Zats se quedó en silencio, Maya analizó su rostro intentando encontrar una respuesta.
No era que no confiara en el, pero no le gustaba el tono misterioso que estaba adoptando. Respiro profundo y se rasco la nuca.
Después de todo sabía que Zats la protegería de todo, incluso de ella misma.
Puso una mano en su mejilla y lo miro como pidiendo una disculpa. Zats tomo su mano, la entendía y no quería ocultar nada. Pero el quería saber primero de que se trataba para saber si ella lo soportaría, había pasado por mucho y no quería que pasara por más.
- te juro que cuando sepa lo que es - explico - serás la primera en saberlo
Maya bajo la cabeza.
- me gustaría saber que piensas, incluso si no sabes aún de que trata...
Zats miro a Maya sorprendido, sin duda Maya había adoptado madurez de alguna forma.
Era más seria en su forma de hablar y no la culpaba, el también se sentía diferente.
El albino se prometió que no descansaría hasta que ella volviera a ser esa muchacha despreocupada y apasionada que había conocido.
- vamos con Chimi y Rico - sugirió Maya tomándolo de la mano - ¿Te parece?
Zats asintió y la siguió.
La fiesta fue pura alegría para todos. Estaban emocionados de estar de nuevo con sus amigos y Maya además con sus padres.
Rico hizo un acto de magia, todos lo veían asombrados, Maya y Zats no se soltaban la mano. Sus padres miraban orgullosos de cuánto había madurado su hija, incluso parecía mayor.
Chimi les contaba a Maya y a Zats de sus hijos, detalles acerca de cada uno y como una de sus hijas, según ella se parecía demasiado a Maya.
Continuará...