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Oleh Nelsy_diazr22

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El dragón de la mafia neoyorquina ha regresado, por su puesto, por su gente y por las cabezas de quienes lo l... Lebih Banyak

Introducción.
Capítulo I
Capitulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capitulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34

Capítulo 29

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Oleh Nelsy_diazr22

Narrador omnisciente

Noches frías, vientos fuertes, un clima que avisa sobre los sucesos que se avecinan, nadie los espera pero los planes siguen y objetivos claros ya hay.

Decisiones fueron tomadas, unos las ignoran, otros las presienten, mientras que los objetivos no están ni cerca pensarlo.

Ronald toma las píldoras que prometieron le quitarían el dolor repulsivo en su cabeza. Sabine trata de calmarlo, mientras la sangre corre por la hendidura de la pared.

El Dragón comienza a poner blancos, los cuales caen y en toda la ciudad, una noche lluviosa logra que algunos sepan que su fin llegó.

Brandon Crackstone no espera que los truenos no son lo único que dejan oír su retumbar. Con su vaso de licor sobre sus labios ignora como el hombre de mirada fría y llena de furia desmedida, arremete contra los vigilantes, que no tienen ni la oportunidad de ver quién es la persona que les rebana el cuello.

La sangre corre por las líneas que el mármol forma y los pasos llenos de ese líquido carmesí forman un camino.

Tocaron a su mujer y para un hombre con el odio que recorre sus venas, eso solo es un detonante. Lo maldito lo tuvo desde su cuna, lo desarrolló con el entrenamiento de su padre, pero lo reflejó cuando la primera víctima por su mano cayó.

En esta ocasión nadie espera que se haya levantado con mayor fuerza. Por eso, el hombre que abre la puerta para ver quién golpeó la madera, no espera el filo que le encajan en la mandíbula. No le da tiempo de nada, solo ver unos ojos oscuros como última imagen al caer de rodillas ante Donovan Hunt, el cual lo lanza al suelo pasando sobre él, para recibir al que intenta avisar del ataque, pero lo único que logra es que su estómago sea abierto por la misma mano que, bañada de sangre, no se puede ver ni su piel.

Hay seres letales, pero otros que arrasan con esa palabra, pues hasta los más fuertes saben que lo mejor es huir. Tal es el caso del sujeto que frena en seco al ver la masacre frente a sus pies, pero su intención de correr queda a medias cuando un balazo le rompe el cráneo, dejándolo en el suelo como a todos los que Donovan encuentra.

Sofía recuerda lo que pasó en uno de los clubes del hombre a quien buscan, por ello no piensa dejarlo escapar. Es interceptada por el primer circulo de hombres armados y en lugar de esconderse obliga a los cinco sujetos a resguardarse, cuando su escopeta es detonada.

Todo queda en silencio de un momento a otro, la escopeta cae. Saben que se quedó sin municiones, por ellos los tres que aún están en pie, entienden que tienen una ventaja grande sobre ella.

Preparan sus armas, revisan sus cargadores y salen sin pensar que serían recibidos por la mujer que evade las balas con facilidad, ya que no es suficiente el tener municiones, sino ser rápidos al usarlas.

Cosa que queda demostrada cuando Sofía empuja a uno de ellos, quien no tiene tiempo de verla cuando ya tiene su misma arma en la barbilla al tiempo que tiran del gatillo. Dándose la vuelta para ver de cara a quien creyó que tendría oportunidad.

Le dispara, logrando que solo sea una buena manera de darle impulso a la mujer que con dos pasos sobre la pared se posiciona atrás de él, yendo por su cuello, el cual cruje al ser roto con la habilidad que adquirió.

Braulio no se equivocó cuando le advirtió a todos que la letalidad siempre era acompañada por la belleza y eso es exactamente lo que Sofía representa.

Caos, maldiciones provocadas por quienes antes quisieron frenarla.

Le hace se señas a la cámara y el hombre atrás del ordenador asiente, entendiendo.

Bruno apaga cámaras, despejando el camino para los dos dentro del edificio, mientras el Dragón lo único en lo que se mentaliza es acabar con todos.

Las puertas del ascensor se abren, las botas pesadas hacen contacto con el suelo, lento, como una bestia que sabe que su presa no podrá escapar.

Brandon por su parte vuelve a llenar su vaso con el licor dorado que llega a sus fosas nasales como un afrodisíaco que lo hace suspirar. Sus negocios van cada vez mejor, aliarse con los empresarios de una cadena muy reconocida de hoteles lo tiene con ganancias que nunca antes había tenido.

Si su madre lo viera, estaría orgullosa de lo logrado. Pero el Dragón se la quitó, no dejó ni un cuerpo para enterrar y eso es lo que aún no cobra, por ello ayudó a los Myers con Sofía, si ella era importante para Donovan, le enseñaría el dolor que sintió al perder a alguien que amaba con esa misma fuerza.

Pero lo que no espera es que el hombre a quien provocó está en su espalda, con la mirada fija en su presa.

Un suspiro lo hace reír, girándose para encontrarse con la muerte misma frente a él. Esos ojos emanan la más perversa maldad que pudo haber existido. Reacciona queriendo tomar el arma en su cinturón, pero el dragón es listo a la hora de clavar el cuchillo en su mano, atravesando la carne para enterrarse en su estómago a la vez.

__ ¿Me buscabas, sabandija? - suelta con lentitud. - Aquí estoy.

Lo que sus ojos reflejan lo hace pasar saliva enmedio del grito que calla para no verse peor.

__ ¿Como es que...

__ Tres. - sentencia. Al principio no comprende que significa ese número, pero no es más que las veces que lo condenaron a morir.

Intenta escapar, pero lo único que logra es correr, tirando de su mano para sacarse el filo que la atravesó, Donovan lo deja pasar, siendo ese su primer error.

El líder la pirámide neoyorquina no hace nada sin saber que tiene las de ganar, pero a Brandon se le olvida yendo a la puerta, donde es recibido por las balas que le rompen las rodillas.

La mujer que sale con la escopeta recargada sonríe al verlo como siempre terminan sus víctimas, con ese terror de saber que van a morir.

__ Te envié lejos. - dice apenas.

__ Te mintieron, volví. - una detonación más lo reduce a gritos cuando es su entrepierna la que es atravesada esta vez. - Y con más fuerza.

La sangre sale a chorros de sus heridas, no tiene posibilidad de escapar y todo por creer que alguien puede orquestar algo contra las dos personas, quienes son lo último que ve antes de ser atravesado por el mismo cuchillo desde atrás de su cabeza, a la vez que el proyectil le abre el pecho.

Su mirada cómplice lo dice todo. Se acompañarán hasta que todos sus enemigos estén como el hombre al cual llena de balas dejando nada más que desechos.

Eso es lo que querían. Cuatro han caído y el quinto objetivo corre con la misma suerte, pues en un auto es recogida enmedio de la carretera oscura.

El candidato Izan Krause, sabía que no le iban a fallar, por ello no pregunta ni dice nada más que el tiempo que deben cuidar de la chica que, según él, es alguien totalmente distinto.

Elisa se encargó que sea imposible reconocerla, por ello nadie se fija que quien cargan no es más que Danna Franco.

Suben a bordo con "el paquete" trasladándola hasta la primera base, en este se encargan de revisar minuciosamente a la mujer que, inconsciente no se da cuenta de la requisa que la rubia le hace. Hurga en sus bolsillos, sus brazos, su ropa interior y cada posible lugar.

Ellos tienen la obligación de saber si su líder es puesto en riesgo. Por ello cantan victoria cuando el dispositivo es encontrado en la cabellera de Danna.

Están de acuerdo con que los creyeron novatos, pero son tan cuidadosos que la envían a la siguiente base, mientras tanto ellos se encargarán de saber quién es la persona que recibe la señal de dicho dispositivo.

Bruno recibe la alerta, le muestra a Sofía, quien se acerca al ordenador donde le muestran que el número de serie en el rastreador ya fue usada, esta se alerta, pero no pierde la calma.

Se limita a ayudar a su amigo a eliminar cada rastro, que a medida que la gente de Ronald busque les den lo que necesitan.

Sabían que buscarían algo en ella, planeando con sumo cuidado cual sería el caballo de troya usado. Quién no conoce al enemigo tiende a subestimarlo dicen por ahí, un grave error que puede hacerte perder y no muchos lo han entendido.

Pero que Sofía aprendió a las malas y ahora usa contra todos los que se unieron contra ellos.




Ronald.

Verme en el espejo es la razón por la cual, no se me olvida el maldito que me convirtió en alguien con marcas, no se borran, llenándome de odio hacia el hijo de puta que me hace maquinar la forma en que voy a matarlo.

La mitad del rostro quemado, aún puedo sentir la llamarada me dió directo en la piel y la ropa. Un dolor que no creí sentir, pero voy a cobrarlo, tanto como se pueda.

El perro infeliz me hizo pensar por meses que Kilian, mi diamante gris, el tesoro más preciado de mi liderazgo estaba muerto, pero me negué a creerlo del todo, por ello busqué hasta que di con un latido que el artefacto instalado en su estómago lanzó.

Pude ver la luz. Mi niño está con vida y voy a traerlo donde pertenece. Que lleve sus genes no quiere decir que sea suyo.

Lo conocí primero, creció conmigo, sabe que soy su padre realmente y eso ni él con sus mañas va a cambiarlo.

Soy la revolución que no esperó. Me lo arrebataron todo desde que Braulio estaba con vida, ese viejo infeliz creyó que iba a quedarme de brazos cruzados al saber que entregaría mi poder a un gusano que aplasté de golpe.

Lo mío vuelve a ser mío y si ser heredero por derecho no lo hizo, ser un revolucionario lo volvió la posibilidad que nadie esperó y todos se esperaron dejar atrás, pero hoy soy el hombre temido y vanagloriado que muchos quieren conocer.

Por ello me presento ante quienes me convienen, si tiene alguna facilidad que puede servirme, no hay quien me detenga en tomarlo bajo mi mando.

Coloco la máscara que cubre la mitad de mi cara, no me gusta que nadie se fije en ello. Odio el solo sentir que alguien fija sus ojos en esa piel quemada y marcada por el infeliz que lo hizo.

Se lo voy a retribuir. Lo voy a meter a una hoguera donde me beba una copa de vino mientras lo vea reduciéndose a cenizas.

__ Ya están en la sala. - me avisa Sabine. Hermosa y despampanante como el día que la vi por primera vez.

Dicen que el amor no puede nacer entre los que tienen genes en común, pero soy una prueba de qué se miente. Era prohibida por ser mi media hermana, nacida de la madre de ambos, el único que lo supo fue Braulio, por ello me hizo jurar que jamás la tocaría, pero su hermosura me cautivó de una forma en que hacerla a un lado fue imposible.

Toma mi brazo y sonríe mostrando sus dientes, dejo que bese mi mejilla sana, devolviendo el gesto de una forma leve que la hace asentir.

__ Mi esposo está aquí. - dice Sabine, los dos sujetos se ponen de pie de forma inmediata. Enderezan la espalda, siendo ese temor el que sienten por mí, el que hace que quiera que siempre sea de esa forma.

__ Mi lealtad sea con usted, señor Stewart. - exclama el primero, el segundo no tarda en jurar lo mismo, pero las palabras para mí no sirven.

Nadie se hace grande si no prueba la lealtad prometida. Nadie toma un poder solo con frases simples, ninguno llega a la meta sin fijarse en lo que para ellos puede ser solo un "mientras me convenga"

El único que puede usarlos de esa manera soy yo.

Mi limito a escuchar lo que ofrecen, transportes seguros, movimiento de dinero sin ningún problema que conlleve las autoridades.

Me conviene. Tengo lo que dicen, pero nunca es mala idea tener un reemplazo de lo que puede servir.

Quiero terminar rápido con la reunión, las molestias que tener luz directo a mi cara me da jaqueca, por ello los despido pasando tan solo quince minutos desde su llegada.

Ya obtuve lo que quería y más no requiero de ellos.

__ ¿Podrías decirme que te pasa? - reclama Sabine. - Actúas como si no te importara que ellos tengan un puerto como ofrecimiento para nosotros. - me recuerda. - Sus rutas son mucho más de lo que esperaba conseguir.

__ Tengo jaqueca, cariño. Eso es todo.

__ No es sólo eso. No me mientas. - me alcanza. - No lo hagas conmigo, Ronald. Te conozco y sé cómo te mueves.

Suelta un suspiro deteniendo sus pasos.

__ ¿Es por tu rostro? ¿Aún sigues pensando que...

__ No lo pienso. No quiero verme en el espejo todos los días y tener esto frente a mí. - señalo retirando la máscara.

Puedo ver la impresión que causa y es justamente lo que detesto de que haya ocurrido, no puedo pensar si tengo la piel derretida y con bordes irregulares que me da escalofríos palpar.

__Cambiarte el rostro es riesgoso. Viste cuanto nos costó curarte, se fue una buena cantidad de nuestras reservas, si lo hacemos...

__ Es mi dinero. - recalco. - No pienso recibir a Kilian así cuando regrese.

__ ¡Deja a Kilian en paz! ¡Deja esa obsesión con ese niño que nada nos aporta! - se exalta. - ¿Cual es la maldita razón por la que no quieres soltarlo? No lo comprendo, Ronald. Podemos tener un hijo aún, si es lo que quieres.

__ Ya tengo un hijo y se llama Kilian. - replanteo exasperado.

__ ¡No es tu hijo!

__ ¡Si lo es! - respondo en el mismo tono.

Se da cuenta del alboroto que está logrando y toma una respiración a modo de método para calmarse.

__ Ronald, ese niño es hijo de ese asqueroso tipo.

__ No lo es. - no puedo explicarle porqué, pero nadie me va a quitar de la cabeza que es mi hijo, lo siento así, no del maldito que me lo quiere quitar.

__ Amor, si quieres un hijo, puedes embarazarme ahora. - se acerca, toma mis manos y las pone a cada lado de sus caderas. - Estoy lista para albergar a tu bebé.

__ No quiero otro hijo. Quiero al que cuidamos desde bebé.

Sabe que no va a hacerme cambiar de opinión, no cuando ese niño representa la unión de la sangre solo con la misma sangre. Pureza absoluta. No tropiezos.

Me falló. Sofía me falló como hija, pero lo regeneró cuando me dio a Kilian.

Es lo único que aún la mantiene con vida.

Duermo un par de horas, últimamente es lo único que me calma, por ello cuando me doy un baño camino en la oscura habitación donde me aseguro que el espejo no vaya a reflejarme al pasar frente a él.

Me visto, colocando una americana y un abrigo más encima, las cicatrices estan por todos lados, no basta solo una máscara y es algo que también le debo a Donovan. Por ello me aseguro de que estén cubiertas antes de salir del baño.

Sabine me recibe con un beso y le correspondo del mismo modo, aún cuando lo único que quiero es arrancar mi cabeza.

__ Avisaron que traerán a alguien. - me dice en lo que pongo dos pastillas en mi lengua para pasarlas con jugo. - Dicen que es importante.

__ ¿Que puede ser tan importante como para arriesgarse a traer a desconocidos aquí? - gruño

__ No lo sé. Solo dijeron que fue por un favor que Izan Krause pidió.

__ Me habló hace dos días, es verdad. Pero porqué lo traerán aquí directamente si dije que lo llevaran a una de las bodegas. - recuerdo

__ Yo pedí que lo hicieran. - alega siguiendo con su comida. - Al parecer encontraron un rastreador en su cabello. Sí es una trampa de las autoridades, usando a Krause como intermediario, lo voy a matar.

__ No lo creo, pero si es verdad, quiero que vayas por él y me lo traigas. - un asentimiento es lo que recibo como respuesta.

__ Por ahora, solo traerán el paquete por la noche. - señala. - Puedes descansar. Aún no te terminas tus medicamentos y el emperador dijo que solo así te quitaría la migraña.

__ Ya lo sé, pero son tres dosis diarias, me quedan casi quince días y esto no aminora. - aprieto los dientes con las pulsaciones que tengo en los laterales de la cabeza. - Ese maldito me jodió la vida.

Mis uñas se entierran en la sien. Es demasiada tortura. Por una curación rápida que según funcionaba a la perfección, tuvo secuelas y ahora yo las sufro. De donde sea que saca las fórmulas, no las tiene completas o no las ha pulido porque algo no puede funcionar de esa forma.

Con las pastillas es igual. La migraña es algo que me acompaña a cada hora y las pastillas lo único que hace es que pueda soportar la comida, caminar sin sentir que golpean mi cabeza con un martillo y hablar sin enviar a todos al otro mundo.

Mi unión con él se dió al saber que a Braulio lo buscaron para ser socio suyo, este los rechazó porque estaba en tratos con los rusos, pero no se quedó conforme.

Yo tampoco lo estaba, Sabine, siendo mi esposa no estaba conmigo. Veía a Sofía a través de sus tratos, fuera de lo real que la unía conmigo, y el maldito dragón, siempre adueñándose de lo mío.

Pero todo lo rebasó el saber que le heredarían mi pirámide, mi poder y ese puesto que por ser hijo de la esposa de Braulio tenía.

No dejaría que pasara, no de nuevo.

Me encamino al despacho donde dejo los frascos de pastillas en un cajón, intento leer que pasó con los nuevos embarques. Alessio Black ya debería haber muerto, me está hundiendo cada envío que cruza por sus canales, la puta heredera de los Springsteen repelió a mi gente.

El último no aparece y algo me dice que no es porque se haya retirado o esté muerto. Son de temer, pero no para mí.

En cuanto les coloque las manos encima me tendrán con sus vísceras como comida para mis doberman. Los tres son unos malnacidos que solo son fuertes al estar juntos, pero acorralarlos es el plan del kaiser.

Y me va a dar gusto como una familia con poder, sangre de la realeza, una pirámide entera y una familia de "monstruos" caigan.

__ ¿Estás bien? - cuestiona Sabine con una taza seguramente es lo que pienso y esa pregunta que ha sido mi acompañante de muchas semanas. La odio ya.

__ Solo el dolor que no se va. - comunico. Recibiendo la taza que pongo en mis labios para beber el brebaje asqueroso que debo ingerir.

__ Puedo ayudar con eso. - ofrece Sabine.

__ No estoy de humor. - insiste, la dejo abrirse de piernas sobre mí, ya que no es la típica que con un no sé queda quieta, ella debe ser atendida para estar feliz y sin ideas que no me ayudan

__ Siempre arreglo tu humor.

No siempre.

Se mueve con un ritmo lento sobre mi regazo. Atrapa mi boca, paseando su nariz por mi mejilla sana, sus ojos grises me llevan a otro lugar, perdiéndome en estos cuando son enfocados en mí.

Siendo los suyos, pero en mi mente estos cambian a unos más feroces, más intensos, más tiernos y dulces a la vez.

Cierro los ojos disfrutando del beso, recordando lo que no he vuelto a sentir. Esa suavidad, un alma herida, una mirada destrozada y triste, en verdad es más disfrutable.

__ Extrañaba esto. - el susurro me trae de regreso a la realidad. Veo un cabello que varias veces a cambiado de color y por ello se ve en un tono muy distinto al que vi al mirarla por primera vez

No permito que arruine el momento, volviendo a cerrar los ojos para perderme en lo que agranda esa necesidad de poseerla, de sentirla, de poder tocarla.

Sabine comienza a besarme, queriendo que mi miembro cobre vida, sus manos bajan a mi cinturón y no la detengo ya que las ganas también me toman.

Beso su cuello, amaso sus senos y es que pese a los años es una mujer muy atractiva. Solo que no lo suficiente para lo que quiero.

La imagen de Sofía viene a mi cabeza y todo mi torrente sanguíneo se descontrola, recordando a que huele, los que causa no es normal y la culpa me embriaga, apartando a sabine de inmediato.

No de nuevo.

__ ¿Sucede algo? - tiene la respiración agitada. - ¿Amor?

__ Nada. - le resto importancia al asunto y solo la dejo continuar. Necesito liberar la tensión, cediendo a lo que en mi mente nace y se vuelve la mejor jodida imagen que no se borra de mi mente.

Por más pecaminoso que pueda verse, fantaseo con que vuelva a suceder y no entiendo porqué, pero me gusta, es un atractivo que no solo es llamativo sino atrapante.

__ Señor Stewart ¿se encuentra ahí? - la voz de Galicia, mi ama de llaves llega a mis oídos. - Es algo urgente.

Sabine bufa en respuesta. Solo le doy un beso fugaz y la hago incorporarse.

Arregla su ropa, en lo que yo intento sacar un frasco de pastillas.

__ Se trata de algo verdaderamente importante. - repite Galicia. - Un descubrimiento muy interesante para usted.

Dejo el bote de lado cuando Sabine abre la puerta.

__ Los vigilantes dicen que no lo notaron hasta que llegaron a la ciudad.- me cuenta. - La revisaron y no tiene nada.

__ ¿Quien? Habla claro. - establezco.

__ Señor la hija de Raúl Franco está aquí. Es el paquete que traería. - me levanto de inmediato al ver que es algo que pidió el candidato como favor.

Le dije que no me fallara, sabía la consecuencias y las ignoró, así que mi acuerdo se termina.

Ordeno que la traigan conmigo, Sabine se aleja exigiendo que localicen a Krause, en lo que aparecen dos de mis hombres arrastrando a Danna Franco. Ponen una bolsa con el dispositivo que detallo sabiendo que ya fue destruido.

Me fijo en la mujer, solo que no es la imagen que recordaba de ella, no tiene el cabello rubio, su cara está distinta, cada rasgo que recuerdo fue escondido con maquillaje, pero la cara de terror que tiene es lo que más da risa. Como si hubiera visto al mismo demonio.

Al menos sabe a quién tiene frente a ella, cosa que me servirá para sacarle la verdad de su traición y unión a otro traidor.

__ No te conocía esas mañas. - vuelvo a sentarme. - Lo esperé de Nate Taylor, no de Krause ni de tí, incompetente.

Su gesto de dolor no pasa desapercibido.

__ Ah, ya veo que hicieron un trabajito contigo. - mi burla la pone peor. - Es que solo a tí se te ocurre creer que puedes venir a mí con un rastreador. ¿De verdad nos crees tan estúpidos?

__ No lo entiende. - intenta vomitar.

__ ¿Que no entiendo? ¿Que me quisiste ver la cara, idiota? - le lanzo lo que traía. - ¿Quienes estuvieron de acuerdo? ¿quien más te apoyó?

__ No...no lo hice. - el dolor la pone pálida y no le permite hablar. - Le juro que...

__ Vas a morir por esto. Espero lo tengas claro.

__ Solo ayúdenme, tengo...siento...- intenta respirar por la boca.

__ Un ataque de pánico. - me dice Sabine. Mi risa se hace más grande. - Póngala de pie. Galicia trae mis utensilios.

La mujer obedece sacando un estuche con lo que sé, se trata de armas cortopunzantes que suele usar. Le voy a rebanar la lengua y a cercenar la garganta a la muy perra.

Nadie me traiciona y permanece completo.

__ Ella me llevó... Ella tiene a...lo usó...- se dobla del dolor y la obligan a enderezarse.

__ Habla bien, zorra desgraciada. - espeta Sabine yendo por ella, pero con un ademán de mi parte se detiene. Noto como algo en su estómago marca una línea húmeda en su blusa oscura.

__ ¿La revisaron? - cuestiono.

__ Sí, parece que tiene un corte casi sano en su estómago. No es nada. - le resta importancia el sujeto que la sostiene de un brazo.

__ Ella quiere... - se queja Danna con agobio, logrando la vea.

__ ¿Quiere qué? ¿Quién quiere? - le insisto a la mujer frente a mí.

__ Ella...

__ ¡¿Quien?! - me colma la paciencia. Aparte de inepta, es lerda.

__ Sofía, quiere que sepas que va a venir por tí. - expresa con esfuerzo, aterrada con la mano en la boca del estómago. Llora sosteniendo esa zona, comienzo a retroceder en mi silla. - Dijo que vendría por tu cabeza.

Algo me dice que debo alejarme, en tanto ella continúa con el llanto, suplicando porque pare.

__ Tengo algo... - se limpia la boca con la saliva que bota. - Algo golpea.

__ Retrocede. - le indico a mi mujer, a sabiendas que comienza a escucharse un tic tac más fuerte.

__ Ayúdenme. - se sostiene del escritorio y me alejo. - Duele...¡Ayúdeme, me duele!

Su voz se pierde cuando luego de su grito se abre frente a todos con una explosión que surge desde su estómago, lanzando una llamarada de fuego que nos obliga a lanzarnos al suelo huyendo de la fuerte ola de aire caliente que rompe con todos los cristales.

Veo a Galicia envuelta en fuego y mis ojos se abren en demasía. Sabine me grita y no le escucho. Veo partes de Danna en fuego, sus vísceras y sangre que gotea de estas, mientras mi estómago se retuerce con ganas de vomitar.

Puedo sentir las llamas directamente en mi piel de nuevo y todo de mí se siente entumecido.

Las alarmas se encienden por todos lados, mientras aún no puedo creer lo que acabo de presenciar. Eso es horrible hasta para mí, todo me parece tan atroz que mi lengua no se mueve.

__ ¡Reacciona! - palmean mi mejilla.

Pronto descubro que se trata de mi mujer, la cual tira de mi mano, me empuja yendo con los hombres que me rodean, en lo que evito ver cómo los intestinos de la penúltima de los Franco están esparcidos por todos lados.

__ Hay que irnos. No sabemos si están viniendo para acá. - me dice Sabine logrando que reaccione.

__ Saquen mi maletín, lleven mis armas a la casa del lago. ¡Ahora, maldita sea! - exijo subiendo al helicóptero que tienen preparado para mí. - Quiero que busquen a esa maldita malagradecida y la traigan de rodillas ante mí.

__ Yo misma iré por ella. - me dice Sabine quitándose la blusa que tiene llena de restos de Danna Franco encima. - Localicénla, la voy a matar cuando le ponga las manos.

__ No me falles. - la atraigo a mi boca, al tiempo que estamos alejándonos de la casa, es mejor evacuar.

__ No lo haré. - asegura convencida que puede lograrlo. Algo que espero suceda porque no voy a permitir más burlas de esa perra maldita contra mí.

Le di la oportunidad de vivir conmigo, de pasar su tiempo siendome leal. Con los fuertes, con los ganadores, pero si morir y sentir dolor es lo que quiere, voy a hacerla ir al infierno y probar cada maldita llama de nuevo.

__ Trae a Kilian. Búscalo y tráelo.- demando.

__ No lo soltarán fácil. - agrega ella.

__ Para todo hay solución. - establezco. Limpio mi cara de la sangre de la rata asquerosa. - Si Kilian no vuelve a mis manos como mi hijo, volverá en piezas para ser la comida de mis perros. - esclarezco. - Búscalo. Encuéntralo y mátalo.

__ ¿Seguro? - consulta con ropa limpia.

__ Tú me darás un hijo. - su risa se hace más grande. - Tú me darás vida, pero a ella le enseñaré lo que es morir sin que nadie la toque.

Sus labios se estrellan contra los míos de nuevo. Feliz porque al fin me dará el hijo que tanto pidió.

__ ¡Hay un precio para la cabeza de Donovan Hunt! - los hombres que cargo conmigo en la aeronave me observan. - ¡Cincuenta millones por el dragón!

La risa de todos se extiende. Lo que me indica que habrán más cazadores de lo habitual. Eso me conviene y es lo que debe temer alguien que así como cayó una vez, lo volverá a hacer.

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