—Si a bueno cállate, Midoriya —dijo Aoi Uesugi de manera bastante petulant.
<<Esta chica...>> apretó el puño ligeramente mientras el enojo se notaba mínimamente en su rostro.
Ser el otro tutor de las quintillizas era difícil por dos razones. Número 1; La castrosa de Nino que siempre decía una estupidez y respondía cosas que nadie preguntó y, Número 2; Compartir el puesto de "tutor" con su compañera de clases, Aoi Uesugi.
Esta última para ponerlo en palabras simples era una insensible repudiada en muchas ocasiones por quienes intentaban formar una amistad. Era pésima escuchando y una come libros total. A pesar de su atractivo, nadie se le acercaba desde hacía un año con intenciones de formar algo.
Izuku era por su parte alguien muy muy muy muy (y por si acaso, muy) paciente. Cosa que le había servido para apañárselas con la peli negra. Sin embargo, hoy llegó al punto de quiebre.
—Me callaré cuando dejes de hacer nuestro trabajo más difícil, Uesugi —se plantó el pecoso firmemente.
Ambos se encontraban en el departamento de las quintillizas, pero estas no se encontraban debido a que había salido por unos minutos para atender unos asuntos personales. Si Izuku iba a va cantarle sus verdades a la oji Ámbar, debía hacerlo ya.
—¿Como dices, segundo lugar? —escupió la come libros—. ¿Se te zafó un tornillo de tanto golpe como héroe?
—¡Si, se me zafó el tornillo de la paciencia. Y eso que tardó, imagínate tener que tolerar a una mocosa que lo único que consigue es que las relaciones con sus empleadoras vaya a peor! —recriminó Izuku con la percepción de la realidad completamente alterada—. ¡Si no fuese por mi hace ratos te hubiesen despedido!
—¿Por ti? ¿Que has hecho tú por mi? —interrogó intensas la ignorante.
—Le he pedido en dos ocasiones a cada una de las Nakano que no te reseñen muy mal con nuestro jefe. Incluso hablé directamente con Maruo-San para que no fuese muy duro contigo —explicó haciendo quedar a la otra como una desagradecida—. ¡Al menos puedes comportarte como un ser humano por 5 minutos y oír lo que dicen las chicas cuando se sientes exhaustas y aún así las presionas erróneamente!
—Y-yo... no sabía.
—Exacto, no sabías. Así que esta vez, tú cállate y escúchame, trabajemos por primera vez en equipo, no obstaculizándoselo al otro. ¿Entendido? —devolvió la mirada a sus hojas y empezó a organizarlo para la llegada de las Nakano.
—... —Aoi se mantuvo en silencio y con la cara roja de la vergüenza de no tener nada que responder se limitó a imitar al peli verde—. Lo siento.
—Te perdono, ahora, a chambear.
{...}
Ahora Aoi leía en un libro en acerca del amor mientras miraba a los lejos al pecoso charla con sus ahora, rivales de amor.
—Está vez el cerebro te traerá a mi, Izuku.
<<Rayos, le gusto a la loca come libros... ganancia>>