Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

2.1M 94.8K 23.3K

《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 63

17.2K 1.2K 312
By RipleyWylde


Erica había estado tratando mal a Lucas los últimos días, no soportaba su cercanía, no soportaba verlo a los ojos, porque le recordaba demasiado los buenos momentos, le recordaba a su amado Jack, a los momentos divertidos que ya no estaban, a las cenas juntos y las bromas.

A Lucas se le hacía imposible cuidarla, pues ella le gritaba, lo echaba de la habitación o lo golpeaba para alejarlo de ella.

Chris, el único que en verdad podía acercarse en los últimos tiempos, aprovechó un momento en que Erica estaba durmiendo la siesta para acercarse a ese bello rubio con ojeras bajo sus párpados. Lucas se distraía cocinando para Jack, quien estaba jugando en el sillón y a veces, destrozándole el corazón a ambos muchachos, lo veían mirar fijo la puerta de entrada, como si esperara que en algún momento llegara su padre.

—Lucas —dijo Chris al colocar su mano en la espalda del rubio, quien amasaba en la isla—. Ya es suficiente.

—No insistas, no la voy a dejar sola.

—Andá a ver a tu familia, ya todo terminó, andá con ellas —le dijo con tristeza—. Aprovechá que vos sí tenés familia, no como nosotros dos.

Lucas se mordió los labios y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No la voy a dejar sola.

—No va a estar sola, estoy yo —dijo con suavidad—. No le hace bien verte en estos momentos, y a vos no te hace bien la forma en que te aleja. Andá con tu familia, una semana, solo una semana para darse tiempo los dos a pensar.

—¿Y Jackie? No vas a poder cuidar de ella y de Jackie a la vez, ¿qué va a pasar con Jackie?

Chris soltó un suspiro y se sentó en una de las banquetas altas mientras se refregaba el rostro, estaba agotado, llevaba días sin poder dormir, pues el miedo a quedarse dormido y que Erica tomara un cuchillo para acabar con su vida lo mantenía aterrado y despierto todo el tiempo.

—Veo cómo hago con él, pero por favor, Lucas, esto no le hace bien a ninguno de los dos, necesitan darse un tiempo para sanar —insistió—. Andá a ver a tu familia, ya no hay peligro, ya es seguro ir.

Lucas tomó su teléfono y se lo puso en el rostro para mostrarle los titulares. «El secreto tras la familia Moms», «La mafia escondida en la ciudad», «¿Quién es la Princesa que destapó las verdades del bajo mundo?», y cientos más, muchos más títulos de toda clase.

—Está en todas las noticias, en todas partes. No dice el nombre de Erica, solo la Princesa, pero cuando vaya a ver a mi mamá, cuando vean mis dedos cortados, cuando vean mis cicatrices, van a saber que no estuve en Córdoba y van a atar cabos solas —dijo con dureza.

—Entonces deciles la verdad, ya no hay peligro, Lucas. Por favor, andá unos días, yo te voy a mantener al tanto del estado de Erica, pero por favor, necesito que vos también estés bien.

Lucas bajó la mirada con sus labios apretados, con tristeza.

—Me voy a llevar a Jackie entonces.

—Lucas...

—No vas a poder con ambos, es un niño de dos años inquieto y curioso, y una mujer a la que tenés que cargar hacia el baño, darle de comer en la boca y cuidarla para que no se deje morir —dijo con tristeza—. Me voy a llevar a Jackie, sabés que yo lo cuido bien, sabés que conmigo va a estar bien.

Chris dejó ir un suspiro y volvió a refregarse el rostro con nervios, muy agotado. Si llegaba a sacarle a Jack, Erica con más razón se dejaría morir, pero también sabía que al pequeño no le hacía bien verla llorar todo el tiempo, verla tan mal. Lo mejor para todos era que Lucas se hiciera cargo de él y se lo llevara unos días, pero decírselo a Erica... Esa sería la parte difícil.

Planearon cómo decírselo, conversaron y debatieron al respecto por unos días, y decidieron que fuera Chris quien se lo dijera, por la forma en que Erica trataba a Lucas solo de verlo. Por ello, una tarde luego de obligarla a comer un par de bocados, sabiendo que Lucas ya había preparado las cosas del pequeño en un bolso y acomodado la butaca en el asiento trasero de uno de los autos que el Loco le había dejado, Chris decidió decírselo.

—Eri... —dijo con suavidad, la tomó con cariño de las manos y ella la miró con esos ojos vacíos, vacíos como habían estado desde hacía tres semanas—. Lucas va a irse unos días, para ver a su familia, va a volver pronto.

Ella se mordió los labios con tristeza.

—No va a volver.

—Sí lo va a hacer, Eri —dijo y le acarició las manos—. Solo necesita un tiempo para que todo se acomode, porque...

—Porque no soporto verlo —dijo con mucho dolor—, porque me destroza el alma verlo, porque soy una mierda que lo trata como mierda por algo que no es su culpa, y por eso... por eso Lu no va a volver.

Chris suspiró y respiró hondo.

—Va a llevarse unos días a Jack —La vio abrir los ojos con desesperación—, Jackie te ve mal todo el tiempo y eso tampoco le hace bien, va a volver, Eri, ambos van a volver, pero necesitan un tiempo.

—No me lo quiten, no me quiten a Jackie —rogó con las lágrimas que comenzaban a inundar sus ojos—. No me lo arrebaten a él también.

—Es solo por una semana, y cuando menos te des cuenta él ya va a estar de regreso —dijo de la forma más suave posible—. Es lo mejor para él, es un bebé, Eri, no le hace bien todo esto.

—Lo sé —lloró y se mordió los labios—, lo sé... Está bien, no pasa nada. Es por su bien, no pasa nada.

Chris la vio tan mal que la abrazó sin dudar, y Erica se aferró a él, a su hombro que llenó de lágrimas, apretando sus dedos en la espalda de su mejor amigo que estaba ahí para ella. Él tenía heridas aún en su cuerpo, aún se estaba recuperando, pero incluso así estaba firme a su lado, dispuesto a no dejarla caer.

Un poco más tarde Jackie entró en la habitación junto con Lucas, quien solo se quedó en la puerta mirando desde lejos y con tristeza a Erica. Jack abrazó con fuerza a su mami Ica, quien le besó la cabecita rubia con cariño, prometiéndole mejorar para poder cuidar de él.

Erica levantó la mirada para ver a Lucas, se miraron con tanto dolor, con tanta tristeza, que no pudieron seguir viéndose, y él salió de allí con Jack tomado de su mano. Lucas le había dicho que irían de paseo, que pasarían por una plaza y luego irían a visitar a su familia por unos días, y el pequeño se había mostrado muy entusiasmado ante la idea.

En la casa solo quedaron Chris, Erica y Hund, a quien le habían hecho un pañuelo con una remera del Loco para que tuviera en el cuello, pues el animal también se negaba a comer. Solo comenzó a mostrarse de mejor ánimo cuando Chris le improvisó ese pañuelo con el aroma de su gran amigo.

—Va a venir Rata a verte esta noche —dijo Chris mientras revisaba las heridas de Erica, se aseguraba de que todo estuviese sanando bien—. ¿Querés verlo o le digo que venga otro día?

—Da igual...

Él apretó los labios, esa era la respuesta de Erica para todo, con su mirada perdida.

—¿Querés darte un baño?

—No.

Volvió a apretar los labios y se acomodó junto a ella, quien apoyó su cabeza en el hombro de él en completo silencio. Frente a ellos, en la televisión, pasaban las noticias que se habían filtrado y que el abogado se había encargado de cubrir a la perfección. La Princesa, así la llamaban, la Princesa, ahora conocida para todo el país, para el bajo mundo, para los ricos, los pobres, para cualquier persona de cualquier rincón del país. Chris la aferraba y le decía siempre lo mismo, que todo quedaría como una simple leyenda, que no se preocupara.

Pero Erica temía aún volver a ser atacados, volver a escapar y vivir escapando. Y a veces, cuando dormía, soñaba con eso, soñaba que entraban asesinos en la casa y mataban a Chris, a Lucas y a Jack, incluso a Hund.

Mataban a todos y ella se quedaba sola.

Chris miró la heladera, había carne aún, también pescado congelado que era lo que Erica más deseaba comer todo el tiempo, pero necesitaban verduras y frutas, necesitaban arroz, fideos e incluso productos de limpieza, pero dejar sola a Erica para ir a comprar no era una buena idea. Por ello se asomó por la puerta para verla, al igual que todos los días estaba recostada abrazándose a sí misma, en silencio y con una mano posada sobre su vientre que ya había comenzado a notarse un poco.

—Eri, tengo que comprar un par de cosas, ¿puedo llamar a Rata para que se quede con vos?

—No —dijo con tristeza—. Doña Lara...

Él parpadeó algo confundido.

—¿La vecina?

Ella no respondió, solo se acurrucó más y se cubrió con las sábanas. Chris entonces salió de allí dejando la puerta cerrada, se aseguró de que Hund estuviese en el patio para que no atacara a esa mujer si es que aceptaba ir hasta allí. Tomó su billetera, la cual guardó en su bolsillo, y se aseguró de que su teléfono tuviera suficiente batería y volumen alto por cualquier emergencia. Luego salió de la casa, abrió la puerta tan despacio que no hizo ni un solo ruido, y no la cerró tampoco.

Tenía miedo de hacer ruido al irse y darle tiempo a ella de cometer alguna locura, por eso hizo todo sin hacer ni un solo sonido, ni siquiera la reja chirrió cuando la abrió. Tocó el timbre de la vecina, quien salió a los pocos instantes y lo miró algo extrañada, pues lo conocía de vista aunque jamás habían hablado. Él le explicó la situación, el luto de Erica y su embarazo de alto riesgo que la mantenía constantemente en cama, y no necesitó más palabras para que la mujer abriera la reja y se apurara, aún con su pierna adolorida y cojeando, para quedarse junto a ella el tiempo que fuera suficiente.

Le permitió entrar en la casa y luego él se fue al mercado, aunque muy nervioso y preocupado por su amiga.

Doña Lara abrió con cuidado la puerta de la habitación y vio a esa chica siempre tan alegre y educada, la que no había dudado en saltar la medianera para ir a salvarlos, ahora hecha un ovillo, con su piel pálida, sus ojos hinchados por el llanto, su expresión de eterno sufrir. Se acercó lentamente hacia ella y Erica apenas si alzó un poco la mirada, y al verla se mordió los labios y comenzó a llorar, especialmente cuando la señora apoyó su mano en la espalda de ella y se sentó a su lado en la cama.

—Oh, pequeña —le dijo con preocupación—, ¿cómo puedo ayudarte?

Erica lloró con fuerza, con sus gemidos de dolor que brotaban desde el fondo de su alma.

—Él murió, él murió, doña Lara, murió —dijo con tanto pesar que incluso Lara sintió angustia al oírla—. Y ahora... ahora tengo un bebé en mi vientre que también puede morir, no tengo nada, no tengo familia, no tengo mamá, no tengo papá, no tengo hermana, y no tengo tampoco a mi esposo. No tengo nada, nada.

—Bueno, linda —dijo Lara con un tono de voz suave mientras le hacía caricias en el cabello húmedo por lágrimas—, ahora me tenés a mí también. ¿Sí? Vamos a cuidarte bien para que recuperes tu fuerza, para que ese bebito hermoso esté sano, y para que esté sano y fuerte vas a comer una rica comida que voy a hacer para vos.

Erica cerró los ojos al llorar, las caricias de doña Lara se sentían bien, le recordaban a las muestras de cariño de su propia madre. No supo en realidad si fueron las caricias, sus palabras suaves o el cansancio por llorar, pero muy pronto terminó por dormirse.

Cuando Chris llegó con las bolsas de compras en las manos, Lara se había encargado de cambiar las sábanas de la cama, de asegurarse de que Erica estuviese cómoda, la había ayudado a ir al baño para que pudiera orinar, e incluso había comenzado a preparar la cena para la noche, pues aunque aún era temprano para eso, ella quería dejar todo listo antes de regresar a su casa.

Chris se mordió los labios y parpadeó para no llorar.

—Gracias —le dijo a Lara, quien le sonrió con dulzura.

—Mañana voy a volver, dejé mi número anotado ahí en la heladera, si necesitás algo avisame. Puedo enviar a mis hijos a hacer las compras si lo necesitás, o puedo decirle a mi marido que los lleve en el auto al médico si lo necesitan.

—Gracias —repitió con angustia.

Ella le sonrió y le dio una palmadita en la mano antes de irse para regresar a su casa. Había dejado la cena lista, por lo que él solo debía calentarla, lo cual era una responsabilidad menos.

A la noche calentó la comida que había preparado la señora y colocó el plato en una bandeja, junto con un vaso de agua, servilletas y una manzana. Erica estaba sentada en la cama, acariciaba el pelaje negro de Hund, y aunque fue algo débil le dedicó una sonrisa al verlo entrar. Chris se sentó junto a ella para cenar juntos.

—¿Qué te parece si vemos una película juntos? —propuso él con una sonrisa.

—Como quieras.

Apretó los labios, otra de sus típicas respuestas, pero al menos ya no tenía que obligarla a comer. Erica comía por voluntad propia de a pequeños bocados, aunque solía comer la cena fría por lo mucho que tardaba en hacerlo.

Erica dirigió su mirada hacia él, hacia la sombra bajo sus ojos, hacia su cabello negro despeinado. Él también había adelgazado un poco, pese a la felicidad que le producía haber sido testigo del final de Aaron, él no se veía mucho mejor que ella. Erica tragó en seco al verlo, notó que hacía mucho no usaba su sombrero, ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que lo vio utilizarlo.

—¿Y tu sombrero?

—En casa —dijo luego de tragar un bocado.

—¿Por qué no lo usás más? Creí que era importante para vos.

—Lo es —dijo y levantó la mirada para verla—. Me hacía sentir que mi hermano estaba conmigo, que no estaba solo, que estaba en familia —se quedó un instante en silencio antes de agregar—. Dejé de usarlo porque... ya no estoy solo, ya no necesito aferrarme a su recuerdo, te tengo a vos, Eri, vos sos ahora mi familia.

Erica apretó los labios con fuerza con sus ojos llenos de lágrimas, pero no lloró, solo se quedó en silencio y finalizó toda su cena. Acabó su plato entero e incluso esa manzana en la bandeja.

—Vos también sos mi familia —le dijo ella luego de largos minutos en silencio.

Habían pasado otras semanas más y Lucas aún no regresaba, Erica tenía miedo de escribirle, lo había alejado de ella al gritarle, al tratarlo tan mal, y ahora lo extrañaba y necesitaba con inmensidad, pero sabía que él también necesitaba su tiempo para sanar., para poder volver a verse a los ojos y abrazarse. Sabía que Jack estaba bien, Chris le mostraba las fotos que Lucas le enviaba de él, pero no hablaban mucho respecto a la reacción de su familia, o al menos él no le había dicho nada al respecto a Erica.

Su vientre se notaba mucho más, ya estaba de dieciocho semanas, y debido a que ella temía usar la camioneta del Loco habían pedido un uber para poder ir a su control del embarazo. La realidad era que Erica hubiese preferido que Lucas estuviese esa tarde allí con ella, y no Chris, pero le alegraba mucho que su amigo la apoyara en ese momento donde estaba sola. Le habían hecho un par de preguntas y le dijeron su fecha probable de parto, incluso el sexo del bebé: era una niña. El hematoma había disminuido pero aún estaba allí, por lo que todavía debía hacer reposo y evitar los esfuerzos. Todavía tenía que seguir en cama, pues corría con riesgo de aborto y la sola idea de perder el bebé, de perder la hija de su amado Jack, la destrozaba por completo.

Al principio no estaba muy convencida con la idea del bebé, pero su corazón, pudo oír su corazón y le pareció el sonido más hermoso del mundo, y no pudo evitar llorar de emoción al oír ese acelerado palpitar.

Tomaron otro uber de regreso a la casa y Chris la tomó en sus brazos para bajar del auto, aunque Erica tenía permitido caminar un poco, estaba agotada por su mala alimentación y lo poco que dormía debido a sus pesadillas.

Cuando ingresaron en la casa, vieron a otro fantasma dentro, uno que atravesaba paredes y siempre sabía cómo infiltrarse sin autorización. Fosa estaba ahí, la casa estaba impecable, el piso brillaba al igual que cada rincón de la casa, la cual olía a limpio, a lavandina y limón. Fosa giró para verlos cuando oyó la puerta, pero no dijo nada ni se acercó, y Chris no le dio el tiempo a nada tampoco, la llevó a la habitación, que olía suavemente a lavanda y tenía sábanas limpias, e incluso el aire se sentía más fresco. La recostó con cuidado y prometió llevarle un té.

—Si le decís algo cruel —comenzó a decir Chris entre dientes cuando llegó hasta él—, si llegás a decirle algo hiriente, me va a importar una puta mierda que seas Nahuel y te voy a matar, ¿me escuchaste?

Fosa solo lo miró con esa típica frialdad en sus ojos, con su mirada y porte intimidante.

—Deberías darte un baño y descansar, yo me ocupo ahora.

Ignoró a Chris que lo miraba con desapruebo y solo caminó hacia la habitación, incluso abrió la puerta sin pedir permiso ni golpear, y allí dentro caminó hasta Erica recostada en la cama. Ella no lo miró, no quiso hacer contacto visual, y Fosa se cruzó de brazos mirándola fijo. Estaba más delgada, su piel se veía grisácea, su cabello había perdido brillo y sus ojos estaban rodeados de aureolas moradas que le daban un aspecto cadavérico junto a sus párpados inflamados.

—Te ves horrible —le dijo.

—No sabía que alguna vez me habías visto hermosa —dijo ella, aunque sin gracia en su voz, como si hablara un fantasma en realidad.

—Me enteré —comenzó a decir él mientras daba otro paso hacia ella—, que te convertiste en reproductora.

—Tal vez no, tal vez termine por perder el embarazo como pierdo todo lo que amo —Erica levantó la mirada para verlo con tanta tristeza que él apretó los labios.

Fosa la miró fijo, pensaba muy bien qué decir, qué palabras utilizar, pero no fue él quien habló.

—A veces pienso en el vacío —susurró con tristeza—, y quiero regresar ahí para no sentir nada, para no sentir dolor, para no sentir.

—A veces también pienso en el vacío —admitió él—, pero no sentir nada... No sentir nada te aísla de las personas, y es peor.

Erica no dijo nada, solo se recostó en la cama y se tapó bien, con su rostro lleno de tristeza mientras se acariciaba el vientre. Fosa se animó a acercarse más y se sentó al borde de la cama, el colchón se hundió un poco ante su peso, y cuando levantó su mano hacia la cabeza de Erica, ella notó que no llevaba sus guantes. Le corrió un mechón de cabello tras la oreja.

—Tu cabello está grasoso y asqueroso, vas a ir a bañarte.

—No quiero.

—No pedí tu opinión al respecto.

Erica lo miró, completamente desganada pero él le sostuvo la mirada aunque no con la dureza que ella esperaba ver, la miraba con comprensión, con compasión, con la misma que ella había tenido con él.

Doña Lara iba a verla todo el tiempo y le ayudaba a bañarse para que Chris no hiciera ese trabajo, pero hacía unos días que Lara no había podido ir por culpa de su propia salud, y Erica tampoco estaba de ánimos como para bañarse. Solo quería quedarse en la cama y llorar.

—Creí que te enojarías más por mi embarazo... —susurró Erica con tristeza.

—Me enojé un montón, el pobre Omar sufrió las consecuencias cuando me lo confirmó esta mañana —la miró fijo y movió un poco las sábanas para verla, el vientre de Erica estaba lo suficiente hinchado como para hacer notar su embarazo—, y parece que me lo estuvo ocultando un buen tiempo.

—Es una nena... Si es que eso importa algo.

Fosa no dijo nada, se quedó en silencio mirando todo a su alrededor. Había limpiado toda la casa, pues por el reposo absoluto ella no podía hacerlo, y ni Chris ni Lucas eran tan limpios como ellos dos, así que él se había tomado el tiempo de dejar todo impecable. La habitación antes olía a encierro, a polvo e incluso a sudor, pero en ese momento olía suavemente a lavanda, pues él le había llevado sus aromatizantes y velas para que le ayudaran a relajarse, ya que a él siempre le funcionaron muy bien.

—A Jack le hubiese hecho muy feliz saber que es una nena —dijo luego de un largo silencio.

Ella apretó los labios muy fuerte y las lágrimas brotaron de sus ojos, estaba cansada de llorar y gritar, por eso trató de resistir los impulsos naturales de su cuerpo y solo permitió que esas lágrimas traicioneras resbalaran por sus mejillas.

—Sí... —fue lo único que ella dijo.

Él se puso de pie y salió de la habitación, momento en que Erica aprovechó para cubrirse el rostro y llorar con más fuerza. Se sentía muy sola y completamente inútil, pues no podía hacer nada por sí misma, solo podía estar en esa cama recostada con el miedo de perder el bebé ante cualquier mal movimiento brusco.

Fosa regresó unos minutos después y le arrancó las sábanas, para luego tomarla en sus brazos pese a los golpes que ella le lanzaba para que la soltara, cosa que él no hizo. Erica lo llenó de insultos y golpes con su rostro lleno de lágrimas, especialmente cuando ingresó en el baño y la sentó al borde de la bañera.

—Vas a bañarte, Bombita, quieras o no.

Ella se refregó los ojos al llorar mientras que él la ayudaba a desvestirse, luego la ayudó a meterse dentro de la bañera. Le mojó el cabello y con cuidado, mientras que ella sollozaba, se lo lavó poco a poco. El aroma a lavandas también se olía ahí, y Erica pudo ver una de esas velas que a él tanto le gustaban, el aroma era dulce, limpio pero también relajante, y se entretuvo mirando la pequeña llama de ese velón violeta, con su respiración que poco a poco regresaba a la normalidad. Él le enjuagó el cabello y luego le colocó acondicionador en largos y puntas, para después enjuagarse las manos y secarlas con cuidado.

—Encontré una carta en el galpón donde guardo mis cosas —dijo al sentarse al borde de la bañera—. No estuve yendo desde hace... un tiempo, pero lo encontré anoche.

—¿Una carta? —repitió ella y lo miró fijo.

—Sí, una carta —dijo y tomó un papel de su pantalón para poder enseñársela—. ¿Reconocés la letra?

Las lágrimas se acumularon nuevamente en sus ojos, era la letra del Loco, de su amado Jack.

—No te lo voy a leer a menos que quieras —dijo con seriedad—, pero en cortas palabras Jack me pidió que si algo llegaba a sucederle, me asegurara de que vos y sus hijos estuviesen bien. Se lo pidió también a Omar, pero con él tuvo los suficientes huevos para decírselo en persona.

—¿Hijos...? —Erica abrió los ojos con sorpresa.

—Sí, en plural. Jack sospechaba que estabas esperando un hijo suyo, aunque no estaba del todo seguro porque no tenías vómitos ni atrasos ni nada por el estilo —explicó con un suspiro—, al parecer yo debí haberlo sospechado por tus mareos y desmayos también, pero ¿cómo iba a imaginarlo? Pensé que te estabas sobreesforzando y que no eras tan estúpida de no usar métodos anticonceptivos.

«Necesito saber que vos y mi hijo van a estar a salvo» sus palabras llegaron a su mente tan rápido que se mareó, y recordó también cuando le habló sobre la familia que iban a formar en ese último momento, «¿No... lo hicimos ya?».

Él le había comprado un montón de pescado porque ella había dicho querer comer eso, le había impedido tomar alcohol y la había mimado y protegido en todo lo posible. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas una a una, de forma incontrolable y como una cascada salada, porque él lo había sabido, siempre lo supo. Lo supo y no solo dio su vida para salvarla a ella, la dio para salvar a su hija.

Comenzó a llorar con mucha fuerza y se cubrió el rostro con las manos, y aunque podía mojarse y arruinar su ropa, Fosa la instó a reposar la cabeza en sus piernas y le hizo caricias en el cabello húmedo.

—No te lo digo para que llores y te dejes caer —le dijo con suavidad—, sino para que dejes de culparte y para que cuides a ese pequeño monstruo. Para que sepas que él las amó a las dos con toda su alma.

—No me llamaste en ningún momento —gimoteó Erica con mucho dolor—, viniste solo porque él te lo pidió, como al entrenarme...

—No, Erica —dijo él con tristeza—. No vine, no te llamé, porque... me dolía el alma que no creí tener, me dolía de una forma que no creí que podía doler, y ver su letra, leer sus palabras... Me hizo salir del vacío en el que estaba y me hizo recordar que vos, claramente, estabas peor que yo y que me necesitabas estable, fuerte y firme para ayudarte. No estoy acá porque él me lo haya pedido, estoy acá porque no te voy a dejar hundirte en el vacío otra vez.

Se quedaron en silencio por largos minutos mientras que ella finalizaba de lavar su cuerpo, luego se envolvió en una toalla y Erica quiso caminar hacia la habitación sujetada del fuerte brazo de su maestro, quien le ayudó a sentarse en la cama con comodidad, y para ello le acomodó bien las almohadas.

Él se sentó a su lado y apoyó su mano en la pierna de ella, la cual sobó suavemente.

—Esta noche me voy a quedar yo con vos, no te voy a dejar entrar en el vacío y, si llegás a entrar, voy a sacarte a rastras para que vuelvas a ser la Bombita otra vez —dijo con un tono de voz suave pero seguro.

—No sé... no sé si quiero seguir siendo la Bombita...

—Entonces solo Erica —dijo y llevó su mano hacia el vientre de ella para reposarlo en esa pequeña curvatura—. Vas a volver a comer nutritivo para que tu monstruo nazca fuerte, para vos misma recuperar fortaleza, y luego de que nazca vas a volver a entrenar, no para ser una asesina ni una barrendera, vas a volver a entrenar para proteger a ese monstruo por siempre. ¿Está bien?

Erica se mordió los labios y asintió de forma sumisa, mientras que Fosa alejaba su mano del vientre de ella para luego apoyarlo en su cabeza y darle de esas típicas palmaditas cariñosas.

—Y visto y considerando que no podés venir a casa, hasta que te mejores vendré yo los viernes y traeré a Omar a rastras para que te prepare salmón —sonrió de una forma alegre que a Erica le sorprendió mucho—. No estás sola, Bombita, nunca lo vas a estar.

Esa noche Fosa preparó la cena, ligera pero nutritiva. Chris le ayudó bastante, había podido bañarse y dormir una siesta sin miedo a que algo le pasara a su amiga, y esa noche también podría dormir dormir tranquilo sin despertarse a cada instante para asegurarse de que ella aún estaba ahí, de que estaba bien y a salvo.

Fosa se había sentado en la cama y le leía algunos de los escritos del Loco que estaban en alemán, las notas que él hacía al leer sus libros o incluso sus pensamientos diarios. Escribía mucho sobre Erica, especialmente los últimos días, donde escribía de los cambios que veía en ella físicos y mentales. Había anotado lo que ella más comía: pescado, mermelada de ciruela, tomates cherry y banana y había puesto como prioridad asegurarse de que ella tuviese todo eso sin falta. Fosa le leía todo como si fueran cuentos, y aunque esperó que ella llorara por las palabras allí escritas, la vio feliz.

—Traté... muy mal a Lucas —dijo ella con tristeza—, porque me dolía verlo, me recordaba a Jack, a los momentos felices que ya no existen, pero... lo extraño mucho, lo necesito mucho, quisiera pedirle perdón y...

Fosa la oyó con atención y le dio una palmaita en la cabeza, con cariño.

—Escribile, Erica. Sin miedo alguno.

Ella se mordió los labios y se acurrucó para terminar de oír las lecturas de Fosa. Erica le había pedido que le tradujera el libro de las poesías de Rimbaud que al Loco tanto le gustaba, y Fosa leyó y tradujo cada una de ellas. Luego tocó el violín para ella, Vivaldi que era lo que a Erica le relajaba, y la vio dormirse con un gesto triste pero más relajado.

—Todo va a estar bien, Bombita.

Le dijo y se aseguró de que estuviese bien tapada. Se había acurrucado junto a Hund, a quien abrazaba, como si necesitaran el mutuo apoyo. Fosa se ubicó junto a ellos cruzado de brazos, en una posición algo incómoda para cualquiera, pero él quería asegurarse de su bienestar para no permitirle en ningún momento dejarse caer, no otra vez.

Continue Reading

You'll Also Like

803K 78.3K 46
La vida de Carla es relativamente normal para alguien de campo. Vive en una granja apartada en Texas, su madre le brinda estudios desde casa y su pad...
75.9K 7.8K 48
Si yo les contara todo lo que viví para llegar aquí, es de no creer. La cagaré en más de una ocasión, de que lloro, pues sí, de que hago llorar, pues...
2.1K 279 23
En tiempos de guerra, al que considerabas un enemigo puede convertirse en tu mejor aliado. Yuri descubrió eso a sus 18 años, cuando sus padres decide...
219K 11.3K 47
Sera imposible... estar ahí y no recordar. Dolera, dolera como el demonio. Pero sabia que no podia huir para siempre. Sabia que este dia llegaria. El...