El Secretario (Lewandowski X...

By Felipe_The_Dinosaur

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Pablo Martín Páez Gavira es un joven que escapó de su hogar hacia Barcelona para poder perseguir sus sueños c... More

01 ; "Búsqueda De Trabajo"
02 ; "Interés"
04 ; "El Jefe" (pt. 2 de Trabajo)
05 ; "El Restaurante"
06 ; "La mañana siguiente"

03 ; "Contrato" (pt. 1 de Trabajo)

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By Felipe_The_Dinosaur

Pablo aprovechó para organizarse antes del trabajo, realmente él sabía que no podría dormir mucho pero intentaría dormir lo que pudiese. Se puso unos shorts de color rojo con un suéter holgado de color gris. De la emoción no podía dormir, pero después de un poco de esfuerzo ya pudo irse a descansar.

El sol ya llegaba a su ventana, “¿Tan rápido?” pensó Pablo molesto. Algo que extrañaba de ser joven era poder dormir bien, desde que empezó con su ‘vida adulta’ realmente no ha podido dormir bien tan seguido. Se levantó con poca gana, sabía que tenía que apurarse para poder llegar a tiempo al trabajo, se quitó su pijama y se dispuso a ducharse.

Como siempre una ducha rápida y fría, no sea que su casero le vaya a cobrar mucho más de lo que debería ser el precio. Organizó su pijama para que no se doblara, aunque realmente no importara. Se puso un outfit que tenía listo por si llegaba a conseguir un trabajo como estos. Consistía en un pantalón negro con una camisa blanca y una chaqueta de color azul, acompañado de unos mocasines de color negro.

Pablo aprovechar e ir a comprar un café en una cafetería que estaba cerca, ya que ahora tenía un empleo podría gastar su dinero en algunas cosas más; claramente sin caer en excesos, aún tenía una renta la cual pagar. 

El cafe era de un señor llamado Jordi Alba, lo conocía desde su llegada a Barcelona. Él lo ayudó a intentar recuperar su saxofón, el cual había sido robado después de haber llegado a la parada de autobuses de Barcelona, también él había ayudado a Pablo a conseguir el cuarto que ahorita tiene rentado. Por eso Pablo está muy agradecido con él y cada vez que puede, trata de comprar en su cafetería.

Cuando llegó Pablo saludo rápidamente al dueño:

—Buenos días señor Alba —pregunta Pablo —, ¿cómo le va el día de hoy? 

—Muy bien, Pablo —respondió el dueño —. También te recuerdo que no me llames señor Alba, puedes llamarme Jordi. Estamos en confianza.

—Lo lamento mucho, se... Jordi. — Gavi se sonroja por casi volver a cometer ese error.

—¿Qué me cuentas? ¿Necesitas algo? —pregunta Jordi preocupado.

—Nada, simplemente venía a pedir un café, hoy es primer día de trabajo y no puedo ir tan somnoliento. 

—Ya veo. —Jordi suelta una sonrisa —. Me alegro mucho que hayas podido conseguir un empleo, teniendo en cuenta lo difícil que es conseguir uno acá.

—Sí, no me puedo creer la dicha la verdad. 

Jordi empezó a trabajar con la cafetera, sabía que el joven podría alterarse en cualquier momento sino se apuraba. Así que dicho y hecho ya tenía el café que más le gustaba a Pablo.

—Ten tu café, Pablo, espero y lo disfrutes.

—Sí, sí, sí. ¡Muchas gracias Jordi! — Pablo iba a sacar el dinero de su cartera, pero Jordi lo interrumpió.

—No te preocupes por el cobro, Pablo, el café es cortesía de la casa.

—¿Enserio, Jordi? Es que siento que me aprovechando de tu confianza? 

—Sí, vete rápido o llegarás tarde a tu primer día de trabajo.

Ambos sonrieron y se despidieron. Pablo tenía que seguir con su recorrido. Cuando llegó a la estación se acordó del guapo señor que había conocido en el metro. 

“¿guapo? Sí, guapo.” pensó Pablo.

Algo en lo que más tuvo problemas Pablo en toda su vida ha sido con su sexualidad y expresión de género, y aunque no lo pareciera él venía de una familia extremadamente homofóbica. Es algo que no esperarías de una familia de médicos, pero desafortunadamente para Pablo ha sido una realidad.

Desde que era niño le hacían chistes con que era maricón, mariquita, mariposón y otros insultos homofóbicos que no merecen ser mencionados. Además, que en lugar de que sus padres le dieran apoyo, siempre lo atacaban diciendo que para que lo dejaran de molestar tenía que comportarse “más hombre” y lo hizo.

Siguieron las cosas así hasta su adolescencia, donde empezó a sentir atracción hacia los hombres. Intentó salir con chicas, pero no le llamó nunca la atención, sabía que eso lo debía ocultar, ya que durante esos años él pudo escuchar varios insultos hacía la comunidad LGBTIQ+ por parte de sus padres. Así que tuvo que reprimirse hasta ahora.

Ya ahora que era libre debía aprovecharlo, ¿no? Pues no lo ha podido hacer, ya que de momento no estaba interesado en tener ninguna relación romántica y tenía que mejorar su situación para poder pensar en algún momento en el amor. 

Así que Pablo pensó “puede que me parezca lindo, pero no me puede llegar a gustar, ya que al final del día ni lo conozco”. 

Ya había pagado su entrada para el metro, también se aseguró de revisar que no le faltaba nada antes de continuar con su viaje.

Cuando llegó a Lewandowski Industries, entró y fue directo a saludar a su nuevo compañero de trabajo, Pedri.

—¡Hola Pedri! ¿Cómo estás? —dijo Pablo.

—¡Hola Pablo! Yo estoy bien —Entonces Pedri reaccionó y esbozó una sonrisa. —¿Conseguiste el empleo? 

—Sí, lo conseguí. 

Pedri fue directo a Pablo para abrazarlo y felicitarlo por el logro que había conseguido, Pablo le correspondió rápidamente el abrazo y siguieron así por un rato hasta que se separaron.

—Me alegro mucho por ti, Pablo, realmente te mereces ese trabajo.

—Muchas gracias, Pedri.

—Creo que me he desviado mucho del tema que realmente importa, ¿necesitas ayuda en algo?

—¡Sí! Necesito ir a la oficina de recursos humanos.

—¡Vigesimo piso, primera oficina a tu derecha!

Pablo fue rápidamente al ascensor y presionó el botón para ir al piso número 20. 

—¡Muchas gracias, Pedri!

—¡De nada y buena suerte!

Se despidieron rápidamente con un gesto en la mano, antes de que la puerta del ascensor cerrara. Pablo estaba con la respiración alborotada, enserio no se podía creer todo lo que estaba sucediendo.

Al momento de llegar, fue a la gran puerta que había y al lado de la puerta había una señalización que indicaba ‘oficina de recursos humanos’. Cuando entró vio a un chico de unos ojos grises verdosos, el chico estaba sentado mientras escribía algo en su computadora.

—Buenos días, mi nombre es Pablo Torre, ¿necesita ayuda en algo? —habló el joven.

—Sí... Mi nombre es Pablo Martín Páez Gavira, fui aceptado como secretario del CEO de la empresa y me pidieron que estuviera aquí para firmar algunas cosas.

—Por supuesto, déjame ver en la computadora. — Torre estaba escribiendo algo en la computadora, cuando leyó algo que emanaba de la pantalla le dijo —. Al parecer es ahora mismo la hora de citación, espere a que la presidenta Anna lo llame para que puedan hablar, pero por lo mientras puede entrar a la sala que está en esa puerta. 

Torre señala la puerta a la cual debía entrar, Pablo siguió las indicaciones y agradeció al asistente por la ayuda brindada. Se sentó en uno de los sillones que había, mientras esperaba pudo revisar y jugar un rato con su teléfono móvil.

Entonces pudo escuchar la voz de una mujer, al parecer era la directora de recursos humanos.

—Pablo Martín Páez Gavira —habló la señora.

Pablo entró rápidamente a la oficina, era igual de bonita que la del vicepresidente Marc. Había plantas y estanterías con libros y al frente había una gran ventana que daba a una hermosa vista del lugar. 

—Siéntese, por favor —indicó Anna señalando la silla que estaba al frente del escritorio.

—Entonces, usted es el señor Pablo Martín Páez Gavira, ¿estoy en lo cierto?

—Sí, señora, soy Pablo Martín Páez Gavira.

—Perfecto, entonces podemos empezar a hablar sobre sus condiciones laborales, derechos y deberes y lo que buscamos de usted en la empresa.

Entonces Anna le explicó todo sobre la empresa, cómo funcionaba, sus valores, misión y visión. En los términos laborales eran muy buenos, ya que iba a trabajar de lunes a sábado con vacaciones pagadas y trabajaría de 8 a 17, recibiendo 5000€ mensualmente, lo cual estaba contento Pablo. Entonces Anna le mostró el contrato y sin pensarlo dos veces, firmó.

Anna le tendió la mano —Es un gusto que decida trabajar con nosotros.

—Sí, señora, es un gusto trabajar para ustedes y una pregunta, ¿cuándo empiezo a trabajar?

—Empieza a trabajar... Ahora mismo, será mejor que se apure ya que el señor Lewandowski lo está esperando.

—Sí, señora. ¡Muchas gracias y adiós!

—Adiós, señor Gavira.

Pablo entonces corrió al ascensor para poder ir al último piso donde debería estar el CEO esperándolo, pero cuando se abrieron las puertas del ascensor, se sorprendió por quien estaba ahí.

Era el señor del metro...

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