Please | Ghost

By yoongsx_min

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El teniente Ghost tenía la fama de haber estado con todas las mujeres de aquella base, simplemente no podía c... More

• Prólogo •
• 01: tarde.
• 02: frustración.
• 03: confianza.
• 04: directa.
• 05: enojo y bebidas.
• 06: discusión.
• 07: propuesta.
• 08: diferencias.
• 09: tiro.
• 10: de rodillas.
• 11: ¿amigos?
• 12: mío.
• 13: celos.
• 14: primera vez.
•15: dolores.
• 16: viaje.
• 17: celos y trabajo.
•18: descanso.
• 19: hogar.
• 20: sensaciones.
• 21: talento.
• 22: regreso.
• 23: descubrimiento.
• 24: ¿cita?
• 26: nueva compañera.
• 27: respeto.
• 28: misión.
• 29: guardia.
• 30: fuerza.
• 31: radio.
• 32: reencuentro.
• 33: amor.
• 34: cita.
• 35: ¿Hijos?
• 36: perdón.
• 37: prueba.
• 38: mejor.
• 39: embarazo.
• 40: fin.
•Agradecimientos•
• Especial 1: boda.
• Especial 2: Happy family.
• Especial 3: trío [AU]
• Especial 4: trio 2 [AU]
• Especial 5: peligro.

• 25: amigas.

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By yoongsx_min

Había pasado todo el día yendo de un lado a otro en la base para evadir al Teniente y mantener su mente ocupada.

Era una idiota.

Sabía que no tendría que haberse enamorado, ella misma había puesto las reglas de esa relación, pero no había podido evitarlo.
Había caído en la dulce mirada de ese hombre, había caído en sus redes y se arrpentía.

Simon era tan dulce con ella, tan tierno, tan atento...
Pero era igual que Alejandro.
Igual que todos.

Gruñó cuando vió al hombre meterse a su habitación. ¿A dónde mierda se supone que dormiría?
No quería verlo porque sabía que iba a enojarse e iba a terminar diciendo cosas que no quería.

Se dió la media vuelta y salió por aquel pasillo, caminando directamente a la salida de la base.
El frío nocturno la golpeó pero no relajó su paso.

Era el día libre en común, no había nadie en la base.

El gimnasio estaba vacío y cerrado, por lo que lo descartó al instante. El silencio rodeaba todos los espacios del lugar.

Solo caminó, recorriendo los caminos pavimentados mientras miraba las estrellas.
Quería llorar, quería llorar tranquila bajo las sábanas de su cama para tener un momento con ella misma y convencerse de que los hombres no valian la pena, de que era mejor estar sola.

Con un largo suspiro se dejó caer en las escaleras de entrada a una pequeña cabaña oscura, mirando el cielo.

¿Acaso nunca tendría éxito en el amor?

¿Bastaba con que le dijeran que la querían para encontrar a alguien mejor que ella?

¿Acaso nadie la querría nunca?

— Hola, Sargento.

Dió un salto ante el susto, tocándose el pecho ante aquella fea sensación.

—Mierda, Emily... ¿Qué haces ahí? — murmuró, señalando la cabaña de dónde la muchacha se asomaba por una de sus ventanas.

— Estos son los dormitorios del área médica, más bien yo debería preguntarte a tí que haces por aquí. — murmuró divertida, con su bonita sonrisa apareciendo. Sus dientes blancos parecían reflejar la luz de la luna.

— ¿Está tu amiga? — preguntó desconfiada.

— ¿Anna? — preguntó y la mujer se encogió de hombros.

— No sé, la rubia.

— Nah. Se fue. — murmuró, adentrandose a la cabaña.
No pasó mucho hasta que la pelinegra salió con un delgado pijama por la puerta y se sentó junto a ella.

Del bolsillo de su pijama sacó un cigarro y un encendedor, prendiendolo para colocarlo sobre sus labios.
Dió una larga calada y soltó el humo hacia un costado, centrando su mirada en el perfil de la mujer.

— ¿Vas a decirme que haces aquí? — preguntó, mirándola con una bonita sonrisa en su rostro.

— ¿No tienes frío? — preguntó curiosa y la muchacha sonrió, acercándose un poco más a ella.

— Si, bastante. Puedes abrazarme si quieres. — murmuró, y ante las cejas fruncidas de la mujer soltó una ligera risa. — Solo bromeo, te saldrán arrugas por enojarte tanto.

— Tu amiga... — susurró pero la pelinegra la interrumpió.

— Ella no es mí amiga. — murmuró y la Sargento la miró con atención.

— ¿Ah no?

— No. Ella es mala con todo el mundo, muy mala. Parece un gato rabioso. — dijo enojada, dando otra calada. — Es mí única compañera en la base, hay muy poca gente para trabajar en el área médica y es mí superior.

— ¿Cuántos años tiene? — preguntó y la muchacha frunció sus cejas.

— Unos cuarenta y tantos, ¿por qué?

Ella soltó una risa ligera. Simon le había dicho que había conocido a su primer amor en sus veintes cuando ella tenía treinta. Todo coincidía.

— Son todos iguales... — susurró y la pelinehra terminó su cigarro, lanzando la colilla al suelo. Al instante tomó otro y lo encendió.

— Eso es cierto. ¿Te peleaste con tu-? — murmuró, pero su pregunta se cortó cuando la mujer le quitó el cigarro de sus labios y lo llevó a los suyos. — Oye... — susurró con sus mejillas totalmente rojas, pero la mujer no la miró.

— Deja de fumar tanto, niña. ¿No se supone que eres médica? Sabes que esta mierda es mala.

La jovencita soltó una risita tímida.

— Es que me pones un poquito nerviosa... — susurró, temblando ante el frío y los nervios. — Siempre que me hablas parece que vas a morderme.

— Créeme, lo haría. Eres molesta. — murmuró y la pelinehra abrió su boca enojada, dándole un sube golpe sobre su hombro.

— No me digas molesta... Solo quiero ser tu amiga.

— ¿Ah sí? — preguntó burlona, dando una calada mientras recordaba como había intentado besarla la primera vez que la había visto. — Claro...

— ¿Vas a decirme que haces aquí? — preguntó curiosa, colocando sus manos heladas entre sus piernas para intentar calmar aquel doloroso frío.

— No puedo estar en mí habitación y salí a caminar. Suerte que me encontré un ratoncito que me prestó un cigarro.

— ¡¿Ratoncito?! — exlamó molesta y la Sargento Mayor rió. Su enojo no duró mucho, porque cuando escuchó la bonita risa de la mujer su corazón latió acelerado. — ¿Que vas a hacer? Hace mucho frío...

— No lo sé... — susurró mirando el cielo. — No tengo idea.

Emily la miró por unos segundos y mordió sus labios.

—  ¿Por qué no duermes aquí? — murmuró y la Sargento la miró.

— Ni loca, tu amiga-

— Anna tuvo problemas con su visa y tuvo que ir a resolverlo a la ciudad. Volverá mañana a eso de las nueve... Puedes quedarte aquí.

La Sargento la miró por unos segundos, sus ojos miel brillando bajo la luna.
Su piel pálida contrarrestaba con sus mejillas y su nariz colorada, sus labios tintado de un sueve carmín.

— Pero...

— Dijiste que no puedes estar en tu habitación.

— Algo te traes entre manos... — murmuró y la pelinegra levantó sus manos en señal de inocencia.

______ miró preocupada lo rojas que estaban las manos de la muchacha. Se estaba helando.

— Hay tres camas ahí dentro... Por favor...

_______ guardó silencio unos segundos hasta que finalmente lanzó la colilla de cigarro al suelo.

— Bien, pero solo porque te estás congelando.

— ¡Genial! — dijo emocionada, tomando la mano de la mujer para adentrarla a la cabaña. Encendió la luz y cerró la puerta con seguro. — Si golpean la puerta en la noche no te asustes, a veces si alguien tiene un accidente vienen a buscarnos aquí. O bueno... A veces vienen a molestar también.

La mujer asintió, viendo que una cama no tenía sábanas, una estaba perfectamente tendida y la otra estaba destendida.

— Acuéstate en esa. — dijo, señalando la cama destendida. — Es la mía, yo dormiré en la de Anna. En todo caso me regañará a mí. La mujer es obsesiva, se va a dar cuenta de que hay una maldita arruga de más en su cama.

La Sargento Mayor caminó al lugar que le indicaron y se sentó, comenzando a quitarse sus botas.

— Gracias por dejarme quedar aquí...

— No hay nada que agradecer. ¡Es como una pijamada de amigas! ¿Eres mí amiga? — preguntó y la mujer se encogió de hombros.

— Si eso te hace sentir bien... — murmuró.

— Eres mí amiga entonces. Eres mí primera amiga aquí.

— Ghost me comentó que tenías muchas amigas. — murmuró rencorosa. El Teniente solía acostarse con ella y con todas las muchachas con las que ella se relacionaba.

— Cambié eso hace mucho, ellas nunca fueron mis amigas. Solo me usaban, se acercaban a mí porque era popular con los chicos para poder acercarse a ellos. — murmuró con un puchero, metiéndose bajo las sábanas.

La mujer la miró atenta. Parecía decir la verdad.

Se recostó en la cama y se cubrió con las sábanas, sintiendo al instante un sube aroma a fresas.

— Me gusta tu perfume... — murmuró la Sargento y ella sonrió.

— Gracias. — susurró tímida, apagado las luces de su habitación. — Gracias por hacerme compañía también, estaba muy nerviosa al estar sola aquí. Antes solía tener muchos... amigos, ya sabes... — dijo, remarcando la palabra "amigos" con disgusto.

— ¿Tenías sexo con ellos? — preguntó y la otra asintió.

— Sí, pero me cansé. Desde que dejé de hacer eso con ellos están pesados y me buscan por todas partes, y esta es la primera noche que pasó sin Anna desde que los rechazo.  Estaba temblando como una hoja cuando escuché un ruido fuera, pero fue un alivio verte a tí.

La sargento la miró con sus cejas fruncidas.

— ¿Qué es lo que te hacen? Acaso ellos... ¿te acosan?

— Sí. — respondió sin dudar. — La primera noche en la que los rechacé uno de ellos vino aquí e intentó forzar la puerta, pero Anna me defendió y casi los mata... No puedo estar tranquila en el gimnasio porque me miran o intentan tocarme, van a buscarme a la enfermería para invitarme a salir o incluso... hacen cosas asquerosas frente a mí. — murmuró asqueada. — El otro día uno de ellos se... se masturbó cuando le estaba midiendo la tensión.

La Sargento Mayor frunció sus cejas. — Que hijos de puta asquerosos. ¿Por qué no te defiendes?

La muchacha miró el techo con pena.

— Yo no soy como tú... No soy una sargento fuerte que puede ir a la guerra sin miedo, solo soy una médica... Me dan miedo los estruendos de armas y las bombas. Nunca estuve en el campo, solo en la base.

_______ miró con pena a la jovencita.

— Es una pena... — murmuró. — En ese caso yo puedo ayudarte.

— ¿Hablas en serio? — preguntó con sus ojitos color miel brillosos.

— Así es... Detesto que los hombres hagan esa mierda, si puedo ayudarte lo haré.

La pelinegra asintió con sus mejillas rojas y enfocó su mirada en el techo.

— A veces me arrepiento... — susurró. — Me arrepiento de haberme sexualizado tanto a mí misma, ahora me estoy enfrentando a las consecuencias de eso.

— Tu decidiste terminar con eso y ahí debía haber terminado. Ningún imbécil tiene por qué estar detrás de tí de esa manera. — dijo enojada y la pelinegra la miró.

— ¿Eso crees? — preguntó deprimida y la mujer asintió.

— Mañana búscame, te acompañaré a entrenar, verás como nadie te molesta.

La pelinegra asintió y cubrió su sonrisa tímida con las sábanas.

— Gracias...

— No hay de qué... Pero duerme ya, niña. — murmuró, girandose en la cama hasta darle la espalda.

Cerró los ojos y a su mente volvió la imagen de Simon. Su pecho dolió.
Era inevitable no pensar en él. Lo extrañaba.

Extrañaba dormir pegada a su calor, con todo su peso encima suyo... Jugar con su cabello rubio, besar sus mejillas... Extrañaba todo.

Recordó todo lo que habían hecho en su casa, la manera en la que habían compartido todos aquellos momentos de pareja incluso sin serlo.

Lo había llevado a su departamento, le había cocinado, lo había mimado y cuidado, le había comprado ropa y él... Simplemente se iba con la primer mujer que se cruzaba en su camino.

Frunció sus cejas. Tendría que verlo si o si en la reunión con el equipo, y aprovecharía a decirle algunas cosas.





Yo se que hay mucha gente que le quiere re dar a Emily, yo por ejemplo bOE

En mí Twitter ya había subido estos picrews que hice de como se verían ellas pero los subo acá también ^^ (se hacen con una página, no los dibujo yo KSNFKDKD aclaro antes de que me pregunten)

Emily:

Anna:

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