𔘓 𝑳𝑶𝑵𝑬𝑳𝒀 𝑬𝒀𝑬𝑺⋆.ೃ࿔
⇢ ˗ˏˋ 🦢┋CAPÍTULO FINAL ⊹.˚
« cuando el amor encuentra su camino »
EN CUANTO CORA COMPRENDIÓ que su esposo había sido asesinado por la obsesión de la desquiciada señorita Palmer —quien fue apresada para su posterior condena—, lo único que deseó hacer fue marcharse de Londres para siempre. No había nada allí que le trajera buenos recuerdos. Ni siquiera los inolvidables momentos con Benedict Bridgerton, pues no pudo ignorar el comentario de su amiga Frances.
Sin previo aviso, tomó sus pertenencias y marchó a su casa de campo predilecta, una de las que su padre le había dejado como herencia: Sandford Hall. Y solo cuando estuvo allí, sola y de noche, decidió que era el momento oportuno para leer la carta que su difunto esposo le había dejado.
Querida Cora:
Sé que no tengo derecho a dirigirte la palabra, pero no puedo evitarlo. También he de reconocer que no tengo la suficiente valentía para expresártelo en persona, y eso es un motivo más que indica por qué no te merezco.
He sido un estúpido. Todo el reino lo sabe, pero nadie mejor que yo para entenderlo. De solo verte aquella noche en la casa del señor Dixon, comprendí que solo un alma vacía y pobre pudo ser capaz de hacerte atravesar semejante humillación. Y dolor, porque ahora entiendo lo que has tenido que pasar. Y por eso, te ruego perdón.
No te pido que me aceptes de nuevo en tu lecho y mucho menos que me recibas cada día con esas miradas llenas de amor y devoción de antaño. No te lo pido porque, aunque es mi mayor deseo volver a esos tiempos, sé que no es justo; no lo merezco. Pero sí te suplico, desde lo más profundo de mi corazón, que me perdones.
De más está decir que no volveré a ver a la señorita Palmer ni a ninguna otra mujer. Pero esto, por duro que me sea, no quiere decir que pretenda que hagas lo mismo por mí. Estoy seguro de que existen mejores hombres que yo, personas con almas que de verdad te merecen. Y no te negaré esa oportunidad. Por mucho que me duela y que no quiera, no sería justo privarte de que seas amada como mereces. Aun así, yo estaré aquí, por siempre y para cuando me necesites.
Por siempre tuyo,
William
Una densa lágrima rodó por la mejilla de Cora. Sintió dolor y también pena. Pero un vacío enorme la inundó cuando comprendió que, de haber estado vivo, jamás habría accedido a volver con él. No por rencor, no por despecho. No habría vuelto con William por amor a sí misma. Pero, aunque con ese motivo hubiera sido más que suficiente, el recuerdo de la mirada cerúlea más tierna del mundo regresó a su mente. Por mucho que quisiera negárselo, sabía que otro motivo —y seriamente fuerte— era él: Benedict Bridgerton.
Respiró profundo, dobló el papel y, segura de lo que haría, lo lanzó al fuego de la chimenea.
Se acostó más temprano que lo de costumbre. Se sentía exhausta, y aun así, no pudo cerrar un solo ojo. Había pasado bastante tiempo y no había recibido una sola noticia ni señal de vida de Benedict Bridgerton. ¿Acaso de verdad había estado con ella solo por lástima? No lo sabía, y tampoco quería pensarlo. Cada vez que imaginaba esa posibilidad, el corazón se le rompía en mil pedazos. Y no quería seguir sufriendo. Ya no más.
Se levantó, se aseó y, tras vestirse ayudada por su doncella, descendió a su sala favorita para desayunar. No obstante, la interrupción del mayordomo cambió el rumbo de su vida.
━━Correspondencia para usted, milady ━━Y extendió la bandeja de plata para que Cora tomara la carta.
El criado se marchó, y ella no tardó en abrirla para sumergirse en la lectura de un autor inesperado.
Estimada lady Lancaster:
Antes que nada, siento mucho su pérdida. Más allá de las circunstancias y de todo el dolor que ha tenido que atravesar, no deja de ser un infortunio más que terrible. Aun así, no son mis condolencias el motivo de esta carta. Sé que no tengo derecho a inmiscuirme en asuntos ajenos, pero si Dios lo permite, ya tendrá usted tiempo para conocerme y saber que es algo muy propio de mi personalidad, y mis hermanos ya lo han aceptado.
Dicho esto, quiero hablarle de él: de Benedict Bridgerton. Quizá haya sido muy poco el tiempo que tuvieron para conocerse y, por ende, él no haya alcanzado a desvelarle el pasado que lo ha atormentado hasta que la conoció a usted. Aun así, debo reconocer que no es propio de la naturaleza de Benedict contar sobre su vida personal. Como sea, creo que debe saberlo porque, por muy buenas fuentes, sé que tanto él como usted mínimamente se desean, aunque estoy segura de que se han enamorado.
En fin, la cuestión principal de esta carta es para mencionarle que mi hermano también ha sufrido, quizá como todos los seres de este mundo, pero su pérdida fue muy fuerte. Así como usted también lo dio todo por amor, él se enamoró de una joven muy pobre llamada Lucia. Se amaron y se juraron amor eterno. Pero, a diferencia de lo que muchos podemos hacer con nuestras vidas, ellos no pudieron escoger, ni siquiera alcanzaron a equivocarse, pues el destino quiso que ella se enfermara de gravedad y muriera en unos pocos días. No importó el esfuerzo que Benedict hizo para que ella sobreviviera. La vida se la arrancó de la forma más injusta, y él sintió el abandono como nunca jamás en la vida.
Perder a alguien a quien se ama es terrible, y estoy segura de que usted lo entiende. Por eso, le ruego que recapacite. ¿Estaría dispuesta a perder al amor de su vida cuando aún tiene la posibilidad de pasar el resto de sus días junto a él? Sé que tienen asuntos por resolver, y al menos en eso no me meteré. Pero espero que esta carta sea suficiente para que abra los ojos y finalmente se permita ser feliz.
Con el mayor de los respetos,
Eloise Bridgerton
El corazón de Cora se aceleró. ¿Cómo había estado tan ciega? El orgullo podía ser muy fuerte, pero no perdería la oportunidad de ser feliz cuando aún, tanto ella como él, estaban vivos. Y entonces recordó las palabras de él y que jamás olvidaría: «No es el tiempo lo que cura, lady Lancaster, sino lo que nosotros hacemos con el tiempo».
Impulsada por una ola de emoción, mandó a su doncella a empacar algunas pertenencias y vestidos, tomó el pañuelo que en realidad era de Benedict y, decidida, habló con los criados para que prepararan el coche, pues partiría cuanto antes hacia Londres. Sin embargo, cuando se dirigió a las escaleras para ultimar detalles de lo que sería el viaje, tanto ella como el mayordomo escucharon el traqueteo de un carruaje.
El lacayo abrió las puertas y los ojos de Cora se iluminaron en cuanto se sumergieron en los azules de él.
━━Lady Lancaster... ━━suspiró Benedict.
El mayordomo se retiró y ella se acercó con cautela.
━━Señor Bridgerton... Qué agradable sorpresa.
Benedict observó el movimiento del personal. ━━Disculpe por haber venido sin previo aviso, pero es que es urgente... ━━vaciló━━. Bueno, ya sabe, una urgencia artística.
Cora sonrió. Pero entonces recordó lo que tenía de él.
━━Señor Bridgerton, hace tiempo que tengo algo que es suyo ━━Ella extendió el pañuelo en su dirección━━. Disculpe que lo haya tomado, pero para ese momento, cuando lo vi en aquel parque, no sabía que era usted. No nos conocíamos y, aun así, me conmovió. Y, si me permite el atrevimiento, no creo que haya deseado deshacerse de un recuerdo como este ━━Le sonrió delicada, con verdadera empatía.
Benedict lo tomó, lo observó por unos segundos y sonrió con nostalgia. Que ella lo hubiera guardado y protegido todo ese tiempo significó más de lo que Cora hubiera imaginado.
━━Gracias ━━suspiró, pero no tardó en continuar━━. Yo también tengo algo que es suyo.
Cora desvió su mirada hacia el misterioso objeto que Benedict sostenía cautelosamente bajo su brazo, intrigada por su contenido. Sus ojos se posaron en el paquete, y con curiosidad, señaló hacia él, planteando la pregunta que danzaba en su mente.
━━¿Es una pintura? ━━inquirió con suavidad, dejando escapar un leve suspiro de expectación.
El rostro de Benedict se iluminó con una sonrisa llena de complicidad mientras avanzaba un paso hacia ella, desenvolviendo con ternura el envoltorio de tela que resguardaba aquel tesoro oculto. Antes de entregarlo, él sostuvo el cuadro entre sus manos, sumergiéndose con su mirada en la profundidad de los ojos de Cora, ahogándose en su belleza.
Un instante fugaz pasó entre ellos, como si el tiempo se hubiera detenido. Y entonces, al bajar la vista, el aliento de Cora se escapó de sus labios en un susurro apenas audible. Los ojos de Cora, como dos ventanas al universo, reflejaban una mezcla de sorpresa y emoción mientras se posaban en el retrato que tomaba entre sus manos. Era ella, retratada en su esencia más pura. Su cuerpo desnudo reposaba con elegancia sobre un divan, mientras su mirada traspasaba el lienzo, llena de anhelo y esperanza hacia una ventana bañada por la cálida luz del sol.
Las pinceladas magistrales capturaron cada matiz de su piel, cada detalle de su cuerpo, otorgándole una suavidad etérea. Los sutiles delineados de color le dieron vida a sus formas, resaltando la delicadeza de sus curvas y la intensidad de su expresión. Y sus ojos, además, irradiaban una inexplicable paz, como si los delicados trazos del pincel hubieran acariciado su mirada y dejado una huella de bonanza en lo más íntimo de su ser. La luz que emanaba de ellos parecía transmitir una historia, una historia llena de vivencias, sueños y anhelos. Eran ojos que guardaban secretos, pero también promesas de un futuro luminoso.
Él había logrado capturar la esencia misma de la Cora que habia sido cuando debutante en cada pincelada, regalándole un retrato que trascendía los límites de la realidad. Mientras sostenía el retrato entre sus dedos temblorosos, Cora sintió cómo el lienzo cobraba vida en sus manos, cómo aquellos ojos pintados la miraban con una intensidad que traspasaba el tiempo y el espacio. Era como si el cuadro guardara un fragmento de su alma, un reflejo de su esencia que ahora se desplegaba ante ella de forma tangible.
Cora quedó sin palabras, con los ojos vidriosos y el corazón palpitando desbocado. Benedict, con alivio, vió que en su mirada se percibía una mezcla de admiración y gratitud, como si en ese momento sus pupilas hubieran encontrado el sentido último de su existencia.
Para lady Lancaster, aquella obra de arte, aquel regalo, había desnudado su ser y la había dejado vulnerable ante la contemplación de Benedict. En ese instante, comprendió que no solo había recibido un obsequio del artista, sino también una muestra del amor y la admiración que él, Benedict Bridgerton, sentía por ella. Era un vínculo profundo, un lazo creado con la pasión de un pincel y la devoción de un corazón enamorado.
━━Señor Bridgerton, yo...
━━Por favor, no diga nada. Hay veces que las palabras sobran. Y sus ojos hablan por sí solos.
Estaba de acuerdo con él. Muchas veces las palabras no eran necesarias.
Alzó la vista y se hundió en los ojos de él. Brillaban como nunca antes, la devoraban y a la vez la alababan como si se tratara de lo más preciado en el mundo. Y entonces lo supo: no había lástima, ni en ese momento ni cuando se unieron en el más hermoso acto de amor en Donwell House. La amaba y, sin duda alguna, ella a él también.
━━Discúlpeme por haberlo puesto en serios aprietos. Usted siempre ha sido un caballero, y yo...
━━¿Un caballero en aprietos? No. Todo lo que he hecho lo hice con pura consciencia. Eso sí: solo por usted ━━Y se acercó para tomarla con suavidad por la nuca.
━━Solo llámame Cora ━━le suplicó aproximando los labios a los de él.
━━Cora entonces.
Y, sin necesidad de más palabras, la besó tal y como solo Benedict Bridgerton sabía hacerlo: con puro y verdadero amor.
FIN...
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