Cuando todo termine

By karin331912

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No fue mi error conocerte. No fue mi error confiar en ti. Mi error fue no decirte que lo que hacías estaba ma... More

Dedicatoria
Prólogo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Epílogo
Nota del autor

Capitulo 19

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By karin331912

No quiero que seas mía, quiero que seas libre tuya y aún así decidas que quieres estar contigo.

El día que dejo de nevar el Alaska/Alice Kellen.

Me levantó de la cama, hoy es un hermoso día, voy al cuarto de baño, me doy una ducha, una vez terminado, me envuelvo en una toalla, seco mi cabello mientras salgo del cuarto de baño.

—Buenos días Sandy —su voz hace sentir mariposas en el estómago.

Me volteo esta sentado, jugando su móvil, y sin mas me ruborizo.

—Buenos días Edwin —balbuceo llena de emoción.

Se acerca a mi, recorre sus manos por mi cuerpo, se posan en mi trasero, y yo me quedo sin palabras solo lo veo embobada esperando a que me bese, se inclina, empieza a devorar mi boca con la suya, rodeó su cuello con mis brazos, lo acercó mas a mi profundizando el beso, sus manos viajan por todo mi cuerpo, me sienta en su regazo, besa mi boca, continua con mi cuello y se detiene en mi clavícula, cada rosé hace ponerme el vello de punta.

—Cariño —digo llena de placer, solo ël sabe darme placer con solo tocarme.

Deja lo que estaba haciendo y me mira.

—Bueno me parece que fue suficiente, vamos o llegaremos tarde.

—No, mejor quedate conmigo —pido apretándole mas contra él.

—Ya nena vístete, que me estas volviendo loco —comenta acariciando mi cabello.

Me pego mas a él rozando mi cuerpo con el suyo.

—Arzul me estas provocando —dice mirando el techo.

—¿Y que? —preguntó lamiendo su mejilla.

—Sabes lo que va a pasar —contesta nervioso.

—Si lo se —digo lamiendo su cuello.

—Te espero a fuera —responde dejándome en la cama.

Se acerca a la puerta, lo detengo.

—¿Por donde entraste? —preguntó enarcando una ceja.

—Por la puerta —contesta sin mas.

—¿Te vio Oscár?

—Si eso fuera estaría muerto —dice haciendo un guiño.

Sale de la habitación, me visto, escogiendo un vestido de lineas rojas y azules, con un escote V que la da vista a las curvas de mi pecho, peino mi cabello con una trenza, me pongo unas sandalias, salgo de la habitación.

—¿Lista? —pregunta hurgando la nevera.

—Si estoy lista —contesto acercándome a él.

—Que hermosa estas —sus palabras provocan que se encienda mi rubor.

—¿Que buscas? —pregunto intentando que sus palabras no me pierdan en las nubes.

—Comida —responde encogiéndose de hombros.

—Ooo vaya.

Me acerco a la nevera, sacó un zumo de uva, una caja de leche. Del horno saco una cesta de mantecadas rellenas de chocolate, son las favoritas de Oscár.

—Toma —digo acercándome a él.

Le doy la cesta de mantecadas.

—¿Quieres leche o zumo? —preguntó alzando ambas cosas.

—¿El zumo de que es? —pregunta mirando la caja.

—Uva.

Pone una mueca de disgusto.

—Mejor leche —contesta tomando una mantecada.

Le doy el vaso de leche, y me siento a su lado.

Lo miro, devora la comida como si pasará años sin comer.

Dios mio ¿Pues a que hora comen los hombres? ¿O nunca comen? Edwin se devora las mantecadas como si fuera la última vez que come.

—Edwin, come mas despacio, nadie te las va a quitar —pido acariciando su brazo.

—¿Y si aparece tu hermano? —pregunta con la boca llena.

—Entonces se desata la tercera guerra mundial.

—¡Que! —dice escupiendo lo que tenia en la boca.

—Ya escuchaste, no pienso volver a repetirlo.

—¿No te importa que me mate, o si?
—toma un trago de leche, lo miro como una boba, viendo como baja la leche por su garganta.

—¿Arzul te pregunte algo? —exige una respuesta.

Salgo de donde estaba, contestó su pregunta.

—No lo va a hacer, si no lo hago yo primero —contesto tomando un poco de la leche que esta en su vaso.

—¡Ay! Eso dolió —contesta llevando una mano al corazón.

—Mejor apurate —ordeno de manera apresurada.

Una vez terminado, lavo los trastos sucios, por qué no quiero que Grace me mate.

—¿A donde vamos a ir? —pregunto ansiosa.

—A la playa.

—Pero... Esa esta a dos horas —digo dudando. Por que es la verdad.

—No solo es una hora —explica jugando con las llaves de su auto.

—Si claro, es así por que conduces como un loco —respondí cruzando los brazos.

—Deberías verte Arzul.

—Ni de coña, mejor vámonos.

Me monto en su coche, un Ferrari F8 Spider, lo admiró cada parte, yo siempre he soñado en construir uno, aunque mis hermanos dicen que estoy loca.

—¿Es tuyo? —pregunto asombrada, ya que visto como diez en su garaje.

—Mmm no es de mi hermano —contesta frunciendo sus labios.

—Ooo vaya.

—Me parece que te gusta mas el coche que yo —dice achicando sus ojos.

—Yo no dije eso —respondo cruzando mis brazos.

—Tu no, pero tus ojos si —y solo eso basto para que mi rubor sea visible, él se colocaba el cinturón de seguridad.

—Edwin —digo dándole una manotazo en el hombro, se carcajea.

—Me gusta tus ojos, también tus labios y esos hoyuelos que tienes —comenta acariciando mi mejilla donde se marcan esos hoyuelos.

Toda mi vida he evitado mis hoyuelos, y no es que me guste pero los herede de mi padre, eso fue lo único, que me lo dijera Edwin, fue como si me dieran una bofetada. Pero no se lo dije claro, frunce el ceño y yo me río.

—Me gusta como se sonrojan tus mejillas, cuando sonríes.

Joder, mis mejillas hacen que mi rubor aumente, y siento que me arden ¿Como es posible que tan solo con una frase me lleve al sexto cielo?

—Eres todo un poeta —digo recuperando el poco aliento que Edwin me arrebata cada vez, que sale alguna palabra de sus labios.

—No me alegues a mi, mejor diselo a mi padre —dijo con las manos en el volante.

—¿Tu padre es un poeta?

—No pero él me enseño a transmitir lo que sentía, a través de la poesía.

—Pues hizo un excelente trabajo.

Arranca el motor se pone sus gafas de sol, y nos dirigimos a la playa.

Muchos se preguntaran por que se de coches, bueno la razón es que a mi siempre me han gustado, cada uno es especial, pueden ser iguales por fuera, aunque por dentro son diferentes, cada uno tiene una función diferente, cada uno te hace vivir una experiencia única.

Edwin se detiene a comprar comida. Pasa a cargar gasolina, y continuamos el trayecto.

Mientras él conduce, me como cuatro tabletas de chocolate, se las consecuencias, pero es mejor arriesgarse, obviamente el coche no tiene techo, lo que significa, que mi cabello baila al compás del aire, volteo, miro a Edwin su largo cabello esta despeinado, lo que significa que nunca se peina.

—Creo que te veías mejor con el cabello rubio —opino señalando su cabello.

—Entonces ¿Me veo feo? —frunce los labios.

—Yo no dije eso —conteste a la defensiva.

Él niega con la cabeza, con su mirada al frente, me pongo de pie, el aire se siente súper bien, y como toda niña, empiezo a gritar de emoción, veo a Edwin, me dan ganas de decirle que parece una mosca gigante debido a sus gafas, pero después se me pasa.

—Vamos nena, siéntete —me pide tomando mi mano.

—¡Pecas no sabes de lo que te pierdes! —gritó súper emocionada.

Esto es hermoso.

—Lo se, pero, te puedes caer —contesta jalando mi mano.

Me siento, y me giro a verlo.

—¿Que tal el aire? —pregunta agradecido de que me haya sentado.

—Super, remedio para mi salud —contesto pasando una mano por mi frente.

Estoy acalorada y mi cuerpo lo sabe.

Sonríe, toma mi mano, la lleva a sus labios depositando un cálido beso, sigue sosteniéndola mientras conduce, solo la suelta cuando cambia de marcha, para después volver a tomarla.

—Me gustan tus pecas —digo señalando su cara.

—¿Mis pecas? solo eso —dijo frunciendo el cenó.

—Mmm todo lo que eres —dije nerviosa.

—Asi me gusta.

—Creo que te vez mejor vestido de manera formal.

Lleva unos pantalones negro, una camisa blanca, dos de los botones están desabrochados, y los zapatos negros.

—¿No te gusta que vaya con sudaderas? —pregunto manteniendo su mirada en la carretera.

—Si, pero te ves mas guapo así.

—Nena.

—¿Por que no traes el cabello en forma de libro?

—Por que estoy descubriendo nuevas formas de peinarme.

—Pero aun así, no se nota que te peines.

—Que halago Arzul.

—De nada es un placer.

—Bien llegamos.

Se quita las gafas de sol, y las coloca en su cabeza como si fuera una diadema.

Sale disparado, del coche me quito él cinturón de seguridad, abre la puerta y me saca cargando.

Corre por la playa, conmigo en sus brazos.

—¡Edwin para ya me vas a tirar! —grito agarrándome bien de su cuello.

—¡Pero si no pesas!

—¡Que si ya bajame!

Se deja caer en la playa, yo encima de él, nuestros labios se encuentran, sella mis labios con un beso, los sentimientos que tuve esa vez cuando me trajo por primera vez a esta playa empezaron a surgir, el deseo se volvió una necesidad. Una que yo quería.

—Bien vamos.

Nos levantamos, va al coche saca las cosas del auto y una manta de cuadros rojos y blancos.

Tiende la manta, coloca una tarta de durazno, una cesta de frutas, una botella de champán, y dos copas.

—Y esto es para usted —dice dándome un ramo de rosas, con chocolates ferrero.

Ooo Dios mio no despertare de mi sueño, hasta el año que viene.

—Cariño no tenias por que hacerlo —digo tratando de regalar mi mejor sonrisa.

—Claro que si, soy el hombre mas afortunado de tener a una mujer como tu, quiero ser sincero nadie como tu me supo amar, en el mundo entero nadie como tu me hace soñar, todo te lo doy tu para mi, yo para ti, junto a ti soy feliz, aunque el sol no brille mas yo siempre te voy a amar, amo tu belleza como las olas del mar —me dice haciendo movimientos que representan algunas palabras.

Las palabras de Edwin hacen efecto en mi, el rubor aparece y las lágrimas recorren mis mejillas, me aclaro la garganta y solo puedo formular una frase.

—Gracias mi amor —susurro, intentando contener las lágrimas.

—No hay de que —responde dejando un beso en mi frente.

Nos sentamos en la manta, él abre la botella de champán, y la sirve en las dos copas, se queda una y la otra me la da.

—Vamos hacer una cosa —dice mirándome a los ojos.

—¿Que cosa?

Mueve la copa de un lado a otro.

—Arzul, se que a veces la vida es tan injusta, te arrebata a lo que mas amas, dejando un gran vacío en ti, haciendo que tu vida se haga pedazos, y sea casi imposible repararlo.

—¿A que te refieres? —preguntó confundida.

—Hay veces que la vida suele ser cruel, en algunos casos.

—Lo se.

—Así que haremos una promesa.

—¿Que tipo de promesa? —preguntó dudosa.

—Promete, que seras feliz si la vida te aleja de mi, promete que seguirás tus sueños, promete que no dejarás que el tiempo de haga daño, promete que seras feliz con aquella persona que se quede contigo aunque no sea yo, promete que seras fuerte por los dos, promete que no dejaras que los recuerdos te arrebaten la felicidad, pero sobre todo, prometeme que no dejaras que nadie te haga daño.

Sus lágrimas recorren su cara, sin que le fallé la voz, todo aquello viaja hasta llegar al fondo de mi corazón, las lágrimas salen, como ríos, y tengo miedo, miedo de que él se vaya y no lo vuelva a ver.

Acuna mis mejillas, buscando mi mirada.

—Prometelo Arzul, cumplirás lo que te pedí, aun si la vida no quiere que te quedes conmigo.

—Sabes que no puedo hacerlo —mi voz va fallando al oír eso.

—Lo se, pero promete que lo intentarás.

—No puedo prometer algo que no soy capaz de cumplir.

Por que a veces las promesas son difíciles de cumplir.

—Si Sandy lo se, pero promete que lo intentarás por los dos.

No puedo parar de llorar solo con imaginarme que él se va y me deja, no puedo prometer hacer eso, por que en el fondo de mi corazón quedara el dolor de haberlo dejado marchar, sera una tortura dejarlo, dejar ir al hombre que me enseño que en la vida se puede hallar la felicidad, y eso jamas me lo voy a perdonar.

Respiro profundo y se que algún día me arrepentiré de haberle dicho eso.

—Lo prometo —respondo en un susurro.

Me envuelve en sus brazos con fuerza como si alguien viniera y nos separara para siempre.

—No llores nena eres mas fuerte de lo que crees.

Dejo que él me abrace y no la hace hasta que me recupero.

—Ven vamos a comer.

Abre una bolsa donde hay comida china, me da un platito, son rollitos de primavera y arroz, eso me hace recordar la vez que Oscár se moría por probarlos y termino enfermo una semana.

No tienes corazón.

Lo se, no hace falta qué me lo repitas.

—¿No te gusta Sandy?

—Si, claro que si.

Comemos, yo casi no tengo mucha hambre ya que en el camino me comí cuatro tabletas de chocolate, en cambio Edwin no parece haberse saciado.

—¿Quieres Pecosito? —decirle eso hace que su rubor sea mas visible, aunque queda claro, casi siempre tiene las mejillas rojas.

—No, come tu —contesta sin evitar mirar el plato, además su mirada dice que tiene mucha hambre, así que termine dándole de comer en la boca, una vez terminado eso nos comemos la tarta y las frutas.

No se por que pero el vestido me hace sentir incómoda.

—¿Que pasa?

—No me siento cómoda con el vestido —digo retorciéndome.

—Pues puedes quitártelo, bueno si quieres.

Me lo quitó, él lo dobla dejándolo aun lado.

—¿Cómoda? —pregunta con esa gran sonrisa que volvería locas a todas las chicas.

—Si.

Se recuesta en la manta, se pone las gafas de sol, usa sus brazos como almohada, me siento encima de él jugando con los botones de su camisa, y lo que le iba a decir sale sin mi permiso.

—No quiero ofender Pecas, pero pareces una mosca gigante con esas gafas.

Y sin mas me pongo de pie, salgo corriendo huyendo de él.

—¡Es mejor que corras Sandy por que donde te atrape te lo haré en el agua!

Corro gritando como loca.

—¡Vamos Sandy corre, corre y no te detengas, eres mas valiente de lo que crees, no dejes que apaguen tus sueños deja que aumenten, deja que crezcan, y lleguen a ser mas sueños, que lleguen a ser millones como constelaciones en el cielo, se libre como el aire que respiramos, se libre como las gaviotas que vuelan en el cielo azúl, no te rindas! —grita corriendo detrás de mi.

Esta a unos pasos para alcanzarme sin mas me acerco a él me arrojo a sus brazos me toma alzàndome y empieza a darme vueltas, grito llena de emoción, hasta que se cansa y me deposita en el suelo.

—No vuelvas a decir eso —dice cansado de tanto correr.

—Esta bien no lo vuelvo a hacer —respondo recuperando la respiración.

Me acerco mas a él con una gran sonrisa, le desabrochó la camisa se la quitó, él se quita el pantalón.

—¿Estas segura? —pregunta entre divertido y ansioso.

—Tampoco te emociones.

Vamos a la playa y empezamos a lanzarnos agua, él me carga y me deja caer en el agua empapándome por completo. No nos damos cuenta de que ya es tarde, hasta que vemos al sol desapareciendo por el horizonte, nos sentamos en la arena, mientras miramos el atardecer.

—Nunca creí vivir esto —comento sentándome a su lado.

—Pues lo estas viviendo así que aprovechalo Sandy —se acuesta en la arena, me acerca a él, y me recuesta con mi cabeza en su pecho.

Los recuerdos de lo que viví empiezan a dar vueltas por mi mente.

—¿Por que los recuerdos nos torturan?

—Por que no les quisiste hacer frente dejaste que formarán parte de tu vida y eso es lo que hacen te torturaran.

—¿Como se borra un recuerdo Edwin?

—Esos no se borran Sandy se quedan para enseñarnos a ser mejores personas, para no cometer los mismos errores del ayer, nos hacen fuertes... Pero también nos hacen daño si son malos recuerdos.

—¿Los sueños pueden hacerse realidad?

—Claro que se puede, no dejes que se marchiten, corre y no te detengas, sigue tu sueño, persiguelo hazlo realidad, y no dejes que nadie te lo robe.

—¿Que pasa si me rindo y ya no quiero seguir mi sueño?

—Queda una huella en ti, nunca es bueno renunciar a ellos, por que una vez que renuncias a ellos te torturaran el resto de tu vida.

—¿El amor es una decisión?

—Claro que la es, tu tomas la decisión de amar, nadie puede obligarte, tu decides a quien amar.

—¿Por que el primer amor nunca se olvida?

—Por que es el que nos enseñó a salir al mundo exterior a conocer el mundo, a amar con locura, a encontrar el lado bello de la vida que nos enseñó que es mejor luchar siendo dos personas unidas a que solo sea una... El primer amor nos enseña muchas cosas, buenas y malas, nos hace fuertes, es el que nos enseña que en nuestro interior esta la felicidad.

—¿El amor existe Pecas?

La pregunta queda flotando en el aire, el silencio llena el vacío.

—Siempre y cuando sea correspondido, un amor no correspondido no llegara a ningún lado, te enamoras, pero no todos llegan a quererse, y si no se amán ellos mismos ¿Como amaran a los demás? Para eso se necesita tiempo sacrificio, si ambos no cooperan los cimientos se caen.

—¿Que quieres decir?

—Imagina que construimos un auto para eso se necesitan materiales resistentes, así es el amor si ambos usamos materiales resistentes el amor que hemos construido se hace mas fuerte, no hay nadie que lo derribe.

—¿Se necesita algo para que el amor sea fuerte?

—Estar unidos sin importar las circunstancias, pero para eso se necesita sacrificar tiempo, y saber entregarle tu corazón a la persona indicada, por que hay veces que le entregamos nuestro corazón a la primera persona que aparece en nuestro camino, y ella sólo lo toma para destrozarlo, debes saber bien que pasa y que no, si ambos están decididos a que el amor sea fuerte, son capaces de abrir muchas puertas, encontrar la felicidad juntos sin necesidad de nadie mas.

—¿Y si ambos no pueden estar unidos?.

—Entonces el amor se hace débil, poco a poco va menguando, es como una fogata si no le echas leña, se va apagando hasta que solo quedan las cenizas.

Miro el paisaje meditando sus palabras, es como si le dieran una respuesta a las preguntas que por mucho tiempo me hice.

Pero falta una, pienso si le pregunto o no, las olas del mar forman una melodía, él momento es perfecto.

—¿Para ti que es el amor Edwin? —pregunto con voz tímida.

Él tiene la mirada clavada en el cielo, y yo solo espero una respuesta.

Me acerco mas a él el acariciando su pecho, mirando al sol desaparecer, y darle la bienvenida a la noche.

—Es una suave caricia, es tener su universo, es amar como lo hace aquella persona, llegar a ser como ella, tener un corazón con la misma frecuencia que el de él, es vivir el cielo, es luz en su camino cada vez que la miras, es llenar los sentidos cuando estan juntos, es ver lo que no se ve, es tener a una gran estrella entre todo el universo. Es amor y más amor, es paz y tranquilidad, es todo lo que nadie siente solo tú —su mirada aún está clavada en el cielo, pero sus palabras están llenas de amor, son como caricias a mi corazón—. Es la medicina para un corazón herido.

Sus palabras me conmueven.

Y ahora se lo que es el amor para él, y estoy dispuesta a avivar ese amor para que no se apagué, compartir mi amor, ser la medicina para su corazón, lo unico que yo quiero es compartirlo con Edwin.

Quiero darle lo que nadie le puede dar, lo que no va a encontrar en otro lugar.

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