BLOODY DANGERĀ¹ | Daryl Dixon

By Sunflower_fdt

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š—•š—Ÿš—¢š—¢š——š—¬ š——š—”š—”š—šš—˜š—„ | "El miedo es algo poderoso, pero el amor... no tiene lĆ­mites de riesgo" Horror, m... More

IntroducciĆ³n
CapĆ­tulo I ā” La calma antes de la tormenta
CapĆ­tulo II ā” Reflexiona
CapĆ­tulo III ā” Decidir
CapĆ­tulo IV ā” Lidiar con la verdad
CapĆ­tulo V ā” En peligro
CapĆ­tulo VI ā” Los que estĆ”n aquĆ­
CapĆ­tulo VII ā” Recuerdos
CapĆ­tulo VIII ā” Madre
CapĆ­tulo IX ā” ExtraƱos
CapĆ­tulo X ā” Saber cuando uno se equivoca
CapĆ­tulo XI ā” Esperar al Ćŗltimo momento
CapĆ­tulo XII ā” Vivir
CapĆ­tulo XIII ā” Nuestras vidas
CapĆ­tulo XIV ā” Largo dĆ­a
CapĆ­tulo XV ā” Todos tenemos deberes
CapĆ­tulo XVI ā” Estar bien
CapĆ­tulo XVII ā” Cansada
CapĆ­tulo XVIII ā” Jessica
CapĆ­tulo XIX ā” Marion
CapĆ­tulo XX ā” Daryl
CapĆ­tulo XXI ā” Carol
CapĆ­tulo XXII ā” Todos
CapĆ­tulo XXIII ā” A cualquier precio
CapĆ­tulo XXIV ā” Indefensas
CapĆ­tulo XXV ā” Esperar a que todo termine
CapĆ­tulo XXVI ā” El mundo en el que vivimos
CapĆ­tulo XXVII ā” Lo que somos ahora
CapĆ­tulo XXVIII ā” Sinceros actos de humanidad
CapĆ­tulo XXIX ā” Pros y contras
CapĆ­tulo XXX ā” Madurez
CapĆ­tulo XXXI ā” Almuerzo o cena
CapĆ­tulo XXXII ā” Permitirse explotar
CapĆ­tulo XXXIII ā” Suerte
CapĆ­tulo XXXIV ā” Responsabilidad
CapĆ­tulo XXXVI ā” Un antes y un despuĆ©s
CapĆ­tulo XXXVII ā” Verdades
CapĆ­tulo XXXVIII ā” Miedo a vivir
CapĆ­tulo XXXIX ā” ReputaciĆ³n
CapĆ­tulo XL ā” Las personas que cambian
CapĆ­tulo XLI ā” Estamos todos bien
CapĆ­tulo XLII ā” PapĆ”
CapĆ­tulo XLIII ā” CĆ³modo silencio
CapĆ­tulo XLIV ā” Monstruo
CapĆ­tulo XLV ā” No siempre es como quieres
Agradecimientos

CapĆ­tulo XXXV ā” Frustraciones

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By Sunflower_fdt

"Even when you try to hide it, a smile creeps out from your teeth"



—¿Te encuentras bien?

—Si te refieres a si no me perforó una bala —contestó agitada—; sí, estoy bien.

En simples términos, todos habían terminado la misión, pero se cruzaron con algunas personas que intentaron asesinarlos. Daryl y Jess quedaron separados de Sasha y Abraham y con una herida en el brazo del primero. De esto último, Jessica sabía, pero Daryl no quería retrasarse para dejarse curar; estaban en un bosque en cenizas cubierto de cadáveres, por lo que las ganas de irse era mutua e inmediata.

—Déjame ver la herida —presionó Jess al ver que caía con la moto una vez más.

Daryl cedió. Ella le ayudó a sacarse la campera de cuero que llevaba puesta con mucho cuidado de no causarle dolor. Cuando se lo sacó por completo, no recordaba haber visto unos brazos tan tonificados en su vida. Se permitió imaginar un poco antes de pisar la tierra y continuar ayudando a Daryl.

—Si tuviera mi mochila justo ahora, podría curarla —se reprendió a sí misma.

—Da igual.

—¿No tendrás algo en...? —Interrumpió su charla un ruido lejano que ambos oyeron.

Dixon cubrió la moto con hierbas y sacó su ballesta para posteriormente decirle a Jess que se quedara allí. Ella no quería ser una carga para él, así que accedió a quedarse junto a la moto intentando comunicarse con sus amigos.

Sin embargo, cuando la noche se asomaba y Daryl no regresaba, Jess no pudo evitar sentirse preocupada por su amigo, a lo que se preparó para seguir los mismos pasos que este siguió antes de desaparecer.

A la lejanía, percibió una fogata rodeada de personas. Quiso atacarlos cuando notó que tenían atado a Daryl, pero pensó que estaba en desventaja cuando vió cuántos eran. Decidió quedarse a lo lejos, sin despegar la atención de aquel peculiar grupo que tenía retenido a su amigo.






Al día siguiente, mantuvo una distancia de cinco metros con el grupo que tenía secuestrado a Daryl. Trató de no ser tan sonora para que no la atraparan a ella también, pero sabía que era invisible para los extraños. Los siguió hasta llegar a una compañía de gasolina.

Llamó a Daryl en un susurro cuando vió que estaba algo alejado de aquellas personas, y cuando una de las chicas se desmayó, él comenzó a correr hacia Jess con la bolsa en mano. Cuando la alcanzó, se alejaron juntos. Más adelante, ella se detuvo para desatar sus manos cortando las cuerdas.

—¿Cómo me encontraste?

—Los seguí. Te lo dije: invisible para los demás —le recordó—. ¿Qué hay en la bolsa?

Antes de que pudiera responder, los gruñidos de un caminante los interrumpió. Daryl estaba a punto de girarse de nuevo para tomar la ballesta en su bolsa, pero lo sorprendió ver que Jess ya tenía el arma en sus manos y lanzó una flecha que perforó el cráneo del caminante.

—Lo siento, fue una ocasión de emergencia —le entregó su arma para continuar revisando la bolsa—. ¿Insulina? —preguntó extrañada—. La niña que se desmayó, ¿es diabética? —miró a su compañero. No hubo respuesta.

No eran ese tipo de gente. Tres personas débiles, y de la cual una de ellas era diabética, no podían ser mucha cosa para ellos. A pesar de eso debían prepararse para no cometer ningún error.

Volvieron para devolverles el botiquín, protegiéndose mutuamente. Daryl obligó al muchacho a que bajara su arma y Jess los obligó a entregarla, esta la tomó antes de que su compañero les entregara la bolsa.

Ya hecho el intercambio, ambos compañeros se dieron la vuelta hasta que escucharon los ruidos de unos autos acercándose; se escondieron detrás de un gran árbol y trataron de no hacer ruido. Con su espalda pegada al árbol, y Daryl muy cerca suyo, Jessica podía apenas respirar y escuchar lo que sucedía al mismo tiempo.

En un momento, ella levantó su pistola de forma lenta, provocando que Daryl la tomara de esa mano, advirtiéndole con la mirada que no valía la pena gastar balas. En cambio, decidió ayudar a los chicos que huían de esas personas con camiones y escapar juntos.

Escondidos detrás de un montón de ramas, Daryl presionó a Jess para que le devolviera el arma al muchacho. Ella cedió después de una intensa discusión silenciosa.

—Oye —llamó ella en un susurro—. Ten. Y no me hagas arrepentirme —amenazó. Volvió su vista a los tipos que los acechaban.

Con un ruido provocado a propósito por Dixon, uno de ellos se acercó para posteriormente ser mordido por un caminante atrapado entre las rocas. Otro miembro del mismo grupo hizo que le cortaran el brazo antes de que sea demasiado tarde y se retiraron lejos de donde el equipo estaba.

—¿Quiénes son ellos? —cuestionó Daryl al chico.

—No quieres saberlo —respondió—. Creímos que eran uno de ellos. ¿Por qué regresaron por nosotros?

Ella dirigió su mirada hacia su amigo, quien pensaba una respuesta inteligente ante esa pregunta.

—No interesa ahora —respondió ella en su lugar—. Vamos, hay que alejarnos de aquí.






En el transcurso de la caminata, el tipo al mando del trío contó de qué se trataba esa comunidad y cómo pasaron de ser un santuario para salvar personas a un total infierno para las que ya vivían allí.

Por un momento, perdieron a la jovencita llamada Tina, quien corrió hacia una especie de cabaña en llamas y se quedó allí junto a dos cadáveres. En cuestión de segundos, aquellos cadáveres se convirtieron en caminantes, quienes asustaron a Tina y cayó encima de ellas. Las mordidas en su cuello no le permitieron seguir viviendo.

Mientras Daryl y aquel tipo cavaban una tumba para chica sin vida, Jess se quedó junto a la hermana de ella.

—Lamento tu pérdida —dijo suave—. Yo también tengo una hermana; se llama Marion. Dios sabe que daría hasta la vida con tal de verla a salvo.

—Debía intentarlo —contestó la muchacha—. Un lugar en donde podamos vivir en paz era lo único que buscamos.

Dado a esto, a Jess se le vino una idea. Se comunicó con Daryl por medio de miradas (que era probablemente la cosa que más le gustaba de su relación) y cuando obtuvo su permiso, ejecutó su plan.

—¿A cuántos caminantes mataste? —comenzó a preguntar para que ella respondiera todas sus preguntas de admisión a la comunidad, así como Daryl lo hacía con el muchacho.

Acordaron llevarlos a Alexandria en cuanto encontraran a Sasha y Abraham. Cuando llegaron hasta donde Daryl dejó la moto, les indicaba a ambos cuál era el plan a seguir a partir de ahora.

—Mierda —susurró Daryl cuando vió por el espejo retrovisor lo que planeaban, y ante el tono en el que lo dijo, Jessica trató de desenfundar su arma, pero no la tenía.

Sin embargo, la vió en manos de la muchacha que lloraba hace unos minutos antes por la pérdida de su hermana. El que apuntaba a Daryl lo obligó a entregar su ballesta, y cuando dudaron, soltó un disparo muy cerca de su cabeza. Él cedió.

—Se arrepentirán —dijo Jess, refiriéndose a la chica.

—Lo siento —mencionó con su débil voz mientras subía a la moto. Hurgó en su bolsa y arrojó unas vendas—. Para sus heridas.

Solo las recogieron cuando finalmente se alejaron. Jess exhaló frustrada.

—Esa era mi arma favorita —mencionó ella—. Siéntate, curaré eso.

—Estoy bien.

—Daryl, siéntate ahora o te golpearé. Y hablo en serio —dijo seria.

Ante la amenaza, no le quedó de otra que dejar que la mujer lo vendara antes de seguir con el viaje. Ambos estaban callados, pero ninguno tenía el derecho de culpar al otro ya que ambos habían tenido la misma idea. Avisó cuando terminó para continuar su camino sin mirarlo a los ojos.

—Por lo menos mostraron quiénes son en verdad antes de llegar a Alexandria —mencionó el tema—. No los hubiera querido cerca de Marion.

—Lo intentamos —comentaba él.

—Sí, pero si hubiéramos logrado algo con solo intentar, estaríamos mucho mejor ahora —dijo de malas, él la miró de la misma forma—. Lo siento, estoy de mal humor. Esa chica se llevó mi pistola y yo...

Él la detuvo súbitamente cuando presenció algo en el suelo. Daryl sacudió las hojas caídas y hechas cenizas del piso y leyeron el nombre de la petrolera que habían visto antes. A unos metros de ellos, percibieron un camión de la misma compañía.

—Caminante —mencionó él cuando se dirigió al frente. Sujetó la puerta del piloto—. Dime cuando estés preparada.

Abrió la puerta cuando ella dió luz verde y al instante perforó el cráneo del caminante. La adrenalina la invadió, y la ira contribuyó a sentirse exaltada. Daryl lo notó, pero no supo cómo tranquilizarla, así que dejó que se calmara sola.

—El desvío de los caminantes, el ataque de esos tipos, los chicos que nos desarmaron... —enumeró—. Estoy tan frustrada por todo. No dejo de pensar en Alexandria y esa maldita bocina que desvió a los... —No pudo seguir. En lugar de hablar, tomó al caminante que mató y lo sacó bruscamente del asiento de piloto.

Daryl intentó detenerla antes de cometer alguna estupidez y decidió hablarle.

—No te castigues por eso —le dijo—. Este tipo de mierdas suceden. —Jess rió por el insulto, Daryl se sintió bien—. Todo irá mejor, ya lo verás.

Su cerebro se bloqueó con la ternura que Daryl expresaba ahora mismo, solos allí, teniendo una conversación para traer de nuevo la calma y sus brazos... Eso era lo que más llamaba su atención, si era sincera.

No podía pensar claramente si seguía mirándolo fijamente, si seguía sintiendo lo que sentía por él, si seguía deseando tocarle aunque sea la mano. Sin embargo, hizo más que eso.

Su cuerpo fue más rápido que su cerebro y en un parpadeo estaba besando a su compañero. Él no se movió y ella no quiso abrir sus ojos; temía que la estuviera mirando con odio. Sentía las típicas mariposas en el estomago cuando lo besó, pero su cerebro aun estaba atormentado por las posibilidades negativas en cuanto se distanciara de él.

Cuando se separó, solo bajó la mirada avergonzada y se disculpó con él. No lo dejó hablar y mencionó que debían irse cuanto antes.

En todo el camino, ninguno habló. La diferencia de las otras veces era que ahora Jessica se sentía un poco incómoda por los hechos sucedidos recientemente. ¿Por qué tenía que haber hecho eso? ¿Por qué ahora? La relación con él nunca había ido mejor, pero ahora al parecer había arruinado cualquier factor de amistad que tenía.

A unos metros, se encontraron el auto en donde venían Sasha y Abraham. Jess se bajó del camión para buscarlos con la mirada. Afortunadamente, se encontraban en un edificio con algunas cosas que habían encontrado.

Por suerte, el camión era lo suficientemente grande para que los cuatro entraran. Sus compañeros tomaron la parte del medio mientras Daryl y Jess estaban separados, sin contacto y comunicación alguna. Jess decidió hablar con los muchachos y expresarles la felicidad que le traía el haberlos encontrado.

No obstante, no todo era felicidad. El camino tarde o temprano los iba a llevar a algún lugar en el que desearían morir.

—¿Por qué no bajan del vehículo? —dijo el hombre a cargo de la pandilla frente a ellos.

No tuvieron muchas opciones; sin armas y sin camino por el que tomar un atajo, el equipo solo debía seguir las órdenes de esos tipos si querían salir vivos de allí... Y si es que los dejaban vivos.

Acto seguido, les entregaron todas las armas que tenían a pedido de aquel hombre, y Jessica no creía que esto podía ir peor de lo que ya estaba yendo. Sin embargo, insistía en que le dieran a él y a su grupo de pandilleros más cosas, comentando que siempre había más.

—¿Qué pasa si eso es todo lo que tenemos? —se atrevió a contestar Jess, quien se llevó una risa irónica de parte de ese sujeto.

—Tú, linda, sí que tienes agallas —acercó su rostro al de ella—. T, llévate a nuestro compañero. —Señaló a Daryl—. Y no lo sueltes hasta que desvalijen este maldito cacharro.

Jess trató de no mostrarse preocupada porque sabía que si lo hacía, verían una debilidad en ella. Y no podían permitirse verse débiles ante este grupo.

—Tú pareces fuerte —dijo él hacia Jess—. Le fascinarás a Negan.

Cuando Abraham preguntó el dueño de aquel nombre, el sujeto le apuntó con el arma que Daryl le había entregado, recordándoles que era él el que hacía las preguntas. ÉL y sus amigos apuntaron a los tres, quienes intentaron razonar con este.

Cuando intentó siquiera pensar en gatillar las pistolas, una gran explosión se hizo presente frente a los ojos del grupo. Jess solo tuvo que girar a su izquierda para adivinar quien había sido el autor de tan cruel pero justo asesinato. Daryl, junto a una de las cosas que Abraham y Sasha habían traído del edificio, había salvado la vida de sus amigos.

Aturdidos por el sonido, Sasha, Abraham y Jess se acercaron a su salvador, subiendo inmediatamente al camión luego de agradecer al hombre. Jess se quedó viendo los cadáveres (o el resto de ellos) a sus espaldas.

—¿Estás bien? —cuestionó Daryl, al parecer preocupado.

—Sí, es solo que... —Pensó un momento—. Ellos no estaban solos, Daryl —se refirió al dúo que había escapado con sus cosas—. ¿Cómo estás? Ese desgraciado te clavó un cuchillo.

—Está bien. No fue profundo —respondió suave. Ella sonrió—. Sube. Hay que irnos de este maldito lugar.

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