CONTRAATAQUE ━━ pablo gavi

By mxrcem

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¡ 🔵🔴CONTRAATAQUE 𓂃 ะ
━━━━ ¿quién es ainhoa luján?
↬área gráfica
oo. social media
oi. capítulo uno
oiii. capítulo tres
oiv. capítulo cuatro
ov. capítulo cinco
ovi. social media
ovii. capítulo siete
oviii. social media
oix. capítulo nueve
ox. capítulo diez
oxi. capítulo once
oxii. capítulo doce
oxiii. capítulo trece
oxiv. capítulo catorce
oxv. social media
oxvi. capítulo dieciséis
oxvii. capítulo diecisiete
xxviii. capítulo dieciocho
xix. social media
xx. capítulo veinte
xxi. capítulo veintiuno
xxii. capítulo veintidós
xxiii. capítulo veintitrés
xxiv. social media
xxv. capítulo veinticinco
xxvi. capítulo veintiséis
xxvii. capítulo veintisiete
xxviii. capítulo veintiocho
xxix. capítulo veintinueve
xxx. social media
» etra: la estrategia equivocada
» extra: feliz sant jordi

oii. capítulo dos

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By mxrcem


━━━ F. C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
marce & lexxie
fanfiction 🔵🔴





Ainhoa salió del coche de Pedri con desgana. No le apetecía nada ir a la fiesta, pero había aceptado para olvidarse de lo mal que le había caído la noticia de que tendrían que entrenar con los chicos del masculino. Pedri le había dicho que era una celebración por el reinicio de la temporada después del Mundial de Qatar, y que estarían todos los jugadores del Barça B y algunos del primer equipo, menos Gavi.

Ainhoa se crispó al recordar su nombre. Lo detestaba con toda su alma, y se alegraba de que no fuera a estar en la fiesta.

―Venga, Noa, cambia esa cara―la animó Pedri, cogiéndola del brazo y llevándola hacia la puerta de la casa donde los demás ya estarían celebrando―. Te lo vas a pasar bien, ya lo verás.

―Ojalá―murmuró ella, siguiéndolo con resignación.

―Además, seguro que Fer ya está dentro esperándonos―añadió Pedri, aludiendo a su hermano mayor, que también se había apuntado a la celebración―. Él te cae bien, ¿no?

―Sí, claro, Fer es muy majo―admitió―. Pero no creo que sea suficiente para compensar el resto de la fiesta.

―No seas pesimista―la reprendió Pedri―. Hay mucha gente aquí que te aprecia y que quiere conocerte mejor. Solo tienes que darles una oportunidad.

―Ya veremos―dijo, sin mucha convicción.

Pedri pulsó el timbre y al instante se abrió la puerta. Era Eric García, uno de los defensas centrales del primer equipo y el anfitrión de la fiesta. Tenía una sonrisa enorme y una botella de cerveza en la mano.

―¡Hola, chicos!―los recibió con entusiasmo―. ¡Qué bien que hayáis venido! Pasad, pasad, la fiesta está en el salón.

Pedri y Ainhoa entraron en la casa y se dirigieron al salón, donde había un grupo de chicos y chicas sentados en sofás y sillones, charlando animadamente y bebiendo. La música sonaba a todo volumen y creaba un ambiente festivo.

―¡Hola, Pedri! ¡Hola, Ainhoa! ―los saludaron varios jugadores del filial al verlos entrar.

Ainhoa reconoció a algunos de ellos: Pablo Torre, Arnau Tenas, Lucas Román… Eran canteranos del Barça B, y también amigos de Pedri. Los saludó con una sonrisa forzada y se sintió fuera de lugar. No tenía nada en común con ellos. Pero entonces su mirada se encontró con unos ojos marrones que la miraban con malicia. Eran los ojos de Gavi.

Ainhoa sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago. ¿Qué hacía él ahí? Pedri le había asegurado que no estaría. ¿Cómo se atrevía a mentirle así?

Miró a su amigo con reproche y le susurró al oído:

―¿Qué hace ese imbécil aquí? Me dijiste que no vendría.

Pedri se encogió de hombros y puso cara de inocente.

―No lo sé. Debe haber cambiado de planes a última hora. No te enfades conmigo, yo no tengo la culpa.

―Sí que la tienes―protestó―. Tú eres su amigo, tú sabes lo que hace. ¿Por qué me has traído a esta fiesta si sabías que él estaría?

―Vamos, Noa, no seas dramática―la tranquilizó Pedri―. No pasa nada. Ignóralo y disfruta de la fiesta. Yo voy a la cocina a por una bebida para los dos. ¿Qué quieres?

―Quiero irme de aquí―respondió Ainhoa.

―No seas así―insistió Pedri―. Te traigo un zumo y hablamos.

Y sin darle tiempo a replicar, Pedri se alejó hacia la cocina, dejándola sola en medio del salón. Ainhoa se sintió abandonada y traicionada. ¿Cómo podía hacerle eso su mejor amigo? ¿Cómo podía dejarla sola con ese sujeto?

Gavi seguía mirándola desde el sofá donde estaba sentado, rodeado de algunos jugadores del filial. Tenía una expresión burlona y desafiante, como si se estuviera divirtiendo con su malestar. Ainhoa sintió una oleada de rabia y se dispuso a ir a enfrentarse a él. Pero antes de que pudiera dar un paso, escuchó una voz masculina que la llamaba.

―¡Ainhoa! ¡Ven aquí!

Giró la cabeza y vio a Fer, el hermano mayor de Pedri.

Estaba sentado cerca del sofá donde se encontraba Gavi, junto a un grupo de chicos. Ainhoa se alegró de verlo. Al menos había alguien en esa fiesta que no la odiaba.

―¡Hola, Fer!―la saludó, acercándose a él.

―¡Qué bien que hayas venido!―le dijo, abrazándola―. Te estaba esperando. ¿Dónde está Pedri?

―Ha ido a la cocina a por una bebida―respondió, sin querer entrar en detalles.

―Bueno, pues mientras vuelve, siéntate con nosotros―la invitó él, haciéndole un hueco en el sofá―. Te presento a los demás. Este es Nico, este es Álex, este es Jandro…

Ainhoa saludó a los amigos de Fer, algunos de los cuales ya conocía y otros no. Todos fueron muy simpáticos con ella y la hicieron sentir bienvenida.

Intentó integrarse con ellos y charlar de temas triviales: el fútbol, las chicas, las series... Quería olvidarse de Gavi y de Pedri, y disfrutar de la fiesta. Pero cada cierto tiempo se le escapaba una mirada hacia el sofá donde estaba Gavi, y se daba cuenta de que él también la miraba a ella.

Un escalofrío le recorrió la espalda al cruzar sus ojos. Su ira aumentaba a medida que pasaba el tiempo. Sentía como su sangre hervía en sus venas, buscando una salida. Ya era bastante duro tener que entrenar con el equipo masculino, pero soportar a Gavi ahí, clavándole la vista, era insoportable. Al final, no resistió más y le espetó:

―Oye ¿Te has dejado algo en mi cara?

Gavi soltó una carcajada al oír la pregunta.

―No, no me he dejado nada en tu cara ―respondió con sarcasmo―. Es solo que me hace gracia tu expresión.

―¿Mi expresión? ―replicó Ainhoa, furiosa―. ¿Qué tiene de graciosa?

―Nada, nada… ―se burló él, guiñándole un ojo.

Ainhoa bufó y giró la cabeza otra vez. Trató de seguir la conversación con sus amigos, pero no podía dejar de pensar en Gavi y en lo mucho que lo detestaba. ¿Por qué tenía que estar ahí, fastidiándola? ¿Por qué no se largaba a otro lado? ¿Por qué tenía que ser tan insoportable y tan atractivo al mismo tiempo?

Gavi, por su parte, no quitó la vista de Ainhoa ni un instante. Sabía que a ella le incomodaba, y eso le divertía. Quería ver hasta dónde podía tensar su paciencia.

Ainhoa se hartó. Se levantó de su asiento y se acercó a él con determinación. Le miró a los ojos y le dijo:

―¿Qué quieres? ¿Por qué no me dejas en paz?

―¿Yo? ¿Qué he hecho yo? ―se preguntó Gavi, haciéndose el inocente.

―No te hagas el tonto. Sabes muy bien lo que has hecho. Me has estado mirando toda la fiesta.

―¿Yo? ¿De verdad? ―inquirió, fingiendo sorpresa. La música se silenció de golpe y todos los ojos se clavaron en ellos, pero a ninguno de los dos le importó.

―Me has estado observando sin cesar. ¿Sabes que lo que estás haciendo es una forma de acoso? ¿Te parece divertido que me sienta incómoda?

―Venga ya, no me vengas con tus rollos de machismo y patriarcado. No estoy para soportar tu actitud de progre ofendida.

―Pues yo tampoco estoy para soportar tu actitud infantil de niñato creído. Ya tengo bastante con tener que aguantarte todos los días en el entrenamiento.

―Pues aprovecha ahora que vamos a entrenar juntos para que aprendas cómo se juega al fútbol observándome a mí. Te vendrá bien un poco de clase y de estilo.

Ainhoa se burló con desprecio de la afirmación de Gavi y contraatacó::

―¿Clase y estilo? ¿Tú? Por favor, no me hagas reír. Eres el jugador más torpe y más chulo que he visto en mi vida. No tienes ni idea de fútbol.

―¿Torpe y chulo? No dejes que la envidia te ciegue, Noa. Soy el jugador más hábil y más guapo que has visto en tu vida.

―Lo que eres es un machista, un creído, un egoísta, un…

―Un qué, Noa, un qué ―la interrumpió Gavi, acercándose a ella―. Dilo, dilo. No te cortes.

Ainhoa se sintió acorralada e intimidada. Gavi estaba demasiado cerca de ella y no podía escapar. Su aliento le rozaba la cara y su mirada le perforaba el alma.

Reunió todo su valor y le dijo:

―Eres un fracasado, Gavi. Un fracasado que nunca llegará a nada en el fútbol. Eres uno de esos futbolistas que al principio prometen y luego se quedan en nada. Tu único mérito en la vida será ligarte a un montón de chicas tontas que caigan rendidas por tu cara bonita. Porque para eso es lo único que vales. Nunca ganarás ningún título ni ningún premio. Nunca serás nadie.

Las palabras de Ainhoa golpearon el rostro de Gavi como puñales. Sus ojos marrones se volvieron negros y brillaron con furia y dolor. Su boca se curvó en un gesto de desdén y resentimiento. Su frente se tensó y sus cejas se juntaron. Parecía que iba a explotar en mil fragmentos.

Ainhoa notó un vacío en la garganta y un pinchazo en el corazón. Había dañado a Gavi en lo más hondo de su orgullo y lo sabía. Había sido dura con él. Pero no podía retractarse.

De repente apareció una intrusa con el pelo rubio y una expresión furibunda. Se interpuso entre Ainhoa y Gavi como si quisiera protegerlo y le lanzó a ella una mirada venenosa.

—Denle una pastilla a la maldita progre histérica para que se tranquilice —espetó con desprecio—. ¿Acaso tu novio te dejó y por eso tienes que pagar tu rabia con los hombres?

Ainhoa tuvo que bajar la vista para enfrentarse a esos ojos azules que la desafiaban. La desconocida era tan bajita que le recordó a uno de esos minions amarillos de la película de dibujos animados.

—Quítate, niña, esto no es contigo—le dijo, apartándola con una mano.

Pero la insolente no se dio por vencida.

—¿Me acabas de empujar? —gruñó—. ¿A mí?

Ainhoa no tenía ni idea de quién era esa chica ni por qué se había metido con ella, pero estaba empezando a perder la paciencia. Supuso que tanta hostilidad se debía a Gavi. Seguro que era una de esas que se peleaban por cualquiera con tal de conseguir un polvo.

Entonces la chica hizo algo que la sorprendió y la enfureció a partes iguales. Levantó la mano como si fuera a pegarle, pero Ainhoa estaba preparada para devolverle el golpe. No obstante, Eric fue más rápido y la agarró por la cintura, alejándola de allí, mientras Gavi le sujetaba la mano.

Ainhoa se dio cuenta de que también la estaban reteniendo a ella. Pedri y Fer la cogieron cada uno por un brazo y la arrastraron hacia la puerta.

—¡Soltadme! Esa tía va a enterarse de quién soy yo.

—Tranquila, Noa, no nos conviene armar un escándalo aquí —le susurró Pedri.

—¡Pero si la culpa es de esa minion de mierda!

Pedri se paró y la miró a los ojos. Le acarició la mejilla y le dijo:

—Lo sé. Pero tú eres mejor que esto. Vámonos.

Ainhoa resopló con resignación cuando Fer asintió en apoyo a su hermano. No le quedó más remedio que seguirlos, pero en el fondo deseaba volver al salón y poner a esa chica en su sitio.


Ainhoa se metió en el coche de Pedri con rabia. Todavía no podía creer lo que acababa de suceder en la fiesta. Había tenido una bronca con Gavi, una bronca que se habría ahorrado si él hubiera respetado su espacio y no la hubiera acosado con la mirada. Y por si fuera poco, había salido una chica en su defensa y la había atacado a ella. Ainhoa estaba que echaba chispas y no se callaba.

―Ese gilipollas me saca de quicio―soltó desde el asiento trasero―. Es un creído, un imbécil… Y encima tiene una panda de fans que le besan el culo.

Pedri puso en marcha el coche y se incorporó al tráfico. Su hermano mayor, Fer, lo miraba con preocupación.

―Cálmate, Noa―trató de tranquilizarla Pedri―. Ya se acabó todo. Déjalo estar.

―¿Dejarlo estar? ―repitió Ainhoa con desdén―. ¿Cómo voy a dejarlo estar si esa chica me ha atacado sin motivo? ¿Si ha intentado pegarme por decirle cuatro verdades a ese idiota? ¿Si se cree superior por ser amiga de ese imbécil?

―No te rayes por ella―le aconsejó Pedri con paciencia―. No merece la pena.

―No merecerá la pena para ti, pero para él seguro que sí―replicó con sarcasmo―. Seguro que es una más de sus rollos y que ya se ha acostado con él.

Pedri negó con la cabeza y suspiró.

―No, Noa, no es una más de sus rollos―le aclaró―. Es solo su amiga.

―¿Su amiga? ―se sorprendió Ainhoa―. ¿Y cómo lo sabes tú?

Pedri se mordió el labio y miró a su hermano por el retrovisor.

―Porque es la hermana menor de Piqué que te había comentado antes―le confesó

Ainhoa abrió los ojos como platos y soltó una exclamación de asombro. Su boca se quedó abierta y su rostro se tiñó de incredulidad.

―¿Qué? ¿La hermana menor de Piqué? ¿En serio?

Pedri asintió con la cabeza y le explicó:

―Sí, en serio. Se llama Gaia y tiene veinte años. Es la hija pequeña de los Piqué-Bernabéu. Creo que trabaja como actriz.

Ainhoa frunció el ceño y espetó:

―Ahora lo entiendo todo. Solo una hermana del misógino de Gerard Piqué podría ser tan despreciable con su propio género. Y por supuesto, solo una loca sería amiga de Gavi.

Fer intervino en la conversación.

 ―No te olvides de que Pedri y yo también somos colegas de Gavi―le dijo con una voz calmada―¿lo tienes claro, verdad? 

Ainhoa hizo una mueca de menosprecio.

―Sí, bueno, vosotros sois la excepción que confirma la regla. O quizás no os habéis dado cuenta de cómo es en realidad.―le soltó con ironía.

Fer no comprendía el motivo de tanto rencor entre Ainhoa y Gavi. Le picaba la curiosidad por saber qué les había hecho odiarse así… Le preguntó:

―¿Qué os pasa a los dos? ¿Por qué os lleváis tan mal?

―¿Qué nos pasa?Lo que nos pasa es que él es un machista que se cree por encima de una mujer solo por ser hombre. Y yo no soporto a los machistas.

―Venga, venga, ya está bien de Gavi y de Gaia. Ya hemos tenido bastante por hoy―les propuso Pedri, tratando de cambiar el tema de conversación―. ¿Qué os parece si vamos a tomar algo? Conozco un sitio cerca de aquí que está muy bien.

―Pero si a ti no te va el alcohol.

―Aunque sea un zumo, Noa.

Ainhoa y Fer se apuntaron a la idea de Pedri y se fueron al sitio que les había recomendado.

Ella deseaba poder relajarse y disfrutar un poco, pero en el fondo sabía que no podría dejar atrás tan fácilmente lo que había ocurrido en la fiesta.





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