Potter se ha quedado para despedir a sus hijos, y mientras una pelea entre ellos está a punto de explotar, Albus llega con noticias.
3
Draco se quitó la túnica, se sacudió los zapatos, aflojó el cuello y suspiró. Ya no quedaba nadie en Malfoy Manor. Lily y Vincent se habían marchado al lugar donde saldría su traslador controlado, pues era un viaje internacional, por lo que pasaban por la regulación del Ministerio de Magia.
James y los mellizos también se habían ido a sus hogares. James tenía su propio departamento en London Muggle. Albus vivía en un piso en el Callejón Diagon y Scorpius estaba asentado en una pequeña casa en terrenos Malfoy en Wiltshire.
—Todo ha terminado —dijo con alivio evidente a Potter, a su espalda, ya que se había quedado para despedir a la reciente pareja y a sus hijos. Draco esperaba que se fuera pronto. Escucho a Potter gruñir a lo que acababa de decir. Esa no era la reacción que esperaba, él quería escuchar un "sí, yo también me voy" y un plop que anunciaba su aparición lejos de Malfoy Manor. Cuando volvió la vista, supo que de la boca de Potter estaba por salir una crítica.
—Y estoy seguro de que te alegras —rió—. ¡Por favor, Malfoy! Estoy seguro que lo que menos querías era que la fiesta de tu hija terminara. Has dejado claro que la estabas pasando bien con Matt y que querías hacer voyeurismo en cualquier minuto.
¿Qué carajos? ¿Cómo se atrevía?
—¿¡Yo!? —¡Oh! Potter tenía esta habilidad, sacar lo peor de él en momentos en los que segundos atrás solo quería descansar—. Eres tú quien dejó claro que quería follarse a la amiga de Luna en medio de la pista. Tú eres quien quería que la fiesta no terminará, pero tengo la solución —Draco se levantó bruscamente y se dirigió a la cocina. Volvió un minuto después con unas botellas de cerveza de manteca y un par de vasos—. ¿No te importa que bebamos cerveza de manteca en unos vasos de refresco? Podemos seguir de fiesta, aunque si quieres follar, puedes llamar a Luna y pedirle la dirección de su amiga, al menos que ya la tengas, claro.
Antes de que Potter tuviera tiempo de empezar a gritar alguna respuesta estúpida, una llamarada los hizo saltar y miraron en dirección a la chimenea donde flotaba el rostro de su hijo Albus.
—¿Papá? ¿Padre? —Dijo ceño fruncido su hijo. Draco y Potter se miraron.
—¡Albus! ¿Qué sucede? —dijo Draco, abandonando su vaso de cerveza de manteca.
Potter alzó los brazos.
—Ya me iba. —A su respuesta, Albus suspiró y sacudió la cabeza antes de decir:
—Eso no importa, tal vez esté bien que estén los dos juntos.
Draco intercambió una mirada con Potter otra vez. Algo no estaba bien.
—Hijo, me estás asustando —Potter se puso alerta, acercándose a la chimenea donde flotaba el rostro de su hijo. Albus miró algo detrás suyo antes de aclararse la garganta:
—Es que... Vincent está aquí.
—¿Vincent? —preguntó Potter.
—Sí, está en mi piso, en mi casa, ya saben.
—No, eso es imposible —Replicó Draco, acercándose para ver mejor el rostro de su hijo—. Ellos fueron al sitio donde un traslador del Ministerio los enviará a Washington para su luna de miel —pero el rostro de su hijo le hizo ver que no era así y palideció bruscamente—. ¡Oh, Merlín! —susurró—. ¿Hubo un accidente? ¿Lily está...?
—¡No! —se apresuró a decir Albus—. Lily está estupendamente. No le ha ocurrido nada, y tampoco a Vincent.
—¿Entonces por qué...? —Draco no podía entender entonces qué hacía Vincent en el piso de Albus.
—Lily lo ha dejado —vociferó Albus en un largo suspiro.
Draco se dejó caer en unos de los sofás.
—¿Que lo ha dejado? —repitió estúpidamente. A poca distancia, Potter miraba a su hijo con incredulidad:
—¿Lily ha dejado a Vincent? —la incredulidad estaba impregnada en su voz.
—Sí —Albus se frotó el cuello con su respuesta. Draco reconoció la señal de estrés—. Esto... Bueno, Vincent dijo que llegaron al traslador y mientras le respondía y mostraba sus papeles al agente del Ministerio, escuchó el Plop de la aparición, y cuando dio vuelta, Lily no estaba. Vino directo a mi piso, a contarme, y estaba por ayudarlo a buscarla cuando... llegó un Patronus de Lily. Se acercó a Vincent y dijo... y cito: "Lo siento Vincent, el matrimonio no basta con el amor. Lo mejor es terminar esto ahora antes que terminemos odiandonos" —Draco se llevó una mano a la boca—. Escuchen, le avisé a Scorpius y a James. Están buscando a Lily, para saber qué ha pasado realmente, pero no la han encontrado.
En ese momento, la puerta de la sala se abrió de repente y Draco vio a su hija entrar a la sala, que cuando notó que no estaba solo se detuvo.
—¿Padres? —susurró Lily—. ¡Oh! —exclamó ella, esbozando una temblorosa sonrisa y un sollozo. Caminó hasta Draco, donde Lily enterró su rostro—. ¡Papá!
De fondo, Draco escuchó a Potter:
—Albus, Lily acaba de llegar a Malfoy Manor. Ve con Vincent, hablaremos con tu hermana. Avísale a tus hermanos que Lily está aquí.
—De acuerdo.
***
Harry estaba blanco después de escuchar a Lily llorar y llorar y decirles cuál era el problema, siempre entre sollozos interminables hasta que finalmente se quedó dormida. A su lado, Malfoy salió de la habitación, tenso, con la mirada perdida.
—Tiene miedo —susurró Harry al llegar a la sala de Malfoy Manor.
—Tiene miedo —rectificó Malfoy.
—Tiene miedo de que dejen de amarse.
—Potter, ella dijo que nos vio en la boda.
Harry quería perderse bajo tierra. Lily había dicho más que eso. Entre lágrimas y lágrimas y su corazón roto, su hija les confesó que le había dolido ver cuánto le molestaba verlos obligados a bailar juntos y ser anunciados como Señor y Señor Potter.
—Pensé que habíamos controlado la situación —confesó Harry.
—Supongo que no fingimos tan bien.
No, pensó Harry. Lily prácticamente les gritó que se dio cuenta que Vincent y ella se amaban como una vez se amaron ellos. Malfoy intervino, insistiendo que sus errores no tenían por qué ser los suyos, pero su hija lloró:
—Prefiero terminar ahora con Vincent antes que terminar odiándolo por el resto de mi vida —les lloró ella.
—¡Por Marlin, Lily! —le dijo Harry en ese momento—. Nosotros no nos odiamos.
Malfoy lo odiaba. Harry no. Malfoy lo apoyó de todas formas y asintió a su afirmación. Su hija, sin embargo, no picó.
—¡Por favor! —lloró Lily más fuerte—. Tú te la pasaste escondido en el bar —le dijo a Harry—, y tú —señaló a Malfoy—, evitaste todo contacto visual con padre. ¡Y esta es la primera vez que se ven en años! —volvió a llorar desconsoladamente.
Y luego se quedó dormida.
Harry suspiró y se sentó en los horribles sillones de Malfoy Manor ¡Cómo los odiaba! Todos finos, gritándole a la cara el dinero con el que contaba. Argh. Intentó concentrarse en lo importante.
—¿Qué vamos a hacer? —preguntó en un susurro.
—No lo sé. Lily tiene el corazón destrozado.
—Malfoy...
—A Lily le aterroriza las condiciones en la que terminó nuestro matrimonio, y eso es culpa tuya.
—Eso es una tontería —replicó Harry levantándose.
—Es la verdad.
—No, no lo es. Ya es suficientemente malo no haber conseguido que nuestro matrimonio funcionara, pero... ¡Maldita sea! No pienso sentirme culpable de que fracase el de Lily. ¡No vas a echarme la culpa de eso!
Malfoy suspiró:
—Ha debido de oírte toda la casa, Potter. No te hará daño bajar la voz, ¿sabes?
—Mira, en realidad, todo esto es tu culpa, Malfoy. Lily no tiene la edad suficiente para decidir si está o no preparada para todo lo que el matrimonio implica pero tú intentaste convencerla de lo contrario.
—¿¡Qué!? —Malfoy se levantó de un salto—. Eso no es cierto, yo intenté... le dije que... ¡Pero tú ya le habías dicho que siguiera los dictados de su corazón e hiciera lo que quisiera!
—¡Merlin! ¡Malfoy deja de mentir! —Harry se acercó a Malfoy de una gran zancada—. ¡Le supliqué que se lo pensara mejor, le dije que era demasiado joven para dar un paso tan serio! ¿Y sabes una cosa? ¡Yo tenía razón! ¡Mira cómo han terminado las cosas!
Silencio. El cerebro de Malfoy parecía estar trabajando. El suyo lo hizo también.
Mierda. Lily los había engañado.
—De acuerdo, de acuerdo —dijo Malfoy—. Así que los dos intentamos convencerla. De acuerdo, nos mintió. Eso solo quiere decir que estaba decidida a casarse.
—Pero de pronto nos vio bailando, y decidió que había cometido un terrible error. ¡Oh! ¿Sabes por qué pasa eso? ¡Por qué tú...!
—Potter, por favor, no grites —lo cortó Malfoy—. Gritar no va a servir de nada.
—No, claro, sólo voy a despertar a tus elfos domésticos. ¿Cuántos tienes?
—No tengo elfos domésticos, Potter.
¿Qué?.
¿No los tenía?
Miró alrededor. Todo estaba demasiado limpio. Seguro estaba mintiendo. Eso no era lo importante ahora. Entonces, una nueva idea del por qué no podía gritar se le ocurrió. No podía creerlo.
—¿¡Entonces a quién temes que despierte!? —Harry le dio un puñetazo leve a la pared más cercana—. Mira, me importa una mierda a quien escondes para pasar la noche, aquí solo hay un problema, y es tu culpa, porque si por lo menos te hubieras puesto más firme con ella...
—Maldita sea —respondió Draco con fiereza—. ¡Lo hice, Potter! Pero descuida, lo capto, para ti toda la culpa es mía... —Harry vio con horror los ojos llenos de lágrimas de Malfoy—. Te odio, Potter... —susurró en un sollozo—. Te odio, ¿me has oído?
Entonces, Malfoy no dejó de llorar ni un solo momento. Y Harry se sintió la peor mierda del mundo. Se acercó. Sólo conocía una manera para que se callara y hacer que dejara de llorar. Y eso no había arreglado su matrimonio, pero aquí están las noticias: no estaban casados.
Sin poder evitarlo, terminó abrazándolo. Sólo cuando Malfoy se calmó, Harry ya estaba besándolo.
Con un suspiro de rendición, Malfoy le rodeó el cuello con los brazos y entreabrió los labios, entregándose por completo a sus besos. Harry sintió el mundo desaparecer. Se estaba poniendo caliente.
Así llegó Lily, recordó.
Debía parar.
Se separaron al cabo de unos segundos, con la respiración entrecortada, pero Malfoy tenía su cintura apretada contra la suya, buscando fricción.
¡Oh, mierda! Malfoy estaba como él, muy caliente.
Y de pronto...
—¿Qué diablos están haciendo?
Se separaron de golpe, volvieron el rostro a la puerta y encontraron a James y a Lily, mirándolos con los ojos abiertos como platos.