Glitch: del amor y otros jueg...

By AnaidLiddell

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Cien streamers compiten en parejas por un premio de doscientos mil dólares. Él es conocido por ser bueno en c... More

Presentación de la historia
Personajes
Nivel uno: El ex o el tipo
Nivel dos: Privacidad
╔ Twitter: Maze Survivor ╝
Nivel tres: Stalker
Nivel cuatro: La propuesta
╔ Twitter: Just_Bria ╝
Nivel seis: Piso quince
Nivel siete: El sillón
Nivel ocho: La(s) foto(s)
╔ Twitter: BriaxAaron ╝
Nivel nueve: Un lugar habitable
Nivel diez: Maze Survivor
Nivel once: Si fuera real
Nivel doce: El mapache
Nivel trece: Tres magos
╔ Twitter: el mesón ╝
Nivel catorce: El grupito
Nivel quince: Un tal Aaron
Nivel dieciséis: Tenías un solo trabajo
╔ Twitter: la cagada de Bria ╝
Nivel diecisiete: La historia se repite
Nivel dieciocho: Mi momento
Nivel diecinueve: La alfombra
Nivel veinte: Falla en el cableado
╔ Twitter: Arruga en la alfombra ╝
Nivel veintiuno: Si cambias de opinión
Nivel veintidós: Soy como tú
╔ Twitter: sorry not sorry╝
Nivel veintitrés: Crónicas de un vicio
Nivel veinticuatro: Un regalo práctico
Nivel veinticinco: Hapee birthdae, Bria
╔ Twitter: Feliz cumpleaños, Bria ╝
Nivel veintiséis: Ganar al maestro
Nivel veintisiete: Germán, el héroe
Nivel veintiocho: Habilidades
Nivel veintinueve: Conejo blanco
╔ Twitter: el primer beso ╝
Nivel treinta: Pelos de gato
Nivel treinta y uno: Fuego lento
Nivel treinta y dos: Metagaming
Nivel treinta y tres: También sé hacer trampa
Nivel treinta y cuatro: Anomalías
Invitación

Nivel cinco: Hablarán

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By AnaidLiddell

Apenas me alejo de Aaron empiezo a preparar mi excusa para no aceptar su propuesta.

¿Qué tal...? «No puedo, tengo que planear mi maratón anual de películas de Harry Potter». Digo, definitivamente no va a tomarme varias horas por semana de los siguientes tres meses... pero es una tradición importante.

Tengo suficiente tiempo para plantearme un montón de formas en que puedo decir que no y salir bien parada. El camino parece mucho más largo cuando no vas corriendo. El problema es que, en lugar de pensar en mis pretextos, mi mente vuelve una y otra vez a la imagen de su rostro.

¿Recuerdas ese momento en qué me pareció que estaba sonriendo? Bueno, estoy un noventa y mueve porciento segura de que lo hizo. Su sonrisa es como una galletita para mi cerebro, las cosas químicas que libera cuando la provoco me dicen: bien hecho, hazlo de nuevo.

El resto del camino lo paso con las manos en los bolsillos y una sonrisa boba en el rostro. Fantaseo con cosas que podría decirle para hacerlo reír.

Cierro la puerta detrás de mí y me regodeo con tener un espacio propio que puedo dejar tan desordenado como me dé la gana sin que nadie me recrimine que debería ser más limpia. Solo son un par de cosas fuera de su lugar, nada de que preocuparse. Si un día descubro una cucaracha o una rata, consideraré ese el límite de mi desorden, por ahora no.

A veces entro a mi apartamento y sonrío, así porque sí. Es bonito pensar que este lugar es mío y que lo conseguí yo sola —bueno, no tal cual, pero lo pago yo—. Me gusta darme momentos para apreciar las cosas lindas que tengo.

Y es justo entonces que las cosas malas aparecen.

Un montón de gente etiquetando mi nombre en tantos post distintos que al principio no tengo idea de qué están hablando. Mi corazón se encoge, parece que está buscando un lugar dentro de mi pecho para refugiarse. El aire se me escapa. Porque la última vez que pasó algo así fue cuando terminé con Teo, y no tengo recuerdos bonitos de ese momento.

Me deslizo en la pantalla para poder darme un panorama general de qué demonios está sucediendo. Descubro que todas las etiquetas tienen la misma raíz: el concurso.

Alcanzo a ver tweets de personas diciendo que «es poco profesional», «habla mal de», pero no alcanzo a entender el contexto. Necesito irme mucho más atrás en la conversación.

Es entonces que entra una llamada de Sam.

—¿Ya lo viste? —habla de inmediato.

—En eso estaba. ¿Qué chingados está pasando? Esta mañana cuando vi Twitter había gente criticando el concurso, como siempre, pero a un nivel... normal. La cantidad de etiquetas que tengo ahorita es... —Intento contarlas.

—Un chingo, me imagino.

—Bueno, sí, supongo que «un chingo» lo define bastante bien —me río y la escucho a ella también—. Pero no entiendo, ¿qué pasó? Solo he abierto un par de tweets y no alcanzo a entender.

—¿No has visto lo de Teo?

Pasados los primeros meses en los que no dejaba de llorar por él, empecé a darme cuenta de que Teo es un completo imbécil. Al punto de que ahora, cuando hablo sobre él, no digo su nombre, sino algún adjetivo... un poco más digno.

—Ay no. ¿Qué dijo ese pendejo?

—Dijo que prefería no opinar al respecto por respeto al amor que una vez hubo entre ustedes —declara.

—Ajá, claro —me río.

—Si bueno. Eso debería haber dicho, pero entonces no sería un pendejo y entonces no sería Teo.

—Ya, pero esa ni tú te la crees.

—La verdad que no. A ver: dijo que era una lástima que Aaron fuera a quedar descartado tan pronto por tu culpa, y que así los juegos van a ser más aburridos.

—¿¡Qué!?

Quiero creer que Sam está exagerando, porque no puede ser que se haya atrevido a hablar de algo así en directo. Reviso el clip y resulta ser verdad. Lo dijo, aunque lo dijo de la forma que él sabe hacerlo: a medias. Teo acostumbra hablar de manera que siempre pueda quedar bien parado: si te lo tomas a bien, sostendrá su opinión, si no, podrá decir que tú lo malinterpretaste.

«Es una lástima lo de Aaron. La cuestión aquí es que no importa que tan bien juegue él, no pasará si su compañera no lo hace. Y es que Bria... Bueno, su mismo nombre lo dice: just Bria, Bria es solo Bria». Ahora resulta que al imbécil le gustan los juegos de palabras.

Hijo de puta.

Bueno, no, la verdad es que su mamá es linda, no tiene la culpa de que su hijo sea de los que pisan una caca y la embarra en la banqueta. Él es la mierda en la banqueta.

Sam me describe de forma poco decorosa su versión de lo que dijo Teo, básicamente la mitad son groserías. Mientras tanto, yo la tengo en altavoz y sigo abriendo notificaciones para enterarme de lo que la gente dice.

—Pero... no fue solo Teo —interrumpo su discurso con un pequeño quiebre en mi voz—. Levi, Orson y otro par de personas también dijeron que yo iba a arruinarle el juego a Aaron.

—Ya, pero son idiotas también. No te fijes. La gente los está criticando a ellos, porque es poco profesional de su parte ponerse a criticar a sus compañeros streamers.

Los veo, veo esos tweets, pero se me quedan mejor grabadas las palabras de los demás. Los que dicen que debería haber una regla que le prohíba entrar a estos concursos a alguien que sea tan malo como yo, porque arruino el show para los demás. Dicen que lo mejor sería sacarme.

—Bria, deja de ver las notificaciones. Por favor —me pide ella con un tono mucho más neutro.

—No. ¿Por qué?

—Porque no te va a hacer bien. Te estás centrando en lo negativo y no ves al montón de personas que los están criticando a ellos por lo que te dijeron a ti.

No le hago caso, no respondo. Sigo como poseída abriendo notificaciones.

—¡Bria!

—Hay mucha gente que lleva todo el año esperando para ver a Aaron ganar —le cuento en lugar de hacer caso a su petición.

Con clics voy atrás en el tiempo y me entero de que las personas que siguen a Aaron están tan enojadas conmigo porque llevan mucho tiempo esperando esto. Desde que perdió en los primeros Squid se inició una especie de hashtag porque creían que él se lo merecía. Luego, la cosa se intensificó el año pasado, cuando a él lo sacaron de los Squid dos ya en la final.

Las personas veían esta como una perfecta oportunidad para él, porque su problema es que, al estar solo, queda a merced de los grupos grandes. Ahora que le tocaría hacer equipo desde el inicio, podría vencer su debilidad.

Pero claro, yo lo arruiné.

—Están siendo inmaduros. Es solo un juego.

No puedo con esto.

No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que la primera lágrima cae por la pantalla. Entonces empiezo a llorar en pleno. Porque es tonto llorar ahora, porque me siento mal, porque yo no quería nada de esto.

—¿Bria? ¿Bri? Oye, háblame.

—Es que... —comienzo a sollozar—. Lo único que yo quiero es que me dejen hacer mis cosas en paz. Llevo todo este tiempo intentando evitar cosas como esta y... parece que no sirve de nada.

—Pues... Ay, linda. —A Sam también se le quiere quebrar la voz, pero se repone—. Es que es así. No quiero sonar mala, pero: te lo dije. La gente va a hablar hagas lo que hagas, así que hazlo y ya. Tu política de no salir con nadie para que no critiquen a tus parejas no funciona; así como no funciona que siempre calles tus opiniones para no meterte en problemas. Al final no les importa eso, cuando quieren tirar mierda lo hacen sin fijarse si te has «comportado bien» o no.

Sus palabras no lloran sino que llore más. ¿Significa que no hay nada qué puedo hacer?

—Estaré aquí, ¿sí? Llora lo que tengas que llorar. ¿Quieres que vaya a tu casa?

—Estoy bien —respondo, aunque sea mentira, y continuo llorando.

Sigo navegando. Es una especie de masoquismo, sé que no me hace bien leer las opiniones de los demás, pero no puedo parar. Sam se queda al otro lado de la línea en silencio, escuchando mis sollozos mientras piensa en una manera de ayudar.

Refresco los tweets. Así es como aparece en mi pantalla algo de Aaron. Lo cual es extraño, porque ayer que revisé su perfil, me di cuenta de que él nunca escribe nada más allá de «Estoy en directo» y «Ya estoy en directo».

Esta vez lo que publica es un video sacado de TikTok de otra persona cuyo user es sueter_98. Su tweet no tiene texto, pero la descripción del video que posteó dice «Bria no es mala, solo nos está engañando para sorprendernos un día». El contenido del video soy... yo.

Se trata de una recopilación de clips míos. Este —a diferencia de la mayoría de las cosas que puedes encontrar con mi nombre—, no recopila fallos, sino buenas jugadas. Mías.

Esa vez que logré llegar a la meta de un cara a cara en GTA con el carro cohete. La ocasión en que rompí el nexo del equipo contario mientras estaban distraídos. Cuando me pasé la persecución del Poppy play time 2 a la primera. Y otro montón de cosas que ni siquiera recordaba haber hecho.

Miro las respuestas a ese tweet y todas son de apoyo. A mí.

«Que se jodan los que hablan mal de mi Bri bb» es el al que Aaron le da corazón y luego responde con un emoji del dedo medio. Retuiteo el emoji de Aaron, va a ser mi nuevo mantra.

—¿Ya estás mejor, Bri? —consulta ella.

Me gusta como ella hace esto: quedarse, solo quedarse a mi lado mientras me recupero. Sin presiones. Incluso si solo está al otro lado de la línea.

—Ya —me sorbo la nariz por última vez y me seco la cara con la manga del suéter.

Tienen razón: que se jodan.

—No te preocupes preciosa, en una semana se van a olvidar de esto.

—No quiero.

—¿Qué?

—No quiero que se olviden. Yo voy a hacer que se acuerden.

—Uh, suena a que tienes algo en mente. Cuenta.

—Nada en especial, solo: voy a ganar. Así, cuando Aaron y yo recibamos nuestros doscientos mil dólares, van a tener que acordarse de los tipos que dijeron que nos iba a eliminar a la primera.

—Eso mamona —celebra ella.

—Gracias por llamarme.

—No es nada, solo estuve aquí escuchándote llorar.

—Ya, pero me ayudó. ¿Te marco al rato? Necesito hacer algo.

Después de colgar, vuelvo a tomar mi teléfono.

Bria: aaron

ya lo pense

acepto

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