Oculto bajo un suspiro

By Soloparaescribir3

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Un chico que está harto de su miserable vida toma una drástica decisión. Acabar con su sufrimiento, pero algo... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27

Capitulo 5

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By Soloparaescribir3

Todo en la cocina era un desastre, la harina estaba regada por todos lados, un par de huevos estaban rotos en el suelo y ni hablar del estado en que se encontraba Matthias, el baño que le había dado antes no sirvió de nada, la ropa que le acaba de comprar fue en vano, el niño estaba todo cubierto de la mezcla para pastel. La señora Hawking intento ayudar, pero el rubio no dejo que se acerque así que John le dijo que no se preocupara que él se encargaba.

Obviamente no se hizo cargo de nada, se nota a kilómetros por el estado desastroso de la cocina que el que tenia el control era otro. Aunque unos momentos después logro dominar la situación y calmo al pequeño, quien destilaba emoción por doquier.

Ahora se encontraban sentados en uno de los bancos de la isla, el rubio en su regazo, ambos batiendo la mezcla.

Rita volvió a entrar a la cocina, y sonrió al ver la tierna imagen que tenia ante sus ojos.

– Le he dicho a mi sobrino que venga para que me ayude a acomodar las cosas, ha venido de visita por unos cuantos días y no quisiera dejarlo solo en casa, espero no te moleste

– Claro que no, señora Hawking, no tengo derecho a molestarme, después de todo esta es su casa – dijo soltando las manos de Matthias, dejándole el trabajo de mezclar a el solo.

– Perdón que sea entrometida, pero ¿Qué le paso a tu hermano para que quedara así? – la señora Hawking creía que el pequeño era hermano de John y este no tuvo la necesidad de desmentirlo. Si alguna vez la mujer llegara a ver semejantes cosas que hacían en esta casa, ella no volvería a creer que ellos eran hermanos.

– S-se lo detectaron cuando era niño, digo físicamente, ahora lo sigue siendo, pero solo es mental – hizo una pausa para pensar, ya llevaban casi un año aquí y nunca había hecho tal pregunta, quizás porque no tenía la confianza suficiente aun, debía ser rápido y pensar en algo pronto – Él ya había nacido con ello, pero se lo detectaron años más tarde y después de que nuestros padres murieron yo me tuve que hacer cargo de él – Dios como es que le daba la cara para mentirle a esta buena mujer.

– Perdona mi imprudencia, no sabes cuanto siento lo de tus padres – la mujer le daba una mirada llena de compasión y lastima, el remordimiento lo estaba carcomiendo por dentro.

El timbre sonó, librándolo de tal incomoda y engañosa conversación, la señora Hawking le regalo una sonrisa antes de irse. 

– Date prisa si no quieres quedarte sin pastel – agregó con una risilla. John no comprendió, pero al regresar a mirar a Matthias entendió el mensaje, el chico se estaba comiendo toda la mezcla.

– No Matthias, eso aún está crudo.






Después de hornear el pastel, decorarlo y bañar al rubio por segunda vez, salieron al comedor y la mesa ya estaba puesta, el olor de la comida era exquisito, como si hubiera sido preparadas por los mismos ángeles, y como no, si la señora Hawking era uno.

La mesa era chica y no había sillas, por lo que tenían que sentarse en el suelo, el pequeño se sentó encima de John, y esta vez, el mayor no protesto, lo entendía porque habían desconocidos en la casa y tal vez tuviera algo de miedo. Además de que una de las personas no era una cara familiar, era la primera vez que lo veían en sus vidas.

– Él es Thomas, vive en Canadá, pero está de vacaciones.

– Es un placer conocerlos – volteo a ver al rubio, quien se encogía hundiéndose en el cuerpo de John – esta bien no temas, soy buena persona – sonrió y le entrego un dulce.

El chico se acercó lentamente, mirándolo perplejo y tomo el dulce atrayéndolo rápidamente a su pecho.

– No seas tímido, quiero ser tu amigo ¿Sí? – el rubio levanto ligeramente los labios y asintió, eso es nuevo, pensó John.

– Gracias – hablo el moreno, con cierto recelo tanto en su rostro como en su voz. Este tipo no llevaba ni 10 segundos aquí y ya le caía mal, solo por obtener la atención de Matthias, algo que nadie podía lograr, excepto él y ahora, al parecer también Thomas.

– No hay de que, mi tía me dijo que visitaríamos a un niño, así que vine preparado eso es todo – hablaba tan confiado, eso lo hacía enojar aún más.






Al cabo de una hora y media después, John y Matthias se encontraban despidiendo a la visita.

– Gracias por lo de hoy Doña Rita – el moreno la abrazaba a manera de despedida.

– Fue un gusto – dijo la mujer apartándose.

John sintió que una mano se posicionaba en su cadera, agarrando la tela de su playera jalando de ella, cuando volteo vio a Matthias mirándolo lascivamente chupando su dedo gordo – Matthias también quiere un abrazo.

– Oitt... criaturita, no te preocupes ya nos vamos, para que tu hermano vuelva a ser completamente tuyo otra vez – si ella supiera a lo que el niño se refería, su reacción hubiera sido completamente diferente.

Este asintió tiernamente, y la anciana tuvo que reprimir las ganas de acariciarle la cabeza, pero el que no se aguanto fue Thomas, pues este lo acaricio y lo despeino como si fuera algo muy normal y de todos los días.

– Hasta luego peque – ¿qué le daba el derecho de llamarlo así? aparto su mano del suave cabello del chico y John sintió que volvía a respirar tranquilamente. Que lo tocara lo hizo enfurecer.

John lo cargo en brazos y despidiéndose por ultima vez cerraron la puerta, para después pegar sus labios en un beso desenfrenado, esta vez John era el que había comenzado y eso tomo por sorpresa al rubio, pues casi nunca solía hacer tal cosa.

El beso era duro, bruto como si fuera un castigo, en un momento el moreno dejo de besar para morder fuertemente el labio del pequeño, haciéndolo gemir, excitado.

– E- espera – trato de decir el pequeño, pero John no se detuvo lo besaba con incluso más animo que antes.

– No puedes pedirme que pare, me estuviste provocando todo el rato que ellos estuvieron aquí, frotándote contra mi cuando estábamos comiendo – es cierto Matthias lo había estado queriendo provocar de todas las formas posibles, pero el hecho de que el haya caído ante esa provocación era mentira, lo que lo jodió fue ver a Thomas tocándolo, es por eso que iba a marcar su territorio en este instante.

Se dejo caer en el sofá con Matthias a cuestas, siguió besándolo pasando de sus ya hinchados y rojos labios a la curva de su cuello, su parte favorita.

John agarro la mano del menor y la coloco sobre su muy presenciada erección, despegando los labios de su tersa piel, se acercó a su oído y le dijo.

– Chupa – Dios, pero que estaba diciendo, eso era lo más perverso que le había insinuado hasta ahora, pero ya era tarde para retractarse, pues el rubio bajo de su regazo y se dejó caer ante él, con los brazos por delante, como un cachorro.

Bajando la cremallera del pantalón, saco su miembro del apretado bóxer para luego darle una lamida, luego otra y otra para acostumbrarse al sabor hasta que finalmente lo introdujo dentro de su boca, chupando, moviendo su cabeza de arriba hacia abajo, ¿Como es que era tan bueno si no lo había hecho antes? Sin duda algo de Mateo se había quedado con él.

Su cabello, su rostro y su respiración, todo era un desastre, John jadeaba cada vez más fuerte conforme el pequeño aumentaba el ritmo. Estiro su brazo alcanzando el cabello del niño acariciándolo, guiándolo un poco también, ya estaba a punto de venirse necesitaba apartarlo – apártate... voy... – pero no pudo terminar su oración, porque el chico chupo fuertemente el glande haciéndolo correrse al instante.

Este recibió todo el semen en su boca y antes de que John pudiera decirle que lo escupiera, el ya se lo había tragado.

– No sabe bien – dijo levantándose montándose de nuevo en su regazo.

Riendo bajo, John beso su mejilla trazando lentamente un camino con su mano que llegó hasta el bulto del chico, estaba duro como una roca, chupar sin duda le había excitado.

Lo toco por debajo de la tela haciendo estremecer al rubio – duele – gimió ocultando su rostro en el hombro del mas grande.

– No te preocupes voy a ayudarte – susurro para luego besarlo y empezar a masturbarlo. 

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Inicialmente eran solo relatos de dos vatos cogiendo ok? tenganme paciencia T_T

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