ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜...

By _alemoran

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𝗕𝗜𝗟𝗢𝗚𝗜𝗔 𝗟𝗨𝗖𝗘𝗦 𝗬 𝗦𝗢𝗠𝗕𝗥𝗔𝗦 𝗜 & 𝗜𝗜. «SINOPSIS COMPLETA DENTRO DEL LIBRO.» Ella es elegante... More

SINOPSIS + ADVERTENCIAS Y SIGNIFICADO.
CAPÍTULO 0.
•|CAPÍTULO 1: DASSAÚLT.
•|CAPÍTULO 2: SIMULADOR.
•|CAPÍTULO 3: LEGADO FAMILIAR.
•|CAPÍTULO 4: ANTÍTESIS.
•|CAPÍTULO 5: MUÑECA.
•|CAPÍTULO 6: PUESTA EN ESCENA.
•|CAPÍTULO 7: PARC FERMÉ.
•|CAPITULO 8: ¿CON DASSAÚLT?
•|CAPÍTULO 9: LAS VEGAS.
•|CAPÍTULO 10: LADY ADELAINE.
•|CAPÍTULO 11: SRA. DASSAÚLT.
•|CAPÍTULO 12: FACHADA.
•|CAPÍTULO 13: HIJA TROFEO.
•|CAPÍTULO 14: UN TE QUIERO EN MÓNACO.
•|CAPÍTULO 15: LÍNEA DE SALIDA.
•|CAPÍTULO 17: DOLLHOUSE.
•|CAPÍTULO 18: CONTRA RELOJ.
•|CAPITULO 19: HERIDA ABIERTA.
•|CAPÍTULO 20: INEFABLE.
•|CAPÍTULO 21: HEAVEN.
•|CAPÍTULO 22: HEAVEN PARTE II.
•|CAPÍTULO 23: ADAGIO.
•|CAPÍTULO 24: SIN REGLAS EN EL PARAÍSO.
•|CAPÍTULO 25: EN LA MIRA DEL CISNE.
•|CAPÍTULO 26: EL BESO DE LA MUERTE.
•|CAPÍTULO 27: EL SILENCIO DE LOS INOCENTES.
•|CAPÍTULO 28: A UN LATIDO DEL CAOS
•|CAPÍTULO 29: LÁGRIMAS DE UN CISNE ROTO.
•|CAPÍTULO 30: EPÍLOGO.
༺✧ 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜𝗜: 𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘.༺✧
•|CAPÍTULO 0.
•|CAPÍTULO 1: LA FUNCIÓN DE UN CORAZÓN ROTO.
•|CAPÍTULO 2: UN TÍTULO REAL Y OTROS DESASTRES.
•|CAPÍTULO 3: EL MANDATO DE LA REINA.
•|CAPÍTULO 4: LOS DUQUES DE VASELLÍ.
•|CAPÍTULO 5: ENTRE EL PASADO Y EL PRESENTE.
•|CAPÍTULO 6: TODO QUEDA EN FAMILIA.
•|CAPÍTULO 7: ENTRE CONFESIONES Y CORAZONES ROTOS.
•|CAPÍTULO 8: DASSAÚLT BONNET.
•|CAPÍTULO 9: HONESTIDAD.
•|CAPÍTULO 10: LA BESTIA DEL LUXXE.
•|CAPÍTULO 11: CAZADORES Y PRESAS.
•|CAPÍTULO 12: LOS ANHELOS DEL CORAZÓN.
•|CAPÍTULO 13: LA PROMESA DE UN TE AMO.

•|CAPÍTULO 16: ANACRONÍA.

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By _alemoran

Adelaine.

Desde que era pequeña fui criada por mi abuela—quién fue técnicamente mi madre—ya que mi progenitora me sacaba la vuelta cada vez que me veía. Ahora ya sé la razón de eso. Sin embargo, siempre creí que algún día tendría una familia unida y feliz.

Pese a lo que Arleth reveló, la única figura materna que me dió felicidad y risas contadas ya no está más conmigo y con Scar.

Llevó el nombre de mi abuela y del cual estoy orgullosa. Ella fue quien me enseñó a bordar, cocinar, la que estuvo conmigo cuando tuve mi primer periodo y las tardes que siempre se nos pasaban volando cuando tenía poco tiempo libre para disfrutar tan solo un poquito de ella.

Veo como una de mis lágrimas cae sobre la fotografía y me movilizó de inmediato ya que no quiero arruinar los pocos recuerdos que me quedan de ella.

No creía que existiera la pérdida de memoria a causa de la depresión, pero con los meses que estuve yendo con la terapeuta me explicó que si puede ser posible. La amnesia disociativa como causante de un evento traumático o estresante, del cual fue diagnosticada sin que me sorprendiera en lo absoluto.

—¿Muñeca?

Mi rostro se eleva con rapidez viendo a Marcus recargado en el marco de la puerta vistiendo solamente el pantalón del pijama a cuadros, el cabello lo trae desarreglado y unos leves hoyuelos se marcan en sus mejillas cuando sonríe.

—En un momento me iré a la academia y dejaré todo apagado.

—Son las cuatro de la madrugada, falta una hora para que vayas—corrige con cierta diversión y entra en silencio.

Mi rostro gira a mi derecha viendo el reloj en la pared que marca las cuatro de la madrugada, estoy acostumbrada a dormir poco y ensayar más de diez horas al día dondé mi dieta se basa en comida controlada, además de medicamentos y pinchazos en la piel.

—¿Tú qué haces despierto?—inquiero nuevamente viendo sus ojos claros.

Estos son chispeantes a pesar de la hora y del silencio de la finca. 

—Estaba revisando algunos documentos sobre la compra de algunos hoteles.

Una sonrisa surca mi rostro al recordar que ellos tienen varias cadenas hoteleras ya que su padre según en palabras de Angie, es una persona que no se queda quieta y debe de estar moviéndose siempre; por lo que su apellido no solamente está dentro del mundo automovilístico.

—Hoy es aniversario de la muerte de mi abuela—susurre sintiendo todavía el nudo de mi garganta—, mayormente no puedo dormir.

—¿Quieres hablar de ello?

Asentí liberando por fin el sollozo que estaba reteniendo por tanto tiempo. Me obligue a no llorar su muerte años atrás y es algo que me ha estado consumiendo y matando tan lentamente.

—Trevor me ha dicho hasta el cansancio que esto no es mi culpa...—digo entre el llanto mientras mis manos tiemblan—, pero siento que no es así.

—¿Por qué sientes eso?

Una sonrisa llena de diversión se ancha en mi rostro ante su pregunta.

—La ví morir, Marcus—por fin revele y él entró al oír aquello—, me paralice por el miedo de ver a la persona que más amaba en el mundo estar muriendo al tratar de respirar. Yo sabía lo que se debía de hacer para al menos darle tiempo en lo que llegaba la ayuda y no lo hice.

No tengo queja alguna en cuanto sus brazos me rodean con suavidad subiéndome a su regazo en cuanto se sienta en la cama junto a mi. Mis manos rodean su pecho mientras mi rostro queda a la perfección en su cuello y él no hace más que estrecharme en silencio con un poco de fuerza.

—Tome cursos para estar preparada y no hice nada. Fue mi culpa.

—Ver a la persona que más te importaba en el mundo sufrir es un shock, muñeca. Sé que mis palabras no valen nada en estos momentos porque tienes un juicio propio sobre este tema, pero, tal vez así debían de pasar las cosas. No podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, pero sí podemos decidir sanar y seguir adelante aun con heridas.

Trato de quedarme en su cuello por más tiempo aspirando su aroma a menta que ya es muy común en él antes de elevar el rostro y ver que tiene una media sonrisa, lo que le causa hoyuelos. 

—Las heridas no son sinónimo de agotamiento o derrota, por el contrario, estas te hacen saber que has ganado todas aquellas batallas de las cuales nadie sabe. Eres tu propia heroína y mereces que todo lo bueno gire a tu alrededor—musita con suavidad haciéndome estremecer mientras me acaricia el rostro—. Estás sanando poco a poco aunque creas que no es así.

—No lo creo.

—Lo sé. En ocasiones las personas no ven las cosas buenas de sí mismas, pero por algo dicen que los diamantes son apreciados por quienes realmente saben su verdadero valor.

Algo que no logro reconocer hace que todo mi cuerpo se sienta en calma ante las palabras que dijo. Que su presencia es algo que ya busco inconscientemente ya que me he dado cuenta de eso durante los días en los que él viaja cuando hay semana de carrera y yo me quedo aquí para asistir a la academia.

—Gracias por oirme.

—Angie me enseñó a amar el chisme.

Deja salir una carcajada cuando lo golpeó sin fuerza del brazo y después pasa a hacerse el sentido.

—Soy bueno en la cocina. ¿Deseas que te haga el desayuno mientras te arreglas y te llevo a la academia?

Una de mis cejas se eleva y asiento a lo que Dassaúlt me guiña un ojo.

Se levanta conmigo en brazos para dejarme en el colchón y por tan solo unos segundos me pongo tensa al sentir sus labios en mi frente.

—Muy bien, tomate el tiempo que necesites.

Sale de la habitación cerrando la puerta pero sin llegar a que lo haga por completo, suelto el aire que no sabía que había retenido y el suspiro tembloroso que sale de mis labios hace que me levanté yendo en dirección al baño.


[.....]


Cuando salgo casi diez minutos después y de haberme puesto la dosis, el pequeño cuerpo de Scarlett está cubierto por mi edredón tras haberse pasado a mi habitación como es su costumbre desde que tenía tres años.

Me acerco para acomodarle las almohadas ya que ella las detesta y siempre las deja de lado, abraza a su muñeca de algodón y terminó por cubrirla aún más ya que es algo friolenta como yo.

Rápidamente me visto echándole un vistazo al reloj sabiendo que aun me falta desayunar un poco para ir a la academia donde debo de realizar la prueba del vestuario.

Salgo tras haber puesto todo en mi bolso y casi corro bajando las escaleras, se que Scarlett va de maravilla en el colegio ya que su tutora me lo ha hecho saber, tiene un pequeño grupo de amigos con los cuales pasa tiempo con ellos.

Incluso le dije que los puede traer a casa ya que ella ha presumido por lo alto que su cuñado es el famosísimo Marc Dassaúlt al cual apodan Bestia en la pista porque lo da todo en las carreras. Ellos han desarrollado una relación tan bonita que incluso hasta se bromean como si se conocieran de años.

—Ví la hora así que vamos tarde—mis pasos se detienen al oírlo y asiento—, entonces te puse todo aquí.

Sonrió al ver que eleva una bolsa de papel donde ha dibujado una carita sonriente y debajo de ella ha puesto "desayuno para mi muñeca".

—¿Eso es un corazón?—Trato de no reír cuando agarro la bolsa y lo sigo de cerca.

—Oye, no soy bueno dibujando—se defiende mientras me señala que vea el interior—, pero si soy bueno cocinando. Te he puesto fruta picada con un poco de yogurt, algunas tortas vegetarianas. He revisado las calorías y los carbohidratos, para que no me saltes encima.

—¿No crees que es mucho?

—No, es lo necesario. He calculado el tiempo, si no hablas y comes en lo que llegamos, deberías de haber acabado.

Hago una mueca con fingida molestia y después desvió mi atención al ver como pone la palma de la mano en el cristal del deportivo rojo y este se abre de inmediato. Sin nada de seguridad hoy, solo nosotros. Esto es raro... y a la vez un poco tranquilizador.

Todo el trayecto estuvo al pendiente de que desayunara lo suficiente y lo que ya no quería lo dejara en el respaldo del coche. La estructura elegante y lujosa de la academia entró en nuestro campo de visión cuando dio vuelta a la derecha, sin embargo, la manera en la que con una sola mano hizo girar el volante sin preocupación alguna llamó mi atención.

—¿Crees que pueda entrar contigo?—Pregunto en cuanto aparco.

Me congele en el asiento tan solo unos segundos antes de asentir y que él me sonriera abiertamente.

Con un carajo que sus hoyuelos son tan lindos y adorables.

Un momento, algo debió haberle puesto al desayuno para que yo esté pensando estas cosas y más si son sobre Marcus.

Bajamos casi al mismo tiempo, lo que atrajo la atención de varias de mis compañeras y de otros grados, Marcus me quito el bolso para colgarselo y sujetar mi mano con firmeza en cuanto llegue a su lado.

Mostré mi carnet al guardia tratando de soportar las miradas curiosas y los cuchicheos de la mayoría.

—Tranquila, parece que te vas a desmayar en cualquier momento.

—¿Cómo es que no te molesta o incomoda tener un montón de ojos criticones en ti?

—Con el tiempo aprendes a que eso no te quite el sueño, muñeca. Claro que me molesta en ocasiones, pero es inevitable, por eso los ignoró la mayor parte del tiempo.

—¿Como hoy?

—Así es.

—¿Por qué?—Quise saber en cuanto cruzamos los arcos principales.

—Estoy contigo, muñeca.

Mi pecho se hinchó de emoción sin saber la razón al oír su respuesta. Pegue un leve brinco al reconocer la voz familiar gritar en nuestra dirección, acompañada de Rams.

—¡Un aplauso para esta pareja tan enamorada!—Bromea Angie con sorna.

Me hago aun lado cuando llega a nosotros y se le cuelga a su hermano.

—Hijo de perra, debes de llamarnos que también somos tu familia—lo reprende mientras le pellizca el brazo.

—Les llamo todos los días, que tú me mandes al buzón por estar haciendo cardio con mi mejor amigo no es mi problema.

Ella se hace la que no escucha nada y entra, no sin antes levantarle el dedo corazón a su hermano.

—Vanserra y Bonnet, sus trajes están en probadores junto con las costureras para darle sus últimos retoques—habla Lacroix en cuanto me ve y señala a sus espaldas.

El salón está tan lleno de gente que no hay abasto para tantos bailarines y sus costureras que les fueron asignadas.

—¡Dassaúlt y Basile van también!

—Tomas fotos Cars, se las debes de mandar a mamá—Angie le ordena antes de irse en dirección contraria.

Marc aprieta la mandíbula al ver que Enrique, mi compañero, se acerca con su maleta y me saluda.

—Ire al probador, ya vuelvo. ¿Si?—Digo en dirección a Marcus que asiente en silencio.

Me encamino con Enrique en silencio abriendo camino hasta que llegamos a los probadores.

Entro abriendo la puerta y viendo a mi costurera y los dos trajes que cuelgan detrás de ella. Pero la voz profunda de Dassaúlt hace que me quede en mi lugar cuando le oigo preguntar su nombre a Enrique.

—¿Vanserra?

—Si.

Una leve sonrisa se instala en mi rostro,

—Dejas caer a Adelaine o tan solo haces que uno de sus pasos falle, despídete de tu carrera como bailarín—dice este con claridad y frialdad, la cual es la segunda vez que me toca oír.

—¿Me estás amenazando?

—Yo lo veía como una sugerencia, pero sí. Ella ama el ballet y yo como su esposo velaré por lo que la hace feliz.

Aquello me tomó por sorpresa ya que no me quedo para saber la respuesta de Enrique y me encamino hacia los trajes. Sin saber como sentirme respecto a lo que dijo.

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