CRECER ━ JAEDO

ZHONGPHILIA tarafından

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"¿para qué era que jaehyun quería crecer? ah sí, para follarse a su hyung." ꗃ fanfic jaedo ( jung jaehyun +... Daha Fazla

introducción.
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ZHONGPHILIA tarafından

Jaehyun decidió que tenía que hacer algo, antes de que Doyoung terminara de abrir la puerta de la habitación para marcharse y con ello perder todas y cada una de las oportunidades de aliviar su dolor.

Jaehyun sintió entonces algo parecido a un inmenso arrepentimiento momentáneo y a la vez eterno, sintió cómo toda su vida, de repente, había decidido pasar frente a sus ojos en un tren obscuro y de pesados engranajes, ruidoso y demasiado oxidado para tan pocos años; el tren temblaba y parecía que en cualquier momento se descarrilaría para caerle todo el peso encima, buscando la manera de asfixiarlo y finalmente asesinarlo. Así era como estaba por derrumbarse todo lo que había colocado dentro del tren, todo ese pasado tan inquietante e ingrato, cada segundo amenazaba con que se desplomaría sobre él, y todo parecía señalar que era culpa suya.

Lo sostuvo de la muñeca antes de que abriera la puerta, sentía que si lo dejaba ir, en ese momento, todo se terminaría para él, de verdad todo, cada segundo de espera y ensueño, y no podía concebir el hecho. Doyoung se volvió para mirarlo, al principio con curiosidad, pero después de cinco segundos, confundido, porque Jaehyun se había quedado callado, solamente sostendiéndolo y evitando que saliera de la recámara sin decir ninguna palabra. ¿Qué se supone que debía hacer ahora?

— ¿Pasa algo?... — Doyoung se preocupó un poco, cuando observó la expresión seria en el rostro de Jaehyun, de un momento a otro había desaparecido su sonrisa divertida y había endurecido sus facciones, demasiado tenso, como si algo estuviera mal y se esforzara en incomodarlo. No comprendía su nueva actitud.

Jaehyun tomó aire entreabriendo sus labios, pensando sus palabras antes de soltarlas, pero sobre todo, pensando sus acciones, ¿qué era lo que haría exactamente? ¿de verdad planeaba someterlo, simplemente sin más, como alguien equivocado que estuviese acrecentando sus errores? porque para él nada de eso era un error, estar así por Doyoung no era un error cuando se sentía tan pleno con sólo mirarlo; el único error era que no había sido tomado en serio, que Doyoung no sentía lo mismo.

Y no podía dejar de pensarlo, que tal vez estaría por arruinarlo todo, por de verdad hacerlo y perder toda posibilidad de permanecer en la vida de Doyoung como deseaba, pero luego recordaba las palabras de Doyoung, recordaba que para él siempre sería el pequeño Jaehyunie, y se olvidaba de lo anterior, porque surgía en él un intenso deseo por borrar ese pensamiento, un coraje que brotaba desde su interior, provocado por el hecho de que no se notara que las cosas ya no eran como hacía ocho años. Y llegaba de nuevo a ese peligroso límite, en el que lo único que quería era besarlo y tenerlo sólo para él.

Es muy cierto que a veces tenemos que arriesgarnos a hacer cosas nuevas, a ser traviesos y tentar los límites e incluso rozar a la locura con la llema de los dedos muy delicadamente para hacerle cosquillas y así escuchar un poco de su risa, para obtener una idea de las consecuencias; si aciertas será tu recompensa, si te equivocas será una lección. Y Jaehyun deseaba no estarse arriesgando demasiado, deseaba no estar al borde de un precipicio que terminara en un rotundo fracaso que había soñado con evitar desde siempre, ya había aprendido a no tener la derrota como alternativa y para ello había que esforzarse mucho; aunque se sabe, desear no siempre es suficiente. Nunca lo es.

Jaehyun lo decidió. Y en realidad no lo pensó lo suficiente. Lo deseó demasiado. Y si se equivocaba, y si esto era el principio de una derrota, ¿no sería lindo tener de recuerdo a Doyoung entre sus brazos? ¿o sería más tortuoso? Debería tener más arraigado ese sentimiento de aceptación al fracaso, porque no estaba en sus planes darse por vencido y las posibilidades corrían por igual.

Lo acercó atrayéndolo de su mano hacia él, separándolo de la puerta. El movimiento fue firme y rápido, Doyoung no supo cómo negarse, porque estaba bastante curioso acerca del repentino cambio. Y se sintió más confundido aún cuando Jaehyun bajó sus manos, y las dejó cada una a lado y lado de su cadera. Repitió su pregunta, pero esta vez en un susurro y mirando a los ojos a Jaehyun, con su ceño fruncido, y más preocupación, esperando ya por su respuesta, ahora quería saber también porqué se le había acercado tanto.

Jaehyun tomó aire, su interior estaba estremecido, su rostro no lo reflejaba, pero quería darle paso a todo lo reprimido, quería por fin darse la oportunidad de tomar un poco de las pocas cosas que lo hacían verdaderamente feliz; cuando se invierte mucho esfuerzo, la recompensa es anhelada profundamente, y él trabajó duro, lo hizo durante todo ese tiempo en silencio, y ahora estaba listo para escuchar el ruido de su éxito.

—Ya no soy un niño, hyung — lo dijo en un murmuro, uno calmado con su tenue voz, pero al mismo tiempo detallado y conciso. La seriedad y la tensión que se generaron, además también de la nueva cercanía que de repente se había establecido entre ambos, provocaron un estremecimiento en el mayor. Él lo sabía, y no lo había preguntado.

Jaehyun apretó sus manos sobre la cadera de Doyoung, acto improvisto, siendo un reflejo del temor que de repente lo atravesó en una oleada, temor a que en cualquier segundo Doyoung de nuevo desapareciera de su alcance. Sus manos lo tomaban con firmeza, haciéndole saber claramente al mayor que no le permitiría ni la más mínima posibilidad de escaparse de entre sus brazos, no otra vez. Ya no quería hacer eso de nuevo, y estaba también situado en un límite que hasta un punto era doloroso; que Doyoung no recordara su promesa, que lo creyera un niño. De nuevo lo mismo, y necesitaba deshacerse de eso en cuanto antes.

Doyoung tenía sus ojos abiertos con inquietud y un atisbo de impresión. Lo que escuchó lo intrigó, porque ya lo había escuchado antes, no de la misma manera, pero ahí estaba de nuevo. Y esa forma, le incomodaba de una extraña manera, ¿a qué se debía eso de repente? él en realidad lo sabía, sabía que Jaehyun ya no era un niño, pero aún así no podía evitarlo, sentirlo como tal, porque esa contemplación jamás cambió con el pasar del tiempo, y era tierno, de un hyung, sí que lo era, pero algo sobre eso parecía estar mal, y Jaehyun estaba molesto por eso. Intentó convencerse de que más que incomodidad, lo que invadía su cuerpo era sorpresa, estaba sorprendido de la manera tan repentina en la que Jaehyun había cambiado su amable actitud, para de repente volver su mirada firme sobre él.

Esta bien, si había hecho algo mal, quería saber qué era y solucionarlo, porque podía jurar que Jaehyun se miraba enojado, incluso decepcionado, ¿era por su culpa?

—Recuerdo que dijiste que no podíamos, que en ese entonces yo era simplemente un niño... — la voz del menor era decidida, sí lo era, pero para alguien tan observador como Doyoung, era obvio el tinte de ansiedad en ella, un matiz de algo muy parecido al dolor y al imploro; pero no sabía porqué ni cómo en conjunto con la forma firme en la que lo sostenía, lo hacía sentirse  inferior aún siendo mayor. Jaehyun juntó su frente con la de Doyoung, obligándolo a que afrontara su estupefacción para que lo mirara a los ojos, Doyoung se quedó rígido en su lugar, intentando procesar las recientes actitudes de Jaehyun, no era normal que se le acercara tanto, no de esa forma que para él era demasiado íntima, no diciéndole esas palabras, ¿seguía hablándole de la carta? ¿de aquel "juego de niños"? —ya han pasado ocho años, hyung... y me sigues gustando tanto, incluso un poco más ahora que sé lo que puedo hacerte...

Jaehyun jamás se había sentido tan valiente en su vida, y era una sensación demasiado intensa, peligrosa hasta cierto punto, estaba siendo guiado por su impotencia, por su sentir, e incluso por su irracionalidad, porque la expresión en el rostro de Doyoung le estaba avisando que todo lo que decía y hacía estaba mal. Pero ¿cómo podía estar eso mal si su corazón revoloteaba tanto de emociones? ¿cómo podía estar equivocado su amor si por Doyoung se había vuelto alguien tan fuerte y preparado? lo había decidido, y nadie podría convencerlo de lo contrario.

Jaehyun no era consiente de los pasos que había dado hasta alcanzar la pared, esa pared que le había dado la primera impresión de que caería ante cualquier roce, ahora más que nunca, se asemejaba a toda su estabilidad; relamió sus labios, porque tener a Doyoung presionado contra su cuerpo y la pared era una fantasía que toda su juventud soñó con realizar, ahora esperaba que todo terminara como esos sueños solían acabar, ahora sólo esperaba recibir lo único que a  la vida se había atrevido a pedir.

—J-Jaehyun... — Doyoung no podía terminar de repetir todo eso en su mente, lo que estaba escuchando, era una locura. Lo miraba a los ojos, buscando cualquier señal que le diera cuentas de que lo que estaba escuchando era inventado, era irreal. Doyoung sujetó los hombros del menor con fuerza, con su ceño fruncido, con su cuerpo temblando de la sorpresa, porque el chico que lo tenía atrapado, no era ya el mismo niño que él tanto había querido hace ocho años, para nada el mismo —no sabes lo que, estás diciendo... — y él tampoco lo sabía, no lo averiguaría nunca si seguía pensando que Jaehyun era sólo amable e inocente, ¿hasta ahora estaba dándose cuenta? de verdad hasta ahora. Cuán subestimada puede ser una promesa, cuán desquebrajado puede llegar a estar un corazón por las ilusiones retenidas, cuánto puede soportar su propia razón.

Sí eso era una broma, si Jaehyun estaba jugando o tomándose la libertad de darle un susto, lo estaba haciendo bien. Acababan de revisar recuerdos acerca de los niños que alguna vez ayudó en una escuela primaria precaria, y en un instante, uno de esos niños le decía algo acerca de una vieja promesa infantil que él se había encargado de convertir en un tierno recuerdo. No había nada de tierno en lo que estaba pasando. No se trataba tampoco de un niño. Y estaba asustándose, porque no encontraba la manera correcta de tomarse todo eso.

"Jaehyun, puedes detenerte ahora, de verdad puedes hacerlo..." el menor era un lío de pensamientos, pero también lo era de sentimientos, y la delgada línea que los distinguía estaba borrándose y perdiéndose con rapidez "esta no es la manera, pero... ¿es que acaso hay una manera correcta de amar?"

—Hyung. Sí lo sé, sé muy bien de lo que hablo... — Jaehyun movió su cuerpo, logrando con su fuerza que las manos de Doyoung dejaran de intervenir en su acercamiento, lo abrazó por completo, formando un encierro entre sus brazos y cuerpo alrededor de su hyung, pegó su pecho al del pelinegro y dejó su boca junto al oído de Doyoung ante la cercanía, guardando ahí su cálido aliento, que llenó el cuerpo de Doyoung de una nueva clase de nervios —no he hecho nada más que pensar en ti durante todo este tiempo...

"No, niño, no lo sabes..." Doyoung estaba igual de conmocionado, también tenía dudas y también quería saber cuando habían llegado al punto en el que Jaehyun lo miraba con tanto deseo, como si no se cansara de verlo. Doyoung quiso salir de los brazos de Jaehyun. Acababa simplemente de escuchar una confesión, que le gustaba a Jaehyun, ¿esa revelación siquiera era válida? ¿acorralarlo e intimidarlo de esa forma? ¿no recordaba a caso que él era ya un hombre adulto, que tenía mayores responsabilidades, que quizá había alguien esperándolo, que no quería tener problemas o lastimar sus sentimientos, que él creció mucho antes y por ello lo esperaban cosas diferentes, que pensaba diferente, que actuaba diferente, que eran diferentes? ¿qué había hecho para que Jaehyun actuara así por él?

Doyoung quiso replicar de nuevo, quiso decir el nombre de Jaehyun con autoridad para que detuviera eso que estaba haciendo, no podían hablarlo si lo tomaba de esa forma, si se encontraba obligado a cerrar sus ojos con mucha  fuerza, porque la manera brusca en la que Jaehyun lo tomó de los muslos en contra de su voluntad para obligarlo a que enredara sus piernas sobre su cadera, lo alertó y le quitó el aliento, también lo hicieron sentir tan indefenso como en ninguna otra ocasión se hubiese sentido. Su mente le arrojaba una sola cosa, y era empujar a Jaehyun lo más lejos que pudiera de su cuerpo, pero otro lado de ahí, le sugería escucharlo, le sugería intentar entender todas esa palabras que le confundían, porque se trataba de Jaehyun, porque jamás se había sentido tan irresponsable de haber subestimado algo.

—Jaehyun... — no deseaba que su voz se escuchara tan quebradiza, pero quería que Jaehyun se diera cuenta y pensara un poco, lo que estaba haciendo, de esa forma, no podía ser correcto, acababan de reencontrarse, ni si quiera se habían tomado un momento para hablar más a fondo de sus vidas, de lo que acontecía, de lo que deparaba.

—Me gustas, Doyoung, me gustas y quiero estar contigo. Te deseo más que a nada en el mundo, y me he hecho un hombre para ti... — Jaehyun sintió su corazón encogerse dentro de su pecho, él nunca le había dicho algo así a alguien, él nunca se había confesado de una manera tan sincera e intensa, y el hacerlo así con Doyoung, le hacía sentir el corazón enorme y al siguiente segundo diminuto, como si en cualquier momento pudiese explotar en contra de su pecho, o desaparecer de su interior. No sabía con certeza si se trataba del amor, pero debía serlo, no podía pensar qué más lo haría sentir así de débil y fuerte al mismo tiempo. Sus ojos pegados a los de Doyoung, brillosos y expectantes arrojaban un único deseo, y era el de no dejar de verlo nunca más.

Lo había confesado, de verdad lo había hecho, y jamás se había sentido tan bien diciendo una verdad, dejando libre un secreto. Ni siquiera cuando tenía más.

Doyoung sintió una tremenda presión en el pecho, como si todo lo que conocía hubiese sido borrado, de repente estaba frente a un completo desconocido, de repente comenzó a temblar, sintiéndose increíblemente débil y consternado ante la confesión. Y se preguntó qué era lo correcto por hacer, porque no podía estar pensando en huir lo más pronto de Jaehyun, si lo tenía mirándolo de esa manera tan asustada e ilusionada, como si fuese de verdad un niño perdido que tuviese como único refugio su presencia.

Jaehyun sabía perfectamente que Doyoung no podía hacerse a la idea del verdadero significado de sus palabras, porque había trabajado tanto para convertirse en un joven hombre, había estudiado y se había esforzado por todo lo que quería, por todo lo que Doyoung le había dicho una vez de que era capas de lograr. Estaba claro que él no se había podido desarrollar como comúnmente alguien de su edad lo haría, por su familia, por su entorno, por quien le tocó ser, pero también lo estaba que eso para nada le importó, si con ello podía cumplir las expectativas de Doyoung, y crecer totalmente.

—Jaehyun... — Doyoung tembló entre los brazos de Jaehyun, sintiendo sus ojos acuosos, porque ese "me he hecho un hombre para ti" logró enterrarse con intensidad en su pecho, sintiendo una nueva clase de pena, no a Jaehyun, no a él mismo, era extraño y no podía comprenderlo. Jaehyun era su niño, y ahora era un hombre, y eso lo enorgullecía, tanto que lo asustaba también, y debía comprenderlo entonces, de una u otra forma debía hacerlo, porque no podía ser tan insensible como para ignorar todo lo que estaba pasando.

—Hyung... — Jaehyun movió su rostro, y besó la mejilla de Doyoung, encontrándolo de la manera mas dulce, para después quedar de nuevo sus miradas conectadas. Estaba asustado, porque el silencio de Doyoung amenazaba con condenarlo a la peor de las torturas, y sólo quería deshacerse de él ya, tener una respuesta, algo por lo cual morir o por lo cual vivir, tan sencillo, tan difícil. Sus ojos también estaban brillosos, pero no por algo  que no comprendiera, sino al contrario, de todo lo que estaba sintiendo por Doyoung. Levantó sus manos hasta tomar el rostro de su hyung entre éstas, acarició sus mejillas y lo miró encantado, como si frente a él estuviese la maravilla del mundo más sublime, y así lo era para él, así había sido siempre desde que lo conoció —por favor, hyung... Yo he  esperado tanto por ti, me he esforzado mucho para hacerte sentir orgulloso, me obligué a triunfar, a convertirme en alguien fuerte...

No era del todo cierto. No se puede construir un fuerte y magnífico castillo en una base tan delgada y temblorosa. Jaehyun parecía serlo, un imponente castillo incapaz de ser derrumbado, pero no lo era; es en realidad más débil de lo que se permite aceptar. Ese edificio, tan prometedor, pero cimentado en suelos desleales, terminará en ruinas para convertirse en vestigios que sólo traerán tristes recuerdos, y amargas lecciones. Alguien debía darse cuenta de eso, sobre todo Jaehyun.

Doyoung no quería escucharlo, no quería porque su pecho se llenó de una dolorosa sensación, era culpa, un poco de miedo, estaba sorprendido también. Se entristeció, porque las caricias suaves de los dedos de Jaehyun sobre sus mejillas ablandaron un poco sus sentimientos, ¿cómo podía pasar, de un tacto rudo y firme, a uno tan delicado y preciso? ¿a qué le tenía miedo si Jaehyun se miraba tan inofensivo de un segundo a otro?

—Jaehyun, ya... — Doyoung reclutó todas sus fuerzas para no apartar la mirada de Jaehyun, no quería hacerlo, no cuando podía sentir tanto con sólo sus llorosos ojos, que a pesar de todo, conservaban aún ese brillo infantil que lo había encantado hacía tantos años. Era una locura, estaba sintiéndose en un viaje a través del tiempo, un tiempo destructor que lo hacía preguntarse, dónde había estado desde siempre.

—No hyung, déjame decirte todo lo que siento, por favor... — Jaehyun imploró, como si se tratase de su libertad ansiada, lo era tal vez. Acarició nuevamente las mejillas de Doyoung con sus pulgares, relamió sus labios rosados, por poco su corazón le interrumpe las palabras, pero tomó aire, ya no quería guardar por un segundo más todo lo que sentía, ya lo había hecho por ocho años, ya estaba desesperado y cansado de hacerlo, un segundo más, en esa situación, era tortura —cada día despertaba pensando en ti, y en que estaba a un día menos de ser lo suficientemente bueno para ti. Sí, ya sé que, sólo era un niño, que aún soy muy joven, pero eso no me impedía soñar contigo, hyung, soñaba que volvías por mi y que en verdad te enorgullecías de verme, porque ya no era más el niño sin amigos y maltratado por su padre, volvías y entonces te sentías orgulloso de que yo ya era un hombre.

Doyoung no pudo evitarlo, tuvo que dejar caer sus lágrimas, porque su corazón también estaba palpitando muy fuerte, porque las palabras de Jaehyun estaban haciéndolo sentir muchas cosas, porque a su mente llegó el niño que no aceptaba sus regalos porque su papá lo reprendía a golpes y su mamá no lo defendía. Y recordó cuando se sentaba con él e intentaba hacerse su amigo, cuando lo miraba sonreír y hablar de cosas que le sorprendían entendiera, cuando le abrochaba las cintas o cuando lo miraba reír a escondidas porque quería parecer serio aún aceptando la broma. Se sintió en la necesidad de levantar sus brazos y rodearlo del cuello, porque a pesar de todo, seguía sin poder soportar el hecho de mirar a los ojos de Jaehyun y encontrar lágrimas. Lo abrazó, porque después de todo, las personas no se merecen que les rompan el corazón.

—Jaehyunie... — Doyoung acarició la nuca del menor, era cierto que quería detener todo eso, pero también lo era su cariño hacia él, y que aún podía esforzarse por protegerlo. Muchas veces pensó, que tal vez hubiese podido ayudarlo más cuando niño, detener a su padre, o simplemente consolarlo, pero falló en muchas cosas, y se arrepentía mucho.

—No... — Jaehyun maldijo en voz baja al escuchar su apodo, ocultando de un movimiento rápido, que asustó a Doyoung, su rostro en la curva de su cuello, retuvo con todas sus fuerzas sus emociones, porque no quería titubear ni un poco en ese momento —ya no me digas así, por favor... yo, te extrañé tanto, hyung... hablo en serio, te necesito tanto, Doyoung.

Y sí, todo eso era malo hasta cierto punto. No se puede vivir necesitando de alguien, de verdad no puedes.

Doyoung cerró sus ojos y permitió que Jaehyun se refugiara en su pecho, lo abrazó, reconfortándolo con sus caricias mudas. Había regresado en el tiempo o era sólo que Jaehyun seguía siendo el mismo niño sensible de siempre, que buscaba refugio entre sus brazos. Lo que fuera, no le importaba, porque lo aceptaba, porque estaba dándose cuenta ya de lo que hizo y debía hacer algo.

—No quiero alejarme de ti, no voy a alejarme de ti... — Jaehyun levantó su rostro y miró a Doyoung de nuevo. Sus ojos ya no brillaban sólo de lágrimas, había un nuevo destello, uno renovado y lúcido, ese que había estado apagado por ocho años, y al confesar, se encendió sin posibilidad de apagarse nunca. Se sentía libre de repente, la libertad resulta ser impresionante después de un tiempo sin tenerla.

Jaehyun se acercó, sin duda alguna por fin, listo y decidido a tomar eso que tanto anhelaba, para dejar un beso casto y pequeño sobre los finos labios de Doyoung. Fue un beso demasiado tímido, fue un beso que pretendía simplemente conocer, descubrir sólo un poco de lo que tanto deseaba, un pequeño pico que lo hizo sentir como un adolescente de verdad, robando su primer beso en la parte trasera de algún carro a la luz de la luna. Miró a Doyoung para medir en conjunto su reacción, el mayor estaba inmóvil, tenía sus ojos cerrados porque ya se había hecho a la idea de un par de profanadores, de ser reclamado, de ser tomado por Jaehyun, de sentir que tenía que corresponderle, porque había sido su error pensar que una promesa tenía menos valor si se trataba de un niño. No pudo evitar sonreír, porque tener a Doyoung así de susceptible, así de dispuesto, también era una de sus numerosas fantasías. Y no se detuvo a pensar en lo que pudiese estar pasando por la mente de Doyoung en ese momento, en ese momento no estaba pensando ya, no con la razón.

Bajó su mano hasta la barbilla de hyung, haciendo que este abriera sus ojos de a poco, para mirarlo expectante, el menor le sonrió, logrando que Doyoung se sintiera tan avergonzado como nunca de estar en una situación tan íntima, no se sentía en la capacidad de devolverle la sonrisa, pudo haberlo intentado. Era culpa de Jaehyun, era porque se trataba de él, no de alguien más. Jaehyun acarició con su pulgar el labio inferior de Doyoung, logrando con toques suaves y delicados que su hyung entreabriera sus labios para él. Su cuerpo fue testigo de un estremecimiento, porque estaba tan ansioso, porque toda su vida había deseado un beso de Doyoung, y ahora no sólo eso tenía, sino que lo estaba abrazando, mientras lo contemplaba de esa manera tan especial.

Jaehyun no pudo contenerse más, y lo hizo, atrapó el labio inferior de Doyoung entre los suyos y comenzaron un beso totalmente diferente al primero. Ya no había timidez ni nada parecido al miedo en él, porque decidió, al segundo, que era lo que siempre quiso. Jaehyun pudo haber soltado un suspiro de satisfacción, pero sus labios estaban demasiado ocupados acariciándose contra los de Doyoung. Lo tomó de sus mejillas para establecer un ritmo firme, lo alejó un poco, solo mínimamente, para poder tomar aire y deleitarse con el color rojizo que los delgados labios de su hyung habían adquirido por su culpa, no había arrepentimiento, no podía haberlo cuando se sentía tan enamorado. Sentir la respiración pesada de Doyoung perderse entre sus labios casi logra descontrolarlo totalmente, quería guardar eso y mucho más de él. Lo besó de nuevo, antes dándole de regalo a Doyoung una pequeña mordida en su labio inferior, dándole éste en compensación un jadeo grave, que terminó de fundirlos en un beso aún más profundo, más claro con sus intenciones, más necesitado.

—Doyoung hyung... — Jaehyun reunió toda su voluntad para terminar con el acalorado beso, miró los ojos brillosos de Doyoung, sus respiraciones aceleradas estaban sincronizadas. No sabía con exactitud, si lo que Doyoung intentaba decirle con la mirada era que estaban haciendo algo malo, o que estaba dispuesto a compensarle el tiempo que esperó por él —dejame estar contigo  — juntó sus frentes, y lo miró con intensidad, lo deseaba, deseaba todo de él, desde la parte más pura, limpia e inocente, hasta el extremo más sucio, maldito y despreciable de su ser, lo quería todo, lo aceptaba por completo.

Doyoung murmuró algo en un suspiro casi inexistente, relamiéndose los labios con suavidad. Maldijo entre suspiros, porque justo en ese momento no sabía cómo estaba pensando en corresponder, en participar, en aliviar esa ansiedad que sentía por parte del menor, en apagar esa llama que estaba quemándolo como si fuese el culpable de todo y mereciera pagar por su error. Y Jaehyun no supo si recibió una respuesta afirmativa, o si estaba llevando su error a un nivel más alto, lo único que sabía era que por un momento, Doyoung por fin era suyo.

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