"Es demasiado lento".
Serbian escupió las palabras con firmeza. Las miradas de los demás comandantes, que habían estado discutiendo la ruta del ejército imperial, se volvieron hacia él al unísono. El ceño de Serbian se frunció ligeramente mientras hablaba.
"A este ritmo, tardaremos otra semana en llegar al Frente Oriental. Su Majestad está muy preocupado por el retraso. ¿Hay alguna ruta que podamos tomar que acelere el itinerario?".
Los comandantes intercambiaron miradas perplejas. Edwin Viper, comandante del Primer Cuerpo de Caballería del Ejército Imperial, se acarició la barbilla con un dedo y tomó la palabra.
"Por lo que sabemos, esta es la ruta más corta hacia el Oriente. Aumentar la velocidad de marcha del ejército es bastante agotador físicamente, así que desde el punto de vista del combate, no es aconsejable aumentar más la velocidad."
"Así que debemos encontrar otra ruta". Dijo Serbian con voz dura. Si es imposible acelerar, al final tendrán que encontrar otro camino. Serbian golpeó con los dedos la tosca mesa de madera donde yacía el mapa.
"Estoy seguro de que hay un atajo, pero...."
La carretera de la Capital imperial a la parte oriental del país atraviesa una zona boscosa con muchas montañas y bosques. Hay una carretera, construida hace unos trescientos años, pero es ineficiente, ya que rodea los grandes bosques y montañas. Serbian se quedó mirando el mapa, pensativo.
De repente, una voz llena de confianza resonó al otro lado de la mesa.
"Hay un atajo".
Los ojos azules de Serbian se volvieron hacia la dirección de la que procedía la voz, donde Lionel le devolvía la mirada con el rostro inexpresivo. Entonces, Lionel habló despacio.
"Es difícil atravesar las montañas, pero hay un camino que atraviesa el bosque. No es muy transitado ni conocido por la gente de afuera, pero los nativos de las regiones orientales lo utilizan con bastante frecuencia".
Edwin Viper miró sorprendido a Lionel.
"¿Existe algo así?"
"Sí". Lionel asintió y respondió.
"Supe de su existencia al final de la primera expedición, cuando estábamos despejando la parte oriental del país, y la verdad es que la he recorrido unas cuantas veces. Sin duda es transitable para un ejército de este tamaño".
Los ojos de Serbian se clavaron en los de Lionel. Acto seguido, habló en tono serio.
"Si tomamos esa ruta, ¿cuánto tardaremos en llegar al Frente Oriental?".
"Tres o cuatro días serán suficientes".
Las miradas de ambos hombres se encontraron sobre la mesa. Los ojos rojos de Lionel se clavaron en los de Serbian, quien reconoció la motivación y la competencia en aquellos ojos.
Los dos permanecieron en silencio un momento, mirándose fijamente. Tras unos instantes de silencio, Serbian habló primero, haciendo un pequeño gesto con la cabeza.
"Muy bien, entonces, tomaremos el camino que Lord de Lantos mencionó. Confío en que tengáis un mapa con la ruta específica marcada".
"Lo prepararé".
Lionel respondió rápidamente. Serbian asintió una vez más en silencio.
Pronto, otros comandantes también empezaron a hablar de la nueva ruta. La mirada de Lionel también se desvió en esa dirección. Por un momento, mientras Serbian miraba a Lionel, parpadeó lentamente y dirigió su mirada al mapa colocado sobre la mesa.
Tres días... Los ojos de Serbian se entrecerraron.
Aquella noche, en su cuartel, Yurisiel se frotó los ojos, lleno de somnolencia, y apenas pudo reprimir un bostezo que amenazaba con escapársele.
La marcha había continuado hasta una hora un poco tardía de lo habitual, deteniéndose e iniciando los preparativos del campamento apenas al entrar en las afueras del enorme bosque conocido como Sagewood. Yurisiel estaba casi dormitando, sentado en la cama, mientras recibía las atenciones de sus sirvientes, que le cambiaban de ropa y lo ayudaban a limpiarse con toallas húmedas.
En ese momento, uno de los guardias del exterior entró cautelosamente en el cuartel.
"Su Majestad, el Duque de Rosenheim desea verlo."
"Ah... ¿Duque Rosenheim? Que pase".
Apenas despertándose de su pequeña siesta, la voz de Yurisiel tenía rastros de somnolencia. Detrás del guardia, mientras saludaba y se apartaba, apareció Serbian. Entró enérgicamente en el lugar, pero se detuvo en seco al ver la escena que tenía frente a él.
Yurisiel estaba tendido en una modesta cama, muy alejado de la grandeza de los enormes lechos del palacio. Su camisa, desabrochada y aflojada holgadamente por encima de los codos, dejaba al descubierto la bien definida parte superior de su cuerpo. Dos sirvientes frotaban su torso desnudo, limpiando diligentemente el cuerpo del emperador con toallas húmedas. La luz titilante de los faroles teñía de rojo la piel blanca de Yurisiel. Serbian se quedó inmóvil, sin poder apartar los ojos de su cuerpo.
Los ojos turquesa de Yurisiel se volvieron interrogantes hacia Serbian, que tenía los labios apretados de un modo extraño.
"¿Qué te trae por aquí a estas horas de la noche?".
Recordando por fin su propósito, Serbian tomó la palabra, con la voz ligeramente baja.
"Ah... He venido a informar sobre la ruta recién decidida para la marcha de hoy".
Yurisiel, que había estado parpadeando, asintió e hizo un gesto a los sirvientes que le estaban limpiando para que salieran de la habitación. Como se trataba de secretos militares, no podía hablar de aquello delante de ellos. Ahora que sólo quedaban Yurisiel y Serbian en la tienda de campaña, Yurisiel se movió la camisa, tirando de ella con brusquedad por encima de los hombros desde donde le colgaba de los codos.
"Adelante, dímelo".
Yurisiel empezó a hablar con la camisa aún desabrochada. Serbian pareció momentáneamente mudo, pero finalmente apartó su mirada de Yurisiel y frunció los labios.
"Eso... Su Majestad estaba preocupado porque la última vez íbamos con retraso, así que hemos decidido cambiar nuestra ruta con respecto a la que habíamos planeado en un principio. Inicialmente íbamos a seguir el camino principal que rodea las afueras del bosque de Sagewood, pero vamos a tomar un atajo propuesto por Lord de Lantos."
Yurisiel aceptó el mapa que le ofrecía Serbian. El mapa mostraba un esquema aproximado del terreno forestal, con un camino que cortaba el centro del bosque. Con un tono ligeramente preocupado, Yurisiel preguntó: "¿Será este camino lo bastante amplio para que todos puedan pasar por él?".
Serbian asintió, aún sin mirar en dirección a Yurisiel.
"Según Lord de Lantos, el movimiento de fuerzas de este tamaño no debería suponer un problema".
"Hmm... Lord de Lantos dijo...".
Murmuró Yurisiel mientras miraba el mapa, perdido en sus pensamientos. La mirada de Serbian se dirigió brevemente hacia Yurisiel y luego se apresuró a volver al suelo, incapaz de saber qué mirar.
De pronto, los pies descalzos de Yurisiel sobre la mullida alfombra aparecieron a la vista de Serbian. Serbian parpadeó lentamente. Los pequeños pies blancos, colocados uno junto al otro sobre el cojín marrón, cautivaron la mirada de Serbian. Sus ojos se desviaron brevemente hacia una palangana llena de agua que había en el suelo, junto a la cama. Probablemente era algo que habían preparado los sirvientes para lavar sus pies.
Yurisiel se encogió de hombros y empezó a hablar.
"Bueno, si podemos acortar el tiempo del viaje, que así sea. De todos modos, la velocidad a la que puede ir un ejército tiene un límite, así que mientras los atajos no sean peligrosos, no me importa. Enviarás a los exploradores primero, ¿verdad?"
"Sí, ya han partido".
Incluso mientras respondía mecánicamente a las palabras de Yurisiel, la mirada de Serbian seguía clavada en sus pies blancos. Yurisiel asintió mientras le tendía el mapa a Serbian.
"Muy bien. , así que mañana nos dirigiremos hacia aquí. Entiendo. Gracias."
Aceptando el mapa, Serbian bajó lentamente la cabeza. A pesar de que había terminado con su informe, Serbian no dio muestras de querer marcharse. Perplejo, Yurisiel le devolvió la mirada.
"¿Qué pasa?"
Tras una breve vacilación, Serbian se acercó un paso a Yurisiel. Separando lentamente los labios, habló pausadamente.
"Majestad".
Yurisiel miró a Serbian con los ojos muy abiertos. Serbian, que se había detenido un momento, continuó con sus próximas palabras.
"¿Puedo... lavarle los pies?".
"¿Qué?"
Exclamó Yurisiel con voz desconcertada. Sin embargo, Serbian no contestó, sólo se arrodilló lentamente delante de él. Sus ojos azules miraban fijamente a Yurisiel, inmóviles. Entonces, Serbian habló con voz suave.
"Pensé que tenías intención de lavarte los pies... Si me lo permites, me gustaría hacerlo".
Yurisiel no encontró las palabras y se limitó a mirar fijamente a Serbian. ¿Ahora? ¿Tan de repente? No entendía por qué Serbian quería hacer él mismo el trabajo de los sirvientes.
(n/t: Porque está muy horny.)
Interpretando su silencio como una afirmación, Serbian cogió una bandeja de porcelana de la cabecera y la colocó frente a él. La visión del rostro de Serbian, arrodillado bajo sí mismo, mirándole como si le pidiera permiso, dejó a Yurisiel sin poder decir nada más.
La cabeza de Yurisiel se movió ligeramente hacia arriba y hacia abajo. Fue un movimiento vacilante y torpe, pero como si eso bastara, las tensas comisuras de sus labios se curvaron suavemente. Con cuidado, Serbian metió la mano en la palangana de agua brillante, la ahuecó y luego tomó los pies de Yurisiel entre sus manos.
Cuando Serbian introdujo suavemente los pies de Yurisiel en el agua, el líquido translúcido hizo que los dos pies de Yurisiel ondearan y danzaran en su interior. Con una mano sujetando el pie de Yurisiel y la otra vertiendo agua con delicadeza, Serbian se tomó su tiempo para masajear cada parte, desde la punta de los dedos de los pies hasta los tobillos.
Yurisiel tenía los pies bastante pequeños. Mientras tanto, las manos de Serbian, que eran grandes incluso para un hombre promedio, ahuecaban y frotaban sus pies, sus pequeños y blancos pies se volvían casi invisibles en su agarre. Eran lisos y suaves al tacto, con pocos callos, como correspondía a su noble cuna. Los pies de Yurisiel, que rara vez veían la luz del sol, eran incluso más blancos que la piel en otras partes de su cuerpo.
A Serbian no le gustaba la idea de que nadie más tocara los pies de Yurisiel, incluso si esas personas fueran meros sirvientes. Sabía que era un pensamiento irracional, pero lo sentía de todos modos.
Los dedos de Serbian, deslizándose suavemente sobre el empeine de Yurisiel, se colaron entre los pequeños huecos de sus dedos. Cuando la firme yema del dedo de Serbian masajeó cuidadosamente la unión de los dedos de Yurisiel con la suela, éste se estremeció involuntariamente, haciendo que sus dedos se retorcieran. Mirando a Serbian con expresión incómoda, las miradas de ambos hombres se encontraron.
Nunca había pensado mucho cuando los sirvientes le lavaban los pies a diario, pero ahora, al ver cómo Serbian se arrodillaba ante él y le limpiaba suavemente los pies, una extraña emoción brotó en su interior. Mientras las grandes y cálidas manos de Serbian frotaban y acariciaban suavemente la delicada piel, una extraña e inexplicable sensación cosquilleó en el interior de Yurisiel.
Los dedos de Serbian rozaron suavemente la parte delantera de la planta de su pie antes de deslizarse suavemente por los huecos de del arco. Los muslos de Yurisiel temblaron, una tensión involuntaria se extendía por todo su cuerpo. Mordiéndose el interior del labio, Yurisiel trató de relajar sus tensos músculos. Una sensación extrañamente insoportable comenzó en la planta de sus pies y terminó llegando a su vientre bajo, haciéndolo sentir como si se quemara. La mirada de Yurisiel se desvió hacia el rostro de Serbian. La luz de las velas parpadeaban sobre aquel rostro, proyectando sombras vacilantes sobre las fuertes cejas de Serbian.
De repente, los acontecimientos del último baile pasaron por su mente. A través de su visión vertiginosa, la imagen de sí mismo respirando agitada y entrecortadamente, y la imagen de la cara de Serbian, mirándole con una intensidad que parecía penetrarlo, emergieron vívidamente entre la niebla de sus recuerdos Por un momento, Yurisiel sintió un cosquilleo en el interior de los muslos y algo en lo más profundo de su estómago se apretó y se estremeció.
"Oh, eso... Uhm, ahora, espera un minuto...."
Movió inconscientemente los dedos de los pies en la mano de Serbian, con los hombros encogidos. Serbian levantó sus ojos azules y miró a Yurisiel. Sus intensos ojos azules eran penetrantes.
Yurisiel devolvió la mirada a Serbian, momentáneamente sin palabras. Algo... Algo le resultaba insoportable. Bajo sus largas muñecas, sus dedos se aferraban impotentes a las sábanas.
Tras unos instantes de quedarse mirándolo fijamente, Serbian finalmente envolvió sus pies en la toalla que había sobre la cama. Tras limpiarle meticulosamente la última gota de agua de los pies, se incorporó lentamente. Era difícil leer la expresión de su rostro mientras se inclinaba respetuosamente en su dirección.
"Entonces, descanse en paz, Su Majestad."
Con esas palabras, Serbian abandonó el cuartel de Yurisiel con un paso ligeramente más rápido. Ahora que finalmente se había quedado solo, Yurisiel parpadeó lentamente, confundido.
"¿Qué demonios...?"
Con una expresión somnolienta, Yurisiel permaneció un rato con la mirada perdida en la puerta por la que había desaparecido Serbian. Movió los dedos de los pies, recién limpiados por Serbian, y se dejó caer en la cama. Una extraña sensación pareció agitarse continuamente en su vientre bajo. Dio vueltas en la cama durante un buen rato, luchando por conciliar el sueño con la mente agitada.