-¿Tu abuelita va a estar despierta a las cinco de la mañana? - preguntó Heng sin ganas, apoyando el trasero en el capó del auto, cruzándose de brazos, temblando un poco por el frío que atravesaba su abrigo.
Ambos estaban un poco impresionados por la mansión de la familia de Becky, aunque la chica no hizo nada más que poner una clave desde su celular que hizo abrir el portón, e ignoró el camino hacia la mansión para guiarlos hacia un montón de árboles en oscuridad, pasando por un espacio apenas suficiente para no dañar el auto, hasta encontrar el lugar deseado.
Con el auto estacionado a unos cuantos metros de la entrada a una casa modesta, con grandes y amplias ventanas pero que solo dejaban ver unas cortinas bordadas.
-Sólo tengo que golpear fuerte- murmuró Becky, comenzó a caminar hacia la puerta, seguida de Freen.
La omega golpeó con sus nudillos la oscura madera.
Esperó unos momentos, alzó la mano para volver a golpear, pero la puerta se abrió, dejando ver a una mujer de cabello blanco, que aún se ajustaba una bata rosa, frunció el ceño hasta que su vista se enfocó en el rostro de Becky.
Luego su rostro se iluminó, sonriendo ampliamente, sus ojos se escondieron detrás de sus arrugadas mejillas.
Freen alzó las cejas, algo impresionada por ver la misma sonrisa de Becky en la señora.
-¡Becky! - la señora abrió los brazos, recibiendo a su nieta con un abrazo.
Miró por sobre el hombro de la omega a Freen, parada un metro más atrás, la chica le regaló una sonrisa, le pareció adorable cuando la abuela hizo una ligera "o" con los labios como si la reconociera.
-¿Esa es tu alfa, Becky? - escuchó murmurar a la señora.
Freen se ruborizó al ser llamada así, escuchó a Becky reír.
La omega asintió, separándose del abrazo.
Esta vez, la abuela abrió sus brazos hacia ella, Freen se acercó y la señora la abrazó con las mismas ganas que lo había hecho con su nieta.
Un poco sorprendida por la fuerza de los delgados y arrugados brazos de la abuela, Freen sintió el olor a miel y caramelo de la señora.
Con la edad, cuando los omegas perdían la capacidad de tener hijos, su olor solía casi desaparecer, en mayor o menor medida, dependía de cada persona.
Pero Freen se sintió cómoda con el olor de la abuela, quizás porque se parecía bastante al de Becky.
-Dejas a mi nietita y tendré preparada la escopeta con tu nombre en una bala- habló la abuela, con dulzura, haciendo que Freen tragara duro.
Escuchó a Becky reír, al cortar el abrazo vio a Heng también con una expresión divertida por las palabras de la señora. Aun así, la abuela le dedicó una sonrisa dulce.
-No te asustes- dijo Becky, ahora a su lado- Es un poco paranoica con los alfas- la chica suspiró un poco- El abuelo la dejó por otra omega, no confía mucho en ellos desde entonces.
Freen se encogió de hombros, no la culpaba, a pesar que se había sorprendido cuando había hablado.
La abuela ofreció un abrazo a Heng cuando lo vio y a pesar de negarse, la señora no le hizo caso. Luego los hizo entrar, encendiendo las luces de la sala y cocina, comenzando a ofrecer bebidas calientes y comida.
Heng miró con una mueca todas las manualidades de la casa, desde mantas tejidas en los sillones, almohadones bordados, un estante repleto de diversos animales tallados en madera, y muchísimos retratos, de distintas épocas, con fotos en blanco y negro y en color.
El sillón de la casa era demasiado suave para su gusto e hizo una mueca al hundirse en este.
Freen se sentó a su lado, sin darle importancia a todo lo del ambiente, mirando un momento cómo Becky hablaba con su abuelita, mostrando la marca en su cuello, contando con una sonrisa lo que había pasado.
-Eh- Heng chasqueo sus dedos frente a su rostro, captando la atención de Freen-. ¿Escuchaste lo que dije?
Freen negó.
-Nop.
Heng rodó los ojos.
-¿Por qué no me dijiste que tú tenías secuestrada a Armstrong?
Freen frunció el ceño, ofendida.
-Yo no tenía secuestrada a nadie. Ella podía irse cuando quisiera. Sólo la ayudé a esconderse.
-Dile eso a la policía- murmuró.
-¿Vas a avisarme con la policía? - Freen comenzaba a enojarse.
-Sería lo correcto- dijo Heng con una expresión sería, vio el ceño de Freen fruncirse.
De repente soltó una carcajada, palmeó ligeramente el rostro de Freen, en una suave cachetada.
-Pero cuándo hice yo lo correcto- dijo con gracia.
-Idiota- murmuró la castaña, pero terminó riendo un poco.
-Podrías haberlo dicho, tú, idiota- continuó Heng-. Así me ahorraba todas las preocupaciones por tu estado y te llevaba directamente a lo de Oaey con tu omega.
Freen revolvió sus cabellos, nerviosa.
-Yo ... No sabía cómo reaccionarias ...
-Tampoco me lo dijiste para que lo averigües- objetó el pelirrojo-. Yo iba a apoyarte.
-Creí que no me dejarías- dijo Freen bajo-. Dando ese discurso con Oaey... Pensé que la apoyarías a ella.
-Me importa una mierda Oaey y toda escusa que quieras decir- Heng habló con brusquedad, escuchó un "Shhh" por parte de la abuela, por las malas palabras, se disculpó con una sonrisa-. Freen, yo lo digo enserio, aún si tu vida no hubiera corrido peligro por estar lejos de Becky; aun así, yo te habría apoyado. Eres mi hermana, y Oaey sólo es una boba que conocí la semana pasada.
Freen sólo asintió, sonriendo un poco.
-En otras noticias, hablé con tu mamá- Heng habló con suavidad, captando toda la atención de Freen-. Está muy feliz, quiere verte, quiere que vuelvas... La llamaría ahora mismo, pero alguien lanzó mi celular por la ventana del auto.
Freen frunció el ceño.
-No, no voy a decirte qué pasó- se adelantó Heng-. Pero Oaey me dijo que me compraría otro- el pelirrojo se encogió de hombros-. En realidad, podría comprarlo yo mismo, pero... bien, me fui un poco de tema. Te decía... Volveré a Daegu lo más pronto posible, y vendrás conmigo, no tienes opción -Freen abrió la boca para hablar, pero Heng la interrumpió-. Becky vendrá también, no importa, pero debes volver a casa.
Freen sólo asintió, bajando la vista.
Becky se acercó con dos tazas humeantes de café ambos, luego volvió a la cocina para buscar su propia taza, al regresar, se acurrucó junto a Freen, quién pasó un brazo sobre sus hombros, haciendo que se apoyara sobre su pecho, con una sonrisa y un cálido sentimiento en su pecho que ambas compartieron.
La abuela de Becky volvió minutos después, con un plato repleto de galletas y su propia taza, calentando sus arrugadas manos.
La señora habló con los chicos todo lo que quedaba de noche, preguntando por ellos, sobre lo que hacían, y tanto ella como Heng se sorprendieron al enterarse que Freen estaba en el segundo año de la carrera de medicina.
La conversación de alguna forma paso a hablar del tema de la familia de Becky, y que no estarían a contentos con ellas.
-Bah - la abuela agitó su mano- No le des espacio de porquerías familiares en el terreno del amor Becky. Quienes tienen que enamorarse son ustedes dos solamente, ni sus padres, ni nadie más está incluido en su relación.
Becky sonrió ante las palabras de su abuelita.
-Si lo que te preocupa es que te dejen de lado hasta en la parte económica, prepareé mí testamento para que tengas todos mis ahorros- agregó la mujer- Es lo mejor que podría hacer con eso.
Becky alzó las cejas.
-¿Qué? - preguntó la señora- ¿Piensas en tu padre y tus hermanos? Todos han conseguido su propia fortuna, niña. Temo que para nosotras, las omegas, se nos complica un poco más tener tantas ganancias como esos alfas... Aunque tengo bastante para que vivas tranquila- la señora volvió a sonreír.
Becky le agradeció, y al ver el cielo teñirse de rosa por el amanecer, bostezó.
-¿Quieres dormir? - preguntó Freen, con lo que la omega asintió.
-Iremos a mí cuarto, Abu- anunció la Becky, dejó un beso en la mejilla de la anciana para luego tomar la mano de Freen, guiándola hasta su habitación propia de aquella casa.
Su cuarto era pequeño, con apenas espacio para una cama, un mueble con algo de ropa y con cajones especiales con sus "cosas de omega".
Su cama era individual, y Freen sonrió, recordando cómo solían dormir en su departamento.
Quitándose algo de ropa, Becky quedando en pantis, y cambió su blusa por una remera cómoda.
La omega le dio una mirada.
-No me iré- dijo Freen, se sentó en la cama, palmeando detrás de sí, cerca de la pared.
Becky sonrió, subiendo a la cama para colocarse del lado de la pared, Freen se acomodó frente a ella.
La mayor alzó el rostro de su omega, dejando un dulce beso en sus labios, acariciando sus mejillas.
- Descansa- le deseó Freen.
Becky sólo se acomodo un poco más en el pecho de Freen, permitiendo que está hundiera su nariz en su suave cabello antes de dormirse.