CONTRAATAQUE ━━ pablo gavi

By mxrcem

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« real life / social media » ➣ Donde Ainhoa es una futbolista consagrada, abiertamente feminista y no so... More

¡ 🔵🔴CONTRAATAQUE 𓂃 ะ
━━━━ ¿quién es ainhoa luján?
↬área gráfica
oo. social media
oii. capítulo dos
oiii. capítulo tres
oiv. capítulo cuatro
ov. capítulo cinco
ovi. social media
ovii. capítulo siete
oviii. social media
oix. capítulo nueve
ox. capítulo diez
oxi. capítulo once
oxii. capítulo doce
oxiii. capítulo trece
oxiv. capítulo catorce
oxv. social media
oxvi. capítulo dieciséis
oxvii. capítulo diecisiete
xxviii. capítulo dieciocho
xix. social media
xx. capítulo veinte
xxi. capítulo veintiuno
xxii. capítulo veintidós
xxiii. capítulo veintitrés
» etra: la estrategia equivocada
» extra: feliz sant jordi

oi. capítulo uno

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By mxrcem


━━━ F.C. B A R C E L O N A
⚽ ♪ 。 Un dia de partit
marce & lexxie
fanfiction 🔵🔴




Ainhoa se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y bebió un sorbo de agua. Había sido un entrenamiento duro, pero satisfactorio. Se sentía orgullosa de formar parte del equipo femenino del Barça, el mejor del mundo según ella. Miró a sus compañeras, que charlaban animadamente mientras recogían sus cosas. Todas compartían el mismo sueño: ganar la Champions League por segunda ocasión y demostrar que el fútbol no era solo cosa de hombres.

Ainhoa amaba el fútbol desde que tenía memoria. Era su pasión, su vida, su forma de expresarse. Había empezado a jugar con su padre en el patio de su casa, y pronto se había dado cuenta de que tenía un don natural para el balón. A los diez años, había entrado en la Masía, el centro de formación del Barça, donde había aprendido los valores y la filosofía del club. A los diecisiete, había debutado con el primer equipo femenino, y desde entonces no había parado de crecer y mejorar.

Ainhoa era una jugadora completa: rápida, ágil, inteligente, técnica. Podía jugar en cualquier posición del campo, pero se sentía más cómoda como mediocampista ofensiva. Le gustaba crear juego, asistir a sus compañeras, marcar goles. Era una guerrera dentro y fuera del campo, una chica que luchaba por la igualdad y el reconocimiento de su deporte.

Pero no todo había sido fácil para ella. Ainhoa había tenido que lidiar con muchas barreras y preconceptos por su condición de mujer y futbolista. Había tenido que aguantar las críticas, los chistes, las miradas de superioridad. Había tenido que redoblar su esfuerzo para mostrar su talento y su amor por el deporte. Incluso sacrificar muchas cosas por cumplir su sueño.

Era consciente de que el fútbol era un terreno machista, donde los hombres tenían muchas más ventajas que las mujeres. Ellos contaban con más recursos económicos, más interés mediático y más prestigio social. Ellas, en cambio, eran excluidas de muchas oportunidades, despreciadas por su habilidad y desatendidas por el público. Ainhoa sabía que esta situación era injusta y que había una distancia enorme entre el fútbol masculino y el femenino.

Pero también era optimista y creía que las cosas estaban progresando poco a poco. Notaba un mayor apoyo y notoriedad para las mujeres futbolistas. Se alegraba de que hubiera más niñas que querían jugar al fútbol y más padres que las respaldaban en su decisión. Reconocía el esfuerzo de los clubes que invertían en el fútbol femenino y los medios que lo difundían con respeto y admiración.

Y uno de esos clubes era el Barça. El Barça era un club ejemplar en muchos aspectos. Les pagaba bien, les daba buenas instalaciones, les apoyaba en sus proyectos. Era una familia, una forma de entender el fútbol y la vida. El Barça era más que un club.

Pertenecer al F.C Barcelona era un motivo de gran fortuna para Ainhoa. Por eso, en cada entrenamiento y en cada partido, se esforzaba al máximo y lucía con orgullo los colores azulgrana.

― ¡Chicas, atención!―gritó Alexia Putellas, la capitana del equipo, desde el centro del campo.

Ainhoa se acercó a ella junto con las demás. Alexia era una de sus referentes, una jugadora veterana y experimentada que llevaba el brazalete con honor. Era una líder nata, una persona respetada y querida por todos. Ainhoa la admiraba mucho y se llevaba muy bien con ella.

Alexia tenía una expresión seria y preocupada.

―Tengo una noticia que daros―dijo―. A partir de mañana, tendremos que compartir el campo de entrenamiento con el equipo masculino.

Un murmullo de sorpresa y descontento recorrió el grupo. Ainhoa frunció el ceño. ¿Qué broma era esa?

― ¿Qué? ¿Por qué?―preguntó indignada.

Alexia suspiró.

―Por lo visto, ha habido un derrumbe en el campo de los chicos y no podrán usarlo hasta que lo arreglen. Laporta ha decidido que lo mejor es que entrenemos juntos en el nuestro.

― ¿Y por qué tenemos que ser nosotras las que cedamos nuestro espacio? ¿Por qué no van ellos a otro sitio?―insistió Ainhoa.

―No lo sé, Noa. Supongo que porque es más fácil así―respondió Alexia con diplomacia―. Ya sabes que hay cosas que escapan a nuestro control. Las órdenes vienen de arriba y tenemos que acatarlas.

Ainhoa asintió con rabia. Sabía que Alexia tenía razón, pero no le gustaba admitirlo.

― No me parece justo―protestó―. Nosotras nos merecemos tener nuestro propio espacio. Seguramente, si fuera al revés, ellos no nos prestarían el suyo.

― Tal vez―coincidió Alexia― . Pero no hay nada que podamos hacer. Así que os pido que seáis profesionales y que intentéis llevaros bien con los chicos. No queremos problemas ni conflictos.

Ainhoa resopló. No le hacía ninguna gracia tener que ver a los chicos todos los días. Sobre todo a uno en particular: Gavi. El joven talento del Barça, la promesa del futuro, el niño prodigio. Ainhoa lo aborrecía desde que lo conoció de pequeña en la Masía.

Él era todo lo que ella detestaba: temperamental, arrogante, egocéntrico. Siempre presumiendo de sus habilidades y menospreciando a los demás. Siempre mirándola con desdén y burlándose de ella por ser chica. Y continuamente compitiendo por demostrar quién era mejor.

No podía negar que Gavi era un buen jugador. Tenía técnica, visión, creatividad. Pero también era un creído y un machista. Y ella no soportaba eso.

En cambio, se llevaba bien con otros miembros del equipo masculino como Pedri, que era su mejor amigo, o Frenkie De Jong y Ronald Araújo, que eran de los pocos que le caían bien. Ellos eran simpáticos, humildes y respetuosos con las chicas. No como Gavi.

Ainhoa apretó los dientes. No lo quería aceptar, pero había otro motivo por el que le disgustaba la idea de tener que encontrarse con Gavi cada día. Y era que, a pesar de odiarlo, también le tenía cierta envidia. Envidia por su talento, por su confianza, por su éxito. Envidia por tenerlo todo tan fácil. Envidia por ser un hombre.

Pero Ainhoa se rehusaba a admitir ese sentimiento. No estaba dispuesta a permitir que Gavi la afectara ni a dejar que él tuviera algún impacto en su ánimo o su rendimiento.

Se propuso a sí misma que aquella noticia no iba a estropearle el día. Seguiría entrenando duro y gozando de su pasión. Estaba decidida a hacer caso omiso de Gavi y de los demás chicos. Si quería cambiar las cosas, lo primero que tenía que hacer era demostrarles quién mandaba en ese campo.

Se propuso todo eso, pero en el fondo tenía la sensación de que no iba a ser tan sencillo.

Con la bolsa al hombro y el ceño fruncido, Ainhoa salió del vestuario y caminó con paso firme hacia el aparcamiento. El sol de la tarde teñía de oro el cielo azul y el calor se pegaba a su piel como una segunda capa de sudor, a pesar de que estaban en invierno. Se sentía agotada tras una sesión de entrenamiento brutal, pero también indignada por el bombazo que acababa de soltarles Alexia.

La capitana les había reunido a todas en el terreno y les había comunicado la noticia con cara de circunstancias. Al parecer, el equipo masculino del Barça había tenido un percance en su campo de entrenamiento y tendrían que invadir el de las chicas hasta nuevo aviso. Eso implicaba que ellas tendrían que amoldarse a sus horarios, a sus caprichos y a su molesta compañía. Y eso era algo que Ainhoa no estaba dispuesta a tolerar. Le parecía una auténtica vergüenza que les quitaran su espacio a las chicas, que ya tenían bastante con luchar por hacerse un hueco en un mundo machista.

Estuvo a punto de ir a plantarle cara al mismísimo Laporta, pero Alexia la frenó a tiempo con una mirada severa. Ainhoa se llevaba de maravilla con sus compañeras de vestuario, pero también era una chica de armas tomar y con un punto rebelde. Y eso le acarreaba más de un lío.

Sobre todo con los chicos del otro equipo. En particular con el idiota de Pablo Páez Gavira.

El recuerdo de su primer encuentro con él le asaltó mientras se dirigía al aparcamiento. Aún era una niña cuando lo conoció en la Masía. Un día, al pasar por el comedor, oyó su voz arrogante hablando con sus amigos sobre la superioridad del fútbol masculino. Decía que las chicas no sabían jugar, que eran unas patosas, unas lentorras, unas sosas.

Ainhoa sintió una rabia que le subió por el pecho y se puso delante de él para plantarle cara. Le espetó que era un necio, un chulo, un fanfarrón. Le soltó que las chicas jugaban mil veces mejor que él, que eran más listas, más ágiles, más graciosas. Le ordenó que cerrara el pico y que respetara a sus compañeras.

Gavi la miró con desdén y le respondió con sarcasmo. Le llamó niñata, envidiosa, pesada. Le mandó a jugar con sus muñecas y a dejar el fútbol para los hombres. Le aseguró que no tenía ni pajolera idea de lo que decía y que no tenía ninguna posibilidad contra él.

Ainhoa se puso como una fiera y le arrojó un vaso de agua a la cara. Gavi se levantó y le tiró un plato de macarrones al pelo. Ella le dio un manotazo y él le devolvió el golpe. Se enzarzaron en una pelea que acabó con los dos en el suelo y con los monitores separándolos.

―¡Eres un imbécil!―le gritó Ainhoa.

― ¡Y tú una niñata!―le respondió Gavi.

― ¡Y encima soy mayor que tú!―le espetó Ainhoa.

―¡Y encima eres fea!―le soltó Gavi.

Desde entonces no podían ni verse.

Ainhoa alcanzó el aparcamiento por fin y se encontró con Pedri apoyado en el capó de su flamante coche nuevo. Él le dedicó una sonrisa radiante cuando la vio acercarse. Pedri era su amigo desde que  aterrizó desde Canarias como nuevo fichaje del club. Era uno de los pocos chicos que admiraba y con los que se entendía bien. Era simpático, divertido y humilde. Y también un excelente jugador.

―¡Hola, guapa!―la saludó con cariño y le dio un beso en la mejilla.

―Hola, Pedri―contestó ella con desgana y se apartó de él.

― ¿Qué tal el entrenamiento? ―preguntó el chico con curiosidad y le abrió la puerta del coche.

―Bien, como siempre. Lo que no está bien es lo que nos han soltado después―se quejó ella con enfado y se sentó en el asiento del copiloto.

―Ya sé, ya sé. Lo del accidente y lo de compartir el campo―dijo él con una mueca de comprensión mientras se ponía al volante.

― ¿Y no te parece una injusticia? ¿No te parece una falta de respeto? ¿No te parece una muestra más de la desigualdad que hay entre el fútbol masculino y el femenino?―soltó ella con indignación y le clavó la mirada.

―Bueno, bueno, tranquila. No es para tanto. Es solo una situación temporal. Además, no es culpa nuestra. Fue un fallo de la naturaleza―intentó calmarla Pedri con paciencia en lo que arrancaba el motor.

Ainhoa no se calmó. Siguió protestando por lo bajo mientras Pedri conducía hacia la salida del aparcamiento.

―No, claro que no es culpa vuestra. Nunca lo es. Vosotros siempre tenéis la sartén por el mango. Sois los que tenéis más dinero, más fama, más privilegios, más facilidades... Y nosotras somos las que tenemos que aguantar vuestros desplantes, vuestros comentarios machistas, vuestros menosprecios... ―siguió ella con su discurso acalorado y gesticulando con las manos.

―Oye, oye, oye. No metas a todos en el mismo saco. Yo también soy uno de ellos, ¿sabes? ―le recordó él con un tono de reproche y frenando en un paso de peatones.

―Sí, lo sé. Y eres un buen chico. Pero eso no quita que también te beneficies del sistema patriarcal que oprime a las mujeres.

―Ay, Noa... Eres incorregible. Eres una revolucionaria de las que ya no quedan―dijo Pedri riendo y negando con la cabeza.

―Y tú eres un conformista de los que sobran―replicó ella con sarcasmo y levantando una ceja.

Salieron del aparcamiento y se dirigieron a la carretera. Pedri puso la radio y empezó a sonar una canción de Bad Bunny. Ainhoa cambió de emisora con gesto de fastidio.

―Por cierto ―dijo Pedri  con una expresión pícara―. ¿No será que lo que te molesta es tener que ver a Gavi todos los días?

Ainhoa frunció el ceño y bufó.

―¡Ni lo menciones! Ese tío es insoportable. Es el peor de todos. Es arrogante, egocéntrico, chulo... No sé cómo lo aguantas.

―Venga ya. No es tan malo. Es un buen jugador y un buen compañero. Solo tiene un carácter fuerte.

―Un carácter fuerte dice… Es un gilipollas y lo sabes. Siempre me ha humillado desde que éramos niños. Me mira con desprecio y se deleita en amargarme la existencia.

―Bueno, bueno... Tampoco exageres. Quizás si le dieras una oportunidad y lo conocieras mejor, verías que no es tan malo como crees.

―Ni loca. No pienso darle ninguna oportunidad ni conocerlo mejor ni nada. Lo único que quiero es evitarlo todo lo posible―sentenció con rotundidad.

Pedri suspiró y se encogió de hombros.

―Como quieras. Cambiando de tema; vas a tener que mejorar tu humor si vienes esta noche a la fiesta que vamos a hacer algunos del equipo para celebrar el inicio de la temporada―le dijo con entusiasmo.

― ¿Qué fiesta? ¿De qué me hablas?

―Pues eso, una fiesta. Nada del otro mundo. Solo unos cuantos amigos, unas cervezas, algo de música... ¿Te apuntas?―le propuso él con una sonrisa invitadora.

Ainhoa dudó un momento. No le apetecía mucho ir a una fiesta con los chicos del equipo masculino. Pero tampoco quería quedarse en casa aburrida y enfadada.

―No sé... ¿Va a ir Gavi?―preguntó con recelo.

Pedri se mordió el labio y habló sin titubear.

―No, tranquila. Gavi no va. Tiene otros planes.

Ainhoa se relajó un poco al oír eso. Si Gavi no iba, quizás la fiesta no fuera tan mala idea.

―Bueno, entonces... Vale. Me apunto. Pero solo si me prometes que no va a ir Gavi.

Pedri le sonrió con sinceridad y le aseguró:

―Te lo prometo. Por cierto.  ¿Sabías que Gerard Piqué tiene una hermana menor?

Ainhoa negó con la cabeza y frunció el ceño.

―No. Y tampoco me interesa saber nada al respecto. Ese tío es otro que tal. Representa perfectamente el sistema patriarcal que tanto odio. ¿No te enteraste de que le fue infiel a Shakira?―preguntó con desdén.

Pedri asintió con la cabeza.

―Sí, sí, me enteré. Pero no tiene nada que ver con lo que te iba a decir.

―Pues dilo ya y déjate de rodeos ―le urgió ella con impaciencia.

Pedri la miró con inocencia y le respondió:

―No es nada. Solo era una curiosidad. No tiene ninguna importancia.

Ainhoa no le creyó ni una palabra. Había algo más detrás de esa curiosidad. Pero antes de que pudiera seguir interrogando a Pedri, él cambió de tema y le dijo:

―Bueno, pues ya estamos en marcha. Vamos a la fiesta, a divertirnos un rato. A ver si así se te pasa el cabreo.

Ainhoa suspiró y se resignó. No iba a sacarle nada más a Pedri. Al menos, no por ahora. Mientras tanto, se conformaría con ir a la fiesta y pasar un buen rato con sus amigos. Y evitar a Gavi a toda costa.

O eso esperaba.




Espero que les haya gustado <3

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