"We're just animals still learning how to crawl"
En cuanto Rick y Shane volvieron, Jessica no quería saber nada de ninguno, pero sentía que ya había molestado lo suficiente a Maggie y su familia, así que estaba obligada a oír el veredicto del destino de ese muchacho al que Rick llamaba Randall.
Cuando Daryl regresó de donde tenían al chico, ella bajó la mirada de vergüenza. No habían vuelto a hablar desde el último encuentro y ninguno se dirigía la mirada. Ella sabía lo que debía hacer, solo necesitaba el momento perfecto. Notó como los nudillos de él estaban cubiertos de sangre mientras decía lo que había sacado de esos cuantos golpes.
Randall y su pandilla eran... Digamos que no eran pan de Dios. A los hombres los mataban luego de que presenciaran los abusos que estos cometían contra las mujeres. A Jess le corrió un escalofrío por la espalda al oírlo.
Rick ya había decidido: había que matarlo, no correr ni un riesgo. Jess no lo dijo, pero estuvo de acuerdo, y así pareció ser con todos. A excepción de Dale. Estaba muy empeñado en salvar al muchacho porque decía que no era justo que se lo juzgara por crímenes que no había cometido.
Un poco ya más a la tarde, cuando el tema no era muy recurrente, Jess estaba hablando con Carol sobre sus vidas antes de esto. Le resultó interesante oír que Carol tenía una vida difícil antes de todo, y sin embargo, siempre estaba con una sonrisa en los labios. Hasta que una presencia interrumpió su charla.
—Buenas tardes, señoritas —saludó Dale con una sonrisa—. ¿Están bien?
—Estábamos hablando con Carol sobre nuestras vidas antes de todo esto. ¿Puedes creer que Sophia iba al mismo instituto al que yo iba antes?
Se le hacía cómodo hablar de Sophia en presencia de Carol, ambas decidieron recordarla con lo bueno, evitando el final doloroso que por desgracia tuvo.
—¿Qué haces, Dale? Pareces cansado —dijo Carol.
—Estoy... buscando aliados que compartan el mismo sentido común que yo.
—¿Sobre qué? —Jess habló esta vez.
El silenció de Dale significó lo obvio, y como Carol no le gustaba hablar del tema del prisionero y lo que harían con él, se excusó y se fue a recoger flores. Jessica estaba a punto de irse cuando Dale la detuvo.
—Por favor, Jessica, ponte a pensar. Es solo un muchacho que no tiene nada que ocultarnos —dijo—. ¿Qué te asegura que sea igual a los de su grupo?
—¿Y qué te asegura que no, Dale? —retrucó—. Como persona que estuvo, en parte, en su lugar, lo ayudaría. Como mujer, lo mantendría alejado de mí y las demás mujeres. Y como ser humano, tendría piedad de él acabando con su tortura.
—¿Estás pensando en lo que dices? ¡Dices que su única salida es matarlo, por Dios!
—¡Yo tampoco estoy de acuerdo con el asesinato, Dale! Pero tengo miedo de la probabilidad de sufrir y ver sufrir a mis amigos. —A estas alturas, los ojos le lagrimeaban—. De todas formas, no quiero ser partícipe de esto, así que mi voto no cuenta.
Esa era la postura que había tomado, pero la decisión de votar se lo dejaba a los demás. No quería ser parte de un acto tan inhumano como ese. Dale tenía un poco de razón en sus razones para protegerlo, pero no estaban para proteger a alguien que perteneció a un grupo con características tales.
Se cruzó a Shane, pero no se habían saludado. Era como si dos extraños estuvieran recorriendo la misma ruta. Jessica no sentía nada cuando él estaba cerca sólo por el hecho de que él no le prestaba atención. Decidió que una caminata por la granja sería mejor que estar quieta pensando en cualquier cosa.
—Jess, ven aquí —llamó Rick cuando se cruzaron.
—¿Sucedió algo? —se alertó al ver que venía trayendo a Carl del brazo.
—¿Podrías cuidar a Carl? Está... castigado por contestarle a Carol.
—¿Ella está bien? —se preocupó.
—Lori habla con ella. ¿Podrías?
—No te preocupes, yo me haré cargo de él.
Nunca había tenido contacto con Carl antes. Apenas conocía a Lori por Rick, y Carl nunca se presentó ante ella como para hablar. Por suerte, con la confianza que Jessica brinda a todo el que hablaba con ella, no fue difícil encontrar un tema de conversación con el que mantenerse entretenidos.
—Debo disculparme con Carol por lo que le dije —reveló inesperadamente el niño.
—¿Qué le dijiste?
—Que creer en el Cielo es estúpido. —Jess abrió sus ojos—. Pero, ¡es la verdad!
—Es subjetivo, Carl, pero no puedes decirle eso a una persona que perdió a alguien importante para ella hace unos días —dijo con cierto mando en su voz—. El creer que te encontrarás con tus familiares fallecidos en el cielo es algo que... hace que las personas tengan esperanzas. Para ti puede sonar estúpido, pero es reconfortante para algunas personas, ¿comprendes?
—¿Para ti lo es? —preguntó inocentemente.
Jess no respondió. Si bien había perdido a su padre y todas las personas que alguna vez la rodeaban estaban, en ese momento, desaparecidas, nunca se tomó el tiempo de pensar en Dios o el Cielo. Solo creía que morían y sus almas se irían.
Cuando intentaba cambiar de tema, la voz de Carl mencionando que estaban donde Daryl acampaba, la sorprendió. Lucía emocionado, y ella solo temía en cómo Daryl reaccionaría si la veía ahí.
—Daryl vive aquí ahora —dijo Carl, como si Jess no lo supiera.
—Sí, supongo que se nota. —Tocó una ardilla muerta colgada de una soga. Carl tomó el volante de la moto para jugar—. No toques nada, cariño. No quiero tener problemas con él.
—¿Qué hacen aquí? —oyeron la voz de Daryl en cuanto llegó.
Por un momento, Carl se asustó y corrió a donde Jess, pero ella estaba igual, incluso más asustada que el niño.
—Estábamos caminando. No tomamos nada, lo juro —habló como pudo.
Pensó que se enojaría pero, en su lugar, los ignoró y se sentó de espaldas a ellos para continuar con sus cosas. Estaba tan acostumbrada al trato de Shane que nunca hubiera pensado que tomaría esa actitud, y mucho menos con ella.
Jess, sin permiso de nadie, se sentó cerca de él sin decir una palabra. Tenía que decírselo ahora, no habrá otro momento perfecto.
—¿Daryl? Quiero decir... que lamento haberte tratado de la forma en la que te traté ayer. —Daryl no habló—. Tienes razón, no vale la pena. Y en cuanto a esperar a que me defiendan... No lo necesito, ¿sabes? Sé exactamente qué hacer en una situación así.
—Yo no...
—¡Estoy hablando! —Ante esto, Daryl la miró fijamente—. Soy una mujer que es muy capaz de defenderse a sí misma y tomar sus propias decisiones.
—Hablando de decisiones, ¿qué decidiste acerca del prisionero?
—No participaré en ello. —Daryl rió—. Pero eso no es de tu incumbencia, con todo respeto.
—Entonces, ¿eso es todo?
A Jess le pareció arrogante, pero la última vez que explotó en contra de él, casi se agarran con balas y cuchillos, así que decidió reprimir sus ganas de mandarlo al carajo. En lugar de ello, solo asintió y se dispuso a irse.
—¿Puedes defenderte sola? —habló Daryl.
—Por supuesto que puedo.
—Demuéstralo, entonces. —Y esa vez fue la primera vez que la miró a los ojos.
Y cuando los vio, descubrió que sus ojos eran celestes, pero lo suficientemente oscuros como para pensar que eran de color marrón. Aún tenía su mirada intimidante, pero había algo esta vez en la mirada que no la intimidó tanto como las otras veces. Era como si se hubiera suavizado.
Al estar a mitad de camino, recordó de pronto que venía con Carl y que no sabía dónde estaba. Tenía a cargo a un niño y ni siquiera fue capaz de cuidar de él 10 minutos. Temía que estuviera en los bosques y fuera perseguido por infectados. Ante la idea, se desesperó.
Cuando estaba yendo para avisar a Rick y Lori sobre la desaparición, Carl apareció en el bosque. Ella corrió hacia donde estaba y lo retó por haberse alejado sin ningún aviso.
—¿Qué estabas haciendo en el bosque?
—Di un paseo —contestó inocentemente.
—Pues, no lo vuelvas a hacer. Casi me desmayo. Vamos adentro.
El sol ya se estaba ocultando, lo que significaba que el veredicto final acerca de Randall se acercaba. Al llegar al pórtico, Lori le pidió que lo llevara a la habitación de arriba para que no viera el veredicto. A Jess le pareció una buena idea y, dado a que ella no participa de ello, subió junto a él.
En la segunda planta, estaban Jimmy y Beth en la cama. La última sonrió cuando los vio después de mucho tiempo de no poder levantarse de la cama.
—¿Siempre llevas tu mochila a todas partes? —preguntó el muchacho de la misma edad de Beth al ver a Jess aparecer con Carl.
—Eso creo.
—¿No te duele la espalda? —Carl se unió. Estaba sentado frente a ella, en el suelo.
—Cuando iba a la universidad, llevaba una mochila mucho más grande que cargaba cerca de siete libros. Estoy acostumbrada a las cosas pesadas —comentó chistosa. Miró a Beth, quien estaba callada—. ¿Cómo estás?
—Me encuentro mejor —dijo después de mirar su brazo vendado—. Gracias por preguntar.
Había oído por boca de Andrea que Beth había intentado suicidarse, y ante la incertidumbre de la pequeña ella había decidido decirle que lo hiciera. Según su lógica, Beth lo intentaría y luego se arrepentiría. Y sucedió exactamente eso, pero hubo distintas opiniones de parte de Lori. A Jess solo le importaba que ahora estuviera bien.
—No te preocupes por ello. Te olvidarás que alguna ves ocurrió.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó de repente.
El silencio provocó que Jimmy cambiara de tema, así Jessica no se sentiría incómoda. No aportó nada más a la conversación.
No era algo que contaba a las personas que conocía; ni siquiera a Kenny se lo dijo. Ocurrió cuando tenía 15 años y un compañero suyo faltó a clase por más de cuatro días. Cuando la policía llegó a la escuela una semana después, le comunicaron algo a la maestra que luego estuvo obligada a contarle a los alumnos: ese niño sufrió de depresión y terminó con su vida.
A Jess nunca se le había pasado por la cabeza el suicidio. Luego de toda una vida de abusos de parte de su hermano, creyó que sería una opción que debería considerar tomar. Solo tenía 15 años la primera vez que pensó en hacerlo.
Una discusión con Shane lo provocó. Él venía golpeado de la escuela y su madre lo había castigado. Cuando Jess volvió a casa, Shane comenzó a desquitarse con ella, diciéndole lo inservible que era. No le importó mucho, pero este había dicho algo que perduró para siempre en su cabeza.
—Tú nunca vas a ser mi hermana. Desearía que nunca hubieras nacido.
Esa misma noche, Jess había planeado cortarse las venas con la navaja que le había sacado a su padre. Encerrada en el baño, tuvo que tomar la decisión más grande de su vida a una corta edad. Pensó seriamente antes de hacerlo, puso los pros y los contras en su cabeza mientras lloraba.
Y tal como Daryl había dicho, una frase se marcó desde ese día: no lo valía. Shane no iba a extrañarla cuando muriera, así que ¿cuál era el sentido? Terminaría dándole la razón. Además, le tenía algo de pánico a la sangre en ese entonces.
Cuando anocheció, no oyó ningún disparo en el granero. Al ver a Rick venir y escucharlo decir que lo mantendrían vigilado, no se mantuvo muy tranquila.
Y cuando oyeron los gritos de Dale atrapado ante las manos de un infectado, supo que decidir sobre la vida de una persona no era tan fácil como creía que sería.