo.
- No lo digo a malas Diablo, pero es la verdad. – Sentenció volviendo a mirar a Antoine. – Llevamos meses intentando localizar su posición, pero cuando estamos cerca ellos ya se han marchado.
- El problema que tengáis traidores es vuestro. – Contesto de forma déspota el francés. – Haced lo que tengáis que hacer para descubrirlos y matarlos. – Nos miró a todos detenidamente. – Nos mantendremos en continuo contacto para hacernos llegar las novedades y...
Valcarce le interrumpió.
- Con su permiso. – Se levanto dejando un foto sobre la mesa. – Esta mañana uno de mis hackers navegando por las telecomunicaciones ha encontrado algo interesante. – Infierno apoyo su brazo sobre la mesa. – Han intentado entrar en Alemania, pero las autoridades no les han dejado pasar aduanas.
¿Qué mist (mierda)? Si están intentando entrar en el país significa que planean algo contra nosotros, más bien contra la mujer de mi hermano.
- Que no lo hayan conseguido no quiere decir que no lo acaben haciendo. – Habló Benjamin, su mano derecha, muy serio.
- ¿Qué hacemos? – Irina miro con frialdad a Antoine. – Yo ofrezco parte de mis hombres y los dejo a la disposición de Infierno y Diablo.
La miré con orgullo.
- Tengo uno contactos en Turquía. – Kaito, desde la votación, no había hablado. – Son antiguos mercaderes. Uno de ellos fue mutilado por el padre de Lynx hace años, nos ayudará. – Hizo un paron antes de seguir hablando. – Además, uno de mis hombres esta infiltrado entre sus filas, gracias a él supimos lo del traidor, pero lo ultimo que ha averiguado es que su base de operaciones en Turquía va a desaparecer para irse a otro país.
- Cuando tu hombre lo averigüe háznoslo saber Kaito, esa información nos será muy útil. – Asintió con total seriedad.
Mi amigo estaba muy callado, aunque lo conocía demasiado y sabia que por su cabeza estaban rondando demasiadas cosas. Toda la información la estaba almacenando de forma organizada, entrelazaba puntos e hilos que los demás no conseguían ver.
- Aumentar la protección y seguridad. No son tiempos para ser descuidados, acabaremos con Lynx y su mafia entera, y mataremos a Belov. Esta vez no habrá destierros. – Hizo un parón antes de seguir hablando. – Y recordar, que debéis estar a una llamada por si Infierno y Diablo os necesitan en sus filas, tenemos que protegernos entre nosotros, y debemos proteger a nuestras familias. – Antoine dio un golpe con su gayata en el suelo dando por terminada la reunión. – La guerra se avecina, muchachos.
Me levante a la vez que Jakob estirando mi americana hacia abajo, todos comenzaron a salir quedándonos los últimos en la sala para hablar.
- Están todos igual de perdidos que nosotros. – Musito mirando hacia la puerta.
- Se está encondiendo demasiado bien, pero lo encontraremos. – Este me miró con una enorme preocupación. – Bruder. (Hermano.) Wir werden diese Hurensöhne fertig machen. (Acabaremos con esos hijos de puta.)
- Es wird eine Menge Blut regnen, Bruder. (Va a llover mucha sangre, hermano.) – Me dio un apretón en el hombro antes de salir en la sala y dejarme ahí estático.
Lo peor de todo es que tenia razón, la tierra se regaría con mucha sangre mas pronto que tarde, y era algo por lo cual debía acojonarme. No por mí, sino por las personas que tenia la necesidad de proteger siempre.
Carraspeé, haciendo crujir mi cuello.
Necesitaba una copa.
Salí de allí con paso seguro, recorrí el suelo de mármol negro hasta llegar al salón en el que había comida por todos lados, personas hablando y música amenizando el ambiente. Muchas de las personas absortar de la guerra que se nos venia encima. Visualice a Davina al lado de Aria, donde su marido ya estaba a su lado. Ella parecía estar incomoda por estar rodeada de tanta gente y tener tanta atención encima, así que, cogiendo una copa de una de las mesas, me acerque hasta allí rodeando su cintura con mi mano libre.
- ¡Diablo! ¡Que alegría! – Ana, la madre de Emilio, se acercó para darme un fuerte abrazo.
- Ana, que sorpresa. – Le deje un beso en la mejilla.
- ¿Verdad? Emilio me insistió que fuera con él y Benjamin. Dice que, como jefa emérita, debía de venir. – Rodó los ojos divertida.
- Creo que tiene razón. – Aria llamo su atención. – Es una alegría conocerla. Su hijo es maravilloso.
Disculpándome con la mirada me lleve a mi mujer de ahí para quedarnos solos en un rincón de la sala. Esta suspiro aliviada, le ofrecí mi copa que se bebió de un trago. La dejo sobre una mesita a su derecha y me miró.
- Ojalá tuviese la habilidades sociales de Aria, pero me agobio demasiado. – Sonreí metiendo un mechón rebelde tras su oreja. – Ana es encantadora, pero antes que ella han venido diez más. – Me miró horrorizada con sus enormes ojos azules. - ¿Todo bien ahí dentro?
- Bueno, Kaito es oficialmente del consejo. – Esta sonrió. – Sobre Lynx... no hay mucho más. Aumento de seguridad, ha intentado entrar en Alemania, los noruegos tienen a uno de sus hombres... Irina ha ofrecido a parte de su plantilla para aumentar el numero de efectivos en Alemania. – Parpadeó varias veces para asimilar la información.
- ¿Ha intentado entrar en Alemania? – Asentí con un suspiro
- En aduanas no les han dejado entrar.
- Vaya... - Arrugo la nariz. – Quiero que acabe ya esto. – Confesó algo derrotada.
- Yo también. – Me sinceré.
Le agarré de la cintura atrayéndola a mi.
- Acabaremos con ellos, hübsch. – Esta unió su frente con la mía.
- No tengo duda de ello, Diablo. – Mi entrepierna comenzó a ponerse dura como una piedra. – Diablo... - Ronroneo. – Cuidado con eso. – Miró hacia abajo. – O todo el mundo verá cómo te pones.
Gruñí susurrando para pegar su cuerpo al mio por completo.
- No hübsch, como me pongo no. – Le mordí el lóbulo de la oreja. – Como me pones. – Escuche como tragaba con dureza.
Nos separamos cuando Aria llamo a Davina. Miré de reojo a mi mujer y lo sonrojada que se encontraba en aquel momento. Mi hermano nos miraba con una ceja alzaba a ambos mientras que su esposa me ignoraba por completo.
- Necesito ir al baño. – Suplicó. – Y no ...
- Está bien Ari, no te preocupes. – Se acerco a su amiga agarrándole de la mano. – Ahora volvemos. – Me dio un pico antes de desaparecer con su amiga.
Las vi irse juntas hacia donde estaban los servicios, hace unos meses atrás cuando Davina se fue sola al baño fue secuestrada por Caníbal.
- Estarán bien. – Jakob me dio un vaso de güisqui. – Además Davina sabe pelear bastante mejor que antes. – Le di un trago antes de responder.
- Lo sé.
- Me alegro por ti, bruder. – Le miré a los ojos con una ligera sonrisa. – Mereces ser feliz.
- Gracias. – Choque mi hombro con el suyo. – Y deja de estar tan cariñoso, schwachkopf (imbécil). – Soltamos una carcajada a la par.
Durante el resto del rato hasta que las chicas volvieron nos sumergimos en conversaciones totalmente triviales con nuestro amigos de las mafia irlandesa, australiana y argentina. Cada uno éramos de una hure (puta) punta del mundo, pero desde siempre tuvimos feeling entre nosotros. Aeron nos contó que tenia algo complicado con la chica que rescató de los calabozos de Riko, el padre de Kaito, el día que fuimos a buscar a Davina de las manos de Caníbal. Emilio pasaba de mujeres, y así lo repitió cien veces. En cambio, Valcarce estaba felizmente casado con dos pequeños hijos que en esta ocasión no habían venido desde Australia aquí. Camey, mano derecha de Aeron, sin embargo, desapareció junto con Irina en el mismo momento que la reunión dio por finalizada.
Las chicas se ausentaron de nuevo en mitad de la charla para ir a la habitación, llevaban mucho tiempo sin dar señales de vida y eso me ponía bastante nervioso. Entonces fue cuando se escuchó un disparó y Jakob y yo nos miramos sabiendo que posiblemente eran ellas quienes estaban en medio. Se escucho un grito cuando dos cuerpos cayeron rodando por la escalera que daba a mitad de la sala. Fui hasta allí quitando a la gente del medio, un montón de seguros de armas se escucharon y apuntaron hacia donde había dos personas en el suelo.
Algo dentro de mi decía que Davina era uno de los dos cuerpos que cayó rodando. Cuando quite a la ultima persona del medio mis sospechas se hicieron realidad, Davina se levanto del suelo llena de sangre y con un cuchillo en la mano, en el suelo yacía el cuerpo de un hombre con una pistola a su verá.
Los ojos de Davina me miraron sin una pizca de humanidad. Comprendiendo que en aquel momento no era Davina Morris quien me miraba, sino el Ángel del Diablo.
- Era un hombre de Lynx. – Gruño. – Y arriba hay otro muerto. - Sentenció sin soltar el cuchillo.
Un sollozo llamo la atención de todos los presentes. Aria estaba al inicio de las enormes escaleras con algo de sangre sobre ella. Mi amigo corrió hasta su mujer para abrigarla entre sus brazos.
Me acerqué a ella para comprobar que no tenía heridas, puse ambas manos en sus mejillas viendo como habitual mirada volvía.
- Estoy bien me susurro. – Le abracé con fuerza. – Los turcos han entrado en Alemania. – Me susurró algo temblorosa.
Mist (Mierda).
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Acabo de descubrir que ahora Wattpad deja programar la publicación de capítulo, ¡esto me va a facilitar la vida!
¿Qué pasará?
CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAAAAAAAN
-URSAHE-