"My peace has always depended on all the ashes in my way"
Jessica no había vuelto a ver a Kenny al día siguiente cuando salió a organizar el plan junto a Rick, Glenn, Jesús y Daryl. De todos modos, no quería saber nada de él en ese momento por la ira dentro de ella.
Hizo exactamente lo que ella le advirtió que no hiciera, así que era mejor que no se apareciera si quería continuar con vida. Jessica no sabía controlarse en un momento de estrés como este, y con las emociones que sentía por Kenny ahora, temía reaccionar de la peor forma.
Al volver a la casa, algunos vecinos la miraban asustados. Ella no prestó atención a ellos y se preparó para la gran batalla.
—No quiero quedarme aquí, Jessie.
—Oye, oye, todo está bien. Escucha —se arrodilló ante ella—: sé que estás asustada por lo que sucedió ayer, pero te aseguro que Kenny no volverá a acercarse a tí. Si quieres ir con Carl, le diremos a Rick que te quedarás con él.
Ante la respuesta obvia, Jessica le pidió a Carl que cuidara de ella mientras ellos estaban afuera. Cuando Carl accedió a hacerlo y esta se despidió de la pequeña se acercó a la furgoneta.
Y al ver a Maggie subirse a uno de los autos, se sintió confundida.
—Tú no irás, ¿verdad? —quiso asegurarse.
—Iré.
—No puedes, Maggie.
—¿En serio quieres tener esta conversación? —preguntó seria.
Si Jessica era terca, era sabido que Maggie lo sería aún más. Por lo que a su pregunta respondió con un sencillo "No". Sabía claramente que había que tratar de no discutir cuando se trataba de una mujer embarazada.
Cuando llegaron a las cercanías del puesto de aquellas personas, oculto en el bosque, bajaron de los vehículos y el grupo se dispersó. En cuanto bajó, Jess se puso a hablar con Tara de lo que harían luego de esto. Ella le confesó que se iría con Heath a una exploración de dos semanas.
El escuchar que Tara se iría por un tiempo y no volverían a verla dentro de ese periodo la puso triste. Sin embargo sabía que esto no se trataba de ella, sino del encuentro de lo que podrían ser nuevos aliados para convertirlos en miembros de la comunidad. Y a pesar de la tristeza que su partida podía generarle, trato de mostrar su mejor sonrisa como apoyo.
Luego de esto, Jessica se corrió a un lado para afilar su tan querido machete de mango rojo y cargar sus armas principales; una automática y una AK-47.
—Recuerdo la primera vez que te ví —comentó Maggie a su lado—: Tuviste el accidente que te llevó hasta nosotros. Estabas tan asustada por lo que pasaría, incluso más al volver a ver a Shane. —Hizo una pausa para mirarla a los ojos y rió—. Quién te viera ahora.
—Este mundo no me dió muchas opciones —admitió, continuando con lo suyo—. La Jessica que fui al principio no podría ni imaginar en la que tuve que convertirme ahora. Sin embargo —pensó—, no tengo intenciones de hacer esto.
—¿Te sientes mal por estas personas? —trataba de entender su amiga.
—No, no. Es solo que... —Suspiró y dejó sus cosas—. Quiero empezar de nuevo con todo. Quiero que matar no sea algo de rutina, sino una opción de última instancia, ¿me entiendes? —Maggie asintió—. ¿Sabes qué? Me quedaré junto a ti en todo momento.
—No quiero que estés a cargo de mi, Jessica...
—¿En serio quiere tener esta conversación, Sra. Rhee? —replicó en su contra, sonriendo—. Te queda bien el nombre, de hecho.
Cuando todo el grupo se volvió a reunir de nuevo, Rick repasó el plan y los quehaceres de cada uno. Jess, al lado de Daryl, escuchaba atenta lo que el líder tenía para decir y al mismo tiempo tocaba las zapatillas de su compañero como forma de concentración, quien estaba sentado en el capó de uno de los autos.
Luego de dar uno de esos discursos clásicos de Rick e informar que saldrían a medianoche, se retiró para que los demás siguieran en lo suyo.
—Entonces, será una carrera hasta la armería —opinó de mala gana, sabiendo que Daryl la oía.
—¿Estás bien?
—Me quedaré con Maggie —contó finalmente—. No iré con ustedes.
—Necesitamos a todos los que tenemos en esto.
—Nunca me quisiste en el campo de batalla, Daryl —comentó con una risa—. ¿Por qué insistes ahora en eso?
—Podré cerciorarme de que estás bien si estás cerca —confesó.
Dicha frase provocó un cosquilleo en el estómago de Jess, quien acarició el brazo de su compañero para reconfortarlo.
—Estaré bien, incluso si no estamos cerca. No tienes que cuidarme todo el tiempo —aclaró—. Además, con esta chica nadie se mete.
El chiste hizo reír un poco a Dixon, causando satisfacción en ella. Carol se acercó a ella para aclarar que vigilaría el perímetro junto a Jess y Maggie; las mujeres no dejarían sola a una de las suyas y menos si esta se encontraba encinta.
Llegada la noche, los nervios invadieron su sistema, y el miedo predominó en todo su ser. Siempre lo hacía, pero ahora tenía más cosas qué perder.
En cuanto Rick advirtió que debían irse ahora, Jess, inconscientemente, tomó la mano de Daryl para que él se girara a verla.
—Vuelve sano, por favor —imploró.
—Tú igual —concordó el castaño, acariciando sus dedos.
La noche era oscura y silenciosa, pero sí tenía que ser sincera, aquel silencio la tranquilizaba porque significaba que los Salvadores no sabían todavía que el grupo se encontraba dentro.
Hasta que la alarma sonó.
Maggie salió sin pensarlo, y mientras Carol la tomaba del brazo para comenzar a discutir, Jess mataba a un caminante del área. E incluso cuando se encargó de ello, Maggie y Carol aún seguían hablando.
—Señoritas, por favor, aquí no —advirtió Jess en cuanto oía la discusión.
Y de pronto, los murmullos fueron escuchados por una cuarta persona. Desde ese momento, Jess supo que estaban en problemas.
Carol le disparó a el hombre en el brazo, y Maggie fue a terminar con él, pero una mujer que apuntaba a la cabeza de Jess cambió los planes del trío de fuertes mujeres. De los árboles, un grupo diferente al suyo comenzó a salir.
La mujer que apuntaba un arma hacia Jess, obligó a que estas entregaran todas sus armas antes de atarlas y tenerlas como rehenes.
Ya era de mañana cuando ese grupo, que asoció que eran Salvadores, las ató y tuvieron que quedarse viendo qué estaba sucediendo en el patio central de la base, lugar donde sus compañeros estaban. En cuanto la principal miembro se comunicó por la radio y oyó la voz de Rick para dialogar, Jess sabía que esto no iba a terminar tan bien como lo planeaban.
Rick quería asegurarse de que las chicas estuvieran a salvo antes de negociar con estas personas, a lo que la líder, de forma no tan amable, obligó a las mujeres a hablar por el radio. Ofreció un intercambio de un hombre suyo a cambio de ellas, pero a esta mujer no le pareció justo.
—Imbécil petulante —dijo uno de ellos cuando Rick insistió en seguir con el negocio.
—Cuida tu boca sucia —defendió Jessica.
—¡Vaya! La princesita quiere hablar. Hay que mostrarles a estas rameras que aquí no se lo permitiremos.
Luego de que la mujer a cargo dijera eso, tomaron las camperas de las muchachas y las pusieron sobre sus cabezas para conducirlas hasta algún lugar que ellas no tenían derecho de ver.
Las mantuvieron en el mismo cuarto una vez llegaron al destino, pero distanciadas la una de la otra; Maggie y Carol estaban enfrentadas y Jessica estaba un poco más alejada de ellas, las tres con mordazas en sus bocas para no decir o gritar algo que llame la atención.
La denominada líder, que respondía al nombre de Paula, ató las manos y las piernas de sus rehenes con cinta aislante. Para cuando llegó a donde Jess estaba, rió.
—Tú eres una perra que se hace la valiente. Si mataré a alguien hoy, esa serás tú —confesó mirándola a los ojos. Jessica no respondió ni se estremeció—. Las reto a hacer algo que las ponga en la pendiente de la muerte. En serio. Hoy no perdonaré nada —le advirtió a las tres antes de irse.
Tan rápido como se fue, Jess y las demás no dudaron en intentar soltarse. Sabían que podían meterse en problemas si las descubren, pero querían salir con todas sus ansias y volver a ver a sus amigos para que al fin dieran por terminada esta matanza.
Jessica frotó tan bruscamente que su mano se corrió y se cortó la mano, y ante el picor y el ardor de la reciente herida, intentó no gritar. Ahogó su desquite con la mordaza que tenía en la boca y detuvo el plan de intentar escapar, al igual que Maggie.
De repente, Carol comenzó a respirar de forma irregular, casi asfixiándose. Ninguna de sus compañeras entendía nada, y en cuanto los del otro grupo llegaron no le hicieron caso. Maggie comenzó a llamar el nombre de su amiga para tranquilizarla, y Jess trataba de llamar la atención del enemigo, pero no respondían.
Se le había ocurrido una gran pero estúpida idea. Se mentalizó de que el dolor solo era psicológico y cerró los ojos antes de golpear con fuerza el contenedor de metal que tenía a su lado, causando un ruido estrepitoso que no solo llamó la atención de todos en la sala, sino que hizo que cada hueso de la mano de Jess se vieran sospechosamente fracturados.
—¿Qué es lo que les sucede, imbéciles? —Se acercó a Maggie, quien también se encontraba gritando.
—Está hiperventilando —dijo ni bien retiró el pañuelo de su boca, refiriéndose a Carol—. ¡Quítenle la mordaza!
Paula mandó a una de sus mandamases para que lo hicieran y ella se acercó hasta Jessica para revisar su mano ensangrentada.
—¡Maldita psicópata! Te rompiste la mano —protestó la pelirroja. También le quitó la mordaza—. ¿Qué sucede por tu cabeza, estúpida?
—Si me vas a matar, hazlo —dijo Jess sin pensarlo—, pero, por favor, déjalas. No las metas en esto.
—¿Y qué te hace pensar que tu vida vale más que la de ellas?
—Sé que no querrás cargar las muertes de dos mujeres —protestó—, y menos si una de ellas está embarazada.
Tan rápido como procesaron la noticia, se giraron hacia Maggie para comenzar a cuestionarla. Debatieron sobre ello y luego se giró nuevamente hacia Jess.
—¿En serio creen que sobrevivirán? ¿Ustedes, en este mundo? —preguntó en plural, pero la pregunta fue solo para Jessica.
—¿Sobrevivir? —repitió Jess y luego rió irónica—. Solo tú debes preocuparte por ello, porque nosotras seremos las que saldremos de aquí vivas —dijo en tono amenazante—. Y continuaremos así, incluso cuando tú seas solo excremento de caminantes.
Paula se rió del comentario, Jessica no mostró reacción aparente. Luego de dejar a cargo a sus secuaces nuevamente para que las cuidaran, se retiró de la sala. Jessica estaba arriesgando su vida por una causa estúpida, pero lo que había dicho era verdad.
Habían sobrevivido a tantas cosas juntas ellas tres, que era prácticamente imposible derribar esos pilares del grupo que había conocido desde que arrolló su auto contra ese árbol en la granja de Maggie. Jess estaba segura de que saldrían vivas de esto.
Sin embargo, la seguridad no era garantía de vida, y era un riesgo que Jessica estaba dispuesta a tomar si se trataba de arriesgar solo una vida: la suya.
Minutos más tarde, el hombre al que Carol le había disparado, se levantó para protestar sobre el bienestar de la misma a pesar de que haya sido la autora de tan cruel tortura. Propuso darle un bocado de su propia medicina queriendo hacer lo mismo en su brazo.
—¡Aléjate de ella! —demandó la castaña en cuanto este se acercó a Carol.
En un movimiento rápido, este golpeó a Paula, quien intervino para calmar las aguas, y prosiguió a meterse con Carol. Sin embargo, no había previsto una cosa: ella no estaba sola.
Jessica se levantó con mucho equilibrio y dió unos saltos para tirarse encima de él, luego de que Maggie le pegara en las piernas para tirarlo, e intentar quitarle el arma. De un movimiento rápido, el tipo tiró al suelo a Jess de un golpe y tomó el cabello de Maggie; ella aprovechó y le pegó un cabezazo. Carol intentó algo también, pero este la comenzó a golpear en el suelo. Jessica aún estaba algo inconsciente para reaccionar, solo sintió el golpe de un cuerpo cayendo y vio la figura del varón al frente suyo.
Paula le había pegado un culatazo en la nuca a este, y luego le ordenó a una de sus compañeras que se llevara a Maggie y la interrogara. Como si fueran lamentos, Jessica pidió que no lo hiciera.
—No debiste hacer eso, pequeña intrépida —dijo Paula, mientras la acomodaba ahora en el lugar de Maggie, frente a Carol—. Mira esas manos —opinó. El escarlata abundante la hacía marear—. Morirás antes de lo esperado.
Jess a estas alturas no se sentía del todo bien. Sus defensas estaban bajas y sus ojos comenzaban a ver borroso, casi amenazando con cerrarse. Hizo todo lo posible para no cerrarlos, ya que sabía que si lo hacía se desmayaría.
Lo único que funcionaba perfectamente era su audición. Así supo que Carol pidió que ayudaran a su compañera por estar a punto de desmayarse; supo que la voz de Rick por radio volvía a pedir que consideren el trato; supo sobre las preguntas que le realizaban a Carol, pero por sobre todas esas cosas, supo de algo que la dejó helada.
Una de ellas, no distinguía quién, había mencionado la frase "Todos somos Negan". Y aunque su reacción física no fue nada más que una cara de cansancio, en su mente no dejaba de pensar en esa pequeña pero predominante frase.
Escuchó, además, algo más fundamental en la conversación que estas tenían. Mientras Paula contaba su vida antes del apocalipsis, dijo que a pesar de matar a muchas personas seguía siendo ella misma pero mejor. Que perdió todo, pero eso solo la hizo más fuerte.
Y Jessica se puso a pensar en eso, en todo el tiempo que estaba débil. Pensó en cómo las personas cambiaban por el mundo en el que vivían ahora, como ella. Y había otras que solo seguían siendo las mismas pero mejoradas, como Paula.
No sabría decir si eso podría ser posible o solo lo inventaba, como las tantas historias que su padre le contaba a ella y a Shane cuando eran pequeños para que se durmieran, pero estaba segura de que no mentía en ningún aspecto de la conversación.
Paula se comunicó con Rick para aceptar, en teoría, el intercambio que él había propuesto. Sus sentidos se agudizaron y la preocupación comenzó a invadirla cuando oyó que la paranoia de la pelirroja la hacía creer que el grupo de Jess estaba cerca y debían escapar.
Jessica seguía despierta cuando las mujeres se retiraron y creyó que la habían dejado sola, desangrándose y muriendo lentamente.