Daniela
Subí a la segunda planta de mi casa y Mar fue corriendo a la habitación donde entrenaba para cuando se acercaban combates o para cuando necesitaba descargar mi tristeza o frustración.
Abrí la puerta y Mar fue corriendo hacia el saco de boxeo y Grace se sentó en el suelo con la espalda pegada. Noté que estaba triste, pero no quería presionarla porque no quería hacerla sentir peor.
—Daniela quiero boxear
—Vamos a boxear
Como Mar solía venir a nuestra casa a menudo y sabíamos que le gustaba boxear le compramos unos guantes a su medida. Cogí sus guantes y se los puse.
—Ves golpeando al saco como sabes que yo ahora vuelvo
Me alejé de ella y fui hacia donde estaba Grace. Sé que apenas nos acabábamos de conocer, pero no tenía por qué cargar con esa tristeza ella sola.
—Eh, Daniela te voy a ganar cuando vuelvas—me dijo Mar y me reí
Me acerqué a Grace y me senté a su lado. No sabía muy bien que le había pasado, pero seguramente que podía ayudarla.
—Grace sé que apenas nos conocemos y aunque mi relación con el idiota de Thiago no sea buena, puedes hablar conmigo. Sé que estás triste y creo que sí me cuentas lo que te pasa quizás te sientas un poco mejor
—¿Sabes Daniela? No eres ni insoportable ni pesada como decía mi mejor amigo
—Ya. Soy buena persona, solo que tu amigo se dio un golpe en la cabeza y se volvió un auténtico capullo
Ella se río, aunque no fue por mucho tiempo, pero me alegro saber que ya no estaba tan triste.
—Estoy un poco triste porque mis padres no quieren una hija que no siga sus pasos y yo solo quiero trabajar de lo que me gusta. Y me han echado de casa porque les dije que no iba a trabajar de lo que ellos quisieran
—¿En serio hicieron eso?
—Sí
No me extraña que estuviera tan triste. Yo ni sabría que hacer si me encontrará en su situación.
—Ven—me levanté y le ofrecí mi mano—Vamos a descargar esa furia en ese saco—indiqué
Aceptó mi mano y fuimos al saco. Le di los guantes y empezamos a golpear mientras que Mar estaba a nuestro lado.
—Grace descarga toda la tristeza y rabia aquí—le indicó Mar señalado al saco
—¿Quieres quedar mañana?—le pregunté
—Me encantaría, pero no puedo. Tengo que cuidar de ese monstruito—respondió golpeando el saco
—Bueno ese monstruito también puede venir con nosotras
—¡Sii!—dijo Mar feliz
Estuvimos un rato golpeando hasta que nos cansamos y nos sentamos en el suelo para descansar.
Más tarde cuando me levanté entraron los chicos y nos revisaron de arriba a abajo. Ellos sonrieron al ver a Mar con los mini guantes y ella fue corriendo hacia su hermano y él se agachó para estar a su altura.
—¿Te apetecía boxear, princesa?
—Sí, mucho
Me senté al lado de Grace y apoyé mi cabeza en la pared para descansar por unos minutos. Aunque no duró mucho
—¿Thiago porque no hacemos un combate?—le propuso su hermana
—¿Entre quién?—le preguntó él y sabía la respuesta
—Entre tú y Daniela
Él soltó una risa y yo me levanté inmediatamente. Mi hermano le pasó unos guantes a él, pero se negó y yo hice lo mismo.
—¿Esto va a acabar bien?—preguntó Grace
—Tranquila hacen esto siempre y de momento ninguno ha acabado en el hospital—le respondió mi hermano
Ellos se apartaron y yo me puse enfrente de Thiago. Vi esa sonrisa que tanto odiaba y deseaba borrársela enseguida. Me recogí mi cabello rubio mientras mantenía mi mirada en sus ojos verdes. Di unas vueltas a su alrededor y me saqué todos los anillos, pendientes, pulseras y collares. Lo último que me apetecía era hacerme daño contra él.
—¿Preparado para la diversión?
—¿Preparada para caer la primera?
—Sueña con eso porque serás tú el primero en caer
Nos posicionamos y lancé un golpe, pero lo esquivó. Seguimos lanzándonos golpes y algunos nos dieron y otros los esquivamos.
—¿Cansado?
—Nunca
Esbocé una sonrisa y estaba preparada para soltar un golpe en cualquier momento. Pero me aguanté las ganas porque el pelinegro abrió la boca para recordarme que se iba a vengar por lo de la manguera.
—¿Rubia, te acuerdas que te dije que me iba a vengar?—me preguntó y asentí—Es mi momento
—Ay, no me digas que dañe tu ego
—Creída
Se acercó a mí y enseguida le solté un puñetazo que iba directo a la cara, pero lo esquivó y me retuvo el brazo para que no pudiera soltarle otro golpe y que ese sí le llegará a impactar. Sin percibirlo, me dio con su pierna en la mía y perdí el equilibrio. Caí al suelo y solté un gruñido de decepción.
—Te dije que caerías primera
—¡Ugh, te odio!
Estaba con la espalda apoyada en el suelo y él me sujetaba los brazos para que no pudiera soltar un golpe. Intenté quitármelo de encima, pero no podía. Él tenía más fuerza que yo y sabía que estaba disfrutando viéndome molesta y derrotada.
—Thiago, apártate
—¿Qué pasa rubia no puedes defenderte?
—Escucha, me sacas demasiado rápido de mis casillas y ahora mismo solo quiero pegarte
—Ves sí que eres fácil de molestar
Dejé de moverme y él se quedó encima mío con una pierna entre las mías y con sus manos agarrando mis brazos.
En estos momentos lo odiaba y eso me jodía mucho. No me apetecía sentir nada por él ni siquiera odio.
Es verdad que nunca habíamos tenido una relación perfecta, pero antes nos llevábamos mejor y éramos amigos. Pero no sé en qué momento todo se jodió y cada vez que crecíamos se iba volviendo peor.
—Grace—desvié la mirada hacía ella—¿Lo necesitas vivo? Porque tengo unas ganas de cargarme a este idiota y no me importaría matarlo aquí
—¿Rubia, te dije que callada estás más guapa?
—¿Y yo te dije que no te soporto?
—¿Chicos porque no finalizáis la pelea?—propuso mi hermano
—¡No!—dijimos los dos a la vez
Me levanté un poco y pegué mi boca a su oreja y lo noté revolverse inquieto. Eso me gustaba, estaba perdiendo el poder y le iba a pagar con la misma moneda. A pesar de estar agotados y un poco sudados notaba su respiración la notaba en mi cuello y su aroma que era increíblemente bueno.
Concéntrate, Daniela
Me tenía que dejar de tonterías, no podía desconcentrarme por su olor, ni por sus ojos, ni por sus manos envueltas en mis muñecas. Negué la cabeza levemente y volví a abrir mis ojos y le susurré en la oreja para hacerle perder las riendas.
—No me digas que te pongo nerviosa—me reí
—Tú nunca me pones nervioso—me contestó un poco molesto
Sabía perfectamente que mentía, me estaba diciendo mentiras piadosas. Se me escapó una pequeña carcajada y se molestó mucho más. Me forzó las muñecas haciendo que acabara de pegar mi espalda al suelo y no pudiera mover ni un centímetro de mi cuerpo. Cerré los ojos y traté de mantener la calma. No me tenía que preocupar de nada porque estaba a punto de destruirlo.
—Ya. Pues estoy furiosa contigo así que o te quitas o te quito yo misma—le advertí
—¿Me estás amenazando, rubia?
—No, te estoy advirtiendo
Seguía estando encima mío y no me soltaba entonces hice lo único que podía hacer en estos momentos. Me defendí.
Rodeé mi pierna a la suya y entonces él aflojó el agarré y fue el momento perfecto para soltarle un golpe en el estómago. Rodé por el suelo y ahora él estaba atrapado debajo de mí.
—¿Qué pasó perdiste la fuerza?—le dije riéndome y él gruñó
—Rubia, salté
—Tú no lo hiciste, pues me temo que yo tampoco lo haré
Me senté en su estómago y desvié la mirada hacia los demás que estaban riéndose.
—Oye Mar, tú hermano es un poco tonto
—Sois tal para cual—dijo Gabriel y nosotros nos reímos
—Que gracioso eres—le dije
Me quedé viéndolos a ellos tres y entonces noté un dedo recorriendo mi piel. Me giré hacia él y le puse una mirada asesina.
—Como no apartes tu mano de mi cuerpo, te reviento esa carita
—Salté de mi estómago y yo paro
Me levanté y él hizo lo mismo.
—Vamos a dejarlo en un empate—ofreció él
—Solo porque ha sido divertido verte perder las fuerzas
Bajamos al piso de abajo y nos despedimos de ellos. Después subí a mi habitación y me quité el sudor que traía de haber estado boxeando.
Me tumbé en la cama y me puse a ver una serie. Cuando acabé el primer capítulo tocaron a la puerta y desvié mi mirada hacia allí.
—¿Puedo pasar?—me preguntó mi hermano
—Si
Se sentó a los pies de la cama y esperé a que hablará
—¿Dani qué pasó entre Thiago y tú?
—¿A qué te refieres?
—Que no entiendo porque ahora os lleváis tan mal
—Gabriel, por si no lo recuerdas él se volvió un capullo conmigo empezó a poner distancias y quizás la respuesta que quieras saber la tiene él
—Tienes razón
Antes de salir por la puerta se giró y me quedé pensando en lo que dijo.
—Ey, hermanita, acuérdate que cuando tú mundo se derrumbe a tu lado siempre estarán las personas que te valoraron y que no te dañaron
No sé a qué se refería mi hermano. ¿Por qué mi mundo se iba a venir abajo?
Dejé de pensar en lo que me dijo mi hermano y seguidamente me tumbé en la cama mirando el techo hasta que me dormí.