Jasper no había esperado que el dolor volviera como lo hizo. Había pasado una semana desde el "incidente", como los Cullen lo habían llamado. Se había sentido mejor. Incluso se disculpó con Leah porque, aunque no le agradara, eso no significaba que deseara causarle daño. Ella no le había hecho nada.
De hecho.
Si no fuera por ella, Alice podría haber muerto esa noche que la manada los atacó.
Así que hacerle daño no estaba en sus planes.
Pero el dolor volvió.
Había salido a caminar porque se sentía demasiado inquieto en la casa. Logró convencer a Alice para que lo dejara venir solo. Quería estar solo.
Pero ahora...
Su pecho se negaba a dejar de doler y su cabeza ejercía un latido tan persistente que era casi imposible concentrarse. Dolor en los músculos.
De hecho.
Se sentía tan dolorido que ni siquiera podía levantarse de donde se había sentado antes en la orilla del río. Calor ardiendo justo debajo de su piel con una fuerza insoportable. Se sentía como si un río de lava fluyera por sus venas. Podía sentir el sudor corriendo por su columna. Por su frente.
Su piel se sentía tirante. Equivocado. Constrictivo. Sofocante.
Intentó levantarse no por primera vez en la última hora, pero en el momento en que se impulsó, el mundo se puso blanco de dolor. La piel estaba tan tensa que sintió que podría desgarrarse. Se desplomó en el suelo. La respiración se aceleró y el dolor resonó por todo su ser.
Mordiendo el gemido que salió de su garganta, parpadeó para superar las lágrimas, el sudor, le zumbaban las yemas de los dedos y también su garganta. Articulaciones, músculos, huesos, podía escuchar el trueno arriba. Huele la lluvia entrante.
Una vez más se obligó a levantarse. Mordiéndose la lengua mientras lo hacía, esta vez logró sentarse, su mano agarrando una roca para que su cuerpo no caiga hacia adelante.
Respiró hondo mientras los latidos en su cabeza parecían empeorar el doble, una sensación de náuseas se arremolinaba en su interior, sentía calor, la brisa fresca de la noche no hacía nada para enfriar su cuerpo extrañamente sobrecalentado, tiró de el cuello de su camisa por unos momentos antes de caer nuevamente al suelo. Agarrándose la cabeza y siseando cuando el latido amenazaba con partirle el cráneo en un millón de pedazos. Pecho amenazando con explotar junto con el resto de sus huesos.
Quería morir.
Lo bueno de esto fue que al menos Alice no podía verlo. A ambos les había tomado bastante tiempo darse cuenta de que no era su don.
Fue el.
Algo en él, por alguna extraña razón, le impedía tener visiones de él todo el tiempo.
Lo que significaba que no podía ver su situación actual.
Otra puñalada en el estómago le hizo gemir y se agarró el estómago con una mano.
Y su cráneo todavía latía. Como un mazo que le golpea el cráneo una y otra vez, tal presión le hizo sentir como si fuera a vomitar.
Los sonidos del bosque no eran tan reconfortantes como normalmente serían, en este momento incluso los grillos estaban haciendo que el calor se acumulara en lo profundo de su pecho. Llenándolo de una rabia tan inexplicable que casi amenazaba con cegarlo.
Su cráneo palpitaba con la fuerza de una bomba atómica mientras un gemido de dolor le atrapaba en el fondo de la garganta y rodaba por el suelo. Los dedos cavaron en el suelo mientras comenzaba a jadear en un intento de enfriar la tormenta solar que asolaba su interior. En ese momento estaba empapado de sudor y su visión estaba borrosa. Se sentía lento y acalorado y tan horrible.
No debería haberlo sorprendido cuando tuvo arcadas y el veneno subió por su garganta.
Y cuando terminó, le quedó un dolor de cabeza tal que sintió que su visión se alejaba. El parche en el que se encontraba se iluminó cuando las nubes sobre él se movieron para revelar una brillante luna llena.
La luz le provocó tal sacudida que vio negro.
Y luego no supo más.
Frío.
Eso fue lo primero que Jasper registró cuando volvió a sus sentidos. Podía oler la suciedad y las consecuencias de la lluvia, pero aparte de eso no podía oler mucho. No es que lo necesitara porque sabía que todavía estaba en el bosque. El sonido de los pájaros cantando y las hojas revolviendo entre sí mientras el viento hacía bailar las ramas era prueba de ello.
Luchó por recordar lo que había sucedido pero su mente no cooperaba mucho, lo que lo alarmó mucho. Mientras se movía para sentarse, no pudo evitar respirar profundamente cuando el repentino dolor estalló en su torso.
Y le tomó un momento darse cuenta de qué era.
Bala.
Bala .
Tenía una bala alojada en el abdomen. ¿Cómo... cómo fue eso posible?
Pero lo que hizo que el mundo se detuviera a su alrededor fue el estado en el que se encontraba.
Sangre.
Rojo.
Él-
Estaba cubierto de sangre.
Sus sentidos estaban lentos pero incluso entonces podía distinguirlo. Sangre humana . ¿Qué diablos pasó?
Un olor extraño llegó a su nariz. Ácido. Amargo. Y cuando miró más de cerca se dio cuenta de que estaba sangrando. No. No sangra. Eso no era sangre. Fue... ¿qué diablos fue eso? Había veneno. Seguro. Pero había algo más, Más espeso. Lo tocó con las yemas de los dedos y retiró la mano para mirarlo. Se frota el pulgar y el índice y frunce el ceño ante la extraña textura.
Se sentía como sangre pero no olía a sangre. Ni siquiera lo parecía.
Mientras soplaba el viento frío, sintió un extraño escalofrío recorrer su columna y un escalofrío atacó su cuerpo, se lamió los labios y se encontró con el familiar regusto salado que la sangre nunca dejaba de dejar atrás.
Sangre humana .
Y eso le devolvió su estado actual.
Volvió a mirar su torso. Bala, ¿Cómo fue que le dieron una bala en el torso? Quiero decir, Sí. Las balas podrían penetrar la piel de un vampiro, pero se necesitaría más de un disparo para que la piel cediera.
Y no todas las armas funcionaban con los vampiros.
Bajó las manos y tiró de su camisa para inspeccionar el daño. El sangrado era lento y no daba señales de detenerse pronto. Entonces respiró hondo e insertó los dedos en el agujero de la bala. Aplastando el dolor mientras lograba agarrar la bala y sacarla.
Y tras la inspección llegó a la conclusión de que esta bala era de un rifle de caza. No tenía sentido. Intentó recuperar sus recuerdos de la noche anterior, pero por su vida no pudo recordar qué pudo haberle provocado este estado.
Estaba cubierto de sangre. Sangre humana.
¿Se había resbalado? Pero eso no explicaría la sangre que cubría su ropa y cada centímetro de piel visible. No tenía sentido.
Pero sentarse aquí no ayudaría en nada. Se levantó rápidamente. Casi resbaló en el barro al hacerlo. Su ropa se le pegaba y el pelo se le pegaba a la cara. Estaba empapado tanto en agua de lluvia como en barro y sangre . Hojas y pasto pegados a su piel junto con tierra y sangre y Dios, ¿a cuántos mató y por qué no podía recordarlo? ¿Qué diablos estaba pasando?
Hizo una mueca ante el familiar fuego que tiraba de la herida en su abdomen. Aún así .
Se obligó a caminar. La niebla era tan espesa que ni siquiera podía ver más allá y aunque trepar a los árboles lo haría más fácil con el estado actual en el que se encontraba, dudaba que pudiera tener éxito sin estrellarse en el suelo.
Descubrir dónde estaba era difícil cuando sus sentidos estaban tan embotados y tenía ganas de dormir durante toda la semana. Y eso no debería ser posible porque los vampiros no podían dormir.
En algún momento captó el sonido de un río y no dudó ni un segundo en seguirlo. Una vez que estuvo allí, se arrodilló ignorando el dolor punzante en su torso para poder ver su reflejo.
Los ojos rojos le devolvieron la mirada.
El aliento se le cortó en la garganta. La pequeña pizca de esperanza que había llevado se equivocó sobre el olor que se desmoronaba como un castillo de naipes.
Él.
Resbaló.
¿Y lo peor de todo?
Ni siquiera lo recordaba.
¿A cuántos mató? ¿Por qué no podía sentir su dolor? ¿Miedo? No estuvo bien
Debería recordarlos. Recuerda sus caras, sus nombres, sus edades. Su... ¡Debería recordarlos!
¿Y por qué resbaló? Se había alimentado. Lo suficientemente alimentado como para no atacar a menos que alguien estuviera sangrando. Se alimentó. No estaba hambriento. Entonces ¿por qué cometió un desliz? ¿Y con suficiente gente para cubrirlo de sangre? No podía recordarlo y eso empezaba a agitarlo aún más.
Metió las manos en el río. Limpiar la sangre lo más fuerte posible. Tomó un poco de agua para lavarse la cara.
Y en un ataque de desesperación se arrojó al río. Fregando y fregando hasta que el agua rosa lo rodeó.
No estaba seguro de cuánto tiempo permaneció sentado allí frotándose la piel e intentando deshacerse de la mayor cantidad de sangre posible, pero la lluvia comenzó a caer a cántaros una vez más. Ayudándolo a lavar la evidencia. Se rasgó la camisa porque por mucho que lo intentara, una camisa blanca manchada de sangre no se podía limpiar en un río.
Su respiración era irregular y por su vida no podía recordar nada de la noche anterior. ¿De quién era esta sangre? El disparo. Nada de esto tenía sentido.
En algún momento escuchó pasos y sintió que sus músculos se tensaban. ¿Fue uno de los lobos? ¿Había sido descubierto? ¿A quién lastimó?
Luego lo sintio.
Inquietud, ansiedad, esperanza, alivio .
Y entonces Alice salió a través de la niebla.
Alice sabía que no debería haber dejado que Jasper saliera solo, pero tampoco quería asfixiarlo. Él había querido estar solo y ella lo había obligado.
Después de todo lo que había sucedido la semana pasada, tenía la sensación de que el deseo de que él estuviera solo era lo mejor.
Jasper no era alguien a quien le gustara que lo mimaran y lo siguieran en todo momento.
Algo que los Cullen habían estado haciendo desde el incidente.
Esto, por supuesto, lo había llevado a criticar a los Cullen unas cuantas veces. Incluso se peleó con Jacob, llegando incluso a morderlo, fueron necesarios tanto Emmett como Bella para alejarlo. Afortunadamente, Jacob no se lo había reprochado.
Los Cullen estaban más que conscientes del estado de ánimo de Jasper y aun así fueron y pusieron a prueba su paciencia.
Jacob no había hecho nada para provocar una reacción tan violenta, Alice tenía la sensación de que no había sido más que Jasper atacando a la primera persona que vio.
Carlisle había tratado de hablar con Jasper.
Pero al final Jasper no había hecho más que encerrarse en su estudio por el resto de la tarde. Negandose a hablar con nadie más que con Alice.
Alice lo había abrazado durante horas en el silencio de su estudio.
Después de un rato, procedió a salir a caminar.
Pero él no regresó.
Él siempre regresaba.
Pero esta vez no lo hizo. Y mientras Alice intentaba darle tiempo, se acercaba la mañana y nada. No volvió. Y ella no podía captar ni siquiera un atisbo de él en sus visiones. Lo cual era de esperarse pero aún así...
Desde esa maldita visión en la que él era uno de los que morían, ella había estado nerviosa. Le tomó más de dos meses aceptar permitirle andar solo. Fuera de su vista.
Y ahora ella no podía verlo. Y no se le encontraba por ningún lado.
Edward le había dicho que no se preocupara, que eventualmente regresaría. Pero Alice estaba demasiado preocupada para escucharlo.
Y luego su compostura se rompió cuando la noticia apareció en la televisión.
Cinco hombres habían sido encontrados muertos. Los mismos cinco hombres que habían robado una tienda antes y se habían llevado a una chica con ellos. La niña resultó ilesa pero no se pudo decir lo mismo de los hombres. Todos ellos habían sido encontrados desmembrados. Una carnicería que ningún oso podría realizar jamás. Tampoco un vampiro como declaró Carlisle. Y los lobos ciertamente no eran culpables del asesinato de humanos.
El lugar quedó destrozado. Rasgado. Como si un animal se hubiera vuelto loco. Pero no había ningún animal en Forks capaz de provocar semejante matanza.
El niño afirmó que había sido un hombre con ojos brillantes, pero no había huellas, ni de animales ni ciertamente humanas.
Eso había sido suficiente para que se dispusiera a buscar a Jasper. Algo en sus entrañas le decía que tenía que encontrarlo lo antes posible.
Y por supuesto los Cullen salieron a buscarlo. Nadie sabía qué había hecho eso y la repentina desaparición de Jasper había provocado inquietud y preocupación en más de un rostro.
Entonces Alice lo encontró.
Ella ni siquiera sabía que era él. No había reconocido el olor en absoluto. Fue amargo, acido, agrio, dulce, malo.
Allí estaba él.
Sentado en el río y dándole la espalda. El miedo y la desesperación se aferraban a su piel. Él estiró la cabeza para mirarla por encima del hombro.
Rojo chocó contra dorado.
Alice se quedó helada.
Pido perdón por no actualizar, me estuve haciendo pendejo. :)
Espero que les guste y les agradecería si votarán o comentan. <3