🍂 Falling🍂[Four Seasons #3]...

By Denisetkm92

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Hazel Wooderson era conocido por ser un joven liberal y esto le había parecido bien, hasta que cae rendido a... More

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By Denisetkm92

*—Hazel:

Su noviazgo iba bien, sus clases en la universidad iban bien, su trabajo con su padre iba bastante bien. Todo estaba marchando bien, tanto que Hazel se sentía un poco incómodo, porque sentía que algo iba a pasar.

Con su noviazgo, todo volvía a como antes. Hazel volvía a visitar a Daisy cada momento que podía. De vez en cuando se veían en la noche cuando esta iba a cerrar la panadería, pasaban un rato de calidad como pareja, hablando o besándose antes de que Hazel la dejara en casa. Otras veces almorzaban juntos y los días cuando no podían verse, se la pasaban hablando por mensajes o llamadas.

Tenían planes para su próxima cita, la cual sería el día de su cumpleaños dentro de dos semanas. Daisy había descubierto que su cumpleaños venía por ahí y que aprovecharán el momento para celebrarlo en pareja. Hazel estaba emocionado por ello, puesto que era la primera vez que pasaba dicho día con alguien que no fuera sus amigos o su familia, debía de ser diferente con su novia y haría que fuera de esa manera.

Daisy se estaba encargando de planear su cita y la verdad es que Hazel no sabía que estaba inventando, pero dejaría que ella hiciera lo que quería. No le importara donde los llevara con estar juntos ese día especial era más que suficiente para él. Hazel también esperaba que estuvieran juntos para el cumpleaños de Daisy que sería en abril, porque iba a darle lo mejor de lo mejor por igual.

En cuanto a la universidad, sus clases también iban bien por igual. Por el momento no le estaba yendo mal y estaba prestando atención más de la cuenta, aunque, eso era porque estaba estudiando de más. Si estuviera viviendo su vida como antes, sus calificaciones no serían tan buenas, por lo cual debía de seguir esforzándose para que su padre no lo molestara y lo dejara salir con Daisy sin estar quejándose de que por estar saliendo tanto sus clases se veían afectadas.

Con el trabajo, Hazel se estaba esforzando, aprendiendo cómo se manejaba su padre con los empleados de la fábrica, con los suplidores y con sus clientes. A Hazel se le daban bien los empleados, pues era amable con estos y los escuchaba cuando estos lo necesitaban, pero con los suplidores ni con los clientes se le daba. La verdad es que Hazel prefería estar tras bambalinas que trabajando cara a cara con la gente. No se le daba como a su padre quien sabía cómo hablar y convencer a los suplidores o a los clientes fácilmente.

No obstante, a pesar de ello, se mantenía positivo de que con más observación y más dedicación, podría irle mejor.

Sin embargo, parecía haber hablado muy pronto, porque al final la había cagado.

Hazel había ido a la universidad por la mañana para asistir a dos clases como cualquier otro día y a la hora del almuerzo comió algo con los chicos a quienes no había visto desde hace un tiempo ya que todos tenían sus responsabilidades también. Se había sentido feliz porque estaban saliendo juntos después de tanto tiempo, pero como siempre, las responsabilidades impedían que se vieran más tiempo, así que Hazel se despidió de estos y se fue a trabajar en la fábrica.

Esa tarde había una reunión con un cliente que venía desde un pueblo lejano y había que convencerlo para que comprara la mercancía en la fábrica de la familia. En la reunión solo estarían su padre, el asistente de su padre, el encargado de ventas y Hazel como oyente. Todas las reuniones a la que había asistido eran solo como oyente, su padre no dejaba que hiciera algún comentario o que hablara con las personas en la misma. Sin embargo, esa tarde algo cambió.

Como las reuniones siempre eran iguales, Hazel admitía que en las mismas apenas prestaba atención. Hacía algunas anotaciones sobre tácticas que estos usaban para usarlas en un futuro, pero nunca se enfocaba del todo. Así que había estado tan ensimismado pensando en la cita con Daisy, que no escuchó cuando su padre lo llamó, hasta la tercera vez que fue llamado.

—¿Hazel? —llamó su padre su nombre y Hazel salió de sus pensamientos para mirar a su padre. La reunión aún no había acabado y todos estaban allí en la sala de reuniones.

—¿Si? —preguntó.

El ceño de su padre se frunció, pero este fingió una sonrisa.

—El señor Tate ha hecho una pregunta y creo que eres el indicado para responderla —comentó su padre con su falsa sonrisa.

Hazel tragó nervioso sin entender y desvió la mirada hacia el señor Tate quien era el cliente de la reunión. Era un señor mayor de algunos sesenta años y se veía que era quisquilloso, podía notarlo por su expresión aburrida. Demonios. No había escuchado la pregunta de este porque había estado pensando en otras cosas y como nunca le preguntaban nada, no había prestado atención.

Volvió la mirada hacia su padre y decidió ser sincero, porque no iba a improvisar.

—Lo siento —se disculpó Hazel inclinando la cabeza hacia su padre—. Estaba pensando en algo de la universidad —mintió para que su padre no lo agobiara después y miró hacia el cliente—. ¿Me podría repetir la pregunta? —preguntó con cordialidad hacia el señor mayor quien sonrió ampliamente, cambiando completamente su semblante aburrido.

—Te pareces mucho a mi nieto, siempre enfocado en sus clases que a veces le digo que se tome un respiro —comentó el señor Tate sonriente y cambió a su semblante de negocios—. Quería saber qué maderas me recomiendan para elaborar gabinetes de lujo y que los mismos duren varios años —quiso saber el señor mayor y Hazel borró la sonrisa.

¿Por qué le hacía esa pregunta? ¿Era acaso una trampa? El señor debía de saber ya lo que quería, siempre venían con una lista de lo necesitaban y lo que buscaban era regatear los precios de las maderas que se ofrecían en la fábrica.

Hazel le devolvió la sonrisa, no obstante, aún pensaba en la respuesta. Aún se estaba empapando de las distintas maderas que se vendían y se usaban en la fábrica, pero la verdad es que no era un experto en la materia y tuvo que desviar la mirada a su padre para que este respondiera. Su padre frunció una vez más el ceño y se volvió hacia el cliente.

—La madera de Nogal es una de las maderas más duraderas y es utilizada para infinidad de usos —recomendó su padre con una amplia sonrisa—. Tiene un buen acabado y es bastante lujosa, quizás no es muy destacable como la caoba o el cedro, pero es bastante fácil para trabajar —respondió y Hazel hizo una mueca. Algo que recordó era que dicha madera decorativa era bastante cara y si el cliente buscaba buenos precios, Hazel dudaba que este aceptara ese tipo de madera tan cara.

—Pero es muy cara, ¿no? —replicó el cliente mirando hacia el de ventas quien sonrió con su característica sonrisa de sanguijuela.

—Sí, lo es, pero su acabado es excelente para el tipo de muebles que necesita —mencionó el encargado de ventas sin dejar atrás su sonrisa—. Otra cosa es que podemos hacer los gabinetes que usted necesita sin tener que ir a otra empresa y saldría mucho más barato —sugirió buscando de que el cliente trabajará completo con ellos, ya que el mismo solo quería comprar las maderas e ir a trabajarlas en otro lugar, sin embargo, allí en la fábrica, además de venderlas, también hacían mobiliarios y otros tipos de elementos.

—Tengo entendido que la madera nogal es susceptible al ataque de algunos insectos —continuó el cliente replicando, pues este parecía saber de la manera por igual y no iba a dejar engañarse fácilmente.

—Como todas —intervino rápidamente su padre—, pero con una buena protección anti insectos, puede evitar que la misma se deteriore —sugirió convenciendo al cliente—. Y si es para ese uso que desea adquirirla, este tipo de madera es resistente a la putrefacción, lo cual le beneficiaria a usted, señor Tate —terminó diciendo tratando de convencerlo más quizás viéndose un poco intenso, pero así funcionaban los negocios.

El cliente no parecía muy convencido y Hazel suspiró cansado. Qué bueno que no comentó nada, pues al final no sabía que ofrecerle al mismo y tampoco podría convencerlo para ello. Era por eso que a Hazel no se le daba bien. No podía estar de intenso y mintiéndole a la gente en la cara para que adquiriera un producto o servicio. Eso no era lo suyo. Cuando estuvo vendiendo su arte digital, lo que mostraba en sus redes era lo que había. Lo que el cliente quería, Hazel lo hacía y daba lo mejor de sí para que su trabajo hablará bien de él.

Hazel soltó otro suspiro y se dijo que tenía que intentarlo un poco mejor al menos. Esta iba a ser su vida pronto y no podía escaparse de ello por más que quisiera.

No obstante, aunque el cliente pareció reacio a hacer la compra o solicitar el servicio, al final, el encargado de ventas lo convenció tan bien, que este decidió adquirir dos tipos diferentes de maderas y de paso contrató los servicios de ebanistería para realizar los gabinetes que este necesitaba para su nuevo negocio el cual era un gran restaurante. Era increíble lo que un poco de convicción podría hacer en una persona.

Al final de la reunión, su padre se quedó con el cliente mientras que los demás salían de la sala de reuniones. Hazel volvió a la oficina de su padre, donde se pasaba todo el tiempo sentado en la pequeña salita.

Se sentó en los sofás y sacó su laptop para plasmar las anotaciones que había hecho en su libreta, las cuales no fueron muchas. Después de esto, tenía que hacer un recorrido con su padre y luego ver si podía hacer algunas tareas de la universidad para tenerlas listas a tiempo.

Su padre volvió unos quince minutos después. La puerta se abrió con fuerza y la cerró de la misma manera. Vio su expresión encolerizada y Hazel suspiró de cansancio. Aquí viene otra vez. Lo vio acercarse a él y plantársele en el frente.

—¡Era una reunión importante y tuviste que arruinarla! —exclamó su padre hecho una furia.

Hazel cerró su portátil y lo colocó a un lado. Era algo que siempre hacía cuando su padre se enfadaba con él, pues temía que le diera por lanzar cosas y que tirara su portátil que le había costado su dinero. Lo había comprado con el dinero que ganó vendiendo su arte en internet por lo cual era muy preciado para él.

—No arruine la reunión y al final todo resultó como querías que fuera —respondió Hazel con tranquilidad mientras lo miraba—. El cliente decidió comprar más de la cuenta y contrató servicios extras, ¿y dices que arruine la reunión por no responder una pregunta de la cual no tenía idea? —Hazel movió la cabeza—. ¿Qué más quería que hiciera?

—Quería que estuvieras al 100 en la reunión, pero eres tan idiota que ni siquiera un 10 de tu capacidad estaba en la misma —espetó su padre siendo bastante grosero con él.

Era lo mismo siempre, la misma cantaleta de la mayoría de los días. Su padre se quejaba de que había arruinado cosas, de que no prestaba la atención necesaria, de que no estaba aprendiendo, de esto o de lo otro. La verdad es que Hazel estaba muy cansado de sus quejas, de que le estuviera peleando y reclamando. Para su padre lo que hacía no estaba bien y vivía comparándolo con los hijos de sus amigos. Él no era el perfecto Kai ni tampoco el inteligente Cole, era solo Hazel, un chico que estaba siendo obligado a hacer algo que odiaba.

A diferencia de sus amigos que los negocios se le daban bien, a Hazel estas cosas se le daban mal. Desde el inicio se lo había dicho y había estado esforzándose para que fuera diferente, pero cuando algo no era para ti, no lo era. Sin embargo, su padre no lo entendía y seguía obligándolo a ello, de paso se la pasaba quejándose por ser tan pésimo y no le estaba dando un maldito respiro.

—Si sigues así, me verás obligado a tomar decisiones, Hazel —escuchó que decía su padre en medio de su retahíla de este quejándose de sus responsabilidades y de lo pésimo que siempre le iba en todo y Hazel le dio una mirada.

—¿Me estás amenazando? —le preguntó Hazel poniéndose de pie y encarándolo. Su padre era alto, pero Hazel también lo era, así que su imponente figura no le daba miedo. Hace unos años sí que lo había temido, pero ya no—. Porque eso suena como una amenaza, padre.

Su padre lo miró con su ceño fruncido.

—Tómalo como te dé la gana —espetó hacia él con desdén—. Solo quiero tu mente enfocada en la universidad y en el trabajo, eso de andar saliendo con esa chica de la panadería debería acabarse pronto —le advirtió y Hazel vio rojo ante la mención de Daisy.

—No voy a terminar con Daisy —le devolvió dando un paso hacia él—. Si crees que vas a utilizar un numerito en mi para que termine con Daisy, estás equivocado —le advirtió Hazel. Podía dejarse doblegar con otras cosas, pero que no metiera a Daisy en esto. Daisy iba a ser intocable para su progenitor y era mejor que ni lo intentara o Hazel respondería de una mala forma.

Su padre soltó una carcajada y paseó la mirada por él.

—Si crees que tu relación con ella va a durar, mejor piénsalo otra vez —lanzó su padre con una sonrisa burlona—. Es algo típico de jóvenes, creen que va a durar por mucho tiempo sin saber lo que la vida les tiene preparado. Hazte un favor y empieza a pensar en tu futuro —continuó su progenitor y Hazel vio como este se movía hacia el escritorio—. Esa muchachita es solo la hija de un panadero, ni siquiera estudia en la universidad y no tiene nada que aportar para tu vida —comentó y lo vio revisar unos documentos en su escritorio. Hazel se acercó para ver una foto de una joven que había visto en el pueblo. ¿acaso su padre planeaba comprometerlo?

—¿Qué estás tramando? —preguntó Hazel asustado. ¿Acaso era esto lo que le había pasado a Kai cuando su padre lo obligó a comprometerse con Noelle? ¿Había usado sus debilidades en contra suya para alejarlo de Micaela? ¿Acaso su padre planeaba hacer lo mismo con él?

Las manos de Hazel se convirtieron en puños.

—No te metas con Daisy, padre —volvió a advertirle Hazel mirando a su padre furioso.

—Al menos su hermana es doctora y sirve para la sociedad, pero, ¿qué te suma esa chica a tu vida, Hazel? —preguntó su progenitor dándole una mirada y dio unos golpecitos al documento en el escritorio—. Esta chica es hija de un buen comerciante del pueblo y te vendría bien salir con ella, ¿sabes?

Hazel se pasó la mano por el rostro y trató de calmarse, pero se sentía furioso. No podía creer que su padre estaba tratando de que dejara a Daisy por el simple hecho de que la misma no estaba estudiando en la universidad o no tenía una carrera hecha. Tampoco podía creer que planeaba comprometerlo con alguien a quien no conocía.

—Dijiste que nunca te involucrarías en mi vida amorosa —le recordó Hazel cuando en el pasado tuvieron una conversación sobre Kai y su padre estuvo quejándose de las decisiones del ex alcalde Summers ante el compromiso que le impuso a su hijo—. Dijiste que no serias como el señor Summers.

Los hombros de su padre se alzaron.

—Si, en su tiempo critiqué a Gabriel, pero ahora entiendo por qué lo hizo —murmuró su padre mirándolo—. Como padre, siempre queremos lo mejor para nuestros hijos y eso es lo que quiero para ti —su padre miró hacia el documento en el escritorio que mostraba las informaciones de la chica—. Locke es homosexual y no puedo hacer nada para cambiarlo, por lo cual es un caso perdido —expresó haciendo una mueca—. Rowan nunca está en Seasons y aunque anda por estos lados, al menos anda con alguien que tiene una carrera decente, pero tú —su padre le dio una mirada—. Andas con alguien que es pobre y que no tiene futuro como esa chica.

La boca de Hazel cayó abierta.

—¿En serio estás criticando la situación económica de mi novia? —le preguntó Hazel sorprendido porque sabía que sus padres hacían donaciones a fundaciones para ayudar a la gente y se supone que este no debería estar criticando a la gente de clase trabajadora. Vio como las mejillas de su padre se sonrojaban, dando a entender que su comentario estuvo muy mal—. Puedo tolerar que me insultes y que me llames bueno para nada, pero a Daisy la omites de tu boca, ¿Okay? —le advirtió Hazel—. Su deseo es ser pastelera para hacer crecer el negocio de su familia y tiene muy buena mano para ello. El que no estudie en la universidad es porque está dedicada al 100% a la panadería, aprendiendo técnicas nuevas en cursos en línea y trabajando a tiempo completo en la misma —Hazel golpeó la mano en el escritorio con fuerza—. Antes de lanzar una opinión sobre alguien, infórmate —exclamó y con la misma mano empujó lejos los papeles del perfil de la chica con la que su padre podría comprometerlo—. ¡Y quita esa mierda de mi cara! ¡No voy a terminar con Daisy y tampoco me voy a meter con otra chica que no sea ella! —terminó diciendo para luego ir hacia los muebles, tomar su laptop y sus cosas para marcharse de allí.

Su padre vio sus intenciones.

—No he terminado contigo —exigió su padre, pero Hazel si había terminado con él. No tenía ni energías para seguir trabajando ese día, su padre lo había sacado de sus casillas con sus comentarios y sus insultos.

—¡Pero yo sí! —le gritó Hazel sin mirarlo entrando su libreta y su laptop en su mochila para irse de allí. No quería seguir escuchándolo, más tarde podría insultarlo nuevamente como siempre lo hacía, pero aquel día ya Hazel estaba a su límite y su ira estaba creciendo bastante—. Estoy cansado de esto —dijo sin medirse, pero la verdad era que así se sentía y miró hacia su padre—. Estoy cansado de ti y de que vivas metiéndote en mi vida como si yo fuera un maldito mocoso de diez años —continuó gritando y estuvo seguro que sus gritos podrían escucharse fuera de la oficina, pero esa mierda no le importaba. Como había dicho estaba cansado, estaba hastiado de esta situación y ya no podía seguir callado—. No quiero trabajar para ti, odio los negocios y no quiero seguir con esto más —le lanzó y vio como las manos de su padre se tornaron en puños, pero, aunque este podría golpearlo por ello por su irrespeto, Hazel no se detuvo—. Todos los días tengo que estar entre la universidad y este lugar. Los fines de semana quieres que me la pase leyendo informes o estudiando y apenas tengo tiempo para ver a mis amigos o a mi novia —espetó y maldijo en voz alta—. ¡Estoy cansado! —exclamó hastiado de todo—. ¡Y necesito un maldito respiro!

Su padre soltó una carcajada y movió la cabeza.

—Tu no necesitas un maldito respiro, necesitas enfocarte en lo que está delante de ti y en aprovechar las oportunidades que se te ofrezcan, me lo agradecerás en un futuro —largó de mala manera su progenitor—. Tú no eres igual a tus amigos, al menos estos hacen las cosas bien, pero eres bastante pésimo tanto en sus estudios como en el trabajo —le insultó y Hazel se sintió tan mal al escucharlo. Se supone que los padres debían de animar a sus hijos a dar lo mejor y cuando no sucediera de esa forma, animarlos a no rendirse y a aceptar los errores cometidos, pero su padre nunca fue así.

Hazel suspiró desganado y le dio una mirada a su padre.

—¿Te lo agradeceré en un futuro? —le preguntó Hazel y soltó una carcajada—. Tu futuro querrás decir, ¿no? Porque nada de esto es lo que quiero y lo sabes —le devolvió y movió la cabeza—. Lo odio y es increíble cómo me obligas a ello solo porque soy el único que queda —le espetó mirándolo—. ¿Por qué me obligas a hacer algo que no quiero? ¿Por qué no obligaste a Locke en su momento? ¿O a Rowan que tiene madera para ser mejor negociante que yo? —soltó las preguntas que había estado reteniendo todo este tiempo ya que Hazel no entendía por qué los otros no y él sí, nunca estuvo bien y ahora estaba exigiendo respuestas, pero su padre se mantuvo en silencio y Hazel se sintió más cansado todavía de esta situación—. ¿Por qué tengo que ser yo? —pregunto acercándose a su padre—. Sé que solo soy tu hijo menor, pero también soy alguien que merece ser respetado, que sus decisiones y gustos deben ser respetados, así como lo hiciste con los demás, pero no, te la pasas jodiéndome la maldita vida y empujándome cada día más a la desesperación —le grito y vio como los ojos de su padre brillaban peligrosamente.

Era posible que entre ellos se armara una fea pelea aquel día, Hazel estaba al borde y su padre no tenía mucha paciencia, pero la verdad es que el mismísimo Hazel estaba cansado de esta situación. Solo quería tener un maldito respiro y vivir su juventud como era debido, podía estudiar y dar lo mejor en sus estudios, pero vivir agobiado como estaba últimamente mientras sus hermanos mayores viven la vida pacíficamente era ya demasiado.

—¿Te fascina verme de esa forma? Y lo pregunto ya que parece que lo disfrutas —le lanzó Hazel ante su largo silencio—. Esa obsesión tuya de que sea tu sombra y de tener un maldito heredero te tiene ciego, que no te estás dando cuenta de que me estas lastimando y que estás haciendo que me odie cada día más —dijo esperando alguna reacción de su padre, pero este seguía viéndolo en silencio con una expresión enfadada, quizás porque Hazel estaba diciéndole todo esto o porque estaba hablando muy alto y era posible que lo que estuviera gritando se escuchara fuera de la oficina—. ¿Acaso no te importo? —le pregunto, pero tampoco tuvo respuesta de su padre, aunque pensándolo bien, si la obtuvo. No le importaba y Hazel trató de no sentirse triste, pero no pudo evitarlo.

Hazel soltó otro suspiro. Para su padre, Locke y Rowan parecían ser sus únicos hijos y cualquiera pensaría que quizás solo era adoptado por el mal trato de este, pero por desgracia, Hazel era una mezcla de ambos y era imposible que no fuera su hijo. Tal vez no había sido planeado y era por eso que actuaba de esa forma con él.

—Ni se para que lo pregunto —comentó bajando la mirada—. Se nota que a ti solo te importa tu empresa nada más, no parece que te importe tu familia, ni tu esposa ni tus hijos, solo tu dinero y lo que la gente diga de ti, ¿verdad? —le lanzó y las manos de su padre se apretaron y Hazel para molestar decidió sacar cierto comentario de su ser—. Eres peor que el mismísimo señor Summers de aquel entonces —le insultó, porque todos sabían allí que el señor Summers, el ex alcalde y padre de Kai y Maaya, había sido un hombre que no le importó hacerles daño a sus hijos con tal de conseguir una buena alianza con un gran empresario, sin embargo, el que Kai se revelara ante este y que todos descubrieran la clase de persona que se ocultaba debajo de la sonrisa amable del señor Summers, fue lo que hizo que el mismo cambiará. Había decidido abdicar de su cargo como alcalde y había cambiado para mejor. Esto les había enseñado a los padres de muchos que debían dejar a sus hijos tomar sus propias decisiones, claro, no a todos, su padre no había sido tan intenso antes, pero después de lo que paso, estaba peor que nunca y la verdad es que no entendía.

Parecía que ya su padre se cansó de escucharlo, porque dio un paso amenazante hacia él y Hazel se preparó.

—¡Cuida tu boca jovencito! —exclamó su padre hacia él.

—¡No te mereces que te respete cuando me has estado faltando el respeto todo este tiempo! —le gritó Hazel para atrás mientras daba un paso hacia él también, haciendo que ambos se enfrentarán frente a frente—. No voy a seguir tomando órdenes tuyas, por mi te puedes ir a la mierda —espetó y el puñetazo vino después de ello.

El puño de su padre se estrelló a un lado de su cara tan fuerte que Hazel se mareó y tropezó con sus pies, casi cayendo si no fuera porque rápidamente sintió como un brazo lo agarraba con fuerza para evitar que cayera al suelo. Su padre había golpeado su mejilla izquierda y dolía como el infierno. Sentía el sabor de la sangre en su boca y la cabeza dándole vueltas.

Hazel trató de enfocar su vista, pero el mareo estaba haciendo mella en él. Sin embargo, sintió como su padre lo movía y luego lo sentaba en uno de los sofás. La gran mano de su padre le acunó la mejilla afectada y Hazel siseo de dolor. Estaba lastimado tanto por fuera como por dentro y maldijo en su mente.

—Hazel, yo... —lo escuchó hablar y Hazel abrió los ojos para enfocarlos en su padre ante él, quien tenía una mirada preocupada y parecía que el haberlo golpeado le había afectado.

Hazel empujó su mano y se puso de pie. Aún se sentía mareado, pero no quería estar más tiempo en este lugar. Era increíble que su padre le golpeara por haberle dicho la verdad. Si, quizás le faltó un poco al respeto al hacerlo, pero no había dicho ni una sola mentira. Lo que más le molestaba era que se viera ahora como si el golpearlo le rompió el corazón. Quizás era la primera vez que le ponía la mano encima, pero con sus palabras ya lo había golpeado varias veces.

—Hazel, escucha —su padre trató de detenerlo mientras Hazel recogía sus cosas para largarse de allí, pero Hazel no lo escucho.

Sin embargo, antes de irse, le dio una mirada, su padre no se había movido de donde lo había dejado antes y se veía arrepentido por haberlo golpeado. Hazel abrió la boca para decirle sus últimas palabras, pero la cerró porque diga lo que diga, su padre no iba a cambiar de opinión nunca. Así de terco era.

Abrió la puerta y se marchó de allí. Mientras trataba de salir de la empresa, para él no pasó por desapercibido las miradas de los empleados con los que se encontraba. No se sintió avergonzado, más bien alzó la cabeza y salió con esta en alto del edificio. Lo que había dicho antes era la mera verdad y esperaba que esto empezara a hacer algo en la testaruda cabeza de su padre. Estaba cansado de esta situación, de ser su títere y tener que vivir bajo sus expectativas, y la verdad es que ya no podía más.

Se subió a su vehículo y lo encendió. Cuando estuvo dentro de la seguridad de este, su cuerpo comenzó a temblar y se dejó ir. Empezó a llorar por todo lo que estaba pasando en su vida. Nunca se había sentido tan cansado, tan acabado y como tan harto de vivir. No entendía porque estas cosas le pasaban a él quien solo quería ser libre, quien quería hacer lo que le gustaba y que lo dejaran ser.

Hazel enterró la cabeza en el volante mientras lloraba de frustración y de dolor. Odiaba esta situación y no importaba lo mucho que se quejara, su familia se hacia la idiota. Su madre solo le decía que aguantara, que su padre solo quería un buen futuro para él mientras que sus hermanos ignoraban esta situación, Locke vivía su vida como profesor y escritor y Rowan como fotógrafo y nómada. ambos vivían la vida que siempre habían querido mientras que Hazel tiene que ser el único desgraciado que tenía que dejar que su padre decidiera la suya.

Su teléfono comenzó a sonar en ese momento y Hazel se percató que era su padre quien lo llamaba. Ha, como que si Hazel iba a verle la cara otra vez. Tomó el teléfono y lo apagó para evitar recibir más llamadas de este. Si su padre se decidía en sacarlo de su vida esto sería una felicidad para él, quien no tenía que seguir matándose por algo que ni quería. Podía sobrevivir a ello, podría dedicarse por completo a lo que amaba si se daba el caso, pero conociendo su mala suerte, sabía que no sería libre del todo.

Antes de que su padre decidiera aparecer en el estacionamiento, Hazel decidió irse de allí. No iba a regresar a casa porque sería el primer lugar en el que su padre lo buscaba, así que se dirigió hacia su lugar secreto en el que solo su madre y Daisy sabían de este. Esperaba que cuando su padre preguntara a su madre donde podría estar, esta no se pusiera de su lado esta vez y no le dijera dónde estaba. Quería estar solo.

Llegó al complejo de apartamentos y estacionó su vehículo en su plaza. Desganado subió hasta el último piso donde está su apartamento y abrió el lugar. La última vez que estuvo allí fue cuando trajo a Daisy, después de ello no había vuelto, así que estaba como lo había dejado.

Hazel cerró la puerta y entró de lleno en su plaza. Tener a Daisy en su lugar secreto había sido mágico y se había sentido tan bien. Recordaba cómo habían dormido en los brazos del otro y lo bien que habían encajado. Hazel no la había vuelto a traer porque se le había hecho complicado, pero esperaba pronto que pudieran estar allí solos sin que nadie los molestara.

Recordar a su novia hizo que se moviera hasta su estudio y entrara en este. El olor a pintura la acarició la nariz y Hazel inhaló el mismo que consideraba como una esencia, un aroma delicioso.

Había pasado tiempo desde la última vez que pintó o dibujó algo, pero recientemente había vuelto a tratar de poner a prueba sus técnicas porque había estado frustrado. Había tenido una pelea estúpida con Daisy y había sido su culpa. Se negaba a decirle que pasaba en su vida y la pobre tenía que estar adivinando que le molestaba y que no. Estaba mal y se avergonzaba por cómo había actuado, pero al menos ya no se iba a poner celoso porque sabía que Rowan estaba saliendo con Violet, la hermana de Daisy, y que solo eran amigos. Sin embargo, durante los días que estuvieron peleados, cada vez que podía estar libre se la pasaba allí pensando en Daisy, pensó tanto en ella que hasta la había dibujado.

Hazel se acercó al armario de la habitación y sacó el lienzo en el que estaba dibujando a Daisy. El día que Daisy desapareció había estado dando los últimos toques a esta, la había estado preparando como una disculpa para arreglar su relación, pero aun no la había podido terminar. Ese día que la trajo aquí, para que no la viera porque aún no estaba lista, Hazel aprovechó cuando se estaba duchando para esconderla, sin embargo, para su perspicaz novia no había pasado desapercibido que había estado pintando antes.

Una sonrisa apareció en los labios de Hazel al ver la pintura del rostro de su novia. No era tan bueno dibujando, era más hábil haciendo arte digital que otra cosa, pero si podía hacer algo con lo que tenía a mano. Volvió a esconder la pintura en el armario, pues ahora mismo era lo más preciado suyo.

Hazel se quedó de pie mirando sus sueños y cómo poco a poco estaban echándose a perder. Esta rabieta suya sabía que no iba para ninguna parte, su padre no iba a dejarlo en paz y nadie iba a apoyar sus decisiones. Daisy y sus amigos lo apoyaban porque sabían lo que estaba sufriendo, pero su familia no. Al hacerlo, significaba que o Locke o Rowan tendrían que sacrificarse y sabía que no iba a pasar, sus hermanos no se iban a sacrificar para ser el heredero de la empresa familiar.

Sintiendo una ola de ira crecer en él y lo hizo ver rojo que Hazel le dio una patada al caballete, estrellándose este contra la pared frente a la ventana. Sin embargo, su arrebato de furia no quedó allí. Lo deshizo con las manos, lastimándose y logrando que las astillas de la madera rota se clavaran en sus manos. Esto no lo detuvo, más bien, le hizo continuar. Tomó los lienzos en blanco que había recién comprado y fue dañándolos uno por uno hasta quedar deshechos, luego tomó los botes de pintura acrílica del estante y los lanzó contra la pared, haciendo que estos se rompieran y que la estancia comenzará a ensuciarse de pintura.

Romper cosas le hizo sentir bien, pero aún no se sentía satisfecho. Se sentía tan furioso porque las cosas no estaban saliendo como quería, por tener que vivir esta vida impuesta por otra persona y tener que rendirse ante sus sueños. Debería tomar las riendas de su vida y lanzarse él mismo dejando todo atrás, pero una parte de él no quería dejar a Seasons y a sus amigos, ni a Daisy quien se había convertido en alguien importante para él. Ella podía pensar en dejarlo algún día, pues anteriormente no había pensado en él cuando surgió lo del viaje, no obstante, Hazel no podría hacerlo.

Hazel se apoyó en la pared manchada de pintura y alzó las rodillas para enterrar el rostro allí. Su vida era un asco, su padre era un imbécil, su madre se hacía la vista larga con este problema, a sus hermanos no le importaba una mierda y sus amigos estaban cada quien en lo suyo. Alzó la cabeza y miró hacia el armario donde había dejado el cuadro antes. Si Daisy volviera a tener la oportunidad de irse una vez más, sabía que no lo pensaría dos veces. No era que dudara de ella, es solo que este era el futuro que ella se merecía y si se daba la oportunidad otra vez, Hazel la animaría a aceptarla sin pensar en él.

Soltó un suspiro y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre la sucia pared.

Por lo que veía tenía que aceptar sus desgracias, había gente que la tenía peor que él y sobrevivía de esa forma. Quizás debería olvidarse de sus sueños y pisar tierra. Tal vez ser artista no era lo de él y ser negociante si lo era, aunque se le diera tan mal. Sin embargo, parece ser que estar negado a ello era lo que lo hacía ser tan malo, porque él mismo era quien no se daba la oportunidad.

Se rió de sí mismo y de un momento a otro sintió otra ola de rabia, pero esta vez lanzó su puño derecho hacia un lado, logrando que este impactara con el escritorio. Lanzó un aullido de dolor y maldijo en voz alta mientras se agarraba la mano, sin embargo, soltó otra carcajada y otra más hasta que estaba riéndose como un idiota en su estudio.

¿Cómo podía pensar en eso? ¡Era como si estuviera poniéndose del lado de su padre y dándole el maldito gusto! ¡Ni una mierda! No le iba a dar el gusto a su padre de hacerlo cambiar de parecer.

En ese momento escuchó como una puerta se abría y Hazel se quedó petrificado en el suelo. La misma puerta se cerró. Podía pensar que era el inquilino del lado, pero se había escuchado muy cerca en su pequeño apartamento y podía decir que era en este. Escucho el tintineo de unas llaves y algo plástico.

¿Acaso su madre había venido a buscarlo?

Hazel suspiró cansado y se quedó allí en el mismo lugar. La puerta estaba abierta y podía ver quién se acercará a esta habitación. Sin embargo, no fue la figura de su madre la que apareció por esta, si no la de su novia.

Sintió alivio, pero luego sintió vergüenza al ver la expresión de sorpresa de Daisy. Sin embargo, unos segundos después su novia cambió su expresión para verla aliviada de verlo. La vio acercarse, pero la misma no le habló ni se quejó sobre el desastre de su estudio, lo único que hizo fue sentarse en el suelo frente a él, sin importarle que este estuviera sucio de pintura acrílica.

Hazel hizo una mueca y luego miró hacia la mano de Daisy. Trajo consigo una bolsa de una farmacia. Seguramente Rowan se enteró de la pelea y fue el primero en avisarle a Daisy para que lo buscara, siendo su novia era obvio que sabía dónde podría estar.

—Hace un poco de calor, ¿no? —escuchó que Daisy preguntaba y Hazel se encogió de hombros. No sentía calor, pero si se sentía sudado, quizás por la rabieta que hizo antes.

Vio como Daisy se ponía de pie y Hazel hizo una mueca al ver su vaquero manchado de pintura. Se veía nuevo el mismo y lo había arruinado al sentarse en el suelo junto a él. Daisy se acercó al control del aire de la habitación para encenderlo en una temperatura agradable.

—Mucho mejor, ¿verdad? —le dijo poco después. Hazel asintió ligeramente. El frío del aire acondicionado le estaba enfriando la cabeza y el dolor del golpe de la mejilla y del reciente en la mano estaban volviendo a él.

Daisy sonrió y se acercó lentamente hasta colocarse a su lado. La vio llevar una mano hacia la suya que estaba lastimada, sin embargo, no la tomó y le dio una mirada.

—¿Puedo? —preguntó cómo pidiendo permiso, a lo que Hazel sonrió divertido y extendió la mano lastimada hacia ella. Daisy sonrió y la tomó en las suyas. Hazel noto sus nudillos magullados y algo ensangrentados. Sentía la mano un poco entumecida. Daisy tocó sus heridas y Hazel aulló de dolor.

—¡Augh! —exclamó Hazel y Daisy se rio.

—¿Los sientes rotos? —le preguntó su novia mirándolo a los ojos y Hazel negó con la cabeza.

—Solo los siento magullados —habló Hazel y hablar hizo que le doliera la mejilla. Aún sentía el sabor a sangre en la boca y era desagradable.

—Tus nudillos están muy hinchados —comentó Daisy y luego extendió una mano hacia la bolsa de la farmacia. La vio sacar varios productos para curar. Esta tomó el envase de alcohol y Hazel siseo de dolor cuando ella usó el spray de este sobre las heridas de su mano. Esa mierda picaba y le dio una mirada a esta, pero Daisy solo sonrió—. Como pretendes tocarme de esa manera cuando tu mano está así de hinchada, tus dedos así no van a caber en mí, ¿sabes?

Hazel se ruborizó ante su comentario y no pudo evitar soltar una carcajada. Y luego decían que él era pervertido, pero Daisy no se quedaba atrás. Le sonrió ligeramente y alzó su otra mano para tocar su mejilla con dulzura. Era lindo que hubiera venido a rescatarlo y a asistirlo. Quizás la llamó con el pensamiento de tanto pensar en ella.

Dejó que Daisy curara su mano, vio que ella limpió la herida y luego colocó una especie de crema sobre sus nudillos. Al menos esta pomada no picaba y se sintió aliviado. Daisy dejó los envases a un lado y extendió la mano hacia la cara de Hazel.

—Deja ver la carita —pidió tomando su barbilla y ladeando la cabeza de Hazel para ver mejor el moretón en su mejilla izquierda.

—Solo es un moretón en la mejilla —replicó Hazel—. Parece que me lastimé dentro en la boca y esta me sabe a sangre —le explico a pesar del dolor que sentía cada vez que hablaba.

Daisy asintió y volvió a tomar la pomada de antes. La esparció en su mejilla y luego sonrió cuando terminó.

—¿Mejor?

—Aun me duele la cara y la cabeza —admitió Hazel sintiendo el dolor detrás de sus sienes. De paso se sentía cansado y tenía hambre.

—Tendrás que tomar un analgésico —agregó Daisy mientras devolvía el alcohol y la pomada a la bolsa de farmacia.

Hazel la miro revisar la bolsa, parecía estar leyendo las etiquetas de los frascos que había traído. Eran demasiadas cosas, ¿acaso cuando Rowan la llamó le había dicho que Hazel estaba lastimado y que necesitaba medicina? Era probable que haya sido eso. La mirada de Hazel fue hacia su rostro. Dada la hora que podía ser, Daisy debería estar trabajando en la panadería ese día, pero estaba allí con él. si estaba tan ocupada, por qué había venido.

—¿Por qué? —preguntó Hazel hacia ella y Daisy alzó la mirada mirándolo con confusión—. ¿Por qué viniste? —le preguntó y vio cómo su novia ponía los ojos en blanco.

—Porque soy tu novia y me preocupo por ti, Hazel —le respondió esta con una sonrisa para luego extender una mano hacia él, tomando aquella que no estaba lastimada entre la suya—. Eres alguien muy importante para mí, alguien muy preciado —terminó diciendo y Hazel sintió su corazón latir fuertemente dentro de su pecho.

—Tú también lo eres —le devolvió Hazel apretando su mano con fuerza—. Sin embargo, ibas a dejarme, ¿no? —le lanzó refiriéndose al viaje que estuvo a punto de suceder. Si el padre de Daisy hubiera aceptado, su chica en vez de estar planeando una cita para el día de su cumpleaños, estaría planeando su viaje lejos de Seasons.

Vio como las mejillas de Daisy se ruborizaban de la vergüenza.

—Lo sé, sé que estuvo muy mal de mi parte —admitió su novia sin dejar de mirarlo a los ojos—. Creía que me habías perdonado, pero viendo como me lo tiras en cara, noto que solo fue un perdón vacío —quiso bromear Daisy, pero Hazel que sentía los ánimos en el suelo, la broma no le llegó.

—¿Me vas a atacar también? —le preguntó y Daisy le dio una mirada.

—No, solo resalto un hecho, creía que no íbamos a hablar de eso más, pero lo has traído a colación otra vez —comentó la chica siendo sincera.

No había sido su intención, pero eso le había dolido, solo que no lo había dicho. Daisy pensó que habían terminado y estaba a punto de irse de Seasons así sin más, pensar en ella dejándolo así tan pronto le sorprendió y no dejaba de pensar qué hubiera pasado si su padre hubiera dado el sí ante su viaje.

—Lo siento —se disculpó Hazel ante su comentario mientras se encogía de hombros—. Yo no soy perfecto, Daisy —comentó bajando la mirada. Muchos creían que por ser un chico rico y que parecía tenerlo todo, era algo así como perfecto. Antes de Daisy entrar en su vida, las chicas que estuvieron con él solo se le acercaron por lo que tenía y por el aura de perfección que mostró sin darse cuenta, pero la verdad es que era un asco y estaba lejos de ser perfecto.

—¿Quién dijo que lo eras? —escuchó que Daisy decía y Hazel plantó sus ojos en ella para ver a Daisy acercarse más, colocándose de rodillas antes y quedando cara a cara. La mano de antes acunó la mejilla que no estaba herida y la acarició con suavidad—. ¿Quién dijo que necesito un chico perfecto en mi vida? —preguntó y Hazel sintió sus ojos arderles. Antes se había esforzado tanto, pero ahora estaba cansado de ello, ahora solo quería ser él mismo y que lo amaran, así como era y podía ver que a Daisy le gustaba de esa manera.

—Daisy...

Su novia se inclinó y colocó sus labios sobre los suyos en un suave beso, para luego apoyar la frente sobre la suya. Sus brillantes ojos mieles nunca dejaron de mirar a los empañados suyos.

—Solo necesito a alguien que esté a mi lado y que me quiera como soy y por lo que soy —comentó su amada haciendo que el corazón de latiera frenéticamente en su pecho—. Y adivina... —susurró para luego buscar sus labios una vez más. Hazel sintió la presión suave de estos y sonrió feliz al ser besado otra vez por su novia. Daisy se apartó y le sonrió ampliamente—. Ese hombre eres tú, Hazel —le dijo con un tono tan suave que Hazel se derritió.

A pesar de todo lo que acontece en su vida, debía de decir que algo bueno estaba pasando y era Daisy. El que Daisy llegará a su vida le alegró la misma. Al principio solo había querido conquistarla para que esta fuera un amor de verano, pero estaban a mediados de octubre y el verano hace tiempo que había pasado. Además de ello, quería que lo de ellos fuera muy serio, algo más profundo de lo que tenían. Se sentía en paz con Daisy y quería que esto fuera muy longevo.

Sus ojos volvieron a escocer, pero esta vez Hazel se dejó ir. Comenzó a llorar como un niño y Daisy se acercó para abrazarlo. Tenía tantas cosas dentro de su pecho que nunca había sacado con sus amigos, porque siempre se dijo que sus problemas no eran tan importantes ni tan difíciles como los de Kai o Cole, pero con Daisy quería expresarlas. Sentía que Daisy lo escucharía y que no minimizaría su situación solo porque la suya fuera más ligera que las de los demás.

Las manos de su novia acariciaron su espalda con suavidad, como si estuviera consolando a un niño, al niño que nunca fue escuchado y que aún sufría tanto. Hazel se aferró a su pequeño cuerpo con fuerza y lloró de la misma forma.

Estaba tan cansado de todo, de su familia y de las responsabilidades. Quisiera tomar su vehículo y partir hacia algún lugar donde no fuera encontrado por nadie, ni siquiera por Daisy, sin embargo, dejar a sus amigos y a Daisy en especial atrás no era uno de sus planes. Hazel lo único que quería era ser escuchado por sus padres, que sus decisiones y gustos sean respetados por estos y que lo dejaran en paz.

—¿Qué pasó Hazel? —quiso saber Daisy como cada vez que sucedía algo con Hazel y esta vez Hazel decidió que era tiempo de dejar de ocultarse. Quería que Daisy entendiera su situación, que lo escuchara y que le dijera que todo estaría bien. No obstante, aún tenía un nudo en la garganta y le era imposible hablar.

Daisy rompió el abrazo y tomó su rostro entre sus manos, obligándolo a mirarla a los ojos.

—¿Qué fue lo que te hicieron, amor mío? —preguntó Daisy con la voz más dulce.

Hazel cerró los ojos para luego inhalar aire fuertemente. Cuando los volvió a abrir, estaba decidido a sacar todo aquel peso de su cuerpo.

—Estoy cansado —respondió Hazel alzando una mano y colocándola sobre la de Daisy—. Ya no puedo más —murmuró mirándola y volviendo a llorar en silencio. Daisy sonrió tristemente y limpio las lágrimas de sus mejillas. La misma se quedó esperando, sin exigirle más información y Hazel continuó—. No voy a seguir escuchando a mi padre y no voy a seguir haciendo algo que odio —admitió en voz alta ante ella—. No quiero ser el heredero de mi familia, solo quiero hacer lo que me gusta y que me dejen en paz, pero... —Hazel cerró los ojos y pensó en sus hermanos y lo libres que eran estos a pesar de todo—. Por más que me queje, sé que no me dejará en paz porque soy el único de sus hijos al que pudo aprisionar y soy tan débil para revelarme que él hace lo que quiera conmigo —terminó diciendo Hazel abriendo los ojos y soltando una carcajada irónica.

Daisy hizo una mueca.

—No lo sabía —comentó su novia con una expresión triste—. Sé que tenía que ver con tu padre y tus hermanos, pero no sabía que era porque te estaban obligando a ello, Hazel.

Hazel soltó un suspiro y sonrió tontamente.

—Ahora entiendes mi problema con mis hermanos, ¿verdad? —le preguntó Hazel y esta asintió—. Los quiero un montón, pero hay una parte de mí que me da rabia y más al verlos disfrutando sus vidas como si nada mientras yo me sacrifico por todos —se quejó Hazel en voz alta—. Odio ver como Locke hace lo que quiera con su vida, como se dedica a lo que le gusta que es enseñar y a escribir historias —admitió mientras recordaba cuando su hermano sacó su primera historia después de ganar ese concurso escolar y como todos estaban encima de este. Hazel se sentía aún orgulloso de él, pues lo que escribía era literatura de calidad y le encantaban sus libros, pero admitía que lo odio porque toda la atención estuvo sobre Locke y a sus padres parecía que solo les importaba Locke—. Me da envidia que haga lo que quiera y soy sincero —dijo encogiéndose de hombros, pero ya estaba harto de ocultar sus sentimientos y lo que sentía en relación a sus hermanos—. Con Rowan es lo mismo. Rowan encontró su pasión por la fotografía y mis padres lo apoyaron. Esto despegó su carrera como fotógrafo y se fue ni bien encontró gente que compartía su misma pasión —murmuró y movió la cabeza—. Sin embargo, conmigo fue diferente, mi padre se dio cuenta de que no iba a tener a nadie que compartiera su misma pasión, cada uno tenía ya definido lo que le gustaba, así que me corto las alas cuando estaba recién despegando y me ha dejado estancado aquí en Seasons —dijo pensando en las veces que tuvo la oportunidad de crecer como artista, de hacer lo que le gustaba y de aprender cosas nuevas, pero su padre no lo había permitido y ahora quizás era muy tarde.

Daisy volvió a abrazarlo con fuerza y Hazel dejó que la misma lo acunara en sus brazos. Estar en estos se sentía tan fenomenal, se sentía protegido, como si Daisy estuviera protegiéndolo de todo el mal que había fuera de su círculo. Nunca pensó que le contaría estas cosas a alguien, los chicos sabían que tenía su problema son sus hermanos, pero no sabían a fondo qué era lo que pasaba por su mente. Tal vez debería ser sincero con estos por igual, al final, Daisy y ellos eran sus personas más importantes.

—Hazel —susurró Daisy acariciando su cabello.

—Eso no es justo, ¿verdad? —le preguntó Hazel buscando su mirada—. No es justo ni tampoco me lo merezco, ¿verdad?

Los ojos de Daisy se llenaron de lágrimas y esta negó con la cabeza mientras una lágrima se deslizaba por su regordeta mejilla.

—No, no lo es —susurró Daisy y busco sus labios para robar un beso suavemente—. Te mereces también ser apoyado y motivado, así como los demás —comentó su novia fijando sus ojos en él—. Todos nos merecemos eso, que nuestros padres nos apoyen y nos motiven a dar lo mejor de nosotros en los que nos gusta —Daisy soltó una carcajada—. Sé que a veces tomamos decisiones locas, que decidimos cosas que son tontas o que no nos llevará a un buen porvenir, pero... —los hombros de Daisy se alzaron—. ¿Acaso la vida no se trata de eso? De que, si fallamos tomando una decisión, aprender de ella y tomar un nuevo camino, pero seguir intentando hasta que consigamos lo que queremos lograr, ¿eh?

Hazel sonrió ampliamente y asintió.

Así era la vida, pero no todos los padres lo veían de esa manera. Entendía en parte que algunos no querían que sus hijos tomaran decisiones que los llevaría a un camino sin salida o que las mismas no ayudarán a su futuro, lo entendía, pero cortar las alas de tu hijo, y no motivarlo para que hiciera lo que se le daba mejor era cruel. A Hazel no se le daban los negocios y su padre lo forzaba a ello, sin entender que mientras más lo obligaba a hacer algo que él no quería, más terminaba odiándolo.

Daisy acarició las mejillas y Hazel hizo una mueca de dolor, pues la misma le había tocado la que estaba lastimada.

—¿Es la primera vez que te golpea? —preguntó Daisy dejando caer las manos y evaluando una vez más su mejilla lastimada.

—Sí, es la primera vez que lo hace —comentó Hazel con la verdad. Su padre nunca le había puesto una mano encima, era por eso que se había sorprendido tanto cuando lo había hecho y había parecido tan triste, porque a pesar de todo, su padre era un hombre respetable y nunca había levantado la mano a ninguno de ellos. No obstante, había otra forma de herir a alguien y no era a golpes, y a su padre si se le daba bien eso—. No obstante, sus palabras son igual de dolorosas que un golpe y con estas sí me ha atacado antes.

Daisy frunció los labios y volvió a abrazarlo.

—Lo siento mucho, Hazel —comentó Daisy apoyándose en su pecho cubierto por su camisa de trabajo sucia de pintura—. Alguien como tu tan vivaz, tan alegre, tan amable y dulce no se merece algo así, no, más bien, nadie se merece esto —arregló para luego levantar la mirada y mirarlo con aquellos grandes ojos mieles—. Todos nos merecemos lo mejor del mundo y que seamos escuchados siempre.

—La gente que nos ve cree que somos perfectos, pero todos tenemos demonios en nuestros armarios, ¿verdad? —le devolvió Hazel pensando en cómo cada uno de sus amigos y él tenía sus problemas, pero para muchos, por ser de familias fundadoras del pueblo y tener como quien dice todos los placeres de la vida pagos, vivían de forma placentera sin saber que detrás de una simple sonrisa, había grandes problemas que el mismísimo dinero no resolvía.

—Sí, cada uno tiene un esqueleto en el fondo del armario —comentó Daisy con una sonrisa.

Hazel asintió y luego sintió su corazón latir fuertemente en su pecho, dándose cuenta de algo que había estado ignorando antes. Estaba muy enamorado de Daisy y escucharla lo hacía sentir tan pleno, tan animado y amado. Quería ser mejor persona para ella, sin embargo, sabía que a esta no le importaba que no fuera perfecto o que fuera un desastre de persona, ella lo quería de esa manera y se sintió tan feliz por ello.

Sin embargo, temía por algo y era que Daisy lo dejara. Estuvieron a punto de terminar lo que tenían por malos entendidos y aunque su relación era nueva, Daisy se había vuelto una persona importante en su vida. Pensar en que un día podían terminar o que esta lo dejara, le hacía temblar y temer muchísimo.

La apretó entre sus brazos y enterró la nariz en su pelo, oliendo el aroma a miel en este. Había notado que Daisy a veces olía a miel, a cítricos o a cosas dulces. Antes le molestaba comer algo dulce más que la torta favorita de su madre, pero después de conocer a Daisy, ya no le molestaba, más bien, si era hecho por esta con gusto se lo comía. Desde que estaban juntos, eran muchas cosas las que Hazel había cambiado y que las miraba de otra manera. Daisy había cambiado mucho sus paradigmas.

—No me dejes, Daisy —susurró Hazel mientras la sostenía fuertemente entre sus brazos, sintiendo sus curvas y el calor de su cuerpo—. Si me dejas, yo... —Hazel se interrumpió a sí mismo porque no quería continuar. No sabía que pasaría si eso sucedía, pero sí que no estaría bien. Hazel había caído fuertemente por Daisy y rápidamente ella se había convertido en alguien muy importante para él, así que pensar en el final de ambos lo ponía de cualquier forma menos bien.

—No te voy a dejar, Hazel —escuchó que ella decía correspondiéndole el abrazo—. No te había dicho que planeo comenzar la universidad el próximo semestre, pero, esos son mis nuevos planes, Hazel —le confesó y Hazel rápidamente se apartó de ella para mirarle la cara.

—¿En serio? —preguntó Hazel sorprendido. El que Daisy comenzará la universidad era muy bueno de su parte, puesto que, ya que su padre se había negado al viaje, era bueno que por lo menos estudiará algo que le gustará para no quedarse sin nada.

Daisy asintió.

—Sí, ya que el viaje no va a ser posible, quería entonces estudiar algo que sea relacionado para ayudar en la panadería —explicó Daisy tocándose la mejilla con un dedo—. Estudiare todo lo que pueda por internet y también en la universidad —continuó su novia y Hazel se alegró muchísimo.

Era un poco egoísta pensar que Daisy al menos se quedaría en Seasons mientras estudiaba, sí, pero Hazel se alegraba de que por lo menos compartirán un poco más mientras ambos estuvieran en la universidad. Hazel admitía que siempre quiso estar con alguien seriamente para tener citas en el campus o que se encontraran en este como los demás, también para otras cosas, si, sin embargo, le alegraba que al menos Daisy pensaba de una forma positiva en base a su futuro y que ya que no podía de una forma, quizás podía de otra.

Tal vez debería hacer lo mismo.

—Gracias, Daisy —le agradeció Hazel por todo mientras la besaba suavemente en los labios.

El que ella hubiera venido a su rescate le había aligerado la carga, sacarlo de adentro se sintió bien y Hazel se siente más liberado ahora. Con su cabeza clara, quería trazar nuevos planes para su vida, así como Daisy había hecho. Ya que el viaje no iba a poder ser para ella, esta quería por lo menos estudiar algo que le ayudará a cumplir su sueño. No obstante, Hazel tenía que detenerse a pensar un poco más ya que la carrera que estudiaba de negocios no tenía nada relacionado con el arte en el que quería trabajar.

Sin embargo, Hazel no se rendiría.

Daisy en ese momento se separó de él y se puso de pie. Le extendió una mano para que la tomara.

—Vamos a limpiarte —sugirió ella y Hazel soltó una carcajada. No que estuviera sucio, pero si manchado de pintura, por lo menos se quitaba con agua y jabón, no obstante, su camisa inmaculada dudaba que sobreviviera al desastre hecho.

Se puso de pie con ayuda de Daisy y salieron del estudio. Hazel no iba a pensar por ahora en limpiarlo, verlo después y con la cabeza clara le ayudaría a trazar nuevas metas y pensar en lo que hizo. Fueron hacia la habitación principal y vio como Daisy iba hacia su armario a buscar ropa limpia. Hazel sonrió mientras la veía, parecía como si fuera su mujer.

Paseo la mirada por Daisy vestida con unos vaqueros y una camiseta gris que estaban sucios de pintura. Daisy aún no era su mujer, pues no habían intimado, pero ganas a Hazel no le faltaban. Su novia era sexy, le encantaban sus curvas y la última vez que estuvieron allí, Hazel tuvo que usar mucha fuerza para detenerse de hacer una locura como hacerle el amor dicho día, pero como había dicho antes, las ganas de tomarla nunca faltaban.

Sin pudor alguno, Hazel comenzó a desnudarse. Se quitó la camisa blanca que usaba para trabajar y la dejó en el piso. Llevó las manos hacia el cinturón de sus pantalones caqui y le dio una mirada a Daisy, quien en el instante que la miro, esta se volvió hacia el armario. Las cejas de Hazel se arquearon. ¿En serio estaba avergonzada? ¿Se le había olvidado lo que habían hecho unas semanas antes? Se habían besuqueado y tocado en la cama de dicha habitación, Hazel la había visto un poco desnuda, pero Daisy lo había visto completo.

Divertido se acercó a ella y se colocó a unos pasos mientras esta seguía hurgando en el armario en el cual no había tanta ropa. Hazel se quitó el cinturón de sus pantalones y luego el botón. Se bajó la cremallera y bajó sus pantalones junto a su ropa interior, quedando como Dios lo mandó al mundo.

Hazel pateó sus pantalones y dio el paso final hacia ella en el momento en que esta se giraba al fin. Vio como Daisy abría la boca sorprendida y Hazel se rio.

—¿Qué? —preguntó Hazel y se encogió de hombros—. Ya me habías visto desnudo, ¿recuerdas?

Daisy balbuceó para luego bajar la mirada hacia el miembro dormido de Hazel, el cual no permanecerá de esa forma por mucho tiempo si ella continuaba mirándolo. Después de comerlo con la mirada, Daisy lo miro a la cara. Hazel notó que sus mejillas estaban muy ruborizadas y se mordía los labios.

Hazel dio otro paso hacia ella y alzó las manos para acunar su rostro, alzándolo hacia él. Los ojos mieles de Daisy estaban abiertos ampliamente y brillaban hermosamente. Hazel sonrió y se inclinó hacia ella.

—Dúchate conmigo —le pidió Hazel sintiendo crecer su deseo. Su sexo estaba endureciéndose y tenía ganas de besarla ardientemente. Quería desnudarla por completo y hacerle el amor en cualquier lugar en su pequeño apartamento, pero terminando después acostados en la cama donde posiblemente la volviera a amar con más pasión.

Daisy le dio una mirada e hizo una mueca, como si estuviera pensando en los pro y contras de su sugerencia, sin embargo, después de unos segundos de estar pensando intensamente sobre su propuesta, Daisy asintió.

Hazel sonrió ligeramente y se apartó para mirarla mientras esta comenzaba a despojarse de su ropa. La miró atentamente, Daisy se quitó la camiseta que llevaba, dejándola caer al suelo y quedando en su sostén de color marrón. Hazel se relamió los labios viendo como sus turgentes pechos bailaban mientras está forcejeaba con el vaquero que llevaba. Se mordió los labios cuando se quitó el pantalón, dejándole ver la ropa interior que llevaba. Eran unas bragas negras y cómodas para su cuerpo y aunque para otros hombres no era sexy, para Hazel quien estaba loco por su novia, las encontró muy sensuales.

Su novia le dio una mirada mientras se abrazaba a sí misma, tratando de ocultar su cuerpo de él. Entendía que estaba avergonzada por sus kilitos de más, pero habían establecido que a Hazel no le importaba esto, que le encantaban sus rollitos y que incluso los encontraba sexy.

—Daisy —la llamó y su novia hizo una mueca, pero dejó sus brazos caer.

Hazel sonrió complacido y su sonrisa se ensanchó más al ver como Daisy se despojó de su ropa interior. La primera prenda que retiró de su cuerpo fue su sujetador y Hazel sintió su sexo palpitaba de placer al ver sus turgentes senos con sus puntas de un color rosa oscuro. Se le hizo agua la boca y el deseo de tomarlos en esta se intensificó, pero se aguantó las ganas.

Lo siguiente que Daisy hizo fue deslizar sus bragas hacia abajo y Hazel aguantó el aliento al ver su sexo depilado. La miró rápidamente a la cara para verla roja como un tomate. ¿Cuándo lo había hecho?

—No sigas mirando —expresó Daisy cubriéndose la cara con las manos y viéndose muy avergonzada.

El baño iba a quedarse para después. Hazel dio un paso hacia ella y la tomó entre sus brazos, levantándola y moviéndose con rapidez hacia la cama en donde la depositó suavemente en el colchón. Daisy trató de ocultarse nuevamente de él, pero Hazel la detuvo agarrándole las manos y extendiendo sus brazos.

—¿Por qué te ocultas? —le preguntó Hazel con las cejas arqueadas.

—Es vergonzoso —comentó su novia alejando la mirada de él y viéndose más avergonzada que antes—. ¿Apagarás la luz? —preguntó está y Hazel sonrió divertido.

—No, no veo bien si lo hago —le informó Hazel mientras comenzaba a cernirse sobre su cuerpo desnudo—. Tampoco lo haré porque quiero verte entera —Hazel alzó una mano y acunó sus mejillas—. No te sientas cohibida delante de mí, creo que ya te he dicho que te quiero tal y como eres, Daisy —susurró sobre sus labios antes de cubrirlos con los suyos.

Un gemido salió de Daisy mientras era besada por Hazel, pero rápidamente ella tomó el mando de aquel beso. Sus generosos labios se movieron sobre los suyos con suavidad y esta se aferró a su cuello mientras se besaban. Besarla era algo que le encantaba, pues Daisy siempre respondía muy bien a sus besos. Hazel se sentía en el cielo cada vez que compartían un beso y pensar en que aquel día podía suceder lo que habían estado esperando por mucho tiempo, lo ponía más cerca de este.

La abrazó sin dejar de besar sus labios sintiendo sus curvas apretadas a su cuerpo. Sus turgentes senos se aplastaban contra su pecho y sus piernas estaban abiertas dejando que Hazel se acoplara entre estas. Su sexo estaba muy hinchado y rozaba la parte baja de su vientre, deseando poder mover las caderas y frotarse con esta en su lugar más caliente.

Separó sus labios de los suyos y besó su frente, sus mejillas y su barbilla para luego desplazarse hacia su cuello en donde depositó algunos besos más fuertes, dejando marcas sobre su piel y disfrutando ver como su piel se enrojecía poco después. Miró a Daisy a los ojos, como sus ojos mieles brillaban y como sus mejillas estaban tan rojas.

—Eres hermosa, Daisy —susurró Hazel embelesado por esta.

Daisy lo miró con sorpresa y luego apartó la mirada, avergonzada. Hazel sonrió divertido, a Daisy le avergonzaba cuando Hazel la alababa. Parecía ser que sus antiguas conquistas nunca le habían hecho sentir de esa manera tan amada y bella. Debía demostrarle con más hechos que era hermosa y que no tenía que envidiarle nada a otras.

Le robó un beso rápido y luego se movió un poco hacia abajo. Abarcó sus dos grandes senos con sus manos, viendo sus endurecidas cimas y la boca haciéndosele agua por estos. Sus enormes pechos rebosaban en sus manos y eran tan cálidos. Hazel hizo algo que había estado deseando hacer desde hace mucho. Bajó la cabeza y enterró la misma entre los senos de Daisy. Esta soltó una risita cuando Hazel resopló sobre su piel.

—¡Oye! —se quejó Daisy mientras le agarraba la cabeza con la mano y tiraba de este hacia arriba.

Hazel la miró con una expresión divertida para luego inclinarse hacia su pecho derecho, el que tenía el lunar en la parte baja de este y cerró la boca sobre su endurecida cima. Un gemido de placer salió de los labios de Daisy y la misma apretó la mano en su cabello. Hazel entendió que le gustaba por lo cual comenzó a darle amor a su generoso seno. Chupó suavemente su pezón para luego sacar la lengua y delinearlo con esta mientras amasaba y jugaba con el pecho restante.

Daisy se movía bajo su cuerpo, excitada por su toque y ya que parecía disfrutarlo bastante, Hazel no se detuvo allí. Mordió con fuerza su pezón, sacándole un grito de placer y luego se pasó al otro en donde implementó el mismo tratamiento y mordiéndolo con fuerza cuando decidió que quería descubrir nuevos lugares de su amada.

Besar los rollitos de Daisy le sacó varias carcajadas y Hazel no apartó la mirada de esta mientras lo hacía. Ver a Daisy disfrutando de ello inflaba su orgullo. No sabía con qué clase de idiotas había estado su chica, pero iba a borrarlos de su piel para que esta siempre lo recordará solamente a él.

Dejó un rastro de besos mientras se deslizaba hacia su pelvis. Notó que había un lunar en su ombligo y no pudo resistir el deseo de lamerlo. Cuando bajó un poco más, Hazel soltó una carcajada al ver un lunar en su pubis un poco más arriba de la línea que separaba sus labios mayores. Hazel levantó la cabeza hacia ella mientras tocaba el lunar con su dedo.

—Tienes un divertido lunar aquí —señaló Hazel mirándola y Daisy se encogió de hombros.

—Te dije que tenía otros lunares en lugares divertidos —le dijo y Hazel recordó ese comentario que fue cuando estuvieron aquí la otra vez.

Una sonrisa maliciosa apareció en los labios de Hazel y bajó la cabeza para besar el mismo, haciendo que Daisy volviera a gemir.

—¿En qué otro lugar perverso tienes otro? —quiso saber Hazel excitándose y deseando descubrir a los demás para besarlos por igual.

Vio como Daisy también le sonreía maliciosamente

—Descúbrelo por ti mismo, Hazel —sugirió una traviesa Daisy.

Oh, sí, eso sí que era un reto y estaba decidido a encontrarlo. No obstante, Hazel iba a aplazar dicha tarea para después, había otra cosa que deseaba hacer ahora. Sin más preámbulos, decidió bajar hasta su sexo y Daisy le permitió que lo viera mejor abriendo más las piernas. Su sexo estaba húmedo y rosáceo. Su clítoris estaba hinchado y Hazel no dudó en saborearlo. El grito de placer que soltó Daisy al tomar su botón en sus labios fue como música para sus oídos y lo excitó de sobremanera.

Hazel agarró ambos muslos con sus manos y la abrió más para él comenzando a chupar con suavidad su botón, deleitándose con su delicioso sabor. Los gemidos de Daisy se hicieron más sonoros mientras Hazel succionaba con suavidad y luego con fuerza su clítoris hasta que decidió bajar un poco más. Pasó su lengua por toda su raja para luego lamer su empapada entrada, delineando después con esta todo su sexo.

Daisy iba a volverlo loco, su propio sexo estaba endurecido y palpitaba de placer. Quería hundirse en ella, ser abrazado por aquellos húmedos pliegues suyos y ver la gloria junto a esta. Así que decidió que era tiempo de pasar a otro plano. Movió la mano y adentró con suavidad un dedo en ella, logrando que Daisy volviera a gemir y que se moviera a gusto, como si estuviera pidiendo por más.

Lentamente, Hazel la acarició con este, alzando la cabeza para ver sus expresiones y disfrutando de las mismas mientras la penetraba con suavidad. Daisy estaba empapada y muy caliente en aquel lugar y no podía esperar para que lo mismo rodeara a su sexo. Agregó un segundo dedo para prepararla un poco mejor, pues no era pequeño y Daisy no parecía ser muy activa sexualmente, por lo cual iba a ser difícil si no la preparaba adecuadamente.

Cuando sus dedos estuvieron deslizándose fácilmente por su cavidad, Hazel retiró los dedos. Se alzó y observó a Daisy, quien se mordía los labios con fuerza y lo miraba con deseo. Hazel se tomó a sí mismo con la mano y se bombeó. Recordó que no estaba preparado para tener relaciones ya que ni siquiera tenía preservativos en aquel lugar y tampoco en su cartera. Decidió decirle.

—Me pones a mil—susurró Hazel mientras se masturbaba. Su pene estaba tan endurecido que dolía. Había pasado tiempo desde la última vez que estuvo con alguien por lo cual estaba muy excitado, más porque era Daisy y ella lo ponía deseoso—. No tenía planeado esto, por lo cual no tengo protección —dijo bajando la mirada. Por lo que veía, este momento tenía que pasar otro día y se lamentaba por ello, pero, aunque no sucediera, se complacía con estar con ella.

—Puedes hacerlo así —murmuró Daisy mirándolo a los ojos y Hazel parpadeó sorprendido. ¿Hacerlo así? ¿Hacerlo sin protección? Vio como Daisy sonreía y cómo extendía una mano hacia él para tirar de su cuerpo logrando que Hazel se cerniera sobre ella sin aplastarla—. Estoy segura, Hazel —comentó y buscó sus labios en un suave beso—. Puedo tomar la píldora de después y puedes venirte fuera —sugirió su novia.

Hazel sonrió complacido.

—¿Y si lo hago dentro? —bromeó Hazel y Daisy le dio una mala mirada—. Okay, lo haré fuera —dijo alzando las manos, solo había sido una broma. Aún eran muy jóvenes para arriesgarse de esa forma—. Lo haré, pero no prometo nada, amor mío —comentó solo para molestarla y Daisy sonrió.

Hazel aspiró aire y se movió para abrazar a Daisy, metiéndola en su calor. Buscó sus labios una vez más y mientras la besaba, sintió como Daisy le rodeaba la cintura con sus piernas. Estar abrazados de esa forma hizo que su sexo entrara en contacto con el de ella y cuando el pene de Hazel se acopló a su sexo, comenzó a friccionarse contra esta. Estaba tan empapada que resbalaba contra sus pliegues y al empezar a mover las caderas sin dejar de besarse era como si estuvieran teniendo sexo. Hazel estaba cerca y era difícil aguantarse.

Rompió el beso y la miró a los ojos. Ambos se quedaron viéndose en silencio y Hazel decidió que este era el momento. El que Daisy asintiera por igual le hizo entender que ella también estaba preparada. Hazel bajó una mano entre sus cuerpos y se tomó en su mano. Se mordió los labios y bajó la mirada para ver lo que hacía. Colocó su sexo en su entrada y empujó un poco. Rápidamente miró a la cara de Daisy para ver su expresión mientras se introducía en ella.

Daisy frunció el ceño y su expresión cambió a una dolorosa. Hazel se detuvo y esperó por ella. Estaba resbaladiza, pero estrecha. No quería empujar más y que la lastimara por ser tan brusco.

—Eres grande —comentó Daisy con sus ojos llorosos, pero sonrió. Hazel empujó más su sexo dentro del suyo y vio como Daisy se mordía los labios con fuerza, sin embargo, otra sonrisa aparecía en sus labios.

—Pero te gusta, ¿no? —le devolvió Hazel inclinándose y apoyando su frente sobre la de ella.

Daisy asintió y se relamió los labios.

—Me encanta —admitió Daisy y se apretó contra su cuerpo. Daisy movió las caderas en busca de más y Hazel la complació.

Con suavidad, Hazel empujó más su pene dentro de ella hasta que ambos jadearon de placer. Hazel estaba hasta la base dentro de su sexo y sentía sus pliegues apretándolo con fuerza. Estaba a punto de venirse, pero no quería que el momento acabara tan rápido para ambos. Así que comenzó a moverse lentamente, logrando encontrar un suave ritmo que no lo lanzara tan cerca del borde.

Daisy estaba muy empapada y caliente, no, más bien, ella estaba muy caliente. Su piel era tan cálida y Hazel se sentía maravillosamente bien al estar entre sus brazos. Escuchar sus suaves gemidos y como esta llamaba a su nombre le hicieron aumentar sus movimientos, pues como había dicho antes se sentía muy cerca y el calor de su sexo no ayudaba mucho.

Hazel quería tomarse su tiempo, disfrutar un poco más de ella y de todo lo que Daisy tenía que ofrecer esa tarde, pero no podía mantenerse cuerdo mientras balanceaba las caderas y esta respondía tan gustosamente a sus embestidas. Daisy iba a matarlo y el que lo incitara a hacerlo más rápido iba a hacer que se viniera más rápido de la cuenta.

—Vas a matarme —susurró Hazel sobre sus labios sin dejar de penetrarla, deslizando su miembro hinchado sobre sus apretados y húmedos pliegues con Daisy abrazándolo tanto con sus brazos como con sus piernas con tanta fuerza como si no quisiera dejarlo ir—. Se siente tan rico dentro de ti —continuó alabando y besándola con pasión—. Caliente —otro beso—. Húmeda —un beso más y Hazel ocultó su cara en el espacio entre su cuello y hombro mientras sus movimientos aumentaban.

Ya no podía más. Hazel lo sintió venir, pero antes de que hiciera una locura, rápidamente se separó de Daisy y agarró su miembro mientras llegaba al clímax. Hileras perladas de su simiente salieron disparadas entre ellos y terminaron sobre el vientre de Daisy. Hazel cerró los ojos mientras sentía todo su cuerpo temblar de placer. Su mano comenzó a bombear su sexo porque aún no se sentía del todo satisfecho y quería mas, pero se sentía sensible y sentía como si otra cosa fuera a salir, por lo cual se dejó de acariciar y se acostó sobre Daisy.

—Eso fue sexy —escuchó que Daisy decía abrazándolo una vez más y acariciando su cabeza con sus manos.

Hazel abrió los ojos y alzó la cabeza para mirarla con diversión en sus ojos.

—Eso estuvo cerca, ¿sabes?

—Debiste de hacerlo dentro —comento está mordiéndose los labios y Hazel la miró con sorpresa. ¿Dentro? Demonios, lo hubiera querido de esa manera, pero era muy riesgoso. No obstante, le gustaría que ambos culminaran al mismo tiempo. Sentir las paredes de Daisy aprisionando mientras ambos se venían debía de ser el mismo cielo.

—Eres pura tentación, Daisy —murmuró Hazel inclinándose para tomar sus hinchados labios entre los suyos.

—Y así caíste por mí —respondió Daisy correspondiendo su beso logrando que Hazel se dejara ir.

Daisy lo volvía loco. Estar con ella le había hecho olvidar todos sus problemas y se sentía aliviado por ello. Era como si fuera su lugar de paz, ese lugar especial en el que podía ser él mismo sin ser juzgado y a él le encantaba estar allí. Si fuera por él, se quedaría por siempre en aquel pequeño apartamento con Daisy amándolo, en su cómodo nidito de amor donde nadie podía molestarlos.

Hazel la apretó entre sus brazos y escuchó como Daisy se quejaba. Aligeró su agarre mientras se separaba de ella para mirarla con una mueca.

—Lo siento, yo... —se disculpó Hazel.

Daisy sonrió.

—Está bien —murmuró Daisy y luego agarró a Hazel por los hombros.

Hazel sonrió cuando esta lo empujó hacia un lado en la cama y su sonrisa se ensanchó más cuando esta se sentó sobre su pelvis. Aún no había vuelto a la fiesta, pero cuando Daisy se inclinó hacia él y comenzó a besarlo mientras acariciaba su pecho, Hazel se dijo que no pasaría mucho tiempo antes de que volviera a la misma.

Las manos de Daisy se movieron por su pecho y la vio contemplar los músculos, mirándolo como si fuera un monumento digno de admirar. Hazel colocó los brazos detrás de la cabeza y disfrutó ser comido por la mirada de su novia. Le gustaba provocar esa admiración en esta y se dijo que tenía que trabajar más para que Daisy continuará comiéndoselo con la mirada.

Daisy acarició sus pectorales y la misma tiró de sus tetillas con fuerza, sacándole un gemido de placer a Hazel, quien se sorprendió de que se encendiera por esa pequeña acción, pero claro, todo se debió a la persona correcta. Hazel no quitó la mirada de Daisy mientras esta lo acariciaba, tocando con sus dedos sus músculos como si estuviera empapándose de estos y luego vio como ella se movía hacia abajo.

Sintió la garganta seca mientras la veía moverse más hacia abajo. Daisy tomó su miembro semi erecto y la misma le dio una mirada antes de cerrar la boca sobre su cabeza. Hazel jadeó su nombre, pero esta lo mandó a callar y que disfrutara de ello. Y mierda, Hazel iba a disfrutar de esto.

Dejó la cabeza sobre la almohada mientras disfrutaba de las caricias de Daisy sobre su sexo que se irguió fácilmente cuando la misma comenzó luego a chuparlo. Su boca era cálida y aunque no era muy hábil en esto, su inocencia y torpeza lo pusieron a mil. Mientras lamía toda su longitud ni un momento dejó de acariciar su base ni su pesado saco. Hazel estaba otra vez cerca y era algo vergonzoso que estuviera viniéndose tan rápido, pero Daisy sabía cómo encenderlo y llevarlo al límite fácilmente.

Su novia se percató de ello, pues lamió su punta y luego se deslizó hacia arriba, dejando un rastro de besos sobre su piel hasta llegar a su boca. Daisy vaciló en besarlo, pues había estado dando una mamada, pero Hazel le tomó la cabeza y buscó sus labios sin problema.

Se besaron con la misma pasión de antes, como si aún no estuvieran saciados y Hazel sintió como Daisy tomaba su miembro en su mano mientras se acomodaba para sentarse sobre él. Casi vio estrellas detrás de sus ojos cuando su sexo se deslizo por el cálido y húmedo canal vaginal de su novia y como el mismo se hundió hasta su base haciendo que ambos jadear de placer.

Daisy lo iba a montar y la realidad superó mil veces a la imaginación, pues la misma se movió sobre sus caderas con lentitud al inicio, como si estuviera acostumbrándose para luego hacerlo un poco más rápido, haciendo que sus enormes senos se balanceaban entre ellos, senos que Hazel no dudo en tomar entre sus manos para tocarlos.

Era una hermosa imagen la de Daisy cabalgando en busca de su placer y otra imagen hermosa fue cuando esta se tocó para ayudarse a llegar. Hazel quería hacerlo, pero parece ser que Daisy quería que fuera a su ritmo, por lo cual, Hazel la dejó tranquila y disfruto de la vista.

No tardaron mucho en tocar el cielo, pero esta vez fue diferente, ya que no fue Hazel el primero en llegar, sino Daisy. Sintió como las paredes de Daisy lo aprisionaron y como llegaba al orgasmo logrando así que Hazel la siguiera al instante. Hazel se sintió un poco mareado mientras llegaba fuertemente dentro de su rico y húmedo calor y cuando Daisy cayó sobre su pecho sudado, Hazel la apretó fuertemente entre sus brazos.

—Te amo, Daisy —le confesó Hazel lo que sentía fuerte y claro y sintió como Daisy se estremecía entre sus brazos al escucharlo.

Hazel no iba a mentir y era la verdad, la amaba como nunca pensó que lo haría. Él nunca se había sentido así con nadie en su vida y debía de admitir que Daisy era una persona importante para él, algo que ya le había hecho saber, así que, era normal que lo admitiera en voz alta. Sin embargo, la confesión le había tomado por sorpresa a su novia. ¿Por qué? ¿Por qué era muy pronto para sentir estos sentimientos tan profundos? Hazel cerró los ojos y se dijo que no la iba a agobiar exigiendo una respuesta.

El trajín del día hizo mella en el que se quedó dormido y cuando volvió a despertar, Daisy estaba acostada a su lado dormitando y era ya de noche. Sentía su cuerpo un poco entumecido, quizás por había pasado tiempo desde la última vez que tuvo sexo o porque la vida ajetreada que llevaba le estaba pasando factura.

Se levantó, buscó unos shorts para colocarse y salió en silencio de la habitación. Tomó una ducha y pudo retirar la pintura que había quedado en su cuerpo antes. Cuando salió, se sentía rejuvenecido y con más ánimos, pero también con hambre. Cuando Daisy se levantará, también tendrá hambre por lo cual lo ideal sería pedir algo de comer para ambos.

Volvió a su habitación para buscar su teléfono que estaba en sus pantalones y pedir la comida, sin embargo, tomó la ropa de ambos para ponerla a lavar ya que al final del día tendrían que regresar a sus casas al menos que Daisy planeaba quedarse allí con él otra vez, pero aun no sabía que haría hasta que esta despertara, así que era bueno que por lo menos pusiera la ropa de ambos a lavar.

Una vez que recogió las ropas, fue hacia el cuarto de servicio y dejó la misma a un lado. Por suerte había jabón de lavar y una pequeña lavadora. Decidió revisar los bolsillos de sus pantalones, en los de Daisy solo había un recibo de farmacia notando que el monto era un poco elevado y se dijo a sí mismo que se lo reembolsará cuando tuviera la oportunidad. De los suyos tomó su teléfono y lo encendió. Había mensajes de Rowan, Locke, de su madre, de sus amigos y de Daisy. No había mensajes de su padre, pero si algunas llamadas perdidas.

Decidió responder a su madre diciéndole que estaba bien y que posiblemente no volvería a casa por la noche. No espero respuesta de esta y se desplazó a los demás. En el grupo de chat con los chicos estos también estaban preocupados por su paradero y por él. Parecía que la noticia de su pelea con su padre se esparció como pólvora. Hazel los tranquilizó y les dijo que pronto hablaría sobre lo que pasó. Ignoró las llamadas de su padre y los mensajes de sus hermanos. No tenía las fuerzas suficientes para lidiar con estos.

Después de revisar la ropa adecuadamente y poner la lavadora en marcha con estas, volvió a la habitación. No obstante, mientras se dirigía hacia allí, escuchó el sonido de una notificación y no era su teléfono. Se escuchaba cerca por lo cual volvió a la sala y vio el teléfono de Daisy sobre la mesa. Seguro lo había dejado ahí cuando entró antes.

Hazel se acercó y lo tomó entre sus manos. Daisy tenía un teléfono que estaba cerca de la otra vida ya que en una esquina la pantalla estaba craqueada, era cuestión de tiempo antes de que la misma se fuera por esa esquina. En ese momento el teléfono volvió a vibrar en sus manos y la pantalla se encendió. Daisy no tenía la opción de ocultar el contenido de sus notificaciones en la pantalla de bloqueo, por lo cual podía ver sus últimos mensajes sin problemas.

El último mensaje recibido y que se mostraba de primero en la pantalla era de Violet y a Hazel se le bajó el corazón al suelo al leer el mismo.

Violet: ¡Daisy no vas a creer lo que pasó! ¡Padre ha aprobado el viaje!

La mano de Hazel tembló y casi deja caer el teléfono de Daisy mientras sentía como su respiración se pausaba y todo en él temblaba. Daisy iba a irse de Seasons y no había nada que pudiera hacer para detenerla de ello.

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Gracias por su atención y por leer este capitulo, espero que les haya gustado.

Si les gusto, voten por este o dejen un comentario, lo apreciare mucho.

Publico cada sábado o domingo!!

Denisse ❤️

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