decay โ”โ” daryl dixon

By -poisxn

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DECAY | en donde una pequeรฑa familia rota se ve obligada a luchar si quiere sobrevivir ... More

decay
epigraph & mixtape
graphic gallery
graphic gallery ii
act i
i. house of memories
ii. priorities
iii. bittersweet reunions
iv. dead weight
vi. the aftermath

v. graveyard

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By -poisxn












capítulo cinco,
( graveyard )











             LA NOCHE CAYÓ SOBRE ELLOS SIN AVISO ALGUNO, EL SOL desapareciendo de sus vistas antes de que fueran capaces de procesarlo y Octavia pudo sentir que algo se avecinaba. Era en la manera en que el viento se había detenido, los grillos y las aves se habían callado, y cómo todos parecían tan felices con la gran pesca que las hermanas Harrison habían logrado. Lo sabía tan bien como sabía que Carl la había empujado de la rama del árbol. Sí, se había estado a punto de caer tras perder la estabilidad y de manera incosciente había intentado aferrarse de ella, pero no cambiaba el hecho de que era ella quien acabó en el suelo con un par de rodillas raspadas y sangrantes. Y luego se había tenido que enfrentar a la mirada de reproche de su madre, como si no fuera suficientemente malo sangrar.

El fuego calentaba sus pies y por primera vez desde que el mundo se había acabado era capaz de saciar su voraz apetito. Nunca había sido gran fan del pescado, pero eso ya no importaba. De hecho, comenzaba a pensar que nunca volvería a importar.

Dale hablaba sobre un reloj, el paso del tiempo y algún señor llamado Faulkner, pero no podía concentrarse en él. Los vellos de su nuca se encontraban erizados y la ansiedad le hacía sentir como si tuviera nitrógeno corriendo por sus venas, preparada para entrar en acción de un segundo al otro si era necesario. No había manera lógica de explicar lo que le sucedía, de modo que guardó silencio mientras su madre reía al oír a Amy mencionar que Dale era raro.

Sintió algo caer sobre su cabeza, pero no se sorprendió porque todo el tiempo caían cosas sobre ellos al encontrarse debajo de los árboles. Si se sorprendió, sin embargo, cuando rodo por su cabeza y cayó sobre su plato. Era una pequeña piedra y supo que Carl era el responsable cuando soltó una carcajada ante su rostro de sorpresa.

—Si me arruinabas el pescado, Carl Grimes, iba a tener que asesinarte.

Octavia tomó la piedra de su plato y se la lanzó de vuelta. Pero Carl la vio venir y se agachó antes de que pueda pegarle. Sophia se rió con ellos y Octavia se sintió feliz. Por un momento había olvidado todo sentimiento de ansiedad y perdición.

—O, ¿no tienes frío? —inquirió Eleanor al rozar su brazo con el suyo—. Tienes la piel helada. ¿Por qué no vas por una campera?

—De acuerdo. ¿Puedes pedirme otra porción?

Eleanor sonrió de lado ante su pedido. Era la segunda vez que Octavia pedía más comida y le alegraba no tener que renunciar a una porción de alimento para poder darle. Era una agradable sensación.

—Apúrate o lo comeré yo.

—Lo haces y te prometo que no te hablaré más.

Mientras se ponía en pie, Octavia recogió otra piedra y se la lanzó a Carl. Pero el niño volvía a estar atento y la esquivó una vez más. Octavia le sacó la lengua antes de correr con algo de dificultad a su tienda. Carol vendó sus rodillas para detener el sangrado y el resultado fue restringir levemente su movilidad. Odiaba la sensación y se propuso quitarse las vendas ni bien se despertara el día siguiente. Así no podía trepar árboles.

Recordando de pronto el sentimiento de un posible peligro que la había estado persiguiendo todo el día, Octavia tomó su cuchillo de caza luego de colocarse un buzo, sin subir el cierre. Se encontraba dentro de la funda en que su padre se lo había regalado y estaba segura que su madre no tendría problema conque lo llevara si era de manera segura. Y sino siempre podía mentir y decir que su padre dejaba que lo tuviera consigo. Sin duda provocaría problemas entre sus padres, pero a decir verdad siempre había problemas entre ellos últimamente.

Sin embargo, mientras cerraba el cierre de la carpa para que no entraran bichos y le daba la espalda al campamento, un grito desgarrador cortó el silencio de la noche como un cuchillo afilado. Fue seguido por más gritos de sorpresa y el inconfundible gemido de los cadaveres que caminaban. Aquellos monstruos que últimamente plagaban todos sus pensamientos y le hacían temblar en la oscuridad de la noche.

Al darse cuenta que el peligro que sentía acercarse por fin la había alcanzado, Octavia giró sobre sus talones con su cuchillo en una mano que temblaba tanto como una hoja. No solo estaba sola, sino alejada del resto. Y la zona de carpas comenzaba a plagarse de los monstruos.

Intento escabullirse, pero un infectado se tambaleó en su camino hacia ella, con sus ojos tan opacos y sus manos en garras que aún contenían trozos de piel de su última víctima. La sangre fresca chorreaba por su mentón, boca de dientes igual de amarillentos y rojizos completamente abierta.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Papá!

Pero por mucho que gritara dudaba que alguien fuera capaz de oírla. Los infectados habían aparecido entre los arbustos de imprevisto y ante la histeria masiva el sonido de su voz se perdía con el del resto de los campistas.

Octavia Jane Dixon estaba completamente sola. Y esta vez no creía que su madre o su padre fueran capaces de ayudarla.

Por desgracia el infectado era alto y, aunque saltara, su corto brazo no sería capaz de alcanzar su cabeza con el cuchillo, y había pasado tanto tiempo paralizada frente a él que ya no estaba segura de poder escapar. Sin embargo, intentó correr hacia la izquierda, lejos de él y hacia las luces que se veían cerca de la RV, pero las manos del infectado la atraparon. Soltó un grito de completo terror que rasgó su garganta mientras giraba para quedar frente al infectado. Apoyó sus manos contra su pecho para empujarlo, pero sus fuerzas eran superiores.

—¡Mamá! ¡Mamá!

Pero nadie aparecía para salvarla sin importar cuanto gritaba y cada vez olía con más intensidad el aliento a podredumbre y sangre. La mezcla perfecta de la muerte. Las lágrimas volvían acuosa su visión y el infectado solo era una mancha borrosa que se acercaba más y más. Retrocedió un paso para alejarse mientras volvía a gritar por ayuda, pero se dobló el tobillo y cayó sobre su espalda. 

El cuchillo cayó de su mano y tuvo que alzar sus manos para volver a detenerlo cuando se volvió a abalanzar sobre ella. Una de sus manos encontró lugar en el pecho, la otra en su mandíbula en un intento por mantener sus dientes alejados, pero podía sentirlo resbalarse y su peso comenzando a vencer su fuerza con velocidad. Seguía gritando, esperando que alguien llegara y la salvara, pero solo lastimaba su garganta.

Lágrimas calientes comenzaron a resbalar por sus mejillas. No era así como se suponía se iba a morir. No por culpa de un infectado. No con solo doce años. No cuando apenas había comenzado a vivir. No cuando había tanto que aún no había probado. No. Se negaba.

Aprovechando que sus piernas eran cortas, Octavia logró llevar sus rodillas a su pecho, colocar los pies sobre el cadaver y utilizar fuerza que no sabía que tenía para empujarlo lejos de sí. Pudo sentir las costras en sus rodillas agrietarse y la sangre líquida y tibia correr por sus piernas, pero la adrenalina era tanta que el dolor era nulo.

Entonces y de manera inesperada, un cuchillo atravesó el cráneo del infectado y fue arrojado a un lado antes de que pueda sentir todo el peso muerto. La mirada frenética de Matt apareció frente a su rostro y Octavia soltó un sollozo mientras tomaba su mano para ponerse en pie.

—¡Matt! —gritó entre sollozos y se abalanzó a sus brazos.

El hombre la rodeó por la espalda y la estrechó contra sí durante unos segundos. Octavia decidió que quería quedarse allí por lo que restaba de la noche, en la seguridad que le transmitía su abrazo. Sin embargo, él la separó de su cuerpo para ver si el infectado la había mordido o rasguñado. Toda ella se encontraba cubierta por gotas de sangre y también manchaba sus piernas. Y Matt no tenía idea de cuánta le pertenecía a ella y cuánta al infectado.

—¿O, estás bien? ¿Te duele algo? ¿Te lastimó?

Octavia solo fue capaz de negar con su cabeza, los sollozos sacudiendo su pecho y su visión aún nublada por las lágrimas. Oyó a Matt suspirar con alivio y sintió sus pulgares secar su rostro. 

—De acuerdo. Debemos irnos, O. Toma mi mano.

Con la vista clara, Octavia estiró su mano para tomar la suya. Pero Matt la empujó a un lado con suavidad y se abalanzó a atravesar el cráneo del infectado que se había acercado por la espalda de la niña. De lo que no se dio cuenta, sin embargo, era que un infectado también se acercaba por su espalda.

—¡Matt! ¡Atrás...!

Pero Octavia no fue capaz de terminar su advertencia, porque cuando Matt se daba vuelta para ver lo que sucedía el infectado ya estaba sobre él y sus dientes arrancaban un trozo de yugular, la sangre saliendo despedida en un arco. La imagen fue demasiado violenta y toda fuerza desapareció del cuerpo de la niña, solo capaz de retroceder sobre sus propios pasos. Mirada fija en la escena frente a ella y el hombre que la había amado como a una hija. El hombre al que había decidido odiar cuando lo conoció porque nunca podría ocupar el lugar de su padre. El hombre que la llevaba a la escuela o la iba a buscar cuando su madre no podía. El hombre que siempre le daba de sus papas fritas. El que hacía chistes en las películas de terror para que no le dieran tanto miedo. El que vendaba sus lastimaduras cuando se caía. El hombre que simplemente había decidido amarla.

Esto no podía estar pasando. No ahora. No cuándo había aprendido a amarlo. Su respiración se encontraba acelerada y comenzaba a marearse. Sin embargo, su espalda chocó contra algo. Se dio vuelta de manera apresurada y el grito murió en su garganta al ver que se trataba de su padre. Tenía la ballesta en alto y cuando disparó, atravesó al infectado que había caído sobre el cuerpo de Matt. Y Octavia notó que la sangre que se escurría sobre las manos que intentaban cubrir la herida.

—¿O? Octavia, ¿estás bien? ¿O?

Daryl se encontraba de rodillas frente a ella e inspeccionaba su cuerpo con su mirada, pero, al igual que Matt, no era capaz de distinguir si la sangre le pertenecía a ella o al infectado. La aludida solo fue capaz de asentir con su cabeza y permitió que los brazos de su padre la rodearan. A través de su mirada nublada, pudo observar sobre su hombro que el resto del grupo de Atlanta había llegado y se encargaban de los últimos infectados que quedaban. Su madre acababa de verla y se acercaba corriendo hacia ellos. Entonces vió a Matt en el suelo y un grito de dolor rasgó sus cuerdas vocales mientras caía de rodillas. Alternaba su mirada entre ella y Matt y abría y cerraba su boca tratando de pronunciar palabras que no encontraba.

—Octavia está bien, Ellie —susurró Daryl, ahora parado junto a su hija y abrazándola contra su costado. No recordaba la última vez que había dicho aquel apodo.

Eleanor volcó toda su atención a Matt y colocó sus manos sobre las suyas en un pobre intento de detener la sangre. Pero se escurría entre sus dedos, espesa y tibia. Lo ojos de Matt continuaban abiertos, celestes y brillosos, y su pecho subía y bajaba con cada respiración, pero cuando sus miradas se encontraron ambos supieron que ya estaba muerto.

—No, no, no. Matt, por favor, no hagas esto. Por favor...

Sus palabras se mezclaban con los sollozos y apenas resultaban entendibles, pero no para Matt. Él siempre la había entendido. Eleanor no tenía que hablar para que él entendiera.

Su rostro se encontraba salpicado con sangre y Eleanor intentó limpiarlo con sus pulgares, pero también estaban cubiertos del tinte carmesí y lo empeoró. Su pecho se sacudió con dolorosos sollozos mientras sentía las respiraciones de Matt alargarse cada vez más. La vida se escurría entre sus dedos y ninguno podía hacer nada para detenerla.

Manteniendo su mirada en la suya, Matt elevó una de sus manos con dificultad y la colocó sobre la mejilla de Eleanor. Intentó hablar, intentó decirle una vez más que la amaba y que deseaba haberla conocido mucho antes para poder pasar más tiempo juntos, pero en vez de eso la sangre brotó entre sus labios y las lágrimas de El cayeron sobre sus mejillas. Era una despedida y sintió su corazón resquebrajarse en pedazos pequeños.

—Te amo —susurró—. Matt, te amo. Siempre.

Y cuando Eleanor subió su mano con intención de tomar la suya, la de Matt cayó sobre su pecho. Y Eleanor dejó de respirar durante un segundo al notar que sus ojos celestes ya no la observaban. Lo tomó por los brazos y lo sacudió. No podía morir. No podía ser verdad. Lo amaba. Lo amaba con locura. No podía perderlo.

—¡No, Matt! No, no, no.

Pero sin importar cuanto se negara a creerlo, cuanto deseara que fuera mentira, cuanto deseara volver a sentir la calidez de su mirada, Matt se encontraba muerto entre sus brazos.

























              EN ALGÚN MOMENTO ELEANOR DEJÓ DE LLORAR, DARYL MURMURÓ un lo siento y se retiró, y Octavia encontró refugió entre sus brazos. Y en algún momentó enterró su cuchillo en la nuca de Matt. Pero no estaba segura del orden de los sucesos. No sabía si primero había abrazado a su hija o las lágrimas se habían secado sobre sus mejillas. ¿Seguía llorando cuando utilizó el cuchillo para evitar que Matt vuelva como una de esas horribles criaturas que tanto odiaba? Probablemente sí. Luego de cerrar sus ojos y tratar de memorizar lo claro que eran sus ojos celestes, todo había sucedido en un borrón. Pero así estaba bien. Esta noche era una que prefería olvidar.

Jane se arrodilló frente a ella, pero Eleanor no elevó su mirada. No tenía nada para decir. Tampoco quería hacerlo.

—Nelly, lo siento mucho, pero es hora de enterrarlo.

Eleanor se aferró instintivamente a la mano de Matt que descansaba sobre su pecho. Se encontraba fría al tacto y le produjo un escalofrío, pero no se apartó. No podía hacerlo. No sabía si alguna vez iba a ser capaz.

—Déjanos —susurró con voz ronca por tanto llanto. El cansancio notable incluso en las grandes bolsas violáceas bajo sus ojos.

Jane suspiró y asintió con su cabeza a pesar de que no la estuviera viendo, porque si la presionaba sería peor.

—Al menos deja que lleve a Octavia a la carpa, o le dolerá el cuello cuando despierte.

Eleanor apartó su mirada de Matt para observar a su hija. Dormida entre sus brazos y con el cuello torcido en una incómoda posición. Con la escasa luz del amanecer notaba las gotas de sangre que habían salpicado su rostro. Las lágrimas volvieron a nublar su visión. ¿En qué momento se había dormido? ¿Cómo no lo había notado? Tuvo que respirar hondo para no volver a llorar.

—¿Puedes quedarte con ella? —inquirió Eleanor observando por fin a su madre—. No quiero que despierte sola. No luego de lo que ocurrió anoche. Yo... Yo no pude protegerla.

Su voz se quebró hacia el final de la oración y tuvo que cubrir sus labios con una mano para evitar sollozar. No quería despertarla, necesitaba descansar. Había vivido un evento traumático y ella no había estado a su lado para protegerla. No como lo había prometido. Pero sí Matt. A pesar de todo lo que había dudado de él. Oh... había cumplido su palabra incluso en sus último momentos. Eleanor quiso ser enterrada a su lado en aquel instante.

Jane volvió a suspirar. ¿Cómo le decía que debería haberla oído y le debería haber enseñado a su hija a defenderse sin que pareciera que también ella la culpaba? No. Definitivamente no era el momento para hablar de ello. 

—Tú también deberías descansar —dijo en cambio—. Deja que la lleve.

Jane tomó a Octavia de sus brazos con cuidado, la alzó con esfuerzo y se alejó. Eleanor la siguió con la mirada hasta que estuvieron dentro de la seguridad de la carpa y entonces volvió su mirada a Matt. Alzó su cabeza con una mano y con la otra le quitó sus placas de identificación para colgarlas alrededor de su cuello. Luego, tomó el cuchillo que tenía desde que había entrado en la milicia y lo guardó con el suyo. Con su mentón temblando por el esfuerzo de no llorar apartó el cabello de su frente y lo besó por última vez. Porque no quería recordar cuando su piel se tornara más fría y desapareciera el poco color que quedaba en sus labios.

Se puso en pie con la intención de alejarse de él y el resto del grupo, pero su mirada se encontró con otro par de ojos celestes. Daryl se encontraba frente a ella. Una mano sobre la correa de la ballesta que colgaba de su espalda, postura tensa e incómoda.

—Lo siento, El.

—También yo —murmuró apartando su mirada. El sol comenzaba a aparecer sobre el horizonte y lo teñía todo con un tinte anaranjado.

—¿Quieres que lo enterremos? —inquirió Daryl. Sabía mejor que preguntarle si se encontraba bien o necesitaba algo. Porque sabía que no estaba bien y que solo querría estar sola. Seguía siendo su Ellie, aunque ya no lo fuera.

—Si, estaría bien, gracias. Iré a dormir un poco. ¿Me avisas cuando sea el momento?

—Claro —asintió.

Eleanor intentó sonreír en forma de agradecimiento, pero solo logró hacer una mueca y luego le dio la espalda.

Daryl la observó marcharse y se preguntó si alguna vez volvería a estar bien. Octavia necesitaba a su madre. Y él necesitaba a la persona que amaba, aunque ella no lo amara a él.

































author's note !

matt 😭 creo que es una de las muertes más tristes que escribí y no se si pueda recuperarme, por eso dejo estas imagenes de ia de ellos:

va a haber sorpresas en el cdc y la chispa entre daryl y el va a renacer con el arco de la granja (eso de que ella no lo ama es mentira pero daryl no lo sabe :c)

subí un edit de el y matt en tiktok si lo quieren ver: poisxn.wp

espero que les este gustando ♥

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