El atardecer que nunca vimos...

By Uvita_412

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Una bailarina muy despistada, Un autor muy pervertido, Un choque muy repentino, Que una historia de amor emp... More

Dedicatoria
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1: Un desconocido muy conocido
Capítulo 2: El Festival
Capítulo 3: Peleas y avances.
Capítulo 4: Mi Casa, Tu Casa.
Capítulo 6: La Librería
Capítulo 7: Dos Cervezas Y Un Pervertido
Capítulo 8: Problemas
Capítulo 9: Un Beso En El Baño
Capítulo 10: Un Secreto Descubierto
Capítulo 11: Reconciliación
Capítulo 12: Peleas De Familia
Capítulo 13: Bajo La Lluvia
Capítulo 14: Solo Una
Capítulo 15: Cena De Familia
Capítulo 16: Conociendo A Los Suegros
Capítulo 17: Mejores Amigos

Capítulo 5: Despistada

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By Uvita_412

Me quedo observando a Erik perpleja, sin llegar a comprender del todo lo que me ha dicho.

—P-pero si esta tarde me has dicho que iba a venir —. Digo asimilando y con la esperanza de que me esté gastando una broma de mal gusto. Pero cuando me fijo bien en su expresión me doy cuenta de que está destrozado —. ¿Qué os ha pasado? —pregunto intentando mantener la calma porque sé que me va a tocar consolarlo.

—Me ha puesto los cuernos —contesta destrozado.

Eso sí que me sorprende, no me puede creer que le haya hecho eso.

—¿Y… cómo te has enterado? —pregunto sorprendida.

—Diego me ha mandado una foto de ella con otro chico —responde ahora con rabia en la voz.

—¿Y sabes quién era el otro chico? —digo todavía asimilándolo.

—No se le veía la cara al muy gilipollas —contesta entre enfadado y triste.

—Yo…lo siento mucho Erik —digo en modo de consuelo —Se os veía muy unidos.

Erik asiente con la cabeza y se levanta del sofá.

—Me voy a mi habitación, quiero estar solo —me dice.

Me destroza verlo así, y además creo que es la primera vez que lo veo de este modo. Me he acostumbrado al Erik feliz que va regalándole sonrisas a la vida y creo que va a tardar en volver.

Me siento en el sofá y justo antes de apoyar el culo llaman al timbre. Me pongo de pie —aunque no haya llegado a sentarme— y me dirijo a la puerta. Cuando la abro Aike está al otro lado.

—¿Q-qué haces aquí? —pregunto sorprendida por su visita.

—He venido a devolverte esto—saca algo de su bolsillo que resulta ser mi móvil—se te ha caído en mi coche.

Tanteo en los bolsillos de mis pantalones donde lo llevaba y, efectivamente, no está ahí.

—Gra-gracias —respondo tartamudeando y cojo mi móvil.

—De nada —me dice, se da media vuelta y se pierde por las escaleras. No me había dado cuenta de que mi corazón se había acelerado, pero en cuanto no hubo ni rastro de Aike éste se relaja.

Me quedo mirando mi móvil sin comprender como narices se me había caído del bolsillo y luego caigo en la cuenta de que son los mismos pantalones en los que llevaba las entradas del primer día que nos vimos. Y ahí todo en mi cabeza hace clic.

Me voy a mi habitación y me tiro en la cama a ver la vida pasar, sin saber qué más hacer. Desde mi cuarto se pueden escuchar los sollozos de Erik, pienso en ir a consolarle, pero no voy a verle porque me ha dicho que quiere estar solo.

Al cabo de unos minutos cojo mi móvil para mirar todas y cada una de las aplicaciones que hay en este, incluso las que no sabía que existían, pero en cuanto lo enciendo aparecen en la pantalla cinco llamadas perdidas de Eva.

Mierda, me va a matar.

¿Y si dejas de entrar en crisis y la llamas?

Sí tienes razón. Desbloqueo el teléfono y entro en la aplicación de llamadas, busco el contacto de Eva y le doy a llamar. Al tercer tono Eva responde.

—¿D-Daira? —pregunta y… ¿Está llorando?

—Sí, soy yo. ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —respondo preocupada.

—¿Podemos vernos? —pregunta entre sollozos.

—Sí claro, ¿dónde?

—En la cafetería del otro día, por favor —. Y parece que poco a poco se va calmando.

—En quince minutos estoy —y cuelgo la llamada.

Adiós a mis planes de tirarme en la cama y ver la vida pasar. Busco mi bolso y mi chaqueta, y al no encontrarlos, recuerdo que los he dejado en el salón. Voy a por ellos y cuando los tengo me dirijo a la puerta de Erik para avisarle que me voy, llamo varias veces sin obtener respuesta, así que doy media vuelta, voy a la puerta de entrada y salgo de casa.

Al abrir la puerta del portal el frio de noviembre me recibe con los brazos abiertos, me subo la cremallera hasta arriba y comienzo a caminar en dirección a la cafetería. Llevo un rato sumida en mis pensamientos cuando una gota de agua me cae encima, genial está empezando a llover. Todavía me queda un rato para llegar, así que acelero el ritmo para intentar llegar antes de que empiece a llover más. Y con suerte consigo llegar a la cafetería justo a tiempo.

Cuando entro busco a Eva con la mirada, y la encuentro sentada en una mesa al lado de la ventana, mirando por esta. Me acerco y retiro la silla que está a su lado para sentarme y entonces Eva gira la cabeza. Tiene los ojos rojos e hinchados, producto de las lágrimas, pero por lo demás está como siempre. El pelo rubio le cae sobre los hombros, tiene los ojos castaños perdidos en algún lugar, unos labios finos pero atractivos, y la nariz recta y puntiaguda. Lleva puesto una sudadera ancha y unos vaqueros rotos.

—¿Qué ha pasado? —pregunto preocupada.

Eva me mira desolada, está claro que sea lo que sea que le haya pasado le ha afectado mucho.

—Diego me ha dejado —contesta y se le rompe la voz, mientras que sus ojos se vuelven a humedecer.

Hoy es el día de las parejas rotas.

Me quedo plantada en mi lugar al oír esa respuesta, si os soy sincera esperaba oír de todo menos eso, el otro día se les veía muy felices juntos.

—Eva…yo…lo siento mucho, no sé qué decir —le digo a modo de consuelo. Aunque no me sale muy bien.

—No pasa nada, estoy bien no te preocupes —dice totalmente destrozada.

—¿Y…por qué te ha dejado? —pregunto curiosa.

El chisme ante todo.

—No lo sé —empieza Eva —me ha dicho que teníamos que vernos, porque necesitaba hablar conmigo, y entonces me ha dicho que ya no podíamos seguir juntos.

Para cualquier otra persona en el mundo está explicación le hubiera servido, pero a mí no, conozco a Eva desde que íbamos al colegio y sé que a eso le falta algo.

—¿Y tú que has hecho? —pregunto enarcando una ceja.

—¿Yo? ¿Por qué crees que he hecho algo? —pregunta como un angelito, por lo que la miro como diciendo:” ¿En serio?” —Bueeeno… puede ser que me haya enfado un poco, le haya tirado el agua encima y luego le gritase que se fuera a la mierda, pero nada más.

Joder, tiene más carácter que yo.

Al terminar Eva suelta una risa nerviosa, y todo rastro de preocupación desaparece. Yo no me sorprendo con lo que ha dicho porque estoy acostumbrada a este tipo de reacciones por parte de Eva. Una vez, casi nos echan de un bar porque empezó a gritarle al camarero no sé qué cosas. Así que sí, sin duda esa es una reacción que Eva tendría.

—¿Y si ya lo has solucionado para que me has pedido que venga? —pregunto desorientada.

—Para insultarle un rato —contesta como si fuera lo más obvio del mundo.

No le llevo la contraria, por lo que Eva empieza a desahogarse y a llamarle de todo. Creo que no sé ha dado cuenta, pero poco a poco ha ido subiendo el tono, por lo que ahora todo el local nos mira como si nos hubiera salido una segunda cabeza.

Diego también es mi amigo, pero no entiendo porque le ha hecho esto a Eva. Hace dos días estaban perfectamente, así que me apunto que tengo que ir a hablar con él, tanto por el tema de Eva, como por lo de Erik, ya que él fue quien le mandó la foto.

Eva ya lleva un rato hablando e insultando a Diego cuando se queda sin ideas y me mira en busca de más, como no se me ocurre nada me aclaro la garganta y le digo:

—Podríamos hablar de otra cosa, así te despejas —. Eva me mira meditando lo que acabo de decir y luego se encoje de hombros.

—Vale— contesta —¿Qué tal con el autor ese? —pregunta cambiando de tema.

¿No había otro tema?

Tú querías que cambiara de tema y eso ha hecho.

—Bien, supongo —y me encojo de hombros mientras le doy un sorbo a mi bebida.

—¿Supones? —pregunta Eva perdida.

—Sí, no sé, no ha pasado nada especial —respondo sin darle mucha importancia al tema.

Intento evitar el tema de que vino a mi casa y de que yo estuve en la suya, porque no es algo de lo que me apetezca hablar ahora mismo.

—¿Cuándo fue la última vez que os visteis? —me dice y yo me pongo nerviosa, porque si hay algo que no sé me da bien es mentir, así que le digo la verdad:

—Hace una hora —respondo un poco nerviosa por no saber cómo va a reaccionar. Eva abre los ojos como platos.

—¡¿Hace una hora?! —grita sorprendida.

—Quieres bajar el volumen —digo yo comprobando que nadie se haya girado en nuestra dirección, y por suerte parece que ninguna persona se ha percatado del grito.

Ni qué estuvierais hablando de que habéis matado a alguien.

—Perdón, perdón —se apresura a contestar Eva y baja el tono —Pero ¿a ti te gusta?

Esa era una muy buena pregunta, sobre todo porque no tenía una respuesta clara. ¿Me gustaba Aike? Si hablamos de él como autor claro que me gustaba, es más, lo amaba, si hablamos de su forma de ser también me gustaba, pero no de la forma romántica, si hablamos del físico obviamente me gusta, parece que está tallado por los mismísimos dioses, pero eso no es amor, es atracción, y eso es algo de lo que siempre me he quejado. Pero… si hablamos de Aike en general… no estaba segura, cuando lo veo me emociono y se me dibuja una sonrisa en la cara. También me pongo nerviosa, por el simple hecho de que soy una persona muy insegura y siento que de cualquier cosa que diga o haga o se va a reír o a burlar de mí. Pero ¿Sabes eso de las mariposas? ¿Las que se supone que sientes cuando te gusta alguien? Ni rastro de ellas.

Eva me mira, expectante, esperando la respuesta a esa pregunta que parece tan fácil de responder pero que en el fondo es la pregunta más difícil que te pueden hacer. Me aclaro la garganta y respondo bajo la atenta mirada de Eva:

—No lo sé —es la respuesta que lo doy, no sé qué se esperaría, pero parece decepcionada.

—¿En serio, llevas media hora pensando la respuesta para que solo me digas eso? No lo sé —. Dice Eva y niega con la cabeza.

—No sé qué esperabas que respondiera —la rebato.

—Pues sí o no, no es tan complicado —contesta como si fuera obvio.

—Pues para mí sí es complicado —digo y levanto un poco el tono de voz.

—Vale, lo siento no pretendía sonar así —se disculpa Eva.

—No te preocupes —respondo y miro la hora en el teléfono, son casi las nueve de la noche —Creo que me voy a ir yendo —le digo a Eva.

—Sí, creo que yo también—responde esta.

Pagamos lo que nos hemos tomado y salimos de la cafetería. Nos despedimos y cada una toma el camino hacia su casa. Hace bastante frío por lo que me arrepiento de no haberme traído una chaqueta más gorda, pero me aguanto y camino más rápido.

Cuando llego a casa busco las llaves por todo el bolso y resulta que no están, así que no me queda otra que llamar al timbre y rezar para que Erik me abra la puerta. Llamo y pasa un minuto entero y nadie abre la puerta por lo que llamo otra vez. Sigue sin haber resultado. Cojo mi móvil y llamo a Erik para avisarle de que estoy en la puerta y no encuentro las llaves, pero me salta el buzón.

Parece que dormimos en el pasillo.

Vuelvo a llamar al timbre y está vez sí que abren la puerta. Erik parece cansado, aunque sospecho que no ha hecho otra cosa más que estar tirado en la cama.

—¿Cómo estás? —pregunto al verlo en ese aspecto.

—Tan bien como puedo estar —contesta con una mueca de asco, como si no quisiera seguir viviendo más. Se da media vuelta y se pierde por el pasillo. Cuando escucho una puerta cerrarse soy consciente de que se ha vuelto a encerrar en su habitación.

Yo hago lo mismo, me encierro en mi habitación y me pongo el pijama. Cuando ya estoy lista me meto en la cama y al apoyar la cabeza en la almohada me quedo dormida.

                                                               ***

Al abrir los ojos ya no estoy en mi cuarto, sino tirada en la arena de una playa. Me incorporo y me doy cuenta de que a mi lado hay otra toalla, pero ésta está vacía, excepto por el montón de ropa que hay encima de ella.

No hay nadie en la playa, salvo yo y la otra persona desconocida que distingo bañándose en el mar. Está de espaldas a mí, por lo que no le puedo ver la cara. Tampoco distingo su color de pelo ya que todavía no ha terminado de amanecer y, por tanto, no puedo verlo bien, pero lo que sí logro distinguir es que es una figura masculina.

El chico se da la vuelta y es ahí cuando se percata de que yo ya estoy despierta. Es un chico que no he visto en la vida, pero por su reacción, parece que nos conocemos.

Cada día entiendo menos tu vida.

En ese momento, sale del agua y se acerca a mí, es entonces que me doy cuenta de que va completamente desnudo, sin poder evitarlo bajo la vista para abajo y… joder.

¿Te gusta lo que ves?

¡¿Qué?! ¡¡No!! Bueno sí. El chico me mira fijamente y entonces vuelvo a subir la vista a sus ojos, tiene unos ojos marrones preciosos. Él me da un repaso, por lo que yo hago lo mismo; tiene el pelo castaño oscuro casi negro, la mandíbula recta y la nariz pequeña. Tiene un cuerpo entrenado, no es de esos que se les notan los músculos a cuatro kilómetros, pero sí se nota que está en forma.

De repente el chico se me acerca y me coge del brazo para levantarme de la toalla, y no sé por qué, pero dejo que lo haga. Cuando ya estoy de pie me mira a los ojos y me sonríe, tiene una sonrisa preciosa, y entonces me doy cuenta de que sus ojos tienen un brillo pícaro, y entiendo el por qué en cuanto se agacha, me coge por las rodillas y me sube a su hombro. Me retuerzo para que me baje, aunque no lo consigo. En cuanto me baja de su hombro soy consciente de que me acaba de meter en el mar con él, y cuando entiendo lo que quiere hacer mi cuerpo se tensa involuntariamente, aunque sorprendentemente siento que me apetece.

Así que sin pensármelo dos veces me acerco a él, mientras él se acerca a mí, y nos encontramos a medio camino. No sé quién besa primero a quien, pero no le doy importancia. Mientras nos estamos besando él busca el tirante de mi bañador, y en cuanto lo encuentra lo baja hasta que no le queda otra que bajar el otro también.

El beso no empezó inocente y no se vuelve inocente en ningún momento. Cuando se cansa de la boca baja sus labios por mi mandíbula y mi cuello, en el que deja un rastro húmedo de besos. El agua va y viene, y la única luz que hay es la de los primeros rayos de sol, por lo que no es fácil que alguien nos pueda ver.

Al cabo de un buen rato salimos del agua, yo me voy recolocando el bañador ya que no me lo ha llegado a quitar del todo. Cuando llegamos a las toallas nos secamos y nos vestimos. No nos miramos en ningún momento.

Cuando ya hemos recogido todo…

Abro los ojos y me incorporo de golpe. Ya es de día y la luz se cuela por la persiana, pestañeo varias veces para conseguir acostumbrarme a la luz y cuando por fin lo consigo, me doy cuenta de lo que acabo de soñar.

Cojo el móvil para ver la hora, y como solo son las ocho de la mañana, me vuelvo a tumbar para dormirme otra vez. Aunque no consigo hacerlo porque el sueño que he tenido se repite en bucle en mi mente, y no paro de preguntarme por qué mierda he tenido ese sueño, y además con un tío que no reconozco.

Cuando llevo ya más de una hora dando vueltas en la cama, sin conseguir dormirme, me levanto y voy a vestirme, luego me lo pienso dos veces y no me quito el pijama, por el simple hecho de que me da una pereza de morirme.

Así salgo de mi cuarto, probablemente con unas pintas horribles, pero ¿quién me va a ver? Nadie. Por lo que no le doy demasiada importancia, y voy a la cocina para desayunar. No esperaba encontrarme a Erik, por eso no me sorprende que todavía tenga la puerta de su habitación cerrada y la cocina esté vacía.

Preparo café y busco algo para desayunar, al final termino cogiendo unas galletas que estaban al final del armario. Me siento en un taburete que está frente a la pequeña isla y ahí desayuno tranquilamente.

A nadie le importa como desayunas, pasa a la parte interesante.

Cuando termino voy a mi cuarto y me tiro en la cama, miro al techo como si fura lo más interesante que he visto en mi vida. No sé cuánto tiempo llevaría ahí tumbada cuando de repente me suena el móvil, giro sobre mí misma, soltando un suspiro por la pereza que me da moverme, y cojo el móvil de la mesilla. Resulta que Aike me ha pedido que vayamos a dar un paseo, a lo mejor si no me diera tanta pereza salir de casa ahora mismo estaría gritando por la emoción, pero como hoy todo me da pereza lo único que hago es poner los ojos en banco y contestarle que sí. Enseguida recibo otro mensaje suyo.

Aike: En media hora estoy en la puerta de tu casa.

Me levanto tan rápido de la cama que incluso me mareo.

De verdad que hay días en los que pienso que no puedes ser más vaga.

Bueno que quieres, es que hay días en los que me da pereza vivir.

Voy al armario, y al abrirlo suelto otro suspiro. Nota mental: ordenar el armario. Aunque mi habitación está muy ordenada mi armario da miedo. Tengo camisetas tiradas por todos lados, pantalones arrugados, calcetines desemparejados… bueno en conclusión que está hecho un desastre.

Busco algo medianamente decente y lo único que encuentro son unos vaqueros rotos y una sudadera grande. En cuanto levanto la sudadera me encuentro que debajo de ésta estaba la zapatilla que perdí hace casi un mes. Así que ya podéis imaginaros el desastre.

Cuando pienses en tirarte en la cama y no hacer nada, recuerda que tienes un armario que organizar.

Antes de vestirme, decido que me voy a duchar, para no ir como una guarra. Al salir de la ducha me visto con lo que he rescatado del armario, y me pongo a buscar unas zapatillas que sean cómodas para andar. Cojo la que he encontrado debajo de la sudadera y, ¿dónde coño está la pareja?, ahora resulta que ha desaparecido.

Genial, encuentras una y pierdes la otra, yo cada día flipo más contigo.

Al final la encuentro debajo de la cama, y cuando me estoy poniendo las zapatillas, me llaman al móvil, me acerco para cogerlo y veo el nombre de Aike en la pantalla, descuelgo y me llevo el móvil a la oreja.

—¿Sí? —pregunto al descolgar, aunque ya sepa quién es. Mientras tanto voy dando saltitos para ver si consigo que la zapatilla entre.

—¿Qué haces? —contesta Aike y parece que está aburrido.

—Prepararme —digo como si no entendiera el porqué de su pregunta.

—Joder, ha pasado casi una hora desde que te he escrito—responde, y en su tono de voz se puede notar que está un poco irritado.

Ups, puede que me haya enrollado un poquito en la ducha.

—¿Ya estás abajo? —pregunto asimilándolo.

—Llevo abajo más de quince minutos.

Ups, otra vez.

—Dame cinco minutos —digo, y por fin consigo terminar de ponerme las zapatillas.

—Date prisa, por favor —contesta con voz de aburrimiento, y cuelga la llamada.

Vale, solo tengo cinco minutos para terminar de arreglarme, no voy a entrar en crisis, no voy a entrar en crisis… Mierda ya he entrado en crisis. Corro al baño y me miro al espejo, por suerte no estoy tan mal, solo tengo que peinarme.

Al salir del baño me pongo a buscar mi móvil, y cuando lo localizo me lo guardo en el bolsillo trasero del pantalón. Me iba a despedir de Erik, pero como sigue con la puerta cerrada, y no tengo tiempo, no le digo nada. Cojo las llaves y salgo de casa. Bajo las escaleras corriendo, y cuando llego a la calle Aike está sentado en las escaleras de espaldas a la puerta. Al escuchar el sonido de ésta abriéndose, se da la vuelta, y cuando lo miro a los ojos parece que está aburrido de esperar, por lo que dedico una sonrisa de disculpa.

—Llegas tarde —me dice Aike sonriendo en cuanto me acerco.

—No es mi culpa que vengas tan rápido —le contesto.

—Había pasado media hora desde que te escribí el mensaje, pensaba que ya estabas lista —dice como si fuera obvio.

—Pues ya has visto que no te puedes fiar de tu instinto —lo miro con superioridad y empiezo a andar y doy por terminada la conversación.

Aike no se ha movido, y lo sé porque en los pocos pasos que he dado he sentido su mirada clavada en mi nuca. No le presto mucha atención y sigo andando. No han pasado más de treinta segundos cuando siento la presencia de Aike a mi lado.

—¿No puedes andar más despacio? —Pregunta jadeando por haber tenido que correr para alcanzarme.

—¿Qué pasa? ¿No puedes seguirme el ritmo? —contesto retándole. Aunque sé que he andado más rápido de lo habitual aposta.

—¿Me estás retando? —me pregunta levantando las cejas.

—Puede —me limito a responder y me encojo de hombros.

—Eso ya lo veremos —y empieza a correr, por lo que no me queda otra que seguirlo y correr también.

—¡Aike! —le grito mientras corro detrás de él intentando alcanzarlo, y como no me hace caso grito más fuerte —¡¡Aike!! —pero me ignora completamente.

Al cabo de un par de minutos se detiene y me mira con una sonrisa de superioridad. Cuando lo alcanzo le empujo por el hombro, para que pierda el equilibrio, pero ni se inmuta.

—¿Quién es más rápido ahora, despistada? —me pregunta sonriente, pero yo no me fijo en eso, sino en la última palabra de su frase.

—¿Me has llamado despistada? —le pregunto, y ya no queda ni un resto de broma en mi expresión.

—¿Quién? ¿Yo? —se hace el tonto.

No sabe con quién se está metiendo.

—¿Me has llamado despistada? —vuelvo a preguntar.

—Sí, y vete acostumbrando porque a partir de ahora ese va a ser tu nuevo apodo —contesta.

—¡Y una mierda! Vuelve a llamarme despistada y te aseguro que hoy no vuelves a casa.

—¿Te has enfadado, despistada? —pregunta y esboza una pequeña sonrisa. Entrecierro los ojos para parecer más enfadada, pero no me sale muy bien porque lo único que hace Aike es reírse —. Si pretendes dar miedo así no vas a conseguirlo —dice y sigue riéndose.

Me doy media vuelta y comienzo a andar a paso rápido, Aike me sigue, y como ve que no tengo intención de parar, se pone delante de mí y me sujeta por los hombros. El simple contacto de su piel con mi ropa hace que el corazón se me acelere.

—Oye, no te enfades, era una broma —me dice aguantándose la risa.

—Haberlo pensado antes —e intento librarme de su agarre, pero no puedo.

—En serio, ¿te has enfadado por eso? —pregunta cómo si le costara creerme.

—Sí —respondo secamente y vuelvo a intentar soltarme, pero tampoco lo consigo.

—No te enfades, vamos a dar un paseo —me pide, y sinceramente no me apetece estar enfadada con él, así que le hago caso.

Empezamos a andar en silencio, pero no de esos incómodos, sino uno bastante agradable. Como caminamos bastante juntos, hay momentos en los que nuestras manos se rozan, y cuando eso sucede, mi cuerpo entero se estremece.

—¿Tienes hermanos? —pregunto y Aike se tensa.

—No, soy hijo único —responde, pero su voz parece nerviosa —. ¿Y tú?

—Sí, dos —contesto.

Después de eso no volvemos a hablar, y ahora sí que el silencio es incómodo. Cuando me quiero dar cuenta hemos vuelto a mi casa.

—Bueno… ha estado bien ¿no? —digo para despedirme.

—Sí—contesta Aike, pero se nota que no está bien.

—Oye, ¿estás bien? —le pregunto preocupada.

—¿Eh? Sí, sí —responde —Que tengas un buen día despistada —se despide y me sonríe, mientras que yo le pongo mala cara. No me deja responderle porque ya se ha dado media vuelta y está caminando hacia su coche. Me quedo mirando como se monta y se aleja. Cuando ya no está en mi campo de visión, me doy la vuelta y subo a casa.

Al abrir la puerta Erik está sentado en el sofá viendo la televisión mientras come helado. En mi vida había visto a un Erik tan deprimido.

—¿A dónde has ido? —pregunta cuando me ve.

—He salido a dar un paseo —Le digo, y omito el hecho de que no ha sido sola.

—¿Tú sola?

—Sí —respondo un poco nerviosa. No quiero tener que contarle nada a Erik, no porque no confíe en él, sino porque sé que no está bien y no le quiero marear con mis asuntos.

Erik me mira raro, supongo que no está acostumbrado a que a mí me dé por salir a dar paseos, pero lo deja pasar.

—Vale —dice y se vuelve a concentrar en la televisión. Lo observo pensativa, me doy cuenta de que tiene aspecto cansado y las ojeras muy marcadas, lo que indica que no ha dormido nada bien. También parece estar ausente, aunque su cuerpo esté aquí, su mente está en otra parte de la galaxia.

Me voy a mi cuarto y me encierro en éste. Me quito los zapatos y me tiro en la cama a ver la vida pasar. Soy consciente de que cuando le he preguntado a Aike sobre si tenía hermanos se ha puesto muy nervioso, pero no entiendo por qué que, es una pregunta de lo más normal.

Aike Lenbo esconde un secreto y yo voy a averiguarlo.

***
Hola a todos,
Que tal el capitulo?
Espero que os haya gustado y tengáis ganas de leer más, porque se vienen cositas, este capítulo ha sido flojito pero era para prepararos para lo que viene.
Recordad que vuestro voto y comentario significa mucho para mi.
Un saludo.

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