Beginning

By Zabeth_Bany

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¿Como enmendar los errores del pasado sin comprometer tu presente? ¿Existía una manera? La vida de Lilith-ju... More

Personajes
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ACLARACIÓN
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By Zabeth_Bany

~Lilith-june Anderson~
Presente...

Desperté rodeada de un cuerpo pequeño que no pertenecía a mi esposo, el que amanecía usualmente conmigo.

Arreglé el desastre que tenía por cabello y poco a poco despertó ella también.

Abrí la puerta del baño y entré a hacer mis necesidades.

Los labios de mi hija pequeña me regalaron un tierno beso cuando llegué nuevamente a la cama, no sabía por qué ella había amanecido en mi cama o donde estaba su padre, pero era lo de menos viendo esa mirada de preocupación en su tierno rostro, algo me decía que quería decirme algo y no se atrevía, por eso mi curiosidad aumentaba cual niña pequeña. Y sin poder evitarlo lancé la pregunta.

—Estoy bien mami. No tengo nada —le hubiera creído si su voz tuviera un poco de certeza.

Sus labios dieron pequeños movimientos intentando no temblar, ¿que tenía a mi pequeña así? Me di la vuelta y la traje hacia mi.

Sin avisar, me separó de ella y entre vueltas llegó al otro lado de la cama. Ese movimiento me volvió loca pensando que se iba a caer. Ella rió y levemente se liberó de esa angustia que emanaba.

—¿Me dirás qué te ocurre? —la cuestioné.

—Ok, te diré.

Se inclinó sobre mi y se recostó en mis piernas, amaba hacer eso cuando había tormentas y le asustaban.

—¿Es cierto que una infidelidad acaba con una relación?

—No lo creo, depende más de cada persona el como afrontar la situación. ¿Por que quieres saber sobre eso, Nisa? —le digo con el ceño fruncido y ella me brinda una sonrisa pretendiendo verse inocente.

—Oh, porque mi hermana dijo algo sobre que tú podrías ser infiel —soltó en un murmullo.

¿Su hermana dijo que?

Me relamí los labios pensando en que decir a continuación.

Giré y comencé a moverme para que me viera a los ojos, necesitaba saber que no había escuchado mal. La sensación era inigualable, tenía un nudo en la garganta por lo que Isana podría estar pensando. Una de sus manos buscaron las mías.

Me moví combinando un poco de autocontrol y el miedo que tenía de decir cualquier cosa.

Mi esposo y mi hija mayor estaban en otra habitación aunque me agobiaba la reacción de cada uno. Llegamos al silencio sepulcral después de lo que Evora había dicho, en esa situación me parecía que cualquier palabra que dijera podría afectar la imagen que mi  pequeña tenía de mi, por lo que ella decía su hermana ya lo había hecho. Mis dedos hicieron figuras en sus manos controlando mis nervios. Me despegue y besé sus manitas.

—Dejame decirte algo, Evora. La relación entre tú padre y yo no tiene porqué ser su preocupación. Estamos bien, lo prometo.

—¿En serio? ¿No van a separarse? —preguntó.

Me di la vuelta para evitar mirarla fijamente. Sonreí y la imagen de mi esposo apareció en mi mente, en verdad estábamos bien. Sus ojos me observaron en busca de una respuesta, estaba segura de lo que diría, ahora sí.

—Incluso si ustedes lo quieren. Tú padre y yo estaremos juntos. Como juramos en nuestros votos —le digo —. Entonces no pienses en eso. Que no sea tu preocupación.

—Una preocupación menos —ríe y me contagia con su felicidad —. Ok, ¿podemos ir a comer?

—Eres increíble —reímos al unísono.

—Bueno, es que necesito comida mami. La preocupación agota energías —me dice con una seriedad preocupante y se me escapa una carcajada.

—Solo debo hablar con tu hermana antes de bajar a desayunar —hablo autoritaria y ella me ve con algo de temor lo que me causa gracia aunque no lo demuestro.

La vi de manera severa y salió de la habitación a llamar a Isana, tenía que hablar con ella y dejar esto en claro. Mordió su labio cuando entró.

Ella mutilaba sus labios de manera nerviosa.

Ella se sentó y con mi mirada se dio una idea de que iba la conversación. Estaba nerviosa.

Ella me descubrió viéndola algo molesta.

Entonces reí y le extendí mi mano.

—Lo que sea que le hayas dicho a Evora no es cierto. ¿Que estabas pensando? —le pregunté sin querer sonar severa y con una sonrisa dulce.

—¿Una llamada del mismo hombre con el que has hablado durante el viaje no te parece sospechoso?

Acaricié sus hombros y traté de ser comprensiva. Ella correspondió con sus intentos de no ser grosera conmigo.

—¿O irte a hablar con él lo suficientemente lejos para que no escucharamos? Porque, no sé para ti, pero para mí eso es bastante extraño —explica —. Intento unir los puntos.

Verla sin el amor que siempre acompaña su mirada era un castigo para mí, porque aunque quisiera negarle las cosas a mi hija ella quizás no me creería y estaba en todo su derecho, considerando que sí había sido infiel. Se veía tan desesperada por creerme y yo no podía hacer esto, no quería tener que mentir, pero era la única manera.

Asentí y luego de una discusión mental, decidí que haría.

Llevé mi mano de manera suave a su rostro para que Isana sintiera el cariño que le tengo.

—¿Intentaras defenderte o solo vas a acariciarme? —preguntó seriamente y yo reí leve.

—No importa lo que te diga, hija. Si tú ya crees que soy adúltera, no hay nada que hacer para cambiarlo —le digo —. Una sola cosa te diré: tu y tu hermana son razón suficiente para que el amor que le tengo a su padre no sea tan débil como para acabarse por algo tan banal como una llamada.

—¿Eso que significa?

—Significa que ustedes son la mayor prueba delmor existente entre nosotros, no estoy engañando a tu padre —le brindé una sonrisa real que parecía no ser suficiente para creerme.

El viento cálido golpeaba nuestro rostro como si fuera una señal de que debíamos confiar la una en la otra. La sombra de la ventana se reflejaba en la cama y parecía más interesante que ver el debate interno que tenía mi hija por creerme.

—¿Isana? —llamé al no obtener respuesta.

—Intentaré olvidar este suceso. Pero te mantendré vigilada.

Ella me observó atenta a mi reacción. Entrecerré los ojos en su dirección.

—Estas bromeando ¿no?

Sonrío y apoyó los brazos en mis manos, negó con la cabeza, dejando en claro su respuesta.

—Eres todo un caso...

Isana río en respuesta y me dio un abrazo, juntas bajamos al restaurante del hotel. Ahora solo debía esperar que Evora no mencionara nada del tema frente a su padre.

—Realmente te agradecería si no habláramos de esto con tu padre al frente —digo —.
Un secreto madre e hija, ¿si?

—Obviamente, no voy a decirle nada —me prometió.

Más te vale.

—Con eso claro, vamos a desayunar —di por concluido el tema.

Reí al ver la cara de desesperación de Milán cuando nuestra pequeña hija le contaba alguna anécdota con lujo de detalles, actuando y gritando cada pequeño detalle.

—Las estábamos esperando. Evora, linda, terminas tu historia luego, ¿si? Ahora tu madre y tu hermana quieren paz y tranquilidad mientas comen —le pidió como grito de auxilio —. ¿Ordenarán ya?

—Ordenenme un pastel de chocolate, por favor —nos solicitó la pequeña demonio de hace unos segundos, tomando una actitud radicalmente distinta.

—Oye, ¿que has hecho con mi hermana?

Todos nos reímos ante la imagen de una pequeña Evora bien portada, con la promesa de que seguiría así, le pedimos el postre que quería. Así pasamos el resto del desayuno.

~×~

—¿Hacia donde nos llevas, Martin? —le pregunto cuando la curiosidad no me permite quedar con la duda y por el sexy misterio que emana.

—Hacia un lugar que te encantará —responde.

¿Con que me saldrá ahora?

Él hablaba de esta manera cada vez que planeaba una sorpresa para mi.

—Ok, hemos llegado —me dijo serenamente, lo que hizo que mi expectativa creciera.

~×~

Mi esposo se encuentra frente a mí, vistiendo un elegante traje negro que parece haber sido hecho a la medida. Estábamos en una especie de jardín algo alejado del bullicio de la ciudad.

Hacia calor y ni siquiera eso le quitaba la magia al momento, de alguna manera había logrado hacer una pequeña reunión con mis hermanos, mis padres y los suyos; me había conseguido un vestido similar al que utilicé cuando nos casamos y me pidió renovar mis votos, la ocasión era simplemente perfecta.

—Estamos reunidos aquí hoy para renovar los votos de esta feliz pareja.

El padre con raíces americanas que Milán había conseguido en Alemania de Dios sabe dónde habló. Todos estaban expectantes ante lo que sucedía.

Su sonrisa falsa no me molestó porque al voltear a mi esposo él me miraba embelesado, todo era especial. Él intentaba conversar conmigo a través de la mirada y yo tenía la sensación de entenderle.

—...Reunimos estas almas que ansían ser reunidas y con el poder que me confiere la iglesia, los declaró marido y mujer, otra vez. Señor, puede besar a la novia.

—¡No puedo creer que hayas hecho esto! ¿En que momento lo hiciste? Hemos estado viajando todo el tiempo —le comentó totalmente impresionada —. Un evento así debió costar una fortuna.

—Únicamente diré que no vamos a salir de vacaciones por los próximos años.

Pero ha valido la pena.

—Me importa poco después del asombroso viaje que me has regalado este último mes —le digo con una radiante sonrisa que él devuelve.

Milán me observó y lo único que me transmitía era amor del bueno.

La mujer y los hombres que tengo por hermanos se acercaron a mi, Milán había conseguido que todos estuvieran aquí.

—Ustedes son el uno para el otro. Es tan tierno —me sonrío mi hermana a pesar de que hi me mostraba reacia a interactuar con ella.

La estaba tratando de intimidar con la mirada, pero mi hermanita había sobrevivido a cada una de mis miradas a lo largo de nuestra vida juntas y supongo que eso la hacía inmune.

—Algún día tu experimentarás lo mismo.

Me alejé de allí antes de que mi hermana o alguno de ellos dijera algo más. Caminé a la pequeña mesa llena de dulces que estaba al otro lado del jardín.

—Oye, hija, ¿tienes tiempo para hablar? —la voz conocida de mi padre apareció a mis espaldas.

Sí, tengo tiempo, pero no ganas.

—Intento no desperdiciarlo. ¿Que quieres? —le dije con una sonrisa falsa que dio paso al mismo gesto de su parte.

—Lamento mucho lo que pasó entre nosotros, hija. Ahora entiendo que te hice mucho daño cuando no te apoye en tu decisión de estudiar. Quizás no pueda hacer nada más, pero quiero que sepas que me arrepiento. Lamento no haber estado allí cuando me necesitaste, en verdad perdón.

—Algo tarde ¿no te parece? —trato de que no escuche lo débil que mi voz salió de mi boca, pero se veía arrepentido de verdad y no quería donar tan dura con él.

—Respeto tu opinión, hija. No te pido que me perdones, solo quería que lo supieras.

Incluso algunas personas ajenas a mi familia se portaron mejor que mi padre.

—Nunca dije que no te perdonaba, papá. Solo digo que pedir perdón no quiere decir que nuestra relación será de ensueño —aclaro.

Asintió sintiendo y acarició mi mejilla cuidadosamente.

Reí ante la impaciencia que mi papá tenía por arreglar la relación que tantos años había estado dañada, pero la gracia se fue cuando entendí que yo misma estaba en esa situación de mentiras con la mayor de mis hijas. Él me besó discretamente y luego se apartó con su mujer.

—Sigan disfrutando de la fiesta, los veo después.

—Estas encantadora.

Milán apareció detrás de mí y me pidió acompañarlo a la pista de baile. Tras cuatro maravillosas horas, fue hora de acabar con la velada y regresar a casa.

~×~


—Espero que hayas disfrutado la noche de ayer —me desperté con una sonrisa perfecta al abrir mis ojos y una tranquilidad abrasadora.

Él río al verme así y me abrazó con más fuerza. Nos encontrábamos en un momento hermoso de nuestras vidas, pero el viaje que mi esposo había planeado estaba llegando a su fin; ese mismo día debíamos regresar a casa y no quería hacerlo porque se sentía como si la calma y fantasía fuera a acabarse al salir de la burbuja en la que estábamos.

—Es hora de levantarnos o vamos a perder el vuelo —me animó.

Tal vez no sea tan malo.

—Hace un mes no sabía si esto sería una buena idea, pero ahora no quiero regresar a casa, amor. Toda nuestra vida ha sido maravillosa y me gustaría quedarme, sé que es una locura, quizás la más descabellada que se me haya ocurrido, es solo que siento que al irnos de aquí acabará todo lo lindo que tenemos. Y no quiero eso, quiero que está felicidad sea eterna.

Milán me miraba asustado de que en verdad deseara lo que salía de mi boca. Y la verdad era que no lo hacía. Pero el miedo se apoderaba de mí y me hacía decir cosas sin sentido.

—Me da miedo volver.

Seguía siendo ese hombre apacible que siempre había sido, justo lo que necesitaba para calmarme y convencerme de que debíamos regresar a casa.

—Ahora es cuando me haces cambiar de opinión —le digo, él niega y ríe por mi comentario, lo acompaño con una tímida sonrisa —. Inténtalo. Sabes que me vas a convencer aunque es divertido verte tratar.

—Un hogar lleno de amor nos espera en casa. Sin mencionar que mi trabajo también está allá —sonaba bastante seguro y me convenció.

Esto último lo dijo haciendo énfasis en ello. Milán observó con dureza mi reacción.

Martin me observó y esperó a que yo accediera a lo que debía hacer.

Mi marido se inclinó hacia mi y me besó cuando asentí en respuesta.

Evora nos dio una sonrisa cuando entró a la habitación y nos vio despiertos. Se perdió entre las sábanas y llegó hasta nosotros, tenía la manía de venir a nuestra cama todos los días antes de ir al colegio y ahora de vacaciones no había cambiado su rutina.

—¿Isana aún no está despierta? —digo y Evora asiente —. Hoy regresamos a casa, así que ve a levantarla, por favor.

—Esta bien.

Alcé una ceja con duda de que en verdad hubiera obedecido a la primera vez.

—Antes de que digas nada dejala que se vaya —me detuvo mi esposo con nada de asombro sino súplica en su voz, era tan gracioso verlo perder la paciencia con la energía de nuestra pequeña.

—Nosotros no la criamos así, amor. ¿Que le ha pasado a esa niña? — cuestiono.

—Es obediente ¿no es suficiente saber eso?

—Un poco —digo no convencida del cambio de comportamiento—. Solo lo dejaré pasar porque ya vamos tarde, ahora levanta tu trasero porque aún debemos desayunar.

—Ustedes son las que más se tardan. ¡La que debe mover su trasero eres tú! —gritó ofendido.

Pues me tardaré más, pero el drama es todo tuyo.

—Haz las maletas mientras voy a arreglarme. Porque toda esta belleza deslumbrante de la que te enamoraste no se consigue fácil, amor.

Milán ríe cuando camino hacia el baño moviendo mis caderas con exageración. Lo veo ordenar las cosas cuando entro al baño a tomar una ducha y en cuestión de cuarenta minutos vamos directo al aeropuerto.

~×~

—¿Podría traerme una botella de agua, por favor? —le pedí a la azafata que pasaba por el pequeño pasillo que quedaba entre los sillones. Milán estaba tomando una pequeña siesta y las niñas estaban en los asientos al otro lado del pasillo para poder controlarlas.

Cerré los ojos con la esperanza de que el dolor punzante en mi cabeza disminuyera, me sentía algo mareada y la presión en la parte trasera de mi cráneo estaba matándome.

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