—Beomgyu… —Yeonjun se inclinó para mirarlo a los ojos, que se encontraban pequeños y rojos, y soltó algo parecido a un gruñido. —¿Qué mierda pasa por tu cabeza? ¿Qué diablos te metiste?
Beomgyu volvió a reír, sin embargo no pareció tener intenciones de responder.
Lo que le dijo fue:
—Le dije a mamá que me quedaría a dormir con Soobin y él no estaba feliz porque no confía en que Jungkook va a cuidarme si me duermo y hay más personas allí, así que le dije que sólo dormiría contigo.
—¿Quién es Soobin y por qué parece que le has hablado de mí? —Beomgyu rió, acomodándose más cerca y frotando el rostro en su pecho. Rió aún más fuerte cuando lo reprendió. —Deja de reírte, odio recordar que estás jodidamente drogado. Eres un puto idiota. ¿Su polla es tan buena que todo esto te lo metes como aire?
Se sintió mal por las palabras duras que salieron de sus labios, pero fue un poco el alivio que sintió cuando Beomgyu no pareció estar ofendido aunque estaba atento, probablemente porque lo que había consumido había hecho algo con eso. Estaba tan sonriente que parecía no ser el típico Beomgyu.
Cuando estuvo cómodo, Beomgyu respondió con un bostezo la mitad de sus palabras.
—Soobin confía en tí porque le he hablado de tí, le dije que eres mi amigo y vecino y le enseñé una foto el otro día, y le dije que nuestras mamás son amigas desde la universidad, y le conté un montón de cosas de ellas y de nosotros, y de Namjoon y de mi papá y tu papá y… —Beomgyu se quedó callado y de repente, preguntó. —¿Qué día es hoy?
Sus ojos le hicieron algo en el pecho.
Se veía tan pequeño así, tan desorbitado pero al mismo tiempo inocente y sin penas.
Tenía sólo trece años y Beomgyu era tan triste y tan exigente con el resto y consigo mismo todo el tiempo que parecía mayor, pero esta noche había algo diferente, como el Beomgyu que debería ser siempre si nada lo hubiese lastimado.
—Dime quién es Soobin.
Su insistencia hizo a Beomgyu reír nuevamente y, tras algunos segundos, le respondió otra vez.
—Ah, Soobin… Yo en verano comencé a ir a un curso para aprender a tocar la guitarra y realmente fue fácil. El profesor dijo que era el mejor y me dijo que algún día podría ser alguien muy grande si yo lo quería así, porque era un prodigio. —Yeonjun sabía esa historia, pero lo dejó hablar y divagar un poco. —Ese profesor me gustaba tanto. Era caliente. Pero se fue porque su esposa le dijo que lo que hacía no era un trabajo real y lo amenazó con llevarse a su bebé si él no conseguía algo mejor. ¿Las mujeres siempre son tan duras? A mí no me gustan las mujeres. El otro día Jungkook estaba muy enojado porque una chica se sentó en mis piernas y me puse muy nervioso, pero no podía sólo tirarla y no sabía cómo decírle que se fuera. Jungkook tiene manos duras, creí que mamá se daría cuenta pero no lo hizo.
La última afirmación hizo que Yeonjun lo mirara con angustia, pero Beomgyu abrió los labios para continuar saltando de un tema al otro.
—Beomgyu…
—¡Tengo que avisarle a Soobin que ya llegué! —Lo cortó con un jadeo apurado, y comenzó a buscar en sus bolsillos como un loco el celular. —¿Dónde puse el celular?
Beomgyu caminó alrededor de toda la habitación como si hubiese caminado ahí, incluso mirando en los espacios entre los muebles y la pared, sin encontrarlo. Fue a asomarse por la ventana y el vértigo golpeó a Yeonjun, haciéndolo levantarse e ir a apartar a Beomgyu para regresarlo a la cama.
—Deja que te llame él, cuando suene lo encontrarás.
Beomgyu no puso resistencia y se recostó nuevamente sobre él.
Antes de poder preguntar sobre lo que había dicho de Jungkook, Beomgyu estaba comentando:
—Mamá me creyó que dormiría con Soobin porque conecté las llamadas de los dos y ellos estuvieron hablando al mismo tiempo que me hablaban a mí. —La sonrisa en los labios de Beomgyu lo hizo sonreír también. Parecía que el chico estaba saliéndose con la suya. —Si supiera que estoy más cerca de lo que imagina. —Pero él suspiró casi con vergüenza en un momento y comenzó a jugar con el pijama de Yeonjun. —No quería despertar al bebé. No me gusta mucho, pero no puedo ser un idiota con él porque él lo es conmigo.
—El bebé no puede ser un idiota contigo, Beomgyu…
Cuando lo reprendió, la sonrisa de Beomgyu adoptó también un pequeño puchero cómplice.
—Lo es si no me deja dormir, pero yo no puedo ser un tipo vengativo. Papá me enseñó lo malo que es eso. Soobin me recuerda a papá, pero Soobin es sexy.
—Tu papá era sexy. —Beomgyu lo golpeó suavemente y ambos rieron. —Lo era. Auch.
Beomgyu lo había mordido, pero había comenzado a acariciar por encima de la mordida después.
—No puedo decir eso, es como incesto.
—Bueno, entonces puedes aceptar que era guapo.
—Lo era. —Beomgyu respondió con orgullo. —Mamá y él. Por eso tengo lo que tengo, y estoy seguro que Hoon también será bendecido con sus genes.
—Pero no te vuelvas presumido, cállate.
Beomgyu sonrió y, finalmente, se levantó de un salto. Sacó el celular de su bolsillo y rió al mirar la pantalla.
—Alaaa. —Fue su expresión, y Yeonjun sonrió.
—¿Qué?
Beomgyu le mostró en la pantalla el chat de su madre donde habían mensajes incoherentes de su parte, sólo letras al azar, números y símbolos sin sentido ni órden, incluso emojis y algunas palabras.
Luego, claramente no estando listo para responder todos los mensajes que había recibido en respuesta a los suyos, oprimió un botón y el sonido de grabación hizo a Yeonjun guardar silencio mientras escuchaba el audio que se grababa.
—Ma', lo siento, me estaba durmiendo sobre el celular y se oprimió todo. Me acabo de dar cuenta porque vibró todo con tus mensajes. Estoy bien, descansa. Nos vemos en la mañana.
Cuando terminó escribió algo rápido comentando que era antes de olvidarse, por lo que Yeonjun supuso que era para ese tal Soobin y lo dejó. Cuando el celular estuvo en el buró al lado de la cama, lo miró expectante y Beomgyu sonrió en su dirección con una ceja elevándose sugestivamente.
—¿Ya te dí tu regalo de cumpleaños?
—¿Siquiera viniste? —Le recordó y, volviendo a su enojo de antes por haber estado esperándolo, bufó. —Estúpido.
La risa de Beomgyu hizo que Yeonjun sonriera y le hiciera un gesto para que guardara silencio, porque no era suave.
—¿Me guardaste pastel?
—¿Lo quieres? —Cuando lo vió asentir, Yeonjun se levantó de la cama y fue rápidamente en busca de un pedazo grande para darle a Beomgyu, una cuchara y algo de café, luego volvió y se recostó en el mismo lugar de antes.
Beomgyu estaba en calzoncillos para entonces, como él mismo.
Lo vió acercarse peligrosamente y no fue hasta que los índices de Beomgyu recorrieron la "v" que comenzaba a marcarse desde sus caderas hacia abajo, que se tensó y murmuró:
—¿Qué haces, Gyu?
—Regalo. Antes tú dijiste algo sobre los regalos de cumpleaños que habías recibido. Es mi turno darte algo ahora que Yeji se fue.
—Olvida lo de Yeji, Beomgyu…
—¡Jamás! —Le escuchó gritar en un intento de susurro.
—Ni siquiera estás en condiciones para…
—Estoy drogado, no inconciente. Además, es algo que quería hacer.
Beomgyu le rompió los bóxers sorpresivamente e ignoró el café que le había llevado, sin embargo tomó el chantillí del pastel con la cuchara y lo llevó hasta la cabeza de su polla, sacándole un siseo.
Se llevó la cuchara a la boca cuando había quitado los excesos en sus bolas y, mientras la chupaba, sus dedos comenzaron a extender la crema por su longitud con cuidado de no dejar ningún espacio descubierto, masajeándolo y masturbando sin presión, sin prisa y sin vergüenza.
Beomgyu se sacó la cuchara de la boca y se inclinó entre sus piernas para limpiar la mancha de chantillí en sus testículos. Yeonjun jadeó, pero apretó las manos sobre su estómago.
Luego Beomgyu estaba lamiendo la cabeza de su pene y gorgojeando con una inocencia extraña para lo que hacía, completamente feliz.
—Me gusta el pastel. —Le escuchó decir con sinceridad y Yeonjun no pudo evitar sonreír, genuinamente divertido y enternecido.
Le acarició el cabello y tomó una bocanada grande de aire cuando lo vió abrir sus labios lo suficiente para dejarlo entrar. Yeonjun no era el tipo más grande pero estaba seguro que no era pequeño tampoco y no sabía cuánto de ello podría tomar Beomgyu.
Dejó su cabeza rodar hacia atrás sobre la almohada cuando fue succionado con ahínco. Beomgyu soltó una risita y sus ojos se encontraron más tarde.
No lo estaba llevando muy adentro, pero entre lamidas y besos lo había limpiado todo, mientras rotaba sus bolas entre los dedos.
Lo comió como si fuese su primer alimento en días y lo succionó hasta que Yeonjun estuvo a punto de gritar con lo sensible que se encontraba después de haber terminado y ser tragado durante su corrida.
Eran sólo dos estúpidos y hormonales adolescentes, pero fueron felices esa noche, ambos durmiendo en los brazos del otro cómodamente.
Yeonjun había tenido su recompensa después de no haber visto a Beomgyu durante el día, y había conseguido el mejor regalo de cumpleaños.
El consumo de marihuana fue algo de lo que hablaron por la mañana, pero no había logrado convencer a Beomgyu de no volver a hacerlo.
—No fumé, lo juro.
—Entonces ¿qué hiciste? —Preguntó interesado, mirando cómo Beomgyu se sonrojaba enormemente.
—Jungkook y yo… comí algo, estaba bueno y… tuve incentivos.
Yeonjun sabía la forma en que Jungkook convencía de probar cosas distintas las primeras veces a Beomgyu y no le gustaba nada.
Estuvo a punto de decírle algo ofensivo sobre lo mucho que le asqueaba, pero de pronto Beomgyu estaba frotando suavemente su polla dura de la mañana con la mano, trazando con los dedos las venas que con el tiempo eran más notorias conforme su pene iba adaptándose al paso de los años.
Una exhalación salió de su boca y los ojos de Beomgyu encontraron los suyos.
—¿Estoy siendo infiel realmente? —Pareció preocupado mientras le preguntaba, pero la mano de Beomgyu no se detuvo. —¿Chuparte sin ser mi novio cuenta como engaño? ¿Tocarte? ¿Besarte? ¿Abrazarte cuenta como engaño?
Yeonjun no quería que se volviera más triste por una tontería así. Jungkook ni siquiera merecía la preocupación de Beomgyu sobre el tema, pero él era el mayor y era su amigo y no podía mentirle.
Incluso si Beomgyu sabía lo que estaba mal y no, él podía confirmárselo.
—Todo, Gyu. Todo cuenta como engaño, excepto los abrazos. Los abrazos se dan a todos los que quieres, y a mí me quieres, ¿no?
Pero el entrecejo fruncido de Beomgyu y su silencio fue lo que encontró después, durante varios segundos.
La perezosa mano que se movía sobre él, masturbándolo con inseguridad, se apartó en un segundo y Beomgyu se levantó de la cama para comenzar a vestirse, y entonces salió exactamente como había entrado, por la ventana y sin decir nada.
Todo el pastel estaba ahí aunque sin la crema, y el café no había sido tocado.
Suspiró, frotó su rostro con disgusto y se dejó caer contra la almohada, enrollándose con las mantas para intentar dormir y evitar la frustración.
Más tarde ese mismo año, Beomgyu había comenzado a perderse de su vista. Creía que lo estaba evitando, pero lo que Mina mencionó sobre las actividades de su hijo, fue:
—¿Acaso no escuchaste hablar de Soobin nunca? —Él asintió recordando la última vez que habían dormido juntos y la primera de muchas en que lo había visto drogado. Mina chocó las palmas de sus manos y le contó emocionada. —Ah, Soobin conoció a un par de chicos con el mismo gusto por la música y uno de ellos es realmente un prodigio escribiendo, como músico y como cantante, y entonces Soobin invitó a Beomgyu a conocer a estos chicos porque querían hacer algo como una banda. Cuando los escuchas grabar juntos sus covers, realmente entiendes por qué se entendieron tan bien y tan rápido. Sólo han sido un par de veces y no han subido su contenido juntos aún, pero es increíble. El padre de Kai dijo que si pueden hacer algo original como prueba, los ayudará a encontrar un buen entrenamiento y promotores.
Yeonjun había estado sorprendido pero también muy feliz.
La madre de Beomgyu no sólo estaba pagando las clases de guitarra, sino que había comenzado a pagar un curso de música completo paso ayudar a su hijo, haciendo su mejor esfuerzo por demostrarle a Beomgyu que sus cosas le interesaban aunque tuviera un novio que aún nadie conocía y aunque Sunghoon, su pequeño bebé de casi año y medio necesitara mucha atención también, y dividiéndose entre tres personas y su trabajo.
Yeonjun admiraba a la mujer tanto como admiraba a Beomgyu.
Una noche, cuando Mina cenaba en su casa y todos hablaban animadamente, Beomgyu llegó casi sin hacer ruido hasta que comenzó a tropezar con todo.
Había creído que estaba ebrio o drogado, pero si rostro no revelaba nada.
Supo que la ebriedad en realidad se debía a la emoción, cuando Beomgyu puso una hoja de papel sobre la mesa con reglones y símbolos que no entendía y parecía que nadie lo hacía, se quitó el estuche de la guitarra de la espalda y cuando puso en correcta posición su instrumento, gritó:
—¡Lo hice! ¡El señor Huening comenzará a buscarnos lugares y personas porque hicimos algo original! ¡Yo escribí esto!
Beomgyu no tuvo que decírles que le faltaban muchos arreglos a su canción porque él todavía tenía mucho que aprender. Lo mencionó con las mejillas rojas hasta que había terminado de cantar acompañado sólo con su guitarra, pero mientras su voz sonaba junto a la letra, Yeonjun se deleitaba con su sonido y estaba seguro que todos en la mesa también.
Lo felicitaron y lo abrazaron mucho, y Beomgyu esa noche dejó que Yeonjun le diera un buen beso, con lágrimas en los ojos pero sin atreverse a separarse.