-La noticia de que Becky Armstrong está desaparecida ya está comenzando a circular- la mujer, una alfa de carácter fuerte, no se molestó en saludar a su hija.
Oaey suspiró, las ojeras bajo sus ojos y su cabello despeinado eran muestras de su estrés.
Ya han pasado cuarenta y ocho horas sin que nadie encontrara a la omega, y a pesar de que tanto la familia de Oaey, como la familia Armstrong intentaban mantener el tema en secreto, no lo estaban logrando del todo, y ya se escuchaba el rumor de que la omega cambiaformas no estaba en la casa de Oaey para "conocerse mejor"tal como le habían dicho al mundo.
Oaey se había encargado ella misma de mandar a sus guardias personales para ayudar a la policía a buscarla, no había tenido más éxito que el de haber encontrado un sector donde Becky Armstrong tenía "más posibilidades" de estar.
Sus padres no hacían más que preocuparla, y agradecía que la familia Armatrong no hablaba mucho con ella, pero sabía que ellos debían estar pasándolo peor, lo que hacía que no se sintiera mejor.
Y sumado a todo el tema, Ja se había vuelto a enojar con ella porque le estaba prestando más atención a una omega desaparecida que a ella, y de nuevo volvío a no hablarle.
-¿Oaey, me estás escuchando, niña?
La castaña alzó la vista para ver a su madre, estaba muy cansada para discutir.
-Sí, mamá- respondió sin más
-¡Estamos en una crisis y sigues sin escucharme!
Oaey no contestó.
-¿Qué piensas a hacer con esos rumores, jovencita? Si es que me escuchaste cuando te dije que...-
-Diré la verdad- dijo, haciendo que su madre se callara.
La madre quedó sorprendida ante la respuesta tan segura de su hija.
-Oaey, piénsalo bien- dijo-, no vas a reducir a la prensa que está afuera o tu estrés por decirlo. Al contrario. No dejarán de molestarte y...-
-No, mamá, es lo correcto- la interrumpió de nuevo, algo hartada por los estúpidos argumentos de su madre-. Será como dices, ya lo sé, pero van a abrirse otras puertas que no estás viendo. Quizás alguien la haya visto, quizás alguien la encuentre antes que la policía o los hombres que haya enviado. Si damos la noticia al público, de forma oficial, abriendo un caso de búsqueda, que no tiene que ser cien por ciento expuesto, sólo unos datos importantes, para que la gente deje de hacer chismes y pueda ayudar un poco.
Su madre no tenía palabras.
-Sé que no es una decisión que tenga que tomar sola - continúo Oaey-, tendré que llamar a los Armstrong para que me digan si están de acuerdo o no, su familia tendrá la última palabra.
La mujer no dijo nada por un momento, asintiendo varias veces, no sabía en qué momento su hija se había vuelto tan madura para pensar en una decisión así.
Se escuchó a alguien golpeando la puerta del cuarto de Oaey, la castaña supuso que sería su mayordomo, dijo un "Adelante", y el señor abrió la puerta, sin pasar al dormitorio.
-Señorita Oaey, hay un muchacho que quiere verla- dijo-. Dice que quiere hablar con usted sobre la jóven Armstrong.
-No queremos a nadie de ninguna revista, ni diario, ni de la televisión- su madre la dejó hablar.
-No es de ningún medio, señora- respondió el hombre.
Oaey no dejó que la mujer le dijera nada, y salió de la habitación para dirigirse a la sala de estar.
Típica de una familia millonaria, era muy amplia y los espacios vacíos sobraban, por más muebles modernos, decoraciones o libros que nunca leería que adornaban el lugar.
Aún desde el umbral del pasillo, Oaey pudo sentir el aroma a cerezas y menta de la persona sentada de espaldas a ella en uno de los sillones.
Oaey se sintió un poco abrumada, su olor no era tan fuerte como el de ese alfa.
-Buenas noches- dijo, haciendo su voz un poco más grave.
La otra persona se levantó del sillón y lo rodeó antes de que ella pudiera acercarse mucho más.
A pesar de aquel olor que se hacía notar en la sala, el chico frente a ella parecía que no lastimaría ni a una mosca, era un poco más alto que Oaey, tenía el pelo de un naranja rojizo bastante chillón, llevaba un traje violeta oscuro que la dejaba en vergüenza al compararlo con sus jeans y su camisa. Pero era una sonrisa amable, lo que se oponía a su presencia.
-No creo que para ti sean tan buenas, señorita- dijo, a lo que le pareció raro el informalismo.
-¿Venía a algo? - preguntó, aunque sólo para ser más educada que ese chico.
-Venía a hablar contigo sobre Rebecca Armstrong, seguro que te lo han dicho- por el tono y la sonrisa, ese pelirrojo parecía un pasivo agresivo-. Aunque primero he venido a aclarar si el rumor de su desaparición es cierto.
Oaey asintió, se lo esperaba.
-Pido que no digas nada cuando salgas, aún no lo hemos hecho público- el pelirrojo asintió-., Pero sí, Becky desapareció hace dos días, camino hacia aquí por...
-El arreglo de su madre- completó el otro-. Sí, lo sé, soy uno de sus candidatos.
Oaey se interesó un poco más en el otro de repente.
Seguramente sus padres le dirían que aquel chico era su rival, pero en una competencia que ella no quería ganar, ese pelirrojo podría ser más como un aliado.
-Ya que aclaré la realidad- habló el chico-. He venido a ayudarte, a buscarla, y a encontrarla.
Oaey sintió un poco menos de peso en sus hombros ante las palabras del otro.
-Mi hermana, media hermana, en realidad ... También desapareció, y si puedo ayudar a que alguien no sufra como mí familia lo hizo, lo haré.
Oaey sonrió un poco.
-Te agradezco- dijo-, sé que los Armstrong también lo harán. Pero aún no sé tú nombre.
-Oh, cierto- el pelirrojo rio un poco, estiró su mano hacia la castaña-. Soy Heng Asavarid, dime Heng directamente.
Oaey estrechó la mano del alfa.
-Disculpa, pero no he escuchado nunca de ti, Heng- dijo Oaey con una sonrisa amable.
Ella solía ir a reuniones con sus padres de más gente adinerada como ella, y aunque el pelirrojo frente a ella no hubiera ido, su madre le había mencionado otros tantos candidatos para Becky, y tampoco recordaba su nombre de aquel entonces.
-No me sorprende- dijo Heng-, no soy de por aquí, vengo de Daegu. Me esperaba que está sea la primera vez que escuchas de mí, me alegra en parte.
Oaey quedó un poco sorprendida, por el que viniera desde tan lejos.
-Supongo que ya sabes mí nombre- dijo, a lo que Heng asintió-. Te invito a quedarte a cenar, podemos preparar unas palabras para la prensa, ya que también ayudarás a encontrar a Becky. Pensaba en hacer un pequeño discurso para el público mañana, estaría muy feliz que me acompañes.
Heng no se negó, y pasaron el rato que quedaba antes de la cena hablando con la madre de Oaey, quien terminó siendo totalmente convencida de dejar que su hija (ahora acompañada por aquel pelirrojo), hablara al público.
Luego llamaron a los padres de Becky, quienes también estaban de acuerdo en revelar la desaparición de la omega, confesando que también estaban hablado de ello, y agradeciendo que fueron los jóvenes quienes hablaron, ya que todavía estaban bastante afectados.
En la cena, Oaey, su madre y Heng hablaron de cosas sin importancia, ya que los dos jóvenes preferían organizar las palabras que dirían sin intervención de la mujer.
La cena se resumió en la mujer preguntando a Heng por él, Daegu y sobre su hermana, ignorando las indirectas educadas de Oaey de que cerrara la boca.
-No, no, està bien- dijo Heng, sonriendo amablemente-. Es un tema difícil, pero no es algo que se deba callar, porque sigue siendo importante. En su tiempo estábamos muy afectados, ahora podemos hablar de ello un poco mejor. Cómo les dije, es mí media hermana, aunque siempre nos tratamos como hermanos. Compartimos el mismo padre, pero madres distintas, y cada uno tiene el apellido de su madre, ya que no era una relación oficial. Ambos éramos alfas, aunque ella era más fuerte que yo- Heng sonreía con nostalgia, ninguna de las dos mujeres pudo no devolverle la sonrisa-, de alguna manera, ella era más alfa que otros alfas, incluyéndome. Nunca supimos qué pasó, sabíamos que ella tenía algunas juntas extrañas, personas algo... interesantes, por decirlo de alguna manera. Y un día ella no regresó. Esos tipos no nos dijeron qué pasó, negaron totalmente un asesinato o algo así ...- Heng hizo un gesto con la mano-, la policía lo confirmó y la dieron sólo por desaparecida, aunque su búsqueda no dio muchos frutos. Fue difícil, su madre sufrió muchísimo, más que el resto, por razones obvias. En palabras de papá, ella era la más prometedora y sólo se había esfumado.
Heng no quiso hablar de más, terminó su relato tomando un trago de vino en la copa que le habian servido.
-Lo lamento- dijo la señora, Heng asintió-, ¿Hace cuánto fue eso?
-Ya van poco más de dos años- respondió.
Oaey asintió, a pesar de que Heng decía que no tenía importancia, no quería que contara algo que pudiera afectarlo, y menos porque su madre le había preguntado.
-¿Cuál es su nombre? - preguntó Oaey, Heng pareció sentirse aliviado porque la castaña había hablado en tiempo presente de su hermana, no como varias personas hacían de hablar en pasado de ella, algo que sí le molestaba.
- Freen, Freen Sarocha- respondió simplemente.