THE SUN, THE MOON, THE TRUTH
᱙ INTRODUCCIÓN
───────────────── ꗃ.
❝ ¿Me recordarás por siglos? ❞
En algunas ocasiones, cuando el sol se escondía bajo las grandes montañas, Sól solía correr hasta el piso más alto de la casa, abrir las ventanas y admirar los últimos rayos del sol que se reflejaban al interior de la habitación con sus sombras rosadas. No importaba que tan ocupada estaba, no le importaba el dejar a su padre con la palabra en la boca cada que le enseñaba una nueva lección, con tal de tener la dicha de volver a sentir la última calidez del crepúsculo.
Nunca contó las veces que lo hizo, pero sí recordaba las veces que empujaba a Måne del camino para llegar pronto o cuando le hacía a sus hermanos mayores señas en lo particular nada agradables para ser una niña de siete años. Pero todos los días llegaba ahí y todos los días se prometía a sí misma iniciar de nuevo, tratar de ser mejor y comprometerse para mejorar a su familia. Porque su familia lo era todo para ella, inclusive si sus hermanos fueran mayores y sus padres no estuvieran en casa la mayor parte del día.
Con el tiempo, eventualmente dejó de subir al último piso, lo hacía de vez en cuando. Cuando sus obligaciones habían terminado, cuando se sentía mal o cuando no quería hablar con nadie. Pero ya no sentía las mismas emociones que sentía cuando era niña, ya no pasaba lo mismo cuando los últimos rayos de la luz solar se infiltraban por su ventana.
—Las personas crecen y cambian. —Aún recordaba las palabras de Hvitsärk, el tercero de sus hermanos, a quién le tenía un inmenso cariño—. Conté todas esas veces que subiste con la misma emoción, era entretenido ver como la única luz de la casa se alejaba todos los días, a la misma hora y a la misma dirección.
Sól sonrió de tan solo recordar a su hermano en aquel entonces, algunas veces se le metía en el camino para hacer más complicada su llegada, se quedaba parado en medio de las escaleras y estiraba los brazos para evitar que continuara o la tomaba en brazos y daba vueltas hasta que se mareaban y terminaban tumbados, riendo hasta que sus pulmones dolieran. Pero ella jamás faltó a una de sus citas con la puesta del sol.
En su vida siempre sintió que hacía falta de algo, a pesar de tener a su familia completa, de tener a su mejor amiga, de tener todas las comodidades posibles y a un pueblo a su disposición por lo que significaba su apellido. Yngvarr. Todos en Marley les conocían y en los libros de historia se contaba cómo el Gran Helos —proveniente de la familia Yngvarr— había derrotado al Demonio de la Tierra durante la Gran Guerra de los Titanes. Era por ello, que no entendía el porqué seguía sintiéndose así hasta la actualidad, cuando los límites de su curiosidad se expandieron y la llevaron a encontrar nuevas cosas.
Una de sus cualidades era su curiosidad y su indagación por descubrir nuevas cosas. Como aquella ocasión cuando descubrió las puestas de sol y las admiró hasta que creció y sus obligaciones le impidieron continuar con aquella rutina. Pero en estos momentos, cuando siguió el hilo de su curiosidad hasta aquello que no la dejaba tranquila, le hizo pensar que quizás no era una cualidad después de todo.
Siguió ese hilo conectando cada mínima pista, tal como años antes subía cuidadosamente cada escalera que la conducía a un nuevo piso y cuando llegaba al último solo tenía que abrir una puerta para ver el sol. Sin embargo, la puerta que abrió en este momento no la llevó a un cálido atardecer, sino a una sangrienta verdad.
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Una oleada de nervios invadió el cuerpo de Sól cuando vio todo el camino que les deparaba. El arrepentimiento se presentó como un severo malestar en sus sienes y su corazón retumbó con fuerza. ¿Qué diablos estaba haciendo? Sus piernas temblaron cuando su mellizo le instó a proseguir la larga caminata que les deparaba hasta la isla Paradis.
—No hay vuelta atrás —habló Måne y alzó los hombros, esbozando una pequeña sonrisilla burlesca al ver a su hermana temblar—. ¿No te estarás arrepintiendo, verdad?
Sól lo fulminó con la mirada. Se detuvo para agarrar aire y lo golpeó en el brazo cuando pasó por su lado. Estaba preparada, se dijo a sí misma, su mochila pesaba por todas las cosas que había empacado. Su hermano claramente se carcajeó cuando vio todo lo que llevaba, él solo llevaba una daga y su gato.
—Si un titán te agarra, te dejaré ahí —advirtió ella con un gruñido, aunque claramente, aquellas palabras las dijo antes de verlos en persona.
No había tomado mucho tiempo en descifrar la verdad que ahogaba en peligro y mentiras a la familia Yngvarr. Sól fue impertinente al tratar de indagar más, había encontrado a su hermano Hvitsärk dentro del despacho de su padre revisando un par de documentos. Por accidente o casualidad, su hermano no se percató en que ella estaba presente cuando él hojeó el papeleo y dejó el cajón sin llave. Lo siguiente que pasó fue un caos.
Por años, personas en Marley veneraban a los Yngvarr al haberse presentado como los descendientes del increíble y Gran Helos, el héroe que se encargó de asesinar al Demonio de la Tierra durante la Gran Guerra de los Titanes. Sól creció en medio de lujos, canciones y poemas compuestos en honor a su familia. Encima de un pedestal construido a base de mentiras y engaños. Más no fue eso lo que la hizo huir, sino lo que conllevaba el saber aquella verdad. Muertes inexplicables acontecieron en la familia Yngvarr, muertes de aquellos que como ella, se enteraron de la verdad que el mundo desconocía.
<<Para proteger al mundo, solo un portador de la verdad debe existir>>
Y ella no debía ser aquella portadora de la verdad. Fue una explosión de emociones, sentimientos e inquietudes las que vinieron después de ella. Quizás sus padres solo querían hablar con ella... Quizás no eran tan malos después de todo, pero entonces, su mejor amiga Zeya apareció muerta a las horas e hizo lo que nunca pensó que haría. Se escapó, informó en breves palabras a Måne y tomaron una decisión precipitada.
Marchar a la isla Paradis.
Aquel era el lugar a dónde se dirigían. Sól había escuchado de las personas que habitaban en la isla, en Marley eran conocidos como los demonios de la tierra. Por años, ella misma compartió el mismo sentimiento de aberración hacia ellos. Los odiaba y apoyaba la idea de que mandaran titanes para evitar que saliesen de su isla. Pero luego creció y el mundo le reflejó la crueldad que tenía una vez más.
—Las personas que viajan con gatos son las peores —resopló cuando su hermano se detuvo a tomar a Silvestre entre sus manos cuando el cielo comenzó a llorar.
Ciertamente, el gato no tenía nombre, pero Sól se había encargado de darle uno ya que su hermano se veía empeñado en no ponerle alguno.
Abundantes gotas de agua cayeron empapando a los mellizos en cuestión de segundos, apenas se habían bajado del navío en el que se habían infiltrado con ayuda de su hermano Hvitsärk y les esperaba un largo camino por recorrer. Las nubes grises oscurecieron el cielo y de él solo se veía un negro sepulcral ante la lluvia pronta. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando un temblor sacudió hasta las pequeñas partículas de tierra. Su cuerpo se desequilibró por unos segundos y la realidad la asestó.
¿Qué estamos...
—¡CUIDADO! —Måne la empujó cuando una fuerza sobrenatural los sacó volando, el cuerpo de Sól rodó sobre la tierra y tosió cuando inhaló del polvo que se había levantado—. ¡Corre!
Fue abrumador... El miedo llegó a Sól tan pronto vio el cuerpo semejante ante ella. No supo cómo reaccionar. abrió la boca de la impresión y permaneció pasmada al ver como la extraña criatura giraba su rostro lentamente y centraba sus ojos, del tamaño de dos casas, en ella. Sentía su corazón pedirle a gritos a su cerebro que se pusiera en marcha, el miedo se presentó en sus latidos y en el temblor que recorrió su cuerpo.
Silvestre brincó encima de ella del susto, sus garras se clavaron en sus brazos y aquello la devolvió a la realidad. El ardor y la comezón que se comenzaron a expandir en sus zonas rasguñadas no se compararon con el pánico que sintió cuando el titán emprendió su marcha para perseguirla. Y entonces, sus piernas respondieron por sí mismas. Comenzó a correr.
El frío de la lluvia no se sintió cuando sus piernas se pusieron en marcha. Corrió y corrió con fuerzas que no supo de donde tomó. El sudor pronto corrió por su frente, impidiéndole concentrarse y las pertenencias en su mochila se sintieron como una carga pesada. El cielo sobre ella comenzó a relampaguear y del frío la neblina comenzó a expandirse, Sól maldijo a Thor y a las nubes ante dicho suceso. Pero no se detuvo, aunque sintiera los músculos de sus piernas tensarse ante el esfuerzo. El miedo la mantuvo a trote.
No vio hacia qué dirección se fue su hermano o el gato, a pesar de que moría de los nervios y la preocupación. Las pisadas del titán no tardarían en alcanzarla y ante cada nuevo roce con la tierra, Sól terminaba tumbada por la fuerza del viento y aquello le hacía perder segundos valiosos de escape. En sus prisas, el titán terminó tomando impulso hasta su dirección haciendo que la fuerza de sus pisadas la levantara del suelo y la sacara lejos. El dolor de sus articulaciones al impactar sobre el suelo causaron que un quejido escapara de sus labios, la espalda le dolía y las piernas...
—¡Vamos, Sól! —Su hermano consiguió aproximarse a ella antes que el titán, se inclinó para tomarla de los brazos y ambos corrieron esperando perderse entre la neblina—. No es tiempo para llorar —añadió cuando la pelinegra sollozó.
Pero más adelante lloró. Lloró cuando el titán la tomó en brazos e intentó comérsela. Lloró cuando Hvitsärk apareció en su rescate y lloró aún más cuando les obligó a continuar su camino tras la incontable cantidad de titanes que marchaban hacia ellos. Y después del llanto, vino la oscuridad.
Una profunda y pesada oscuridad.
¡Hola!
No quise describir mucho el inicio sobre cómo llegaron a Paradis pq sentí que quedaría pesado al tratarse de la introducción, pero, acontecieron muchas cosas que se irán contando en los capítulos. Espero que les haya gustado <33