BLOODY DANGER¹ | Daryl Dixon

By Sunflower_fdt

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𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗𝗬 𝗗𝗔𝗡𝗚𝗘𝗥 | "El miedo es algo poderoso, pero el amor... no tiene límites de riesgo" Horror, m... More

Introducción
Capítulo I ━ La calma antes de la tormenta
Capítulo II ━ Reflexiona
Capítulo III ━ Decidir
Capítulo V ━ En peligro
Capítulo VI ━ Los que están aquí
Capítulo VII ━ Recuerdos
Capítulo VIII ━ Madre
Capítulo IX ━ Extraños
Capítulo X ━ Saber cuando uno se equivoca
Capítulo XI ━ Esperar al último momento
Capítulo XII ━ Vivir
Capítulo XIII ━ Nuestras vidas
Capítulo XIV ━ Largo día
Capítulo XV ━ Todos tenemos deberes
Capítulo XVI ━ Estar bien
Capítulo XVII ━ Cansada
Capítulo XVIII ━ Jessica
Capítulo XIX ━ Marion
Capítulo XX ━ Daryl
Capítulo XXI ━ Carol
Capítulo XXII ━ Todos
Capítulo XXIII ━ A cualquier precio
Capítulo XXIV ━ Indefensas
Capítulo XXV ━ Esperar a que todo termine
Capítulo XXVI ━ El mundo en el que vivimos
Capítulo XXVII ━ Lo que somos ahora
Capítulo XXVIII ━ Sinceros actos de humanidad
Capítulo XXIX ━ Pros y contras
Capítulo XXX ━ Madurez
Capítulo XXXI ━ Almuerzo o cena
Capítulo XXXII ━ Permitirse explotar
Capítulo XXXIII ━ Suerte
Capítulo XXXIV ━ Responsabilidad
Capítulo XXXV ━ Frustraciones
Capítulo XXXVI ━ Un antes y un después
Capítulo XXXVII ━ Verdades
Capítulo XXXVIII ━ Miedo a vivir
Capítulo XXXIX ━ Reputación
Capítulo XL ━ Las personas que cambian
Capítulo XLI ━ Estamos todos bien
Capítulo XLII ━ Papá
Capítulo XLIII ━ Cómodo silencio
Capítulo XLIV ━ Monstruo
Capítulo XLV ━ No siempre es como quieres
Agradecimientos

Capítulo IV ━ Lidiar con la verdad

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By Sunflower_fdt

"What makes you sure you're all I need? Forget about it"





Jessica no conocía mucho a Dale, pero eso no significó que no lloraría en su funeral. Era un miembro del grupo, al igual que Sophia antes de ella, y todos lo amaban. Luego del funeral, Rick comprendió que la protección del grupo era primero que cualquier otra cosa.

Hershel ofreció que se quedaran dentro de la casa; hasta él había comprendido que no era seguro que se quedaran acampando afuera, como si el peligro no acechara fuera de la granja. Rick mandó que todos llevaran sus cosas a la casa. A diferencia de los demás, Jess se fue a donde Randall se encontraba encerrado.

En el tejado, junto a unas tablas de madera, Daryl ponía los tablones en el hueco para que el prisionero no se escapara. Jess no tenía idea de lo que harían con él, pero eso le dio una pista.

—¿Necesitas algo de ayuda allí arriba? —preguntó tapando los rayos que impactaron en su cara con la mano.

—¿Te parece que necesito ayuda? —contestó, luego la miró—. ¿No deberías estar en la casa de Hershel?

—Creí que necesitabas una mano. Ayudaré a las chicas a llevar lo que queda del campamento, ¿necesitas que lleve tus cosas?

Inesperadamente, Daryl bajó de un salto del tejado. Jess se sobresaltó del susto y lo miró sorprendida.

—¿Siempre piensas que las personas necesitan algo? —Se acercó algo enojado. De todas formas, era difícil deducir si lo estaba o no; siempre tenía la misma cara—. No somos amigos para pedir cosas de ti, ¿comprendes? ¡Ve adonde las otras mujeres! Seguro ellas necesitan tu ayuda más que yo.

La sonrisa que la chica tenía antes de hablarle se había desvanecido permanentemente. No podía entender por qué era tan grosero con ella; no le había hecho nada excepto ofrecerle su ayuda miles de veces. Creía que, de esa forma, él cambiaría su actitud. Sin embargo, ni años en estudios de psicología servirían para deducir el comportamiento de Daryl Dixon.

Jessica no sabría decir en qué momento comenzó a lagrimear, y tampoco sabría decir por qué Daryl aún estaba parado enfrente de ella; quizá esperaba una respuesta de su parte.

—No te molestaré más, no te preocupes. Creí que podríamos tener una relación de compañerismo, pero supongo que te estoy pidiendo mucho. —Echó un suspiro, tomó su tristeza y se largó de allí.

No corrió, caminó paso a paso hasta la casa. Se sentía peor que cuando su hermano la hacía a un lado en todo; ahora tenía a Daryl haciendo prácticamente lo mismo.

Pero, ¿por qué quería caerle bien a Daryl? No eran amigos, tal como él lo dijo; no necesitaba su atención, tenía la de todos en la granja. Y muy importante para descartar: no sentía ni una pizca de cariño por él. Tenía a Kenny, y fuera del hecho de que no sabía dónde se encontraba, ella lo quería mucho como para serle infiel; además, pensó que Daryl sería el último hombre sobre la tierra con el que pensaría siquiera tener algo.

Decidió no molestarlo más con el interés desbocado que tenía y se centró en ella y en lo que podría hacer por los demás. No más Shane, no más Daryl.

Tomó un contenedor de la camioneta y lo llevó adentró, dejándola en la sala para seguir trayendo cosas, pero antes de seguir, se dirigió a la cocina; necesitaba sacarse el dolor de cabeza que el último chico con el que habló le había causado.

—Hola, Mochilera —Maggie había entrado a la cocina. Le sonrió cuando la vio—. ¿Cómo estás?

—Con un fuerte dolor de cabeza —sonrió sin ganas—. ¿Tendrás algo?

—Sí, por supuesto. —De una lata, sacó una tira de aspirinas que luego le dio a la castaña—. ¿Hay alguna razón por la que estés de esa forma?

—No vale la pena, te lo aseguro.

Maggie esperó. Tenía algo qué decir pero no le salía.

—¿Quieres que compartamos habitación? —dijo finalmente—. Tengo mucho espacio y creo que podríamos dormir juntas.

—Estaré encantada, muchas gracias. Llevaré mis cosas en un momento.

—No olvides tu mochila —bromeó antes de irse.

No había tenido nada en común con Maggie hasta ese momento. Siempre que se veían era cuando una catástrofe sucedía. Pensó que sería bueno que tuviera una amiga a la que llamar cuando necesitaba hablar con alguien de su entera confianza.

Tomó un bolso con toda su ropa y subió a la habitación de Maggie.

—¿Otro bolso? —dijo riendo mientras acomodaba su cama—. Seguro fuiste la chica de las bolsas antes de todo esto.

—No sé si bolsas, pero sí tenía de todo. —Oyó la suave risa de su compañera de cuarto y se sintió como en casa—. Oye, ¿te importa si me tomo un baño?

—No, por supuesto que no. Aquí está el baño. —Abrió la puerta detrás suya—. Avísame si necesitas algo.

Todo esto le recordaba cuando compartía cuarto con Katie en la universidad. Katie York era parecida a ella en personalidad, por ello encajaron tan bien desde el momento en que se conocieron. La última vez que la había visto fue en un picnic en la plaza a hablar sobre el nuevo novio de ella y lo feliz que era con él. Un día después, los infectados llegaron.

Cuando salió del baño, se sintió más relajada. Con ropa nueva puesta y un baño recién dado podría jurar que estaba lista para cualquier cosa. Le comentó a Maggie lo relajante que era el agua, ella rio por la verdad en su voz.

—Gracias por aceptar venir.

—¿Es una broma? Era este paraíso o dormir como ganado allí abajo.

Finalmente, se acostó al lado de Maggie. Ella tenía una mirada perdida en la punta del pie de la cama; estaba concentrada pensando en algo.

—A Glenn no le pareció tan buena idea —dijo con un puchero.

Maggie era unos años más joven que ella, y Glenn y ella al parecer tenían una relación. No se lo esperaba, pero creyó que era obvio por las tantas veces que los veía juntos, ya sea hablando o discutiendo. Mientras pensaba en qué decir, miraba el mismo punto que su compañera.

—Si te sirve de consuelo, a Daryl no le caigo bien —comentó de la misma forma.

Y cuando se miraron la una a la otra, se rieron. Tenían mucho en común de lo que hablar.






Ayudaron a los demás a desempacar las cosas del auto mientras hablaban de su día hasta el momento y recordaban sus vidas antes de que los infectados llegaran al mundo.

Cuando salieron al pórtico para recoger otras cosas, la mala suerte alumbró el día de Jessica cuando se encontró con su hermano. La sonrisa de ambas se desvaneció en tan solo segundos; se acordó que él había sido el causante de todo en el granero, y que la madre de Maggie se encontraba allí, muerta, junto a otros conocidos.

Maggie le dijo que iría a buscar otras cosas solo para dejarlos hablar en privado..., si es que Jess quería dirigirle la palabra.

—¿Hace cuánto que no quieres hablarme? —habló él primero.

—Desde que trataste de golpearme frente a todos, creo —dijo sin una pizca de lástima. Cuando vio la cara de Shane, rio—. Shane, no estoy para soportar falsas modestias. Tú me odiaste desde el primer momento que me viste, y yo lo descubrí demasiado tarde.

Hubo un silencio entre los dos. Ni siquiera el graznido de una paloma pudo romperlo.

—Nunca te lo pregunté directamente —prosiguió Jess—. ¡Cielos! Creo que ni siquiera tuve el valor de pensarlo detenidamente en mi cerebro. —Suspiró antes de seguir—: ¿Por qué me odias, Shane?

Por la mirada que este le lanzó, supo que él estaba dispuesto a decírselo incluso si ella no le preguntaba. Y de pronto, ella tembló. La respuesta solo residía en Shane y nadie más que él, y no estaba segura de querer saberlo luego de tanto tiempo.

—¿Crees estar lista para saberlo? —preguntó sin mirarla.

—No, porque siento que la respuesta me destrozará —respondió con sinceridad. Se enderezó y tomó un largo respiro—. Sin embargo, siento que la respuesta no solo irá dirigida a esa pregunta, sino que resolverá todas las que tengo.

Shane admiró la determinación de su hermana, realmente lo hizo. Su silencio cada vez más largo la ponía nerviosa. Quería retractarse, pero ya se había dicho.

Ella no sabía que Shane estaba preparándose para decirlo. Era algo muy grande que él guardó por muchos años y, aunque le tenía un poco de rencor, una parte de él le había tomado cariño en todo ese tiempo que estuvieron juntos.

—Será mejor que lo digas rápido, porque terminaré por...

—Papá engañó a mi madre —soltó sin piedad.

—¿Qué? —Quedó aturdida por la noticia—. A... ¿A qué te refieres con "mi madre"? —Él no respondía—. Shane, habla.

—El primer día que viniste a casa, mamá y papá tuvieron una discusión. Yo no entendía quién era la bebé que mi padre traía en brazos, así que me quedé detrás de la puerta y oí todo. —Se tomó una pausa antes de seguir.

—¿De qué estás hablando? —Aún seguía sin entender, o estaba demasiado en shock como para saber lo que quería decir.

—Tu madre había muerto al dar a luz y nuestro padre te trajo a casa con la idea de que te criaría allí —dijo con una voz un poco más baja de lo normal—. El oír el llanto y los gritos de mi madre era horrible, lo suficientemente desgarrador como para...

Se detuvo. El lagrimeo de Jessica se paró repentinamente al saber que Shane quería seguir hablando.

—¿Para qué? —Él ya no la miraba fijamente, pero ella comprendía exactamente lo que trataba de decir—. Estabas furioso como para controlarte, ¿verdad? —Jess se encontraba bajando las escaleras para quedar frente a frente.

Shane negó repetidas veces, como si no quisiera decírselo por miedo a cómo ella podría reaccionar. Ahora Shane le temía a Jessica por la reacción que podría tomar, ¿quién lo diría?

—La cicatriz en mi espalda... —Su voz se quebraba de a poco—. Dime que no fuiste tú.

—Jessica, era un niño...

—¡Yo también! —gritó furiosa—. Era una niña que sufrió múltiples abusos de parte tuya, ¿y ahora planeas redimirte de tus pecados contándome la verdad, que es más cruda de lo que pude haber imaginado jamás? —alzó la voz—. Toda mi vida tuve miedo de entrar a la cocina para no cortarme con nada porque mi hermano me había dicho, durante toda mi vida, que por culpa de mi estupidez me corté sola.

—No planeo que me perdones, solo quería que supieras la verdad.

—¿Es todo? ¿Significa que todo este tiempo que me dejabas de lado en todo era porque nuestro padre tuvo un amorío con alguien más?

—Jessica, mírate. —La señaló de mala gana. No había lágrimas, no había lamentos; Shane estaba serio—. Eres la viva imagen de papá, ¿crees que no podría odiarte?

Jessica irradiaba ira, no podía controlar lo que pensaba. Ojalá tuviera un arma ahora para dispararle y hacerlo sufrir de la misma forma en la que él lo hizo con ella toda su vida; ojalá tuviera un cuchillo ahora mismo para clavarlo repetidas veces en su pecho y muriera desangrado. Quería matarlo y hacerlo sufrir de mil maneras posibles, y cada una peor que la otra.

Comenzó a golpearlo con los puños cerrados, pero más que golpes eran empujones, seguidos de declaraciones de odio de toda índole de parte de ella. Jessica no merecía una infancia como la que tuvo. Merecía ser feliz, vivir una vida normal al lado de una persona que realmente la amara. Quería enterrar todo rastro de dolor que su pasado y las personas en él le habían causado.

No obstante, debía seguir viendo la cara de Shane por el resto de su vida junto a ella, rondando su asqueroso ser por toda la granja hasta el día de su muerte. Y además, debería lidiar con todo esto que le había dicho.

La mala suerte había iluminado el día de Jessica con mucha fuerza. Y aunque sabía que podía vivir sin Shane, las heridas de la verdad tardaría tiempo en sanar.

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