Lover's game

By daniclfrn

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Donde Max es un bartender y Charles es un empresario millonario. ➠ Max Verstappen x Charles Leclerc ➠ Lestap... More

1: Un Martini
2: El miércoles
3: ¿Por qué...a mí?
4: Qué bueno finalmente conocerte
5: Tequila sunrise
7: Casi siete años
8: Excusas
0; un milagro
9: ¿Dormirás conmigo?
10: Ex novio
11: Parte irracional
0.1; romper las reglas
12: Completamente solo
13: Paro cardiaco
14: Hilo invisible
0.2; lluvia
15: Seguridad

6: Maxie

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By daniclfrn

El tono que había usado Charles para pedirle el cóctel, lo había dejado extrañado. Por un momento se sintió avergonzado, no entendía porqué se sentía de aquella manera, pero lo único que hizo fue asentir en respuesta sin emitir una palabra más.

Su cuerpo se movió de manera automática mientras preparaba la bebida que el de ojos verdes le había pedido, pero su mente estaba en otra parte. ¿Acaso le había hecho algo malo? ¿Se había enterado que había considerado desaparecer de su vida? No lo entendía y le generaba ansiedad el simple hecho de que Charles tuviera una imagen negativa de él o algún tipo de pensamiento distorsionado en cuanto a su persona. Aunque se trataba de convencer siempre de que no, Max sabe muy bien que la mayor parte de su vida ha dependido de la opinión de otros para encontrar su tranquilidad o hasta cierto punto, su identidad. Aunque no sea lo ideal.

Cuando terminó de preparar el cóctel se lo llevó a Leclerc y sin pronunciar una palabra más, lo dejó sobre la barra, evitando a toda costa la mirada del hombre de Mónaco.

Notó que poco a poco los clientes iban aumentando y que Carlos venía caminando junto a Lando, mientras ambos reían sobre algo.

Max le hizo una seña para que se apurara cosa que el español captó instantáneamente y lo obligó a acelerar sus pasos, mientras le señalaba a Lando un lugar vacío en la barra, que estaba cerca de Charles y Pierre.

Unas vez reunidos, los tres bartenders hicieron su trabajo como estaban acostumbrados; por su parte Sergio tenía al público femenino concentrado e incluso seducido por la manera en cómo preparaba cócteles flameados para cada una de ellas, Max moviéndose de un lado a otro preparando las bebidas a tiempo récord como si fuera algún tipo de competencia de quién lo hace más rápido y Carlos estando un poco entorpecido, debido a la presencia del vocalista de la banda que hace poco había estado tocando.

Su trabajó se prolongó durante casi una hora, hasta que poco a poco la gente, con grados de alcohol en su organismo, abandonaban el área para dirigirse a la pista de baile. No obstante, un grupo de personas se quedó a los alrededores, aún bebiendo o charlando.

—Max Verstappen —escuchó el neerlandés, en un tono un poco juguetón y fino, que lo hizo sonreír.

—Lando Norris —lo saludó y chocó su puño —. Qué buena presentación hiciste hoy.

El de ojos verdosos le dirigió una amplia sonrisa, mientras sus mejillas enrojecían un poco por aquel comentario. De alguna manera, la timidez invadía a Norris cada que recibía algún halago o buen comentario con respecto a su arte.

— ¿De verdad lo crees?

—Escucho tu voz casi todos los fines de semana, Lan. Y hoy estuviste espectacular —contestó el de ojos azules, mientras secaba unas copas con una toallita —. ¿Esas canciones son nuevas?

Asintió el inglés, mientras llevaba sus manos hasta su cabello, peinándolo hacia atrás.

—Quise enseñártelas en la universidad, pero no logré verte en ningún momento, desapareciste por completo —se rio —. Por cierto, ¿Me podrías dar una botella con agua, por favor?

Verstappen asintió y le pasó lo que le había pedido con rapidez, notando como Norris bebía la mayoría del contenido en un sorbo.

A los pocos segundos se acercó una nueva presencia, quien se posó al lado de Max, poniendo una mano sobre su hombro. Aquella persona emitía un humo que podría identificarse con facilidad como el potente olor a tabaco.

—Estuviste genial hoy, Landito —habló Sergio con sinceridad —. ¿Cuándo firmas con una casa discográfica? Ya quiero verte en un concierto.

El recién llegado le dio una calada a su cigarrillo, para luego acercarlo a los labios de Max quien repitió su acción.

—Ojalá algún día.

Max le pasó el cigarrillo a Sergio y continuó secando las copas, sintiendo miradas fijas en él, que no se atrevió a ver de quién provenían, porque podía asumirlo.

— ¡Oigan idiotas! ¿Cuántas veces debo decirles que no se puede fumar aquí? —la voz de Carlos se escuchó en un tono cercano y alto —. Es un mal hábito y es de mala educación hacerlo frente a los clientes.

—Ay, Carlos, cállate, es Lando —respondió Checo, riéndose.

El español estuvo lo suficientemente cerca de ambos en cuestión de segundos, le quitó el cigarrillo a Sergio y apagó la colilla metiéndola en una copa que estaba llena de agua en el lavabo.

Max terminó de secar las copas y se dispuso a ordenarlas dependiendo de su tamaño y forma, aún sintiéndose observado por alguien cercano. Sabía que Charles aún seguía por ahí, por eso no se atrevía a mirarlo.

—Sea quien sea igual no pueden fumar aquí, además a Lan no le gusta el olor a tabaco —nuevamente habló el de tez bronceada, mientras se arreglaba las mangas de su camisa negra y miraba al mencionado.

Sergio soltó una sonora carcajada, mientras negaba con lentitud.

— ¿Por qué siempre tratas de ser perfecto cuando Lando está cerca?

—No es eso, Sergio. Sabes que no puedes fumar aquí y aún así lo haces —respondió el español, mientras fruncía el ceño —. Y Max sabe que tiene prohibido fumar porque la última vez se hizo tan dependiente que...

—Cállense, por favor —intervino el rubio, señalando disimuladamente a los hombres que estaban cerca, quienes miraban con atención a los bartenders y al vocalista de la banda.

Era obvio que Charles y Pierre estaban escuchando atentos la conversación. Y Max no quería que el monegasco se enterara de su pequeño problema con el tabaco, si es que así se le puede decir.

Cada vez, la idea de desaparecer de la vida del monegasco después de entregarle el cuadro, tomaba más fuerza en la mente de Max, quien sabía que ya nada era como en el pasado y que a lo mejor nunca volverían a tener el mismo tipo de relación que antes, porque habían cambiado mucho, no obstante, no terminaba de comprender el motivo por el cual Charles llegó de la nada, otra vez a su vida. No era justo, porque durante los últimos años vivió aceptando que lo de ellos no fue más que un amor inmaduro y adolescente.

Quizás puede sonar como un obsesionado con la idea de desaparecer, pero no podía evitarlo. Charles llamaba muchísimo la atención y además, se había ido de su vida desde hace mucho, no había motivo por el cual pueda aceptarlo a esta de nuevo. A la vida que había construido sin su presencia.

Cuando terminó con las copas, el rubio se puso a organizar las botellas de licor, que estaban esparcidas por todo el mesón de la barra. Poniéndolas una a una en orden dependiendo el color de estas y la cantidad de líquido que aún tenían, detestaba ver las cosas desorganizadas e incluso sucias, por lo que, la mayor parte del tiempo, su trabajo consistía en ordenar absolutamente todo lo que lo rodeara. Carlos le había dicho que aquello era una compulsión, pero para Max era la cosa más normal del mundo.

Un llamado, lo sacó de sus pensamientos sobre el pasado y el orden, Max se acercó hacia donde se encontraban Charles y Pierre, mirando a ambos con atención, dispuesto a escuchar el nuevo pedido de ambos.

—Max, ¿Podrías preparar otro tequila sunrise? —pidió el mejor amigo de Charles, en un tono amigable.

El mencionado asintió, sintiéndose muy observado y hasta cierto punto intimidado por el par de orbes verdes de Leclerc, quien no emitió ninguna palabra.

El bartender preparó el cóctel de memoria y a los pocos minutos estuvo de nuevo junto a ellos, notando que había alguien que recién había llegado. A simple vista era un hombre mucho mayor que Pierre y Charles, él vestía de manera un poco formal, con una camisa blanca ceñida a su figura delgada y un reloj costoso además de deslumbrante sobre su muñeca. Era evidente que se trataba de otra persona que no cuadraba en aquel mundo, que era otro de ellos, quizás algún viejo millonario de su círculo de amigos o el papá de alguno de ellos con el que se llevaban muy bien como para salir a beber a un bar.

El tipo parecía de unos cincuenta años aproximadamente, con tez clara y un par de ojos cafés que deslumbraban, su rostro estaba marcado por líneas de expresión que demostraban su madurez física, sin embargo, su forma simétrica y el cabello color chocolate peinado hacía un lado, captó la mirada de un par de féminas que estaban cerca, pero a quienes ignoraba a más no poder. Cuando Max se acercó, aquel hombre quitó los primeros botones de su camisa y se subió las mangas de esta, con una expresión de incomodidad plantada en su rostro.

—Aquí está el cóctel —el de ojos azules lo posó frente a Pierre, quien tras dirigirle una sonrisa de agradecimiento miró al hombre a su lado.

—Es para ti, Torger —dijo el de ojos azules, pasándole el cóctel —. Debes probarlo, sé que te gustará. Es tu favorito.

El hombre le dirigió una sonrisa de lado y asintió en respuesta.

—Gracias, caramelito.

Pierre le sonrió y llevó sus manos hasta el cuello de la camisa, arreglándoselo con delicadeza, aquel hombre mayor miró al francés con mucho cariño mientras hacía aquello, y llevó una mano hasta su cabello, acariciando este.

Max quedó perplejo ante aquella imagen, hasta que reaccionó y decidió alejarse, sintiéndose un poco raro; sin embargo, Charles llamó su atención, mientras se alejaba de aquellos hombres que parecían estar en una burbuja.

—Maxie...

—No me digas así, Charles —lo interrumpió abruptamente, mientras fruncía el ceño.

Ambos se quedaron mirando fijamente durante unos cuantos segundos, hasta que Leclerc elevó una ceja.

—Pero así te decía cuando éramos jóvenes.

—Ya no somos esos niños, Leclerc —le dijo el rubio, en un tono mucho más serio de lo que hubiese querido.

El monegasco quedó perplejo ante las palabras del neerlandés y suspiró, únicamente asintiendo.

— ¿Sucede algo?

Max negó en respuesta.

— ¿Qué me ibas a pedir?

—No es nada de beber, Max, quisiera pedirte que pases esta noche conmigo —propuso, en un tono bajo, que parecía ser un susurro.

El rubio frunció el ceño ante aquellas palabras y se alejó un poco de Charles, puesto que se había formado una extraña cercanía entre ambos. Negó rotundamente.

— ¿Por qué haría algo como eso? Tengo que trabajar hasta tarde, Charles. Y lo sabes.

—No me importa esperar hasta que salgas y lo sabes.

—Quizás hoy salga más tarde, los sábados hay más gente que de costumbre —siguió evadiéndolo el neerlandés —. Es mejor que te vayas a tu casa.

El de ojos verdes negó en respuesta.

—Me quedaré esperándote.

—Deberías irte, es peligroso aquí, al menos para alguien como tú.

— ¿Qué tiene alguien como yo? —inquirió el monegasco confundido.

Max rodó los ojos y suspiró, sintiéndose abrumado. Conoce a Charles...o bueno, lo que recuerda de él es que es alguien muy terco, insistente y mandón hasta que obtiene lo que quiere.

—Eres un tipo con dinero, llamas mucho la atención de todo el mundo y siempre has estado rodeado de seguridad, ¿No te has dado cuenta de cómo te mira todo el mundo o incluso a tus amigos? —Max nuevamente se acercó a Charles y de manera discreta, señaló a los hombres que estaban cerca de ellos.

— ¿Algo más?

—Que eres un Leclerc, todo el mundo conoce a tu familia aquí.

—Me da igual que la gente me conozca o que todos me vean, eso no impedirá que me queda aquí, esperándote, Max —insistió el monegasco.

—No iré contigo, Charles.

El mencionado le dirigió una sonrisa de lado.

—De alguna manera lo terminarás haciendo.

N/A:

Sí, esa es una de las parejas secundarias. No me funen, gracias ☝🏻

Todo surgió por un tik tok de Toto y Pierre, que me dejó mucho por desear. Así que alguien debía hacerlo y ajá, además también échenle la culpa a mi amiga pq ella me convenció.

Nos leemos después 🫶🏻

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