18. Eres importante para mí.
A pesar de que en la noche anterior todo salió de maravilla, mi padre no se comportó como un auténtico machista frente a mi novio, no fue grosero —o al menos no la mayoría del tiempo—, y no se interpuso en nuestra relación; había algo que hacía que esta mañana en la mesa del desayuno el ambiente estuviera tenso.
Sí, reconozco que no me esperaba una reacción más emotiva o que todo cambiara de repente, por supuesto que no. Sin embargo, admito que sí llegué a pensar que no todo sería tan incómodo a como lo es cada día.
Otra vez me equivoqué.
Pues, desde que empecé mi día normalmente, las cosas se han visto más rígidas de lo normal, por así decirlo, de manera que, en la mesa hay un silencio que quizás podría cortar toda gota de tranquilidad proveniente de alguno de nosotros.
Mi padre estaba en la misma tónica, la de todos los días.
Eso no era novedad. De todas formas, mi organismo estaba igual de tenso y por alguna razón, me preparé mentalmente para cualquier cosa que pudiera suceder. La ansiedad por saber si todo estaba bien o no, me impidió probar bocado, así que me la pasé revolviendo mi desayuno sin interés.
Lo único que se oía era el sonido de los cubiertos al chocarse contra el plato, proveniente de las demás personas en la mesa, aunque todos intentábamos no hacer un ruido que pudiera ser fastidioso para mi padre.
Otra razón para creer que alguien está en problemas.
Lo que no pensé, es que ese alguien fuese yo.
El hombre soltó la servilleta sobre la mesa y se puso de pie, ocasionando que todas las miradas fueran a parar en su dirección.
—Mackenzie —nombró, mirándome—. Termina de comer y pasa un momento a mi despacho
Eso me dejó en extremo confundida
—¿No irás a trabajar ya? —preguntó mi madre
—Será sólo un momento antes de irme —repitió, para después abandonar la estancia de camino al lugar donde me había citado
Inmediatamente mi estómago se revolvió, cerrándose lo suficiente para impedirme siquiera probar un bocado. Esperé hasta que estuviera más lejos y entonces me puse de pie, con la intención de salir
—Mack —me llamó mamá—. No has comido nada...
—Papá me llamó —recordé, como si ella no lo hubiese escuchado
—Sí, pero te esperará hasta que termines.
—No, es mejor no hacerlo esperar. Debe trabajar, así que...
—No creo que tardes mucho, lo guardaré para cuando vuelvas.
—No es necesario —pronuncié, saliendo de mi asiento—. No tengo mucha hambre.
La dejé con la palabra en la boca mientras caminaba con mucha rapidez. Mis piernas temblaban un poco al igual que mis manos. Las tomé entre sí, jugueteando con mis dedos en un gesto nervioso que acompañó mi respiración agitada por la preocupación.
Me detuve en la puerta de su despacho
—Ahm... —pasé saliva—. Ya estoy aquí.
—Pasa —indicó
Ingresé, tomando el pomo en mi fría mano, lo giré y me adentré a la estancia con mi corazón latiendo muy, muy rápido. Al estar dentro, dejé la puerta medio cerrada y froté mis palmas sudorosas con mis jeans
—¿Sí? —pregunté
—Acércate —señaló una silla frente a su escritorio
Más nerviosa aún, solo pude hacerle caso
—¿Te gustó el desayuno? —cuestionó, distraídamente
Eso terminó de confundirme
—Ahm... tú debes ir a trabajar y mamá quiere que la acompañe a la cafetería. Quizás... sería mejor no alargar la... conversación.
Me armé de valor para decirlo, e incluso así, mi voz salió insegura en cuanto lo pronuncié
—Tienes razón —organizó algunos papeles—. Te llamé por algo.
—Te escucho —murmuré, impaciente
No me servía que diera tantos rodeos, entre más se demorara, más estaría preocupada y eso me causaba una sensación que no quería tener nunca.
Expulsé una lenta bocanada de aire. Él me miró por fin
—Quería hablarte de tu novio —murmuró
Inmediatamente, mi cuerpo se puso recto
—¿Qué pasa con él? —cuestioné, alarmada—. Pensé que todo estaba bien, digo... él fue amable, respetuoso, sincero...
—No hablo de eso.
—¿Entonces de qué? —presioné
Cruzó sus manos sobre la madera
—Yo te dije algo. Y no lo hiciste.
Su voz saliendo como un reproche enseguida me atemorizó
—Lo siento —me apresuré a decir—. Perdón, sé que debí decírtelo, yo estaba... pensaba que no ibas a aceptarlo. No sé en qué pensé.
—Evidentemente, estamos de acuerdo en eso.
—Pero, padre... —bajé mi cabeza—. Yo lo quiero.
—Eso se nota. De otra forma me habrías hecho caso.
—Haré lo que sea —volví a mirarlo, mordiendo mi labio inferior con algo de fuerza para que mi voz no me temblara—. ¿Podrías... no alejarme de él?
—Yo no te alejaré de él.
Liberé el aire de un sólo golpe con alivio
—Gracias, te prometo que...
—Lo harás tú misma.
Mi expresión cambió por completo
Toda gota de tranquilidad que hubiese adquirido en el último milisegundo se fue como si me hubiesen dado una bofetada para volver a la realidad.
—¿Eh? —fui capaz de decir
—No, no hablo de que lo dejes ahora —me tranquilizó, poniendo sus manos en son de paz—. Hablo de que cuando se terminen tus vacaciones entrarás en la universidad. No tendrás tiempo para nada más.
—¿A qué te refieres? —pedí, temerosa
—Me refiero a que él vive en Nueva York, Mack.
Era la primera vez que me llamaba Mack.
Su voz salía con algo de compasión y no me agradaba eso.
No necesitaba su compasión.
—Lo sé —pronuncié—. Pero... las relaciones a distancia funcionan.
Soltó una risa que no tenía nada de gracia
—¿Eso piensas, hija? Creí que te había educado bien para no ser ninguna ingenua.
El golpe me dio en el pecho
—Yo sé que funcionará —contradije—. Confío plenamente en él y sé lo que siento. Lo quiero, papá, quizás como nunca voy a querer a nadie.
No me dijo nada al respecto. Mis ojos se cristalizaron, lo cual odié. Porque no lloraba por tristeza, sino más bien por enfado y detestaba no poder contener mis emociones así como él lo hacía.
—¿Podrías estar feliz por mí? —pedí en un susurro
—No digo que no estoy feliz por ti.
—Quieres decirme que apenas se terminen las vacaciones debo decirle adiós. De eso se trata, ¿no?
Tomó aire con lentitud
—Es tu sueño el que cumplirás. Concéntrate en eso, no en un... romance efímero de vacaciones.
No era solo eso.
Estaba segura de que era algo más.
—¿Y si no quiero? ¿Por qué no me das la oportunidad de que funcione? Estoy segura de que puede funcionar, nosotros... nos queremos, tú dijiste que lo notabas.
—Mackenzie —nombró con más rigidez—. Creo que eres lo suficientemente inteligente para comprender lo que quiero decirte.
Sí.
Él quería decirme que aceptaba mi relación.
Porque esta no duraría por mucho.
¿Cómo se supone que eso no me duela? ¿Cómo se supone que voy a querer pasar tiempo con Ethan cuando pueden arrebatármelo en cualquier momento?
No quiero eso.
Y me aterra pensarlo.
—¿Estamos de acuerdo? —volvió a preguntar
No, aún no tenía el valor suficiente para levantarme de esa silla y decirle eso; «no». Aún me faltaba mucho. Y supongo que por eso prefería obedecer. Porque si no, no tendría nada después.
Miré hacia el suelo lentamente
—Sí... —susurré
—Genial. Ya puedes irte.
Limpié una lágrima rebelde que se escapó de mis ojos. Pestañeé un par de veces y con mucha rapidez me puse de pie para abandonar la estancia.
Apenas estuve fuera, recargué mi espalda a la madera
Romance efímero. —repetí con ironía
Eso era más que falso y con Ethan lo tenía claro.
Ahora sólo me quedaba demostrarlo.
❄️
La cafetería de mi madre me recibió tan pronto esta fue abierta. De inmediato los clientes llegaron y los desayunos empezaron a ser servidos por mí, y por mi amiga Wendy que llegó unos minutos después.
Bueno, varios minutos después.
Lo cuál se me hacía bastante extraño considerando que mi amiga tiende a llegar temprano cuando es un día común y corriente. Cuando llega tarde quizás es porque está o muy feliz o muy enojada. Cuando está triste ni siquiera viene. Así que adiviné su estado de ánimo tan sólo con verla cruzar esa puerta
Me paré detrás del mostrador, esperándola
—¿Qué son estas horas de llegar? —pregunté, poniendo una mano en mi cintura como si fuese mi madre
—Lo siento, sé que es tarde —pasó por el lado mío, la seguí directamente a la cocina, al área de los empleados donde esta dejó sus cosas y empezó a arreglarse para empezar con el trabajo—. Me dormí.
—¿Te dormiste? ¿Enserio?
—Sí, sé que es raro porque siempre despierto muy temprano.
—Ajá. Sabes que no te creo, ¿verdad?
—¡Juro que fue así! —se defendió, empezando a recoger su cabello con una pinza que lo dejó el doble de esponjoso—. Mira, llegué tarde a mi casa, así que...
—¿Llegaste tarde a tu casa? ¿Por qué?
Me miró con fijeza
—¿Yo dije eso? —se señaló a sí misma
—Lo acabas de decir.
—No, creo que me equivoqué —soltó una risita, dejando de verme para sacar su delantal del casillero—. Quizás quise decir otra cosa, es que aún estoy dormida.
—Wendy —advertí—. ¿Por qué llegaste tarde a tu casa?
Soltó un suspiro, girando hacia mí
—Llegué a la media noche.
—¿A la media noche? —elevé ambas cejas
—Sí, sólo salí.
—¿Saliste? —pregunté de la misma forma
—Ajá... —titubeó—. Con... migo misma.
—¿Eh? —fruncí el ceño
—Eso —asintió muchas veces como si quisiera convencerme y convencerse al mismo tiempo—. Fue... ehm... mi psicóloga me lo recomendó. Una cita conmigo misma para mejorar mi estado de ánimo y darme la importancia que merezco. Eso fue, exactamente eso.
Solté una pequeña risa, ella también se rio con nerviosismo
—Claro, ¿cómo no lo noté antes? —respondí con ironía. Wendy siguió asintiendo—. Tu psicóloga, a la que no asistes desde que tenías diez años.
—Exacto. Volví a tomar terapia.
—Me alegro mucho por ti. ¿Entonces saliste con quién?
—Con Jamie.
—Lo sabía —bramé con seriedad
Su sonrisa se borró de golpe
—¿Qué dije?
—Que saliste con Jamie —la señalé
—¿Con... quién? —bufó exageradamente—. No salí con él.
—¿Ah no?
—No.
—¿Me lo juras?
—Te lo juro por mi vida.
—Mentirosa.
—¡Bien! ¡Sí, salí con él! ¡Ya deja de verme así, que me asustas!
Crucé mis brazos esta vez. Wendy recargó su frente en los casilleros y soltó un profundo respiro que acompañó la vergüenza que quizás sentía
—Eso estuvo mal, ¿verdad?
—¿Qué salieras y te divirtieras? ¿Por qué sería malo?
Me miró abruptamente
—¿No estás enojada?
—¿Por qué iba a estar enojada? —me encogí de hombros
—Bueno... —se tomó las manos—. Es que eres hermana de Mike. Y... pensé que, si yo salía con alguien más, tú... te ibas a enojar por lo que pasó entre nosotros, y... ya sabes.
—Wendy, tú eres dueña de tu vida. Me alegra que estés saliendo con alguien.
—¡¿Qué?!
Ambas giramos abruptamente hacia ese grito que sonó a mis espaldas. Me volteé, temerosa, justamente para encontrarme con esa mata de cabello rubio y expresión de terror que no pasó desapercibida
—¿Qué haces aquí? —le pregunté a Mike
—¿Estás saliendo con alguien? —me ignoró, apuntando a Wendy
Esta empezó a enrojecer
—No, yo... no dije...
—No puedes salir con nadie —refutó de inmediato
—Mike, no seas un idiota —interferí
—Mack, por favor —me pidió—. Déjame hablar con ella, ¿sí?
—Mike... —intenté
—No tengo nada que hablar contigo —Wendy alzó el mentón, terminando de ponerse el delantal—. Será mejor que empecemos con el trabajo.
Pasó por mi lado y no hice amague de que se quedara. Sin embargo, Mike sí lo hizo, pues la tomó del brazo antes de que saliera por completo. Mi amiga se quedó mirándolo y mi hermano únicamente me vio a mí
—Bien —resoplé—. Tienen cinco minutos antes de que alguien venga a interrumpirlos.
Los dejé solos, sabiendo perfectamente que mi amiga también me estaba pidiendo que les diera un minuto a solas, a pesar de que no lo pronunció.
Una vez fuera, me concentré en tomar los pedidos y repartir los cafés que las personas llevaban a sus trabajos.
Me distraje un momento, tanto, que no me di cuenta de cuánto tardaron los tortolitos dentro de la cocina. Cuando menos lo esperé, Mike salió a pasos muy muy rápidos, sin detenerse siquiera a decirme algo.
Abandonó la cafetería, cerrando la puerta con algo de fuerza
Segundos después, Wendy se ubicó a mi lado
—¿Todo bien? —le pregunté
Me brindó una sonrisa de labios sellados
—¿Trabajamos? —preguntó, aproximándose a una mesa
Quizás más tarde quiera hablar de ello
Me concentré en lo importante, intentando ignorar el hecho de que tanto mi mejor amiga como yo, teníamos nuestras mentes en otras cosas, menos en lo que era necesario.
Atendí la caja en los próximos minutos. No había tantos clientes por lo que no tuve que salir a atender mesas. De esta manera, me fue más fácil identificar a la persona que ingresó segundos más tarde.
Enseguida sentí mi corazón reaccionando a él.
—Hola —se paró frente a mí
—Hola —le sonreí—. ¿Se le ofrece algo?
—Una malteada de chocolate, por favor —pidió
Asentí, anotando en una libreta a mi lado
—¿Algo más?
—Uhm... creo que no —sacó su billetera y me pagó, por lo que recibí y le tendí el cambio—. Disculpa, ¿hay más mesas?
Le eché una ojeada a la estancia
La mayoría estaban vacías
—¿Se refiere a las cuarenta que están solas? —bromeé
—Es que quiero... ya sabes, algo más de privacidad.
—Oh —fruncí mis labios—. En la salida trasera hay unas bancas.
—Eso me gusta. Ahm... me llevarás la malteada, ¿verdad?
Mi sonrisa se acentuó
—Se lo llevaré en cinco minutos, señor.
—Gracias —tomó mi mandíbula con una de sus manos y se acercó lo suficiente para plantar un sonoro beso en mi mejilla que me sacó una risita
Lo vi irse, con el cosquilleo expandiéndose por cada célula de mi cuerpo. Observé su fornida espalda terminando de salir e irremediablemente solté un suspiro que no controlé
—Señorita —pronunció una mujer frente a mí
—Oh, lo siento —sacudí mi cabeza, volviendo—. ¿Qué se le ofrece?
Continué con lo mismo hasta que los últimos tres clientes se fueron. Una vez vi que todo estaba en orden y no necesitaban mi ayuda, me aproximé a tomar la malteada que se había preparado para Ethan. Le puse una etiqueta que yo misma hice y me aproximé a la salida trasera
Avancé a pasos muy rápidos. Tan pronto llegué, lo vi sentado en la banca que le indiqué con sus manos frotándose en sus jeans. Me vio, sonriente, así que me acerqué lo más rápido posible
—Para usted —se la tendí, posándome frente a él
—¿Estás segura? —se fijó en la etiqueta—. «Para el chico más guapo del mundo»
—Muy segura —le guiñé un ojo
Se puso de pie, haciendo que mi cabeza se fuese hacia atrás debido a la altura. No me moví, mantuve mis manos a mis espaldas. Ethan usó su brazo libre para enrollarlo en mi cintura en una caricia que dejó mi cuerpo tensándose bajo su toque
Me encantaba lo posesivo que se sentía eso. Ethan no era así, pero que aprovechara cualquier oportunidad que tenía para tocarme o mantenerme cerca era algo que alborotaba todas las mariposas en mi interior.
—Gracias a la chica más linda del mundo que lo preparó.
—Le puse un toque más de vainilla —tomé el cuello de su camisa bajo su abrigo
Asintió muchas veces
—Esta cafetería tiene un excelente servicio. Me encanta, lo juro.
—Ya deja de coquetear y sólo bésame.
Bajé su rostro, tomando su mejilla para hacerlo yo misma. Moví mis labios con suavidad, disfrutando de los suyos y lo bien que se sentían junto a los míos. No duró mucho, por lo que terminé dejando uno muy pequeño en la comisura de su boca antes de soltarlo
—Hola —susurré
—Hola —suspiró
Peiné su cabello con mis manos
—¿Tienes hambre? —cuestioné—. Puedo traer algo para ti.
—No, descuida, recién desayuné —volvió a sentarse
De inmediato me senté en su regazo sin que me lo hubiese preguntado. Ethan se tensó un poco, pero se acomodó con su espalda bien pegada a la banca para poder sostenerme con uno de sus brazos en mi cintura
Bebió de su malteada, me dio un poco así que la probé y después tomé la cuchara para darle crema batida, llevándola a su boca como si no pudiera comer por sí mismo
Dejé mi rostro en su hombro, abrazándolo
—¿Cómo dormiste? —me preguntó
—Muy bien —sonreí, recordando que nos dormimos bastante tarde por estar hablando por teléfono al menos dos horas—. ¿Y tú?
—Bastante bien. Sueños bonitos, ya sabes.
—¿Ah sí? —levanté mi rostro para verlo
Él aprovechó la cercanía para escrutarme. Me puse un poco nerviosa por la intensidad de su mirada, y lo hice aún más cuando sus cejas se arrugaron un poco
—¿Qué pasa? —le pregunté
—¿Estuviste llorando?
Sentí mi cuerpo alarmándose
—No...
—¿Ah no?
—No, ¿por qué...? ¿Por qué piensas eso?
Su ceño se frunció mucho más
—Tienes los ojos y la nariz un poco roja.
—No es cierto —esquivé su mirada
—Soy muy observador cuando se trata de ti. No puedes pedirme que no te preste atención, siempre tienes mi atención. Es imposible que no note incluso los detalles como estos.
Dejé un beso en su mejilla
—Eres hermoso —susurré
—Mack —reprochó
Solté un suspiro
—No es nada malo —negué con mi cabeza—. El clima es un poco más frío hoy que otras veces. Desperté con un pequeño resfriado.
Sorbí mi nariz para que me creyera. No me dijo nada por un momento. Rápidamente rompí el contacto visual y le quité la malteada para darle otro largo sorbo
—Uhm... deliciosa.
—Debes tener cuidado —carraspeó—. Y no salir sin abrigo o sin bufanda. Mi abuela hace un té muy bueno, podría decirle que te haga uno.
—¿Me invitas a tu casa?
—Siempre eres bienvenida en mi casa.
Sonriente, le di un beso en los labios
—Iré. En la tarde, ¿sí?
Asintió, terminando su bebida
Volví a abrazarlo, intentando olvidar la pequeña intervención en la que mi novio bastante detallista se da cuenta de lo que sucede. Sí, podría decirse que lloré un poco más después de salir del despacho de mi padre, pero es imposible que recuerde algo como eso cuando estoy con él.
Además, no quería alarmarlo o hacer que pasáramos un mal rato. Mis ratos con él siempre son buenos y es por eso que amo tanto los momentos que compartimos.
No quiero que se terminen o que algo los arruine.
—Gracias por cuidarme —le susurré, de repente
—Eres importante para mí.
Me sacó una sonrisa que no controlé
El sonido de la puerta abriéndose nos sobresaltó. Rápidamente me puse de pie y di unos pasos más allá. Ethan también se levantó, arrojando el vaso de la malteada vacía al primer cesto de basura que encontró debido a la impresión.
Ambos nos quedamos paralizados, observando a la mujer rubia que terminó de salir
Nos miró al uno y al otro, apenada
—No quería interrumpir, perdón.
—No te preocupes —negué
—Que bueno que estás aquí, Ethan —le sonrió, y pasó a tenderme una bolsa que tomé sin saber—. No desayunó y me tenía preocupada. Quizás tú puedas ayudarme con eso.
—Mamá —la miré mal
—¿Qué? A mí no me obedeces —se encogió de hombros, y después dio media vuelta para volver a entrar como si nada
El aroma a sándwich salió de la bolsa. Nerviosa, volteé a ver a mi novio que me estaba mirando con suspicacia
—Está exagerando —me justifiqué
Ethan no dijo nada, solo se sentó de vuelta
—¿Lo siento? —pronuncié, sin saber qué más decir
Palmeó sus piernas como recurso
Y nunca me había gustado tanto desayunar como ahora.
❄️
—¡Ahora sí es bingo!
—Abuela, por favor.
—¿Qué? No te hagas el avergonzado frente a tu novia, ¿eh? Sabes muy bien que gritas como niña cada vez que ganas.
—Yo no grito como niña —gruñó entre dientes
—No le hagas caso —la señora me miró al negar—. Por lo general siempre gana y es por eso que está feliz, pero como hoy no ganó y no pudo impresionarte....
—Abuela —advirtió
—Descuida —tomé su mano junto a la mía—. Guardaré tu secreto.
—No me ayudas —resopló
Riendo, le planté un beso en la mejilla que lo hizo sonreír en tiempo récord
—¿Quieres más té, Mack? —me preguntó la mujer
—Ahm.... Claro, gracias.
Se puso de pie y tomó mi taza para ir hacia la cocina
Ethan pasó un brazo por mis hombros, me acurruqué en su pecho
—¿Cómo te sientes? —preguntó, jugando con mi mano
—Mejor.
—¿Sí?
—Ajá —lo miré—. El té de tu abuela es mágico.
—Lo preparó con amor para ti.
—Sí, ¿cómo no? —reí. Él también
—Enserio, no miento cuando digo que te quieren más a ti que a mí. Cada vez que despierto me preguntan por mi novia y no por mí.
—No inventes —le hice cosquillas
—Digo la verdad —se rio
—Volví —la abuela dejó la taza en la mesa, por lo que me alejé de Ethan para tomarla
—Gracias —pronuncié
—Bien, chicos, el juego terminó. Tengo que ir a ver a tu abuelo y obligarlo a que se tome sus píldoras o no podrá dormir.
—No te preocupes, abuela.
—No olviden que la cena está en el horno —nos guiñó un ojo con complicidad
—Gracias otra vez —repetí, antes de verla irse
—¿Tienes hambre? —Ethan se puso de pie
—Un poco.
Se tomó un momento para ver por la ventana
—Linda, me encantaría que te quedes, pero si tu padre...
—No te preocupes por él —bebí un poco—. Está de acuerdo. Somos una pareja y no lo ocultamos, créeme que lo acepta.
Soltó una bocanada de aire
—Si tu lo dices —asintió—. Iré por la cena.
Se agachó y me dio un corto beso para después partir
Le eché una ojeada a la ventana. El auto de mi padre estaba allí parqueado, lo que indicaba que sí había llegado ya.
No iría temprano a casa. Si mi padre quiere que mi relación con Ethan se termine junto con las vacaciones, me encargaré de pasar los mejores días junto a él, por lo que no tiene nada que recriminarme. Estoy aprovechando mi tiempo con mi novio.
Antes de que se termine...
Me concentré en beber mi té para olvidar ciertas cosas.
No tenía idea de qué hora era. Había pasado toda la tarde aquí con Ethan. En un momento estuvimos en el ático, merendamos, nos besamos, vimos capítulos de una serie de misterio que me encanta, volvimos a besarnos y nos la pasamos abrazados la mayoría del tiempo.
Tardamos un poco en bajar a la cena, por lo que los señores Houston ya habían cenado y nos habían guardado a nosotros en el microondas. Jugamos una ronda de bingo y el abuelo se fue a dormir, por lo que terminamos aquí donde estamos ahora.
Sólo mi novio y yo.
Se oía tan bien que no quería dejar de decirlo.
Terminé mi té y me puse de pie con la taza en mis manos. Me acerqué a la cocina donde lo encontré sirviendo todo en dos platos distintos. Dejé el objeto sobre la barra y me aproximé a acercarme.
Pasé mis brazos por su torso, abrazándolo. Sentí su cuerpo vibrar por una pequeña risa
—Ya iba para allá.
—¿No puedo venir a ver qué haces?
—No, es una sorpresa.
Me estiré, parándome de puntitas para poder ver
—No veo nada raro. Es comida.
—Arruinaste la sorpresa, Mack.
—Oh, lo siento —lo solté, parándome junto a él—. Ahora tendrás que decirme qué era para que no lo olvide.
—No —se rio
—¿Ah no?
—No. Ya no hay sorpresa.
—¿Me estás hablando enserio?
—Lo siento, linda.
Por obvias razones estaba mintiendo. Lo comprendí al instante, de manera que, no me iba a quedar con la duda. Rodeé su cuerpo y me dispuse a abrir el refrigerador. No pude llegar lejos, cuando sentí unos brazos sujetando mi cintura para impedirme dar un paso cerca.
Solté una pequeña risa que le contagié. Giró mi cuerpo y nuestros pechos se pegaron el uno al otro. Dio unos pasos atrás llevándome consigo. Intenté salir de su prisión, divertida, pero él me lo impidió. Y por no prestar la suficiente atención, terminé con mi espalda en la pared
Ethan no dejó de acorralarme
Es aquí donde me da un infarto
Era tan lindo y tenerlo frente a mí, tan cerca, era como un premio que no estaba dispuesta a desaprovechar. Había descubierto que no sólo nos caracterizábamos como pareja por lo afectivos que éramos el uno con el otro, sino también con la conexión y el brillo que adquirían nuestros ojos al mirarnos
—Compré tu postre favorito —confesó en un susurro
—¿Esa era la sorpresa? —enarqué una ceja
—Ya no lo es.
Me reí, contagiándolo
—¿Qué harás conmigo? —sujeté su nuca suavemente
De inmediato sus mejillas empezaron a enrojecer
—No es justo que hagas esas preguntas cuando sabes cómo reaccionaré.
—Eres tan adorable —lo molesté
—Y que me lo diga mi novia no es lindo.
—¿Ah no? —acerqué su rostro al mío—. Pues tendrás que acostumbrarte.
—Me acostumbraría por siempre.
Por siempre.
Enseguida recordé las palabras de mi padre y no pude evitar que mi humor empezara a decaer.
Dejé un beso en su barbilla
—Ahm... sí —le di una débil sonrisa—. Vamos a comer, ¿vale?
Le di unas palmaditas en su pecho hasta que me soltó, no sin antes dejar un beso en mis labios. Pusimos distancia, él se fue dispuesto a continuar con su preparación y yo me quedé allí, mirándolo sin poder dejar de hacerlo
Eso, antes de que unos toques en la puerta interrumpieran el momento
Confundida, lo miré con el ceño fruncido
—¿Esperas a alguien?
—No que yo sepa.
—Iré a ver —me apresuré
—Te acompaño —no tardó nada en seguirme
Llegué primero, por lo que abrí, enseñando a la persona que estaba del otro lado. La confusión se hizo más grande
—¿Mike?
Mi hermano me miró de arriba abajo
—No...
—¿Qué haces aquí?
—¿Estás ebrio? —le preguntó Ethan
El rubio se tambaleó, sujetándose del umbral de la puerta
—Se supone que tú no estarías aquí.
—Oh, mierda —lo jalé para que entrara con algo de fuerza. Antes de caerse, Ethan lo sujetó por los hombros—. ¿Qué carajo te pasa?
Cerré la puerta, comprobando que nadie de la casa del frente nos había visto o si no, las cosas se pondrían mucho peor
—Necesitaba un amigo —Mike le pasó un brazo por los hombros a mi novio—. Y tú eres mi único amigo. Además de mi cuñado, que triste.
—Mike —lo llamé—. Tú no eres así.
—No lo era, supongo —se frotó el rostro—. ¿Puedo quedarme aquí? Si llego así a mi casa... mi padre me echará.
No dudaba de ello
—¿Puede? —miré a Ethan con algo de súplica
—Claro, sin problema —respondió este
—Lo sabía —Mike lo miró—. Eres un buen amigo, Ethan. Tan bueno y tan... dulce.
—Okey, basta —lo tomé por un brazo para pasarlo por mis hombros y así empezar a caminar—. ¿Se puede saber por qué se te ocurrió embriagarte?
—No se me ocurrió embriagarme, hermanita —su voz salió arrastrada al igual que sus pasos—. Fui a un bar, sí... esa era la idea.
—¿A qué? —cuestioné
Nos detuvimos antes de subir las escaleras, pues el rubio se quedó quieto mirando la primera como si se estuviera moviendo mucho. Pasaron unos cuantos segundos, y cuando levantó su pie dispuesto a pisar, este dio donde no era y si no hubiese sido por nosotros se hubiera ido de cara
—Estúpido —puse algo más de fuerza para empezar a subir
Mis brazos seguro dolerían mañana
—Fui a ver a una chica —balbuceó
—¿Qué qué? —bramé
—Shhh —me puso un dedo en los labios. Me alejé con una mueca—. Si no me dejas hablar, ¿cómo quieres que te responda? Es grosero... eres grosera.
—Cállate.
—Es muy grosera —miró a Ethan—. Es muy grosera, no te cases con ella.
—Mike, cierra la boca.
—¿Puedes continuar de hablar? —pidió el chico
—Como decía —prosiguió—. Mi plan era ir a un bar y conocer a una chica... quería... olvidar a Wendy así como ella me olvidó.
—¿Qué hiciste? —pregunté
Logramos subir las escaleras con dificultad y andamos por el pasillo en busca de una habitación a la que Ethan nos guio
—No hice nada malo —prosiguió—. Ni siquiera la besé. No pude.
Me dio incluso algo de compasión
Logramos dejarlo acostado en aquella cama. Le quité los zapatos y lo cubrí con una manta para que pudiera descansar. Dejé una suave caricia en su cabello
—Eres un desastre —murmuré
—Mack —cerró sus ojos, arrugando las cejas
—Ya duérmete, ¿sí?
—Dile a tu amiga...
—Mike.
—Dile a tu amiga que la quiero —fue lo último que pronunció, dejó salir un largo suspiro y finalmente, cayó absolutamente dormido
Solté el aire con mucha lentitud
—Tan tonto —negué con mi cabeza, sonriendo amargamente
—Vaya —pronunció Ethan
—Lo siento —me incorporé para verlo—. No pensé que esto fuese a suceder.
—No te preocupes. Aquí estará bien.
Me acerqué al sofá que estaba a un lado y me tumbé en él
—Vendré mañana temprano, ¿vale?
—Ya te dije que no hay problema, Mack —se sentó a mi lado—. Mis abuelos no dirán nada. Es más, yo creo que mi abuela le dará de desayunar además de un largo sermón.
—Quizás —me encogí de hombros, divertida. Miré un momento a Mike, en absoluto silencio—. Pobrecito.
—Ey, no es tu culpa —me abrazó, recostándonos a ambos en la superficie—. Eres una buena hermana, aunque no lo demuestres.
—Siempre ves las cosas buenas de mí.
—Es porque quiero que tú las veas.
Abracé su torso, descansando mi mejilla en su pecho
—Gracias —susurré
Sentí un largo beso en la cima de mi cabeza
—Es un placer.
Y no supe por cuánto tiempo nos mantuvimos allí. Sólo supe, que mis ojos se fueron cerrando poco a poco, escuchando los latidos calmados de su corazón.
*
Espero les haya gustado el cap:)
¡Gracias por leer!
Instagram: mar_ip08
Tik tok: marip_.08
<3